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Una Gran Historia de Amor por Nehemia

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●○●Pov Legolas. ○●○
Muchos pensarán que mi vida ha sido fácil pues fui un Príncipe y ahora soy una reina, estoy casado con mi padre que me trata como si fuese de cristal y mi Reino me aprecia. Pero eso es totalmente falso.
Yo era apenas un niño cuando murió mi madre, actualmente nisiquiera la recuerdo, crecí siendo evitado por mi padre e incliso odiado por muchos elfos del Reino, el porque no lose, crecí siendo la buerla de todos, por ser muy pequeño, escuálido y torpe, mi Ada negó mi existencia por siglos, era una vergüenza para el, era, según algunos amigos de mi padre, terriblemente horrendo y por eso me ocultaba.

Estuve durante mas cuarenta años encerrado en una parte alejada del Palacio y tal vez será una sooresa para ustedes el decirles que yo me aleje, en ese lugar cree un lugar para entrenar en el cual pasaba día y noche, evitaba a toda costa los espejos pues me sentía horrible, no me veía como realmente era, si no como los demás creian que era, aprendí labores domésticas para evitar el trato con cualquiera, yo limpiaba, cocinaba e incluso hacía mi propia ropa, durante ese tiempo trate de cambiar, quería que mi padre me mirará como yo lo miraba, con admiración, asombro y amor.

No me rendía, practicaba todo, especialmente arco, pues a mi parecer era bastante bueno en ello, durante las noches me gustaba leer en ocaciones historias románticas, donde el amor triunfaba y no existía un lugar para el dolor, cabe destacar que el mantenerme alejado de la gente me hizo más inocente de lo que cualquiera hubiese creido.

Nadie me visito en todo el tiempo que estuve ahí, hasta que al regresar de la biblioteca encontré a mi padre en mi habitación tan majestuoso y apuesto como le recordaba, entre sus manos sostenía un viejo retrato suyo que yo solía colocar junto a mi cama, parecía o notar mi presencia pues miraba la habitación detenidamente, pese que está no le agradaría al estar llena de Pinturas que solía hacer cuando no entrenaba, en una pared estaba una pintura del bosque, en otra un viejo árbol en el que mi madre solía sentarse a cantarme y contar historias, en la pintura no estaba su madre, más bien se encontraba una hermosa y extrañaxtraña flor rosa brillante, cargada por un lindo elfo rubio que había soñado hace un tiempo, este chico tenía mis ojos, pero si cabello era como los rayos de el sol y su figura era estilizada y preciosa, una sonrisa adoraba su rostro brillante .

Jamás había visto a alguien tan hermoso y al pintarlo me había envidiado de su hermosura y notable felicidad.
Ada parecía mirarlo tan eclipsado como yo por su belleza. Se acercó a la pintura, para voltear bruscamente en mi dirección.
Yo retrocedí asustado, golpeándome accidentalmente con la puerta, solté un quejido y de pronto el se encontraba frente a mi.

-...¿Legolas?..- parecía profundamente confundido, y ciertamente no sabía el porque. Tomo mi rostro entere sus manos y lo acaricio.
Yo sólo sonreí nervioso y asentí. 
Me observó durante un largo rato y luego se fue en silencio.
No supe como reaccionar ante su visita y el pensamiento, usualmente fugaz de salir de intensificó.

~¿Porque no salir?, ~

No encontraba un motivo para no hacerlo, 
el miedo que solía tener no aparecía en ese momento, así que al salir el sol la mañana siguente camine por los pasillos hasta llegar a la puerta que me separaba del dolor, y con las manos temblorosas la abrí lentamente.
El pasillo estaba vacío, así que cruze los pasillos con un poco más de confianza, me diriji a los jardines y me senté bajo el árbol que había pintado, aunque ahora estaba más grande y con las hojas teñidas de colores caoba debido al otoño.
El paisaje era lindo y el aire acariciando mis mejillas a sentía como la gloria.
Tantos años encerrado tal vez valieron la pena.

Las horas pasaron y el lugar estaba desierto, lo cual era bastante extraño, puesto que solía ser un lugar lleno de vida.
Las horas pasaron mientras viejas canciones inundaban mi mente y salían como murmuros cada vez más tristes. 
Después de un tiempo afuera decidí regresar a mi habitación, cual fue mi sorpresa, que al caminar los los pasillos choque con una figura un poco más alta con cabellera rojiza.
Esta una chica, parecía de mi edad y su rostro serio tenía un toque amable.
Era linda,su rostro era afilado y de facciones finas, con unos penetrantes ojos marrones, intercambiamos miradas y ella me sonrió.

