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Nada por PandoraBoxx

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Notas del capitulo:

Hola a tod@s, lo prometido es deuda y antes de que me embarguen jejeje, aquí les traigo la continuación...

 

Luego de bañarse y prepararse una taza de café, suspiró pensando en quizás y sólo tal vez tendría que expandir su mente a esa “ciencia” de lo paranormal; ya analizándolo desde los puntos de vista posibles (para él), ese ser tenía razón en cuanto dijo que sólo él lo veía y escuchaba, pero ese hecho le trajo otra pregunta clave ¿Por qué él?

Además, ¿Qué rayos estaba pasando? ¡Eso no tenia sentido ni lógica! Apretando sus sienes, meditaba profundamente en su sofá, cobijado con su manta polar predilecta, trataba de calentar su cuerpo, pero él tenía la culpa, vestir una simple playera de tirantes en blanco con pants delgados color amarillo, sin calcetines y, con la temperatura de un grado centígrado, a cualquiera se le enfriaría hasta la consciencia.

Tan centrado estaba que su café se enfrió antes de darle el primer sorbo y, de repente, la voz de nuevo le regresó a la realidad.

“Ya no apestas”

Alzando su ceja le miró cansadamente, fastidiado sobre todo: molesto.

—Pensé que en realidad no regresarías.

“¿Estabas preocupado por mí? ¡Qué lindo Eustass-ya!”

— ¿Eustass-ya?, ¿Qué terminología es esa?

“No lo es, es algo que salió naturalmente.”

— ¿Qué puede ser natural en ti?

Respondió sorbiendo un leve trago helado, que le hizo mostrar una mueca de desagrado; encendió el televisor y, el fantasma se acercó hasta él y tomó asiento a un lado.

 La piel de Kid se erizaba cada vez que el ojeroso se le aproximaba, como cuando recibía una ventisca helada. Sacudiéndose para sacar el escalofrío agarró aire profundamente e inició con las observaciones a fondo y con estas, unas preguntas hacia él o eso tratando de asimilar que en realidad algo o alguien, le hablaba.

—Entonces, ¿Eres un fantasma?

—No lo sé.

— ¿Tienes nombre?— insistía cambiando de canales.

—No lo sé.

— ¿Qué quieres?

—No lo sé.

— ¿Qué eso es lo único que sabes decir?

—Tu casa está muy sucia.

¡Qué osadía de parte de esa cosa! Si ya de por si el enfado de Kid — en su medidor interno— rozaba con la ira incontrolable con ese comentario dejó las cosas en claro con ese ente.

— ¡Escucha pelafustán! —declaró apagando el televisor y poniéndose de pie — No eres ni siquiera un invitado, no tengo la menor idea de que carajos haces aquí, es mas, ni siquiera se supone que debes estar en mi casa, así que cuando menos, cuida tu boca.

La figura se quedó observando como ese chico mantenía el porte y sobre todo, el carácter osado, pero la verdad era que el ser incorpóreo no mentía cuando decía no saber de dónde, cómo, o qué hacía en ese sitio. Se quedó tranquilo, con toda su atención puesta en ese sujeto refunfuñón.

—Entonces, ya mañana veremos que hacer para que logres alcanzar el descanso o lo que sea que tengas qué, por el momento, quiero dormir y te voy a pedir que no merodees, anda a asustar a quien sea en la calle sólo mantén el silencio en mi casa.

De nuevo le ordenaba al fantasma. Eso en definitiva le cabreaba al punto de hacerlo sonreír maliciosa y diabólicamente, una sonrisa que si el pelirrojo se hubiese quedado unos instantes más en la sala, habría notado que dormir no sería nada factible.

Siguiéndolo de cerca, demasiado, se recostó a un lado de Kid y se le quedó viendo profundamente, sin decirle nada, sin parpadear,  dedicándole la mirada demasiado fría e inexpresiva, una de esas que suelen aterrorizar a las personas.

Kid sintió la mirada y al abrir sus ojos, se quedó petrificado de observarlo tan cerca que casi, casi podría respirar el mismo resuello del ente (de tenerlo, claro). Esa mirada gélida, acusante e intimidante que lo contemplaba sin parpadear pronto lo puso en estado intranquilo; el mariposeo en el estómago y el nerviosismo  de esperar un golpe qué sabes que esta cerca, pero no sabes cuando le atacó sin darle cuartel.

