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por zion no bara

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Notas del fanfic:

Es solo una historia corta que deseaba para volver a utilizar a esta pareja, espero que les guste.

 

 

 

En el Santuario los caballeros luchaban por mantenerse en el mismo nivel que tuvieran en la época antes de las batallas y lo hacían bastante bien, no dejaban de mostrarse a la altura de las circunstancias y por lo mismo cumplían con sus deberes de manera armoniosa y dedicada, bueno, casi siempre, pues los imprevistos no dejaban de presentarse en algunas ocasiones. De igual manera, por el deseo de seguir con su vida sirviendo como caballeros no era inusual que los habitantes del lugar se comprometieran con el servir en diferentes misiones, eso incluía desde luego a los dorados, quienes debían poner el ejemplo entre todos.

Para cumplir con sus misiones el patriarca determinó que lo mejor era hacerlo en parejas, de esa manera se esperaba fomentar una buena relación entre los dorados y sobre todo que aprendieran a confiar y a estar al lado de alguien más, que no se sintieran autosuficientes sino que aprendieran a colaborar y a trabajar como un equipo por la misma causa. Las parejas eran variadas pues se esperaba que trabajaran todos con todos, por eso de alguna manera en una misión quedaron juntos dos caballeros en especial: Afrodita de Piscis y Dohko de Libra.

No era inusual que algunas combinaciones parecieran muy opuestas pero lo que en realidad llamaba la atención de ellos dos era que cuando estaban juntos compartían una sonrisa muy especial, pero claro que eso se debía a que eran pareja. Una muy singular sin duda alguna. El serio, atento, templado caballero de Libra con el vivaracho, parlanchín, aventurero caballero de Piscis no parecía una alianza posible. Sin embargo estaban juntos…más o menos.

Todo había dado inicio entre los dos por una ayuda mutua, pues les tocó estar juntos en una misión que les encomendó el patriarca.

—    Será una labor importante—les decía Shion—Pero confío plenamente en que ustedes podrán llevarla a cabo.

Hablando de esa manera esperaban algo cercano a un combate pero lo que escucharon los dos caballeros fue algo muy diferente.

—    Se trata de poner en orden la biblioteca, de la sección del ala norte.

Ya no parecía un asunto tan complicado de esa manera.

—    ¿Seguro que es para eso para lo que se necesita a dos caballeros dorados?—preguntaba algo desconcertado el de la doceava casa.

—    Sé que parece no ser tan complicado—les explicaba Shion—Pero el material que se encuentra en ese sitio es delicado y valioso, no cualquiera puede manipularlo y prefiero que sean caballeros dorados quienes se hagan cargo, es una labor para el Santuario.

—    Que remedio.

Dohko por su parte no había dicho nada y se limitó a aceptar su nueva labor con un movimiento de cabeza, aunque eso no era de extrañarse, era un hombre más bien parco en palabras y nunca desobedecía nada que tuviera que ver con su labor, ni siquiera lo cuestionaba.

Ya que la orden estaba dictada y a ellos dos les correspondería llevarla a cabo se decidieron por empezar cuanto antes, no se dijeron mucho en el primer momento pero entre ellos dos nunca habían tenido nada que decirse después de todo y en esa tarea no parecía que fuera a ser diferente.

—    Nos vemos mañana entonces—decía el de Piscis—Cuanto antes empecemos será mejor.

—    Hasta mañana entonces Afrodita.

Con toda cortesía el de Libra continuó hacia su templo mientras que el de la última casa se quedaba descansando en su templo.

Hasta el siguiente día daría inicio su labor, era mejor descansar por unas horas con un buen sueño.

 

**********

 

Al llegar el nuevo día Afrodita de Piscis se puso de pie y se alistó para dirigirse a su nueva labor, no estaba muy entusiasmado pero tampoco lo fastidiaba, se lo tomaba solamente como algo que tenía que hacer. Así que era mejor que empezara a hacerlo. Se dirigió al área dedicada a la biblioteca que era bastante amplio, mucha gente del mismo Santuario ignoraba el tamaño de ese sitio, contaba además con materiales que jamás podrían verse en ningún otro lugar, se decía que se necesitarían años para leer todo lo que ahí se guardaba así fuera un manuscrito, código o libro por día.

El de Piscis simplemente suspiró antes de entrar, el área que les tocaba era bastante específica, pero lo primero que notaron los celestes ojos de Afrodita era que ya estaban trabajando en el sitio y de manera bastante afanosa.

—    Dohko, ya estás aquí.

El caballero de la séptima casa ciertamente ya estaba en el lugar y por lo que podía verse se encontraba cómodo y entusiasmado, por otra parte los rumores sobre sus gustos siempre indicaban su amor a la lectura.

—    Buenos días Afrodita—lo saludó amablemente el de ojos verdes—Solo quería empezar a trabajar.

—    Parece que esto te agrada.

—    La verdad es que si, me gusta mucho estar aquí.

En unos instantes más ya estaba el de la doceava casa colocándose los guantes necesarios para empezar con su labor y se sintió afortunado de contar con el apoyo del de Libra para esa labor pues no estaba seguro de que cualquier otro caballero hubiera encontrado una manera tan rápida y certera para ir limpiando, clasificando y almacenando cada uno de los materiales que iban quedando en sus manos. Veía los títulos y en algunos casos ni siquiera entendía lo que decían.

—    ¿Qué dice aquí?—preguntaba el de Piscis.

—    Es griego clásico—respondía Dohko mirando una sola vez—Es un tratado sobre la armonía del sueño.

