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ZHIEND, ¿Una sombra olvidada" por LORD GRIM

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Notas del capitulo:

Hola a todos(as) mis lectores(as) se que en estos momentos han de tener altos instintos asesinos en mi contra, lo cual es comprensible porque no actualice en el tiempo que prometi, como lo explique en mi otro fic tuve problemas personales que me impidieron finalizar la escritura de los capítulos, afortunadamente las cosas parecen haberse tranquilizado para mi.

De igual forma quieto agradecerles su paciencia y dedicación al seguir mis historias pues apenas hoy que actualizo me percate de que me dejaron mensajes referidos a que los 15 días había transcurrido y estaban ansiosos por el nuevo capítulo. Los prometo que trayare de respetar los tiempos de publicación tanto como me sea posible.

 

Gracias a todos(as) 

La noche había llegado a la enorme ciudad, por las calles podía verse a un muy bien vestido tecladista que viajaba a toda velocidad hacia el departamento del joven victoriano, la alegría era un sentimiento que se reflejaba en su rostro pues esta noche prometía mucho, más aún cuando en sus planes estaba formalizar una relación sentimental con el bello joven de ojos bicolor.

Al llegar al edificio, dejo su auto en el estacionamiento para después ingresar al complejo usando el código de seguridad, durante el poco tiempo que estuvo en la recepción percibió lo exclusivo de aquel complejo, con eso llego a la deducción que al igual que muchos ídolos Zhiend poseía un alto capital, ingreso a uno de los tres elevadores de la estancia y en poco tiempo estuvo frente a la puerta del objeto de su adoración.

- Bien aquí vamos - pensaba el rubio al mismo que su corazón latía muy acelerado, toco el timbre, recupero su postura de amo del universo, sin embargo nadie atendió la puerta - Que extraño - pensó el mayor para así llamar varias veces más obteniendo el mismo resultado.

Unos minutos después el empresario comenzó a preocuparse, más cuando recordaba lo despistado que podría llegar a ser su adoración, momentos después ya con la preocupación a flor de piel recordó que antes de su partida K le entregó la llave del departamento del cantante, así que luego de buscar entre su elegante abrigo sacó la pequeña llave misma que iba adornada con un cinto negro y una pequeña franja verde aguamarina para así introducirla en el cerrojo abriendo la puerta principal.

Cuando al fin ingreso su atención tuvo que ser dividida entre la imponencia del lugar el cual hablaba mucho de la personalidad de su dueño una mezcla entre elegancia, estilo, sencillez y buen gusto y la suave melodía de un piano que inundaba el lugar, siendo esta la ganadora de su total atención.

- Que maravillosa tonada - afirmo el rubio cerrando un momento los ojos para así disfrutar, de aquella pieza que le evocaba tranquilidad y la sensación de un espacio abierto.

En los pensamientos del tecladista surgió una luz de claridad, percatando se que la mayoría de las canciones de Zhiend evocaba lugares abiertos, fue ahí cuando llego a crecer que al menor le encantaban ese tipo de parajes.

- Me alegra que le agradé mi música Sr. Seguchi - una voz rompió el encanto momentáneamente, pues al parecer del rubio era música para sus oídos, el mayor dirigió su atención a la fuente y para su sorpresa se encontró con una imagen como muy especial.

Al final de la habitación junto al enorme ventanal que mostraba una bella vista de las luces de la ciudad, se encontraba el joven victoriano ejecutando una bella tonada desde lo que parecía ser un piano forte.

- Zhiend - llamo el empresario embalsamado por la imagen ante el, pues sentía como su hubiese sido transportado a otra época.

Los piano forte fueron durante mucho tiempo el instrumento favorito de las altas clases europeas y quien fuera o quisiese llamarse alguien debía saber tocarlo con un destreza superior y ahora siendo interpretado por Zhiend quien llevaba en alto su estándar de caballero victoriano daba la impresión de regresar a aquella época de elegancia innata. Pues con sólo mirar sus ropas y la postura que adoptaba al tocar era como admirar a un noble de alguna familia aristócrata, era evidente que la belleza del cantante hechizaba a cualquiera.

