Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Kuroshitsuji: Operahausu por Shuneii

[Reviews - 14]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Hola, soy yo de nuevo después de tanto tiempo... Bueno, la verdad quiero decir que, ya que la chica con la que, en conjunto, escribía este fic; ya no siguió conmigo en esta historía; le pedí favor a Camil - Mi hermana <3 - que me ayudara. Sin embargo, ya que este fic no fue tan bueno como esperaba, pienso seriamente en pausarlo para poder acabar mis otros trabajos. Si alguien desea que lo continúe, hagamelo saber y trataré de continuarlo y actualizarlo más a menudo. 

Eso es todo, disfruten el capítulo c;

-Por la noche-


     La puesta del sol recién empezó a tintar el cielo en tonos cálidos degradándose a los fríos colores nocturnos.


<< ¿Es necesario partir desde hoy? Podríamos haber salido mañana a primera hora… >>


<<Mientras más pronto acabemos con este asunto será mejor para todos. No me es agradable estar tan cercano a un ser celestial como ese.>> Murmura el siempre formal demonio dirigiendo su vista al chico rubio quien se encontraba apreciando el interior del carruaje esbozando una pequeña sonrisa inocente.


     Con un chasquido de lengua hacia su mayordomo, el Conde se apresura a hacerle compañía a Alois; este había aceptado porque lo llamasen por su antiguo nombre como mortal, ya que era más cómodo para todos.


     El pelinegro da una vista detallada a quien se encuentra frente a su asiento, sigue siendo el mismo, pero tan distinto a la vez. Su cabello sedoso brilla con la luz de la luna que logra colarse por la ventana; su tez, es un poco más pálida que antes y un leve color carmín es perceptible en sus mejillas; sus ojos, brillantes como el sol admirando curiosos algo en el exterior. Imitando a Alois ve a través del vidrio observando un grupo de luciérnagas juguetear en entre los arbustos. Como tratando de ir más allá de lo perceptible a la vista, suspira y vuelve a observar al rubio. Su físico es el mismo, sin importar los leves cambios sin duda es el cuerpo de Alois. ¿Qué tan cierto habrá sido la historia que éste les contó? Dudas y dudas rondan su mente. Sebastián dijo que era cierto, entonces, debería de ser así. Pero ¿Dios existe verdaderamente? Y de ser así ¿por qué aparece hasta ahora cuando tanto le necesitó en aquellos momentos difíciles?


     Mueve rápido su cabeza de un lado a otro para poder retirar esas viejas memorias de su mente. El pasado es pasado. Lo que no fue no será. Exista o no, éste chico ha venido desde lejos y es una pieza importante para poder cumplir la petición de su majestad, la reina. Sintiendo un peso sobre su cabeza, una mano acaricia su cabello, acto que logra tranquilizarlo.


<<Estamos listos para partir.>>


     Tras decir eso, el mayordomo cierra la puerta tomando asiento junto a su amo y el carruaje se pone en marcha. Es un no tan largo viaje hasta el muelle por lo que Sebastian, atento como de costumbre, les pide a ambos jóvenes que duerman un poco antes de abordar el barco rumbo a Alemania.


     El camino rocoso hace que la cabina del carruaje se mueva con ligera violencia. La cabeza del inconsciente Ciel se desliza desde el respaldo del asiento hasta el hombro del demonio, logrando sorprenderlo. Éste, con sumo cuidado para no despertarlo, lleva a su amo a su regazo. Al sentir algo más cómodo donde poder reposar, se acomoda en el asiento, llevando sus rodillas flexionadas cerca de su pecho, en posición fetal; inhalando el aroma a rosa mosqueta que desprende el ser infernal. ¿Cómo es posible que un aroma tan puramente embriagador sea emitido por un demonio?


 


     Embarcando cuando la luna está en su punto más alto; conde, arcángel y mayordomo se abren paso entre la gente, muchos de ellos extranjeros. Al ser un viaje tan repentino el único barco disponible era uno de transporte comercial proveniente de Asia suroccidental con escala en Inglaterra.


<< Sebastian, ¿dónde se encuentran las habitaciones de primera clase?>>


<<Bocchan, este barco únicamente cuenta con habitaciones de clase media ya que después de todo se trata de un barco con mercancía de exportación… Fue el único barco que pude encontrar con destino a Alemania. >>


<< Hmp. >>


     Con bastón en mano, sigue su camino. Sus pasos los dirigen al modesto vestíbulo interior. Sin saber a dónde dirigirse luego, y desorientado al ver tantos pasillos conectados a su actual ubicación, espera a que su sirviente le indique el rumbo a tomar para llegar a las habitaciones. Éste señala uno de los muchos corredores, por el cual los tres chicos comienzan a caminar. Llegando al tope, girando a la izquierda en el estrecho camino; sin querer, el conde tropieza con un hombre. Aproximadamente de unos cuarenta y tantos años, con rasgos asiáticos y un atuendo que hacía notar que era parte de la tripulación.


