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Quédate a mi lado por Ame_Chan

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Notas del capitulo:

Hai ^^

No he visto mucha respuesta hehe ^^UU (solo 4 revis Y_Y) seré gacha ^^U si no tengo minimo unos 7 u ocho creo ke dejare de poner la histroia ^^UU y es una lástima, por ke se pone más wena conforme avanza la trama ^^

Espero más reviews!!! oOo

Matta ne ^O^

- QUEDATE A MI LADO -

Por: Ame Chan

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Disclaimer: Los personajes aquí utilizados son todos propiedad de Masashi Kishimoto (si fueran míos, la serie estaría catalogada 100% yaoi y hard lemon XDD)
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-Si las alas de mis sueños son cortadas, ¿quién tocará mi corazón para remontar el vuelo nuevamente? Solo mi amor por ti lo decidirá…
Naruto Uzumaki Memories

//*//*//*//*//*//*//*//*


Avanzo con paso rápido, siguiendo tu silueta iluminada por una luz misteriosa. Acelero la marcha. ¿Qué jamás podré alcanzarte? Sigues caminando, dándome la espalda, mientras la oscuridad se cierne a nuestro alrededor, cubriéndonos por un manto sombrío que solo es aplacado por la luminosidad que desprende tu cuerpo.
¿Por qué? ¿Por qué jamás seré capaz de alcanzarte? Acaso… ¿No merezco el tenerte frente a mí, con tu mirada penetrando mis ojos y tu curvada sonrisa alimentando mi alma?
Corro lo más rápido que puedo, no debo darme por vencido. Pero, como aquella vez que te fuiste con Orochimaru, te desvaneciste en la más cruel oscuridad… dejándome nuevamente solo. Terriblemente solo.

- - -
-Otra vez…
- - -

El sol resplandeciente de Konoha se cuela por mi ventana, dándome de lleno sus matices en el rostro, despertándome suavemente.
Mi mirada se abre con pereza, pues aun quería dormir más. Me incorporo con suavidad entre las sábanas blancas que me cubren, y miro vagamente hacia el calendario mientras me quito mi gorro de dormir, como hago todos los días. Mas de una vez he recibido burlas acerca de el, pero poco me importa. Es el único regalo que he tenido (aparte del protector de Konoha de Iruka sensei), dado por el Hokage Sarutobi.

Casi me caigo de la cama tropezando con las sábanas arremolinadas en mis pies, y como si fuera predecible, me desplomé de mi lecho, dando de lleno en el suelo. No me pude siquiera parar a quejarme, pues lo que había visto en el calendario no presagiaba nada agradable.

-Mi cumpleaños…- mustí con tristeza. Me quedé en el suelo, con la vista fija en el papel del calendario, como si me anunciaran mi condena de muerte. Cualquiera estaría feliz ante tal acontecimiento. Sonreiría e iría rápidamente a contarles a sus padres que día especial era ese. Seguramente su madre le prepararía su comida favorita y su padre le daría algunas palabras de orgullo.

Pero eso no era para Naruto Uzumaki. Para mí, el contenedor de Kyuubi, el desgraciado de la villa, el maldito rubio que tiene un demonio en su interior, el cumpleaños es una fecha muy deprimente.

Bajo la vista lentamente, tratando de asimilar el día que se me venía encima. Pero entonces recapacité demasiado rápido, quitándome el problema de encima más pronto de lo que yo me lo creía. Seguramente nadie recordaría este día, así que sería uno normal como todos los demás. ¿Qué cambios podría haber ese día, si nadie de la villa estaba enterado de que representaba para mí? Si, este sería un día normal como todos.
Ignorando mis reproches internos, sonreí como siempre, con la falsedad que me representa. Me incorporé del suelo y me calmé el dolor de mi nuca con mi mano, pasándola por mis cabellos. Traté de pensar en otra cosa para despejarme un poco, y entonces el recuerdo del sueño que acababa de tener llegó a mi mente como si de un golpe fuera.

Un sueño con Sasuke.

