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ZHIEND, ¿Una sombra olvidada" por LORD GRIM

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Notas del capitulo:

Hola a todos mis lectores, espero que se encuentren muy bien; como lo mencione en mi otro fic donde ya di las explicaciones pertinentes actualizare mis historias cada 15 días. 

Sin más que decir saludos.

 

En el edificio de NG se vivía la locura pues justamente en ese día, el álbum debut de su nueva estrella salía a la venta, tres días antes Zhiend tuvo una entrevista donde se presentaba al público Japonés, mismo que se transmitió en otras partes del mercado oriental, donde gracias a su singular aspecto, modales y elegancia victoriana se ganó la admiración de las personas.

Por los largos pasillos del edificio, el empresario se encontraba abriendo puerta tras puerta en busca del cantante de ojos bicolores quien llevaba unas cuantas horas desaparecido, gracias al americano se enteró que afortunadamente permanecía en el interior del lugar, la pregunta era donde.

- Zhiend - llamaba el rubio desde el pasillo y cada vez que entraba a una sala - Demonios Por que tenemos tantas puertas? - por primera vez se maldecía las decisiones tomadas durante la construcción de su edificio - Donde estará? - se preguntaba del paradero de su nueva estrella.

En su rostro era muestra de preocupación ya que su éxito financiero estaba en juego, con los recientes fallos de los grupos posteriores había perdido mucho dinero y ahora su futuro dependía totalmente de Zhiend, si el victoriano resultaba un fiasco perdería todo lo que con muchos años de esfuerzo le llevo construir.

- Zhiend - llamo por milésima vez ya un tanto cansado, al mismo que se acercaba a la última sala del sexto piso, una vieja bodega - Zhiend, estas aquí? - pregunto ingresando al lugar para toparse que la luz no funcionaba - Mierda, que demonios se supone que hacen los de mantenimiento? - se pregunto al mismo que sacaba su móvil para alumbrar el camino - Zhiend, Zhiend - grito con fuerza ya cansado de todo.

- Silencio - una suave voz resonó en el lugar asustando al rubio, que se giró veloz tratando de encontrar el origen.

Sinceramente el rubio no se esperaba encontrarse con aquella escena tan bizarra, pero sus ojos no engañaban ahí acostado sobre un viejo sofá en medio de cientos de cajas en completa oscuridad, se encontraba ni más ni menos que el cantante, quien parecía molesto por la luz del aparato ya que se cubría la cara con la manga de su brazo.

- Sr. Seguchi, - llamo con serenidad captando la atención del mayor - Sería tan amable de retirar su luz de mi rostro, ha lastimado mis ojos.

- Ah... Si, perdón - el rubio se disculpó quitando la luz del victoriano para mitigarla un poco, así pudo acercarse al menor - Zhiend, Que haces aquí?, llevo horas buscándote.

- Descansaba un poco - afirmo el menor retirando su mano de su cara al asegurarse que la luz ya no lo molestaba -

- Pero está totalmente oscuro - aseguro el mayor mirando su alrededor, consideraba que aquel triste y lúgubres lugar no era el mejor para toma una siesta - Sin mencionar que es una bodega.

- Lo se - sonrió un poco el victoriano - Lo que lo hace el lugar perfecto para descansar.

- Zhiend - llamo el rubio con una gota de sudor bajando por su cabeza - Para tu llegada, prepare una sala especial para tu uso particular es más... Funcional que la bodega.

- Es usted muy amable - agradeció el victoriano incorporandose para quedar sentado e invito al mayor a sentarse a su lado - Por favor - a lo que el mayor accedió - De antemano le agradezco todas las atenciones que ha tenido con mi persona pero... - se detuvo un momento - No tiene que tratarme de una manera distinta o especial.