<<Discúlpeme, no me fije->>


     Trata de hablar el conde, tomando al hombre del brazo para poder ayudarlo a ponerse en pie. Pero este, en un arrebato, se da media vuelta sin más que decir. Los tres se quedan extrañados, sin darse cuenta de que alguien los observaba desde hace un tiempo atrás.


 


     Una vez en las habitaciones, Ciel y Alois descansan en una misma habitación. Por su parte, Sebastian se encuentra en la habitación continua, pensando en el extraño hombre de antes. Había algo en él que hacía al demonio dudar y pensar más que de costumbre, pero sin las indicaciones de su amo no es capaz de investigarlo.


 


<<Te… Bocchan, despierte…>>


     La voz de Sebastian se vuelve más fuerte para ambos jóvenes con el pasar del tiempo. Ciel abre sus ojos con dificultad, sorprendiéndose al ver tan cerca el rostro de su mayordomo.


<<Hasta que decidió despertar.>> Sonríe alejándose rápidamente. <<Faltan quince minutos para el medio día.>>


     Irguiéndose toma una de las prendas de su amo, previamente preparadas, para poder vestirlo; recibiendo una mirada de desaprobación por parte del joven amo.


<<Entiendo. Iré a buscar algo digno de su paladar. Esperen acá hasta entonces.>>


     Hace una reverencia y sale de la habitación, no sin antes lanzarle una mirada feroz al chico de ojos color oro. Realmente le preocupaba dejar que su joven, ahora crecido, amo se cambiase enfrente de ese chico. No debía, más bien no quería, dejar que otro ser que no fuese él viera la nívea piel del ojiazul marino.


<<Oye, algo me dice que no termino de simpatizarle… >> Susurra Alois más para él que para el otro.


<<Perdón, ¿dijiste algo?>> Termina de desabrocharse los botones de la camisa.


     Alois, viendo de reojo a Ciel quien solamente conservaba, ahora, su ropa interior; no puede evitar ruborizarse. Da la vuelta sobre sí mismo en la cama, viendo en dirección al muro.


<<S-solo dije que por alguna razón siento que no le simpatizo a tu mayordomo.>>


<<Bueno, debido a que dices ser un arcángel… Imagino que demonios y seres celestiales no han de estar en muy buenos términos.>> Alza su rostro para acomodar su corbatín. <<¿Qué te parece ir a echar un vistazo? No me gusta estar encerrado en este lugar. Me siento como una rata común y corriente.>>


     Toma su bastón al lado de la cama, y sale de la habitación sin esperar que el otro lo acompañe. En realidad, no le importaba mucho lo que el rubio hiciera. Sigue caminando hasta llegar al vestíbulo, donde siente que alguien lo observa. Voltea a la dirección de donde siente la mirada que le causa escalofríos en su espina dorsal cuando;


<<¡Ciel!>>


     Sus ojos abren grande por la impresión causada.


<<Por Dios… Quieres caminar un poco más lento. Casi te me pierdes de vista.>>


<<Tú… ¿Cómo te atreves a asustarme de esa forma?>>


<<Te asusté, ¿eh?>> Ríe pasando al lado del otro. <<Dicen que el que teme, algo debe…>> El aura alrededor de Alois cambió a algo que se podría describir como atemorizante. <<Vamos, quiero ver el mar.>>


     Con un cambio drástico en su mirada y tono de voz, toma la mano de Ciel para ir al exterior. Pocas personas se encontraban allí, debido a que era hora de almuerzo, la mayoría debía de estar en el comedor.


<<¡Wow! Es impresionante… >> Mira al horizonte con ojos brillantes. <<Nunca antes había visto el mar sabes, pero es tan hermoso como decían.>>


<<¿Te impresiona una gran cantidad de agua? Patético.>> Ríe sarcásticamente.


<<Sabes, no conservo muchos recuerdos de mi vida como Alois o Jim… Pero, recuerdo claramente que con Luca deseábamos conocer el mar. Jugar en la arena y correr hacia el horizonte en la puesta del sol.>>


     Guarda silencio en espera de que Ciel dijese algo, pero éste solo lo mira en completo silencio.


<<Tengo otros recuerdos, en su mayoría alegres; como, la vez que te hablé por primera vez. Por alguna razón que desconozco, estaba vestido de chica.>> Lleva una de sus manos a su mentón, tratando de recordar más a fondo. <<Luego de eso, derramé vino en tu traje. Cuando me viste te sonrojaste.>> Ríe fuertemente con eso último.


<<Cállate, eso no fue así.>>


<<No, no. Claro que fue así. El color carmesí en tus mejillas contrastando con tus ojos azules, era similar a ver la puesta de sol que tanto ansío ver.>>


     Y así, siguen discutiendo sobre un evento pasado entre quejas y risas; ambos con sus puntos de vista. Por su parte, Sebastian, después de una exhaustiva búsqueda por todo el barco, cargando el almuerzo de ambos jóvenes, los mira desde una distancia prudencial. Debía admitir que un sentimiento, como una punzada al corazón, lo invadió en el momento que vio a su joven amo reír de esa manera en que muy rara vez lo hacía.