La nítida silueta de Sasuke en la oscuridad aún esta grabada en mi mente, como si fuera real. Un calor se adueño de mis carrillos, adquiriendo un insinuante color carmín.
Lo amaba, de eso estoy seguro. Lo amo tanto que parecería irreal, demasiado para una mente llena de preocupaciones.
Las personas se preguntarán, ¿Cómo es posible que te enamores de tu amigo, y peor, de un hombre? Pues déjenme responderles: no lo se, solo sé que el amor se siente, no se piensa.

Quizá sea su mirada oscura, que mostró ternura en cortos momentos, quizá sean sus palabras hoscas, que forman sentimientos de gratitud a pesar del tono empleado.
Quizá sea que el me mostró un cariño que siempre me faltó, aunque fue un cariño a su manera, desinteresado y sin complicaciones, pero cariño al final.

Concuerdo en que es extraño este sentimiento, pero no puedo evitarlo. Es mas, ni siquiera se cuando empezó, o por qué lo alimenté día con día con mis acciones hacia el.

Me levanté del suelo y me dirigí al refrigerador, ignorando esa sensación de culpa en el pecho. Es hora de desayunar, y ese placer no se le puede negar a nadie, ni siquiera a mi.

-Vamos a ver… hay leche… espero que no este caducada. ¡Y ramen! Excelente, este día empezará bien datte bayo- exclamo con alegría, sacando con satisfacción lo antes mencionado del refrigerador y lo coloco en la mesa. Es curioso como unos simples fideos pueden ocupar toda mi mente en un segundo. Pero nadie me lo puede reprochar, el ramen es uno de los pocos placeres en los que soy exigente, y nadie puede negar que tenga razón al adorar con devoción este delicioso platillo.

Me siento en la mesa, recordando la primera vez que comí ramen. Pongo a calentar el agua para prepararlo, y una sonrisa sincera se posa en mis labios por primera vez en el día. Había sido tan placentero ese momento…

-----FLASH BACK-----

-¿Qué es esto… Iruka sensei?- un pequeño niño de seis años mira con sus ojos azul zafiro a su maestro de la academia, el cual le sonríe amablemente, animándolo a comer.
-Vamos vamos Naruto, sé que te gustarán- le alienta Iruka, acercándole el tazón a un Naruto perplejo. ¿Por qué Iruka sensei lo había invitado a comer? Y lo más extraño, ¿Qué eran esos fideos que flotaban en ese tazón humeante?
Tomó un par de palillos del mostrador de Ichiraku y con cautela acercó su nariz al bol humeante. De verdad olía agradable.
Con una sonrisa inocente, toma con los palillos el primer sorbo de lo que marcaría su vida para siempre. El delicioso sabor de los fideos húmedos con los condimentos del caldo del ramen hacía que las papilas gustativas del chiquillo fueran al cielo.
-Wahh Iruka sensei, ¡de verdad sabe delicioso!- exclama el pequeño rubio con una amplia sonrisa, mientras se atraganta con el ramen. Iruka solo ríe, mientras golpea con suavidad la espalda de Naruto para ayudarlo a normalizar su respiración.
-Hehe, me alegra que te halla gustado Naruto. Se llama ramen.- dice el moreno acariciándose la cicatriz de la nariz y mirando al pequeño, el cual solo sonrió y siguió con su plato, prometiéndose que volvería a comer ese delicioso alimento en compañía de su sensei.