- Zhiend... - nombro el mayor mirándolo con un poco de confusión - Es una broma, por favor estas considerado como el mejor cantautor y músico en América y Europa - con emoción comenzó a relatar toda su carrera artística - Eres impresionante lo comprobé en estos días, en menos de un mes hiciste todo lo necesario para la producción y lanzamiento de un álbum e incluso improvisaste una canción el día de San Valentín y eso no es fácil eres alguien impresionante.

El cantante escucho con atención las palabras de su jefe con atención, en corta forma no se imaginaba que el rubio lo tuviese en lo alto de un pedestal, ante eso no pudo hacer más que reírse ocultándoles con su mano.

- Que te sucede? - pregunto muy confundido el mayor ante la tímida risa de cantante, no entendía a que se debía aquello.

- Discúlpeme - el cantante se tranquilizó recuperando su serenidad - No era mi intención reírme es sólo que... - por unos minutos se quedo mirando el vacío para después continuar - Cada mañana cuando me levanto, las palabras que usted menciono me atacan, pues las personas a menudo las usan para referirse a mi y cuando me miro al espejo intentó encontrar algo en mi persona que avale cada cumplido y sabe cual es el resultado? - miro al mayor con una mirada llena de suavidad - No encuentro nada especial en mi.

El empresario quedo sorprendido por aquella confesión, la cual lo llevo a entender un poco más sobre el cantante; era alguien totalmente opuesto a el, mientras que el rubio se consideraba como el amo del universo o incluso en sus más locos pensamientos un Dios, el victoriano era alguien humilde en el alma pues a pesar de que era un prodigio en la música, maduro, sabio y quien sabe que otras cualidades escondidas tuviera no parecía sentirse como si fuese importante o especial, lo que logró que terminara riendo.

- He dicho algo malo - pregunto el menor observando a su jefe con seriedad.

- No es sólo que... - el rubio lo miro con su siempre viva sonrisa - Es muy gracioso que no te percates de lo obvio, K tiene razón eres alguien muy despistado.

- Lo se, - dijo el victoriano con algo de frustración - Y es algo verdaderamente incómodo.

- Escucha Zhiend - llamo el rubio siendo contemplado por la mirada del menor la cual parecía perdida en su mundo - Lo más probable es que el reporte de ventas de tu álbum debut ya pueda ser visible - aquello no parecía importarle aquello - Que tal sí vamos a mi oficina, puedes descansar en el amplio sofá, que opinas?

- Si esta preocupado por el futuro financiero de su empresa - contesto el menor aún recostado con una amplia sonrisa - Le doy mi palabra de que todo saldrá a su favor.

- No es eso - contesto el mayor tratando de verse como un ambicioso total a los ojos del victoriano - Bueno en parte si, pero siento que estaríamos más cómodos en un lugar menos tétrico.

- No gracias - el menor se recostó en el sillón apoyando su cabeza en las piernas de un confundido rubio, el cual se sonrojó agradeciendo también la oscuridad de la habitación - Este lugar me encanta.

- Pe... pe... Pero - el empresario tuvo que tartamudear, no es que la cercanía de oji bicolor le incomodará era sólo que de cierta manera lo ponía un tanto nervioso - El lugar está completamente oscuro.

- Mejor aún - expreso el más joven cerrando sus ojos lentamente - No hay nada más bello que la eterna oscuridad. - sus palabras alarmaron un poco al rubio quien pensó que el victoriano estaba un poco loco.

- Por favor Zhiend no digas eso - pidió el empresario un poco preocupado por esa idea tan tenebrosa.

- Por que? - el albino abrió un momento los ojos para contemplar a su jefe con aquella mirada que lograba hechizar a quien fuera - La oscuridad es el último sendero que recorre el ser humano.

- De que hablas? - pregunto el rubio muy intrigado por las últimas palabras expresadas por su estrella.

- Las flores nacen, después se marchitan. Las estrellas brillan, algún día se extinguen. - la mirada del victoriano parecía traspasar todo, poseía un brillo inusual como sí con aquellos orbes lograra ver más allá - Esta tierra, el sol, la luna, las estrellas hasta el mismo universo algún día también desaparecerán. - una bella sonrisa de ironía surco los labios del cantante - Comparado con eso la vida del hombre no es más que un parpadeo... Un escaso momento.

