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Frío y no tan frío por MikaShier

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Notas del capitulo:

Advertencia: Contiene SouRin.

Drama. Angst.

Broken


|AU| Secundaria | Donde Rin no se fue a Australia |

|Donde Sousuke es un hdp|

 

"Él... es tan perfecto. En verdad lo amo, Haru. Es algo seco y muchas veces no contesta mis mensajes, casi siempre está ocupado... ¿Sabes? Es muy guapo. Incluso mi hermana quiso... No entiendo por qué intentó hacerlo, quitarme a mi novio... Es mi hermana..."

 

Haru rotó los ojos por enésima vez. Estaban sentados en una banca dentro del parque cercano a su casa. Rin, un pelirrojo bastante parlanchín, no dejaba de mover su pequeña boca mientras hablaba de su novio, que iba en también en segundo año, solo que en una secundaria diferente.

 

"Lo conocí en una competencia. Él realmente es genial. Todos creen que es un insensible, pero él realmente no es así conmigo."

 

El azabache apretaba los dientes, para no decir nada. No le gustaba el novio de Rin. No le gustaba que sus ojos se iluminaran tanto al hablar de ese chico. Ese sonrojo que invadía su rostro, esa sonrisa de idiota y risitas que soltaba mientras hablaba de él, de cuanto lo amaba... Lo exasperaban. Quería callar a Rin, solo que dejara de hablar del tal Sousuke, pero no lo lograba con pequeñas indirectas.

 

"Me encanta hablar de tu novio". "Cuéntame más". "¿Enserio? Qué interesante".

 

Pero su amigo no captaba el sarcasmo. Aquello solo le hacía incrementar su emoción y comenzar a hablar más y más y más.

 

Sin embargo, Rin no era tan inocente como aparentaba. Y el día en que se enteró de ello, no pudo hacer más que apretar los dientes y forzar una sonrisa. Se limitó a calmar el miedo del contrario, de cualquier forma.

 

Aquél día, catastrófico para él, el pelirrojo había llegado una hora tarde al parque en donde siempre quedaban después de separarse en al salir de la secundaria. Rin estaba raro, había rastro de llanto en su carita sonrojada. Pero no parecía estar triste. Solo terriblemente asustado.

 

— ¿Qué sucede? —cuestionó levantándose del columpio y tocándole la frente. La razón por la que le había esperado, era por el hecho de que Rin no faltaba por nada del mundo. Un día, incluso, había ido sin importar la fiebre alta que le había dado.

 

— ¿Puedo contarte algo? —preguntó en respuesta, desviando la mirada. Haru le acarició el cabello, intentando calmarlo inconscientemente.

 

—Sí.

 

— ¿Prometes no mirarme feo? —Haru sonrió levemente. Rin en ocasiones le llamaba "Haru miradas feas Nanase", solo para molestar. Porque, si eso le divertía a Rin, él podía mirar feo a las personas.

 

—Somos amigos, ¿no? —Entonces la fortaleza de Rin se había derrumbado. Lo jaló hasta la parte de abajo de una resbaladilla y observó a todos lados, cerciorándose de que se encontraban solos.

 

—Sousuke... Él fue a buscarme a la secundaria... Llegó cuando tú te fuiste.

 

—Que interesante...

 

—Él me dijo que sus padres no estaban en casa y quería que jugáramos videojuegos un rato... Pero él no quería jugar videojuegos —el corazón del azabache dio un vuelco. Apretó los labios. Rin, eres un idiota.

 

—Rin...

 

—Yo no sabía a lo que iba... De pronto me estaba besando tan fuerte y se puso sobre mí...

 

—Rin, calma...

 

—Y yo... me dejé, porque lo amo... Pero… Tengo mucho miedo, Haru... Lo que hicimos... Si alguien se entera de que yo... Él me...

 

—Cálmate, Rin —se dijo, ocultando su alteración—. El sexo es algo natural...

 

—Me dolió mucho... Y dijo que quería repetir... pronto...

 

— ¿Al menos te gustó?

