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Odio mi empleo... pero lo necesito (En proceso de edición) por Princesa de los Saiyajin

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Notas del capitulo:

Hola, ¿cómo están? Sé que me quieren matar porque mi última actualización fue hace varios meses, pero tengo la excusa perfecta.

Tuve mis XV años, y tuve mucho estrés con los preparativos, estaba muy limitado mi tiempo a la organización del evento y a hacer la tarea.

Además, como estoy en tercer año de secundaria, necesitaba estudiar para el examen de admisión a la preparatoria, y de eso me encargué los meses restantes (abril, mayo, junio).

Pero por eso actualizaré entre el día de hoy y mañana todos, TODOS, mis fics (ámenme :3)

Sé perfectamente que no merezco su amor, merezco tomatazos, manzanazos, y de seguro muchos dejaron de seguir la historia, pero era necesaria esta gran pausa.

Sin más, les dejo el capítulo.

 

Yo bien “me quieren matar por no actualizar” y de seguro nadie extrañó el fic… ):

—¿Dónde está Vegeta?—le preguntaba preocupado al no ver a nadie cerca. La peliazul se acercó al hombre, ella llevaba en brazos al pequeño, quien había despertado ya y se encontraba llorando.

—Unos hombre llegaron a su casa… y lo secuestraron…—le explicó con cierto dolor, ya que ella presenció parte de lo que ocurrió.

—¡¿Qué?!—murmuró atónito y sintiendo su alma despedazarse al enterarse de lo que le ocurrió a ese hombre que más amaba…

 

 

 

 

12

Secuestrador de amores

 

 

—¡¿Qué?!—volvió a murmurar. Inclusive se podía escuchar cuando su corazón comenzó a romperse debido al gran dolor, así como un vidrio delgado al caer en el suelo, cuando todos los fragmentos se esparcen y se produce un agudo sonido quebradizo. Pero no, no podía quedarse con los brazos cruzados, debía hacer algo para recuperar a su Vegeta.

—Sé que lo encontrarán, ten fe…—dijo la peliazul volteando a ver hacia donde se encontraban los policías. —Y pensar que apenas iba a pedirle que me entregara en el altar, con eso de que mi padre falleció hace cinco años…—dijo con nostalgia.

—¿Vas a casarte?

—En dos meses… Sinceramente, no sé cómo podré concentrarme en planear mi boda. Vegeta, más que un amigo, es como un hermano para mí. Además, tendré que cuidar a Tarble, y estar en constante contacto con los oficiales en caso de que sepan algo acerca de él…

 —Sé que no llevo mucho tiempo de conocer a Vegeta, pero créeme que puedes confiar en mí. Por favor, déjame cuidar a Tarble—pidió, a lo que el menor lo vio aún con los ojos llorosos.

—Yo sé que Vegeta te tenía gran confianza…—dijo y extendió sus brazos, entregándole al pequeño pelinegro. —Tarble, te quedarás con el señor por un tiempo, hasta que encontremos a tu hermano—le explicó al niño, quien asintió y se abrazó al cuello del de cabellera alborotada.

—Gracias—dijo el hombre al saber que podría cuidar a ese pequeño que se robó su corazón, logrando que pudiera verlo como a un hermano menor. —Les prometo que haré todo lo posible por encontrarlo. Tú tranquila, planea tu boda, ya verás que todo estará bien. Encontraré a Vegeta pronto y te entregará en el altar, volverá con Tarble y todo regresará a la normalidad—dijo con seriedad ante esa promesa, aunque en el fondo estaba esforzándose por no romper en llanto debido a la horrible situación en la que se encontraba. Un policía se acercó a ellos, tenía unas hojas en la mano.

—No encontramos nada. Esos sujetos son muy astutos, no dejaron rastros—dijo mientras se quitaba la gorra color azul que llevaba puesta, dejando ver su calva. —Seguiremos analizando todo, pero si quieren sacar alguna pertenencia, es mejor que lo hagan ahora. Así mis hombres las revisarían, y, en caso de que no haya nada sospechoso o incriminatorio, llevárselas—explicó.

—Tarble, ¿te gustaría sacar algo de tu cuarto?—le preguntó con una voz cálida, lo que menos quería era asustarlo en un momento tan crítico como este.

—Sí…—dijo asintiendo levemente con la cabeza.