— ¡¿Qué demonios quieres?! —Preguntó sin obtener respuesta alguna que no fuese esa  mirada encriptada y sagaz que le escudriñaba directamente al destello dorado de sus ojos.

Esos orbes plateados no hacían otra cosa que  mirarlo de un modo que parecieran acusarlo, incitándolo y poniéndolo nervioso al mismo tiempo.

— ¡Ya es suficiente! —Gritaba esperando algún cambio, no obstante ese ser no tenía ni el más mínimo de interés en dejar de verle así.

 Kid se levantó de la cama de prisa y suspirando se dirigió a la sala, encendió la tv y luego de enredarse en su cobija, se sentó esperando distraerse. Pero el ser tenía planes distintos, y acuclillándose en frente suyo, continúo mirándolo igual.

Tratando de ignorar el hecho de esa mirada demasiado impropia cambiaba de canales, sin importar que las voces cambiasen junto con los escenarios y que él esquivara la figura tratando de alcanzar a ver algo, no había cambio alguno, a cualquier sitio que mirara, los ojos plateados acusadores, enigmáticos y sobre todo desquiciantes lo seguían.

Ahora bien, pudo haber cerrado los ojos, sin embargo el nerviosismo le golpeaba fuerte, al grado de imaginar que el fantasma le atacaría, que saltaría encima e iniciaría a apretarle el cuello intentando ahogarlo, no le quedó de otra que continuar mirando o escuchando cuando menos la televisión.

La paciencia no era la mejor virtud del pelirrojo y con casi una hora de estar así por fin se fastidió, se levantó del sofá y llamó a Killer, quien obvio estaba de juerga, mas bien, atendiendo el bar en el cual trabajaba.

El rubio  aunque ocupado al extremo atendiendo, respondió su móvil sosteniéndolo entre su hombro y oído, y, con el simple hecho de observar quien llamaba, de inmediato como flash para fotografía,  notó que algo no estaba bien, ya que era él quien siempre tenía que insistirle al punto de rogarle, para que saliera de la cueva que tenía por casa.

—Claro, ya sabes, llega  a la entrada trasera, estaré esperando.

Sin más, Kid se alistó para salir deseando que el fantasma no lo siguiese, que se sintiese fastidiado tanto como él y que se quedara en casa brindándole un breve descanso.

Al cerrar la puerta detrás de él no vio en donde o si en realidad esa figura continuaba en casa, cerró con llave y luego de salir del edificio, tomó el taxi. El recorrido fue tranquilo hasta  un par de cuadras antes, en donde desbordó el transporte y caminó por el callejón trasero hasta la entrada del bar, Killer cumpliendo con su palabra lo aguardaba, checando su reloj y mirando a ambos lados de la calle.

—Tardaste más de lo usual —Comentó al observarlo llegar a pie, — ¿El taxi?

—Ah, se quedó atrás, hace buena noche para estirar las piernas.

—Bueno, me alegra que estés aquí, anda pasa.

Killer siempre era igual con él, luego de darle la bienvenida y llevarlo hasta la barra se desaparecía unos minutos, mismos en lo que el pelirrojo observaba el entorno. Siempre era lo mismo lo único que cambiaba eran las personas bebiendo, fumando o, jugando billar, siempre perdiéndose en imaginar algo con referencia a los clientes, en fin nada fuera de lo ordinario en un bar de lo mas común; las palabras de Killer junto con el chasquido del vaso lo regresaban al  panorama.

 No ignoraba a los clientes, pero si aprovechaba los instantes en que su labor cesaba para charlar y peguntarle del día, de su trabajo en la universidad, de los estudios, en fin de todo.

— ¿Terminaste el pistón? —Preguntaba secando los vasos y platos.

—No, me falta poco pero, mi cabeza no esta en condiciones para terminar.

“Claro que no lo esta”.

¡Imposible! Cerró los ojos y apretó su puños reflejando la ira y el odio en ese acto, pensando que quizás imaginó esa jodida voz a un lado esperaba que al girar su cabeza no estuviese ese ser ahí, que se había sugestionado tanto con la fonación que ahora la imaginaba apenas al escuchar un tono similar de voz.

