Takano Pov
Mi cordura está pendiendo de un hilo por culpa de ese impertinente chico que ha desmoronado cada una de mis convicciones para grabarse hasta en mi más insignificante pensamiento y manipularme como si fuera un títere sin vida.
No entiendo a Ritsu, él me confunde hasta la médula; como esos seductores ojos esmeralda se encienden al unir nuestras miradas, como sus labios se encuentren sedientos por mi elixir, los toques de sus manos, sus palabras de cariño; muestras de un embustero afecto que él utiliza solo para después atacarme con una repentina lejanía, con una maligna frialdad en sus versos de amor, con distancia al no devolverme mis miserables mensajes ¿Qué es lo que pretende con esta clase de acciones?
No comprendo si le gusto, ya no soy capaz de descifrar el complicado carácter de ese castaño, Ritsu sin saberlo enciende una poderosa llama en mi interior para luego esconder su mano con el fósforo; es como si estuviera buscando que mi razón fuera destrozada.
Y yo movido por esta desesperación hago lo que sea para captar su atención, lo busco con desesperanza, termino pensando todo el día en ese chico en busca de obtener un lugar especial en sus sueños, en busca de que me codicie de la misma manera que yo a él sin resultado alguno; este amor me ha hecho tropezar bastante.
Siento que estoy en mi limité cada vez que lo observo, cuando él me regala una linda sonrisa todas mis emociones se desatan, cuando habla con el maldito de Usami mis celos se descontrolan, ¿Porque diablos se tenían que conocer y ser tan cercanos? Ese petulante de cabellos plateados ya me robó una vez lo que deseaba que fuera mío, no permitiré que el error se repita dos veces; no dejaré que se atreva a tocar a Ritsu.
“Deberías ser buen perdedor Takano el juego se acabó” Esas fueron las últimas palabras que intercambiamos hace años, el desgarrado instante en que mi sangre ardió por el egocentrismo que reflejaban esos opacos ojos violeta.
Cegado con esa clase de temerosos pensamientos sobre un polvoriento y enterrado pasado me abracé con más fuerza a la cadera del castaño mientras salíamos de la editorial.
Pude escuchar como de sus labios era liberada una traviesa risa mientras sus ojos se encontraban atentos al suelo, siempre que pasamos por la entrada las personas se quedan clavando su atención en él por ser el hijo de la compañía, debe ser muy duro para Ritsu; me enferma que lo juzguen con ese cinismo por su posición, me da rabia que le hagan daño, no soporto que le esté pasando lo mismo que en mis días de escuela yo sufrí.
“Oye” Lo llame consiguiendo que esas provocativas esmeraldas se fijaran en mi “Ritsu si te sientes inseguro puedes aferrarte con más fuerza” Musite deseando atrapar sus temores y vencer las adversidades de las que era víctima.
“¿Quién se siente inseguro?” Me pregunto con el ceño fruncido y las mejillas completamente ruborizadas.
Él es un misterio; a pesar de decir esas cosas cegado por el orgullo se oculta inconscientemente detrás de mi espalda como un frágil niño pequeño; como si me rogara en silencio que fuera yo quien lo salvara y le demostrara que el mundo no es un lugar tan despiadado.
Sin que lo pueda evitar cada vez estoy hundiéndome más profundo por él; mis pensamientos ya no me pertenecen, mi voluntad se ha vuelto quebradiza y mis deseos han sido hipnotizados por ese provocativo chico que ha logrado que reviva las emociones de un primer y seductor amor; otra vez me profesó como el iluso adolescente que alguna vez quiso entregarse a Oda.
El más bajo no se separó de mi cuerpo al salir de la editorial ni intercambio otra mirada; aun así pude apreciar como un travieso mohín era dibujado sobre sus labios mientras me guiaba a un local de comida cerca de la empresa.
Después de un par de minutos caminando perdidos en el oscuro manto de una prometedora noche llegamos a un elegante bar de paredes plateadas, asientos metálicos, pisos marfilados negros, siendo opacados por unas resplandecientes luces de colores acompasadas de la explosiva música que había en el área de baile.
Ritsu me llevó hacia una apartada mesa en donde le indicó al mesero sin vacilar nuestra orden, cuando ambos estuvimos solos me incliné para agarrar sus suaves manos y depositar un pequeño beso en una de estas.
