Takano Pov
Trague sintiendo el intenso palpitar de mi corazón en mi garganta como un constante recordatorio de mis nervios; miré mi desastroso reflejo en el espejo de mi habitación intentando ordenar esos rebeldes mechones que yacía sobre mi frente y acomodar la corbata que se aflojaba con cada apretón que le daba al nudo.
No pude siquiera disimular mi tonta sonrisa o las agudas cosquillas que atacaban mi estómago al recordar el último encuentro que tuve con ese castaño en el armario de fotocopias antes de mi reunión con el señor Onodera quien gustoso me recibió para continuar desempeñando un papel clave en su empresa.
Yo sé que las cosas con ese chico no serán sencillas, que él aún me temé y le cuesta dividir esta divergente personalidad que he creado a lo largo de los años, más de alguna vez rechazará mis toques y entrará en pánico por esas desgarradoras memorias a las que lo he sometido, sin embargo, estoy listo para confrontar ese infierno tomando su mano, para alzarme con el pecho inflado y protegerlo de todo mal; nunca me había enamorado tanto.
“¿Puedes por favor disimularlo?” La molesta voz del peli rojo me obligo a prestarle atención, sin ser capaz de ocultar esa boba expresión de esclavo del amor le negué con la cabeza desordenando mis cabellos.
“No puedo esconder como me siento” Musite frunciendo las cejas ante mi caótica apariencia “Además si no te gustan mis reacciones te puedes largar en cualquier momento de mi casa, no te estoy reteniendo”
“Lo sé” Farfulló hundiendo su cuerpo en las frazadas sobre mi cama “Pero me siento responsable de ti desde que te encontré destrozado llorando por ese chiquillo”
“Que amable” El sarcasmo estaba impregnado en cada una de las letras de esa frase; mis brazos se cruzaron sobre mi pecho expresando mi molestia hacia ese aprovechado.
“¿Estás seguro de que no haces esto para obtener una venganza?” Con frustración me retire el flequillo para atrás sentándome a su lado en la cama, sonriendo con melancolía sin despegar la vista el suelo; siempre será así, nunca nadie va a confiar plenamente en lo que hago y en quien soy por culpa de ese tatuado pasado.
“Sí me quisiera haber vengado lo habría atacado en otra cosa” Le explique entrelazando miradas en un tenso ambiente “No me habría arriesgado a enamorarme más de él, uno se quema con esos juegos” Haitani gruño con molestia golpeando con su puño mi espalda en señal de ánimo y de regaño.
“Aun no le dices lo de Usami” Proclamo como si mis secretos estuvieran escritos con escarlata sobre mi pecho y mis emociones grabadas en el brillo de mis orbes.
“Necesito encontrar una instancia apropiada” Ninguno bajo la guardia en ese tieso ambiente “No puedo llegar y decirle algo como; tu amigo es un imbécil quien me ataco peor de lo que yo hice contigo y como bonus te apartó” Sus labios se movieron sin decir nada antes de tomar aire para continuar.
“Pero también es culpa de Haruhiko en rigor” Divago con la mirada perdida en el techo; como si fuera un niño a medio examen tratando de recordar la imagen que vio en un libro.
“Si comenzamos a repartir la culpa jamás vamos a terminar” Balbuceé agachándome de hombros, percibiendo como mi boca se llenaba de un amargo y asqueroso sabor a traición.
Las decisiones que tomamos en el pasado son las que escriben nuestro futuro, por mucho que intentemos librarnos de esas cadenas estas tan solo se hacen más pesadas; los rostros que conocemos, el poder que tiene nuestro nombre, la reputación, los engaños, las mentiras, uno no puede huir de su propio fantasma, es lo que he aprendido de este torcido juego de rencor, intentando escapar cual presa al cazador.
He tratado de ser mejor, no obstante, mientras más pasos dan mis piernas apartándome de esas desgarradoras memorias de cenizas con más fuerza me toman aquellas frías manos muertas para hundirme en mi propio infierno de llamas; es imposible correr, avanzar la página cuando unas filosas uñas te sostienen el papel.