-----FIN FLASH BACK-----

La alarma del calentador de agua me hace despertar de mi ensimismamiento, sobresaltándome ligeramente. Aquél día en Ichiraku jamás se había borrado de mi mente, era uno de los pocos momentos agradables que aun conservo en mi cabeza.
Vierto el agua en el ramen y espero a que los fideos se calienten, y con un movimiento tomo el envase de leche y le doy un gran sorbo. Sabe bien.
Me acomodo en la silla y sigo con mis pensamientos.
Iruka sensei… seguramente se habrá de acordar de este día, pero lastimosamente esta de misión, y no regresaría hasta un mes después. Suspiro con desgana; en estos momentos desearía mas que nunca que me invitara a comer ramen.
Konohamaru sería otro que posiblemente recordara, pero también estaba de misión. Hacía ya un año que se había graduado de gennin, y estaba muy orgulloso de el. El chiquillo había madurado más desde la muerte del tercer Hokage, y sus técnicas ninja habían evolucionado muy bien. Ya casi no lo veía, pues un jounin como yo tiene muchas ocupaciones; entre misiones y compromisos con Tsunade, el tiempo pasa por mi volando. Y vaya, hablando de tiempo, ahí me tengo, con mis recién estrenados dieciocho años y el pesimismo peor que nunca.

Tomo unos palillos de un cajón y comienzo a comer mi manjar. Realmente sabe delicioso, el que jamás lo haya probado no sabe de lo que se pierde.

Como sin prisas mi desayuno, pues no hay nada relevante que me haga apurar mi plato. Cuando el bol esta satisfactoriamente vacío, doy el último sobo al cartón de leche, y vacío el plato al fregadero; ya me ocuparé después de lavarlo. Voy a la ducha sin prisas, mientras me quito la playera del pijama. Al entrar al cuarto de baño, miro por un segundo mi reflejo en el espejo, y me detengo un instante. Vaya que había cambiado. Mi rostro estaba más serio que de costumbre, además de que mis facciones habían madurado más. Mi cuerpo había adquirido una muy buena forma, pues el trabajo arduo de las misiones daba sus frutos. Suspiré. ¿Qué caso tenía tener buen aspecto si no podía lucirlo frente a la persona que amaba? ¿De qué me servía esa apariencia madura cuando era a Sasuke al que deseaba tener frente a mí, admirándome y haciéndome sentir bien?
He, esas solo son fantasías. No podría imaginarme a un Sasuke compasivo, que diera cariño al por mayor, que amara a alguien… sería definitivamente extraño. Extraño y deseante.
Negando con la cabeza, me meto a la ducha de agua fría. Eso siempre ayuda a despejar mi mente. Siento las frescas gotas correr por mi cuerpo, dejando senderos brillantes en todo mi torso, despejando mi mente y relajando mi cuerpo.
Sin muchos miramientos, comienzo a lavarme con algo de monotonía, mientras canturreo una canción.


Say, when they're in love,
Does everyone get this lonely?
Say, do they embrace the pain
That’s even deeper than the darkness?



Ha, si que la vida es estúpidamente irónica… siento por primera vez el amor que debería llenarme, pero me siento más solo que nunca. Cierta vez oí decir a alguien que cuando tienes a alguien a quien amar, los momentos de soledad son más dolorosos, pues extrañas más que nunca a esa persona especial; desearías estar en sus brazos, besarlo, decirle ‘te amo’…

I... I love you.
I'm gazing at you with my heart.
I... I believe in you.
Even on the coldest night.


Pero… a pesar de todo, había tenido mi corazón y mi confianza en Sasuke. Confiaba ciegamente en sus palabras, en su cariño, en cada frase corta con un dejo de ternura que dirigía a mí. Aunque solo dijera mi nombre, yo sentía una alegría inmensa. Su frialdad siempre fue cálida para mi corazón.

Even if I lost tomorrow,
And even if I lost you, too,
I want to shine,
Smiling as best as I can.


Me recargué en la fría pared de la ducha, pensando en cuantas veces creí perderle... Primero, fue aquella vez con Haku. Mi horror al verle ahí tirado, lleno de cortaduras y agujas por todo su cuerpo, por protegerme, fue el más intenso que jamás he sentido. Ese acto tocó mi corazón, hizo que creyera en los sueños, que creyera en el. Cuando desfalleció en mis brazos creí que había muerto…

Otro momento que marcó mi vida fue cuando se largó con ese bastardo de Orochimaru. Me sentí impotente al no poder detenerle, una tristeza inmensa se formó en mi interior, estaba completamente deshecho por dentro. Aunque mi sonrisa siempre permaneció en mis labios, el dolor me desgarraba interiormente,

Pero eso quedó en el pasado. Recuerdo que la incredulidad casi me mata cuando aquella vez que fui a su casa a regresarle unas armas que me había prestado, me hallé a Itachi plantado en la puerta de su casa, sonriendo amablemente y preguntándome que se me ofrecía. Tuvo que salir prácticamente desnudo de la ducha al oír mi barullo, pues había tratado de golpear a Itachi, y me detuvo por detrás los brazos.