- Todo en orden - se atrevió a preguntar el albino quien aún mirando a su jefe no perdía la concentración de la pieza que interpretaba, siendo sus habilidades admirables a los ojos de alguien profesional como el ex tecladista de NG.

- Si.... Sí claro - contesto el rubio quien nuevamente caía bajo los encantos del menor siendo delatado por su sonrojo - Es una pieza muy linda - afirmo recobrando su compostura y acercándose hasta el cantante con el fin de escuchar mejor la música que interpretaba.

- Gracias - con eso el oji bicolor continuo con lo suyo cerrando los ojos un momento, pues sin importar lo que sucediese era perfectamente capaz de continuar cantante o tocando un instrumento sin problema alguno.

- Vaya... En serio eres una caja de sorpresas - comento el rubio atreviéndose a sentarse en el taburete justo al lado del menor a quien no pareció molestarle pues con delicadeza se corrió un poco para darle más espacio a su jefe - No sabía que tocaras el piano - expuso mientras contemplaba los dedos que vibraban sobre las teclas - Y con lo que vi el día de San Valentín llegue a creer que la guitarra era tu fuerte.

- Si debo ser honesto - contesto el más joven aún en su mundo pues mantenía cerrados los ojos - Se tocar una gran cantidad de instrumentos - afirmo con suavidad el albino abriendo los ojos - Lo que en mi opinión es una gran ayuda cuando se compone la melodía de un single - pensó por un momento lo siguiente para así - Con ello tienes la libertad creativa en tus manos.

La música continuaba con suavidad, el empresario disfruto ampliamente agradeciendo que de cierta forma el amor por la música fuese algo que compartiera con el victoriano, aunque últimamente había estado dudando de sus propias habilidades ya que tal y como su amigo lo menciono hace poco tiempo Zhiend era mucho mejor que Ryuichi en cuestión de la voz, dramatización, entre otras cualidades necesarias para ser un cantante de renombre y ahora la pregunta que aquejaba en el subconsciente del rubio era saber si el albino era mejor que el durante la interpretación del instrumento de su dominio, pronto la pieza término de un momento para otro.

- Fue hermosa Zhiend - confeso el empresario aplaudiendo, logrando hacer sonreír al victoriano quien agradeció muy a su manera es decir, llevando la mano derecha hasta su corazón e inclinándose un poco. - Bien... Será mejor que nos demos prisa o perderemos la reservación.

- Claro - contesto el más joven para así levantarse del taburete seguido de su jefe en dirección a la puerta principal, con eso ambos músicos abandonaron el Penthouse en cuestión de segundos.

El recorrido hasta el restaurante fue relativamente corto, cuando llegaron a su destino el joven cantante se vio acosado por los paparazzi en el instante en el que puso un pie fuera del auto, pues al ser el ídolo del momento en aquel país era considerado como un buen objetivo, al principio eso preocupó bastante al presidente pues en su experiencia la prensa era un arma de doble filo, ya que bien podría ayudarte con a formar una imagen o destruirte. Sin embargo sus preocupaciones se despejaron al contemplar como el victoriano parecía estar cómodo con los reporteros comportandose a la altura de la situación ya que respondía a cada una de sus preguntas con respeto, elegancia, sabiduría y gratitud por el interés que mostraban, al final se despidió de ellos alegando que de no darse prisa perdería la reservación y que en otro momento aclararía sus dudas con gusto.

Una vez dentro del restaurante ambos músicos pudieron respirar con tranquilidad dispuestos a disfrutar de una velada tranquila, fue ahí cuando el menor se dio cuenta de algo.

- Un restaurante francés - afirmo al darse cuenta de la decoración parisina muy común a su parecer.

- Te gusta? - pregunto el rubio preocupado de que el lugar no fuera del agrado del menor - Si gustas podríamos ir a otro lugar.