“Gracias por invitarme a una de las muchas citas que espero que tengamos” Una tierna sonrisa se esbozó sobre sus facciones, su mano busco a la mía para acariciar mi piel de manera juguetona logrando que mis pensamientos se nublaran.
“Sin duda es el inicio de una interesante relación” Respondió acariciándose el cuello para alzar la mirada con timidez.
“Ritsu” Musite dejando que la curiosidad escapará “Esas personas en la editorial; las que fijan su atención en cada uno de tus movimientos cuando te vas y te retiras ¿Lo hacen porque eres el hijo del dueño?”
“¿Por qué me preguntas esto?” Me interrogo frenando sus insinuantes movimientos para sentarse con los hombros tensos y el ceño fruncido.
“Porque me interesas” Respondí con sinceridad permitiendo que vislumbrara mi parte más frágil “Porque quiero saber qué es lo que te está pasando”
“No es necesario que nos demos vueltas en esos temas complicados” Expreso apoyando su rostro sobre su mano con falso interés, suspire en busca de paciencia para seguir indagando en sus preocupaciones.
“Me gustas” Declare con certeza “Porque me gustas, porque me importas quiero saber qué es lo que te acompleja”
“Dijimos que no sería nada formal” Me contradijo alzando los hombros para hundirse en el acolchado respaldo de la silla.
“No me atrevo a poner límites todavía, contigo jamás puedo estar seguro” Me burlé con una traviesa sonrisa que consiguió estremecer el sensual cuerpo de mi acompañante; él es realmente lindo, me trae cierta nostalgia.
“Sí, esas personas siempre hablan a mis espaldas discutiendo lo inútil que soy” Respondió con una embustera fortaleza; ¿Por qué se esmera tanto en mantener una falsa imagen de perfección? Yo puedo apreciar como sus piernas tiemblan por debajo de la mesa, como sus ojos se cristalizan levemente y su voz se quiebra.
“No es necesario que pretendas ser fuerte conmigo” Le pedí extendiéndole mi mano para entrelazarla “Estamos en confianza”
“En confianza” Se mofó negando con la cabeza “Takano esos pensamientos tan dulces no van conmigo”
“¿Por qué siento que estas desilusionado de la vida?” El menor abrió sus ojos con sorpresa, su respiración se aceleró como si temiera por algo; separó los labios para responderme hasta que el mesero nos interrumpió.
“Acá esta la orden que había reservado Onodera-san” Fueron las palabras del hombre de elegante traje quien dejo un par de extravagantes platillos sobre la mesa “Y les traje un vino de cortesía” Indico exponiendo una elegante botella con un tentador liquido blanco en su interior.
“Muchas gracias, te puedes retirar” Le indicó con educación el castaño.
“¿Vino de cortesía?” Pregunté alzando una de las cejas para abrir el líquido y verterlo dentro de las copas de cristal.
“Mi padre tiene ese poder, ya estoy un poco acostumbrado a que pasen esas cosas, además usamos mucho este local para hacer las juntas de negocio” Me explico tomando el vaso “Se podría decir que somos clientes frecuentes”
“Ritsu no te presionare para que me expliques bien que es lo que pasa por esa enigmática mente tuya” Proclamé con seriedad “Pero estoy aquí para lo que necesites, se supone que somos algo así como pareja, puedes confiar en mi”
“Pareja es una palabra demasiado seria” Murmullo jugueteando con sus dedos sobre el borde de la copa.
“Ya te dije” Musite con galantería “En esta relación contigo prefiero no poner expectativas solidas porque tú siempre acabas desmoronándolas” Me tensé al sentir como abajo de la mesa las piernas del castaño acariciaban las mías.
“Esa es la idea” Dijo tomando un trago del líquido “Sorprender a mi lindo subordinado con una actitud que no suelo mostrar”
“Y espero que jamás se la enseñes a nadie más, nunca actúes de esta manera con otro hombre” Declare con recelo consintiendo que mi corazón golpeara con ímpetu mi pecho ante cada una de sus expresiones.
“No sabía que fueras del tipo posesivo” Se burló tomando un pequeño bocado de arroz con una extraña salsa de color salmón.
“No lo soy” Proclame levantándome de mi asiento para lamer la comisura de los tentadores labios del más bajo “Pero tú eres mi excepción” Mi jefe se ruborizo ante mis acciones temblando ligeramente.
