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Mi pequeño Charles//Mi pequeño Erik por Dark_Gaara

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Notas del capitulo:

Holaaa~!! Sé que me ausenté mucho tiempo u3u Este mes ha sido súper movido en mi vida, y de hecho ahora tampoco tengo tiempo (supongo que a muchos les pasa que en las fiestas se junta la familia y uno no puede escabullirse mucho tiempo xD). Este cap quedó medio raro, porque la primer parte lo escribí apenas terminé el anterior, y la última hace unos momentos, medio apurada y entre mucho ruido u.u Mi idea era hacerlo bien largo, sé que termina súper abrupto, pero volví a leer los comentarios y me pareció mejor subirlo ahora, como para que lean un poquito, y trabajar las ideas que quedaron sueltas bien en el próximo cap (prometo que será más largo/interesante <3).

También quiero hacer una aclaración: hay varias escenas, sobre todo de este cap, les recuerdo que este fic lo basé en las imágenes de teddibe.tumblr.com por lo tanto trato de que aparezcan esas escenas en la historia, lo siento si quedan forzadas ><

Espero que no los decepcione mucho u3u

-¿Vas bien allí?-preguntó aparentando naturalidad.

 Charles estaba aferrado al cuello de Erik. Sentía los vellos de su nuca erizados, y lo atribuyó  a que no estaba acostumbrado a que alguien lo tocase allí, siendo un lugar bastante íntimo. También percibía su nuez moverse cuando hablaba, y se sentía hipnotizado por las cosquillas que le hacía. Aun así, sonrió tranquilamente.

-Claro.-comentó como si fuera obvio.

 Erik quiso suspirar muy despacio, para que no se notase, aunque supuso que era imposible que Charles no se diera cuenta estando tan cerca de su cuello. Y es que le encantaba sentirlo allí, tan cerca de su rostro, pero también lo ponía un poco nervioso. Era un poco invasivo. Más para él, que no permitía que nadie (o casi) traspasase cierta línea de su intimidad.

-¿Te molesta, mi amigo?-preguntó bajito, porque lo cierto es que él estaba muy cómodo allí. Aunque tampoco quería incomodar a su compañero, y sabía que era bastante sensible en ciertos aspectos.

 Erik se tomó su tiempo para responder, porque era de esas personas que preferían callar a balbucear. Buscó rápidamente una excusa que no demostrara su verdadero nerviosismo.

-Me refería a que estás demasiado expuesto allí. Y encima nos estamos dirigiendo a la cocina…

-Justamente.-lo interrumpió Charles riendo. Era esa risa tan suya, como de campana un tanto aguda, que en seguida se deshizo de la tensión que se había instaurado en el ambiente- Hank ya está buscando una cura. Además, él, Raven y tú ya saben mi estado actual. Así que creo que ya no importa demasiado que los otros me vean así. Por eso estamos yendo a la cocina en vez de desayunar en mi cuarto.

 Erik no pudo evitar imaginarse a ambos, Charles aún pequeño, desayunando juntos en el cuarto del inglés. Sería algo bastante íntimo, como si estuvieran ellos dos solos en aquella inmensa casa. La idea le hizo sonreír. No se llevaba mal con los demás habitantes, excepto Moira; pero siempre prefería estar solo. No era bueno para relacionarse con la gente, y, francamente, no le interesaba. Excepto con Charles, claro. Era la única persona con la que toleraba estar más de un rato. Bueno, tolerar… Mas bien, era la única persona a la cual podía llegar a extrañar si pasaba mucho tiempo sin él. Anhelaba su compañía. Ya sea jugando al ajedrez, debatiendo, viajando, o cada uno leyendo un libro: la simple presencia del inglés servía para que se tranquilizase, para que bajase un poco la guardia. No sabía si era porque sabía que Charles era el mutante más poderoso que hubiera conocido, o si se debía a que siempre tenía una sonrisa para darle, como si todo fuera a estar bien, incluso lo que no lo estaba. Para colmo, habían tenido que viajar juntos, estando a veces varias horas juntos en un avión, o en una habitación de hotel, o en un bar para no aburrirse. Y aun así, Erik jamás se había cansado de Charles. A veces, cuando reflexionaba sobre ello, se preguntaba si Charles se sentiría igual respecto a él. Aunque, claro, jamás sería igual: Charles era sumamente alegre, y sociable. Todos lo adoraban. Y él adoraba a todo el mundo. No sentía rechazo a las multitudes, y seguro que sería feliz si hubiera más gente todavía en esa casa demasiado grande. Pero también empezaba a ser consciente de que bajo esa capa de cordialidad, el inglés tenía un espíritu algo solitario. Bastante característico de las personas tan inteligentes, pensaba Erik.  Porque cuando uno gusta de leer y estudiar, necesita tiempo a solas, y un ambiente tranquilo. Y era sabido que a Charles le encantaba ello. Poco tiempo antes de aquel viaje donde Charles había empequeñecido, de hecho, le había comentado que debía seguir trabajando en algo de su tesis de investigación de genética. No había comentado mucho más, excepto que era probable que pasase algo de tiempo aislado en su estudio.