- No - se apresuró a decir el más joven con una sonrisa sincera - El lugar es perfecto, me encanta - el rubio no pudo contestar nada más pues el anfitrión pidió con amabilidad que lo siguieran hasta su mesa.

Las paredes eran de tonalidades vino, dándole así un aire de sofisticación muy grande, las mesas eran redondas cubiertas por grandes manteles blancos hasta el suelo, siendo adornadas por una loza de porcelana fina, copas de vidrio soplado y arriba de todo varios candelabros con una tenue luz.

Cuando ambos músicos tomaron su lugar, los perfectos modales de perfecto caballero relucieron nuevamente en el menor pues al estar sentado se mantenía totalmente recto, incluso cuando coloco su servilleta sobre su regazo el movimiento que realizo fue muy elegante, en verdad que el chico sabía llevar el estándar de caballero victoriano hasta el final.

El mesero llego casi de inmediato entregándoles la carta y sugiriendo algún vino como aperitivo, el empresario fue el primero en ordenar pidiendo su platillo en el idioma que dominaba, pero cuando fue el turno del más joven su boca estuvo a punto de llegar al suelo.

- Puedo tomar su orden? - pregunto el mesero con su típico acento francés a lo cual el menor lo miro para contestar.

- Pour démarreur I love un quenelles de brochet, puis va essayer un Vichyssoise,
pour le plat principal Alicot et pour le dessert la tarte aux pommes (Como entrante me encantaría un quenelles de brochet, despues probare una crema fría, para el platillo fuerte me apetece confic de pato y como postré ordenare una tarta de manzana)

- Oui monsieur (si señor) - contesto el mesero retirando la carta para después encaminarse a la cocina.

El empresario una vez más quedaba con la boca abierta, si bien en algunas ocasiones escucho al albino expresarse en francés llego a creer que se trataban de algunas frases sueltas, pero jamás supuso que el chico hablase el idioma con tanta fluidez.

- Se encuentra bien? - pregunto el menor al notar la cara de desconcierto de su jefe, cosa que ya comenzaba a preocuparle pues los gestos de desconcierto y sorpresa parecían ser habituales en el rubio.

- Si... Si - afirmo el mayor con una enorme sonrisa, desviando la mirada tratando de no parecer estúpido al mismo que comprendía que aún le faltaban muchas cosas por conocer del victoriano - Dime... hablas algún otro idioma a parte del francés.

-Dans un sens, je parle plusieurs langues : espagnol, anglais, japonais , portugais, russe , français et un peu l'allemand En cierta forma hablo varios idiomas: español, ingles, japonés, portugués, ruso, francés y un poco de alemán) - contesto en francés comprendiendo de inmediato que su jefe no parecía dominar el idioma parisino - Cuanto lo siento, no fue me intención - se disculpó apenado a lo que el mayor resto importancia.

El mesero llego pronto con el vino escogido sirviendo en dos copas aquella bebida, al mismo que los ocupantes de la mesa agradecían la atención y tomaban sus copas dispuestos a iniciar la velada.

- Un brindis - pidió el mayor levantando su copa acción imitada por el menor quien sonreía alegremente - Por ti, por el primero de muchos éxitos que tendrás en Japón.

- Se lo agradezco - respondió el más joven chocando su copa con la de su jefe para después beber el contenido.

La cena transcurrió con perfecta normalidad, pues ambos músicos disfrutaron de una deliciosa comida en compañía mutua además de que la conversación tomaba rumbos muy interesantes.

- Sr. Seguchi - llamo el albino con serenidad siendo interrumpido por el mayor.

- Por favor Zhiend - pidió el rubio con una enorme sonrisa - Llámame Thouma, estamos en confianza - pidió con delicadeza, pues la idea de estrechar lazos con el victoriano era algo que deseaba intensamente.

- Me temo que eso es inapropiado - contesto el de ojos bicolores un tanto apenado - Después de todo usted es mi jefe - en cierta forma al menor no le gustaba mezclar sus relaciones personales con el trabajo, consideraba que no era algo prudente.