El corazón del empresario latía a mil por hora, aquel pensamiento expresado por el albino era muy profundo, pronto término atrapado en los ojos del cantante pero esta vez fue diferente, ahora era capaz de notar un matiz de tristeza en ambos iris; Zhiend no debía tener más de 24 años sin embargo la historia que contaba en aquellos orbes era la de una persona con mucha más experiencia, algo le decía que el victoriano cargaba algo que lo hacia sufrir.

- En ese escaso momento - el menor continuo con sus palabras - Las personas nacen, ríen, lloran, luchan, son heridos, sienten alegría, odian, aman. Todo en un suspiro, después son abrazados por ese sueño eterno llamado muerte.

- Zhiend - susurro por lo bajó el mayor al mismo que sus puños se apretaban.

- La vida, es más hermosa porque esta destinada a terminar - confeso el victoriano cerrando los ojos con suavidad.

- Zhiend - lo llamo el rubio, ni deseaba que el menor se durmiera y lo privara de disfrutar de sus bellos ojos.

- Por favor - pidió aún con los ojos cerrados - Dormir - bostezo con suavidad cubriendo su boca con su mano - Quiero dormir.

El cantante no dijo nada más antes de ser llamado por Morfeo, sin importarle que aún se encontraba recostado en las piernas de su jefe, el cual se mantuvo callado para dejar descansar al menor. El tecladista no parecía estar molesto de sostener a su cantante en su regazo, al contrario aprovecho la situación.

Al principio sólo se dedicó a admirar las facciones del victoriano las cuales eran muy delicadas, extrañamente parecía un muñeco de porcelana fino; cuando se cansó de sólo observar se dedicó a deslizar sus dedos por las hebras blancas estas eran como seda y finalmente se deleitó al sentir con sus manos la suave piel del cantante, al deslizar sus dedos por la toda su cara.

- Eres alguien... Perfecto - declaro el rubio sonriendo ante la gran fortuna que significó pasar un tiempo con el cantante.

Sin embargo un pensamiento no abandonaba la cabeza del mayor, se trataba de la interrogante acerca del pasado del victoriano, que demonios le sucedió para que sus ojos reflejarán el dolor de una larga vida?, posiblemente algo muy doloroso que jamás sabría, pero de algo estaba seguro Zhiend provocaba sensaciones desconocidas en el y posiblemente se equivocaría con las intenciones que tenía pero de algo estaba seguro quería disfrutar de esa bella sonrisa por siempre.

- Sin importar que te haya sucedido - el tecladista hablo con suavidad mientras sujetaba la cabeza del menor para acercarla a su rostro - Te prometo que jamás sufrirás nuevamente ya que... Yo te protegeré - el rubio iba acercando lentamente sus labios a los del menor con la intención de besar al dormido victoriano.

Cuando el tecladista comenzó a rozar los labios del menor con los suyos, todo parecía indicar que se daría una tierna escena de amor, pero de improvisto la puerta del pasillo se destrozó estrepitosamente, logrando que el rubio se alejara velozmente con pelos de punta.

- BIG NEWS, BIG NEWS - se trataba ni más ni menos que del americano amante de las armas, quien gritaba a todo pulmón - My friends I have BIG NEWS.

- K - grito el empresario furioso - No destruyas mi edificio mi seguro no cubre daños ocasionados por americanos chiflados - mientras bramaba con enojo al mismo que mostraba los colmillos, claro que no le preocupaba la puerta más bien le molesto el que lo interrumpieran.

- No me grites Seguchi - rugió el manager con fuerza, elevando aún más la voz sin embargo ninguno de los rubios contaba con que.

- Silencio los dos - la fuerte voz del cantante llamo la atención de ambos - Hacen demasiado escándalo.