Reí ligeramente al recordar esa escena, y cerré el grifo de la ducha. Salí al viento frío de mi habitación, y me estremecí. El aire otoñal era de cierta forma reconfortante, pero a la vez me calaba hasta los huesos. Mientras tomo mi típica ropa naranja, pues ese día era libre y no había necesidad de la ropa de jounin, pienso en qué haré en todo el día. Instintivamente pienso en ir a comer a Ichiraku, pero la idea se borra de mi mente. No tenía caso ir solo.

Me miro al espejo más tranquilo, arreglándome el cabello. Tampoco llevaría el protector de Konoha, no hacía falta. Decido entonces dar un paseo por los alrededores, para despejarme un poco más, ya decidiría mi destino a donde iría a parar.

Era realmente triste salir a la calle y recorrer siempre las mismas calles, ver a las mismas personas y recibir las mismas miradas de desprecio de todos. Aquellas miradas, de cierta forma, habían disminuido un tanto, ya que había ayudado a destruir a Orochimaru, aunque el que dio el golpe de gracia fue Sasuke. El imbécil de la serpiente jamás se esperó que su ‘contenedor’ fuera a traicionarlo. Sonreí irónicamente recordando esa batalla que había tenido lugar en la ahora bella y reconstruida Konoha. Orochimaru junto con Sasuke y unos cuantos miles de subordinados más habían tratado de destruir la aldea. Orochimaru mandó a Sasuke a matarme y a sacarme a Kyuubi del cuerpo, solo Kami sabe por qué, y al reencontrarnos logré hacerle ver cuan valiosa era su vida y que no deseaba perder a un ‘amigo’… aunque la palabra era en realidad ‘amor’.

Al despertar de esa oscuridad, Sasuke se dirigió derecho al bastardo serpiente y le atestó su golpe de gracia con una técnica que jamás había visto. Supongo que se la enseñó Orochimaru. Qué irónico, el alumno toma la vida de su maestro con una enseñanza del mismo. Recordando todos esos acontecimientos, sentí de lleno el golpe de alguien con todo su peso, cayendo los dos en el pavimento. Lancé una maldición antes de tocar el suelo, y entonces lo vi.

Sasuke Uchiha. Sonrojado y disculpándose penosamente.

- Lo lamento, fue mi culpa, yo iba corriendo y…-mustia con rapidez mientras se sacudía la ropa. Salí rápidamente de mi shock y atiné a burlarme de el.

- Vaya Sasuke baka, jamás creí que fueras tan cortés datte bayo- le dije con algo de sorna levantándome y sacudiéndome con cuidado. El abrió mucho los ojos. Pero pronto la típica sonrisa desagradable de ‘Soy-Sasuke-Uchiha-y-soy-mejor-que-tu’ apareció en sus labios.

-¡Ah, eras tu dobe! Creí que era alguien inocente que pasaba por aquí, pero veo que no es así usuratonkashi, si hubiera sabido que eras tu no me habría detenido- esas palabras, ya tan conocidas para mi, me dieron un pinchazo en el pecho. ¿Qué no entendía que me dolía que me tratara así? Lo miré en silencio fijamente a los ojos, y algo se formaba en ellos. ¿Arrepentimiento quizá? No, no lo creo. Me tragué mi aflicción y sonreí como siempre lo hago, abiertamente y con la mayor falsedad del mundo. Al estar completamente incorporado, noto su ropa. Es muy diferente a la que siempre se pone. Pero no por eso lo hacía relucir mal, sino todo lo contrario. Sonreí con perversidad. Su bien formado cuerpo se marcaba en esas prendas que tan bien lucían en el. Varias veces me había tentado de preguntarle si no tenía más que su polera azul oscuro y los pantalones blancos, pero me contuve por no recibir un ‘que te importa, dobe’. Supuse que tendría algún compromiso ese día, y mi corazón se encogió. Todas mis esperanzas de que se acordara de mi cumpleaños se fueron por los suelos. Junté mi dignidad rota en mil pedazos y me armé de valor para seguir el juego de ser desinteresado y molestarlo.

