Gohan volaba a gran velocidad sin un rumbo fijo, su cabello se alborotaba con el viento que azotaba contra su rostro. Estaba completamente confundido, no tenía idea de porqué había huido de esa forma.
-"¿Qué me pasa? ¿Porqué me siento de esta manera?" - su rostro seguía con un leve sonrojo; descendió cerca de una cascada rodeada de árboles, quería calmarse, de esa forma podría pensar con claridad.
Se sentó a la orilla de la cascada, sobre una gran roca, el silencio era tranquilizante. Cerró sus ojos un momento, tratando de dejar su mente en blanco, pero una imagen se apareció en su cabeza, el rostro de su maestro, esa mirada penetrante con que lo observaba, esa sonrisa hipnotizante. ¿Siempre había sido de esa forma? ¿Acaso el namekiano había cambiado su manera de sonreír o mirarlo? No, Gohan era quien estaba cambiando su forma de verlo. El rostro del joven reflejaba un color carmesí en sus pómulos.
Movió bruscamente su cabeza y abrió sus ojos, no comprendía esos pensamientos pero de alguna manera sabia que no era una forma normal de ver a quien lo entrenó.
-Me pregunto si el señor Piccolo se habrá enojado por irme de esa manera. - el joven susurro para sí, dando un suspiro.
El agua cristalina de la cascada se veía refrescante, Gohan sintió ganas de sumergirse en ella por lo que comenzó a retirar sus ropas quedando únicamente en ropa interior.
Al momento en que su piel chocó contra el agua pudo sentir como cada musculo de su cuerpo se relajaba entre la frescura. Su mente ya estaba despejada, su sonrisa regreso a su rostro y se disponía a regresar a su hogar, no quería que su madre se diese cuenta de que había huido.
Salió del agua y dejó que su cuerpo se secase un poco, no quería mojar del todo su ropa. Se colocó su vestimenta y se disponía a emprender vuelo, pero se detuvo al sentir como alguien se dirigía justo donde estaba él.
El namekiano aterrizó frente al joven, se quedó preocupado por la manera de actuar de Gohan y lo siguió.
-Se.. Señor Piccolo.- el pelinegro no pudo evitar que su voz saliese quebrada, su nerviosismo era notable.
-Gohan ¿Estás bien? ¿Porqué te fuiste de ese modo?- el mayor caminaba hacia el joven, acercándose hasta quedar frente a él.
El agua en el cabello del menor aun era evidente, escurrían algunas gotas por su cuello, cayendo por la camisa que se le pegaba ligeramente al cuerpo.
-Lamento haberme ido de esa forma, estoy bien. - Gohan trataba de hablar con normalidad, su mirada se fijaba en el suelo.
Piccolo frunció el ceño, sabía bien que el joven no le estaba diciendo la verdad, pero tampoco quería presionarlo, solo dio un suspiro y le dedicó una sonrisa.
-De acuerdo, solo no salgas volando de esa forma.- El de piel verdosa se fijó más en el joven y se dio cuenta de lo mojado que se encontraba.-¿Estuviste nadando?
-Si, solo un poco.- Gohan por fin alzo la mirada a los ojos de su maestro.
-Deberías ir rápido a tú casa, no creo que quieras contraer un resfriado.
-Si- el menor sonrió - Ademas mi mamá se enojará si sabe que me escape.
El joven iba a emprender vuelo pero el mayor lo detuvo un momento para decirle algo más.
-Gohan, mañana ve al templo de Kami-sama. Sabes que puedes ir cuando quieras, yo estaré ahí.
-Si, ahí estaré mañana entonces.
Con eso el joven desapareció entre los cielos. Piccolo no quería presionar a Gohan, pero quería saber que era lo que lo tenía actuando así, por ello lo invitó al templo, para pasar más tiempo con él joven y de esa manera poder descubrir que le sucedía.
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Al llegar a su hogar, Gohan se adentró a su habitación y con rapidez se metió al baño que estaba dentro de su casa. Fue una ducha rápida, la verdad lo que menos quería el joven era enfermarse.
Salió del baño con ropas ligeras ya puestas, unos shorts color café y una camisa blanca sin mangas. Se dirigió a su habitación cerrando la puerta y tomó nuevamente uno de los libros que su madre le dio en la mañana.
Se disponía a leer pero el sonido de la puerta lo interrumpió. La pelinegra se adentró al cuarto, llevaba entre sus manos una bandeja.
-Gohan, te traje un pequeño refrigerio para que continues con tus estudios. - la mujer dejo la bandeja en la mesa.
-Gracias mamá.- el joven cerró el libro, apesar de no haber comenzado a leer.
-¿Es mi imaginación o traes otra ropa?
-Ah..si es que me di un baño. Hace un poco de calor.
-Bueno en eso tienes razón. Por cierto Gohan, tú abuelo está en la sala, estudia un poco más y ve a saludarlo.
-Si mamá.
La mujer se retiró de la habitación, cerrando la puerta. Gohan dejo el libro sobre la mesa y se dispuso a comer lo que su madre le dio.
En la bandeja había un emparedado y un vaso de jugo, probablemente de naranja.
Tomó entre sus manos el emparedado y le dio una mordida, sentía como la carne mezclada con el aderezo se deslizaba en su paladar junto con aquel pan suave. Daba mordidas pequeñas y procuraba masticar lento, quería disfrutar aquel sabor, no siempre le tocaba un emparedado tan delicioso como ese. Al terminarlo, se tomó el jugo de una sola vez. Dejó la bandeja de lado y volvió a tomar el libro para poder leerlo.
Su concentración estaba por los suelos, leía pero no comprendía absolutamente nada. Su mente aún rondaba en el de piel verdosa. Mañana se verían, se sentía ansioso y feliz. ¿Porqué se entusiasmaba tanto? No era raro que ellos se viesen sin razón de por medio. Dejó eso de lado y salió de la habitación para ir a la sala y poder ver a su abuelo.
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-¿Gohan esta bien?- Dende se acercó al mayor que hace poco había regresado al templo.
-Si.- el mayor hizo una pausa y volvió a hablarle al otro namekiano.- Dende, espero que no te moleste pero invite a Gohan para que venga mañana.
-No se preocupe señor Piccolo, no me molesta. Es más a mi me agrada mucho la idea. - el menor estaba emocionado, la compañía le agradaba y más si era de un amigo.
Piccolo por su parte fue a meditar, en su mente estaba aún la voz quebrada que había escuchado del menor. ¿Nervios? Si, eran nervios. ¿Porqué estaría nervioso Gohan? El namekiano se hacia esas preguntas mentales. No sabia cómo, pero descubriría que traía de esa forma a aquel menor.
-"Ahora que lo pienso, tambien se puso extraño durante la noche, parecía ausente, dijo que era por lo de su hermano pero no creo que eso sea verdad"
Sin darse cuenta, Piccolo se dedico a pensar en el joven durante el resto del día. No pudo concentrarse en su meditación por lo que la dejó para otro rato.
-Gohan...-sin querer el namekiano susurro el nombre del menor para sí.
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El cielo se cubrió de un manto negro, siendo iluminado por las estrellas.
Gohan estaba en su cama dando vueltas, quería que la noche se pasara con rapidez y poder ir pronto a ver a su maestro.
Poco a poco el cansancio en su cuerpo lo fue dominando y sus ojos se cerraban con lentitud, quedándose dormido con la imagen de Piccolo en su mente.