“Por hoy tan solo quiero que la pase bien en nuestra cita” Musite sin estar convencido levantándome de las sabanas “Deseo que Ritsu sonría todo el día y gane más confianza en este tonto enamorado”
“Entonces solo evitaras ese encuentro por temor” Farfulló imitando mis movimientos para agarrarme de los hombros y forzarme a perderme en su encendida mirada escarlata “Takano sé que duele abrir esa clase de heridas pero”
“Ya está superado” Gruñí con la sonrisa más falsa que me pude pintar en mis resecos labios “Esa clase de cosas que pasaron no importan”
“¿Entonces porque te pones tan a la defensiva?” Él me miro expectante para después musitar incoherencias y bajar su nuca hacia el suelo “No importa, de todas maneras esto es tu problema, a mí no me afecta en nada” Apoyé mi palma en su espalda para brindarle una cálida expresión.
“Gracias por tu apoyo” Musite sin vacilar para apartarme de ese hombre “Yo iré a recogerlo a su casa ahora”
“¿No quieres que los lleve?” Bromeó relamiéndose la boca para erizar mi piel y activar mis barreras forjadas con espinas.
“No quiero que él más acorralado se sienta por tu culpa, después de todo tú también lo lastimaste” Haitani esbozó un falso puchero de dolor dramatizando aquella escena antes de apoyar su espalda en una de las paredes de mi cuarto “Además no necesito competencia, gracias”
“Amargado” Pude escuchar que me gruño antes de mis temblorosas piernas me guiaran a los estacionamientos.
Perdido en un mar de confusiones que ya pensaba como escritas me limite a vagar por las calles ese nublado día de gélida brisa camino al hogar en donde me esperaba mi primer amor; el chico que me pudo enloquecer dos veces sin el mayor esfuerzo, la razón de estos tontos suspiro y unas inmensas pasiones por convertirme en un perfecto guardián protector.
La venganza es algo sumamente seductor, te miente, te engaña, te coquetea hasta que caes por ella esperando una especie de redención que nunca llega; esos hermosos artificios tan solo te dejan con un agrio sabor en la boca y un arrepentimiento que va a estar por siempre en la imagen de tu reflejo roto, bien sé que no me sirve combatir fuego con fuego para que al final ambos acabemos consumidos por las llamas y con las marcas expuestas a sangre viva.
“Takano no es tu lugar, nosotros no somos iguales a ti, deberías ahorrarte la humillación en lugar de buscarnos” Porque la única vez que lo intente hacer esta demencia se gatillo y mi confrontación con Usami comenzó con un final que no parece querer llegar.
Tan solo buscaba darles una lección, devolverles las lágrimas que tuve que derramar, escupirles el mismo veneno con el que corroyeron mi inocencia, solo deseaba vivir en paz y forzarlos a ver cómo me estaban destrozando, obligarlos a encarnar ese sufrimiento, sin embargo, lo único que conseguí fue privarme de nuevas oportunidades y apartar a personas que ni siquiera conocía; huellas que aún me hostigan.
“Tranquilo” Me musite aferrando mis uñas a la protección de plástico del volante; intentando calmar la grotesca forma en que mi estómago se había comenzado a revolver al remover esas estúpidas memorias; el dolor jamás desaparece pero uno aprehende a convivir con ello, se puede caminar sobre fuego.
“Concéntrate en lo que estás viviendo ahora, ya no mires para atrás, no puedes hacer nada para solucionarlo pero sí tratar de escribir bien las páginas que siguen” Murmullé de memoria el discurso que mi terapeuta me entrego para estacionar el auto afuera del complejo de apartamentos del castaño.
Golpeé el manubrio para disipar la rabia antes de bajarme, tranquilizarme y tomar del asiento de pasajeros el gigantesco ramo de rosas que había comprado la noche anterior; mis pies ansiosos corrieron hasta su piso en donde apreté reiteradas veces su timbre como un chiquillo avergonzado en espera de la reina de graduación
“Takano” Mi tonta sonrisa no se hizo de ocultar ante la tímida manera en como su perfecto rostro se asomaba por el marco de la puerta.
