Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Mi pequeño Charles//Mi pequeño Erik por Dark_Gaara

[Reviews - 88]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

¡¡¡Hola!!! Sí, SIGO VIVA. Y no, esto no es un aviso de cancelación, es ¡el primer capítulo de Mi Pequeño Erik! No abandoné el fic, era en serio cuando decía que seguiría escribiéndolo. Sé que me tome muuuuucho tiempo para actualizar. Sinceramente nunca pienso que pasó tanto tiempo, tengo una vida atareada y a veces los días se me terminan muy rápido. También soy muy exigente con mi escritura y no me gusta escribir cualquier cosa sólo por actualizar. Aún así, pido perdón porque esta vez me pasé de la raya.

 Seguiré con este fic. Aviso, sí, que Mi Pequeño Erik será mucho más corto que Mi Pequeño Charles. ¿Razones? Lógica del fic: 1-Hank ya tiene la cura -aunque no del todo- así que no puede tardar lo mismo. 2-Ambos ya pasaron por varias 'pruebas' de su afecto. No quiero estirarlo mucho y que se vuelva repetitivo.

No puedo darles fechas de actualización. Sí decirles que seguiré escribiendo  y actualizando. Y que no haré más cortos los caps, por más que eso me haría actualizar más rápido. ¿Por qué? Porque en general cada cap tiene un comienzo y un final marcados, y no quiero interrumpir las acciones o la esencia de cada uno simplemente por el afán de subirlo. Espero que sepan tener paciencia <3

¡Disfruten el capítulo!

-¿Está muy incómoda tu cama, Charles?

La voz femenina lo sacó de sus pensamientos, provocando que se congelase frente a la puerta que estaba a punto de atravesar. Sin saber muy bien por qué (o sin querer admitirlo en realidad) sintió la misma sensación que lo acechaba de niño cuando era descubierto haciendo una travesura. De hecho, sonrió de la misma forma en la que lo hacía en dicha situación. Un poco nervioso, volteó a ver a la mujer que le había dirigido la palabra, que estaba a unos metros de él, parada en el pasillo.

-¿De qué hablas, Moira?-preguntó lo obvio, haciéndose el tonto.

No se le escapó la mirada sagaz que le dirigió la agente. Parecía que estaba burlándolo, pero en verdad se notaba que no estaba contenta con la situación. Más que una broma, casi sonaba a un pedido de explicación. Pero Moira no era tonta, y conocía a Xavier: pedirle explicaciones era lo último que podía hacer si quería tener una oportunidad con él. Así que esbozó una sonrisa, decidida a seguirle el juego. Si Charles se hacía el tonto, ella también lo haría.

-Oh, supuse que esa era la razón por la cual te escabulles al cuarto de Erik.-contestó con fingida inocencia.

Charles pestañeó un par de veces, aun sonriendo nerviosamente. Las palabras parecían haberse ido por algún camino que no era capaz de recorrer. Se lamió el labio, esperando que eso le diese unos microsegundos más de tiempo para pensar algo coherente, que no sonase demasiado mal. Podría haberle dicho la verdad a Moira, claro:  no sería nada vergonzoso, sería claro, y quizás hasta quedase como una persona ejemplar que se preocupaba honestamente por otra. Pero no era tan idiota. Sabía que Erik detestaba a la agente, le gustase a él o no. y podía llegar a matarlo si le contaba a Moira lo que estaba pasando. Aunque en verdad no había pasado nada aún, pero conocía demasiado bien a Lehsnherr: cualquier situación que tuviese que ver, aunque más no fuera en la mínima medida, con su propia vulnerabilidad, lo ponía nervioso. Y nada destrozaría más sus nervios que saber que esa “maldita” agente sabía de todo aquello. Así que no, no era opción contarle la verdad a Moira. ¿Qué decirle, entonces? ¿Qué excusa podía sonar honesta acerca de dormir en el cuarto de Erik? Y que no sonase pervertida, por dios. ¿Qué imagen daría escabullándose cuando toda la mansión estaba en silencio, con su propio pijama en mano, al cuarto del polaco? Ninguna muy honorable, debía decir.

-En verdad…-comenzó, con algo de nervios.

