Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

ZHIEND, ¿Una sombra olvidada" por LORD GRIM

[Reviews - 141]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Hola a todos mis fieles lectores (as) se que a estas alturas muchos han de tener tendencias homicidas en mi contra ya que han pasado varios meses desde mi última actualización, no me justificaré sólo diré... Maldita tecnología obsoleta, problemas de dispositivos. 

 

De igual forma les hago saber que achance un tanto en esta historia pero me retrase con la de Infidelidad Inducida así que por el momento será está la que se actualizará con mayor velocidad mir tras me dedicó a escribir la otra. 

 

Bien no los aburro más aquí está la continuación espero y les guste 

 

Saludos 

 

La gira del cantante Zhiend continuo por Japón durante unos meses más, el último concierto era en Hokkaido al norte del país y para fortuna del joven albino, el anunció de una gran nevada creaba el ambiente idóneo para una persona que disfruta del frío.

- Esto es frustrante - menciono el empresario quien sentado justo frente al victoriano, se encontraba fastidiado de haber tenido que tomar el tren para llegar a Hokkaido - Y todo por una posible tormenta, es decir, es un pronóstico no saben si de verdad va a suceder.

Debido al pronóstico de una gran nevada en el norte, todos los vuelos habían sido cancelados y para que el cantante pudiese cumplir el compromiso de su presentación no hubo más opción que usar otro medio de transporte en este caso el tren bala.

- Usted lo cree? - indago el albino retirando su atención del paisaje para dirigirse a su jefe, al cual le regaló un sonrisa serena - En mi opinión los viajes en tren son bastante pintorescos, ya que es posible admirar el paisaje.

El rubio no pudo hacer más que sonreír, debido a la increíble actitud positiva del joven frente a el, quien nuevamente contemplaba el paisaje con emoción.

- Mire - anunció el más joven señalando a un lugar en específico - La nieve ha comenzado a caer y el paisaje se torna blanco lentamente.

El empresario enfoco toda su atención al exterior donde observo con grata admiración como las palabras de su estrella eran verdaderas, aquel paisaje con tonos verdes de los árboles y plantas perdía su color a paso lento pues la nieve era aún muy poca como para cubrirlo todo.

- Eres excepcional Zhiend - alabo el empresario sonriendo al victoriano - Tienes el don de encontrar belleza en las cosas más simples, el paraje es hermoso.

- Es usted muy cortes Sr. Seguchi - anunció menor mostrando su usual serenidad - Pero temo que nuevamente exagera sus halagos para con mi persona - con gracia cerró los ojos para así sonreír - En realidad... No tengo ningún talento especial, sólo soy apasionadamente curioso.

El tecladista entrecerró los ojos con ternura, ahí estaba nuevamente aquella humildad tan característica del oji bicolor, sin importar cuanto éxito acumulase seguía manteniendo su esencia libre del pecado del orgullo, algo de lo cual el no estaba exento para su desgracia.

Durante el resto de trayecto el presidente de NG Récords, comenzó a analizar lo que había sido su vida y para su mala fortuna su historial no era nada bueno. A lo largo de su carrera hizo cosas terribles para conseguir sus objetivos, planeo y logró la caída de tantos, destruyo los sueños de varios cuantos más, engaño. Su lista de errores era inmensa, fue ahí cuando comenzó a hacerse una gran pregunta, por mucho que estuviese enamorado de Zhiend, sería posible que alguien tan noble como el albino se fijará en su persona.

- Sr. Seguchi - pronto una voz lo saco de sus pensamientos, al dirigir su atención al responsable se topó con mirada preocupada del cantante - Se encuentra bien?

- Claro - respondió de inmediato sonriendo con nervios y negando con las manos, cosa que pareció no convencer al albino.