—    Ah.

La verdad era que no estaba seguro de porque tenían libros semejantes, no creía que muchos pudieran leerlos.

—    ¿Y esto que es?

Un momento más y estaba el caballero de Libra a su lado mirando el libro que el otro sostenía y que no comprendía.

—    Es un tratado sobre el té Afrodita.

—    ¿Por qué querían eso aquí?—preguntaba levantando una ceja el de Piscis—Esto debe tener como quinientos años.

—    No es para tanto.

—    Creo que si le quito el polvo se hará polvo también ¿Quién tuvo la ocurrencia de hacer esto?

—    Yo.

Con eso el de cabellos celestes tuvo que voltear y mirarlo, ya no estaba seguro de lo que debía hacer o decir.

—    Cuando era un joven caballero escribí esa memoria sobre el té Afrodita—le explicaba el de ojos verdes con calma—Me parecía interesante en ese momento, lo dejé en la biblioteca esperando que a alguien le interesara saber un poco más sobre esa costumbre.

—    Lo siento, no quise sonar…

—    Está bien, supongo que después de todo este tiempo no debo esperar que sea más leído que entonces.

—    ¿Cómo te dio tiempo de ponerte a escribir Dohko? Tenías que entrenar y las misiones y la lucha contra Hades, no sé como pudiste todavía ponerte a hacer un libro.

—    Me encontré el tiempo para hacerlo.

Con es frase parecía que los dos se sintieron más animados a hablar un poco y no solo de los libros y manuscritos que les estaba tocando manejar, fue como el primer paso para poder ser más abiertos sobre ellos, estaban dispuestos a colaborar con ese compañero que les había tocado y que bien podría convertirse en algo más aunque en ese momento ninguno de los dos caballeros estaba al tanto de ellos, solo eran dos personas cumpliendo con su labor.

 

**********

 

La tarea que les tocaba realizar estaba siendo llevada a cabo con bastante rapidez y sin demoras, los dos caballeros dorados estaban bien dispuestos en su labor, pero estaban también dispuestos para algo más, como una charla abierta y amena para ambos que les dijera un poco más sobre su compañero. En el caso de Afrodita sus deseos de conocimiento se orientaban hacia el pasado mientras que para Dohko siempre eran por el presente.

—    Entonces ¿El Santuario daba días libres?—preguntaba el de largos cabellos celestes.

—    No, tenías tiempo libre como una especie de asueto pero no era de manera definida.

—    Ya veo, parece que la disciplina entonces no era muy relajada.

—    No era tan diferente de la de ahora, aunque sin duda en esta época se cuentan con ciertas comodidades que no se tenían entonces.

—    ¿Cómo cuales?

—    La comida por ejemplo Afrodita—le explicaba el de ojos verdes—Antes debíamos comer solo un platillo, ahora es más sencillo conseguir diversos ingredientes y diferentes estilos de comida o tener la posibilidad de salir a ver espectáculos, incluso escuchar música en el interior de nuestros templos, nada de eso se podía tener antes.

—    Nunca hubiera pensado en eso.

Pero mientras el de Piscis estaba interesado en el pasado, Dohko deseaba saber sobre el presente.

—    Pero ¿Por qué es importante? No le veo mucho sentido.

—    Solo se trata de tenerlo, estar comunicado—le explicaba el de ojos celestes.

Toda la historia empezó porque hablaban de las redes sociales, el de Libra no parecía muy entusiasmado sobre ello.

—    Es solo que no entiendo que alguien desee mostrar toda su vida, día por día, ante gente a la que no conoce.

—    Pero justamente para conocer a más gente es que se entra a las redes sociales Dohko, es formar parte de todo un nuevo mundo en que las personas podemos estar conectados.

—    Toda esa gente no la conoces de verdad, ni siquiera sabes si son reales o quienes dicen ser.

—    No dejes que la paranoia te afecte, deberías entrar y sumergirte un poco, te gustaría.

—    La verdad no lo creo—aunque aguardó unos instantes antes de continuar—Ni siquiera termino de comprender como funciona ese blu ray en mi templo, y dicen que las películas se ven mejor.

—    Si quieres pasaré y le daré una mirada, te puedo explicar como funciona.

—    Te lo agradecería Afrodita.

—    Me sorprende un poco esto, siempre creí que podrías hacerle frente a lo que fuera Dohko.

—    Mi entrenamiento no incluye tecnología me temo.

—    Como sea, pasaré y te diré lo que necesitas saber.

Fiel a su palabra el caballero de la doceava casa fue al séptimo templo y pasó la tarde instalando el blu ray de Dohko, de pasó conectó correctamente la pantalla de plasma, el sistema de sonido e instaló la antena. Si no bastara programó el microondas que estaba inútil en la cocina. Su compañero de ojos verdes se lo agradeció todo pues era verdad que no sabía bien como funcionaba todo eso y reconocía sus limitantes con humildad, sabía bien que se había quedado en otra época y necesitaba desarrollarse en una nueva, por eso se consideró afortunado del no planeado apoyo de su compañero caballero de la última casa.

—    De verdad aprecio todo lo que haces por mi Afrodita.

—    No es nada, además así me sigues contando como era Shion de caballero ¿En serio se enfermó durante una misión por comer bayas?

—    No estaban maduras pero a él no le importó.

Extrañamente Afrodita fue para el de Libra un gran apoyo, aunque los demás, al ver lo asiduos que se hacían uno por el otro, no terminaban de comprenderlo, es decir, sus personalidades parecían muy diferentes pero ahí estaban los dos, haciéndose amigos y compartiendo su tiempo libre.

