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Bajo la Luna por MikaShier

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Nagisa hablaba animadamente en el departamento de Haruka, intentando subir el ánimo decadente de Rin, quien, después de haber aceptado el beso de Haru y recibido su abrazo, se sentía pésimo. El pelirrojo se hundía en uno de esos sillones infantiles que había en la salita del pelinegro cada vez que el rubio pronunciaba un "Rin-chan", no porque lo estresara, sino porque se sentía terriblemente culpable. Había besado a Haru, había llorado en su hombro. Y ahora lo ignoraba. Y Nagisa le hablaba como si fuera la persona más inocente del mundo.

 

Maldito era el día en que se enamoró de ese chico agua.

 

El amor nunca sería suficiente en una relación, cosa que él una vez pensó que era así. Amar a Haru no había asegurado el éxito de su historia, solo había que ver la mierda en que su vida se había convertido para darse cuenta. Una relación debía tener tanta confianza como tenía amor. Y la suya no la había tenido. Él no había confiado y Haru había pagado por ello.

 

Rin Matsuoka había arruinado la vida de todos con su cobardía e impertinencia. Su atrocidad trastornaba la vida de cada persona que conocía su situación. Era por ello que todos estaban callados y sentados en la sala mientras Nagisa hablaba. Por su culpa. Porque era un idiota sin remedio.

 

El mundo parecía caer y Rin era el único que lo atraparía, porque su auto odio lo cegaba a tal punto que pensaba estar solo en ello.

 

Una idea apareció en su mente, desatando todos los recuerdos que le hicieron apoyarla, haciéndolo tomar la decisión. Su mirada cayó en Nagisa y sonrió cansadamente. Escuchaba su voz, pero su filtro parecía haberse roto y las palabras del rubio no despertaban nada en él.

 

─Rin-chan, ¿te sientes bien?

 

─ ¿No es una pregunta estúpida?

 

─Es solo que de pronto... ─Rin chistó.

 

─Iré a dormir un rato.

 

Haru iba a acompañarlo, claro que lo haría, siempre iba a cuidar de él, pero Gou lo detuvo y el pelinegro entendió. La chica siguió el paso de su hermano, adentrándose en el departamento del ojiazul.

 

Rin entró a la habitación de Haruka y se dejó caer de espalda sobre el colchón, con la mirada perdida en el techo. Gou se armó de valor y, mordiéndose la cara interna de la mejilla, fue a por su hermano. Se sentó en la orilla de la cama en silencio y buscó la mano del pelirrojo, quien no dudó en darle un suave apretón.

 

─Lo de dártelo... ¿Sigue en pie? ─cuestionó acariciando los nudillos de su hermana. Ella suspiró lentamente.

 

─No... Haruka-senpai quiere a ese hijo ─respondió─. Y estoy segura de que tú lo quieres también. Además, aún estoy en la preparatoria.

 

─No es así, no lo quiero... Lo odio, me ha quitado todo...

 

─Es mentira. Tú fuiste quien lo abandonó todo.

 

Rin cerró los ojos con fuerza, reprimiendo las lágrimas que amenazaban con salir. Gou le acarició el dorso de la mano.

 

─Haruka-senpai te ama, hermano. Siempre lo hizo y no va a dejar de hacerlo. Sé que esto te aterra, pero también sé que eres capaz de enfrentarlo, así como has enfrentado todo lo demás ─las lágrimas brotaron finalmente de los ojos del mayor mientras apretaba la mano de la chica─. Tienes la fuerza, hermano, es tu decisión usarla para salir adelante. Nosotros, tu familia y tus amigos, siempre estaremos ahí para apoyarte. No importa qué ni cómo. Estamos en esto todos juntos, solo tienes que aceptarlo.

 

"No niego que va a ser difícil. Tienes muchos problemas por delante y el riesgo es alto, pero nosotros te ayudaremos cada vez que tropieces. Puedes seguir haciendo lo que te gusta, Rin. Puedes seguir con tu vida. Te aseguro que, una vez que él o ella nazca, verás que tu vida nunca perdió el sentido. Hermano, sé que puedes hacerlo, a pesar del miedo y a pesar de la tristeza. Solo necesitas armarte de valor, entonces triunfarás. No te han quitado nada, hermano.

 

Rin se mordió el labio, sollozando en silencio y arrugando la sábana con la mano libre. No podía negar que le aliviaba de alguna forma el hecho de saber que ellos querían apoyarlo. Que, a pesar de todo, podía confiar en su hermana. Pero, aún así, no podía hacerlo. Él estaba decidido.

 

─Déjame solo, por favor.

 

_____

 

Esa noche, el antiguo equipo de Iwatobi se acomodó en la salita de Haruka mientras Gou se quedaba en la habitación extra que Sousuke solía usar. No tardaron mucho en dormirse. Nagisa había planeado una salida divertida para el sábado, algo que sabía alegraría a Rin, así que pensó que lo mejor sería que todos descansaran, dejando la idea de una pijamada en el olvido.

 

Los demás aceptaron sin chistar. El rubio era bueno planeando ese tipo de cosas, así que lo más seguro era que todos querrían estar descansados.

 

Haru aferraba suavemente la playera de Rin, durmiendo superficialmente mientras que el pelirrojo no había logrado pegar ojo en ningún momento. Cuando el departamento quedó en completo silencio, Rin suspiró. Pronto dieron las dos de la mañana y, seguro de que todos estarían dormidos, se levantó.