- Sr. Seguchi - la suave mano del oji bicolor se poso sobre la del rubio, quien sintió de inmediato la calidez de aquella piel nívea - No soy del tipo de persona que le guste inmiscuirme en las cosas, pero... - suavizo la mirada expresando su apoyo incondicional - Si... En algún momento necesita ayuda o alguien con quien hablar, quiero que sepa que puede contar conmigo para lo que sea.

- Gracias Zhiend, eres muy amable - respondió el rubio al borde del sonrojo, claro que eso nunca paso ya que.

- No tiene que agradecer - el más joven sonrió con sinceridad - Después de todo lo considero con un gran amigo, así que siempre contara conmigo - con determinación continuo hablando - Todo sea por nuestra amistad.

Unas horas después, ambos músicos se encontraban en el hotel donde se hospedarían, el cantante estaba ya recostado descansando ya que mañana tendría mucho trabajo, mientras que el rubio lloraba en su habitación al recordar las palabras de su estrella.

"Después de todo lo considero con un gran amigo"

"Todo sea por nuestra amistad"

Algo le decía que con respecto a Zhiend permanecería mucho tiempo en la Friend Zone y como el chico era tan despistado dudaba que notase cuales eran sus verdaderos sentimientos.

Al dia siguiente se celebró el último concierto de la primera gira de Zhiend en Japón, la cual fue un completo éxito, por decisión mañosa del presidente ambos músicos se quedarían en Hokkaido algunos días para que el victoriano descansara de todo el estrés de la gira, este último no opuso resistencia ya que adoraba el clima frío.

- Hoy iremos a una plaza comercial cercana - anunció el rubio quien en compañía de su estrella desayunaban con tranquilidad en el restaurante del hotel - La cual es muy exclusiva por cierto - comento mientras bebía su café.

- Suena interesante - contesto el albino que comía su quinto tazón de fruta.

Para el tecladista era impresionante ver la forma de comer del más joven, ya que durante el tiempo que estuvo a su lado se percató de que el chico comía bastante, incluso caía en lo exagerado sin subir de peso ni un poco, por palabras de manager americano se enteró que el metabolismo del cantante era muy veloz y por ende comía demasiado, he ahí su gusto por la buena comida, en pocas palabras Zhiend era un glotón.

- Será mejor irnos - anunció el mayor a sabiendas que de continuar en el restaurante el menor acabaría con todo el bufete.

Durante dos largas horas aquel par deambulo por los largos pasillos del bello centro comercial, mientras el rubio admiraba todas la tiendas siendo observado por un tranquilo victoriano que sólo se dedicaba a seguirlo por todo el lugar.

- Que sucede Zhiend? - pregunto el tecladista que se detuvo al intentar entrar a una tienda de ropa - Luces aburrido.

- En lo absoluto - afirmo el victoriano mientras sonreía ampliamente - Simplemente me gusta ser... Más callado y taciturno - sin contestar nada más ingreso a la tienda seguido de su jefe.

Durante el poco tiempo que estuvieron dentro de la tienda, el rubio se percató de la enorme diferencia entre las estrellas comunes y el albino, mientras que muchos se paseaban por los centros comerciales con enormes gafas de sol, cargando sus mascotas, luciendo ropa de marca e incluso con una copa de champagne en la mano; el oji bicolor caminaba vistiendo sus ropas normales, bueno entré comillas su vestimenta victoriana de todos los días y como si fuera una persona común y corriente.

- Sr. Seguchi - llamo el más joven con serenidad, señalando con su dedo lo que parecía ser uno de los tantos departamentos de la tienda - Si no tiene inconveniente, estaré por allá.

- Claro - contesto el rubio mientras seguía con la mirada a su estrella, que por primera vez desde que llegaron al lugar se interesaba en mirar algún escaparate, para después suspirar.

Unas cuantas horas después, ambos músicos regresaron a su hotel, el empresario llevaba cinco enormes bolsas mismas que le entregó al botones del lugar, mientras que el victoriano no parecía haber comprado absolutamente nada.