Moira frunció el ceño, extrañadísima. Si antes quería explicaciones, ahora ciertamente las necesitaba. Ya no se trataba de molestar un poco al soberbio hombre que parecía alejarla cada día más: algo extraño estaba pasando entre Charles y Erik, y eso sí que debía saberlo. Más si de todas las personas que poblaban el planeta se trataba de ese irrespetuoso polaco. Estaba segura que si alguien no se merecía la amabilidad de Charles era aquel hombre, que, justamente, abusaba de ella. Aunque en el fondo no estaba convencida, creía que el ojiazul pasaba tiempo con él por miedo a las consecuencias que podía tener toda la mansión si Erik se molestaba y no se controlaba. Además, suponía la agente, a Charles debía fascinarle un poco la mente del polaco. Pero había un límite, como lo era que durmiese con él. La sola idea la molestaba. No es que fuese soberbia, sin embargo, realmente quería que el inglés le prestase más atención. Y tal vez eso sería posible, pues varias veces el oji azul se había mostrado en ella, incluso le había coqueteado desde que se conocieron. Pero…de alguna manera en la cual Moira prefería no profundizar, Erik complicaba las cosas.

Charles se percató de la expresión de la agente, y se golpeó mentalmente por no poder explicar la situación, quedándose allí parado con nervios, como si hubiese sido descubierto por entrar al cuarto de su amante. Y la idea era, a la vez, tan atractiva….Suspiró, tratando de calmarse un poco. Sí, Erik revolucionaba su cabeza, pero no debía dejar que eso lo notasen los demás. No aún.

-Mira, Moira. Lo cierto es que…Erik tiene algunos problemas. Nada grave-y ni él supo por qué lo aclaró, porque era obvio que a la agente poco y nada le interesaba si Erik tenía problemas graves o superficiales. El desprecio era mutuo.- Y quiero, debo ayudarlo.-afirmó.

-¿Entrando a su cuarto a altas horas de la noche?-preguntó tratando de sonar bromista.

Supo que había perdido cuando Charles le sonrió abiertamente, de esa manera sensual y que no admita réplicas o dudas que tanto caracterizaba al hombre.

-Sabes muy bien cómo es Erik, querida. A él no le gusta que los demás sepan estas cosas. Es por ello que no te lo aclaré bien al principio. No querría…no querríamos que él se molestase, ¿no?-y rió un poco, con una risa cómplice que le arrancó una sonrisa a la agente.- Así que…guárdeme el secreto, ¿si?

La expresión molesta o dudosa de Moira se fue con esa sonrisa, así que volvió a ella su usual aire de auto confianza, y de sensualidad femenina que tanto le mostraba al inglés. Sonrió de manera cómplice también, creyendo el cuento e que ella y Charles compartían alguna suerte de secreto mutuo, que los acercaba más. Exactamente lo que ella buscaba.

-Claro, no te preocupes. Buenas noches.-dijo amablemente, mientras comenzaba a caminar hacia su cuarto.

Charles suspiró, agradeciéndose a él mismo por ser tan inteligente como para librarse limpiamente –y sin mentir, en realidad- de aquella situación incómoda y que tan bizarra había parecido al principio. Se dispuso a tocar la puerta de la discordia, cuando la voz femenina volvió a detenerlo.

-Oh, y si te incomoda tu cama, siempre tendrás un lugar en la mía.

Charles no pudo evitar sonrojarse ante el sugerente comentario. Por suerte, Moira habló de lejos mientras seguía su camino, así que no lo vio. Tampoco era necesaria una respuesta, lo cual el inglés agradeció, porque no hubiese sabido qué decir sin herirla. Quizás se había propasado un poco con la agente, con su usual coquetería y sensualidad innata, que utilizaba consciente cuando quería obtener algo, como librarse de Moira. Se mordió el labio inferior, sintiéndose un poco mal consigo mismo, pues no quería herirla, pero presintió que, tal vez, había dado una impresión que no era la correcta.

Aún sumido en sus pensamientos, tocó la puerta. Erik abrió enseguida, demasiado rápido, pensó Charles. Se preguntó si habría escuchado toda la conversación. En verdad no podía reprocharle nada: no le  había contado a Moira qué ocurriera en realidad, y tampoco podía ser tan grosero de decirle que se metería en sus asuntos (como presuntamente hubiese hecho Erik). Y acerca del coqueteo….Erik no podía reprocharle nada, ¿no? A fin de cuentas, ellos no eran nada.