 

**********

 

Finalmente, después de varios días de entregarse a su labor en la biblioteca los dos caballeros dorados vieron que su tarea estaba completa, todos los materiales tan devotamente cuidados estaban en su sitio, clasificados y afortunadamente ninguno requirió de un tratamiento especial pues estaban bien preservados. Al ver cada tomo y escrito en su lugar se podía decir que fue una perfecta y cumplida labor la de esos dos santos que admiraban el lugar.

—    Cuando empezamos jamás creí que terminaríamos tan pronto—mencionaba Afrodita.

—    Sé a lo que te refieres, pero parece que lo hemos logrado.

—    Admito que con cualquier otro compañero no sé cuanto nos hubiéramos tardado, eres hábil en esto de poner un orden a las cosas Dohko.

—    Supongo que alguna habilidad debo tener—respondía bromeando el de la sexta casa.

—    Ahora solo queda informarle a Shion para que nos tenga en cuenta a futuras labores.

—    Debe estar en sus aposentos ahora.

Con eso en mente los dos se pusieron en marcha de inmediato y cuando se vieron con el patriarca para informarle que ya estaba cumplida su labor parecía que el de cabellos verdes no lo creía pues puso cara de sorpresa. Para verificar la historia fueron los tres de nuevo a la biblioteca y ahí pudo atestiguar el caballero de ojos rosas que esa misión estaba cumplida a la perfección.

—    Sabía que lo harían—decía Shion—Pero no me esperaba que lo hicieran tan rápido.

—    Todo ha sido por Dohko—decía el caballero de Piscis—Fue él quien decía como hacer las cosas.

—    Afrodita fue muy bueno en su labor patriarca—terciaba el de Libra.

—    Veo que trabajaron bien, me da gusto—les decía el patriarca mirándolos a ambos—Es bueno ver que los caballeros son capaces de entenderse en cualquier labor que les sea encomendada.

Los dos dorados presentes se miraron ¿Por qué todos parecían asumir que ellos dos no lograrían entenderse? Como fuera su labor estaba cumplida y ellos dos no dejaban de sentirse satisfechos por ello.

Una vez que estuvieron libres se dispusieron a regresar a sus templos, no parecía que hubiera nada más que hacer.

—    Que bueno es no tener que hacer nada más—decía Afrodita estirándose con desparpajo—Creo que necesito relajarme.

—    No estaría mal, tenemos un poco de tiempo libre.

Al ver a su compañero a su lado al de Piscis se le ocurrió una idea, no veía porque no hacer algo más.

—    ¿Qué tal si te invito a beber algo a mi templo Dohko?

—    ¿Beber algo?—preguntaba el otro un poco desconcertado.

—    Si, hace un poco de calor así que sería algo fresco ¿Qué te parece?

—    Bueno, no veo porque no. Será un placer aceptar Afrodita.

De hecho ya estaban prácticamente en la doceava casa y al entrar el del sexto templo se dijo que jamás había visto la parte íntima de otro templo pero lo que observaba no era nada de lo que esperaba ver en el templo del caballero de Piscis.

—    ¿Qué opinas Dohko?—le preguntaba Afrodita con una sonrisa.

—    Es diferente de lo que hubiera imaginado.

Y lo era, porque un espacio abierto y delicadamente equilibrado no era lo que se hubiera imaginado de ese caballero, se trataba de un espacio fino, claro, discreto, por alguna razón nadie se esperaba eso de un hombre al que parecían considerar bastante excéntrico.

—    Siéntate—le decía el de mirada celeste a su compañero mientras se dirigía a la cocina—Traeré algo de beber en un instante.

El de Libra hizo lo que le decían pero no dejó pasar la oportunidad de ver el pequeño librero del lugar, no le extrañó ver libros pero si que le llamó la atención notar que eran de tipo técnico: manuales sobre jardinería, medicina herbolaria, tratamiento de aguas residuales, calefacción, iluminación artificial, informática, refrigeración. No imaginaba que esos temas le gustaran al caballero de Piscis.

—    Aquí tienes—decía Afrodita reapareciendo.

Llevaba en las manos una charola con dos copas altas del tipo que se usan para las malteadas pero solo llevaban soda con una bola de helado flotando. La mirada del de la sexta casa le dijo al de cabello celeste lo que sin duda estaba pensando el otro hombre a su lado.

—    Sabe bien Dohko, te lo aseguro, sobre todo con este clima cálido.

—    Gracias, es que nunca había tomado algo así Afrodita.

—    ¿De verdad?

Diciendo eso el de mirada celeste encendió el aire acondicionado dejando sorprendido a su compañero.

—    ¿Cómo es que tienes aire acondicionado Afrodita?

—    Lo compré en una rebaja y después leí un libro sobre como instalarlo y repararlo—respondió como si nada el otro.

—    No me esperaba que fueras tan hábil y no lo digo con ánimo de ofender, te lo aseguro.

—    Está bien, soy bueno para ese tipo de cosas.

Se quedaron charlando largamente, hasta que se terminaron dos botellas medianas de soda y todo un bote de helado, a Dohko le gustó bastante la bebida y de pronto, como si apenas se diera cuenta de la hora el de cabellos celestes se levantó un poco aprisa para tomar un control remoto y encender el televisor.

—    Me encanta este programa Dohko, no me lo pierdo ¿quieres verlo?—le ofreció con amabilidad.

—    ¿De qué se trata?