- Sr. Seguchi - comento el más joven que sujetó la mano de su jefe con el propósito de llamar su atención - Me permite unos segundos? - pregunto para así llevarse al rubio a uno de los tantos sillones de la recepción.

- Sucede algo Zhiend? - cuestiono el mayor un poco preocupado por lo recién acontecido, sentándose a petición del albino.

- Por favor - comento albino sacando de entré su chaqueta una pequeña cajita oscura misma que le extendió a su jefe, quien lo recibió con la sorpresa en la cara.

- Que es esto Zhiend? - pregunto el rubio conteniendo su sonrisa y mirando el pequeño paquete entre sus manos.

- Es un pequeño detalle, como muestra de mi agradecimiento por todo lo que ha hecho por mi - contesto el victoriano mostrando una amplia sonrisa - Espero que le guste.

El tecladista concentro su atención en el pequeño paquete el cual abrió con cuidado, descubriendo una linda cadena en tres oros con un dije con un extraño dije, que a simple vista era un especie de símbolo.

- Es el símbolo de la amistad - se apresuró a decir el menor, muy tranquilo - Como lo mencione hace un momento... Es un pequeño detalle en agradecimiento por todo lo que ha hecho por mi desde mi llegada a Japón - de momento una sonrisa de gratitud de mostró en aquellos dulces ojos - Pero más recientemente, las molestias que se tomó en acompañarme durante esta gira debido a la ausencia de K.

- Zhiend - el rubio contesto de inmediato - Te aseguro que no fue ninguna molestia- con velocidad sujetó las manos del cantante - Lo he hecho con mucho gusto.

- Aún así - continuo el oji bicolor - Le ruego que acepte esta pequeña muestra de mi agradecimiento - el menor cerro los ojos mostrando una enorme sonrisa de oreja a oreja - Es de todo corazón.

- Es hermosa Zhiend - contexto el empresario sacando la cadena de la caja y colocándosela en el acto, cosa que parecía tener muy alegre al menor - Gracias - de improvisto sonrió luciendo la contigo orgullo para preguntar - Como se me ve? - pregunto sin embargo la respuesta nunca llego de quien la esperaba.

- Ponerte joyas a ti, es lo mismo que ponérselas a un vil cerdo - aquellas palabras lograron que ambos músicos girarán sus rostros para encarar al responsable que desgraciadamente conocían muy bien - Un desperdicio.

- Eiri - gruño el empresario ya que aquel tipo destruyo el lindo momento con el cantante, que miraba al escritor sin expresión alguna.

- No te molestes rata de alcantarilla - contesto el rubio menor con su típico ego - No he interrumpido nada importante, pero si mantengo mi postura de que... No tiene caso que uses algo así de especial.

- Y tu Eiri - dijo con cinismo el de ojos esmeraldas, mostrando su faceta más rusa ya que era la única forma de tratar con aquel tipo - No tienes nada mejor que hacer que estar molestando a las personas.

- Personas... - comento el escritor mirando a su alrededor como intentando encontrar algo - Lo siento, pero yo sólo veo a un par de entes de otra dimensión.

El insulto del escritor enfureció ampliamente al tecladista que estaba más que dispuesto a iniciar un conflicto, pues ya le tenía guardadas algunas cosas a quien fuera su antiguo familiar, pero antes de que la situación pasara a mayores logró sentir una firme mano sobre su hombro, se trataba del victoriano que a pesar de todo se mantenía en total calma.

- No vale la pena - afirmo con su suave voz para después soltar el agarre con su jefe, cruzar los brazos y cerrar los ojos.

- He ahí la actitud monocorde del famoso Zhiend - ahora la atención negativa del rubio menor se centró en el cantante quien no parecía ni un poco perturbado - No te cansas de siempre fingir ser un caballero de la época victoriana.

Sin embargo no hubo respuesta por parte del albino, solamente abrió los ojos miro al escritor sin expresión alguna en su rostro para así volver a cerrar su mirada y recargarse en el respaldo del sofá donde se encontraba.