 

Supo la respuesta al ver el sonrojo del menor, incluso antes de que éste asintiera, comenzando, así, una charla sobre lo bueno que había sido y lo sorprendido que estaba de lo que era hacer el amor. Haru no había dicho nada. No conocía a Sousuke más que por lo que Rin decía. Y a partir de ello podía darse cuenta de lo extraña que era la relación. Si "Sou" estaba muy ocupado para responderle los mensajes a Rin en todo el jodido día... ¿por qué no lo estaba para ir a buscarlo una vez a la semana a partir de ese día? ¿Por qué siempre estaba disponible para el sexo?

 

La respuesta llegó a él unas tres semanas después. Rin estaba llorando cuando Haru llegó al parque, cargando una bolsita con botanas que su madre había comprado para él y el pelirrojo. El menor se mecía en el columpio mientras se limpiaba las lágrimas en vano, pues estas seguían saliendo. Haru se encontró a sí mismo hincado frente al oji carmín, tomándole las manos con los ojos llenos de preocupación.

 

—Rin...

 

—Terminó conmigo...

 

Haru lo abrazó con tristeza mientras el chico sollozaba en su pecho. Intentando contarle lo sucedido entre hipeos. Sousuke lo había llevado a su casa y le había dicho que no debían seguir juntos. Su relación no daba para más. Se había marchado sin darle tiempo de decir algo.

 

—Yo... yo debí darme cuenta... Era tan obvio... Él siempre dejaba mis mensajes en leído y... cuando yo iba a buscarlo y él no estaba... Sus padres siempre daban excusas... Él tenía a alguien más. Debe tenerlo...

 

No supo cómo lo hizo ni cuánto tiempo le acarició la espalda antes de que el llanto cesase, pero había subido el ánimo de Rin. Le había sacado algunas sonrisas y habían cambiado el tema. El pelirrojo iba a estar bien.

 

Se dio cuenta que no sería así al día siguiente.

 

Era sábado y el día anterior había quedado con Rin en que le vería en su casa. Ya había arreglado la habitación, bajo las órdenes de su madre. Solo quedaba esperar. Pasarían la tarde juntos, viendo películas y jugando videojuegos. Luego llegaría Makoto y se quedarían a dormir ahí.

 

Pero Rin no llegó.

 

Le marcó a su casa, pero su hermana dijo que no se encontraba bien y colgó antes de que Haru le preguntara que sucedía. Se echó a la cama y miró el techo. El día anterior no lo había dicho. Que él ya sabía que Sousuke no quería a Rin del todo. Antes había pensado que era por su instinto sobreprotector hacia el menor, pero ahora veía que no era así. Suspiró. Las rupturas eran cosas de la vida. Rin iba a superarlo, porque era un chico fuerte.

 

Sin embargo, el lunes Rin no fue a la escuela.

 

Haru no sabía por qué, si Rin había estado bien y nunca faltaba, pues era un cerebrito. Él lo conocía a la perfección y el viernes, tras marcharse, había dejado a un Rin feliz.

 

Nunca supo por qué, pero ese día, sus pasos lo llevaron directo al parque tras terminar el día escolar, quizá su corazón se lo dictó, quizá era cosa del destino. Los sollozos se escucharon en cuanto llegó a los columpios. Buscó al propietario con la mirada, y ahí estaba Rin. Abrazándose debajo de la resbaladilla, limpiándose las lágrimas con el suéter. Haru apretó los labios y se acercó. El menor no dudó en abalanzarse sobre él y abrazarlo con fuerza en cuanto lo tuvo enfrente. Vestía el uniforme, así que Rin se había saltado las clases por gusto y no por motivos de "fuerza mayor".

 

— ¿Qué pasó?

 

—Sa... sábado... Sousuke...

 

Y se lo contó todo.

 

El sábado, Rin había salido de casa con una pequeña sonrisa en el rostro. Iba a visitar a Haru, como habían quedado el día anterior, llevaba su pijama y sus videojuegos favoritos en el bolso. Sin embargo, a mitad del camino, se topó con Sousuke, quien vivía cerca de ahí. El azabache había mirado al pelirrojo con fastidio y lo había empujado hacia la pared.

 

"Hey." Había mascullado antes de que una pequeña sonrisa apareciera en su rostro.

 

Rin no había dicho nada, un nudo se había formado en su garganta y pronto desvió la mirada. Sousuke lo tomó del mentón y el pelirrojo se sintió presionado a verle a los ojos.