“Son para ti” Balbuceé extendiéndole las flores con la respiración agitada, sus mejillas se ruborizaron con intensidad al momento de sostenerlas sin esconder un brillo de júbilo en esas preciosas esmeraldas.
“Gracias” Su expresión erizo cada uno de mis poros, él dejo el ramo en la mesa que se encontraba junto a la entrada antes de salir y enseñarme el delgado sueter blanco que cubría su seductor cuerpo junto con unos ajustados pantalones de tela azul.
“Te ves tan lindo” Titubeé atontado por esa imagen provocando que su ceño se arqueará y su nuca se volteará con terquedad “No te pongas a la defensiva” Le rogué besando su mejilla para después entrelazar nuestros dedos caminando a los estacionamientos.
¿Cuántas veces soñé con este momento? Perdí la cuenta ya; han sido incontables las noches que he rogado por mantenerme al lado de ese chico, por aspirar la dulce fragancia que desprende su cuello, conocer cada una de sus expresiones, absorber hasta la última gota de vitalidad de sus pensamientos; no he podido evitar caer en la codicia por su culpa, me estoy volviendo un obsesivo cuyo único deseo él lo puede satisfacer.
Inmersos en una amena charla sobre el trabajo nos guíe hacia el centro comercial más grande de la ciudad ansiando que esta cita se convirtiera en el sinónimo de la perfección. Mantener la mirada lejos de él para conducir fue la prueba más difícil de mi cordura porque lo único que anhelaba era poder impregnarme de todo lo que él tenía para ofrecerme, embriagarme con ese castaño hasta la agonía.
Aunque aún me duele que solo haya estado jugando conmigo movimiento mis hilos mientras Usami nos hacía bailar a ambos me es imposible odiarlo; uno no escoge a quien entregarle los fragmentos de su corazón, estos abandonan solos el pecho para reposar en las frágiles manos de alguien más; ellos ven si los aplastan o no.
Al llegar al gigantesco establecimiento ambos nos divertimos mirando un par de tiendas al azar, compartiendo un par de chismes sobre las últimas obras que habíamos leído y conociéndonos como siempre lo debimos hacer, después de un par de minutos lo acabé arrastrando a mi negocio preferido para entregarle un elegante conjunto de trabajo y obligarlo a probárselo por mero capricho.
Estuve afuera del probador por eternos minutos en donde él no parecía tener las intenciones de salir con ese recio carácter; con la impaciencia como último guía abrí la puerta para encontrarme al apenado castaño abrochando los últimos botones de su camisa con las mejillas encendidas y el ceño fruncido sin saber cómo reaccionar.
“Te estabas tardando” Balbuceé recorriendo su cuerpo sin pudor alguno; percibiendo como un agradable calor cosquilleaba por mi rostro.
“¡Deja de verme así!” Grito con histeria moviendo las manos sin ser capaz de unir ambos extremos de la prenda; cegado por mis instintos ingresé en el probador para acabar de cerrar esa camisa y cavar más profundo en la condena que implica este romance, añadir otra cadena a mi obsesión por ese chico.
“Te ves increíble” Musite rozando con las yemas de mis dedos sus hombros “Te quedan muy bien los colores más claros, resaltan el tono de tu mirada” Con una nerviosa risilla tomé su mentón para forzarlo a perderse en mis intensos ojos “Y el lindo rubor de tus mejillas” Nuestros alientos se fundieron con sensualidad para que ambos nos enloqueciéramos en el sabor del otro.
Las pestañas del más bajo descendieron ansiosas mientras sus manos se encontraban rodeando mi cuello en busca de un mayor contacto; antes de poder gatillar mi razón ya me hallaba devorando esa boca bañada por el pecado y saboreando su exquisita saliva de dulzor en aquel probador.
