Simplemente no puedo dejar de adorarte.
Esa sonrisa que adorna tu precioso rostro no se compara con nada que haya conocido antes, es capaz de derretirme en un instante y de dar calor a mi corazón aún en los días más desolados y fríos.
¿Qué me has hecho, que no puedo parar de pensarte?
No puedo dejar de desearte, de querer tomarte y marcarte como mío.
¡No puedo!
Te quiero, te adoro, te amo, te deseo, ¡cómo te deseo!
<<Eres precioso, tan precioso...>>
Siendo tan pequeño observé lo que le pasaba a la gente cuando entregaban una pieza de su alma y su corazón y no les era correspondido. Sufrimiento, dolor, angustia, desesperación y pena; temí que pudiera pasarme lo mismo a mí.
Por lo tanto me quedé inalcanzable, conocí a una multitud de personas, buenas y malas, muchísima gente, pero no dejé que me conocieran por el simple motivo de no ser lo que buscaba, otros fueron mis amigos, nada más simple que eso.
<<Quiero tocarte, quiero amarte>>
Mi necesidad de protegerme hizo que me volviera frío y a veces incluso agresivo, evitaba a quien me quería conocer y me alejaba de cualquier persona que me interesara; este hábito de supervivencia prevaleció por mucho, mucho tiempo.
Aprendí a conocerme estando solo y disfruté de la soledad por no sé cuánto tiempo.
Miraba al resto con indiferencia, no con envidia; realmente no sabía qué era lo que me estaba perdiendo porque jamás lo había experimentado. Un par de veces llegué a sentir una inmensa soledad aún al estar rodeado de gente y supe que una parte de mí estaba muerta.
Lo sabía, incluso llegué a pensar que no podía sentir nada por nadie, pensé que no existiría nadie para mí, así que me mantuve pesimista y dejé que la soledad acabara con mi amarga existencia.
Luego te conocí a ti.
Tú, quien me hizo ver la vida de otra forma, empecé a exponer un lado sentimental y romántico que no sabía que tenía con tal de hacerte ver mi aprecio, pero empezar a querer a alguien y después enamorarme fue algo extraño y hermoso, aunque también un tanto inquietante porque me estaba involucrando demasiado.
Maldición.
Todo el día pienso en ti y toda la noche sueño contigo, tu rostro con hermosos ojos llenos de vida y felicidad, lo único que pienso es en ti.
Por eso suplico un día más para seguir adorándote, para seguir contemplando tu belleza tan perfecta, como lo estoy haciendo ahora.
No voy a interrumpirte, sólo estaré aquí como espectador ¿te parece?
Suspiro mientras observo esa manera de despojarte de tus ropas, tan sutilmente, tan suave… eso te hace tan deseable…
Apenas puedo contener este deseo que nace de lo más profundo de mí, pasión desenfrenada por poseerte una y otra vez, pero juré que no haría nada, no debo.
No puedo.
Y no lo haré.
Por eso estoy observando.
Tu ropa rozando tu piel me cautiva y me provoca como no tienes una idea, desearía estar en su lugar para acariciarte con detalle y cubrirte por completo con mi calor. Te tomas tu tiempo para descubrirte parte por parte, dejándome ver tu fino y exquisito cuerpo cubierto por una piel que parece porcelana, tan frágil en apariencia y sobretodo tan apetecible y deliciosa.
Ya es de noche y puedo verte mejor, tú adoras esta parte del día y no sé muy bien la razón, ¿será porque sabes que estoy contigo? Baja la luz, sí así, un poco más, ahora la luz alcanza un tono rojizo que baña tu piel y delinea tu silueta a la perfección.
Tu cuerpo se estremece antes de entrar al agua caliente, ya comenzó a condensarse el vapor y empañó el espejo del baño así que tendré que acercarme más a ti. Estoy justo detrás de ti pero no te haré nada, quiero verte mejor. Ahora entras al agua y sonríes cuando cae sobre ti y te recorre por completo, abres el jabón líquido que tanto me gusta en tu piel y comienzas a lavarte.
Lentamente.
Muy lentamente.
Tus manos recorren tu cuerpo con delicadeza y enjabonan hasta el último rincón, llegando al más sensible y precioso que posees, el que he querido probar desde hace tiempo. Emites un ligero y placentero gemido… ¡Ahhh, casi no puedo contenerme! Comienzas a masajearte con dulzura mientras tus jadeos y gemidos suben de nivel, me muerdo el labio con deseo mientras tu rostro se ruboriza y el agua sigue fluyendo sobre tu cuerpo.
Tu erección es una imagen tan excitante, sobre todo cuando veo tus manos atendiendo su grosor y longitud con ansiedad y desesperación por más. Tus gemidos me vuelven loco, tal locura me lleva a imaginarme profanando tu entrada de mil maneras diferentes mientras te llevo al límite incontables veces.
De repente te encojes y liberas tu carga mientras jadeas con fuerza, yo solo observo idiotizado mientras recuperas tu respiración y terminas de bañarte. Saliendo del baño caminas directo hacia a mí y por un segundo fuimos uno solo, pero absorbí demasiado de tu calor y a ti te dio frío.
Miraste en todas direcciones ligeramente asustado pero no viste nada.
Para ti no existo, pero para mí, tú lo eres todo.
Y siempre estaré aquí, contigo.
Siempre...