—    Es una teleserie sobre una familia de migrantes durante el siglo XVIII.

La verdad era que al de ojos verdes nunca le había llamado la atención esa historia, le parecía predecible la trama pero se quedó viéndola y terminó más interesado de lo que se esperaba en saber lo que estaba ocurriendo.

Al final del día y después de darse cuenta que lo habían pasado prácticamente juntos los dos caballeros se despidieron, no había estado nada mal quedarse juntos un tiempo y esos lazos que parecía tan importante fundar se estaban haciendo estrechos entre ellos dos.

 

**********

 

Debido a su cercanía y a estarse entendiendo tan bien no resultaba extraño que los caballeros de Libra y Piscis se entendieran, se saludaban al verse y de vez en cuando se habían reunido de nuevo para ver la misma teleserie y por eso al llegar el final un cordial Afrodita invitó a Dohko a que fuera a su templo para el desenlace. Ya que no tenía nada urgente que hacer el de Libra sintió que podía dejar sus planes a un lado por una tarde y acompañó al de mirada celeste. No estaba mal, después de todo imaginaba que la serie terminaría con el matrimonio de los hijos de las familias rivales, los buenos con fortuna y los malos muertos, tal y como fue.

—    Al menos se quedaron juntos—decía Afrodita—Después de todo lo que les pasó se lo merecían.

—    Supongo que si.

El de Libra se estaba poniendo de pie, parecía que solo se despediría y se iría pero al mismo tiempo que la serie se terminó empezó un programa de concursos, del tipo que dicen ser de conocimiento.

—    No me gusta ese programa—decía Afrodita.

—    ¿Por qué?

—    Porque de diez preguntas solo sé la mitad.

—    ¿De verdad?

—    Si.

Entonces se quedaron viéndolo, a Dohko no le parecía mal, desde su punto de vista solo eran trivialidades más que conocimientos.

—    ¿La gente se entretiene viendo esto Afrodita?

—    Dímelo tú, no fallaste ni una pregunta Dohko.

—    Solo son preguntas breves sobre eventos definidos.

—    Como digas.

—    No es tan entretenido.

—    Dime algo Dohko ¿Qué haces tú para entretenerte? Jamás veo que salgas con los demás ni te vas de fiesta ni nada de eso.

—    Leo, voy al teatro, escucho música o al menos eso era lo que hacía antes, ya no hay mucho de los espectáculos que yo solía ver en mi juventud.

—    Pero eres joven.

—    Sabes a lo que me refiero.

Por unos instantes los dos se quedaron callados, solo mirándose, era verdad, el mundo de Dohko no era como el de Afrodita a pesar de estar en el mismo tiempo. Ante esa idea una especie de inspiración llegó a la mente del de cabellos celestes y estaba dispuesto a dejarse escuchar.

—    Aún puedes hacer esas cosas Dohko.

—    ¿Cómo dices?

—    Solo es necesario salir para encontrarlas. Vamos.

—    Pero ¿Adónde?

Sin embargo ya el de Piscis estaba en camino, tan solo había tomado una chaqueta y apenas si se detuvieron para que el de Libra tomara la suya en su templo pero después de eso salieron del Santuario y se dirigieron a un sitio en especial, parecía el sector artístico entre los lugareños ya que se veían varias atracciones montadas. Al de la sexta casa le resultaba llamativo todo eso, desde que regresara al Santuario nunca había ido ahí, mientras que el de cabellos celestes sabía perfectamente a que sitio se dirigía, algo que confiaba le gustaría al otro hombre.

—    Es aquí.

Se trataba de una casona pero al entrar se encontraron con un escenario montado y varias sillas, ya varias estaban ocupadas y ellos dos se hicieron de su sitio. El espectáculo dio inicio con puntualidad y ante el de ojos verdes quedó un espectáculo tipo performance con música electrónica, el cual por cierto no le pareció nada mal y lo mantuvo bastante entretenido, solo cuando tenía alguna duda le preguntaba en voz baja al de cabellos celestes lo que pasaba o a que se refreían los actores. Cuando se termino se fueron retirando lentamente y lentamente porque uno de los actores no dejó de notar a Afrodita y le dio su número telefónico.

—    Muchas gracias por traerme Afrodita, la pasé bien.

—    Que bueno, no deberías encerrarte tanto Dohko, hay muchas cosas que ver y hacer por fuera del Santuario.

—    ¿Cómo conseguir teléfonos?—le preguntó en tono de broma.

—    Es parte de salir—decía sonriendo el de Piscis.

Los dos regresaron entre charla y risas al Santuario, era verdad que se estaban entendiendo mucho mejor de lo que nadie se hubiera esperado, sobre todo ellos dos, pero debido a que se entendían y se sentían a gusto no dejarían de verse ni de encontrar momentos que compartir.

 

**********

 

No era nada inusual ver a los dos caballeros charlar y compartir, de hecho en el Santuario no tardaron en saber de ello, claro que la mayoría se preguntaba cómo era posible pero a final de cuentas era un asunto de ellos dos. Tampoco era inusual que si tenían la oportunidad salieran los dos juntos, iban a diversos espectáculos, el de Libra invitó a su compañero de cabellos celestes al teatro y a conciertos de cámara de música de Asia. Afrodita no estaba acostumbrado pero lo disfrutaba y en contrapartida llevaba al de ojos verdes al cine y a bailar, lo cual por cierto no fue sencillo las primeras dos veces pues el de la sexta casa jamás lo había hecho. Pero aprendió. No había desacuerdos entre los dos pues ambos respetaban los gustos del otro hombre y preferían ser compartidos que imponerse.