 Lo curioso era que, cuando se lo había mencionado, también le había aclarado que él podía ir allí a leer si quería. Así se hacían compañía mutuamente.

 En aquel momento, Erik había asentido, sin pensar demasiado en el asunto. Pero luego de haber reparado en ello, se daba cuenta de la muestra de afecto que era esa proposición para el inglés. Lo estaba invitando a compartir ese espacio íntimo, donde conectaba su cerebro con su curiosidad, algo sumamente individual. Pero no tenía problema en que él estuviese allí. Incluso, quizás, lo quería.

 Tal vez su compañía para Charles era igual de importante que la compañía de Charles para él.

-¿Erik? ¿Estás bien?-la voz de Charles hizo que volviera a la realidad.

 Pudo notar que los ojos azules brillaban, y que su pequeño amigo sonreía divertidamente.

-¿Por qué me miras así?-inquirió con curiosidad ante la expresión tan alegre de su compañero.

-Oh, me preguntaba que estabas pensando.-creyó notar que esas pequeñas mejillas se sonrojaban un poco.

-¿Te estabas metiendo en mi men…?

-Ya te dije que no lo haría.-lo interrumpió rápidamente. Luego volvió su anterior sonrisa.-Es sólo que estabas sonriendo muy alegremente. No es muy común en ti, mi amigo.-y lo miró más fijamente aún.-Así que dime, ¿en qué pensabas?

 Erik chasqueó la lengua, entre nervioso y molesto. La curiosidad de Charles le fascinaba, pero a veces llegaba al punto de exasperarlo. Sobre todo cuando se trataba de algo suyo. Agradeció que al menos el telépata tuviese el decoro de no saciarla por sí mismo, sino que le preguntase.  Y algo dentro suyo suspiró, porque sabía que si Charles supiese lo que pensaba, no se atrevería a volver a mirarlo. Desvió la mirada, quitándole importancia al asunto.

-Nada muy particular.-y supo que no sonaba muy convincente, así que agregó- Sólo se me hizo que desayunar los dos solos en tu cuarto sería…interesante.

 Charles abrió mucho los ojos con sorpresa, y a Erik no le pasó inadvertido el brillo que bailaba en ellos. Tosió un poco, abrumado por esa expresión tan adorable en el rostro de su compañero.

-Me refiero, sin los ruidos y los demás. Aunque sé que a ti no te molestan…

-No, no-se apresuró a decir Charles, y enseguida trató de calmarse, para no mostrarse tan emocionado. No le salió del todo.- O sea, no me molestan los chicos. Pero también me encantaría que desayunáramos solos alguna vez. ¿Algo así como un pic-nic?

 Erik no pudo evitar reír con ganas, contento de que la proposición no molestara a Charles. Incluso parecía gustarle.

-¿Los pic-nics no suelen ser afuera?-preguntó sin dejar de sonreír tontamente.

-Bueno, podemos ir afuera si quieres. Claro que debes estar preparado para esquivar un rayo de Alex o taparte los oídos por Sean.-respondió sonriendo a su vez.

-Creo que prefiero tu cuarto, entonces.

-Lo haremos cuando recupere mi tamaño normal. Así será…-y sin saber cómo quedaría mejor terminar la frase, optó por usar la misma estrategia que su compañero hacia unos momentos- interesante.

 Ambos rieron a la vez, calmados y contentos. Lo cierto es que la idea de compartir un momento desayunando solos en el cuarto de Charles, sumamente íntimo, los llenaba de ansiedad. Charles tenía otra razón (y de bastante peso) para querer recuperar su tamaño normal. Un encuentro junto a Erik, sin nadie más, y casi propuesto por él. Algo así como…una cita. Sonrió estúpidamente. Una cita con Erik.

 Sacudió la cabeza mientras se mordía el labio para borrarse la sonrisa. No quería permitirse alegrarse tanto por algo como eso. No cuando Erik era su amigo. No cuando Erik era una persona tan sensible e inestable.

 No cuando ocurría algo extraño entre Erik y su hermana.