—Bueno, ustedes no pueden entrar. Pero al revisar todas las habitaciones, supuse cuál es la alcoba del niño. Pequeño, tu sólo dime qué quieres, y te lo traigo—dijo lo último dirigiéndose al chiquitín.

—Mi ropa, mi oso de peluche… y mi caballito—dijo con su tono de voz infantil que ablandaría el corazón de cualquier persona, por más orgullosa que fuera.

—Bien. Chaoz, ven un momento—pidió en voz alta, a lo que un hombre con apariencia de niño llegó a su lado. Él también vestía el uniforme, el cual era un pantalón negro, una chamarra azul y una gorra también de ese color. —Trae el caballo, el oso de peluche, y ropa del cuarto del niño—le dijo. Él asintió y se retiró, para realizar lo que le habían dicho. —Dentro de unos minutos regresará—dijo amablemente, pero después su rostro cambió a uno con una expresión más seria. —Necesitaré un número telefónico para llamarle en caso de que encontremos algo, o en caso de que necesitemos un poco más de información.

—Sí, deme un minuto—dijo y bajó al menor. Él, al estar ya de pie en el suelo, se abrazó a la pierna del de peinado en forma de palmera. —¿Tiene un bolígrafo?—preguntó, y el hombre le dio una pluma que tenía en su bolsillo de la camisa. —Gracias—dijo y sacó del bolsillo del pantalón una tarjeta de su empresa, para escribir en el reverso que estaba en blanco. —Tenga. El número de mi tarjeta de presentación, es de la empresa que manejo. Atrás escribí mi número de celular, que es el que siempre llevo. También anoté el de mi casa, por si se llegara a ofrecer—le explicó, y el calvo se guardó la tarjeta en la bolsita de su camisa blanca.

—Bien, señor Son, le avisaremos en caso de que sepamos algo.

Chaoz llegó a donde estaban ellos, y llevaba varios objetos en la mano. Una bolsa negra, la que tenía dentro la ropa y el osito de peluche; y también un caballo de madera, sobre el cual el pequeño podría subirse y mecerse, ya que tenía un asiento, y que pegado en la parte de debajo de las patas tenía unas láminas de madera curvadas para que pudiera balancearse de adelante hacia atrás. Goku tomó las cosas, sonriendo con ternura al ver lo que el menor quería conservar.

—Gracias señor…—dijo, pero no pudo terminar la oración como es debido a causa de que no sabía el nombre del hombre.

—Ah, disculpe por no presentarme. Soy el oficial Ten Shin Han—dijo extendiendo su mano, la cual fue estrechada casi inmediatamente por el pelinegro.

—Entonces, muchas gracias por todo, oficial Ten Shin Han. Por favor, si sabe algo de Vegeta, hágamelo saber inmediatamente.

—Sí—dijo y se soltaron de las manos. El hombre se volvió a colocar la gorra y regresó al apartamento para seguir analizando posibles pruebas que pudiera darles más información acerca de lo que pasó ahí dentro esa tarde.

—Bien. Creo que debería llevarme a Tarble a casa, así podría descansar—le dijo a la de ojos azules.

—Sí… Por favor, cuídalo bien—le dijo y él asintió sonriendo.

—Sí. Quiero pedirte un último favor—le dijo, y ella sonrió.

—Lo que necesites.

—¿Podrías acompañarme al estacionamiento? Tengo las manos ocupadas, y creo que Tarble podría quedárseme atrás y perderse entre los pasillos.

—Por supuesto que sí—dijo sonriendo al ver que ese hombre realmente se preocupaba por el menor. Cargó al niño y caminó al lado de Goku. Llegaron al ascensor, y entraron, para luego presionar el botón que da al primer piso. Las puertas se cerraron, y el silencio abrumador inundó el pequeño espacio.

Segundos después, las puertas se abrieron, y salieron. Caminaron hasta llegar al estacionamiento, el cual tenía muchos automóviles, pero todos eran volkswagens VW o Tsurus. Sólo había un Porshe en todo ese lugar, y obviamente Bulma lo notó, principalmente porque se dirigían hacia él. Al estar frente a ese auto, no pudo evitar hacer un comentario al respecto.