 

"Te lo dejaré claro. Tú solo fuiste un rato de diversión. En verdad nunca me importaste e incluso tengo a alguien que es muchísimo mejor que tú en todos los aspectos y, a diferencia de ti, a él sí lo amo. Tú deja de molestarme, eres hasta irritante. Desagradable. Eres un estúpido inmaduro, Rin, ¿cómo podría alguien quererte? Fuiste solo una apuesta con tu hermana. Gou me retó a ser tu novio y ahora que cumplí solo me das lástima. Así que deja de buscarme."

 

Rin se encogía cada vez más sobre sí mismo, escuchando las palabras que el más alto decía. Sus ojos se llenaron de lágrimas. No supo de dónde sacó la fuerza para hablar. Su cabeza estaba en blanco. Su corazón latía y parecía doler.

 

"Está bien... pero yo no te estaba buscando... Y-yo no entiendo por qué dices esto..."

 

"Porque te aborrezco. La gente como tú da asco. Deberías ir y morir. No haber nacido nunca hubiese estado mejor. Das asco. Eres una basura para la sociedad, Rin."

 

Y desde entonces se había encerrado en su habitación. No había salido para nada, su madre le había llevado la cena el domingo. Y el lunes le había obligado a ducharse.

 

Haru apretó los ojos con fuerza, abrazando al pelirrojo. Quería hacer hasta lo imposible para que no doliese. Porque a él le dolía de solo escuchar, no podía imaginar lo que el menor estaba sintiendo. No era justo que le hiciesen eso. No cuando el menor daba tanto de sí.

 

—No sé por qué Gou hizo eso... Yo no sé si creer... —alcanzó a oír entre sollozos. El pequeño cuerpo de Rin... se sentía tan frágil... ¿Cómo alguien podía mancharlo? ¿Cómo pudo haberse corrompido, pensando que lo hacía por amor?

 

¿Cómo alguien había sido capaz de aprovecharse de su amabilidad? ¿De su inocencia? ¿De su cariño? Rin ya le había contado antes que su hermana parecía no soportarlo. Que él ya no sabía cómo mostrarle lo mucho que la quería.

 

"Incluso mi hermana quiso... No entiendo por qué intentó hacerlo, quitarme a mi novio..."

 

Apretó el cuerpo contrario, intentando consolarlo. Poco después, se lo llevó a casa. Su madre no dijo nada, solo murmuró que llamaría a la mamá de Rin y le diría que se quedaría a dormir. Haru le agradeció en silencio. Esa mujer sabía lo que su hijo sentía hacia Rin. Y sabía que Haru hubiera enviado al pelirrojo a casa si esa opción fuese la opción más conveniente. Su hijo no andaba con rodeos si se trataba de un problema. Menos si se trataba de Rin.

 

Lograron que Rin se calmase y dejase de llorar, incluso lo convencieron de darse una ducha y vestir un pijama, la madre de Haru usaba palabras de consuelo al azar, pues no sabía de qué iba la situación. Pero no pudieron hacerle comer algo, el pelirrojo simplemente no podía llevar los palillos a su boca. Sus manos temblaban y sus labios no se abrían. Así que no tardaron mucho en regresar a la habitación.

 

—Rin... No estés triste...

 

Bien, había sonado estúpido, pero Haru no sabía qué más decir. No era bueno con esas cosas. Podría llamar a Makoto, él era más sensible, pero no sabía si él debía conocer la situación. Además de que el castaño prefería quedarse con sus hermanos entre semana, pues si él no estaba se negaban a dormir temprano.

 

—Perdón...

 

—No me pidas perdón por eso, idiota. Ya deja de gimotear. Juguemos en la consola —Rin se sacó las colchas de encima y se talló la cara.

 

—Quiero una cerveza.

 

— ¿Eres un imbécil? No tienes edad para esas cosas.

 

—Solo quiero emborracharme un rato... Dicen que eso te da felicidad... poquita...

 

—La felicidad no existe, Rin. Deja de decir idioteces y vamos a jugar, ¿vale?

 

—Yo sé que no… pero si puedo sentir por un momento que no me afecta...