Sin embargo las cosas entre los dos no podían seguir como hasta ese momento, aunque no se hubieran puesto a pensar en ello estaban desarrollando una especie de relación que no habían tomado en cuenta.

En una ocasión Dohko invitó a cenar a Afrodita en su templo pues con anterioridad el de Piscis había invitado al de Libra, claro que eso había sido comida rápida pero de todas maneras no estuvo mal. Para corresponder el de ojos glaucos se metió a la cocina y se dispuso a hacer algo con sabor, o al menos eso se dijo a si mismo antes de entrar a la cocina.

Puntualmente llegó el de la doceava casa y se encontró con la estancia que ya conocía, el de Libra era más bien ordenado y de pocas cosas y todas tenían un orden, así que una cena ahí solo era aumentar un lugar a la mesita que parecía contener de todo en ese instante.

—    Que bueno que llegaste Afrodita—lo recibió su anfitrión.

—    Comida china en el menú ¿Quién puede resistirse?—decía sonriendo.

Unos momentos más y los dos estaban sentados, comiendo con buen apetito pues el de ojos verdes tenía buena mano para la cocina, charlaron como siempre entre los dos, el de Libra se ponía al día sobre lo que pasaba en el Santuario o al menos eso era lo que decía el de Piscis cuando le contaba media vida de lo que pasaba en el lugar. Por su parte el de mirada celeste no dejaba de sentirse interesado en como eran las cosas antes en el Santuario y siempre intentaba comprender mejor a ese hombre ante él. Después de eso conversaban sobre ellos y de sus planes aunque en esos momentos no eran planes fuera de lo esperado.

—    Que bien comí—decía Afrodita con una mano sobre el estómago–Creo que un poco de más pero bien lo valió.

—    Bebamos un poco de té—ofreció el de Libra.

Salió de la estancia pero cuando regresó llevaba un pequeño servicio tradicional de China en una charola, se dispuso a prepararlo ante la atenta mirada del de ojos celestes que no dejó de estar interesado en cada uno de sus movimientos. Le parecía que todo cuanto hacía el de ojos verdes era un ritual ancestral que no permitía fallos, como si cada uno de esos movimientos fuera exquisitamente trazado por generaciones que se heredaban en la sangre la manera de hacerlo.

Cuando Dohko terminó de prepararlo le extendió la pequeña taza al de Piscis con ambas manos, de manera ceremoniosa y elegante pero al mismo tiempo con una suave amabilidad.

—    Gracias—dijo un poco desubicado el de mirada celeste.

—    Espero que te guste Afrodita, su aroma es grato—decía aspirando su olor con calma.

Antes de atreverse a dar un solo trago y como si temiera cometer un error al hacerlo, esperó el de la doceava casa por ver la manera en que su compañero del Santuario bebía su té y se decidió a imitarlo. Pero el de la sexta casa notaba su inquietud y no pudo sino preguntar.

—    ¿Sucede algo Afrodita?

—    No, nada, es solo que nunca había bebido té así Dohko.

—    El té en China no tiene las reglas estrictas del de Japón, cada persona la realiza de manera distinta, es más una apreciación sensorial hacía el té en si mismo, sin más se sirve solo la mitad de la taza porque la otra mitad se llena con afecto y amistad.

—    ¿De verdad?

—    Eso espero al menos—decía con tranquilidad el de Libra.

El de Piscis se rió de forma abierta y al ver que el de cabellos rojizos lo hacía también se sintió más relajado y los dos pudieron disfrutar de su bebida. El de mirada verde le explicó varias cosas a su invitado de esa noche, que se creía en su tiempo que el té era una fuente de inspiración y podía fundar amistades largas, que los tés empleados son variables de acuerdo al gusto de la gente y que eligió un moderado para esa noche porque le parecía más casual que formal, y que la gente interpretaba como cortesía el que se bebiera en tres tragos toda la taza.

—    Pero son muy chiquitas—decía Afrodita mirando su taza—Casi me la bebía del primer trago.

—    Está bien, no lo sabías—decía con una sonrisa el de Libra.

—    ¿Por qué se da con dos manos? ¿Es otra tradición o algo?

—    Pues es una señal de respeto, no se da una taza a la ligera Afrodita, se entrega porque se desea hacerlo, para compartir y abrirnos ante otra persona sobre un tema que sea importante en nuestras vidas.

—    Es muy serio esto de tomar té.

—    Supongo que antes lo era—mencionó con cierta melancolía.

Hasta ese momento Afrodita había contemplado su relación con Dohko solamente como de compañeros del Santuario, de una abierta y franca camaradería, nada más, pero en ese instante se estaba dando cuenta de más cosas, que estaba intrigado y atraído por igual hacia ese caballero dorado que venía de otra época y que se veía como todo un hombre, uno que le gustaba. Cuando era el momento de retirarse el de Libra lo acompañó hasta la salida de su templo, todo normal, pero el de cabellos celestes nunca había sido de esperar así que se dijo que no tenía porque no hacer un avance y fiel a si mismo lo hizo.

—    Buenas noches Afrodita, gracias por venir.

Pero en vez de escuchar una cortesía el de mirada glauca fue besado con deliciosa lentitud por el de Piscis, ante lo cual no dudó en corresponder pues después de todo de piedra no era.

—    Hasta mañana Dohko—le susurró el de mirada celeste.