Sin embargo al mirar a un costado, lo vio una vez más. Suspirando miró a Killer quien se extrañó ante tal mirada de confusión y sobre todo, de ira dedicada a… ¿la persona a un costado suyo?  La furia destellaba frenética en los orbes dorados de pelirrojo, sin embargo eso le brindó la razón al presentimiento de Killer, su amigo no estaba bien. Esa persona a un lado ni siquiera mencionó un “pío” como para que se ganara semejante mirada, para sacarse de dudas hizo lo único que atinó en ese momento:

— ¿Lo conoces? —cuestionó señalando discretamente a la persona “mal estar” de Kid.

—Claro que no, pero déjame decirte que es un dolor en el culo— mencionó dirigiéndose a un costado propio y alzando levemente la voz—, y que no me agrada nada.

A lo que el ser sonrió plena y altaneramente esas eran sus respuestas naturales, después de todo, él las veía como meras rabietas de infantes mimados—Shhh —Pidió Killer colocando su dedo en sus labios, tratando de que no hablara tan fuerte, no temía  a la pelea en si, temía a los daños cuantiosos que siempre tenía que pagar—No queremos problemas con él, no es persona con la que debamos meternos.

Incluso el fantasma, que obviamente no logró ser visible ante nadie más, dedicó cierta mirada curiosa al personaje a un costado, un hombre maduro, cuando menos más que ellos, prestando atención a las facciones marcadas, duras e inexpresivas delatando la rebeldía completa.

“Ya escuchaste a tu amigo, no queremos problemas, ¿Verdad?”—  Insistía, molestándolo el  ser, sonriendo esperando la reacción propia de Kid.

— ¿Qué problemas puedes tener tú? — Respondió antes de beber un largo trago al agua mineral servida antes por su camarada— Ninguno ese es un hecho, es más no estés jodiendo y lárgate de una buena vez.

—Tienes que estar bromeando, —respondió irritado Killer girándose y viéndolo de frente — No me preguntes lo obvio, sabes que los problemas en los que siempre entramos por tus peleas son costosos y luego tengo que trabajar hasta triple turno sin sueldo para cubrirlos, así que no me jodas y compórtate.

Killer insistía en pensar que todo lo que salía de boca del pelirrojo era dedicado para él después de todo, no lograba ver al ente.

—P-pero, yo lo decía por él… —Señaló Kid con su pulgar a un costado.

Completamente desconcertado de las reacciones de su camarada miraba en todas direcciones tratando de ubicar a una persona distinta a la que estaba en la barra, ese hombre de cabellera relamida hacia atrás y la enorme cicatriz que cruzaba su rostro de oreja a oreja, pasando sobre su nariz,  era uno de sus tantos clientes regulares y peligrosos también, imposible que hablara de él ya que nunca, en todo el tiempo (que era bastante) que tenía trabajando en el bar le había visto siquiera mirar a Kid por lo que comprendía que no se conocían en lo  mas mínimo y que nunca antes habían cruzado palabra alguna.

—Kid, ¿Podemos charlar en la oficina? —Preguntó el barman señalando la puerta café oscura, oculta al final del espejo— Es importante. —agregó con demasiada insistencia, una que señalaba no el miedo, más sí una leve precaución.

—Claro… como sea.

Refunfuñando aventó el banco con la parte trasera del muslo. Mostrando su lado revoltoso, metió sus manos a las bolsas y caminó detrás de Killer.

—Escucha con atención, —declaró el rubio recargándose en la puerta, cerrándola bien. Pero claro que no serían los únicos en la pequeña y atrinchera oficina, llena de papeles por todo el escritorio, no importa cuantas veces haya estado en el lugar, siempre que entraba miraba hacia fuera, a la barra, después de todo con el cristal espejo, ellos lograban ver para el bar, pero de regreso no se veía absolutamente nada.