El cantante fue despertado por los fuertes gritos de los rubios, sin embargo se mantenía recostado sobre las piernas de su jefe.

- Zhiend... - llamo el manager acercándose hasta su protegido e incluso omitiendo el hecho de que el menor se encontraba con su jefe - Come with me, tienes que ver esto - pidió con un elevado ánimo.

- No - la corta respuesta del victoriano fue en extremo determinante, pues ajeno a todo volvió a cerrar los ojos intentando dormir.

- Zhiend... - llamo el manager con seriedad, esperando la respuesta de su protegido el cual no se movió ni un centímetro - Zhiend, no estoy jugando.

- Zhiend - ahora fue el empresario quien intervino al darse cuenta de que la paciencia del americano estaba por desaparecer - Tal vez deberías escuchar a K, no parece muy contento - afirmo temeroso de una posible balacera.

- Que me dispare las balas que desee - el victoriano contesto aún descansando muy tranquilo ante el inminente peligro - No me moveré.

El manager no pudo hacer más que suspirar pesadamente, cuando su protegido llegaba a esos extremos no había fuerza humana en el mundo que lo hiciese cambiar de opinión, además no podía quejarse de ninguna forma ya que el victoriano era en extremo responsable y simple cumplía con su palabra por eso lo dejaba hacer lo que quisiese, especialmente cuando se trataba de cansancio post laboral.

- Whatever - anunció el manager acercándose hasta el menor mientras lo cargaba - Si la montaña no va a Mahoma - con eso lo acomodo sobre su hombro boca abajo como si fuese un viejo saco de patatas - Tu lleva a Mahoma a la montaña - dicho esto salió de la bodega dejando al empresario sólo.

El rubio tardo en reaccionar ya que se congeló al escuchar que al menor no le importaba ser usado como blanco de tiro lo cual lo afectaba pues estaba junto a el; al salir de su pavor se vio completamente aislado por lo que salió corriendo casi tropezando con unas cajas, alcanzándolos justo cuando las puertas se cerraban.

- K, no crees que estas exagerando - expreso el empresario intentando recuperar el aliento por la carrera emprendida, claro que no quitaba la mirada del albino - Podrías lastimar a Zhiend - con recelo miro al par no le gustaba ni un poco las libertades que el americano se tomaba con el oji bicolor.

- Don't worry - expreso el amante de las armas levantando un poco los hombros - Zhiend ya esta acostumbrado.

Al llegar al piso deseado el americano se dirigió de inmediato a la oficina del presidente, donde depósito a su protegido en uno de los amplios sillones, para después encender la enorme pantalla de la estancia.

- Esto es lo que quería que vieran - una gran sonrisa adornaba el rostro del amante de las armas y como no estarlo con semejantes noticias.

En todos los noticieros se hablaba únicamente acerca del caos que se estaba viviendo por un nuevo álbum; Echo se llamaba y su autor no era ni más ni menos que el victoriano, las personas hacían largas filas para poder conseguirlo, incluso muchos fanáticos lloraron al no poder lograrlo, pues la oferta propuesta para el debut fue mucho menor que la demanda ofrecida y para poder aspirar a conseguir una copia era necesario registrarse en una lista con una espera de 2 a 3 meses, dicha situación era la misma en todo Japón y los demás países del mercado oriental.

- Zhiend, You did it - anunció con orgullo el manager, pues el objetivo principal de su protegido se cumplió y de forma masiva.

El empresario estaba más que encantado por la noticia la cual implicaba la salvación de su compañía y todo gracias al joven victoriano, se giró para felicitarlo.

- Zhiend - el tecladista sonrió con emoción - Debes estar muy alegre.

- Lo ve... No tenía nada de que preocuparse - contesto el menor que se mantenía recostado con los ojos cerrados - He cumplido con mi palabra - su voz se tornó sería captando la atención del tecladista - Yo no miento, al menos no como el resto de las personas.