Algo tendrían que decidir pero no en ese momento ni en esa noche, solo se permitieron disfrutar del recuerdo de ese beso.

 

**********

 

Así que por una cena con té tradicional y un beso las cosas entre Afrodita y Dohko empezaron a darse, no era que ninguno de los dos no quisiera ni que no supieran lo que era involucrarse con un compañero de manera más íntima y cercana pero el carácter de ambos seguía siendo una cuestión a tomar en cuenta. El de Libra se tomaba las cosas con calma mientras que el de Piscis lo hacía con despreocupación, por eso fue que al principio más bien solo pasaban el tiempo juntos o al menos fue así hasta que empezaron a darse cuenta de lo mucho que se necesitaban mutuamente, lo cual era sencillo de notar al estar en misiones separadas. Era parte del servicio al Santuario y lo aceptaban pero si al estar lejos te la pasas pensando en una persona en particular y lo que más deseas al volver es verla sin duda hay algo más que solo estar a gusto a su lado. Y eso lo sabían bien los dos caballeros.

Si no estaban juntos se echaban de menos, pensaban en su compañero y deseaban estar juntos, así que al estar en el mismo lugar no podían separarse, se contaban todo y había momentos en que solo con tomarse la mano parecían decirse tantas cosas que jamás habían compartido con nadie más. Tuvieron que enfrentarse al hecho de que no solo se gustaban o se agradaban, era algo más, aunque tampoco fueron capaces de poner en palabras lo que sentían desde el primer momento pues ninguno de los dos sabía como manejarlo.

Era verdad que a Dohko le gustaba estar con Afrodita, sin más, pero después de dos siglos de soledad no le era sencillo manejar el querer que alguien estuviera en su vida. En cuanto a Afrodita el asunto era que nunca se había comprometido con alguien, salía y tenía sus aventuras pero nunca quiso quedarse en la vida de otra persona y en ese momento quería estar con Dohko. Cuando se veían ambos caballeros había momentos en que parecía que deseaban hablar pero no lo lograban, ninguno de los dos se animaba a hablar de ello.

Sin embargo debía llegar el momento de aclarar las cosas pero ese momento para los dos fue especial.

Se vieron en Piscis como una especie de cita, por lo regular estaban ahí, vieron algo de televisión, el de cabellos celestes estaba muy interesado en una nueva teleserie pero el de ojos verdes no, así que se puso a leer un poco, parecía mejor separarse siendo de esa manera. Entre los dos había una especie de inquietud, como si se preguntaran por lo que en verdad estaban haciendo y lo que iban a hacer en un futuro, pero no terminaban de comprenderse ni de sincerarse.

—    Es mejor que me vaya a mi templo Afrodita.

—    Está bien.

Como despedida no era lo mejor pero los dos era para lo que daban, ninguno veía como una opción quedarse juntos esa noche, era mejor esa incómoda despedida al parecer. El de cabellos celestes acompañó al otro hasta la entrada para que regresara a la sexta casa, lo vio alejarse y regresó al interior, quedándose desganado pero justo un segundo después alguien estaba ahí. Era Dohko.

El de Piscis iba a hablar, a decirle algo, como lo sorprendido que estaba, pero antes de poder abrir la boca un dedo del de cabellos rojizos estaba en sus labios haciéndolo callar, no iba a perder ni un segundo en lo que estaba buscando expresarle, lo que deseaba que supiera.

Sin más Dohko guio a Afrodita sin perder un instante hasta la recámara, sitio silencioso y aromático por las flores que mantenía el de ojos celestes esparcidas por todo el lugar y en ese momento no les molestaba. El de Piscis no decía ni una palabra, se dejaba llevar por esas manos diestras y masculinas que sin perder un momento apartaban las telas que cubrían su cuerpo, la camisa, los pantalones, las medias, solo quedando en ropa interior por unos instantes. Dejó de sentir esas manos pero solo porque el de Libra tuvo que encargarse de su propia ropa, quedando en las mismas condiciones que él, aunque con un poco de dificultad ya que el de mirada celeste no dejaba de tocarlo ni de buscar que sus cuerpos estuvieran juntos.

El de la sexta casa sujetó a su compañero entre sus fuertes brazos para besarlo con intensidad, sin dejar de declarar a cada movimiento que era él quien deseaba guiar las cosas, con su consentimiento por supuesto, y el de la última casa no se iba a negar a ello. De pie ante la cama fue el de ojos verdes quien hizo que el de mirada celeste se sentara primero y se recostara después sobre las sábanas, no cesaba de besarlo ni de frotarse contra su suave piel, acariciándolo de manera necesitada y un poco apresurada, como si quisiera tocarlo todo al mismo tiempo, sin perder un solo centímetro de esa fina cubierta que se ponía cálida como braza a cada segundo y ninguno de los dos quería esperar demasiado, era como si hubieran aguardado ya demasiado tiempo por ese instante.

Bajando por el delicado cuerpo del de cabellos celestes, el de Libra no dejaba de proporcionar caricias encendidas y destellantes sobre su compañero aunque su objetivo fuera muy evidente. Quedó al filo de la ropa interior, besó el tibio sexo que ya se elevaba por encima de la tela, lo cual causó un gemido de necesidad en el de Piscis, así que tentó con su mano apartando la tela, descubriendo lo que buscaba, la erguida virilidad que deseaba más que caricias o al menos más que esas caricias solamente. Así que mostrándose complaciente el de cabellos rojizos quitó del camino la íntima prenda que estaba entre ellos y no tardó en besar la punta de la enrojecida corona ya completamente elevada, solo el preludio pues un poco más y ya eran sus labios los que rendían homenaje al delicado instrumento de sus deseos. Unos momentos bastaron para que el guardián del doceavo templo se sintiera engullido por esa boca que sabía perfectamente lo que hacía, complaciéndolo con calidez en esa humedad que lo cubría y provocaba que diera unos dulces lamentos de satisfacción.