 El alemán notó el cambio un tanto abrupto de su compañero, pero no se atrevió a decir nada al respecto. Sabía que sólo hacía unos momentos había lastimado a su amigo, y no quería arriesgarse a vivir algo parecido. Aun así, tomó nota mental al respecto, para ver si luego algo le explicase su comportamiento.

 Ambos llegaron a la cocina, y descubrieron que no había nadie allí. Tardaron un segundo en recordar que debía ser bastante tarde para desayunar, ya que habían estado toda la mañana ocupados, y luego durmieron. Sin darse cuenta que el otro hacia lo mismo, los dos recorrieron visualmente la cocina analizando su estado.  La mesa estaba completamente limpia y ordenada, lo mismo que los platos y vasos que se estaban secando. Y tampoco se pusieron de acuerdo para sonreír al mismo tiempo.

-Al parecer somos los últimos en llegar.-comentó Erik.

-Sí.-secundó Charles. Y su voz se tiñó de algo de emoción cuando agregó- Los chicos deben haber desayunado y limpiado todo.

-Aunque ninguno de nosotros les dijo que lo hicieran.-completó Erik, y supieron que ambos pensaban lo mismo.-También los vi entrenar cuando volví de comprar.

-Son buenos chicos.-y miró emocionado a Erik, porque no le había pasado por alto la euforia de éste, ni que había prestado atención a qué hacían los demás mientras ellos no estaban dando órdenes o indicaciones.-Y ahora es nuestro turno de desayunar.

 Erik se acercó a la mesada, y Charles descendió desde su brazo hasta el mueble. Apoyó sus pequeños pies con firmeza y comenzó a caminar. El alemán se sorprendió un poco de lo bien que Charles se había adaptado a su nuevo tamaño. Y, bueno, es que el inglés era una persona racional que sabía adecuarse a las circunstancias. Otra cosa que admiraba de él.

 El oji azul no paró hasta hallar lo que estaba buscando. Era una servilleta de tela roja que se colocó al instante alrededor del cuerpo.

-Pensé que habías dejado los vestidos.- comentó Erik divertido.

-Es un delantal.-aclaró molesto.-Bien, vamos a comenzar. ¿Qué tal si tú te encargas de las tostadas y yo del café?

-¿Estás seguro que puedes hacerlo?-preguntó enarcando una ceja.

-Por supuesto.-comentó con autosuficiencia.-Apurémonos antes de que se haga más tarde.

 Erik suspiró mientras veía como Charles se acercaba a la cafetera. Antes de que su amigo llegase, la agarró. Comprobó que aún tenía café dentro, seguro que los demás habían preparado un poco para el desayuno y había sobrado. Miró a su amigo, y habló antes de que pudiera decirle algo.

-Aún hay café del desayuno de los chicos.-mientras hablaba, tomó una taza y vertió el líquido caliente en ella.-Así que sólo agrégale azúcar.

 Charles suspiró, frustrado. No podía recriminarle nada a su amigo, de todas maneras, sabía que con ese tamaño no podía hacer demasiado, pesase lo que le pesase. Se acercó desalentado a la taza,  que tenía su mismo tamaño. Aún no se acostumbraba a ver las cosas tan grandes, cuando en realidad eran tan pequeñas. Pero eso no lo detendría. Buscó con la mirada algo que pudiera usar como banco para llegar a una altura suficiente que le permitiese revolver el café. No tardó en hallar un pequeño pedacito de madera que le venía como anillo al dedo. En cuanto se subió a él, su mirada vio un  pote donde había crema, probablemente también lo habían usado en el desayuno y se habían olvidado de guardarlo.

-¿Quieres tu café con crema?-preguntó a su compañero, sonriendo.

-Claro.-contestó más por no desalentar más a su amigo que por otra cosa.

  El inglés tomó una cuchara y, con mucho esfuerzo, logró recolectar algo de crema en ella. Volvió a su pequeño banco, se paró sobre él y vació el contenido de la cuchara dentro de ella. Cuando determinó que era suficiente, se quedó parado en el banco y comenzó a revolver. Era un trabajo mucho más pesado del que hubiese imaginado. Usaba los dos brazos y jadeaba bajito, agitado. Pensó que en todos los años en los que revolvía café cada mañana, jamás creyó que algún día le supondría un esfuerzo semejante. Mentalmente, se anotó recordar todo lo que hiciese ese día, con ese pequeño tamaño, para valorar su verdadero tamaño una vez que lo hubiera recuperado.