 

—Embriagarte solo va a multiplicar el efecto. Dará rienda suelta a tu llanto y sobrio ya lloras bastante. Opacarías el océano entero con tus lágrimas. Ven acá y no digas estupideces.

 

Rin había accedido a regañadientes, pero se había quedado dormido en medio de la partida, agotado por el llanto y el no haber comido. Haru lo cargó como pudo y lo dejó en la cama, arropándolo. Se mordió el labio con fuerza, no pudo seguir aguantándolo.

 

Las lágrimas cayeron por sus mejillas mientras él se apretaba el pecho de la camisa. ¿Qué clase de monstruo podía hacer algo como eso a alguien como Rin? ¿En qué cabeza cabía tanto odio a una persona tan linda como el pelirrojo? ¿Por qué la intención había sido dañar? ¿Por qué a él?

 

Mordió la colcha para callar sus sollozos mientras observaba los ojos hinchados de Rin, quien dormía tranquilamente. Él no entendía algo como el amor. Pero no necesitaba comprenderlo para saber lo mucho que Rin había amado a Sousuke. Y le dolía recordar lo bien que hablaba de él. Lo mucho que decía amarle.

 

Lo mucho que dolía escucharlo.

 

Lo que Haru sentía no se lo deseaba a nadie. El rencor tan profundo que envolvió su alma al ver las lágrimas del menor, producto de un corazón roto y las esperanzas dañadas. De un amor fraude. Renunció a Rin porque él amaba a Sousuke, ¿y así le pagaba la vida? ¿Rompiendo a la persona a quien más amaba?

 

Abrazó a Rin esa noche. Lo que le habían hecho, tampoco se lo deseaba a nadie. Él estaría ahí para el pelirrojo, apoyándolo. Sería el consuelo del chico al que amaba a sus catorce años. A quien creía amaría por siempre.

 

 Sousuke estaba hecho de mierda pura, se dio cuenta de ello conforme los días pasaron.

 

Rin dejó de llorar, pero no parecía el mismo. Sus sonrisas habían disminuido y solía mentir acerca de su estado de ánimo. Desviaba la mirada y ya no iba al parque todos los días Haru debía volver a casa después de horas solo en el parque. Rin comenzó a encerrarse en su habitación.

 

El jueves de la siguiente semana, Haru supo por qué.

 

Rin no se lo había contado y el azabache no se habría dado por enterado de no ser por ese día. Ambos salieron de la secundaria junto a Makoto, quien no tardó en desviar su camino para recoger a sus hermanos. Irían a comprar un helado, Haru había insistido porque le dolían las ojeras que Rin mantenía desde la semana pasada. Sousuke apareció mientras Rin chistaba y corría a la secundaria, pues había olvidado su billetera en la taquilla antes de incluso darse cuenta de su presencia. El azabache clavó los ojos en la mirada cian del más alto, quien le sonrió de lado.

 

—Nanase, ¿no?

 

—Yamazaki.

 

Sousuke había borrado la sonrisa y lo había mirado con superioridad "Voy a volver con Rin". No entendió por qué se lo dijo, pero después comprendería.

 

— ¿Por qué? ¿No lo has herido lo suficiente? —Había cuestionado, vigilando que Rin aún no saliese. Sousuke le miró, sonriendo cínico.

 

—No. Puedo hacerle muchas cosas más. Lo disfrutaré un poco más de tiempo.

 

— ¿Qué te hace creer que Rin volverá contigo?

 

—Lo hará. Porque es un fácil. Un imbécil. Y me ama. Va a perdonarme —Haru le observó con odio.

 

— ¿Qué logras con esto?

 

—Le haré entender que no puede confiar en las personas. Encariñarse.

 

No recordaba que contestó, solo la mueca de molestia que Sousuke había puesto antes de chistar y marcharse, murmurando que no estaría a lado de Rin por siempre. Y eso era lo que Haru temía, que Rin se fuese solo y Sousuke volviese a atraparlo. Lo invitó a dormir en su casa esa noche.

 

La insistencia sorprendió al pelirrojo, quien soltó una risa burlona y sonrió de lado, aceptando porque “no iba a hacer que le rogase”. Fueron por un bote de helado, Haru decía que prefería comer en casa y ver unas películas que su madre le había rentado para cuando fuese a visitarlos.