- Zhiend... - el tecladista intentó conversar con el menor siendo totalmente inútil, pues estaba profundamente dormido.

- Será mejor dejarlo dormir - anunció el manager para acercarse al menor para quitarle las pesadas botas victorianas con el fin de que estuviese más cómodo - Este ha sido un mes de locura.

- Supongo que tienes razón - contesto el de ojos esmeraldas suavizando a a facciones - Ya después celebráremos en forma - pronto una idea lo invadió - Le organizare una increíble fiesta en uno de los mejores centros nocturnos.

- Si haces eso - advirtió el manager incorporandose luego de verificar que su protegido estuviese mejor - Zhiend nunca te lo perdonara - la confusión de su jefe hizo que el americano continuara - Zhiend... No es el tipo de persona que disfruta de las fiestas, prefiere algo más íntimo - miro a su jefe - Con que lo llevemos a cenar a un lugar con deliciosa comida, será suficiente.

- Esta bien - suspiro resignado el dueño del lugar - Tu lo conoces mejor - aquello no era algo que le encantara demasiado, pero si aquello hacia feliz a Zhiend no importaba.

- Well - anunció el amante de las armas señalando la puerta - Será mejor irnos y dejarlo dormir - sin embargo se detuvo para mirar a su jefe - No tiene problema con que duerma en sí oficina o prefiere que...

- No.... - se apresuró a decir el dueño del lugar - Déjalo descansar no tengo problema con ello - con eso ambos hombres salieron de la estancia y justo cuando la puerta se cerró, en la cara del victoriano se formó una fugaz sonrisa de triunfo.

Los días siguientes fueron una montaña de compromisos sociales, pues el victoriano tuvo que asistir a diversas entrevistas, programas de radio o televisión, firmas públicas, entre otras; al mismo que se iniciaron los preparativos para la primera gira nacional del albino en Japón.

Sin embargo un desafortunado imprevisto haría que el manager de la estrella del momento no pudiste acompañar a su protegido.

- Tranquilízate K - anunció el empresario con su eterna sonrisa, sentado cómodamente en la enorme silla ejecutiva de su oficina - Zhiend estaré bien, yo lo cuidare durante la gira.

- Por que será que eso no me tranquiliza? - pregunto el americano mirando fijamente y con sarcasmo a su jefe, dando a entender que no confiaba en sus palabras - Zhiend, di algo quieres.

- Dadas las circunstancias - comento el menor que se encontraba muy ocupado escribiendo en su pequeña libreta, - Lo mejor es que viajes de inmediato a Estados Unidos, así podrás solucionar lo de tu divorcio, Judy es una persona razonable llegarán a un acuerdo - el victoriano percibió la duda en los ojos de su representante - K... Piensa en Michael, esto no será fácil para el, un divorcio nunca lo es, quieres sumarle más problemas legales o tu ausencia.

Esas palabras parecieron tener un gran efecto el el americano, su familia que por situaciones laborales casi no veía ya que su adicción al trabajo desde años atrás fue la que destruyo su matrimonio con su esposa, al final no la culpaba se sentía abandonada y ahora la esperanza de tener a alguien que estuviese a su lado, no deseaba retenerla o quitarle su felicidad; por otro lado su hijo no merecía sufrir por su culpa, necesitaba hacerle saber que sin importar nada lo amaba con todo su ser y siempre estaría a su lado.

- I know Zhiend - el americano suspiro derrotado, - Tengo que ir, mi hijo me necesita.

El victoriano sonrió con ternura para levantarse de su lugar dejando con delicadeza su libreta para acercarse y abrazar a su manager, pues comprendía que en estos momentos necesitaba todo el apoyo del mundo.

- (Todo se resolverá, ten fe) - el menor intentó reconfortar a la persona mas importante para el, no le gustaba verlo así, quien sólo pudo corresponder el gesto.