<<Bocchan.>> Se aproxima interrumpiendo el momento la animada charla de Ciel y Alois. <<He traído el almuerzo, sería bueno comer en la habitación ya que el comedor está repleto de gente. A parte, dentro de poco arribaremos por lo que deberíamos de irnos preparando.>>


     Siguiendo las indicaciones de Sebastian, los tres se dirigieron al dormitorio para degustar del almuerzo. Cabe decir que, Sebastian se infiltró en la cocina para preparar algo que estuviera dentro de los estándares de su joven amo.


 


<<Bien, el puerto de Alemania está cerca, deberíamos salir antes para evitar la aglomeración…>>


     La explicación de Sebastian es interrumpida por el sonido de disparos y gritos.


<<Esto es malo. Ellos ya están acá.>> Fingiendo sorpresa Sebastian acomoda su saco y abre la puerta de la habitación. <<Será mejor que no salgan de la habitación, considerando su habilidad para ser raptado, estará más seguro acá.>>


     Una vez dicho eso, deja la habitación percatándose de asegurarla bien. Inicia a correr hacia el vestíbulo dónde observa un buen grupo de tripulantes siendo retenidos por lo que parecían soldados alemanes.


<<¡Allá, es uno de los chicos que estaba con ese noble!>> Uno de los soldados señala al demonio.


     Así, inicia la batalla ante los tripulantes retenidos. Con su característica gracia, Sebastian acierta con los cubiertos en todos los presentes, salvo en un grupo de soldados que lograron escapar, dirigiéndose a la habitación de su joven amo.


<<¿Por qué esto tiene que ser tan complicado…? >> Bufa, pasando un mechón de su cabello hacia atrás de su oreja.


 


<<¡Están por acá!>>


     Los dos jóvenes en la habitación logran escuchar más gritos justo fuera de la habitación, seguido de un golpe en la puerta. Luego, otro golpe más.


<<Ven, acá está el noble. Sabía que estos invasores no podían trabajar sin una cabeza que les indicará qué hacer.>>


<<¿Pero qué dices?>> Ríe con la explicación del hombre. <<Sabía que estaba siendo observado, pero lo que dice me parece ridículo.>>


<<Entonces, de no ser cierto. ¿Qué traería a un noble en un barco de invasores y mercadería de contrabando?>>


<<Cierto, sospechábamos de esto desde hace tiempo, así que enviamos espías a investigar. ¡Así que no mienta!>> Añade un segundo soldado.


<<Aparte, yo lo vi hablando con uno de ellos antes. Justo en el pasillo, no cabe duda.>>


 <<¡Bocchan!>> Llega Sebastian a unirse a la conversación.


      Viendo la aparición del peligroso hombre en traje, los soldados apuntan sus armas a Ciel y a Alois.


<<Si logramos acabar con estos invasores, seguro nos recompensarán bien.>>


<<Sebastian…>> Dice Ciel en un tono que preocupa al mayor. <<Sabías esto desde un principio, ¿no?>>


<<Bueno, en mi defensa, le aclaré que era el único medio que pude conseguir.>>


<<¡Suficiente! ¡Dejen de hablar!>> Nervioso, uno de los soldados apunta a Sebastian.


<<Acaba con ellos…>>


<<Yes, my lord.>>


<<El poder del demonio.>> Silba el arcángel con tono alegre.


<<Este no es el momento, Alois.>> Lo reprende Ciel.


     La oscuridad absoluta llena la habitación. Los soldados no pueden explicar lo que sucede, el temor les carcome el interior. Y luego, nada.


 


<<Ya que el barco está en muy mal estado debido a esos imprudentes soldados quienes acabaron hasta con el capitán, lo mejor será tomar uno de estos barcos de emergencia para evitar impactar contra esas rocas a las que nos dirigimos.>>


     Levanta el barco de madera, sonriente. Ciel le sigue viendo de mala manera. Coloca el barco en las sogas para hacer que descienda hasta el agua. Tal como cargar a un bebé, toma el fino cuerpo de su joven amo, aun molesto, y lo coloca en uno de los asientos. Alois le sigue, subiendo al barco por el mismo, luego, Sebastian también toma asiento comenzando a hacer que las poleas lleven el barco hacia abajo.


     Una vez sobre el agua, Sebastian comienza a remar en dirección contraria a las rocas guiándolos hacia el puerto de Alemania más cercano.


<<Debido a los inconvenientes y que el viaje en carruaje hasta el pueblo descrito por la reina nos llevaría más de medio día, al llegar a tierra buscaremos un lugar para hospedarnos y partir por la mañana.>>


<<Dirás, yo buscaré un lugar decente para hospedarnos. Hmp.>> Cruza sus brazos, molesto; eso aún no había cambiado en él, y le causaba cierta ternura a cierto demonio remador.


 


 


     “Estas luchas innecesarias han arrugado un poco mi traje, pero ya que el joven amo insiste en encargarse de todo por el mismo creo que será mejor que me tome mi tiempo para dejarlo impecable como siempre. Hehe, será gracioso ver como él intenta en controlar la situación, después de todo ¿siendo un sirviente de la familia Phantomhive no debería ser capaz de dejar que el joven amo tome la iniciativa de actuar por sí mismo?”


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).