- Que sucede Zhiend? - pregunto el de ojos dorados con una mueca burlona, tratando por todos los medios molestar al victoriano - Te comió la lengua el gato?

- En lo absoluto - contesto el victoriano aún con sus ojos cerrados hasta que una sonrisa de superioridad apareció en su blanca piel - La burla es el arma de los ignorantes y no tiene caso alguno responder a tales provocaciones.

- Bien dicho Zhiend - respondió con orgullo el empresario, que de cierta manera admiraba la forma tan madura y sensata con la que actuaba su estrella a pesar de su corta edad.

- Mocoso del demonio - estallo el escritor sujetando la chaqueta del victoriano que a pesar de la situación se mantenía sereno - Estoy harto de tus constantes burlas en mi contra.

El tecladista miraba la escena con terror pues creía que en cualquier momento su ex cuñado golpearía al albino, sin embargo este último nuevamente demostraría su astucia.

- Si me considera un "mocoso del demonio" - respondió el menor dejando ver sus bellas gemas bicolor - Por que ha estado presente en todos mis conciertos? Por no decir que parece estarnos siguiendo.

Con esa respuesta el empresario miro con desconcierto al escritor el cual aminoro el agarre que ejercía sobre el cantante para así retroceder unos cuantos pasos, permitiéndole al más joven del grupo hablar.

- No debe sorprenderse - pidió con tranquilidad ladeando la cabeza - Es cierto que soy una persona bastante despistada - una pequeña risa tan transparente como el agua salió de aquellos labios - Un grande defecto debo mencionar, pero... Debe saber que no soy ningún tonto, fui capaz de verlo en los diferentes sectores VIP en cada una de mis presentaciones - la seriedad que adquirió el tono de voz fue sepulcral - Y exigió saber cual es el motivo de su enfermizo interés en mi persona.

A pesar de aquella pregunta tan directa, el escritor pareció sudar en frío ya que no se espero que el victoriano fuese alguien tan directo, pero no por equivocación respondería a aquello así que retomando su actitud soberbia volvió a atacarlo.

- No se de que hablas mocoso - una vez lanzado el insulto ladeo la cabeza ya que no permitiría que el más joven leyese sus gestos, cosa en lo que parecía ser muy bueno, siendo un ahogado suspiro lo único que escucho.

- Desde que lo conocí - el cantante comenzó a hablar al mismo que se levantaba de su lugar y acomodaba su ropas con elegancia - Me fue muy difícil comprender su forma de actuar y llegue a la conclusión - miro al escritor con un deje de tristeza - Con todo respeto es una persona patética y le reiteró... No estoy interesado.

La cara de ambos rubios era de sorpresa por aquellas palabras tan crudas y sinceras.

- Su actitud es muy similar a la de un buen amigo mío en Estados Unidos - miro al empresario con serenidad - Sakuma Ryuichi, se encontró en la misma posición que usted, no entiendo el motivo pero... Por alguna extraña razón sentimientos de afecto romántico surgieron sin querer.

Ante tal confesión el empresario se quedo helado pues en algún momento su buen amigo Ryuichi comento algo similar, sin embargo no fue capaz de darle más detalles, lo mismo sucedió con el escritor quien no lograba entender como el cantante fue capaz de ver más allá de su fría faceta.

- En verdad lo lamento Sr. Uesugi - se disculpo el victoriano realizando una enorme reverencia - No tengo nada en su contra al contrario - una linda sonrisa de formó en aquel fino rostro - En cierta forma...

El más joven del grupo se quedo pensando un momento acerca de sus próximas palabras, ya que en cierta forma ser lo más sincero posible era parte de su modus vivendi, pues consideraba que era el mejor camino para llevar una vida tranquila y sin complicaciones o al menos esa era su idea.

- Me agrada - contesto logrando que ambos rubios abrieran la boca hasta el suelo por la gran sorpresa que implico tal confesión.