-¿Vas a entrar?-le preguntó Erik con tono de pocos amigos, parado en la puerta, aunque habiéndose corrido para dejarle un lugar, en una clara invitación que Charles, por estar sumido en sus pensamientos, no había percibido.

-Claro.-contestó atropelladamente, entrando al cuarto.

-No tienes que hacer esto, lo sabes.-comentó Erik seriamente en un suspiro, mientras cerraba la puerta tras su amigo. Había notado lo ido que estaba el otro, y, sumado a que desde el primer momento no le había gustado del todo la situación, ahora le desagradaba más.

-Por supuesto que tengo que hacerlo.-lo contradijo.

-¿Porque yo te cuidé cuando empequeñeciste?-lo interrumpió antes de que pudiera seguir. Charles había volteado  a verlo.- Vamos, Charles. No necesitas devolverme el favor o lo que sea. Ya lo has hecho con creces desde que nos conocemos.

Charles sonrió amablemente. Si aes estaba convencido de que estaba haciendo lo correcto, ahora que veía a ese Erik agradecido estaba más que seguro.

-No es por eso, Erik. Aún si yo no hubiese empequeñecido, y supiera que corres algún peligro, te cuidaría igual.-respondió dulcemente, esperando convencer al polaco.

Erik lo miró, y desvió la mirada al instante. La expresión tan tierna de Charles, en conjunto con la seguridad de su tono, y el significado profundo de sus palabras, era demasiado para su herido corazón. Sabía que el inglés no mentía, era claro con sólo mirar la transparencia de sus ojos. Pero ese era el problema. Charles estaba dispuesto a cuidarlo….sin embargo, él no estaba del todo dispuesto a dejarle hacerlo. Odiaba depender de as personas, pero, más allá de eso, odiaba sentir que molestaba a Charles. Que lo obligaba a estar ahí con él, que lo ataba a su lado sin merecerlo de ningún modo. Él siempre estaba al borde de algún peligro, y podía soportarlo solo. No hacía falta arrastrar a Charles con él. No lo permitiría.

-Lo sé. Eres muy amable. Demasiado.-murmuró, abrumado por la calidez de Charles. El inglés sonrió tímidamente.-Pero no quiero molestarte. No hace falta.

-Erik, no voy a dejarte solo. Nunca.-y lo dijo tan, tan seguro, que fue casi una promesa encubierta.

El corazón del polaco latió con fuerza, y por un momento sólo quiso cortar la distancia que los separaba y envolver a Charles en sus brazos, para ver si así podía darle un poco del cariño que el otro le ofrecía tan abiertamente. Sin embargo, eso sería aceptar ese cariño, y él no podía hacerlo. No lo merecía.

-Realmente…agradezco tu actitud, en serio.-dijo, tratando de no sonar tan emocionado como estaba, aunque supo que no lo logró del todo. Sin embargo, debía mantenerse firme.- Pero no quiero que tengas que arrastrarte a mi cuarto a altas horas de la noche, ni que duermas en un colchón en el suelo.

-Oh, vamos, tú has dormido en lugares peores.-y cuando lo decía él no sonaba a burla o a insulto, si no a un argumento válido.- Haría más que eso por ti.

Erik podía jurar que Charles estaba casi coqueteando con él, diciéndole aquellas cosas con una sonrisa segura y sus ojos demasiado azules clavados en él sin ningún pudor, como si no dudase ni un maldito segundo de que lo que estaba diciendo era correcto y debía ser dicho en voz alta y con orgullo. Maldito inglés altivo, pensó, porque a él sí le avergonzaba oír muestras de cariño tan absolutas y abiertas, vamos, como si alguien como él las mereciera. Como si realmente pudiese tener el amor de ese hombre tan gentil y orgulloso y amoroso y perfecto.

-Charles….no quiero molestarte. Hoy parecías un poco…incómodo con esto.-se sinceró, tratando de mantener la compostura.

Charles pareció levemente desencajado. Frunció el ceño, tratando de entender a qué se refería Erik. Recordó que había entrado al cuarto un poco distraído, pensando en todo el asunto de Moira. Pero no tenía absolutamente nada que ver con el polaco. Iba a responder, cuando Erik volvió a hablar.