Mis manos sostuvieron su cintura, la piel me cosquilleo como cientos de inofensivas agujas, los músculos me temblaron ansiosos junto al compás del latido de mi corazón, pronto nuestros labios se estaban probando con necesidad transmitiendo una electricidad que amenazaba con ahogar el ambiente, en mi frente se podían apreciar las primeras gotas de sudor, en la suya un intenso calor.
“Takano” Jadeó entre besos sin romper el contacto, devastándome para quitarme la única cura de su adicción.
“Te amo” Musite repasando la comisura de sus labios con mi pulgar “Ahora que me has dado una oportunidad aprovecharé de recordártelo cada segundo que permanezcas junto a mí” En contra de todas mis expectativas él sonrió y asintió con la cabeza; de verdad lo está intentando; él es perfecto.
“Deberíamos irnos si no queremos llegar tarde a la película” Balbuceó refugiándose en mi pecho, consintiendo que fuera mi perfume el que lo marcará y mi calor el que lo acunará.
“Iré a pagar eso para irnos a la función” Musite saliendo del probador para chocar con la mirada frustrada del vendedor, ofreciéndole con vergüenza mi tarjeta de crédito para cancelar.
Sé que Ritsu no es capaz de entregarme el romance empalagoso por el que mi alma ha clamado durante toda mi adolescencia, que sus labios no me buscaran con necesidad en plena oscuridad y sus ojos no absorberán los míos porque él aún me teme, el recuerdo de ese sádico sigue ardiendo en la parte más profunda de su mente; es por eso seré paciente y cariñoso, le demostraré que no romperé su amor entre mis lastimadas y machadas manos “Que orgullo me da” Musite ante la lucha interna de frustración que él tenía sabiendo que el primer paso era el que más importaba en esta proeza.
Cuando él estuvo listo corrimos hacia el cine en el quinto piso con un infantil agarre ante las curiosas miradas para comprar los últimos boletos de la función con un par de bebidas y un combo gigante de palomitas y trotar hasta la sala del final intentando que los alimentos no se derramaran.
Suspire con tranquilidad en medio de la oscuridad y los murmullos en uno de los asientos de la última fila en donde se proyectaba el film, el más bajo nervioso soltó una hermoso risa infantil antes de comenzar a comer y a beber de manera compulsiva.
“Te dije que veníamos tarde” A pesar de ese amargado regaño sus lindas facciones no se tensaron “Ni siquiera vi la película a la que entramos”
“Es una de suspenso” Musite con orgullo al apreciar como su mirada se abría con sorpresa y sus labios se dejaban de mover; ¿Cómo me puede parecer tan adorable a pesar de todo el daño?
“¿Cómo supiste que esas eran mis favoritas?” Me pregunto apartándose en la pequeña butaca con las espinas rodeando su piel y una gélida mirada.
“En ese tiempo tú leías novelas de suspenso cuando estabas aburrido” Confesé apenado acariciándome el cuello con incomodidad “Recuerdo que yo me leía los mismos libros de terror y misterio porque me gustaba el género” El ambiente se tensó hasta que ninguno pudo respirar por mi culpa.
“Ya va a empezar” Bramó con el cuerpo junto al mío pero con el corazón distante encadenado en una torre de rencor y lamentos.
No pude prestarle atención al film aunque el tema era de mi interés ante el incómodo semblante del castaño, Ritsu parecía querer huir de mi lado para sentarse al otro extremo del cine y en ese entonces relajar su espalda apoyándola en los acolchados asientos y dejar de mirar medio lado de la pantalla.
Suspiré resignado a ver en esa sofocante presión como las tres chicas trataba de resolver quien sería el asesino que les enviaba las notas, lo único que pude hacer para disimular fue comenzar a comer del empaque de palomitas apoyado al medio y beber de mi soda en busca de que el asqueroso sabor desapareciera.
Mi cuerpo se estremeció al sentir dentro del empaque una fina y cálida mano rozar con la mía; con una tonta sonrisa entrelace mis dedos con los suyos en el contenedor solo para que aterrado se tratara de zafar derramando las palomitas en su regazo y en el suelo.