- Es broma verdad Zhiend - se apresuró a preguntar el empresario sudando frío, pues aquello afectaba terriblemente sus intenciones amorosas.

- En lo absoluto - continuo el más joven mostrando una brillante sonrisa - Me gustas las personas desesperadas con mentes y destinos rotos. Están llenas de sorpresas y explosiones - su mirada se posó en el rubio menor - Me encuentro bien entre marginados, porque soy uno de ellos.

Aquella respuesta tan profunda logró que ambos rubios se sonrojarán a más no poder, pues en cierta forma el albino no parecía tener preferencia o mejor dicho parecía no molestarle la realidad de las personas, al contrario lucía completamente cómodo y feliz, como si se desarrollara en su medio natural.

- Caballeros - la suave voz del albino atrajo la atención de los otros dos hombres - Si me disculpan, ya es tarde y deseó retirarme a descansar - realizo una reverencia muy a su estilo para después encaminarse al elevador dispuesto a irse a su habitación, pero se detuvo para mirar al par de rubios - Sr. Seguchi, Sr. Uesugi espero que pasen una buena noche.

Pronto el más joven del grupo desapareció de la vista de ambos hombres quienes sin saberlo continuaban con un fuerte sonrojo en sus rostros, mismo que desapareció al percatarse de la presciencia de su antiguo familiar, ahí sus gestos se tornaron más agresivos.

- Es en serio Seguchi - pregunto el escritor con una sonrisa burlona - Te has enamorado de Zhiend? - aquello más que una pregunta fue una afirmación.

- Por lo visto no soy el único - contesto el mayor con una sonrisa radiante - O no Eiri?

- Que puedo decir? - confeso el menor levantando los hombros para restarle importancia a todo - Zhiend es encantador y con una personalidad muy dominante - una sonrisa lasciva apareció en sí rostro - Me hace preguntarme que tal es en la cama?

- Eres un cerdo - declaro el empresario mirando reprobatoriamente a su ex cuñado - No te cansas de ser un bastardo?

- No te mordiste la lengua al preguntar eso? - contraataco el escritor guardando sus manos en sus bolsillos - No eres más que una rata despreciable - miro al otro rubio de arriba para abajo - No te hagas el tonto Seguchi, eres tan depravado como yo... Apuesto a que pensaste lo mismo que yo con respecto a Zhiend.

- No te negare que en un principio así fue - el tono de voz usado por el empresario era de arrepentimiento puro, ya que sentía vergüenza de haber visto así adorado albino como un pedazo de carne más - Sin embargo - la imagen de su adorado Zhiend sonriendo atravesó su mente y lo hizo sonrojar - El... Es tan diferente a todo.

- En serio? - se burlo el menor - Quieres usar el viejo truco de... Me gustas porque eres diferente - unas cuantas carcajadas se escucharon - Ni yo uso algo tan trillado.

- Cree lo que quieras - declaro el tecladista con fastidio - Pero eso si... Te prohibo que te acerques a Zhiend, ahora que se acerca de tus sucias intenciones te juro que lo protegeré.

- No te tengo miedo sabandija - declaro el escritor con tono desafiante - Y te juro que tarde o temprano tendré a Zhiend en mi cama.

Con eso último el rubio menor se retiró del lugar, dejando al mayor muy preocupado por aquella declaración tan grande, con tranquilidad se dirigió a la suite que compartía con el albino para encontrarla en penumbras.

- Zhiend ya debe estar dormido - pensó el empresario para después en silencio dirigirse a la habitación del cantante.

Sin llamar a la puerta entro a la habitación del oji bicolor, logrando que su rostro se encendiera pues sus ojos se posaron, en húmedo y buen cuerpo de su estrella quien por lo visto acababa de ducharse y sólo llevaba la parte baja de su piyama.

- Sr. Seguchi - llamo el victoriano que lucía la parte de su dorso superior al descubierto dejando ver las alas de su espalda - Por lo visto ha terminado de discutir con el Sr. Uesugi.