-Buenas noches pequeño, ¿como te llamas? No te había visto por aqui, ¿eres nuevo?- habló rápido y sin pausas, me senti un tanto incomodo ante su energía y guarde silencio. -supongo que nl quieres hablar, bueno,aún así, es un placer, mi nombre a Tauriel.
-soy Legolas, es un placer- le dije en voz baja.
-Legolas... mmm... lindo nombre, me resulta familiar.- parecía tratar de recordar al portador del nombre, y por alguna razón no quise que supiera quien era.
-No me imagino porque, soy nuevo por aquí, llegué hace poco. Quisiera entrar al Ejército del rey.- me miro escéptica. 
-No es mi intención insultarte, pero eres demaciado débil para entrar en el Ejército.
-Las apariencias engañan, ¿no te lo han dicho?- sonreí con arrogancia.
-supongo que tienes razón, entonces, te deseo suerte.

Se despidió con un movimiento de cabeza y se alejó por los pasillos. 
Después de ese día solíamos frecuentados, entrábamos juntos y poco a poco hicimos una amistad, no volví volví ver a mi padre por un tiempo, y al parecer nadie me reconocía, no parecían recordarme, con ayuda de mi amiga pelirroja, convencí al general de las tropas de mi padre para que me entrenada, el aceptó, con la condición de que yo venciera a uno de sus soldados y me dio un mes para entrenar, más en el cual entrene en compañía de tauriel, que resultó ser un soldado.
Ella solía decirme que estaba enamorada, y que mantenía una relación clandestina con aquel que amaba, nunca me dijo el nombre del sujeto, y nunca la presione para que me lo dijera. Si tan sólo le hubiese preguntado...

El mes paso rápido.
Y el día del enfrentamiento amaneció nublado y frío.
Salí en dirección al lugar donde se realizaría la pelea y mi sorpresa fue grande al encontrar a mi padre sentado en una de las jardineras esperando junto al general y un montón de soldados.

Sus ojos violetas me miraron y el me sonrió.
Mi corazón pareció detenerse.
Y dolió al sentir su corazón apretarse de felicidad, lo haría sentirse orgulloso.

Camine al centro del patio y espere, de entre las figuras una más baja apareció y se posicionó a frente a mi.
Mira a los ojos a mi contrincante y que me devolvía la mirada con unos conocidos ojos marrones.
Nos miramos y sonriendo nos dimos la mano.
Haríamos lo que fuera por la victoria.

-Que gane el mejor- dijeron.

A un lado mío se encontraba una joven sostenido todo tipo de armas para elegir.
Naturalmente, la espada era la opción más inteligente, más al recordar a mi madre, vino a mi mente un báculo exquisitamente tallado en madera y con punta de hierro, similar a uno que estaba tendido ante mi.

Tome el báculo de las manos de la chica y lo probé haciendo lo girar varias veces a mi alrededor. Era prefecto, proporcionado, sólido y fuerte. La punta de hierro redondeada podía quitarle el sentido a un hombre.

Dedique una rápida reverencia al rey y luego me incline ante mi contrincante.

Nuestras miradas se encontraron, y sonriendo, me arrodille y tomé el báculo con ambas manos.

Tal como esperaba, Tauriel se abalanzó al instante contra mi, directamente hacia el centro del báculo con la intención de romperlo, la esquive con maestría. Cuando Tauriel no golpeó otra cosa que el aire, estampe un extremo del cayado en la columna. Ella se tambalea pero logró incorporarse y dio media vuelta sobre un pie para volver a atacarme.
Rechace la embestida con el báculo inclinado y aproveche el movimiento con el extremo inferior. La hija de su espada de clavo en la madera y con un movimiento ayudado por la fuerza del golpe intenté estamparle en la cara la parte superior del cayado. Tauriel de echo hacia atrás, blandio la espada y acto seguido golpeó mi brazo derecho con la intención de hacerme soltar el arma, sin embargo haciéndome solamente retroceder tambaleándome, levantó la pierna y estampó su pie en mi estómago derriban dome.
Se abalanzó sobre mi, logre esquivarla y levantarme con rapidez, logrando esquivar por poco una estocada, haciendo que ella trastabille. Acto seguido le Di una puñetazo en el brazo que hizo saltar el arma por los aires, Tauriel de hecho hacia atrás, pero mi puño ya estaba preparado y lo encaje es su nariz sin preocuparme por la explosión de dolor en los dedos no el crujido en los nudillos.
Salte hacia atrás antes de que pudiera devolver el golpe. La sangre salía bajo la nariz con un destello rojo.
Sostuve el báculo con ambas manos para parar el ataque y empuje la cara contra la espada sin dejarme intimidar por el crujido de la madera resquebrajar.
Con un gruñido, propone un último empujón empujón mi adversaria y Di un salto, estampado un extremo del báculo en la parte trasera de la cabeza y ella trastabille, pero logró recuperarse. Mareando, con lágrimas en los ojos, se limpió la nariz y su rostro adquirió una expresión fiera al ver la sangre en su mano, se lanzó contra mi espada en ristre, apuntando al vientre. Una reacción salvaje demaciado irreflexiva como para detenerse a tiempo.
Me acuclille. Cuando la espada le paso por encima, dio un salto con las piernas adelante. Tauriel no tuvo ni tiempo de gritar cuando perdió el equilibrio, Y tampoco pudo tomar el arma antes de que me acuclillara sobre ella apuntando su garganta con la cabeza de hierro del baculo, y a pesar de no ser alguien especialmente violento, una increíble necesidad de atravesarle la garganta me invadieron.