-¿Por qué estas tan elegante Sasuke? ¿Acaso hay algo especial hoy?- las palabras fueron salidas de mi boca por una fuerza suprema. Hice un esfuerzo por no echarme a correr. Decir eso fue más complicado de lo que pensé. Sasuke me miró con una de sus contadas sonrisas en los labios, y con la mirada penetrante que tanto me hacía soñar, susurró unas palabras que casi me tiran al suelo de un golpe.

-¿Por qué no vamos a comer a Ichiraku? Me muero de hambre, solo desayuné una taza de café amargo.- tuve que detenerme de un poste de luz para no perder el equilibrio ante esa insinuación. ¿Sasuke Uchiha, el gran Sasuke Uchiha de la legendaria estirpe Uchiha, el héroe de Konoha, invitándome a comer a mi, Naruto Uzumaki, el perdido y entrometido contenedor que todos odian? Eso definitivamente estaba mal.

-¿Sa…Sasuke? ¿Te encuentras bien? ¿De verdad no te afectó la caída?- le pregunté entrecortadamente, mientras comprobaba su temperatura con mi mano, apenas dándome cuanta de lo que hacía. Cuando me fijé que tenía mi mano colocada en el rostro de un Sasuke enfadado (y algo sonrojado, como pude notar brevemente) sentí un nudo en la garganta. Su piel era lisa y tersa, además de blanca como la leche. Pero el momento del contacto terminó rápidamente cuando retiró mi mano de su frente, reprendiéndome por mi arrebato.

-¡Dobe, que estoy bien!- cerró los ojos por un segundo, y volvió a preguntar- bueno, ¿vienes o no? Que yo tengo hambre.

Mi corazón dio un vuelco. ¡De verdad me había invitado! Sonreí ampliamente, esta vez con sinceridad, y casi sin pensarlo, le dije que si. Pero un pequeño tropiezo en mis palabras me hizo pender de un hilo.

-¡Por supuesto! Yo no desperdiciaría un tazón de ramen por nada del mundo, y menos si me lo regala…- en este punto, reparé en lo que decía, pues estaba a punto de llamarlo a el ‘la persona a la que amo’, pero me rectifiqué a tiempo.-… mi mejor amigo.

El rubor cubrió mis mejillas. Había estado muy cerca. Un pequeño descuido… y mi amistad con Sasuke se iba por los suelos. Caminamos con paso lento hacia Ichiraku, que estaba a pocas cuadras. Me di cuenta de que mis pies me habían llevado frente a la casa Uchiha, y precisamente en la calle de enfrente me había tirado al pavimento. Recordé con una breve sonrisa su rostro apenado y entramos al local.

Muchas chicas se le quedaban viendo al pelinegro, el cual solo les volteaba la mirada. Sentí una alegría que se inflaba en mi pecho. Sasuke prefería estar conmigo que con esas tontas que lo perseguían sin un sentimiento definido. No lo merecían.

Tomamos asiento y miré el menú. Todo era apetitoso.

-Wahh Sasuke, ¿estas seguro que me invitas a comer? Sabes que yo no me contento con un solo tazón- admití con algo de pena mi fascinación por el delicioso y perfecto ramen, y el sólo me regaló una media sonrisa, restándole importancia al asunto.

-Anda, pide lo que tengas que pedir, de lo demás yo me encargo.

Una amable señorita se nos acerca y nos toma la orden. Miré con tentación un gran bol que había en la mesa contigua, pero me contuve de pedir uno igual. Sería mucho abuso de mi parte pedirlo, pues sería Sasuke el que pagaría. Al final pedimos uno normal cada uno. Vi que Sasuke me miraba y bajé la vista. Era algo incómodo estar los dos solos sin tener nada de qué hablar. Entonces, el habló.