Aquella escena tan tierna era contemplada por el presidente quien apretaba los puños por debajo de su escritorio, detestaba aquel vínculo que ese par tenían, ambos se conocían perfectamente, confiaban el uno en el otro, se apoyaban y por ello odiaba al americano, pues deseaba con todo su ser estar en su lugar.

Unos días después tres hombres se encontraban en el aeropuerto despidiéndose de uno de ellos, todos disfrazados para evitar ser reconocidos.

- Prometo que en cuanto arregle todo, estaré de vuelta - anunció el americano a su protegido quien sonreía.

- No te angusties más de la cuenta - sugirió el menor sonriendo con tranquilidad, para después cerrar los ojos en señal de molestia.

- Los lentes de contacto te están molestando - pregunto el manager al notar que la molestia en los ojos de su protegido era muy grande.

- Disculpa Zhiend - ahora el empresario se unía a la conversación - Pero, el color de tus ojos no es muy común, sin esas lentillas - miro a su alrededor para percatarse que estaba congestionado - Te reconocerían, pero si te molestan demasiado puedo darte mis gafas de sol -

- Es usted muy amable Sr. Seguchi - agradeció el menor dejando sus ojos - Pero temo que tendríamos un resultado similar.

El empresario suspiro un poco derrotado ya que el menor tenía razón, ya que al igual que el victoriano era alguien conocido y popular. El anunció del vuelo de K se escucho de improvisto, logrando que el trío iniciara el camino hasta el hangar correspondiente al mismo que el manager le daba algunas indicaciones al empresario.

- Bien Seguchi... - anunció el manager - Yo hago todas las compras de la casa de Zhiend, tu sabes - miro a su alrededor - para evitar estampidas, estas se hacen semanalmente, por otro lado no lo pierdas de vista ni un segundo - separo la vista de su jefe para mirar al menor con una sonrisa y regresar nuevamente - Es en serio JAMÁS lo hagas, por eso debes llevarlo y traerlo siempre.

- Si, no te preocupes Zhiend estará perfectamente - aseguro el rubio para mirar al nombrado que estaba perdido en su mundo contemplando un estantería de libros.

- Lo que tu digas - confeso el americano no muy convencido de aquellas palabras para continuar con las indicaciones pertinentes - Toma - le extendió lo que parecía ser una tarjeta y una llave pequeña - Ahí se encuentra la dirección de Zhiend, así como el código de acceso al edificio y la llave de su departamento.

El tecladista recibió la tarjeta para después guardarla perfectamente en su saco.

- Y espero en serio que no tengas que usar esto - ante eso el manager le extendió al tecladista un extraño aparato y ante la mirada desconcertada de su jefe continuo - Es un GPS, te permitirá encontrar a Zhiend en una emergencia - cruzo los brazos mirando a su muchacho quien seguía embobado con los libros - Ya sabes acerca de su terrible sentido de orientación, no tendrás problemas en cuanto lo enciendas tiene la misma función que el navegador de un auto.

El de ojos esmeraldas comenzó a inspeccionar el aparato intentando encontrar el botón de encendido sin éxito, aprovechando la situación se acercó hasta el albino.

- Take care Zhiend - pidió para así darle un abrazo que fue bien recibido.

- Tu también K - pidió el menor con una sonrisa en los labios - Y no debes preocuparte por mi, te lo aseguro.

- Sabes que confió en ti - giró su rostro para ver al empresario que continuaba batallando con el GPS - No puedo decir lo mismo de.., ya sabes quien.

- Por favor - el gesto despreocupado del victoriano lo relajo un poco, ya que su algo debía presumir es que su muchacho sabía cuidarse no por nada lo consideraba peligroso.

Las azafatas anunciaban la última llamada para abordar el vuelo hacia tierra americanas, por lo que manager y cantante compartieron un último abrazo.

- Regresare pronto - prometio el mayor con un deje de tristeza.

- Lo se - afirmo el victoriano con mucho sentimiento para alejarse del americano regalándole una sonrisa - Viaje bueno K.