—¿Acaso este auto es tuyo?—preguntó asombrada. Goku colocó el caballo de madera sobre los asientos de la parte trasera, y también la bolsa con la ropa. Luego volvió a cerrar la puerta.

—Sí. Lo compré hace dos años, en él me voy a casa—dijo. Aunque no dijo que, desde que él y Vegeta comenzaron su relación, él únicamente iba a su hogar a tomar una ducha y cambiarse de traje para después irse a su empresa.

—Es impresionante…. Me da mucho gusto que te esté yendo muy bien en la vida—dijo sinceramente. Goku sonrió.

—Gracias. Bueno, creo que ya llevaré a Tarble a mi casa—dijo y abrió la puerta del automóvil, la del lado del copiloto. Cargó al pequeño pelinegro y lo sentó en el asiento forrado con piel, luego le colocó el cinturón de seguridad. Cerró la puerta con seguro. —Te prometo que haré todo lo posible para encontrar a Vegeta—dijo tomándola de la mano, a lo que ella sonrió enternecida.

Goku terminó de despedirse de ella, y subió a su auto. Se colocó el cinturón de seguridad, y lo encendió. Manejaba a una velocidad suave, ni tan rápido ni tan lento. Estaba muy concentrado en el camino, pero eso no evitaba que se diera cuenta de la expresión de tristeza del menor.

—Tarble, voy a encontrar a Vegeta. Es una promesa—le dijo con toda sinceridad.

—¿Sabe, señor Goku?, desde que mis papás murieron, Vegeta me ha cuidado mucho. La verdad, es que si le pones barba a mi hermano, sería igualito a mi papá—dijo riendo un poco, pero de nuevo volvió esa sombría expresión que no debería estar en el rostro de un niño. —No quiero perderlo, lo quiero mucho. Por eso le pido que por favor encuentre a mi hermanito—suplicó.

 A Goku sólo se le pudo hacer un nudo en la garganta. No era por ser pesimista, pero sabía que había una gran probabilidad de que lastimen a Vegeta. Aunque, si lo pensaba bien, algo no encajaba en todo eso. Usualmente los secuestradores llaman casi inmediatamente pidiendo una recompensa, pero este no era el caso. Por su mente pasó la idea de que todo lo que estaba pasando, no era un asunto de negociación para conseguir dinero fácil, no; esto ya era algo personal…

 

 

 

***En otro lugar***

 

—¿Dónde… dónde estoy?—se preguntaba Vegeta cuando apenas comenzó a abrir los ojos.

Se encontraba en una habitación, cuyas paredes estaban manchadas de humedad, grises y sombrías. El único sonido que se escuchaba eran las gotas de agua que caían rítmicamente de un agujero del techo, creando un compás que volvía aún más lúgubre ese ambiente. La puerta de madera se abrió, esa que estaba frente a él, y que se veía algo desgastada y vieja, tal vez a causa de los años y por termitas. Ante él apareció la imagen de dos hombres; uno era alto y de cabellera larga y rojiza; y el otro tenía el cabello negro muy alborotado amarrado en una coleta, dejando varios mechones de cabello que caían en los costados de su frente.

—Vaya, Vegeta. Ya era hora de que despertaras—habló cínicamente el de cabellera negra.

—¿Broly?—preguntó confundido, seguía aturdido por todo lo que pasó.

—Sí, Veggie. Ahora Bojack recibirá tus servicios—dijo mientras sonreía.

—¡No! ¡Yo te pagué lo que te debía, ya no tengo por qué hacer eso!—dijo mientras se ponía de pie; al despertar estaba sentado recargado en la pared, sintiendo como la frialdad y humedad se transmitía a todo su cuerpo. El pelinegro sonrió maliciosamente; se acercó a él, lo tiró al suelo, haciendo que volviera a sentarse, y flexionó su rodilla para quedar a su altura. Levantó su mentón con su dedo índice.

—Escucha, esto ya no es por tu deuda. A la gente le fascinas, eres sexy, eres delicioso. Eres muy guapo y tienes buen físico. Me harás ganar mucho, y me darás placer—dijo y se puso de pie, dejándolo con un semblante lleno de confusión y un poco de nauseas. —Otra cosa. Tus clientes creen que trabajarás con una personalidad de un muchacho sometido, actuando como si estuvieras secuestrado. Así que si pides ayuda, creerán que eres un gran actor…. Pero si intentas lastimar a alguien, o no haces lo que te diga, te castigaré de una manera en la que desearías no haber desobedecido…—dijo lo último en un tono serio y amenazante. Salió de esa habitación, y se escuchó que cerró con seguro.