 Killer sintió como un horrible, espeluznante y prolongado escalofríos le recorrió el cuerpo, incluso miró en varias direcciones, mas bien recorrió la pequeña oficina instintivamente, ese escalofrío no era muy frecuente en él; para Kid, quien logró ver al fantasma moreno atravesarlo en ese momento, fue una patada más a su lógica, ese ser, ese ente atravesaba no sólo cosas sin vida, sino también personas, ¡¿Definitivamente era un fantasma?!  Analizaba y, para colmo de la burla ese aparecido se paró a un costado del rubio. — Ese cliente no es persona que se deba molestar, ¿Me entiendes? No quiero correr riesgos contigo, si no quieres respetarlo cuando menos ignóralo, hazlo por mí. —pedía el rubio en tono imperativo.

—Pero Killer, no me refería a él — señaló al cliente en cuestión desde dentro— Cuando te dije que era un dolor en el culo, me refería a…

“Anda, dile y veamos que responde” —Completaba el ser la oración del pelirrojo, que inseguro no mencionaba nada de la figura a un lado.

— ¿A quien?

— ¡Al idiota que esta a tu lado!

Por fin, Kid dejaba salir la frustración a modo de grito, y con señalarle la dirección esperaba que lograra verlo, Killer giró su cabeza, intentando ver a la persona que era mencionada; recorrió la oficina, escudriñando a fondo sin lograr ver nada, miró fijamente a su camarada, y con el puro semblante dejaba ver que la preocupación lo invadía.

—Kid, no hay nadie más en este sitio. —mencionó tranquilamente, esperando que con la serenidad lograse que su inseparable se tranquilizara un poco.

— ¡Claro que sí! ¡Tú lo sentiste cuando te atravesó! —Insistía completamente frustrado el taheño, no comprendía como él no lo podía ver; pero siendo honesto, Kid estaba hartándose de esa situación y sobre todo, iniciaba con la duda en si mismo, iniciaba a darles la razón a quienes insistían en su locura por culpa del exceso de trabajo.

Killer agudizó su mirada, la palabra de su amigo nunca se ponía  duda,  por eso su cerebro en modo automático creía todo lo que él mencionaba. Sintiendo una vez más un escalofrío recorrerlo, miró esperando ver algo, cualquier indicio.

“Te dije que no podría, no presiones tu suerte, no le insistas, nunca te creerá.”

— ¡Cállate! En primer lugar es por culpa tuya todo esto.

El barman continuó buscando, ahora si que estaba completamente preocupado por su amigo, ¡Estaba perdiendo la cabeza! Hablaba y culpaba… ¿A la nada? Únicamente estaban ellos dos en la oficia que no permitía ni las leves las ventiscas nocturnas.

—Kid, ¡No hay nadie más aquí aparte de nosotros! Has trabajado demasiado, necesitas descansar.

“¿Ves? Te lo dije, pero eres testarudo.” —Esa oración causó una mirada fulminante y sobre todo asesina, una que obligó al ser a marcharse sin decir nada, ni una pequeña burla; al mismo tiempo provocó en Killer una gran preocupación. Tomando su celular marcó para llamar a Bonney, una chica ruda, altanera y sobre todo muy capaz de cuidar el bar, además que por ser Killer no le negaba el favor.

—Escucha, necesito que vengas, tengo que salir, no,  casi no hay clientes.

En veinte minutos la chica cabellos rosados, entallados pantalones de mezclilla azules, botas y camiseta estilo polo en negro aparecía en la misma oficina. Miró curiosa esa escena, Kid recargado sobre el escritorio, cubriéndose la boca y pensativo en lo que Killer le tocaba la frente, limpiándole el sudor excesivo.

Su estado físico mostró una leve debilidad que por supuesto no paso desapercibida ante Killer y la chica de cabellos rosas.

El pelirrojo estaba dejando que su mente maquinara demasiado: ¡¿Tal vez si estoy loco?! ¡Los fantasmas existen, ¿verdad?! ¡¿Alguien más podrá verlo?! ¡Si se lo digo a alguien más dirán que estoy loco y me encerraran! ¡¿Qué hago?! ¡¡ ¿Qué hago?!! Pensaba sin cambiar del semblante aturdido, confuso y muy, muy impresionado al punto del espanto.

—Anda, vámonos.