- No se de que hablas Zhiend - el empresario intentaba desviar el tema, pues ya no quería seguir pensando en su antiguo familiar.

- Por favor Sr. Seguchi - pidió el más joven colocándose una camisa para cubrir su dorso - Estoy completamente seguro que discutió con el Sr. Uesugi por mi causa - de improvisto una sonrisa de vergüenza se mostró en aquellas finas facciones - Es tan evidente.

Con eso el albino se sentó en la cama con gracia para así respirar profundamente, este tipo de situaciones le generaban demasiado estrés, pero dado su posición de famoso cantante tenía que aprender a liderar con ese tipo de cosas.

- Es usted muy amable - confeso sonriendo con ternura al mayor- Pero... No es necesario que me defienda se cuidarme perfectamente solo - declaro con una mirada de firmeza - No me trate como un niño pequeño es molesto

- Zhiend - llamo el rubio acercándose hasta su adoración para sentarse en la cama a su lado - No te considero un niño y lamento si te hice sentir así-confeso con verdadera sinceridad - Es sólo que... - un gesto de molestia ataco al rubio - El sólo pensar en lo pervertido que es Eiri y lo que tiene pensado hacerte - comenzó a jalarse sus cabellos - Me pone de mal humor.

- En mi opinión no es algo que deba preocuparle - confeso el más joven sujetando las mano de su jefe para que parará de tirarse el cabello - Como lo mencione hace un momento, no estoy interesado en el Sr. Uesugi de esa forma.

- Pero dijiste que te agradaba - contesto el tecladista con un gesto de frustración.

- Es verdad pero hay una enorme diferencia entre que una persona te agrade y tener sentimientos del tipo romántico - con aquello llevando ligeramente los hombros en señal de despreocupación - Así son las cosas.

El victoriano se recostó sobre su cama cerrando los ojos, como queriendo olvidar todo aunque fuese por un momento; por su parte el tecladista tenía sus propias cavilaciones, ya que tenía una duda que lo aquejaba desde hacía mucho tiempo.

- Zhiend? - llamo al albino quien posó sus orbes sobre su jefe - Ya que el tema del enamoramiento ha salido a flote - le miro con tranquilidad para no asustarlo y pregunto - Tu... Tienes pareja? - el menor lo miro con suma confusión lo que logró que el rubio riera de nerviosismo - Jejejeje, no pongas esa cara es mera curiosidad además no estas obligado a contestar... Y...

- No tengo pareja - interrumpió el más joven con su usual tranquilidad, al mismo que centraba su atención en el techo.

- En serio? - pregunto el rubio con calma aunque por dentro la emoción y la alegría se desbordaban - Y eso se debe a que...? No has encontrado a la mujer indicada?

- En cierta forma - contesto el menor con gesto pensativo - Soy... Bisexual - declaro logrando que el gesto de su jefe se sorprendiera - Aunque tengo más predisposición por los hombres - una amplia sonrisa se formó en los labios del mayor ya que eso significaba que tenía aunque fuese una mínima oportunidad - Sin embargo, no busco ninguna relación especial o algo por el estilo.

El gesto de gran duda en su jefe, lo hizo dar una pequeña risa, ya que su nuevo amigo era muy divertido, esa era una de las cosas por las que apreciaba al tecladista, a pesar de su facha de alto hombre de negocios, frío y calculador en el fondo era como un niño perdido que aún buscaba su camino en este cruel mundo, algo que sin saberlo compartían, pero aquella verdad que ocultaba sobre sí mismo sería lo único que mantendría en secreto al menos por ahora.