-tenemos una ganador -grito alguien y mi mente se nublo de rabia a l ser empujado por su padre mientras este levantaba a la pelirroja a sus pies.

Me quedé de pie tras de el, esperando una felicitación, una sonrisa o tan siquiera una mirada.
Pero nada de eso pasó, el simplemente entró al Castillo sin mirará atrás.
En un momento me vi rodeado por elfos que trataban de acercarse a felicitarme y yo recibía los amagos medio ausente... sólo quería una mirada... eso me hubiese echo feliz.
Entre al Ejército, era un prodigio según mi general,el cual tras un tiempo se enteró de quien era, al igual que todos y por un tiempo todo volvió a ser como antes, el desprecio y la apatía aún dura en algunos, pero no volví a encerrarme, ahora tenía amigos, y aunque seguía siendo amigo de tauriel, las cosas no eran lo mismo aa pesar de que ella parecía ser la única que no se enteró de quien era.
Aunque solía mirarme con algo de desprecio y me retaba, tuvo una gran obsesión con vencerle. Y lo que comenzó como una rivalidad amistosa se convirtió en una guerra.

Un día al encontrarnos descansando entre pláticas amenas.
-Legolas, ¿te has enamorado?
-Claro que si, incluso puedo decir con fatal seguridad que aún lo estoy, aunque es un amor imposible.
-Todo es posible amigo mío, pero dime ¿quien ha robado tu corazón? 
-No creo que sea buena idea
-puedes confiar en mi...
-lo se, es sólo que... es el rey... el es quien... yo..
-Oh, ¿enserio?- me sonrió de una manera que en ese momento yo crei amistosa y resultó ser lo contrario.

En una ocasión, le dije a tauriel que me declararía, me había arreglado y con la esperanza de que el me diese una oportunidad, pues había intentado ganar su atención de todas las maneras posibles, me había convertido en el mejor soldado de sus filas, era conocido por muchos, las costureras pedian mi ayuda, al igual que los cocineros e incluso entrenaba a los nuevos soldados.
En una ocacion solicitaron mi precencia para entretener al rey y sus amigos (pues algunos decían que mi voz era hermosa) y a pesar de que fui alabado por la mayoría el no me miraba siquiera.
Camine por los pasillos del Castillo hasta llegar a la sala del trono y pasarme a los pies de mi padre.

-mi señor, le pido que me permita unos segundos a solas para hablar con usted- el asintió y los guardias de retiraron para dejarnos solos.
-Habla- la forma de decirlo fue tan brusca que retrocedí inconscientemente.
-Yo...y...y...yo quería decirle- su mirada se endureció.
-Ah, supongo que quieres hablar de tu "enamoramiento", me hablaron bastante sobre ti Legolas y debo decir que estoy decepcionado de ti, puedo decir sin sudar que me das asco. Eres peor que una mujerzuela , eres una puta- las lágrimas se acumulaban en mis ojos sin llegar a salir - debo admitir que al principio no lo creía...- al final no puede contenerme y mi Palma de estampó fuertemente contra su mejilla
-¡¡No puedo creer que digas eso, yo jamás he estado con nadie, nisiquiera me han besado, lo único que he hecho siempre a sido esperar por ti!!
Salí corriendo de ese lugar.