Sin detenerse a decir nada de nada, pasaron por un costado de Bonney, ella sabía por completo la rutina del bar, no necesitaba un manual o una lista de qué hacer, sin contar que únicamente faltaban tres horas o menos para cerrar. Lo que en realidad le mantuvo pensativa a un inicio fue el hecho de mirar a Kid en esas condiciones, conocía todo lo que el pelirrojo era en todos los  aspectos de su vida, que no eran muchos puesto que ese chico no se permitía ni el mínimo placer del sexo casual, ¿Cómo podría estar segura de eso? Simple; en varias ocasiones y borracheras, terminaron juntos en la misma casa (que no era la propia)  y él sólo se daba la media vuelta y se encerraba en la alcoba próxima, sólo.

Sus muecas chistosas en automático expresaban sus pensamientos y razonamientos ante los clientes que sonreían embobados ante esas expresiones, de repente negaba en lo que arrugaba el ceño, luego asentía y mordía su labio inflando un poco más sus labios, y el gesto que desató las sonrisas plenas fue la de la duda, torcía sus labios hacia un lado y, extrañamente movía sus mejillas de tal manera que pareciera que su nariz fuese la que se moviera  hacia los lados.

 Ya para cuando terminó de servir los tragos, se sentó y descansando su rostro en la mano, apoyada en la barra al mismo tiempo, analizaba esa situacion; no comprendió cuando pasó de simple curiosidad a ser preocupación, ese pelirrojo arisco no era de los que mostraban debilidad ante nada y, mirarlo un poco más pálido, sudando y recargado en el escritorio, pues… simplemente no estaba bien.

Pensando que la obsesión por el trabajo por fin había profetizado las palabras de Killer, analizaba y sobre todo, comprendía lo que significaba eso para el rubio: preocupación al extremo por a quien él consideraba su hermano. Luego de meditar por un largo rato se centró en su labor, menos mal que los clientes con sus incesantes peticiones de tragos distintos acudieron para distraerla.

%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%

 

El trayecto a la casa de Kid nunca antes se sintió tan lúgubre como en ese momento, de no ser por el radio sintonizando música singular del taxista (rap) se podrían escuchar los latidos propios de cada tripulante; el pelirrojo se mantuvo en silencio mirando perdidamente hacia fuera por la ventana y Killer, bueno, él miraba a su compañero por el retrovisor y por más que tratase de imaginar (cuando menos) lo que le estaba perturbando no tenía nada en mente.

Ya en casa, el rubio atendía a su acompañante, trataba de hacerlo comer un poco, le ofrecía algo de avena. Los gustos de Kid en ese preciso momento no lograban ser satisfechos.

— ¿Tienes que estar de joda? ¡No comeré esa cosa! Luce asquerosa y parece vomito de gato. —Mencionaba alzando la cuchara y dejando que el cereal, cocido con leche, callera sobre el tazón.

— ¡No te estoy preguntando, te lo vas a tragar y punto! ¿Cuántos días tienes sin comer algo bueno?

—Ayer me hice un sándwich, ¿Eso cuenta, no?—respondía con leve parecido a su rutinario tono de voz.

“El cual fue asqueroso, el cereal que te ofrece es bueno, tómalo”

Suspirando violentamente, retuvo su respiración y miró intimidantemente justo a donde estaba ese ser, a un costado de Killer, éste sintió ese pesado ambiente y sobre todo, el horror de ser visto de esa manera, aunque algo en su interior le insistía que no era  para él esa mirada, que algo más en ese sitio desquiciaba a su compañero al grado de hacerlo actuar erráticamente.

Miró discretamente a su lado, esperando ver algún pequeño indicio del mal estar de su camarada.

— ¿T-todo en orden? — Pronunció, dudando y buscando con la mirada, —Esta bien, si no quieres avena dime ¿Qué te preparo de comer? —agregó pensando en que sí tenía hambre, pero al ofrecerle el cereal quizás creyó que se estaba burlando.

—La verdad, quiero dormir. —respondió alzándose de la mesa y caminando en dirección de su alcoba. —Déjala en la mesa, en la mañana la comeré lo prometo, ¿Te quedarás a dormir?

Cuestionó desde la sala, a punto de llegar a su alcoba y mirándolo por sobre el hombro. Esas invitaciones  últimamente se presentaban con frecuencia y es que Killer en esa casa se sentía como en la propia, no esperaba invitación para pasar, con su llave entraba y salía sin dar explicaciones; pero apenas unos meses antes la rutina cambio casi ciento ochenta grados y de súbito, evitaba llegar como antes o de plano no lo hacia, ya no permanecía con él cada día como siempre, inclusive Killer se rehusaba gentilmente a quedarse como era lo acostumbrado, a dormir. Kid sentía que, una persona en especial le estaba quitando a su compañero-hermano.