Unos minutos después frente al inmenso ventanal de la sala de espera podía contemplarse como el avión del amante de las armas despegaba alejándose poco a poco hasta perderse, dejando a un par de músicos, el cantante se mantenía sereno mientras que el rubio seguía luchando para encender el pequeño aparato, lo cual logró que el más joven negara con la cabeza.

- Sr. Seguchi - llamo el menor captando la atención del de ojos esmeralda - Es hora de irnos - con eso inició su andar pasando muy cerca de su jefe tocando el aparato el cual encendió de inmediato ante la mirada incrédula del rubio.

- Como... como hiciste eso? - pregunto el mayor buscando al victoriano - Oye espera, dime como lo hiciste - pronto el empresario comenzó a correr para alcanzar al menor.

En las calles de Tokio podría verse un auto muy lujoso atravesar las calles, dentro dos hombres se mantenían concentrados en sus cavilaciones.

El más joven sólo mantenía un gesto sereno y de ojos cerrados ajeno a todo a su alrededor, mientras que el rubio debía luchar por concentrarse en el camino y admirar al joven a su lado. Para poder ir a despedir al manager el chico tuvo que vestirse como una persona normal, dejando de lado sus conjuntos victorianos y en cierta forma esos vaqueros oscuros ajustados lo hacía lucir muy bien, pero tal vez lo mejor era que a pesar de todo seguía mostrando sus perfecto modales.

En el poco tiempo que llevaba de conocerlo fue capaz de observar cada uno de sus movimientos y estos era muy parecidos a los de la realeza; su forma de caminar, hablar, expresarse, vestir, cantar, reír, sentarse, su encanto todo era el de un perfecto caballero de la época victoriano eso lo hacía un manjar muy apetecible.

- Disculpe Sr. Seguchi - la voz del menor lo saco de sus pensamientos - Pero que es tan interesante, como para que no aparte su mirada de mi? - la pregunta fue tan inesperada que el rubio tuvo que dar un giro brusco.

Cuando el rubio se tranquilizó y el auto retomo un curso normal, el piloto sentía que dudaba como un cerdo al horno pues a pesar de que el menor tenía los ojos cerrados, pudo ver a la perfección que lo estaba devorando con la mirada y no pareció abrumarse con su mala forma de conducir.

- Si repito mi pregunta tendremos un accidente - con eso una enorme gota de sudor bajó por la cabeza del mayor, ante el sentido del humor tan oscuro de su acompañante.

- No claro que no - se atrevió a contestar el rubio con una enorme sonrisa - Lamento lo de hace un momento - se disculpó el mayor - Es sólo que, - el nerviosismo estaba logrando apoderarse de su persona y no fue consciente de lo próximo que diría - Te ves muy atractivo.

El cantante abrió los ojos con ligereza, para lanzarle una mirada de incredulidad a su jefe quien ahora si estaba más nervioso que nunca, lo cual se estaba volviendo algo muy normal cuando se encontraba junto al victoriano.

- No quise decir eso... Bueno si es sólo que... - la imagen del todo poderoso presidente de NG tartamudeando como un imbéciles era una imagen digna de una fotografía - Lo que quiero decir es que nunca te había visto sin tu ropa victoriana - bien salvado por la campana.

- Agradezco su cumplido - comento el menor muy tranquilo recargando su mejilla en la palma de su mano un tic particular de la personalidad del victoriano - Sin embargo debo confesar que me siento mucho más cómodo con mi ropa normal.

Por su parte el rubio sonreía con torpeza pues pensaba que la ropa del menor no podía llamarse "normal", es decir, quien usa conjuntos victorianos hoy en día?

- Deberías considerar usarla de vez en cuando - afirmo el mayor mirando al menor aprovechando el semáforo - Luces muy bien.

Ante tal comentario una sonrisa surcó los labios del menor, para después comenzar a reírse con delicadeza ocultando su boca con la parte posterior de su palma.