-No te preocupes. Ya has hecho demasiado por mí, en serio. Y agradezco que hayas tratado de evitar algún peligro o algo así. Pero ya han pasado, ¿cuánto? ¿Tres días? ¿No crees que ya habría pasado algo? Quizás Hank se equivocó después de todo. No podemos simplemente confiar en sus suposiciones.

-Claro que podemos. Y debemos.-enfatizó Charles, completamente en desacuerdo. Ahora estaba serio, al igual que Erik.-Sabes bien que puede tener razón, ya que el poder de ese mutante también te atacó. Hank tuvo razón cuando hizo mi cura, ¿o no? No tuve ningún efecto secundario y fue muy rápida.-suspiró, un poco cansado.- Deberías confiar más en él, mi amigo.-y un poco más suplicante, agregó.-Y en mí.

-Charles…-murmuró, sintiendo cómo cada barrera que había construido caía sin que él pudiese hacer nada ante ese pedido tan dulce, ante ese tono suplicante.

-Odiaría que amanecieras pequeño y yo no estuviese allí para ayudarte.-continuó.-Tú viniste apenas te llamé, pero tú no tienes el poder de comunicarte con otra mente. Pensé que ya habíamos dejado todo esto claro, Erik…-y sin poder evitarlo hizo un leve puchero.

A Erik le arrancó una sincera sonrisa esa expresión. Charles se veía tan dulce cuando hacía esa clase de gestos, tan abrazarle, tan apretable…

-Supongo que no puedo discutir contigo.-respondió, resignado, y no se le escapó el brillo que pobló los ojos del inglés.

-Así es.-y más tímidamente, agregó-Sé que quizás te moleste dormir en el mismo cuarto que yo, pero...

-No digas tonterías.-lo interrumpió, molesto por la idea que había tenido Charles.

Si dormir con él, en el mismo cuarto, era justamente lo que lo ponía nervioso. Tenía miedo de que teniendo a Charles allí, tan cerca, en una situación un poco intima como era dormir, sus sentimientos se volviesen incontrolables y cometiese algo de lo que después pudiese arrepentirse. O peor…que sus pensamientos fuesen quienes perdiesen le control, y el inglés, con su maldita mutación, se enterase de todo…de cuán feliz estaba de haberlo conocido, de cuán poco sentía que se merecía esa felicidad, de cuán apetecibles se le hacían esos labios, de cuan suave le parecía esa piel, de cuan fascinantes hallaba es ojos, de cuan magnifica se le hacia esa mente tan particular….

Sus pensamientos hicieron cortocircuito cuando enfocó la mirada en Charles, más específicamente, en la dulce y tímida sonrisa que se había formado en el rostro del telépata. Erik se sorprendió de que realmente el inglés pensara que le incomodaba su presencia en su cuarto. ¡Todo lo contrario! Aunque, justamente, eso lo ponía nervioso.

-Vamos a dormir.-dijo con una sonrisa conciliadora, alegre de tener al telépata allí con él.

Charles asintió en silencio. Le echo una última mirada cómplice a Erik antes de dirigirse al cuarto de baño, con su pijama en la mano. Erik suspiró, abrumado por todo lo que estaba pasando. Y, bueno, sabía que después del maravilloso –y agitado- día que habían pasado juntos cuando el inglés había empequeñecido, las cosas no seguirían igual que siempre. Y no es que le desagradase: habían pasado sino muchas, intensas cosas entre ellos ese día, y sus emociones eran un revoltijo. El problema era ese: aún tenía muchas cosas que pensar, sus sentimientos lo golpeaban sin descanso cada vez que recordaba una mirada o una sonrisa de Charles. No tenía control de lo que le ocurría, y eso lo ponía nervioso. Pero no podía evitarlo. Y ahora, con Charles allí, durmiendo en su cuarto cada noche…sentía que iba a explotar. Debía controlarse, sí, pero todo sería más fácil si pudiese poner cierta distancia entre él y Charles, como había intentado al principio. Sin embargo, éste había llegado tan preocupado por él a su puerta…tan decidido a protegerlo. A él, a Erik lehnsheer, como si necesitase protección. Pero si era Charles quien se la ofrecía…no podía negarse, no importaba cuánto su herido corazón y su aterrada alma le dijeran que lo echasen a patadas de su habitación, no podía realmente hacerlo. La esperanza de ser sanado, de ser acompañado, de ser amado…era más grande que el miedo, a veces. Como cuando accedió a aquella locura que le planteó el idiota telépata.