“Lo siento” Musito con la frustración tatuada en cada uno de sus movimientos “Que vergüenza” Se cubrió con ambas manos el rostro ante los susurro de las demás personas en aquella habitación y la mirada molesta de los de la fila de más abajo.
“Ritsu” Aunque lo llame él se negó a verme “Ritsu eso no tiene importancia” Murmullé acariciándole los cabellos en busca de una falsa e inexistente confianza.
“He estado arruinando esta cita desde que la comenzamos” Él reprimió sus quejido y la rabia con la que salía su voz para respetar a los demás espectadores “Solo no estoy acostumbrado a tener que verte de esta manera y” Lo silencie con un rápido beso en sus dulces labios consiguiendo que sus orbes desbordaran incertidumbre.
“Te digo que está bien” Musite acariciando con mi aliento sus mejillas, sosteniendo sus pómulos para acortar distancia “Yo no pretendo que tú te conviertas en un novio amoroso de una mañana a otra ni quieras ser súper empalagoso conmigo, te daré el tiempo que me pidas, no quiero presionarte para que me rechaces más” Por primera vez en toda esa salida él sonrió con sinceridad estremeciendo mi ser.
“Gracias” Musito dejando de batallar por sostener unos muros que yacían quebrados entre sus descalzos pies.
“En estos momentos difíciles solo aférrate a mi” Le pedí levantando la manilla en donde se ponía la soda para quedar sin interferencias entre nuestros cuerpo, no se lo tuve que pedir ni lo tuve que forzar para que apoyará su cabeza en mi pecho y alterará estas turbulentas pasiones.
El resto de la película me dedique a reposar con una sonrisa satisfecha sobre mi asiento mientras mi mano acariciaba los castaños cabellos de mi pareja quien ya no rehuía de mi presencia ni se empeñaba en actuar; quien ahora me trataba de aceptar con esas cadenas forjadas por el acero de los errores y leer como las líneas de arrepentimiento que pretendía.
No me importo el inesperado desenlace de esa mala adaptación, omití los gritos de las chicas aterradas en la primera fila y esas miradas metiches de los estudiantes a nuestros costados, tan solo lo abracé cuando su cuerpo comenzó a temblar y bese sus mejillas en los momentos de distracción.
Aunque la salida no acabo como yo lo codiciaba ver esa hermosa sonrisa mientras caminábamos limpiándonos los restos de las palomitas fue la sensación más reconfortante que he podido encarnar en esta pecaminosa existencia.
Presioné mis pestañas permitiendo que la nostalgia nos consumiera camino a mi auto, abrazados por las caderas.
“¿Recuerdas cuando te arrojaba papeles arrugados en medio de clases?” Le pregunte con una rebosante melancolía en mis palabras; no tuve que abrir los ojos para imaginarme su ceño fruncido o la manera en que su mandíbula se tensó.
“Claro que lo recuerdo” Farfulló tratando de huir, incitándome a liberar mi mano de su cadera.
“Esos eran mensajes de amor” Al ya no escuchar los pasos del más bajo detuve mi andar; mis hombros se relajaron ante su apenada y confundida expresión.
“¿Qué?” Balbuceó.
“Cuando yo era un mocoso inmaduro solía escribirte cartas de amor, las doblaba y te las arrojaba guardando la esperanza de que algún día las abrieras” Sus piernas temblaron con esa confesión, su mirada me había capturado como un esclavo de esa eterna belleza; siendo un prisionero más de la nostalgia.
“¿Por qué no me las entregaste de frente?” Me pregunto con fastidio acercándose hasta mi espacio.
“Si lo hubiera hecho las hubieras rechazado” Le explique rozando con mis dedos sus pómulos “Después de todo tú me odiabas por culpa de mi reputación” Impedí que bajará su mentón con sumisión al afirmarlo con ternura.