Dohko no terminaba de creer que le gustaría tanto estar de rodillas entre las piernas de otro hombre, complaciéndolo con su boca mientras una de sus manos se encargaba de darle algo de alivio pues su propia rigidez masculina lo impulsaba a acariciarse, era necesaria algo de fuerza pero no terminaba de creer que fuera así, jamás había sentido esa necesidad por nadie en su larga vida. Afrodita por su parte se movía sobre las sábanas dibujando deliciosa curvas y elevando sus caderas con energía, deseaba más y todo su cuerpo demostraba lo dispuesto que se sentía a todo lo que el de ojos verdes le propusiera.

Para el de Libra no estaba siendo sencillo contenerse, todos sus sentidos parecían gritarle para que no se detuviera y que fuera por más, ante el deseo solo pudo rendirse y dejar que fuera su deseo el que se mostrara a cargo. Por ello su mano que había estado libre dándole apoyo contra la cama de inmediato fue al sitio entre las piernas del de ojos celestes, el estrecho pasaje que anhelaba traspasar y compartir el paraíso de sus deseos, así que lo frotó con cierta intensidad de manera externa, sus dedos parecían buscar la manera de entrar aunque no hubiera sido muy cómodo. Sin terminar de dejarse llevar solamente, el de la sexta casa abandonó el erecto sexo entre sus labios para ocuparse de otra labor, con sus pulgares separaba las suaves redondeces que custodiaban la entrada de sus deseos, su lengua no tardó en encontrar el camino y se dedicó a humedecer lo mejor que pudo la sensible zona mientras su dueño separaba más sus piernas y buscaba llevar aire a sus pulmones con cierta dificultad.

Llevado por una necesidad que aumentaba el de ojos verdes logró introducir la punta de uno de sus dedos, después de eso el camino resultó mucho más sencillo, su saliva y sus dígitos se encargaron de dilatar ese pasaje que se abría poco a poco para la invasión. Ambos caballeros eran urgidos por sus deseos a continuar, el de celeste mirada se revolvía sobre la cama y sus continuos gemidos indicaban que estaba apasionadamente dispuesto, la turgente erección del de Libra por demás clamaba que estaba listo para continuar y fue por eso que tal vez las cosas continuaron con bastante velocidad, lo cual no dejó de sorprender un poco a los amantes ya que no recordaban haberse sentido de esa manera antes.

Apenas estuvo convencido que era posible continuar, Dohko se lanzó al avance sin perder el tiempo, apenas si buscó el rostro de su compañero para besarlo de manera bastante intensa, su compañero sentía que se quedaba sin aliento pero no pudo decir nada ya que era colocado boca abajo, sin perder el tiempo y con impetuosidad eran separadas esas redondas y suaves nalgas y una cálida y húmeda corona se dejaba sentir buscando imponerse. Sintiendo la marcha de los acontecimientos Afrodita no dudó en separar sus piernas intentando adaptarse lo mejor posible a los acontecimientos al mismo tiempo que una mano lo hacía apoyar la cabeza contra las sábanas y él se sometió sin vacilar a ello.

Con firme energía el del sexto templo se abría paso en la dilatada entrada que lo recibía, se hundió con una rigidez deliciosa de un solo movimiento, apenas permitiéndose unos segundos para acoplarse. Los dos hombres respiraban agitados, sus cuerpos vibraban con intensidad, sus músculos se tensaban sabiendo exactamente lo que les aguardaba y nada podía detener que se entregaran al placer. Sin poder controlarse ambos empezaron a moverse, Dohko encabezando los embates y Afrodita encontrando uno a uno sin aguardar. Ninguno escatimaba voluntad y entrega para vivir la experiencia de estar con el otro, de complacer sus sentidos y los de ese otro hombre que había llenado su vida y que a partir de ese instante lo haría por completo. Lo hacían con tal fuego y espíritu, tan encendidamente excitados como se sentían, con una magnifica disposición para ello, que no tardaron en entregarse al fuego de la pasión, sus movimientos intensos se escuchaban como ecos en las paredes y sus gemidos de satisfacción llenaban más su espíritu, sus músculos se relajaban levemente y se tensaban con fuerza, llenándolos de una convulsiva desesperación, provocando que sus simientes se desbordaran ahogando ese fuego que los consumía.

Mientras respiraban agitados y buscaban lograr algo de calma en sus cuerpos que se estremecían por lo compartido, se daban cuenta que hicieron el amor sin dilaciones, sin juegos, sin más, quedando los dos tendidos sobre la cama, satisfechos, dichosos, felices e increíblemente complacidos.

—    Quiero estar contigo Afrodita—dijo a media voz el de Libra.

—    Yo también—fue la respuesta honesta del de Piscis.

Se quedaron juntos, muy abrazados, descansando y soñando con hacer un futuro en común.

Aunque fuera un tanto diferente Dohko soñaba con calma y conocerse mejor mientras que Afrodita soñaba con no detenerse y estar de fiesta. Claro que no hablaron de ello desde el principio, lo fueron descubriendo con el tiempo. Lo mejor fue que lograron un equilibrio entre lo que ambos deseaban, aunque con algunas fricciones en ocasiones, eso era inevitable pero las manejaron bastante bien, así que seguir como una pareja fue sencillo para ellos. Por eso al verlos los demás pensaban que eran algo diferentes pero se veían contentos, ante lo cual no había manera de no celebrarlos por haberse encontrado.