-Esto… Naruto, ahora regreso. Voy al servicio- Sasuke se levantó y se dirigió a la parte trasera del local. Suspiré. Esa situación era de lo más rara. Esperé pacientemente a Sasuke tamborileando con los dedos en la mesa, y cuando por fin lo vi venir, traté de entablar conversación.

-Oye Sasuke, ¿Cómo te ha ido en las misiones? Supe que tu grupo…

Así, iniciamos una charla de todo. Nuestras experiencias como jounins, lo impertinentes que eran los gennins de nuestros grupos y comparando detalles de misiones. Era de verdad agradable charlar de todo con el.

Una alegre chica se nos acercó con una bandeja, donde estaba el tazón de Sasuke, y… un momento… ¿qué era ese enorme bol humeante?

-Chicos, ¡sus ordenes!- Casi me caigo de la silla al ver que la chica colocaba el enorme tazón frente a mi, como si me invitara a comerlo. Quise ver una disimulada sonrisa en los labios de Sasuke, pero seguro era mi imaginación. Me viré hacia la chica.

-Pero… yo ordené un tazón normal, ¡no esto tan enorme!- le dije más que desconcertado, viéndola con algo de miedo. Admito que desde el principio me tenté a pedir uno así… ¡pero era imposible que repentinamente el Ichiraku se decidiera a regalarme un tazón tan monumental!

La joven sonrió.

-¡cortesía de la casa!- exclamó, y sin más, se largó dejándome más que perplejo. OK… Ichiraku era un lugar definitivamente extraño. Mientras cavilaba esto en silencio, bajé la mirada.

-Sasuke…-empecé lentamente, y con la mirada llena de júbilo, alcé la vista-
¿Puedes creerlo? ¡Cortesía de la casa! ¡Y precisamente hoy que es mi…!

Oh no, otro arrebato… mierda, ¿por qué demonios había mencionado eso? Me quedé en silencio, parando a tiempo mi estupidez. Con tristeza contenida, le pedí a Sasuke que empezáramos a comer. El solo permaneció en silencio y tomó su bol, comiendo lentamente.
El enorme tazón pasó a segundo plano. Ni siquiera con esa insinuación, aunque involuntaria, Sasuke se había percatado ni lo más mínimo a lo que me refería. ¿Tan poco me conocía? ¿Tan poco le importaba si era ese día especial o no para mí? ¿Tanto era su rechazo hacia mi persona? Las lágrimas amenazaban con salir nuevamente, pero con toda la fuerza de voluntad que me quedaba, las detuve cruelmente.

-¡Sasuke kun! ¡Qué coincidencia que estés precisamente aquí, donde Ino y yo planeábamos comer! – la voz de Sakura chan inunda mis oídos, haciéndome levantar la vista. Era cierto que hacía ya tiempo me había dejado de interesar amorosamente la chica, pero aun no podía dejar de sentir una especie de embelesamiento hacia ella. Es algo difícil de explicar, solo sé que me gustaría tener su atención aunque solo fuera unos momentos; su rechazo hacia mi es doloroso. Siempre los desprecios en el amor son una daga fría que se clava en el corazón, y el suyo había marcado mi alma. Le sonreí de manera tímida.

-Etto… Hola Sakura Chan-traté de saludarla, pero ella solo me miró como siempre, como si yo fuera algo digno de su desprecio. Entonces, las frías y ya usuales palabras salieron de su boca.


-ah, eres tu... hola...

Bien, eso dolió. Me ignora completamente, al igual que Sasuke. Oigo lejanamente que éste les espeta algo, pero no logro entender bien. Estoy demasiado metido en mis pensamientos, hasta que oigo una frase que me sorprende de sobremanera.