“Las cosas debieron salir diferentes entre nosotros” Murmullo sosteniéndose de mis brazos, deteniendo el tiempo a mi alrededor con esa tentadora expresión “Takano lamento tanto todos los errores que cometí contigo”
“No te disculpes” Le pedí descendiendo con mis yemas por su fino cuello, deleitándome por el electrizante tacto y las constantes cosquillas que él me provocaba “Ya no podemos hacer nada con lo que se escribió, solo nos queda arreglar el futuro”
El más bajo asintió entrelazando con timidez nuestros dedos para dirigirnos hacia mi vehículo, en todo el camino el silencio reino, podíamos escuchar ambas nerviosas e infantiles respiraciones nacer por culpa de las miradas omitidas y el romance calando profundo en nuestras tortuosas divagaciones.
Al llegar a su departamento él me invito a tomar una taza de café con la excusa de que este vencería sino lo preparaba, apenas cruzamos el umbral de la puerta nuestros labios ya se estaban devorándose y nuestras manos recorriendo el cuerpo del contrario con deseo.
Mi boca saboreaba con desesperación esa dulce y viciosa adicción; mi lengua rozaba con locura la suya perdiéndome en esos lascivos movimientos de pasión; el aire me escaseaba en los pulmones camino a su habitación.
El rechinar de la cama fue lo único que se escuchó en ese frenético vaivén, ansioso me apoyé entre las piernas del más bajo mientras mis dedos se habían enredado en sus cabellos profundizando este lento, agonizo y exquisito beso de muerte.
El calor se hizo insoportable, miles de espasmos azotaron mi columna vertebral, mi mente ya no razonaba, tan solo sabía que deseaba absorber hasta la última gota de seducción de ese hermoso chico, mis manos ansiosas levantaron su suerter para comenzar a rozar esa blanca y sensible piel, él se estremeció sin romper el baile de lenguas en esta locura que llamamos amor.
Mis dientes descendieron por su cuello raspándolo, mis manos memorizaban la agradable textura de su piel con la temperatura de su calor, mi boca había comenzado a succionar, lamer, saborear con un instinto animal a ese castaño.
Cuando me aparté y leí el pánico en sus hermosas orbes supe que debía frenar y ser paciente con esta relación que llevamos “Perdón” Musito con el rostro ardiendo ante nuestra comprometedora posición “Yo no” Bese su mejilla para que se relajará.
“Me encargaré que tu primera vez sea especial” Susurre con ternura retirando los mechones de su frente “Quiero que las cosas en este romance salgan perfectas para que ya no me puedas olvidar; no te dejaré ir una vez más” El más bajo me sonrió enredando sus manos en mi cuello para esconderse en mi pecho.
“Desearía tanto haber hecho bien las cosas contigo” Una de mis manos se aferró a su desnuda espalda mientras la otra nos sostuvo a ambos apoyada en el colchón, hundí mi nuca en el espacio de su hombro para liberarme de mis temores.
“Yo también” Musite aspirando su fragante perfume “Desearía que las cosas entre nosotros si se hubieran dado”
Ninguno dijo otra palabra, tan solo nos limitamos a abrazarnos como sí el otro se pudiera esfumar con la fría brisa de invierno y memorizar la magia que nos rodeaba en ese momento, no pude esconder el intenso latido de mi corazón o las ansias con las que mi cuerpo se acercaba al suyo; él tampoco lo logró.
“Takano” Aunque me llamó no lo pude apartar “Te quiero pedir un favor”
“¿Qué es?” Le pregunte sabiendo que accedería sin importar la demencia o la humillación que me impusiera.
“Misaki, la pareja de Akihiko y yo hemos acordado algo” Lo deje caer en el colchón para acorralarlo con ambas manos e impedirle una evasiva “Nosotros dos estamos más que agotados de excusas, necesitamos que nos den respuestas”
“¿Qué tiene que ver el tonto de Usami con la verdad?” Farfullé sin disimular el asco que me provocaba su nombre al deformar mi sonrisa o la frustración que sentía al apretar mis puños.