- Sabes... En verdad me encantaría que dejaras de lado las formalidades - pidió el empresario llenando nuevamente las copas de ambos, pues el vino que se escogió tenía un buen buque - Si lo deseas puedes tutearme.

- Como ya se lo mencione anteriormente - confeso el más joven bebiendo con delicadeza el vino, la forma tan sensual en que su boca toco la copa hicieron que el rubio deseara ser aquel pedazo de cristal - Lo considero inapropiado.

- Por favor Zhiend - opinión el mayor con una amigable sonrisa propia del el - No seas tan estricto contigo mismo, es decir, yo te tuteo - aquello género una pequeña risa en el victoriano.

- Eso es claro - con delicadeza coloco la su mejilla en la palma de su mano - Aunque debo admitir que usted se tomó ese atrevimiento sin consultarme antes.

- Es verdad, - respondió de inmediato el empresario - Sin embargo no fue por falta de delicadeza, pero considerando que se tan poco acerca de ti no tengo ni la menor idea de como llamarte a no ser por tu nombre de pila.

- Touche - afirmo el albino sonriendo y ladeando un poco la cabeza - Respuesta inteligente.

- Sabes... - contesto de inmediato el empresario riéndose un poco por el comentario de su estrella y recargando su mentón en sus palmas cruzadas - Me gustaría saber más acerca de ti, es decir, ya que en cierta forma estaremos trabajando juntos por un largo tiempo.

- Es compresible pero... - opino el más joven bebiendo un poco más de vino - Créame, usted ya conoce lo que necesita saber de mi.

- Vaya - río nuevamente el rubio mirando fijamente a su actual adoración - En serio que te has ganado a pulso tu reputación de "victoriano misterioso" mi estimado Zhiend - miro al nombrado con su típica sonrisa - En serio que no hablas mucho de ti.

- Tal vez, pero... - río coquetamente el albino - No será acaso que usted hace demasiadas preguntas - opino logrando que su jefe sonriera aún más.

- Vamos sólo quiero saber un poco más de ti, eso es un crimen - pidió el empresario al mismo que llamaba al mesero para que le llevase otra botella de vino.

- Eso depende mucho de su pregunta - informo el menor acomodandose el cabello - Pero, también de mi respuesta - le sonrió con tranquilidad - Puede que no desee contarle todo sobre mi.

- Que cruel - río el mayor llenando nuevamente las copas su voz era bastante juguetona - Y yo que deseó conocerte mejor.

- En ese caso sea paciente - pidió el menor sujetando su copa - La confianza es algo muy importante para mi y se gana a través del tiempo - miro con serenidad a su jefe - Y usted va por buen camino - con eso alzó su copa - Un brindis por la confianza.

- Por la confianza - el rubio choco su copa con la del menor, feliz pues en cierta forma se estaba acercando más a su adoración, un proceso lento pero necesario según su opinión.

Los músicos bebieron con delicadeza el vino de sus copas, todo parecía ir de maravilla sin embargo para su mala suerte algo estaba a punto de arruinarles la velada, mejor dicho alguien.

- Vaya, vaya - una voz perfectamente conocida para el empresario lo alerto, al mismo que maldecía su suerte - Quien iba a pensar que los encontraría en este lugar.

- Eiri - gruño el empresario contemplando a su ex cuñado parado justo al lado de la mesa que compartía con el cantante quien parecía ajeno a todo.

- A mi tampoco me agrada verte bastardo - anunció el escritor quien ignoraba totalmente al mayor y tenía la mirada clavada en el victoriano, al mismo que pensaba lo bien que lucía en aquel ambiente parisino. - Zhiend, es un gusto verte - llamo al menor inclinándose un poco para quedar justo a su lado.

- Buenas noches Sr. Uesugi - respondió el de ojos bicolores quien decido cerrar los ojos para ignorar al escritor, ya que consideraba su acercamiento no sólo atrevido sino descortés.