Tras uno meses en una soledad abrumadora, un muchacho llegó,era bastante bajo, más que un enano, era castaño y de hermosos ojos esmeralda, decía que era un hobbit y venía acompañado de el mago gris.
Su nombre ya lo conocen, es Bilbo Bolsón, y fue ese tipo de persona que se tira contigo en el suelo solamente para entenderte, para buscar una forma de hacerte sentir bien.
Gracias a el supe lo que era un amigo.
Pasamos tardes enteras creando canciones y hablando de todo y nada.
Las sonrisas era comunes al igual que algunas lágrimas, se quedaba en mi habitación.
Amaba las pinturas de mi habitación y preguntaba todos tipo de cosas sobre ellas, solía pasar horas mirando la pintura del árbol y no fue hasta el noveno día de observarla que una frase escapó de sus labios.

-Te ves hermoso en esa pintura.

Pase la noche pensando en ello, hace a los que no me miraba a espejo detenidamente y cuando mi reflejo me devolvió la mirada la mañana siguiente, confirme que mi pequeño amigo tenía razón, aquel ser hermoso que había pintado y que tanto envidiaba era yo.

Mi vida pareció cambiar en cierta forma.

Y aunque quise olvidar mi amor no pude, y mi corazón se resquebraja al encontrar una cabellera rojiza caminado tranquilamente, un impulso me obligó a seguirla.
Y entonces la vi abalanzarse contra alguien de cabellera rubia sobre la cual se pisaba una corona.

-No puedo creerlo- en un momento me vi sobre aquella que creí mi amiga.
No podía para de golpearla.
-Eres una maldita, yo creí en tu, y resulta que le mentiste a La persona que amo y la alejarse de mi, yo... - Me vi quejado de ella por unos brazos pequeños y vi a mi Ada acercare con la mano levantada, dispuesto a golpearme.
-Siempre te creí alguien sensato Thranduil Hoja verde.- rugio el mago con vos autoritaria y vi como detenía su andar lentamente.
Realmente no recuerdo que se dijo, sólo recuerdo gritos de tauriel, culpándome y aceptando sus mentiras, el hecho de que le había mentido a mi padre para lastimarme y que mantenía una relación con el desde hace tiempo, pues pensaba que la dejaría cuando yo me le declarará, decía que lo había perdido todo en cuanto yo había aparecido entre muchas otras cosas.
Mi padre comenzó a gritar después de un rato, había golpeado a tauriel.

Después de eso yo trate de alejarme de ellos, sólo dejando Bilbo acompañarme.
Mi padre trataba de acercarse, más al verme correr para alejarme de el comenzó a mandarme cartas acompañadas de regalos y flores.
Yo no pensaba perdonarle , ni siquiera paso por mi mente hasta que en una ocasión me vi dirigido por mi amigo Hobbit hasta una habitación donde el rey se encontraba.
Estaba recargado en la ventana y me miraba, por fin me miraba
Me rompí ante el, y me encontré reconstruido por el.
Me pidió perdón una y mil veces.
Y yo lo acepté.
Comenzó a cortejarme públicamente y me sentí feliz, Bilbo solía hacer burlas, sin una mala intención claramente. Y decidió quedarse hasta el día de mi vida, que para mi sopesa fue sólo un mes después.
Fue una vida enorme, y elfos, humanos y magos de todas partes se vieron invitados.

El prometió cuidarme y lo cumplió cuando la misma noche de nuestra boda fui atacado por nada menos que tauriel que al verme en una de las jardineras alejada de los demás trataba de acuchillarme, lo logró en una ocacion y la cicatriz sobre mi hombro es la prueba de ello.
Fui salvado por mi Ada, que la empujó para verificar mi estado, su rostro se oscureció y su mirada brilló de rabia al ver mi herida.
Mi padre había tomado su espada que ahora apuntaba la garganta de la pelirroja cuando lo vi levantar la me lance sobre el Y la herida fue hecha en su rostro de forma vertical, el no estaba contento pero le duplique que no le matara y a pesar de todo cumplió mi capricho. Supe que estuvo retenida en la prision durante un corto tiempo y luego fue desterrada.

Después de eso sólo hubo paz, hasta hoy...

Notas finales:

Lamento la tardanza.
Debido a que no logré entrar a la Facultad de medicina 😭, termine estudiando inglés, ya que debo admitir que soy una papa en lo que respecta al inglés y he de decir
que es difícil (o al menos para mi).
Continuando... este capitulo me lo solicitaron hace poco y ya que el fin de este fic esta cerca decidí hacerlo como el último especial.
Espero les gustará.

 

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