Afrodita y Dohko seguían juntos, enamorándose un poco más cada día y siendo felices por ello, estando juntos.

 

**********

 

Un día el de cabellos celestes invitó a Dohko a su templo, sería para cenar o al menos eso le había dicho al de la sexta casa.

—    Que bueno que llegaste—le dijo Afrodita yendo a su lado.

—    Me alegra cenar contigo—fue la respuesta.

El de mirada celeste de inmediato fue a su lado y lo recibió con un efusivo beso, sabía que al de Libra le costaba un poco reaccionar ante su entusiasmo desbordante pero siempre le agradecía su afecto con una sonrisa. Igual lo hizo en ese instante.

—    Pasa, quiero que te sientas cómodo.

Tomándolo del brazo el de cabellos celestes lo llevó al interior con esa manera tan singular que tenía de moverse, como si quisiera saltar de alegría. Había encargado la cena pero fue bastante sabrosa y suficiente para los dos, así que al terminar con eso se podía pasar a otra cosa.

—    Te tengo una sorpresa—decía entusiasmado Afrodita.

—    Me gustan tus sorpresas ¿Qué es?

—    Dame un segundo.

Lo vio desaparecer pero al regresar llevaba un bonito juego de té chino con diseños bastante tradicionales y también singulares.

—    Es hermoso Afrodita—decía el de Libra apreciando cada pieza de arcilla laqueada.

—    Me gustó el diseño.

No hacía falta preguntar porqué, eran pececitos en colores azul, rojo y dorado, un diseño muy bonito.

—    Además esta noche es especial Dohko.

—    Tengo una idea del porque pero prefiero escucharlo de ti.

—    Es el Qi Xi, la noche de los sietes*.

—    Así es, el séptimo mes lunar en el calendario chino.

—    Es el encuentro del pastor de vacas con la doncella que saluda.

—    Conoces esa leyenda.

—    Leí tu libro de hecho.

Era verdad que lo hizo, y lo hizo a conciencia, deseaba aprender más sobre su compañero y de hecho fue una buena manera de hacerlo, entendía un poco más la forma en que un joven caballero de Libra lidiaba con sus deberes en una época que se había terminado hacía mucho. Por eso había puesto especial interés cuando habló de la leyenda del Festival de la urraca, de cómo las estrellas Altair y Vega habían sido tomadas por dos amantes separados que por una única noche pueden unirse de nuevo a través de un puente formado por todas las urracas del mundo que se compadecen de los amantes. Lo que más le importaba era lo que Dohko dijo sobre ello.

—    Escribiste que beber el té esa noche debía ser solo con alguien especial a tu lado—le decía Afrodita.

Sin más los dos se sentaron frente a frente y el de mirada celeste empezó a preparar el té con suavidad.

—    Lo haces muy bien Afrodita.

—    Aprendí viéndote Dohko.

Le entregó su taza con cuidado y ambos bebieron en silencio, llenándose del aroma del té que en ese caso era bastante especial.

—    ¿Son jazmines?—preguntaba el de Libra.

—    Así es.

Mirando en el interior de la taza la pequeña flor estaba completamente abierta por el calor del agua, sin duda el de mirada celeste se había esforzado mucho por su compañero y este se lo agradecía.

—    Escribiste que esta noche la taza debía llenarse de amistad y afecto pero también con amor.

—    Si, entonces era lo que esperaba.

—    ¿Aun lo esperas?

—    Me gustaría.

Afrodita no podía sino mirar a ese hombre tan apuesto frente a él, no terminaba de creer que tenía a un compañero de ese tipo, pero era feliz por ello.

—    ¿Qué sucede Afrodita?

—    Yo…

Pero en lugar de hablar le extendió las manos en la misma ceremoniosa manera en que le entregara el té.

—    Afrodita…

—    Es mi vida Dohko, mi amor y mi dicha, los pongo en tus manos porque quiero que lo tomes todo.

—    Afrodita.

Sonriendo el de mirada verde sujetó las suaves manos que le tendían entre las suyas y las besó.

—    Tomo lo que me das con respeto, fidelidad y amor.

—    Dohko…

Pero antes de poder decir nada más el de Libra lo atrajo contra su cuerpo y lo besó, sabían que se amaban, era lo más importante y estaban dispuestos a no separarse y a labrar la dicha de su compañero. Habían entregado su corazón con ambas manos, como en esa ceremonia milenaria del té, que igual que su vida compartirían.

 

 

FIN

 

 

 

Notas finales:

*Es una verdadera leyenda china de amor sobre dos amantes representados por las estrellas Altair y Vega, cuenta la historia que el arriero Niulang conoció y se enamoró de un hada llamada Zhinü, se casan, tienen hijos y son muy felices, pero la diosa de los cielos o el emperador del cielo (hay varias versiones en ese punto) se enfadan por el enlace y buscan separarlos con un río, lo que conocemos como la vía láctea, pues cada uno quedó de un lado opuesto. Pero compadecidos por su amor todas las urracas del mundo se unen y vuelas hasta los cielos para crear un puente, el Que Qiao, y así los amantes pueden unirse al menos una vez al año, justamente en la séptima luna de la séptima noche.

Espero que les gustara, nos leemos.

Atte. Zion no Bara

 


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