“¿Porque?” Balbuceo con una repentina sumisión.
“Porque tenía curiosidad sobre el sabor de la salsa” Le indique apuntándole su plato “Sabe delicioso por cierto”
El resto de la cena transcurrió entre coqueteos indirectos y risas divertidas; toques descarados y tactos electrizados, era un ambiente bastante agradable en el que caía rendido por los caprichos de ese enigmático castaño.
La manera en que a veces dejaba que el vino rozaba con descaro sus labios solo para morderlos al frente de mi atónita mirada, como su cabello caía con descuido sobre esos relucientes ojos, la forma en que sus manos recorrían su propio cuerpo, como se insinuaba comiendo esos extraños alimentos con una pequeña lamida a sus dedos.
Ritsu es increíble; cada vez que me pierdo en sus ojos descubro algo nuevo de él, mi sangre arde con descaro ante sus palabras, mi mente se repleta de su voz; me estoy perdiendo en este amorío, siento que sí permito que las cosas lleguen más lejos acabaré condenado; siendo ahorcado por mis insufribles y codiciosos deseos.
Cuando la cena acabó el menor me llevó a la pista de baile para perdernos en el éxtasis de la música; cegarnos por el efecto de ese poderoso vino y tocarnos sin temor a que nos vieran y juzgaran los de la editorial, a pesar del gran afecto que le tengo a este chico no quiero que se meta en problemas por nuestra relación, no deseo que sufra.
En medio de la pista el castaño llevó sus manos hasta mis hombros frotando nuestros cuerpos sin pudor alguno, mi estructura me estaba calcinando, mis manos recorrían con descaro su espalda; aspiraba con necesidad ese exquisito aroma consintiendo que la temperatura subiera.
Cerré los ojos para que la música explotara mi razón; el calor del local me estaba asfixiando, pude percibir como un par de tímidas gotas caían por mi frente, mi excitación aumentaba con cada frote entre nosotros, la multitud empujándonos, el mareo causado por el alcohol, la dulzura de mi acompañante; estaba sediento por él.
“Te ves ansioso” Se burló el más bajo forzándome a alzar los parpados para perderme en esas irresistibles orbes.
“Creo que estoy ansioso; hace mucho tiempo no salía bailar” Le respondí con una sonrisa arrogante llevando mis manos hasta su cintura.
“Entonces hay que hacerla más memorable” Me indico con una lasciva sonrisa aferrándose con duda a mi espalda; a veces puedo apreciar lo frágil que es en realidad y sentir el verdadero latir de sus emociones.
Ambos comenzamos a mover las caderas de forma insinuativa, el rostro de mi compañero se encontraba completamente rojo mientras sus ojos eran cerrados para lidiar con la vergüenza, mis manos descendieron hasta su trasero para acariciarlo con descaro logrando que él temblara ligeramente.
El menor se tragó su orgullo para rodear mi cuello y hundir su rostro en mi pecho sin detener mis movimientos, pude escuchar un leve quejido siendo ahogado en mi camisa; sentenciados en el desenfreno de la música y las desinhibiciones que nos permitía esta demente cita besé el cuello de mi pareja para llamar su atención.
El más bajo elevo su mirada y tragó con dificultad “Masamune” Me llamó con un inocente tono de voz que paralizo mis movimientos.
“Te ves un poco cansado” Murmullé con preocupación ante la extraña expresión que se había dibujado sobre sus facciones.
“Estoy bien, la noche aun es joven” Musito elevándose en la punta de sus pies, afirmándose con poderío de mis hombros para respirar sobre mi rostro y poner a prueba la fortaleza de mi razón.
“Ritsu no me provoques” Le pedí mirando nervioso al resto de la extasiada multitud perdida debajo de las relucientes e intermitentes luces violetas.
“Es lo que trato de hacer idiota” Murmuro rozando sus labios en contra de los míos con algo de timidez.
Sin poder resistir ese exquisito roce apoyé el cuerpo del castaño sobre una de las paredes de la improvisada pista de baile para profundizar aquel delicioso tacto; sus manos se abrazaron con fuerza a mi cuello, mis piernas se ubicaron entre las suyas, mis dedos se habían enredados en las suaves hebras de su cabello.