—La verdad no quisiera, pero —una pausa fue necesaria para elegir bien las palabras, un simple error en alguna y Kid se molestaría al grado de echarlo a golpes de la casa después de todo así actuaba  ante las negativas dolorosas—, bueno, me quedo para prepararte un buen desayuno, ¿Te parece?

—Seguro, quiero tocino en lo qué prepares.

Sin decirle nada más, el pelirrojo cerró la puerta de su cuarto y se dedicó a mirar el piso de la habitación, ‘Sólo por el desayuno, no es justo’ pensaba; luego de unos minutos inició a escudriñar, buscando.

“¿Me buscabas?” —Preguntó ese ser que jugaba con fuego sin saber.

—Te echaré de mi casa —respondió  Kid sin rodeos, titubeos o alegar extras—, Aún  no sé como lo haga, pero disfruta del tiempo que te queda aquí.

Esa amenaza sonaba tan segura, de hecho sonaba justo como Kid era en esos momentos de su vida: serio, frío, lúgubre, solitario. Tan aterradoras sonaron que un escalofrío muy humano le recorrió la espalda, sacudiéndolo. Pobre fantasma de haber estado físicamente en ese sitio, en ese instante, habría muerto de un paro cardiaco y es que esa amenaza fue tan verdadera y profunda  que no podía pasar desapercibida, en sus ojos paralizados y estáticos se mostró la alarma ante tal enunciado  y en ese momento, el pelirrojo comenzó a analizar.

Sacaba teorías, enlistaba y sobre todo tomó la decisión de creer en lo que le estaba pasando, en esa realidad que ahora entraba a su vida ya que si no lo hacia así, si no creía en ese ente que aunque sólo él viera, no creería en si mismo y por supuesto que Kid, contando con la gran cualidad (muy escasa en los habitantes) de la seguridad al grado de desatar su superioridad aceptó el hecho de que esa cosa ahora, estuviese cerca, el porque luego lo averiguaría, el como deshacerse de él, lo investigaría al día siguiente, o al que seguía.

Aunque ante sus ojos lucía como el invitado no deseado que se resiste a marcharse, más al ser un brabucón con experiencia (de años) sacarlo del sitio únicamente necesitaba la dedicación y un poco de expansión a algo alterno y fuera de las matemáticas; sonriendo maliciosamente lo miró dedicándole ahora una mirada traviesa.

— ¿Miedo? —dijo alzando su ceja.

“¿De ti? No lo creo” —respondió descaradamente, cruzándose de brazos.

—Entonces, ¿Por qué la sacudida?

“¿Eso es tan malo?”

—No… — alegó  Kid enredándose en el montón de cobijas —para un ser vivo.

Regresó así la cortesía del descontrol psicológico previo, ese en donde logró que el pelirrojo dudara al grado de empalidecerlo, ahora el ente era quién dudaba “Un ser vivo” ¿Estaba tratando de decir que quizás y en realidad era?… ¿Qué era? Con ese pensamiento aguardó parado en frente del pelirrojo, mirándolo.

Se acercó en cuanto estuvo seguro de que Kid dormía, en el estado tan pasivo que se encontraba logró percibir algo de ternura, mas bien fue él quien notó esa facción en el rostro tranquilo del arisco taheño y eso que estaba debajo de incontables  cobertores , mirándolo se percató que ni siquiera se quitó los botines negros. Miraba atento sus suspiros y rasgos, serenos y apacibles, demostrando que soñaba algo placido o en su defecto, no soñaba nada de nada; sentándose a un lado así continuó, observándolo a profundidad y pensando mucho en todo lo que estaba ocurriendo, ¿Quién era? ¿Cómo se llamaba? ¿Por qué estaba en ese sitio? Y la pregunta que lo latigueaba… ¿Por qué únicamente Kid lo escuchaba y miraba?

Notas finales:

Espero que les vaya agradando, espero poder actualizar cada lunes de lo contrario... aaaaa... emmmm.. ¡Miren! kid y Law detrás saludando!

 


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