Charles salió del cuarto de año ya cambiado. Una parte de Erik hubiese querido que se cambiara allí con él, no importase cuán inapropiado fuese ese pensamiento. De sólo pensar en tener la piel blanca y suave de Charles desnuda frente a él…se lamió los labios nervioso, mientras él mismo se cambiaba ante la sutil y atenta mirada del inglés.

Charles comenzó a ponerse un poco nervioso, aunque no lo demostrara. Ver a Erik cambiándose, quitándose  la remera para mostrar su entrenado cuerpo…y luego sus pantalones, mostrando esas piernas musculosas y firmes, quedando tan sólo en bóxers que más que cubrir delineaban el contorno de su…Charles sacudió la cabeza mientras se mordía con demasiada fuerza el labio inferior, tratando de controlar los impulsos que sacudían su cuerpo. Tenía ganas de lanzarse sobre Erik, o, mejor aún, de arrastrarlo a la cama que estaba allí, y de exigirle todo tipo de cosas indecorosas. Pero si con sólo compartir cuarto con él el polaco se mostraba tímido y un poco incómodo, era obvio que lo rechazaría al instante. No temía que Erik lo lastimara, aunque conocía su instinto un poco violento. El problema sería que el polaco probablemente lo echase y no lo quisiera ver ni en figuritas. Y Erik estaba en peligro, lo sabía. No podía arriesgarse a que lo alejase de su lado en esa situación. Él quería demostrarle a Erik que podía confiar en él, que podía cuidarlo.

-Charles, ¿estás bien? Te sangra el labio.

La voz grave lo sacó de sus pensamientos, descubriendo que Erik lo miraba extrañado y, maldición, un tanto preocupado. Y quizás hubiese podido sonreír y contestado que todo estaba bien, manteniendo el control de la situación. Pero no, Erik tenía que siempre sacudirlo y sacarlo de su lugar de confort. Porque el polaco no tuvo mejor idea que estirar su brazo y limpiarle con su dedo la sangre que manaba del labio de Charles. El inglés sintió que varias cosas se le paraban ante ese contacto tan cuidado y suave, con la mirada verde de Erik clavaba sobre él con intensidad. No entendió realmente si había un tinte erótico en la acción del polaco o él lo estaba imaginando, tranquilamente podía ser la segunda opción, porque para él Erik era el erotismo encarnado. Y más si lo miraba así, y lo tocaba así, precisamente en los labios. Dios, tenía que alejarse inmediatamente del rubio si no quería lanzarse a sus brazos y a sus labios y a su todo. Pero eso arruinaría todo. Y él no quería arruinar las cosas con Erik.

Pensando que no podía lanzarse a los brazos del polaco, decidió lanzarse al colchón que estaba cuidadosamente colocado al lado de la cama, en el piso.

-Estoy bien.-respondió muy tardíamente, una vez acostado en donde venía durmiendo. Miró a Erik desde donde se encontraba, mientras sonreía, tratando de calmar a su cuerpo y a su corazón.- Buenas noches, Erik.

Erik lo miró confundido por el repentino movimiento de Charles. Pero enseguida se olvidó de ello, porque Charles se había acostado en el colchón en el suelo, y no en su cama.

-Hey, quítate de ahí.-le dijo mientras se colocaba una sudadera para dormir.

-Oh, estoy muy cómodo.-respondió con una sonrisa juguetona en su rostro, simulando que se acomodaba en el colchón, aunque ni siquiera se había cubierto con las sábanas.

-Ese no era el trato.-lo contradijo, parándose exactamente frente al colchón, y simulando estar molesto.

Charles río dulcemente ante la actitud de Erik.

-No seas pesado. Duerme tú en la cama, yo estoy bien aquí.

-No, no, no. La idea era que tú durmieras en la cama y yo en el suelo.-volvió a intentar, aun si sabía lo cabeza dura que podía ser su amigo.