—Chúpamela—ordenó mientras se quitaba el cinto. Se bajó el pantalón y también la ropa interior, dejando a la vista su miembro.

—No tengo por qué hacer eso—dijo negándose, pero no tenía las energías suficientes en caso de que se tuviera que defender.

—¡DIJE QUE LO HAGAS!—dijo en voz alta mientras le daba una fuerte bofetada.

Vegeta simplemente dejó correr algunas lágrimas. No quería volver a hacer eso, se sentía sucio, principalmente porque ahora era novio de Goku y lo estaban obligando a engañarlo o serle infiel. Pero no tenía energía suficiente como para defenderse, estaba muy débil.

—¡¡¡HAZLO DE UNA MALDITA VEZ!!!—gritó al borde de la desesperación, quería sexo y lo quería ahora.

“Perdóname, Goku. Al único que amo y que estaría dispuesto a hacerlo por mi propia voluntad es a ti…”—pensó con un poco de dolor y tristeza.

Se acercó de rodillas a él, y, con lágrimas rodando por sus mejillas, comenzó a deslizar su lengua por ese pedazo de carne que al contacto comenzó a despertar; lo lamía desde abajo hacia arriba, también circularmente. Lo tomó en sus manos, y fue introduciéndoselo en la boca; empezó a masturbar la base, y succionaba la punta. Sentía como su miembro comenzaba a hincharse dentro de su cavidad bucal, por lo menos eso significaba que no lo lastimaría por no darle placer. Empezó a sacarlo de su boca y volvió a introducirlo, simulando embestidas lentas, que comenzaron a subir de ritmo. Pero no era suficiente para Bojack, quería correrse pronto, quería llenar su garganta de su esencia y, por qué no, también mancharle la carita que estaba llena de ese líquido salado que salía de sus ojos; eso era, simplemente, la imagen perfecta para ese joven.  Necesitaba más, así que lo tomó de la cabellera y marcó la rítmica que quería: una rápida. Lo obligaba a tenerlo dentro de su boca, más de lo que podía soportar, se estaba ahogando; de la comisura de sus labios resbalaba saliva mezclada con líquido pre-seminal.

El pelirrojo gemía descontroladamente por el placer al mismo tiempo que marcaba las estocadas, sus gemidos hacían eco en la habitación, volviéndolos más sonoros. Sintió sus piernas temblar un poco, así que sacó su miembro, sólo un hilito de saliva unía su masculinidad con la boca del pelinegro. Chorros de ese líquido blancuzco cayeron en su rostro, parte en su boca que todavía la tenía abierta.

Vegeta se apoyó con sus manos en el suelo, tomó unas cuantas bocanadas de aire. Estaba un poco cansado, necesitaba reposar, beber un poco de agua y dormir. Las gotas de semen combinadas con lágrimas caían al suelo, manchándolo un poco.

—¿Apoco ya te cansaste?—preguntó cínicamente. —Mejor prepárate, que esto sólo fue el inicio…—dijo con voz juguetona. Vegeta sólo tragó grueso, sabía que dolería.

 

 

 

*****
—¿De verdad vive aquí, señor Goku?—decía sorprendido Tarble. Apenas llegaron a la casa del mayor, y era una mansión grande y lujosa, con un gran jardín con una fuente llena de luces amarillas. —Parece un castillo.

—¿Te gusta?—preguntó con una sonrisa.

La reja eléctrica se abrió, y condujo el auto para entrar a su propiedad. Lo llevó por un sendero pavimentado, hasta llegar a la cochera. Ahí, bajó de su carro y caminó a la puerta del lado donde estaba el menor, abrió la puerta y le quitó el cinturón de seguridad, para ayudarlo a bajar. Tomó las pocas pertenencias del infante y comenzaron a caminar. El niño sólo observaba la espaciosa cochera con varios carros, tales como un Lamborghini color negro, y también un Ferrari color rojo, un Camaro amarillo con rayas deportivas negras, entre otros automóviles lujosos y unos cuantos de colección.

