Con cuidado entró por la ventana de su habitación, dio un suspiro al notar que su madre todavía no había llegado.
Se quitó los zapatos y se tendió en la cama dejando su mirada en el techo, esa sonrisa perduraba en su rostro sin dar señal de querer desaparecer.
Es verdad que sentía esa punzada en la cadera e incluso sentía como si su entrada todavía estuviese invadida por el de piel verdosa, pero sabía que en algún momento desaparecería esa sensación.
-"¿Le habrá gustado ser el dominante?"- esa pregunta se pasaba por su cabeza, si bien disfrutó de tener encima a su maestro, la idea de ser él quien le diera placer seguía presente.
Dejó de lado esos pensamientos y cerró los ojos, más tarde vería a su amante y no quería estar adormilado.
Sus ojos se cerraron dejándolo descansar plácidamente.
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Ambos namekianos estaban viendo hacia la Tierra, era algo normal, pero Dende se sentía extraño estando junto al mayor, esos sonidos se recreaban en su cabeza cada vez que lo veía.
Extrañamente no le incomodaba estar junto a él , pero pensar en que Piccolo hacía ese tipo de cosas con el pelinegro le provocaba una terrible molestia interna. ¿Porqué? Lo primero que se le ocurrió fue que era porque Gohan no le habló de su relación con el mayor, puede que se haya sentido traicionado como amigo, al menos eso quería creer, pero entonces se daba cuenta de que de ser así, debería sentir traición tambien por parte de Piccolo, pero el resentimiento caía únicamente sobre Gohan.
-Haa.. - un suspiro pesado salió de entre sus labios. Necesitaba meditar para dejar esa confusión de lado.
-¿Te sientes bien Dende?- la voz ronca del mayor entro suavemente por los oídos del joven de piel verdosa, había olvidado que estaba junto a él.
-Si señor Piccolo, no se preocupe. Sólo estoy un poco agotado, no dormí muy bien anoche.
-Trata de descansar entonces, yo me quedare un rato observando, siendo el dios de la Tierra, debes encontrarte en perfectas condiciones para cumplir el cargo. Así que ve y descansa un poco.
Escuchar esas palabras de preocupación del mayor, causó una ola de felicidad dentro de joven, únicamente sonrió y asintió.
Piccolo observó como Dende se adentraba al templo, cuando desapareció de su vista, volvió a mirar a la Tierra. No le desagradaba hacerlo, después de todo una parte de él fue Kami sama.
-"Gohan, es verdad, le dije que lo vería más tarde."
La ansiedad de encontrarse de nuevo con el joven era demasiada, el solo hecho de pensar en él era suficiente para que su corazón palpitase a gran velocidad.
Estaba sintiendo menos vergüenza y repulsión hacia sí, hace poco habían consumado aquel acto y se sentía bien, un poco culpable todavía pero ya no tanto como al principio.
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-Gohan ¿Cómo te sientes? - ya llevaba un buen rato desde que la pelinegra había llegado a casa, al revisar la habitación de su hijo y encontrarlo dormido, decidió no molestarlo.
Ahora Gohan despertaba de su sueño, su madre estaba sentada a la orilla de la cama, le sonrió pero cuando intento moverse el dolor de la cadera lo invadió. Causando en su rostro una expresión de dolor que asustó a la pelinegra.
-¿Qué sucede Gohan? ¿Qué es lo que te duele?
-No...es nada..- el joven trataba de contener el dolor forzándose a sonreír.
-No me mientas jovencito, usted no se levantara de esta cama hasta estar bien. Tal vez debería llamar a un doctor. - la mujer se levantó de la cama dispuesta a salir de la habitación.
-Espera mamá. No es necesario que llames a un doctor, estaré bien. - Gohan sabía que si un doctor lo revisaba, se daría cuenta de lo que estuvo haciendo y no queria que su madre se enterase. La miró con suplica, a lo que su madre no se negó.
-Bien, no lo llamaré, pero si mañana continuas sintiéndote mal, entonces no dudare en hacerlo.
La pelinegra salió de la habitación del joven, dejando aliviado a su hijo, de verdad le dolía, eso sería un problema ya que se supone que saldría de nuevo con el de piel verdosa.
-Ha...¿Debería quedarme en cama?- el pelinegro estaba dudando de cancelar aquella observación que haría en el bosque junto a su amante, pero después de pensarlo se negó a la idea, aguantaría, así el dolor fuese demasiado, soportaría sólo para pasar un momento con su maestro.
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-Veo ya estas despierto Dende. - Piccolo ya llevaba un buen rato en la orilla de aquel lugar. Observó como el joven de piel verdosa salía y se le veía mas relajado.
-Gracias por encargarse, ya me siento mejor.
-Entonces te dejo con tus deberes.
-¿Va a salir? - la voz del joven salió con un tono de preocupación y curiosidad.
-Si, será un rato, pero regresare para pasar la noche aquí.
De algúna forma a Dende le reconfortaba la idea de que Piccolo pasaría la noche en el templo, se perdió entre sus pensamientos, tanto así que no se dio cuenta de que el namekiano mayor ya había partido.
Presentía que esa no era una salida por entrenamiento y que iría a ver a Gohan.
De nuevo ese resentimiento llegaba al tener la imagen del pelinegro en su mente. ¿Porqué? Si Gohan es buena persona, al menos hasta donde lo conoce.
Debía dejar esos pensamientos de lado y enfocarse en hacer bien su cargo de Dios de la Tierra.
Por su parte, Piccolo se encontraba llegando al bosque donde vería al pelinegro, lo esperaba, aunque para él fuese aburrido observar insectos, si eso hacía feliz al joven entonces lo haría.
Esperó por quince minutos, cuando sintió como el joven se acercaba, se veía algo tenso pero trato de no darle importancia.
-Me alegra que viniese, señor Piccolo.
El joven se acercó a su maestro y le dio un dulce beso en los labios, fue corto. Posteriormente se sonrieron.
-Bueno, espero no aburrirlo con mis observaciones.
-Trataré de ver algo interesante.
El pelinegro llevaba consigo aquel libro donde había visto gran variedad de insectos, encontraban algunos en los troncos de los árboles, cerca de los arbustos e incluso sobre algunas rocas.
Gohan estaba realmente concentrado, cada que veía uno hacía anotaciones, esa tez de seriedad era atractiva al menos a los ojos del de piel verdosa.
-Vaya, jamás pensé en encontrar tanta variedad aquí. Es realmente sorprende la belleza que pueden tener estos insectos.
Gohan estaba agachado cerca de un arbusto, Piccolo no resistió, verlo tan feliz por algo tan simple causaba que el palpitar de su corazón aumentara. Se acercó al joven y se agachó junto a él, el pelinegro lo miró.
Sus miradas se atraían y sus labios se acercaban con lentitud, terminando por darse un beso.
Dentro de ellos podían sentir como se desbordaba la felicidad de estar juntos, pero para un joven namekiano era lo contrario, los observaba, sin querer frunció el ceño, ver aquel gesto de cariño que se daban esos dos le causaba molestia, peor sabiendo que era con Gohan.
Se sentía mal por enojarse por algo como eso, pero no era algo que controlara, no quería admitirlo pero estaba celoso.