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Con el alma en un hilo
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Pip.... pip.... pip...
Se escuchaba únicamente el sonido de ese aparato médico que detectaba el pulso de Vegeta. Ese sonido era sumamente molesto, pero le daba una pequeña esperanza a Goku de que su amado despertará. El de cabellera alborotada se encontraba a su lado, tomando su fría e inmóvil mano. La puerta se abrió y entró un médico a hablar con el joven que llevaba cinco días ahí esperando que su amado despertara y le dedicara esa pequeña sonrisa adorable y dulce que tenía.
—Jovencito, deberías ir a casa y descansar un poco...
—No dejaré a Vegeta—decía con su voz quebrada y un dolor muy fuerte en su corazón.
—Está en coma. Las personas que entran en este estado tardan en despertar. Hay quienes duran días, otros meses, algunos años... y me temo que hay quienes jamás despiertan... —decía con cierta pesadez en su voz, dando a entender que no quería que ese joven jamás volviera a abrir sus ojos.
El doctor salió y dejó de nuevo solo al pelinegro para darle su momento de privacidad con el chico que estaba recostado en la camilla, que también tenía un tubo transparente en la nariz. Un silencio abrumador llenaba la sala. Sólo se escuchaba sus respiraciones y el "bip".
—Por favor, despierta... no quiero vivir sin ti, te amo... ¿Recuerdas cuando te pedí que fueras mi novio? Te ibas a arrojar desde un séptimo piso, y yo llegué antes de que lo hicieras. Te dije lo mucho que estoy enamorado de ti, y me aceptaste en tu vida... Siempre quisiste quitarte la vida, pero ahora que corres el riesgo de jamás abrir tus ojos, siento que soy yo quien quiere morir... No quiero una vida sin ti, quiero estar contigo por siempre... Nuestros padres aprueban nuestra relación, también nuestros hermanos... Por favor, quédate conmigo—le decía llorando
Se quedó unos segundos viendo su rostro inexpresivo, apreciando sus bellas y masculinas facciones, hasta que...
Piiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiip
Se escuchó el último pitido agudo y continuo proveniente del monitor.
—¡Vegeta, no!, por favor— decía desesperado mientras presionaba una y otra vez el botón para llamar a la enfermera.
Llegó un doctor, y vio que el de cabellera en forma de flama dejaba de emitir señales de vida.
—Enfermera, traiga el desfibrilador—decía rápidamente mientras descubría el pecho del menor.
—Jovencito, tiene que salir de aquí—decía la asistente, mientras hacía que Goku saliera de la habitación.
—Por favor, salven a mi Vegeta—pidió desesperado mientras la mujer cerraba la puerta.
Fue resbalándose hasta llegar al suelo, y lloró lo más que pudo. Llegó a su lado Tarble y el padre de su pareja, y ahí les contó lo que estaba pasando ahí dentro. Los tres, angustiados, esperaban que el médico saliera. Sólo podían escuchar unos "uno, dos, tres, despejen" y el sonido del cuerpo que, con las descargas eléctricas, subía y bajaba con fuerza. Pero, de pronto, dejó de escucharse, todo se volvió silencio dentro de aquella habitación.
Por fin, luego de unos minutos, el médico salió, para responder la duda que tenían los pelinegros.
—Doctor, ¿cómo se encuentra Vegeta?—preguntó el joven mientras se ponía de pie y lo tomaba de los hombros. Ante eso, el médico sólo pudo tragar saliva.