Ya no pensaba; solo dejaba que la toxica sensación de su piel fuera la que me impregnará, él menor movía sus labios con duda, pude percibir como su corazón golpeaba con rapidez su pecho mientras el calor se hacía insoportable entre nosotros dos, lamí con ímpetu su boca, mordí con sensualidad sus labios para marcar como mío aquel nuevo y valioso tesoro.
Mi hambrienta lengua recorrió toda la húmeda cavidad sin pudor alguno consiguiendo que un par de quejidos murieran en su garganta, mi nariz rozaba con la suya, sus manos sostuvieron con más fuerza mi camisa como si me estuviera rogando por más.
Con necesidad nuestras lenguas comenzaron a juguetear para crear una adictiva droga de la que me volvía esclavo, nuestras intimidades se tocaban con descaro; la dulce y peligrosa esencia del castaño comenzaba a llenarme mientras movía con desenfreno mi lengua consintiendo que la estática creciera.
Después de un libertino y extasiado vaivén entre nuestros venenosos labios una dolorosa opresión en mi pecho me recordó la escases de aire a la que estaba sometido; con molestia me separé levemente de Ritsu sin dejar de aferrarme a su cintura para memorizar la tierna e hermosa imagen que se me presentaba.
El más bajo tenía los cabellos pegados a la frente por el sudor; la camisa desarreglada por mis traviesas manos acariciando esa fina piel, sus ojos encendidos por un brillo que no pude leer, su boca un tanto hinchada, su respiración acelerada y esas seductor mejillas adornadas por un tono escarlata.
“Creo que si estoy un poco mareado” Me informo apoyando su cuerpo sobre el mío; permitiendo que me aferrara a su cintura.
“Quizás tomaste de más” Lo regañe al percatarme de que ese color no descendía al igual que las incoherencias que escapaban de sus labios.
“Tal vez me debería ir a casa” Me explicó llevando una de sus manos hasta su boca para cubrirla “¿Pero qué rayos tenía ese vino?” Una pequeña risa fue liberada de mi garganta ante esa infantil actitud.
“Creo que tú eres un mal bebedor” Me mofé levantando sus piernas del suelo para acunarlo entre mis brazo ignorando su ceño fruncido “No te puedo dejar solo en estas condiciones” Me excusé caminando hasta la salida.
“Me puedes dejar en la casa de” El más bajo se revolvió con fuerza los cabellos esbozando una mueca de dolor “De Akihiko, Misaki me sabe cuidar cuando estoy en estos estados” Una desagradable opresión me impidió seguirme moviendo ¿Por qué diablos tenía que nombrar aquel hombre en nuestro intimo momento?
“No” Proclame con autoridad “Te llevare hasta mi departamento y te voy a cuidar, nunca te confiaría a otro hombre” Pregone acercándome a uno de los taxis que se encontraban estacionados cerca del bar.
“No es necesario Takano, no soy un niño que debes” El menor se cubrió nuevamente la boca con fuerza para pasar la saliva con dificultad “Acepto por esta vez” Musito rendido relajándose entre mis brazos.
Nos subí a ambos en la parte trasera del vehículo sin tomar en cuenta la atónita mirada del conductor a quien le entregué las instrucciones para llegar a mi casa mientras me aferraba con necesidad al cuerpo de mi acompañante; los cansados ojos de Ritsu se cerraron consintiendo que su cuerpo descansara sobre mi regazo.
El resto del viaje me limite a acariciar sus cabellos y juguetear con su flequillo con la respiración descompasada por sus acciones “Takano” Me llamó con los ojos cerrados logrando que mi corazón se desbordara; con una torpe sonrisa baje para besar su frente tensándome al apreciar como un gesto de sufrimiento y temor era el que estaba grabado sobre su rostro cuando esos tóxicos labios pronunciaron mi nombre.
Sus palabras y sus actos chocan con contradicción; si él no quiere tener nada serio conmigo ¿Por qué diablos siempre me entrega más? ¿Por qué me da esta clase de señas que me invitan a adentrarme más en él? Es como si estuviera desgarrando este demente corazón para hacerlo llorar gotas de sangre y sufrir por su amor.
“Ritsu” Musite moviendo su hombro cuando llegamos a mi apartamento, logrando que esas hipnóticas miradas verdes me condenaran “Ya llegamos a mi casa, nos tenemos que bajar del taxi” Le indique ayudándolo a descender.