“Pasé muchos años junto a alguien que no conozco culpándote por una historia incompleta” Me explico acariciando mis mejillas con su pequeña mano “No me quiero equivocar dos veces en lo mismo”
“¿Entonces el plan de ustedes dos es juntarnos sin que nos matemos?” Le pregunte alzando una ceja, provocando que un tierno mohín se grabará en sus delicadas facciones.
“Más o menos eso lo resume todo” Balbuceó apenado “Takano sé que tú y Usami son opuestos pero necesito ambas versiones de la película para verla completa, no quiero juzgar a uno de los dos de manera errónea como ya me pasó contigo” Tome su mano entre la mía para depositar otro beso en esta.
“Está bien” Musite encendiendo su hermosa mirada, siendo esclavizado por él “Acepto ese tonto encuentro que me quieres imponer” Él se arrojó a mis brazos descompasando mi respiración con sus sutiles caricias.
“Prometo que no será tan incómodo” Murmullo con una sonrisa que a pesar de no ser vista logro ser transmitida.
“Confió en ti” Proclame levantándome de las sabanas para arreglarme la ropa e irme a mi apartamento rogando porque el de cabellos rojizos se hubiera largado “Yo me tengo que ir, ya es demasiado tarde” Pero un tímido agarre en mi cintura me lo impidió.
“Puedes quedarte a dormir” Sus mejillas fueron azotadas por un resplandeciente carmín, sus ojos bajaron a las sabanas con nervios, su labio tembló “Quiero que te quedes a dormir” Se corrigió encogiéndose con vergüenza expuesto en aquel lugar.
“Entonces me quedaré” Murmure quitándome la camisa y los pantalones para acostarme a dentro de su cama solo con ropa interior.
“¡No tienes vergüenza!” Me grito apenado con las cejas arqueadas.
“Hace mucho calor, sí te duermes con ropa amanecerás enfermo” Lo contradije con una sonrisa pícara y una mirada llena de lujuria “No tienes nada que no haya visto en los vestidores de la escuela, siempre te buscaba antes de gimnasia” Proclame consiguiendo que él ardiera.
“¡Eres un pervertido!” Exclamó nervioso sin poder librarse de mi mirada.
“Tú querías iniciar bien” Musite con más calma “Comencemos por esto, por encontrar comodidad en el otro”
“Ya que” Farfulló quitándose el pantalón, negándose a despojarse de su suerte ante la hambrienta manera en cómo me repasaba los labios con la lengua “Creo que me dejaré esto” Musito ingresando a mi lado en las desordenadas frazadas, recostándose sobre mi acelerado pecho.
“¿En verdad me echaste de menos?” Le pregunte apoyando mi nuca sobre uno de mis brazos con satisfacción, sonriendo como idiota por tenerlo deseoso junto a mi piel.
“Sí” Confeso aferrándose de manera celosa a mi cadera “Yo me sentí tan solo sin tu presencia, no te llamé todos los días por nada”
“No pensé que me buscarías” Pude escuchar como su respirar intensifico su velocidad al igual que su agarre aumento la fuerza.
“No pensé que me importarías” Murmullo con las palabras quebradas “Takano tú eres una persona a quien quiero mucho, por eso” Sin ser capaz de reprimirme lo di vueltas apoyándolo sobre el colchón para acorralarlo como si fuera mi traviesa presa.
“¿Aun me tratar de seducir?” Le pregunte divertido por la tentadora imagen que me ofrecía al exponer su hombro por culpa de esa gigantesca prenda “¿Aun tratas de robarte mi corazón con esas dulces palabras?”
“¡Claro que no!” Rocé sus labios con mis dedos.
“Bien” Susurre con los músculos ardiendo por esa infernal cercanía “Porque hace mucho te lo llevaste” Sus hermosos ojos se abrieron inundados de la sorpresa, una tierna sonrisa no se hizo de esperar con ese precioso sonrojo.
Él consintió que esa noche reposara sobre su pecho aferrando mis manos a su cintura, durmiendo acobijado por esa dulce voz que tantos años me persiguió, soltando a ese fantasma para entregarme al chico que clama por un héroe en medio de su sentencia.