- Que es tan gracioso? - pregunto complacido el rubio, ya que en cierta forma disfrutaba que las sonrisas del albino fuese por su causa, sin embargo nunca se imagino la respuesta.

- Nada... Es sólo que... Me doy cuenta de que al igual que muchas personas se deja llevar por la apariencia física - contesto reponiendose, para así cruzar los brazos - Si hace eso podría llevarse una enorme decepción.

- De que hablas? - pregunto el rubio con curiosidad, sin embargo la respuesta jamás llego ya que el menor cerro los ojos y se mantuvo callado el resto del trayecto.

El empresario siguió la dirección que el manager le había dado para llevar al cantante a su hogar, al llegar fue consciente de que el albino vivía en una zona muy exclusiva de la ciudad, en poco tiempo estuvieron frente a la construcción indicada, el menor bajó del auto.

- Le agradezco por traerme Sr. Seguchi - contesto el victoriano ofreciendo una reverencia muy a su estilo - Que tenga buena tarde - pero antes de que pudiera iniciar su andar.

- Zhiend, espera - pidió el mayor - Yo quisiera invitarte a cenar esta noche - el menor parpadeó un par de veces ya que no se esperaba algo así - Ya sabes, con eso de los compromisos sociales por tu álbum debut, no hemos podido celebrar tu éxito en forma - el victoriano ladeo la cabeza lo que al rubio le pareció encantador - Me hubiese encantado hacerte una fiesta pero K me advirtió que sería una mala idea... - explico el empresario - Y me sugirió que te llevara a comer algo delicioso.

El cantante aún miraba un tanto perdido a su jefe, nunca se hubiese imaginado algo así más aún con la personalidad del mayor, por su parte el tecladista estaba más que avergonzado, ya que nuevamente quedaba como un colegial inexperto ante el victoriano, pero como no hacerlo si su sola presciencia era impactante.

- Es usted muy amable Sr. Seguchi - contesto el menor suavizando su mirada ante el aterrado rubio - Pero... - antes de que el menor pudiera negarse el mayor se adelantó.

- Por favor Zhiend, te pido que no me desprecies - pidió el empresario mostrando su siempre eterna sonrisa - Será muy divertido, el lugar a donde iremos es muy bello y ni hablar de la comida, creación de uno de los mejores chefs del mundo - afirmo muy alegre el rubio - Además ya hice la reservación.

- Esta bien - respondió el menor derrotado, pues considero que rechazar la invitación de su jefe quien se había tomado tantas molestias sería una completa falta de respeto - Será un honor cenar con usted.

- Perfecto - contesto muy emocionado el rubio ante la aceptación del cantante - La reservación es a las 9, pasare por ti a eso de las 8 si estas de acuerdo - la sonrisa del empresario le llegaba casi a las orejas.

- Me parece apropiado - con elegancia el menor giró un poco el cuerpo para señalar la punta de la construcción - El Penthouse, es mío - ahora miraba a su jefe con serenidad - K le proporciono la clave para ingresar al edificio al igual que la llave de mi departamento - una sonrisa coqueta apareció en los labios del menor - Lo estaré esperando.

Con eso el cantante comenzó a avanzar para entrar al edificio, siendo observado fijamente por su jefe, quien sonreía como un tonto al mismo que sus mejillas estaban más rojas que nunca, cuando el victoriano desapareció de su vista grito con fuerza.

- Siiiiii - la emoción en el rostro del empresario era indescriptible - Hoy cenare con Zhiend.

El auto del mayor se alejó pronto de la vista frontal del edificio sin saber de desde el lobby era observado por un sonriente cantante.

- Que infantil - menciono el victoriano cruzado de brazos negando con la cabeza, quien pronto se acercó al elevador para dirigirse a su casa.

Notas finales:

Bien eso es todo por el momento, espero que les haya gustado nos vemos en 15 días que estén bien. 

 

Saludos 


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