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Un Ángel por Dark_Yuki_Chan

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Captulo 3: El ngel, la Santa y los Exiliados

"Sayo. Kenshin. Sayo. Kenshin. Sayo. Kenshin. Kenshin. Kenshin. Kenshin." Los nombres de aquellas dos personas se repetan infinitamente dentro de la mente de Sanosuke, hasta que se vio obligado a despertar. Su corazn lata precipitadamente hasta casi escapar de su pecho, y su piel estaba perlada de sudor. Se levant del futon rpidamente, deseando abandonar dentro de ste aquel extrao sueo. An faltaba cerca de una hora para el amanecer, pero el guerrero se senta demasiado turbado para intentar dormir nuevamente. Se calz los zapatos, se visti con la camisa en cuya espalda brillaba el kanji "Aku" y sali de la casa que alquilaba all, en un barrio lleno de rufianes en las afueras de Tokio. Las calles de la ciudad se hallaban casi desiertas, por lo que la marcha de Sanosuke no fue interrumpida en ningn momento. El joven se pase entre las tiendas y casas durante varias horas, intentando deshacerse del sentimiento que retorca su corazn. Saba que amaba a Kenshin por sobre todo y por sobre todos, pero no poda evitar sentirse culpable debido a ello. Estaba arruinando la vida de Jo-chan, quien tambin estaba - auque seguro no tanto como l - enamorada de Kenshin. Y Yahiko… no poda borrar de su mente el recuerdo de aquella mirada cargada de asco, decepcin y… y hasta odio, segn le haba parecido.
Cuando volvi a prestar atencin a su alrededor, las calles se encontraban ya cerca de la normalidad. Las personas haban salido y deambulaban, calmadamente an, a travs de Tokio. Sin notarlo, haba llegado hasta un puerto, en el cual acababa de arribar un barco. En medio de los elegantes extranjeros y las enormes cajas tradas desde Europa, Sanosuke detuvo su vista en dos hombres de aspecto sospechosamente familiar. El de mayor estatura llevaba los cabellos, largos y de color caoba, atados con una cinta, y estaba envuelto en una capa negra que le cubra desde los pies y ocultaba gran parte de su rostro. Tambin usaba un sombrero inconfundiblemente occidental - muy caro, de seguro - guantes finsimos y una expresin seria que el joven moreno estaba seguro de conocer. El otro sujeto, de menor altura y seguramente menor tambin en edad, vesta una camisa inmaculadamente blanca, pantaln oscuro, botas y un abrigo a la usanza europea, adems de un sobrero, menos vistoso que el de su compaero, que ocultaba sus ojos y la expresin de su rostro. Sano estaba absolutamente seguro de conocer a aquellos dos hombres, aquellos misteriosos hombres, y se dispuso a averiguar que estaban ocultando. Con disimulo poco comn en l, sigui a los tipos hasta un extrao edificio, de arquitectura tambin occidental, en el cual ambos ingresaron. La puerta se cerr tras ellos dejando a un expectante Sanosuke en el exterior, mas no tard demasiado en abrirse nuevamente. Luego de cerca de media hora de espera, el hombre ms bajo sali - cargando an las dos maletas que haba bajado del barco - y se encamin directamente hacia el joven moreno. Este se mantuvo aparentemente sereno, con los brazos cruzados sobre el pecho y la espalda contra una pared blanca, listo para lo que fuera a suceder.
- Dime por qu nos has estado siguiendo desde el puerto -. Orden una voz conocida desde los labios del otro joven. Sanosuke guard silencio - realmente no tena ni la menor idea de por qu lo haba hecho - hasta que el hombre levant la vista y exclam algo irritado:
- Vamos, responde.
- No esperaba verte aqu tan pronto, Shouzo -. Anunci Felizmente Sano. Por fin haba descubierto la identidad del hombre. Este, lejos de negar lo dicho por el guerrero, continu hablando con normalidad.
- Y yo no esperaba verte divertido siguiendo turistas europeos, Sanosuke -. Sonri Shouzo, alargando la mano derecha hacia su amigo. Sano se la estrech afectuosamente, al tiempo que preguntaba:
- Pero dime, Qu haces de vuelta en Japn? No estabas en el exi… digo, en Holanda?
- As es, pero Shougo-sama decidi venir a tramitar l mismo la posibilidad de nuestro regreso a Japn, an con el riesgo de que lo descubrieran entrando ilegalmente al pas. Y yo estoy acompandolo -. Seal el joven, con un inconfundible orgullo en su voz. El guerrero y su amigo hablaron animadamente, con el tono rudo propio de ambos, hasta que Sano cambi el tema de la conversacin.
- Ahora que ests aqu, quiero contarte algo -. Anunci con un tono misterioso, dando un matiz extrao a sus palabras.
- Qu cosa?
- Tuve un sueo - Coment Sano, dejando ver ligeramente la angustia que senta al recordarlo - So con… con Sayo.
- Con Santa Magdalia? -. Exclam un sorprendido Shouzo, al tiempo que sus prpados se separaban y su corazn se oprima. Sanosuke haba tocado una fibra sensible, muy sensible, en el corazn de Shouzo. Santa Magdalia haba sido para l la bondad, la pureza y la dulzura personificadas, pero haba dejado el mundo trgicamente en forma demasiado inesperada, y aquella herida an causaba un horrendo dolor a su corazn. Santa Magdalia, Por qu haba muerto? Le haba dejado slo… No, eso era una mentira. Le haba dejado junto a Shougo-sama, y eso le causaba una enorme felicidad. Estar junto a Shougo-sama…
- Hai. Es que… yo estaba seguro de amar a Sayo ms que a mi vida, pero ahora… ahora no lo s…
- Qu dices?! -. Ladr Shouzo, enfadado. Era posible tal estupidez? Era posible que el idiota de Sanosuke dudara de su amor por la perfecta Santa Magdalia? No poda ser posible.
- Sucede que me he enamorado, Shouzo. Me he enamorado de otra persona, Entiendes?
- Pero, Qu hay de Santa Magdalia?
- No es lo mismo con Sayo. Ella era virtuosa y no necesita del amor de un boludo como yo. Esta persona es… diferente -. Se produjo un silencio tenso y hostil. Que bien, pens Sano, otra persona ms se sumaba a la creciente lista de quienes le odiaban ahora. Luego de varios horribles minutos en que el silencio forzado envolvi a los dos amigos, Shouzo habl:
- Y? Quin es?
- Es… - Sanosuke sinti deseos de ser tragado por la tierra en aquel minuto - Es Kenshin.
- Himura-san?!
- Basta, no me importa lo que t ni nadie piense, Comprendes?!
- Demo, Sanosuke…
- No me importa lo que ustedes digan! No me importa que todos se opongan o que me odien por esto! No me importa!!
- Sanosuke… -. El joven de cabello negro observ a su amigo con gran compasin. …l saba cuanto dolor y desesperacin cargaba Sano en su corazn. Saba como enfermaba a un hombre tener que reprimir sus sentimientos de ese modo. Aunque nunca quisiera creerle, l lo comprenda.
El guerrero temblaba de ira y sufrimiento, puos apretados y ceo fruncido, deseoso de huir del mundo y de la gente, deseoso de escapar y hallar un lugar seguro para amar a su ngel con tranquilidad. Shouzo se sinti arrepentido de haber reaccionado violentamente en un momento que era tan doloroso para Sanosuke. Murmur:
- Si Santa Magdalia estuviese aqu, querra que t fueras feliz. Estoy seguro que Santa Magdalia desea lo mejor para ti, Sanosuke. Ella deseara que te permitieras volver a amar. - Un nuevo silencio se hizo presente en aquella tarde de otoo, pero esta vez era un silencio amistoso y acogedor que luego volvi a verse interrumpido por la voz de Shouzo - Yo te entiendo, Sanosuke.
- Gracias, amigo, pero ni t ni nadie puede comprenderme -. Sonri ste.
- Te equivocas! - Exclam su amigo, repentinamente furioso - Yo comprendo bien lo que sientes! Te comprendo a la perfeccin, porque yo…!
- T qu?
- Yo…
- Nani?!
- Porque yo amo mucho a Shougo-sama! -. Ladr Shouzo. Luego, sin ms palabras, se volte y corri hacia el edificio, sin despedirse del amigo a quien seguramente no volvera a ver jams. Sanosuke sonri, feliz de haber visto otra vez a su amigo, feliz de no ser el nico que…
"Arigatou, Shouzo." Se despidi mentalmente, mientras caminaba con calma rumbo al dojo Kamiya.

CONTINUAR...

By: Dark Yuki-Chan

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