-Necesitas descansar.

-Tú también.-y con una sonrisa ladina, agregó- Y yo estoy más acostumbrado que el señorito inglés a dormir en lugares no tan cómodos.

Charles abrió la boca mientras se llevaba una mano al pecho, simulando estar ofendido, aunque su sonrisa era indisimulable. Erik rió ante la expresión fingida de su amigo.

-Me insultas, Lehnsherr. Este señorito inglés no es tan frágil como crees.-y sonrió, conteniendo la risa.- Además, este colchón es muy cómodo, así que tu punto es inválido.

-¿Ah, sí?-respondió rápidamente.- Pues si llego a empequeñecer, como tú crees que puede pasar, ¿no sería mejor que esté en el colchón, más cerca del suelo?

-Mmm…-meditó Charles unos momentos, perdiéndose en la sonrisa triunfal de Erik.-Pero tú no te mueves mientras duermes, así que no vas a caerte.-maldito Xavier, lo conocía demasiado bien.

-Pero quizás me despierte confundido. Tu sabes, uno no despierta midiendo diez centímetros todos los días.-aquello ya era casi una cuestión de honor.

Charles lo miró con una sonrisa dulce en el rostro, la cual fue devuelta con creces por Erik. Ambos amaban esos pequeños momentos de intimidad donde podían jugar y bromear sin temer lastimarse, olvidándose por un momento de todo lo que pasaba a sus alrededores y en su propio interior. Eran sólo dos personas jugando, sonriéndose como si nada más importara, como si tuvieran una vida común y corriente que les permitiese disfrutar esos momentos tan dulces y simples.

-Puede ser que tengas un buen punto.-respondió Charles rompiendo el pequeño y cálido silencio que se había instalado entre ellos. Erik sonrió satisfecho, pero el inglés no se la dejaría tan fácil.-Pero…ya estoy acostado.

-No seas tramposo.-le pidió burlón.

-Pero es cierto, ya estoy acomodado.-y con una mirada cómplice, agregó- Tendrás que sacarme a la fuerza.

Erik sintió un pequeño cortocircuito en su cerebro ante esa imagen de Charles acostado, mirándolo desde abajo fijamente, con esa sonrisa tan roja y esa mirada tan penetrante. Era un chico travieso, y eso lo volvía loco. Además, Xavier era sensual por naturaleza, así que la imagen se le hacía completamente sugerente. Por su lado, Charles sabía que estaba jugando un poco con fuego, pero no estaba preocupado. Sabía que Erik rehuía al contacto físico, así que no lo sacaría realmente de allí. Se limitaría a maldecirlo y se acostaría en la cama, quizás un poco molesto, peor se le pasaría con dormir, y él se habría salido con la suya al dormir en el lugar más incómodo de las dos opciones.

Lo que Charles no contemplaba era que sí, Erik hubiese actuado así, lógicamente…antes de conocerlo a él. Porque Charles explotaba el lado juguetón de Erik, esa parte traviesa y juvenil suya que no había tenido oportunidad de salir a flote en su infancia y adolescencia, pero que el inglés, con su personalidad tan divertida lograba explotar. Por eso se sorprendió cuando Erik no refunfuñó, ni maldijo, ni se acostó en la cama, sino que sonrió soberbia y divertidamente.

-Bien…si así quieres las cosas, jugaremos con tus reglas, Charles.

Y antes de que pudiese reaccionar, Erik se le había tirado encima.

Fue un movimiento rápido y preciso, como todos los del polaco. Aun así, se cuidó de no aplastar a Charles, porque sabía que estaría demasiado sorprendido como para frenarlo. Erik apoyó sus codos a cada lado de la cabeza de Charles, que lo miró sorprendido durante un instante. Pero enseguida largó una carcajada de sorpresa, nervios y alegría. Su risa era como campanadas, y seguía riendo casi como un niño. Erik no pudo evitar contagiarse de esa alegría desbordante y comenzó a reír también.

-Quítate, quítate…-comenzó a decir Charles entre risas, moviendo sus piernas aplastadas por las de Erik. Aunque en verdad no quería liberarse del polaco, estaba jugando.

-Tú lo quisiste así.-le respondió alegremente Erik, sin inmutarse ni un poco por los movimientos de Charles.