—Se parece a Bumblebee—dijo refiriéndose al auto de la película Transformers.

Goku simplemente sonrió por esa inocencia tan agradable. Lo tomó de la mano como pudo y pasaron por una puerta, la cual daba al estudio. Siguió caminando hasta llegar al salón, donde apareció su mayordomo.

—Señor Son, ¿puedo ayudarle en algo?—preguntó ese hombre de cabello canoso y peinado hacia atrás.

—Sí, lleva esto a la habitación que está a la derecha de la mía—dijo entregándole las cosas de Tarble.

—¿Y ese niño?—preguntó. No se imaginaba a Goku que haya tenido una aventura y ese pequeño pelinegro haya resultado de ello, era algo inesperado de él.

—Es hermanito de Vegeta. Lo cuidaré durante un tiempo—dijo con cierto pesar, a lo que el hombre entendió que ya no debía preguntar más.

El hombre trajeado se fue a realizar lo que su amo le pidió, dejando a los dos pelinegros solos. Goku cargó al menor y comenzó a subir las escaleras de madera pintada color chocolate y sutilmente barnizada, dándole un brillo excepcional. Lo llevó a la habitación que le asignaría, ahí ya se encontraba el de cabellera blanca terminando de alistar la cama. Luego hizo una reverencia y se fue a realizar otros deberes. El de cabellera alborotada dejó al menor en la cama.

—Bien, Tarble, te quedarás aquí. Mi habitación está al lado. Si ocupas algo, llama a Kaio—dijo con una sonrisa.

—¿Puedo dormir con usted?—preguntó con sus ojitos brillantes. —Por favor…—pidió con una carita a la cual es imposible negarle.

—Está bien, Tarble—dijo con una sonrisa mientras lo cargaba y se lo llevaba a su habitación. Una vez ahí, lo colocó en la cama. El menor bostezó. —Tomaré una ducha, y luego vendré—le dijo y el niño asintió.

—Cuando salga, buaaa… ¿podría contarme una historia?—preguntó entre bostezos sintiendo sus parpados más y más pesados cada vez.

—Creo que mejor te la cuento ahora antes de que te quedes dormido—dijo con una sonrisa  y se sentó en la orilla de la enorme cama. Mientras le acariciaba la cabellera, habló. —Hace muchos años, existió un guerrero muy poderoso. Había quienes decían que su mirada era como piedras preciosas, como las esmeraldas; y que su cabellera era aún más brillante que el sol. Muchas personas murmuraban que cuando se enojaba mucho, se volvía más fuerte; y también decían que tenía el corazón más puro. Él era…—no terminó de contar su historia al ver que el chiquitín ya se había quedado dormido. —Descansa, pequeño…—murmuró. Se inclinó un poco, y le besó la frente.

Se puso de pie, y caminó hasta el baño que había en su habitación. Entró, y se dirigió hasta la regadera. Se desvistió, dejando su piel expuesta, así como todo su cuerpo. Abrió la llave del agua, y ésta comenzó a caer sobre él.

Y al fin lo hizo.

Comenzó a llorar.

—“Vegeta”—pensaba. —“Juro que te encontraré pronto. Sólo espero que no te pase nada. Sé fuerte, al menos hasta que pueda salvarte. Te amo…”

Notas finales:

-¿A dónde se llevaron a Vegeta? ¿Acaso está en “El guerrero legendario”? ¿O lo llevaron a otro lugar? Y, si es así, ¿dónde es?

-Bojack lastimó gravemente a Veggie, ¿acaso alguien lo encontrará antes de que sufra más?

-Goku cuidará a Tarble, ¿por qué lo ve como un hermano menor? ¿Acaso pasó algo en el pasado con Raditz que hace que quiera buscarse hermanos en otro lado?

-Bulma se casará en dos meses, ¿Vegeta estará a tiempo ahí y a salvo para poder entregarla en el altar?

-Goku por fin lloró, realmente le dolió lo que le pasó a Vegeta, ¿qué hará para encontrarlo?

 

Espero que no hayan dejado de seguir el fic luego de mi ausencia. Estoy muy arrepentida, por eso hice el capítulo largo (creo que lo es) y actualizaré todas mis historias, pero espero y me perdonen.

Sin más, me despido.

~~~Insectos~~~    <-Ya extrañaba escribir eso :’)


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