-Sasuke kun, lo que pasa es que queremos invitarte a una fiesta que estamos organizando- miré boquiabierto a la rubia, la cual sonreía con suficiencia. ¿Ellas… Sakura chan e Ino… organizando una fiesta? ¿Acaso…? ¿Acaso sería para mí? Miré a las chicas, con el alma repentinamente más cálida.

-¿Una… fiesta? – pregunto con una voz ahogada. ¿Sería posible que Sakura chan se halle acordado de mi cumpleaños?


-Si, hoy es un día muy especial. Hoy nos graduamos Ino y yo de Jounins. ¿A que no es un gran acontecimiento?

Mi alma se rompió en pedazos. Así que no era para mi… qué ingenuo puedo llegar a ser. ¿A quién, maldita sea, le interesaría yo? El dolor era presente nuevamente en mí, y por más que traté de disimularlo volteando mi atención al ya relegado bol de ramen, supongo que era evidente en mi mirada.

El ramen Ichiraku desapareció de mi alrededor, solo estaba yo en mis amargos pensamientos y mi abatimiento infinito. Como siempre, solo en mis días de acongojo, solo en mi vida, solo en mis sentimientos encontrados y mis esperanzas desechadas. No era mucho de importancia el estúpido cumpleaños, ni la estúpida fiesta, sino la atención que la gente podía tener en mí. Ese amor que siempre me faltó, que Sasuke lo había podido aplacar lentamente, aunque solo fuera por unos instantes, para después tirarlo al suelo desquebrajando mis emociones.

-Naruto…

Oí la voz de Sasuke, llamándome con algo de pena. Recordé donde estaba y con quien. Las chicas ya se habían ido. Nuevamente las malditas lágrimas. Sentí una presión horrible en la garganta, que no me permitía respirar bien. Armándome de un valor inexistente, miré a los ojos a Sasuke.

-Vaya Sasuke, hehe, deberías apurarte a arreglarte, puesto que debes estar presentable para la fiesta… aunque no hay mucho que hacer, ya estas bien así… no te quito más tu tiempo, espero que te diviertas…-no me paré a ver la expresión de Sasuke, salí corriendo del local con todas mis fuerzas. Quizá ese era mi destino… quizá era mi única razón de vida el ser un contenedor… y toda razón tiene sus porqués y consecuencias. El porqué de mi condenación no lo sabía aun, pero las consecuencias eran más que claras.

Soledad.

Corrí y corrí, tropezando con gente atareada y niños alegres, ignorantes de la maldad del mundo. Será por que ellos no la pueden ver, no la sienten en carne propia, como siempre la reencarné el desde mi nacimiento.

No se cuanto tiempo seguí andando, pero cuando ya no podía más, colisioné frente a la academia ninja. Me quedé ahí tirado, sollozando y con las lágrimas saliendo a borbotones. Las saladas gotas nublaban mi vista. Al quererme incorporar, sentí algo duro en mi cabeza. Con cierta apatía levanté la vista, y me topé con el ya conocido columpio de madera en el que siempre acudía a llorar alguna pena. Ese era el único vestigio en Konoha de que alguna vez existía. Ese viejo columpio lo construyó Hokage sama especialmente para mí.

‘Siempre que tengas una pena, ven a este columpio, desahoga tus desgracias en el y mira en alto la vida, sintiendo como se eleva por los aires, despejándote de toda maldad’

Las palabras de Sarutobi sama se escribieron en mi mente, recordándolas de pronto. Si… ese lugar era perfecto para mí.

Con dificultad, me incorporé sosteniéndome de las sogas, aún sollozando, y logré sentarme en el. Mi cabeza daba vueltas, era tan difícil vivir…

El columpio se balanceaba con ligereza mientras todo era un remolino a mi alrededor. Mi mente viajaba por todos lados… viví mi vida en unos segundos. Iruka sensei, los aldeanos, su desprecio, el equipo 7, Kakashi sensei, Ero sennin, Tsunade no obachan, Sasuke… estallaría en cualquier momento.

Miré hacia el cielo, el cual de pronto se había salpicado de las primeras estrellas de la tarde. Los colores que ofrecía la bóveda celestial eran mustios ante mi presencia. Daba ya todo igual.