 Cuando ya creía que no podría aguantar mucho más, oyó que Erik se acercaba. Ya había dejado en la mesa un plato con varias tostadas en él. Charles alzó la vista para mirarlo, y Erik creyó que jamás había visto algo más tierno. Está bien, en un momento había pensado que no había nada más adorable que Charles en miniatura. Pero ahora sabía que podía serlo aún más, si estaba así: sonrosado por el esfuerzo de haberle querido preparar un buen café. Sonrió para sus adentros, pero su sonrisa fue tan profunda que también se le escapó en el rostro.

-¿Terminaste, Charles?

-Sí.-contestó el pequeño dando una última vuelta a la cuchara dentro de la taza.

 Luego la sacó, aun sosteniéndola. Se sorprendió cuando vio la manera tan ¿animada? con la que sonreía Erik. Pero aún más se sorprendió cuando un dedo de él tocó su rostro, frotándose en él. Sin querer se sobresaltó un poquito, mientras se sonrojaba.

-Erik…-comenzó, sin saber cómo continuar.

-Tenías algo de crema en tu cara.-explicó Erik.

 Cuando terminó de limpiar el rostro de su amigo, se llevó el dedo encremado a la boca y lo lamió con ganas. Charles tuvo que morderse el labio, sin poder evitar lo sexy que se veía Erik haciendo eso. Quiso reprimirse a sí mismo, pero el hecho de saber lo rojo que debía estar lo ponía más nervioso aún. No podía permitir que su amigo lo viese así, sonrojado ante su tacto y ante una visión tan…

¿Erótica?

 Se maldijo por dentro y volteó, siendo su primer impulso. Luego se desabrochó la servilleta roja, como si ese hubiese sido siempre su objetivo. Después se acercó a una silla, y entre saltos y pequeñas escaladas consiguió llegar a la mesa. Lo que sea con tal de borrarse de la mente esas imágenes que amenazaban con aflorar en ella, donde Erik era el único protagonista.

 El alemán, por su parte, lo miró sin sorprenderse. Ya sabía que Charles a veces tenía arranques un poco extraños. Y seguro que ahora los tenía más seguidos por lo incómodo que debía estar con ese pequeño tamaño. Sin darle mayor importancia, tomó la taza y lo colocó en la mesa. Caminó hasta donde había dejado el plato con las tostadas y se sentó, sin percatarse de que el café había quedado casi en la otra punta. Estaba a punto de levantarse a buscarlo, cuando vio que la taza se movía sola. Ah, no, Charles la estaba sosteniendo. O al menos eso intentaba, porque la taza era más grande que él. Tenía sus bracitos alrededor de la cerámica y caminaba dando pequeños pasos. Se iba a parar a ayudarlo, cuando Charles vio sus intenciones.

-Charles, ¿seguro que estás bien?-preguntó con inseguridad.

-Erik…-comenzó, hablando espaciadamente debido al esfuerzo.-Sólo déjame hacerlo…yo mism…-no pudo terminar su oración, porque tropezó.

 Cayó hacia delante, llevándose la taza contigo. El café comenzó a derramarse sobre la mesa.

-¡Charles!-gritó Erik con preocupación, al tiempo que se paraba.-¡¿Seguro estás bien?!

 Antes de que pudiera responderle, lo tomó entre sus brazos, parándolo en la mesa.

-Estoy bien.-respondió mientras se frotaba la cabeza con una de las manos.

-¿Hasta cuándo vas a seguir con eso de querer hacer las cosas tú mismo?-preguntó con enfado.

 Charles lo miró, entre abrumado y sorprendido. Sabía que se estaba comportando un poco como un idiota queriendo hacer las cosas por sí mismo, aunque las razones no pudiera explicárselas de todo a Erik. Pero lo que más le sorprendía era la preocupación que mostraba su amigo. Sabía que el enfado venía de allí. Porque enfadándose por su irresponsabilidad era la manera que tenía Erik de demostrarle cuánto se preocupaba.

 Cuánto le importaba su bienestar.

 Sonrió para sus adentros, aunque Erik aún esperaba una respuesta con uan expresión hostil.

-Lo siento.-fue lo único que pudo decir.

 El alemán no entendía por qué, aunque se estaba disculpando, los ojos de Charles brillaban como si estuviera contento. Suspiró, demasiado confundido. Iba a preguntarle al respecto, cuando el ruido de la puerta abriéndose lo interrumpió.

 

Notas finales:

¿Y? ¿Muy malo? xD Espero que hayan disfrutado algo al menos. Mil miiiiiiiil gracias por todos los reviews que me dejan, hacen que esté siempre pensando en este fic y deseando tener tiempo para escribirlo bien 3<!

Nos leemos~! (¡pronto!)


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