- De haber sabido que teníamos en común el gusto por los restaurantes franceses te habría invitado antes - anunció el antipático rubio que con descortesía se auto invito a la mesa de los músicos llamando a un mesero para que le trajera una silla.

- Agradezco sus buenas intenciones - contesto el cantante mirándolo fijamente pero con emoción carente en sus gestos - Sin embargo, debo discernir con usted, no creo que tengamos gustos similares.

- Yo creo que si - se defendió el escritor apegando su silla a la del victoriano a quien un pequeño tic en el ojo comenzó a aparecerle en señal de molestia, no sólo por la cercanía sino por otro pequeño detalle que comenzaba a percibir.

- Eiri - llamo el empresario igualmente molesto por la cercanía de su ex cuñado con el menor, maldiciendo aquel desafortunado encuentro - Hazme el favor de no molestar a Zhiend.

- Cierra la boca sabandija - regaño el escritor molesto de la presciencia de su antiguo familiar, sin embargo fue cuando sintió como era alejado del objeto de su interés.

- Sr. Uesugi - llamo el victoriano alejando al escritor de su lado usando una de sus manos - Conoce el concepto del "espacio personal"

- Acaso mi cercanía te pone nervioso Zhiend - el escritor sonrió con morbo logrando que el empresario se molestará aún más, sin embargo su furia fue disipada por el cantante.

- Tiene razón Sr. Uesugi, su cercanía produce algo en mi- contesto el victoriano logrando que el escritor sonriera triunfal - Y me temo que es desagrado... - el albino se alejó más del escritor - Disculpe pero, podría alejarse de mi - de improvisto comenzó a estornudar - Les ruego me disculpen pero... - un segundo estornudo lo ataco - Soy alérgico al aroma del tabaco, así que - tercer estornudo- Sr. Uesugi le pido que se aleje de mi.

Ante eso el cantante continuo estornudando ya que las ropas del escritor tenían impregnado un fuerte aroma a cigarro, lo que provoco su ataque de alergia. Así que por temor a provocarle algo peor al cantante el escritor no tuvo más remedio que cambiar de lugar con el empresario si es que deseaba continuar en aquella mesa.

- Zhiend... Te encuentras bien? - pregunto el empresario contemplando al victoriano con preocupación, al percibir que sus ojos se estaban tornando un poco rojos.

- No se preocupe Sr. Seguchi - anunció el albino tranquilizandose al fin - Me encuentro bien - con eso miro al escritor - Sr. Uesugi no se sienta culpable - pidió al darse cuenta de lo avergonzado que estaba el rubio menor - Comprendo que usted no estaba al tanto de mi alergia al tabaco - le sonrió con ternura lo que provoco que ambos rubios se sonrojarán - Pero, por mi salud le ruego que lo tenga siempre presente.

La velada continuo aunque no de acuerdo al plan del empresario, quién se vio en la necesidad de compartir la mesa con la peste de su ex cuñado quien intentaba por todos los medios atraer la atención del victoriano, fallando miserablemente pues por más que trato de impresionar al de ojos bicolores, este parecía ajeno a todo a su alrededor.

- Entonces como te decía Zhiend, Cold te gustará es una de mis mejores obras - contesto el escritor con orgullo esperando al fin captar la atención del cantante.

- Le agradezco la recomendación Sr. Uesugi - dijo el victoriano con su usual educación aunque por dentro ya estaba aburrido del egocéntrico rubio, aún cuando su mente estaba en otro lugar la conversación que el de ojos dorados intentaba entablar le pareció bastante burda.

El escritor perfectamente enterado de que sus artimañas de conquista usuales habían fallado totalmente para con el cantante, opto por poner el marcha el plan B así que mandó a llamar al mesero pidiendo que llevara a la mesa una botella de su mejor whisky argumentando ya estar aburrido de sólo tomar vino.

- Te serviré una copa Zhiend - anunció el escritor llenando el vaso del nombrado, quien no parecía muy entusiasmado con la idea - Esto te gustara más que un simple vino - sus palabras iban dirigidas al empresario quien durante toda la velada sólo pidió vino para la mesa, al observarlo se percató de que estaba sonreía con burla.