 

Por eso se encontraban sentados en la cama del azabache, cubiertos con una mantita mientras comían helado y el sonido del aire acondicionado se mezclaba con el ruido del televisor. Pero Haru no miraba la película, observaba a Rin y lo veía soltar risitas mientras observaba la pantalla. Suspiró y pausó el video. El pelirrojo se giró hacia él, con la cuchara en la boca.

 

— ¿Qué pasa? —balbuceó sin sacar el objeto de su boca. Haru lo miró atentamente por unos segundos que parecían eternos.

 

— ¿Sousuke ha estado buscándote?

 

No hizo falta una respuesta. El rostro del pelirrojo contestó. Rin solía encerrarse en su habitación, porque Sousuke iba a visitar a Gou como una excusa para acercarse. Y su hermana parecía divertida al respecto.

 

— ¿Cómo lo sabes?

 

Haru desvió la mirada y observó la imagen inmóvil en la pantalla. Su mente se aclaró por completo y recordó lo que la furia le había hecho olvidar. Las palabras que había cruzado con Sousuke antes de que éste se marchara, enojado.

 

“¿Por qué sigues buscándolo?” Había sido una pregunta al azar, y el más alto cayó. Sonriendo de lado, Sousuke se recargó en la pared.

 

Me gusta su forma de tener sexo, Rin es bueno en la cama. Una buena puta”. La furia había estallado en su interior, haciéndole apretar los labios y los puños.

 

“No es culpa de Rin que alguien te haya hecho algo así en el pasado. Rin está conmigo, imbécil. Déjalo tranquilo. No voy a permitir que te acerques” Sousuke frunció el ceño y chistó, molesto.

 

“No puedes estar siempre con él. Va a ceder y tú sufrirás también por ello”.

 

Rin lloraba en silencio, abrazándose las piernas y escondiendo el rostro en sus rodillas. Sousuke se la pasaba en su casa, rondando. Proponiéndole sexo sin sentimientos. Diciendo que el placer que se daban el uno al otro era innegable. Rin no era esa clase de chico, él no había pensado en sexo de una manera seria hasta que Sousuke le dijo que aquello lo hacían las personas que se amaban. Y ellos se amaban. Rin era un romántico empedernido, y Sousuke se había aprovechado de eso. Un extra en un juego.

 

Y Rin lamentaría toda la vida haberse entregado sin más. Siempre sufriría en silencio por haber disfrutado. La nieve comenzaba a derretirse cuando Rin confesó.

 

Se había acostado de nuevo con él, llevado por la tristeza y la esperanza de que todo fuera una broma. Sousuke había visto un camino libre entre los pedazos del corazón del menor y ahora no dejaba de rondar, porque si caía una vez después del desastre, caería más. Rin no quería ser arrastrado a esa mierda, pero dolía tanto que no podía evitarlo.

 

No quería sentir, no quería hacer nada más. No volvería a amar.

 

—Eso es lo que él quiere —susurró Haru, acariciándole la espalda. Rin lo observó con ojos llorosos, sin entender.

 

— ¿Qué quieres decir?

 

—Él quiere que tu sufras lo que él sufrió… Apuesto a que antes él era como eres tú y alguien lo destrozó como está haciendo contigo… Él quiere que tu sigas la cadena. Y está lográndolo… Ya dejaste de ser tú mismo.

 

— ¿Entonces qué tengo que hacer? —sollozó, jalándose el cabello— No lo entiendo… ¿Por qué me hizo esto? ¡Yo lo amaba, Haru! Yo…

 

—Yo no sé de estas cosas, y tú sabes eso… Pero creo que no debes darle otra oportunidad.

 

—Tú no sabes lo que yo estoy sintiendo.

 

—Y espero no saberlo nunca. Pero es tu decisión si dejas que ese imbécil te hunda y salga con la suya. Creí que no eras el tipo de persona que se rendía.

 

— ¡Nadie está rindiéndose, imbécil!

 

—Me parece que te estás rindiendo justo ahora.

 

Rin le observó fijamente y volvió a echarse a llorar. Era cierto. Se rindió cuando decidió que una sonrisa era mejor que mostrar su realidad. Cuando comenzó a ocultar sus emociones. Y de eso hacía unos días, ¿qué le depararía en el futuro? Abrazó a Haru.

