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Guía para ligarse a un heterosexual por aleii

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- Voy a hacerte cosas muy guarras-soltó con ironía

Me reí, comenzando a sentir los nervios a flor de piel. ¿Qué demonios hacía? ¡Ah, claro! Estaba fallando en mi plan. Adiós Mauricio, adiós hombre de mi vida.

 

Paso #2: Celos

No hay emoción más fuerte en el mundo que la envidia. Si sientes que no estas progresando de la forma que  tú quieres con tu heterosexual, es momento de sacar las armas pesadas. Regresa al paso número uno (Noche de chicos), pero esta vez con otro amigo como tu principal interés. Coquetea con otro hombre delante suyo. Al instante, se olvidara de las apariencias y hará lo necesario por recuperarte.

 

-Es grande-comenté, al ver la cama

-No es lo único grande que hay en esta habitación- antes de darme cuenta sus brazos ya me habían encerrado entre su cuerpo y la pared. Apoyé las manos sobre su pecho, demasiado sorprendido con su arrebato.

Sus labios rozaban los míos, provocándome…

-¿Ya has hecho esto en otras ocasiones?- pregunté, tartamudeando. Él suspiro y río.

-Depende; si la pregunta es si lo he hecho en la casa de un conocido, es un sí, pero si la pregunta es si ya antes lo he hecho con un hombre…- se quedó pensando-bueno, es la primera vez.

De pronto, comencé a sentirme realmente cohibido y un temblor me recorrió el cuerpo ¿en qué me había metido?

-No te pongas nervioso, no vamos a hacer nada que no quieras

Todo estaba fuera de control, todo lo que había planeado se estaba yendo al carajo y no era más que mi culpa; por hacerle caso a los estúpidos consejos de Daniel y su estúpida guía.  A estas horas de la noche, tendría que haber estado entre los brazos de Mauricio, mientras nos besábamos apasionadamente.

Pero no. Ahora me encontraba con este chico que lucía como todo un criminal.

-No me digas que todavía eres virgen - susurró sobre mi oído, al tiempo que pasaba sus manos sobre mis brazos, acariciándolos.

La peligrosa cercanía de su rostro con él mío termino. Me beso. Sus labios se movieron con ferocidad, intentando acaparar los míos más y más, buscando profundidad con su lengua dentro de mi boca. Pude notar un hilo de saliva escurriéndose por la comisura de mis labios, al separarnos.

-Que sucio- gruño y sentí la presión de mi miembro bajo los pantalones.

Bueno, el chico malo había despertado algo.

 Una de sus manos comenzó a colarse bajo mi camiseta. Era áspera, ansiosa y algo brusca. Por alguna razón, aquello me encanto y me provoco placenteros escalofríos. Eché la cabeza hacía atrás e inconscientemente comencé a suspirar. Uno de sus dedos me rozó un pezón.

- ¡Ah! – Temblé y sus labios lo rodaron, rozándolo en círculos con la punta de su lengua- mmm – me estremecí y tuve que apoyar las manos sobre sus hombros, buscando apoyo al sentir sus dientes sobre el pezón -¡Ahhh, para!

-¿Quieres que me detenga? –una sensación que pasaba del dolor al placer y viceversa quedó atascada en mi garganta, deseando salir en gemidos. Pero antes de que pudiera abrir la boca, él me la tapó con una mano y dejó caer todo el peso de su cuerpo sobre el mío, restregándose.

Estaba por tener sexo con un desconocido y solo atinaba a morder con fuerza mis labios, evitando gritar al sentir la enorme erección del chico frotándose contra la mía.  

-Puedes tocarme, no muerdo-dijo sobre mi oído y no pude más que deslizar mis manos sobre su torso, acaparando cada pedazo de piel, sintiendo su abdomen.

Bien, ahora podía dar todo por perdido, incluido mi buen juicio.

Pero entonces, justo entonces… la puerta se abrió.

Un chico rubio encendió la luz y parpadeo repetidamente, adaptando sus ojos a la repentina iluminación.

-Pero… ¿Qué demo…? ¿Rodrigo?

Al instante empuje al chico desconocido y tire de mi camiseta hacía abajo.

-¿Mauricio? ¿Qué haces aquí?-pregunté exaltado

El desconocido suspiro, frustrado.

Y, cuando parecía que las cosas no podían empeorar, Mauricio vómito.

 

 

 

Suspire.

-No sabía que…

-¿Qué me gustaran los hombres?

-Aja

-No creí que fuera oportuno decirlo el día que nos presentaron-mascullé con ironía.