Rieron juntos unos minutos más, mirándose con los ojos entrecerrados por la risa, esperando no incomodar al otro. Cuando lograron controlarse, quedaron allí mirándose de manera cómplice y alegre. Las sonrisas de ambos estaban estáticas en sus caras, con felicidad todavía en ellas y sin querer irse. ¿Cómo no sonreír al estar tan cerca de la persona amada, riendo, disfrutando, jugando? Pasaron algunos minutos durante los cuales ninguno dijo nada, pues no querían arruinar el momento. Pero las ganas de quebrantar esa poca distancia que los separaba comenzaban a volverse insoportable. Y volvieron las dudas, las inseguridades, los miedos. No querían lastimar al otro, ni a ellos mismos. Y los sentimientos eran tan abrumadores…

-¿Vas a dormir aquí?-dijo fin Charles, aun sonriendo juguetonamente.

-Sí.-contestó burlón.-Pero primero te voy a sacar de aquí.

Charles frunció el ceño y apretó los labios, no molesto ni enojado, si no curioso. Sus ojos azules brillaban con expectación y curiosidad, y Erik no podía evitar quedarse prendado de ellos.

-¿Y cómo lo harás?

-¿Me desafías otra vez, luego de lo recién? Para ser tan inteligente, eres muy lento.

 En un rápido movimiento, Erik se levantó de encima de Charles. El inglés sintió un vacío al sentir que el cuerpo sobre él lo abandonaba. Sin embargo no llegó a decir o hacer algo: Erik lo tomó en sus brazos como si fuera, prácticamente, un niño. No parecía haber hecho un gran esfuerzo. Lo levantó del colchón en el suelo, y aunque sólo fue un instante, Charles pudo oler la colonia del cuerpo ajeno, sentir su calor y su cercanía. Erik lo depositó suavemente en la cama, sin darle tiempo de reaccionar. Una vez finalizada su tarea, se acostó en el colchón en el suelo.

-Buenas noches, Charles.-dijo con una gran sonrisa triunfadora en el rostro.

Charles quedó sin palabras por un instante, sorprendido por la acción de Erik. Sabía que el polaco era reacio a tocar a otras personas… ¡y a él prácticamente lo había alzado! Sin ninguna duda, sin vergüenza, tan sólo como parte del juego. Una sonrisa tímida y feliz surcó su rostro, y agradeció que Erik le diese la espalda para que no pudiese interrogarlo.

-Buenas noches, Erik.-dijo, y murmuró.-Tramposo.

Oyó la risa de Erik, y supo que ese sonido era el mejor deseo de buenas noches que podía recibir.

 

Tuvo que contenerse de gritar una maldición cuando sintió que algo caía sobre él. Bueno, más bien, alguien. Abrió los ojos con sorpresa y furia ante el repentino acercamiento. Tardó algunos segundos en procesar donde se encontraba y qué estaba pasando. De golpe sintió el cuerpo sobre él, y el olor ajeno lo embriagó por completo, no permitiéndole desperezarse tan rápido como hubiera hecho en otros momentos. De hecho, en otra época de su vida ya hubiera asesinado a quien estuviese sobre él, o, mínimo, hubiese saltado lejos y listo para dar pelea. Y, sin embargo, seguía allí acostado, desperezándose tranquilamente, sorprendido pero no asustado. ¿Cómo estar asustado, si estaba en la mansión de Charles Xavier? Un mutante poderoso, que lo protegería sin importar qué. Erik suspiró, consciente del cambio de actitud que el inglés, sin saberlo, estaba operando en él. Lo abrumada, pero no le disgustaba. Un poco más despierto, pudo entender rápidamente lo que había ocurrido. Charles, a quien había logrado “convencer” de que durmiese en la cama y no en el suelo, acababa de rodar de la cama, cayéndose sobre él. Erik se sentó lentamente, mientras miraba si su amigo se había hecho daño.

-Erik…-murmuró adormilado el inglés.