- Es precisamente por estas cosas que no tengo novio - con calma se reincorporo en la cama para así colocar su mentón sobre su mano - No tengo ganas de pensar en alguien todo el día, enojarme porque no me contesta los mensajes , no tengo ganas de encelarme o privarme de cosas por alguien - una suave sonrisa apareció en aquel fino rostro como si lo que explicara fuese de lo más cómico - No tengo ganas de dejar amistades o tener tiempo para una persona, no tengo ganas de ser cursi, de dar explicaciones, llorar por una pelea - fue en ese momento cuando la tranquilidad cambio por una mueca de determinación - La verdad es que no tengo las más mínimas ganas se enamorarme.

No hubo más palabras entre aquel par, el empresario no hizo más que regalarle una pequeña sonrisa a su adoración, para después despedirse deseándole buenas noche, pero al llegar hasta su habitación y en el momento justo de cerrar la puerta, apareció... Una solitaria lágrima fue el inicio, pronto dos largas y finas cascadas de sal bajaban por los orbes esmeraldas.

El cantante no lo supo pero al decir aquello, había lastimado al rubio sin intenciones, pues el enterarse que la persona que más amaba en este mundo no tenía la menor intención de enamorarse le dolió ampliamente, era la primera vez en su vida que lloraba por alguien, ni siquiera lo hizo por Eiri.

- Zhiend - susurro aquel nombre, mientras se recostaba en su cama para continuar su llanto entre sueños.

A la mañana siguiente cuando el rubio despertó aún continuaba sintiendo un terrible dolor en su corazón y aquello era perfectamente visible por las enormes ojeras bajo sus ojos, su mueca decaída y evidente migraña a causa de la mala noche que paso.

- Sr. Seguchi - ahí estaba la voz de su adoración que muy al contrario de su persona, lucía perfecto como de costumbre - Se encuentra bien? - la preocupación era evidente, en aquellas lindas gemas.

- Si - dijo cortantemente el empresario debido a que acababan de romper su corazón, estaba furioso con el albino y no se molestaba en ocultarlo.

El comportamiento de su jefe fue bastante inusual para el más joven, sin embargo no era el tipo de personas que sufría por la frialdad de quienes estaban a su alrededor, no estaba seguro de los motivos del mal humor de su amigo y por ello no se iba a quedar ahí para cometer alguna equivocación lo mejor era darle un poco de espacio.

- Comprendo - se atrevió a decir para después dirigirse a la entrada con toda la elegancia que lo caracterizaba, abrió la puerta y antes de salir - Necesita un poco de tiempo a solas - le regaló una gran sonrisa sincera - Espero que sea capaz de resolver aquello que le aqueja - realizo una reverencia muy a su estilo - Con su permiso me retiró.

El sonido de la puerta cerrarse hizo que de los labios del empresario saliese un enorme suspiro, para después dejarse caer con pesadez en el sofá de la pequeña sala de su suite. A lo largo de tres largas horas se dedicó a pensar en lo ocurrido, llegando a la conclusión de..,

- Soy un estúpido - dijo para así salir corriendo en busca de su estrella.

Mientras corría por todo el chalet maldiciendo el haber olvidado el terrible sentido de orientación del albino, con cada paso que daba su preocupación aumentaba.

-Zhiend - grito con toda sus fuerzas, sin obtener respuesta.

En otro lugar...

Un joven de cabellera albina giraba su cabeza en busca de algo sin obtener resultados, aquello era demasiado extraño.

- Habrá sido mi imaginación - se pregunto a si mismo mientras admiraba el paisaje desde las alturas - Pero juraría que se trató de la voz del Sr. Seguchi.

Pronto dejo de darle importancia para disfrutar de la perfecta oportunidad que le brindaba aquel clima helado y la nieve misma, había estado trabajando desde su llegada a Japón, un poco de diversión y actividad física a su estilo no le vendría nada mal.

- Bien - dijo bajando del transporte metálico para así avanzar un poco hasta un punto específico - It's show time... - comento para así lanzarse a la aventura.

Notas finales:

Bien eso es todo por el momento espero y les guste. 

 

Esperen en próxima actualización el 23 de agosto (mi cumpleaños 😃 )

 

Saludos a todos 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).