-Perdona por arruinar tu noche

Me encogí de hombros

-No pasa nada

Y, volvimos a sumirnos en un profundo silencio. Desde fuera alcanzaban a escucharse conversaciones de la fiesta, mientras que Mauricio y yo nos encontrábamos recostados sobre la cama.

-Es grande-comentó de pronto el rubio

-Yo pensé lo mismo-señale, sonriendo

Por un momento, aquello había sido realmente tenso e incómodo. Jamás creí encontrarme en aquella situación con él, bueno, al menos no tan pronto, y sin que él estuviera incluido.

-¿Sabes?, insisto en que debería ir y buscar a aquel chico

-Ya no tengo ganas –admití

-Lo siento por eso

-Ya dije que no pasa nada, además me preocupas tú

-¿Yo?

-Bueno, hace rato vomitaste un montón ¿seguro que estas bien?

Pese a que el cuarto se encontraba a oscuras, mis ojos ya habían tenido el tiempo suficiente para acostumbrarse y poder notar como se ruborizaba.

-Sí, enserio

-Bien

-No sé porque tome tanto, soy malo con eso de tolerar el alcohol – admitió

-Bueno, seguro porque te estabas aburriendo montones en la fiesta sin mi presencia

Comenzó a reír

-Quizás

-O…

-¿O?

Ahí iba, directo a echarle sal a la herida; no sólo a la de él, sino también a la mía.

-¿Por tu ex novia?

Escuche como suspiraba largamente.

-Quizás, pero prefiero pensar que era porque te echaba de menos

Sonreí

-Bueno, pensemos que fue por eso

Entonces, sin previó avisó, tal y como el vómito llego, Mauricio comenzó a llorar. No fue un llanto incontrolable. De pronto, su cuerpo tembló ligeramente y pude ver que como tapaba su rostro con el dorso de su brazo.

No hice nada, me mantuve en silencio, dejándolo ser. Merecía llorar, todos merecíamos hacerlo de vez en cuando.

-Dime, ¿tus labios son suaves? - preguntó inesperadamente

-¿Ah?

-Siempre me he preguntado, si los labios de los hombres son tan suaves como los de una chica

Aquello me saco de mi centro ¿Qué demonios me estaba proponiendo?

-¿Eh? – repetí tontamente

-Sí, bueno, no es que me pregunte esto todos los días, pero ahora que me enteré de que eres gay me pica un poco la curiosidad

-Aja

-¿Los besos serán iguales?

Parecía decirlo al aire, una pregunta lanzada a la deriva; a la vida en general. No es que realmente me estuviera preguntando eso en concreto.

Probablemente Mauricio se encontrará demasiado borracho y demasiado adolorido. Aquella combinación podía ser terriblemente fatal, o terriblemente efectiva, dependiendo del modo en que fuera empleada.

-¿Rodrigo?

Antes de pensarlo, me encontré sobre él.

-¿Qué…?

Cerré los ojos y lo besé. Junte sus labios con los míos levemente, entreabriéndolos, dejando viajar nuestras lenguas hasta la boca del otro, compartiendo el aliento.

En algún momento de aquel beso, sus manos se posaron sobre mi espalda, acariciándola con la yema de los dedos, provocándome escalofríos. Y en un punto, sus manos se atrevieron a bajar hasta dar con los pantalones, agarrando mi trasero con fuerza.

Entonces, se separó.

Sus ojos brillaban.

-Quería que supieras…- me adelante – que se siente besar a un chico – no quería que pensara que estaba abusando de él, aunque en realidad es lo que estaba haciendo, abusar de él. Pero tampoco parecía que a él le desagradara del todo – además, has dejado de llorar.

-No me engañas – murmuró en voz muy baja, haciendo cara como de puchero – sé que te gusto

-¿Qué?

Una media sonrisa apareció en su rostro.

-Y esa enorme erección que traes no te ayuda mucho

Aquel chico… ¿Qué demonios pasaba por su cabeza?

-Quiero… -murmuró, al tiempo que comenzaba a suspirar ansiosamente y su cadera se movía en círculos, logrando excitarme aún más-quiero…

-¿Qué? – tragué saliva con dificultad

-Tócame – sus manos ahora calientes y sudorosas se introdujeron bajo mi camiseta, eran callosas y bruscas, pero su contacto me encantaba. Acarició mi cuello, brazos, espalda y torso con ternura, sin apartar sus ojos de los míos en ningún momento. –Tócame y bésame.


 


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