Mi cabeza era una bomba de tiempo, debía sacar toda mis frustración y dolor en ese mismo instante. Y así lo hice.

-¿Por qué? ¿Por qué soy tan diferente? ¿Cuál es mi motivo de estar aquí? Demonios, ni siquiera se si hubiese sido bueno nacer, siquiera existir…Odio este dolor, maldita sea, odio que esto duela tanto… y todo por este maldito zorro… -me sujeté el estómago fuertemente, haciéndome daño - tu, maldita criatura, eres la culpable de mis penas. Ya no vale la pena llorar… me siento tan vacío que ni las lágrimas salen ya, ni siquiera merezco sollozar. Y para acabar de maldecirme, Sasuke no me presta la mas mínima atención… aunque hoy fue muy amable, como si supiera que hoy es mi aniversario… no, no… es imposible que el se halla dado cuenta de que día era hoy, ni siquiera le importo… como duele que la persona que mas quieres te ignore…

La pura, inocente y más dolorosa verdad fue salida de mi alma como una corriente implacable que recorre los campos destruidos. Mi lamento tirado a los cuatro vientos fue oído por todos, e ignorado por todo corazón hostil. ¿De que servía la vida así?

La vida… no tenía sentido para mi.

Miré con decisión mi porta kunais y con la mano temblorosa saqué uno. Le haría en ese mismo instante un favor a la villa… Naruto Uzumaki sería reconocido aunque fuera por su muerte dada por mano propia.

Con un último amago de sonrisa, acerqué el filoso instrumento a mi garganta. Ya no quería saber más de nadie… y con los ojos cubiertos de un manto acuoso, la infranqueable falsa sonrisa y el pensamiento de Sasuke marcado en mi corazón, mustí las últimas palabras que oiría esa villa de mi… aunque sus habitantes estarían lejos de captarlas.

-Ya estoy cansado… ya no quiero llorar… por fin podré descansar. Sasuke, ojala hubieras sabido que…

Esperé a que el frío metal desgarrara mis palabras, cuando sentí un arrebato del objeto en cuestión, unas suaves gotas rociadas en mi rostro y los brazos de Sasuke envolverme en su calidez. Sentí horror. ¿El había… el…?


-Sasuke… ¿Qué…?- con un hilo de voz causado por la conmoción, traté de hacerle mil preguntas, las cuales no salieron de mis labios a causa de sus sollozos. Un momento… ¿Sasuke…llorando? Podía sentir su olor suave envolverme, y su voz entrecortada llegó a mi oído.

-Imbécil… eres un completo idiota Naruto…- Me quedé helado. El verdadero significado de esas palabras eran incierto, pero en lo más profundo de mi ser sentí furia hacia el pelinegro. ¿Cómo se atrevía el a negarme el placer de la sangre escurriendo por mi cuello? ¿Quién se creía para no dejarme caer en el sueño eterno? ¿Qué no veía mi desconsuelo ante su rechazo? Y así se lo hice saber.

-Sasuke, ¿por qué? ¿Por qué me detuviste? ¿Qué acaso no comprendes mi sufrimiento? Yo…
Mis palabras quedaron situadas en el olvido. La penetrante mirada de Sasuke se clavó en mis ojos, antes de que se acercara a mi rostro, e hiciera algo simplemente inesperado. La humedad cálida de mi querido Sasuke envolvió mi cavidad con dulzura, acariciando con sus labios los míos. La sorpresa me había paralizado, era demasiado irreal aquello.

Pero al terminar ese momento mágico, el roce que tanto había deseado probar nuevamente desde aquella vez en la academia, un susurro ronco y cargado de sinceridad retumbó en mi mente, tatuando el sabor de Sasuke en mí con tinta indeleble.

-Lo hice… por que te quiero demasiado. No quiero que te vayas de mi lado Naruto... no quiero perderte. Te amo.

No pude evitarlo. Lo miré con los ojos completamente abiertos.

¿Había dicho… que me amaba?

Continuará…

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