- Le agradezco su atención pero... - con elegancia el albino alejo con su palma el trago de su lado - No tengo buen gusto para este tipo de bebida.

El victoriano estaba consciente de que ya llevaba un largo rato bebiendo y ahora algo tan amargo y fuerte combinado con lo dulce del vino no era una buena idea, pero aquello no era lo que le preocupaba ya que en cierta forma podría presumir que soportaba el alcohol bastante bien, sin embargo no era tonto, ya que fue perfectamente capaz de ver como el escritor colocaba parecido a unas pastillas algo en el trago que le entregó y ahora burbujeaban en el fondo.

- Vamos una copa no te hará mal - nuevamente le acercó el vaso logrando el enojo del empresario quien sujetó la bebida para alejarla del cantante pues notó su negación.

- Eiri - llamo el rubio mayor con tono serio - Zhiend ya ha dicho que no, no vayas a formar un escándalo y déjalo en paz - pidió recordando que el lobby había un gran grupo de paparazzi y que en cierta forma la imagen de los 3 podría verse afectada.

- No te metas en lo que no te importa Seguchi - amenazo el escritor, si eso continuaba así su plan de drogar al cantante para llevárselo a la cama se iría al caño - Zhiend ya está bastante grandecito para decidir si bebe o no.

El albino aprovecho la distracción de ambos rubios para así cambiar con velocidad su vaso por el que pertenecía al escritor sin que este se percatara de ello, para después sonreír imperceptiblemente, pensando en que le daría una buena lección a ese pretencioso.

- Caballeros por favor - llamo el albino sujetando la copa de whisky con su mano al mismo que sonreía con ternura - Les recuerdo que somos adultos, no es necesario que lleguemos a otros extremos - miro al escritor para después intentando seducirlo con la mirada, para que no notase el cambio que realizo momentos atrás - Sr. Uesugi no despreciare su gesto de amabilidad, aceptare un sólo trago.

Con toda la elegancia posible choco su vaso con lo de sus acompañantes, al mismo que decía "salud" sonriendo al darse cuenta de que el escritor caía en su propia trampa, esto sería muy entretenido.

- Uhhhh - una mueca de disgusto apareció en la cara del escritor, ya aquel trago de whisky fue en serio asqueroso - No es el mejor que he probado, tiene un sabor como agrió y a carbonato - anunció a sus acompañantes quienes lo miraron confundidos.

- En mi opinión está bien - contesto el empresario dándole otro trago, sin encontrar nada - Son imaginaciones tuyas, Eiri.

- Por lo que tengo entendido el whisky tiene un sabor delicado - contesto el victoriano admirando la botella de bebida para después mirar su vaso, sonriendo malditamente al escritor - Tal vez se contamino con algo.

El empresario continuaba degustando su bebida, intentando encontrar algo malo en ella, siendo totalmente ajeno a los gestos de sus acompañantes; el escritor estaba en shock por las palabras del menor quien sonreía triunfalmente dándole a entender había caído en su propia trampa.

- Sr. Seguchi - llamo a su jefe quien lo miro atentamente - Me temo que el Sr. Uesugi no se encuentra bien, lo acompañante a que tome un poco de aire fresco.

El empresario no contesto otra cosa simplemente se quedo sentado en su lugar más aún, porque en verdad alcanzo a ver a su ex cuñado sujetando la cabeza y considero que el menor sólo estaba siendo amable característica muy común en el. En la terraza del restaurante se encontraban dos hombres uno recargado en el barandal con la temperatura de su cuerpo subiendo rápidamente y otro parado unos metros atrás con los brazos cruzados disfrutando de lo que ocurría.

- Ahora estamos solos, como usted tanto lo deseaba Sr. Uesugi - comento mostrando un sonrisa macabra peor que la del empresario, - Dígame que se siente haber sido atrapado en su propio juego?

- No se de que - el rubio intentaba contestar pero era imposible, pues un enorme calor lo invadió todo a causa de la pastilla que disolvió en la bebida - Maldición.