“Gracias por tratar de cuidar de mí, de seguro en estos momentos piensas que soy un desastre” Murmullo aferrándose a mi cuello para mantener el equilibrio.
Sin darle importancia al desagradable rostro del taxista le extendí un billete para incorporarnos en el gran edificio de viejas paredes rosáceas en donde tomamos el ascensor con dificultad tratando de llegar hasta mi hogar en el segundo piso; después de un par de temblorosos pasos arrastrándonos por las ásperas alfombras del pasillo ambos logrando llegar a mi apartamento en donde ayude al castaño a sentarse en el sofá.
“¿Quieres algo de beber? Quizás un café para pasar el efecto del alcohol” Especulé en voz alta con la intención de caminar hasta la cocina; no obstante, antes de poder dar mis ansiados pasos un par de manos aferrándose a mi camisa me detuvieron.
“Dime” Susurro con la voz áspera “¿Por qué eres tan amable conmigo?” Me pregunto con los hombros bajos y el rostro oculto debajo de su flequillo.
“Porque asumo la responsabilidad por ti, te debo cuidar para que no te sientas mal” Le explique sentándome a su lado; intentando entrelazar nuestras miradas en vano.
“Eso no es lo que te estoy preguntando” Se quejó aferrándose con rabia a la tela de sus pantalones, no comprendía las incoherencias que trataba de articular, de seguro es el efecto del alcohol el que ha consumido su cuerpo.
“¿A qué te refieres entonces?” Indague acariciando una de sus mejillas.
“A esto, se supone que yo soy el seguro de esta relación, quien debe tener movimientos certeros, pero tú solo logras confundirme, me frustras porque me hacer perder” Murmulló “¿Por qué me tocas de esta manera? ¿Por qué dejas que yo me acerque tanto a ti?” Mis facciones se suavizaron ante ese inseguro tono de voz.
“Porque me gusta Ritsu, porque te quiero” Expresé sin temor alzando su mentón, tensando al apreciar un par de lágrimas en sus ojos.
“Es mentira las crueles personas como tú no tienen sentimientos” Esas feroces frases devastaron algo en mi interior; esa mirada llena de miedo, el susurro en el taxi, ahora comprendía gracias al fuerte efecto del vino y la baja tolerancia del menor que las palabras de Usami jamás dejaron de atormentarlo.
“Yo no estoy orgulloso de quien fui en el pasado” Respondí con honestidad “Usami y yo tuvimos muchas peleas y confrontaciones por distintas cosas, pero él no fue la única víctima, no dejes que te engañe solo porque es tu amigo”
“Takano tú eras una personas cruel sin compasión; tú nos hiciste sufrir mucho y no tienes ni una asquerosa gota de remordimiento” Se quejó apartándose de mi cuerpo con rapidez; la sangre me ardía al apreciar como el castaño era capaz de hacer suyo el dolor de su amigo, tenía envidia de esa relación.
“Tu escritor y yo siempre nos llevamos como rivales, yo lo intimidaba, él me amenazaba; parecíamos polos opuestos pero las cosas se gatillaron dramáticamente cuando él me enseño el poder que tenía; cuando él me robó algo valioso y me lo saco en cara el resto del año” Proclame con una sonrisa amarga que consiguió que el más bajo detuviera su llanto.
“¿Te quito algo valioso?” Me pregunto parpadeando con sorpresa como si no pudiera creer en mis crudezas.
“Se podía decir que nunca fue mío” Murmuré con aflicción encerrando con mis manos las mejillas del castaño para unir nuestras miradas “Por eso no me gusta que estés cerca de él, por eso me enferma que te hable con tanta confianza”
“Akihiko no es una mala persona, él ha sido uno de mis pocos apoyos, cuando las cosas se volvieron difíciles en mi vida él fue quien me ayudo a superarlas” Confeso sin corresponder o repudiar mi tacto.
“Aun así no debes creerle todo lo que te dice como si fueran oraciones” Le advertí con una inmensa angustia reflejada en mis frases.
“Sí me aparto de él me alejaré de mi único apoyo, no cumpliré ese capricho tuyo” Me advirtió con firmeza sin flagelar en sus verdades.
“Entonces déjame a mi convertirme en tu único apoyo, permíteme ser quien te levanté y a quien le confíes tus miedos” Le intimé recostándolo sobre los duros cojines de ese viejo sofá que compre con mi primer sueldo.