 

—No sé qué hacer…

 

—Podrías dejar de llorar como una nenita y usar tu estúpida y hueca cabeza —Rin le pegó en el hombro.

 

—No seas así…

 

—Rin, lo único que puedes hacer es intentar superarlo.  Si estás triste llora, ¿vale? No sonrías. Me duele verte sonreír cuando tu rostro muestra que quieres llorar. No tienes que ponerte una máscara. No todos en el mundo son como él. Los que te amamos jamás te haríamos algo así…

 

Rin le había observado, secando sus lágrimas y había soltado un suspiro mientras intentaba contener sus sollozos y su hipear. Los ojos azules de Haru siempre le habían gustado, pero nunca lo había dicho. Haru había sido el primer chico que lee hizo dudar de su sexualidad, Sousuke lo había reafirmado cuando, con palabras dulces, se presentó como senpaide su hermanita en la secundaria de Sano.

 

— ¿Tú me amas?

 

La respuesta no fue necesaria, porque Haru se echó a llorar balbuceando un montón de cosas mientras le abrazaba y murmuraba que él jamás lo lastimaría. Que, por lo que más quisiera en el mundo, no regresara con Sousuke, porque sus intenciones no eran buenas.

 

Semanas después, Sousuke desapareció por completo de la vida de Rin, cansado de insistir. El pelirrojo se había negado con amabilidad incontables veces mientras Gou veía la televisión, sin importarle aquello. Nadie sabía por qué la chica odiaba a su hermano, y posiblemente nunca lo sabrían. Un día, el azabache se había escabullido en su habitación mientras dormía, Gou le había dejado pasar, su madre estaba en la cocina.

 

El grito que soltó Rin le puso los pelos de punta a la mujer, quien dejó las cosas que hacía y corrió escaleras arriba, entrando a la habitación de su hijo y encontrando al mismo aprisionado entre el colchón y un niño más grande. Gou abrió los ojos como platos al darse cuenta del error de ambos y se encerró en su habitación, fingiendo inocencia.

 

Su madre se disculpó incontables veces, porque su trabajo la consumía desde la muerte del padre de los menores y por ello no se había dado cuenta de lo que sucedía. Además de que, al estar en plena pubertad, no le extrañaban los cambios de humor de su hijo, ni que se desvelase. Se había confiado de ellos, eran cosas que sucedían en la vida. Ninguna madre se imaginaba que dañarían a sus hijos en algo tan bonito como el amor.

 

Haru no supo que sucedió con Gou, si la regañaron o algo así. Solo supo que, de pronto, Rin comenzó a vivir en Iwatobi, cerca de la secundaria. En casa de una anciana que él llamaba abuela y que ésta a él le decía RinRin. Al pelirrojo no le afectó demasiado, nunca había sido apegado con su madre, menos con su hermana.

 

Rin no salió con Haru en un futuro cercano. Salían en citas de vez en cuando, pero el pelirrojo no aceptó ser su pareja hasta terminar la secundaria, cuando el dolor de Sousuke terminó por enterrarse y ya no se sentía culpable de hacer que Haru la pasase mal. Cuando pensó que no había motivos para que alguien viera al azabache como un reemplazo de su amor no correspondido con Sousuke.

 

Los finales felices abundaban y escaseaban. No todos en la vida podían ser felices, pero muchos lo eran. Haru sabía, al mirar a Rin, que había personas que no habían tenido la suerte de ser correspondidas. Personas que habían sucumbido ante su dolor y el deseo de hacer sentir a los demás como ellos se sintieron los dominaba. Había personas que no podían salvarse. Pero Rin no se había rendido, a pesar de que estuvo por hacerlo.

 

Su sonrisa era una muestra de victoria, de que podía amar con los restos de un corazón que antes no temía. Un corazón que una vez probó el amor en su gloria total, pensando que era amado tal y como amó.

Notas finales:

Esta mierda está basada en una historia real. Se dice que los humanos somos los animales más crueles y estúpidos del planeta. Las frases abiertas están para la libre interpretación de las personas, cada quien tiene su perspectiva.

 

Lamento si esto no es en su totalidad un HaruRin. Pero para mí lo es.


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