- Sr. Uesugi - llamo con firmeza al mayor - Hasta ahora se ha visto resguardado en el techo amable de mi paciencia lo cual no sucederá eternamente - anunció cambiando su semblante amable por uno frío que haría temblar al más valiente - Así que le rogaré que en el futuro no intente ninguna nueva treta conmigo o los resultados podrán ser bastante dañinos para con su persona.

- Maldito mocoso - gruño retorciendose para después poner un gesto de angustia y bajar lentamente su mirada hasta su entrepierna - Mierda - grito con el rostro rojo.

- Jaque mate - confeso el menor llevando una de sus manos delicadamente hasta su boca para acallar su risa ante la situación que presenciaba - Creo que tiene un pequeño problema en sus pantalones.

Lo que el escritor había puesto en la bebida no era ni más ni menos que un potenciador sexual, que normalmente se usaba en los caballos para que se reprodujeran con mayor facilidad, ahora se encontraba en un lugar público con una gran erección.

- Sr. Uesugi - llamo el victoriano acercándose al barandal para quedar de con la espalda recargada en este, al mismo que cruzaba los brazos y levantaba un pie para apoyarlo en el metal - Pese a lo que usted pueda llegar a creer, no soy ningún tonto - lo miro burlonamente pues continuaba retorciendose - Que lo que ocurrió esta noche sea un recordatorio para usted.

El escritor a pesar de estar sufriendo por los estragos de la droga que estúpidamente término ingiriendo, escucho perfectamente todas y cada una de las palabras del albino, entonces logró comprender que la apariencia angelical del victoriano era sólo eso una pantalla, ya que detrás de todo se escondía un demonio peor que el mismísimo Seguchi.

- Sr. Uesugi, creo que ha llegado la hora de que me retire - comenzó a caminar nuevamente al interior del restaurante riendo triunfal ante los resultados de la velada - Que pase buena noche y espero que resuelva pronto su... Problema.

El escritor vio alejarse al victoriano disfrutando de lo que acababa de ocurrir, al mismo que lo maldecía está era la tercera vez que lo dejaba en ridículo, pero juraba que sería la última, ya había cometido el error de subestimar al mocoso y ahora era consciente de lo que era capaz de hacer, para la próxima sería mucho más cuidadoso y juraba por su orgullo que lo haría pagar todas y cada una de sus humillaciones, pero por ahora necesitaba salir del lugar sin ser visto para después calmar a su amigo con una gran ducha helada.

Una hora después los músicos llegaban al departamento del menor, el empresario acompaño a su estrella hasta la puerta de su departamento aunque lucía un tanto preocupado por los acontecimientos recientes, más aún cuando el cantante regreso a la mesa que ocupaban sin el escritor y le pidió que se retirarán de inmediato del restaurante

- Zhiend - llamo al menor quien justo al atravesar la puerta de entrada simplemente se acercó al piano para comenzar a interpretar una pieza - No soy tonto, se que algo extraño sucedió en el restaurante y quiero saber que fue? - el gesto serio del mayor no parecía preocupar al albino, pues continuo con su labor.

- Por favor Sr. Seguchi - rogó con su usual mirada tranquila tocando algo muy suave - No fue nada, al menos nada grave - río un poco aumentando la curiosidad del rubio.

Al final el empresario opto por no preguntar más, pues era consciente de que si el menor no deseaba hablar de las cosas no lograría nada con insistir, así que esperaría con ansias el día en el que el cantante al fin le contase todo lo relacionado con el.

Mientras tanto al otro lado de la ciudad el escritor se encontraba dentro de la tina de baño, la cual estaba llena de hielo, todo eso con el fin de que su excitación disminuyera al mismo que maldecía al menor fuertemente.

Notas finales:

Bien eso es todo por hoy espero que lo disfruten y se diviertan tanto como yo lo hice mientras lo escribía, nos leeremos dentro de 15 días a partir de hoy. 

 

Se despide LORDGRIM


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