“¿Por qué te esmeras tanto en complicar nuestra relación? No me gusta que te pongas serio” Me pregunto tolerando que su espalda chocara en contra de los cojines y mi cuerpo apresara el suyo con necesidad.
“Porque tú me haces sentir cosas que en años no me ocurrían” Contesté inclinándome sobre sus labios “Porque quizás me pueda llegar a enamorar de ti” Una tonta risa escapo de la garganta del menor quien pareció volver en sí con mi comentario.
“Corrección” Musito repasando mi boca con su dedo “Voy a hacer que te enamores de mí; que no te quede duda alguna”
Sin intercambiar otra palabra nuestros labios se volvieron a encontrar con ese magnetismo que los caracterizaba, los movimientos se volvieron rápidamente frenéticos y necesitados, las caricias demandantes y la razón oculta en algún rincón de esta dañina relación.
Mi piel se erizo al sentir como las frágiles manos del más bajo ingresaban debajo de mi camisa para recorrer sin pudor mi pecho; cada lugar en donde Ritsu me acariciaba me comenzaba a arder exigiéndome más, sin querer quedarme atrás levanté su suéter para recorrer sin vergüenza su seductor vientre mientras nuestras lenguas se atacaban.
Mis labios dejaron los suyo para abordar su cuello y dejar un par de marcas celosas; sus traviesas manos habían desatado el borde de mi excitación encendiendo mis oscuros deseos, mordí, succioné y lamí esa fina piel como mía; entrelacé nuestras miradas y detuve mis acciones al apreciar un mueca de desagradado sobre sus labios.
“¿Qué ocurre?” Le pregunte con preocupación al ver como nuevamente se agarraba la cabeza.
“Perdón, me siento bastante mal, creo que si he bebido de más y al parecer ahora solo cometo tonteras y digo incoherencias” Se quejó sentándose con dificultad en el sillón para quedar a un par de centímetros de mi pecho.
“Sabía que te debía traer un café” Me regañe mentalmente por el mareado rostro de mi acompañante.
“Lo lamento, creo que asesine el momento” Se mofó con amargura bajando una mirada que solo reflejaba agobio y angustia.
“Eso no importa Ritsu” Le indique tomando su mentón para depositar un superficial beso sobre sus labios “Prefiero tocarte cuando te encuentres en todos tus sentidos y estés seguro de que te quieres entregar a mi” El castaño relajo sus músculos entre mis brazos ante mis palabras levantando con timidez su rostro.
“Realmente eres muy cursi” Se burló llevando una de sus manos hasta mi cuello para delinearlo de forma provocativa “Pero gracias por ser comprensivo” Susurro con una dulzura que no conocía y una sincera expresión que me embeleso.
“¿Te sientes muy mal?” El castaño asintió con vergüenza.
“No tomó en las fiestas de la editorial porque soy muy malo con las bebidas, después me siento asqueado y mareado” Me explico con un débil hilo de voz permitiendo que mis brazos lo acunaran para cargarlo.
“Entonces no te debiste forzar a tomar en el bar” Le reproche con suavidad encaminándonos hasta mi habitación.
“Quería que fuera especial” Se excusó liberando un pequeño bostezo “Tú lo dijiste, era la primera cita de muchas, quería impresionarte como el imponente jefe que se supone que soy para los demás” Musito hundiéndose en mi pecho.
“Eres tan lindo” Murmullé para mí mismo recostándolo sobre las suaves sábanas blancas para quitarle los elegantes zapatos y acomodarme a su lado.
El más bajo se limitó a cerrar los ojos y permitir que el sueño lo venciera rehuyendo de mi calor; con un mal presentimiento llenando cada uno de mis sentidos me aferre con fuerza su cintura y apoye su cabeza en mi pecho para que calmara mi incesante ritmo cardíaco.
Enamorarme eran ideales que enterré con un oscuro y tormentoso pasado que deseaba quemar en el mismo infierno que había encarnado; sin embargo, gracias a este castaño con sus impredecibles palabras y sus divergentes caricias puedo guardar la esperanza de caer por alguien más, puedo permitirme condenarme en esta venenosa relación para ser el mártir de sus labios.
La diferencia es que esta vez Usami no me va a arrebatar lo que yo he proclamado como mío, porque hoy este es mi final.