Erik esperó unos segundos a ver si iba a hablarle, pero al parecer sólo estaba soñando. Con él. El polaco no pudo reprimir su tonta sonrisa. Charles parecía estar en perfectas condiciones, e incluso ni siquiera se había despertado. Maldito telépata. Ahora Erik lo tenía allí, sobre él, completamente inconsciente. Erik suspiró, disfrutando el contacto del cuerpo ajeno sobre él. Acarició con toda la delicadeza que tenía aquellos cabellos castaños y rebeldes. Charles, aún dormido, ronroneó por la caricia, y acomodó mejor su cabeza sobre el regado de Erik. El polaco básicamente podía sentir el aliento y la respiración ajena sobre su entrepierna, sólo cubierta por su ropa anterior. Suspiró por el contacto, y tuvo que realmente reprimirse para no acariciar el cuerpo ajeno. Charles se veía hermoso mientras dormía. Y mientras comía, y mientras daba ´órdenes, y mientras enseñaba, y mientras jugaban ajedrez, y mientras hablaba de sus proyectos, y mientras caminaba, y mientras respiraba. Charles era hermoso, ciertamente.

Erik se sentía agotado. No entendía bien porqué, pues estaba seguro que había dormido un par de horas y, en general, eso le bastaba. Si dormía más era porque no sabía si seguiría disfrutando de una cama tan cómoda y una habitación sólo para él por mucho tiempo. No es que planease irse, pero su vida era un torbellino, y estaba acostumbrado. Aunque no podía negar que también se estaba acostumbrando a la estabilidad que Charles le brindaba.

Sin embargo, no fue sólo el cansancio lo que lo hizo reaccionar. Realmente estaba comenzando a sentir como su cuerpo lo traicionaba ante el contacto del inglés. Y es que tenerlo allí, en su regazo, tocando su piel con su rostro, sintiendo su aliento justo en esa parte de su anatomía…lo estaba volviendo loco. Tampoco ayudaba que Charles sonriese tan satisfactoriamente mientras dormía, y menos luego de pronunciar su nombre, como si esa sonrisa tuviese que ver con él en su sueño. Erik sacudió la cabeza, demasiado agotado para resistir mucho tiempo aquello. Depositó con delicadeza a Charles en el colchón, mientras él se paraba. Se dirigió al baño, orinó, se lavó las manos y salió. Sí, seguiría durmiendo un rato más. Mucho más. Aún era de noche, así que quizás no había dormido tanto tiempo y por eso estaba tan cansado, y por eso sentía que su cabeza dolía. Cuando salió del baño vio que Charles seguía durmiendo plácidamente en el colchón en el suelo. Había pensado en levantarlo otra vez para depositarlo en su cama, pero no lo hizo. Estaba demasiado cansado, y no quería despertar a su amigo. Así que, sin pensar más en ello, se acostó en su cama y se durmió.

 

Charles sintió los párpados pesados por un momento. Se acomodó un poco, sintiendo cómo el colchón buscaba adaptarse a su cuerpo. Enseguida se dio cuenta de que estaba en el suelo, y no en una cama. ¿Qué había ocurrido? Estaba seguro de que se había acostado en la cama. De hecho, recordaba la “discusión” que Erik y él habían tenido por ello. Sonrió tontamente al recordar el episodio, pues le había parecido muy dulce la actitud el polaco, y le encantaba ver ese matiz de su personalidad. Pero, entonces, ¿por qué despertaba en el colchón en el suelo?

“¿Estás despierto?”

La voz llegó directo a  su cabeza. La voz de Erik. Charles abrió los ojos rápidamente, sin comprender por qué Erik le había hablado a través de su telepatía y no con su voz. Se incorporó rápidamente, y echó un vistazo a la cama. Estaba deshecha y vacía, excepto por algo de ropa.

“En la mesa de luz.”

Charles dirigió su mirada allí, donde Erik le había indicado. Lo encontró sentado en ella, mirándolo fija e impasiblemente, vestido.

Y midiendo diez centímetros de tamaño.

 

 

 

Notas finales:

¿Y? ¿Muy malo? Hace mucho no escribía el fic y, la verdad, tenía miedo de haber perdido su esencia. Creo que logré mantenerla, pero me alegraría mucho saber si ha sido así o no. Así también, sé que pido mucho pero me alegraría mucho saber si alguien siigue leyendo esto. Sus reviews fueron los que me hicieron continuar la historia a pesar del tiempo que había pasado <3

Espero poder actualizar pronto.

¡Nos leemos~!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).