 

Las puertas estarían trancadas, al igual que las ventanas, y la llave estaría oculta. Haruka encerraba a todos en la noche, porque no podía permitir que Rin huyese, porque sabía que era lo que él haría si la oportunidad se presentaba. Al menos lo presentía.

 

El suave sonido de sus pies contra el frío piso era lo único que podía escucharse en el pasillo. Haru abrió los ojos y esperó paciente a que Rin volviese del baño. Él tampoco había dormido aún, no dormía profundamente desde hacía meses.

 

El pelirrojo echó pestillo al cuarto de baño y caminó lentamente hasta el espejo. Sus ojos evaluaron su propio reflejo y suspiró pesadamente. Ya estaba convencido. Ese no era su destino, claro que no.

 

Apretó los puños con fuerza y se quedó ahí parado por lo menos cinco minutos, evaluándose. Sabía que, una vez que actuara, el tiempo correría rápido. Soltó el aire lentamente y miró fijamente sus ojos en el reflejo.

 

Su puño se estrelló en el objeto con fuerza, estrellándolo y provocando que el cristal cayera al piso. Haru se levantó en ese instante y corrió al baño. Su mano intentó girar la perilla, fracasando.

 

─Rin, ¿qué pasó? ¿Estás bien? ─preguntó ansioso mientras intentaba entrar.

 

─Vete, Haru.

 

─ ¡Rin! ¡Abre la maldita puerta! ─siseó, despertando a aquellos que no habían abierto los ojos con el estruendo. Al no obtener respuesta, Haru corrió hacia la cocina y abrió el gabinete. Las cosas dentro de él fueron lanzadas fuera mientras buscaba algo que fuese de ayuda.

 

─Haru, ¿qué sucede? ─preguntó Sousuke, su voz sonaba ronca debido al sueño.

 

─Rin se encerró en el baño. Creo que rompió el espejo.

 

El más alto reaccionó al instante y corrió hacia el baño, ordenando a Nagisa que ayudase a Haru.

 

Rin tomó un trozo del cristal. Sus ojos estaban secos y se preguntó si el suicidio eliminaba la tristeza. Observó su reflejo en aquél pedazo de espejo. Se odiaba. Ignoró los golpes en la puerta y los gritos de su hermana y de Sousuke, el lloriqueo de Nagisa. Guió la punta del cristal al inicio de su antebrazo y, respirando profundo, la hundió.

 

El pinchazo envió una señal a su cerebro, identificando el dolor. No era agradable. Arrastró el cristal en dirección a su muñeca con lentitud, la sangre comenzaba a brotar.

 

Haru encajó un viejo removedor de leña en el pequeño espacio entre la puerta y el marco. Con ayuda de Sousuke, empujó fuertemente, sin lograr nada. Nagisa entró en el campo de visión junto a Rei, con un objeto en manos.

 

─ ¡Saquen la perilla!

 

Haru tomó el desarmador e, intentando no temblar, sacó los tornillos del objeto para después empujar el resto de la perilla con el removedor de leña. Lo primero que vio fue sangre.

 

En el piso y en manos de Rin.

 

La sangre goteaba desde su brazo lentamente y era claro que, a pesar de que el pelirrojo intentaba alargar el corte, no lo lograba. Haru corrió a su encuentro, murmurando palabras ilegibles mientras quitaba el cristal de mano del menor y apretaba la herida. Ambos estaban temblando.

 

─Nagisa-kun, pásame una venda del botiquín del lavado ─ordenó de pronto Rei, acercándose a Haru.

 

El pelinegro estaba llorando. Las lágrimas cruzaban su rostro mientras murmuraba cosas sin sentido e intentaba detener el sangrado. Rin lo observaba con aparente calma, más en su voz mientras rogaba que lo dejase morir podía notarse el miedo.

 

─Haruka-senpai, debe hacerse a un lado, lo vendaré. Pero hay que llevarlo al hospital.

 

─Llamé a una ambulancia ─murmuró Gou─. Pero dijeron que llegarían en media hora...

 

─Encenderé el auto... ─exclamó Haru corriendo hacia el recibidor y tomando sus llaves para después salir al exterior.

 

Sousuke alzó a un pálido Rin en cuanto Rei detuvo el sangrado y, a paso rápido, salió en dirección al auto de Haru. Se subió con Rin en la parte trasera mientras los demás llamaban un taxi. Haru no esperó más y salió del aparcamiento para después acelerar.

 

─El hospital más cercano es el del centro ─comentó Sousuke. Rin abrió los ojos ampliamente.

 

─ ¡No puedo ir a ese hospital!

 

─Rin ─siseó Sousuke en tono de advertencia.

 

─Cállate, no hay de otra ─masculló Haru.

 

─ ¡Van a verme como un fenómeno! Jade lo dijo, la ciencia antes que la humanidad. No puedes llevarme ahí...

 

─ ¿¡Entonces que mierda hago!? ─la voz le salió rota. Rin miró hacia la ventana.

 

─Gira a la derecha...

 

Haru decidió hacerle caso. Unos cuantos minutos después, estacionó frente a una clínica algo pequeña. Mandó un mensaje a Gou sobre la ubicación y procedió a bajar y seguir a Sousuke y Rin.

 

Uno de los doctores se encontraba en medio de una sala vacía, sirviéndose agua en un vaso desechable. Sin embargo, fue una de las enfermeras la que se acercó a Rin rápidamente y lo llevó a la camilla que se encontraba en la esquina de la sala. Desvendó su brazo y examinó la herida para después desinfectarla y proceder a coserla. Ni tardó mucho tiempo en estar libre e ir con los chicos.

 

Se sentía pesado. Como si quisiera llorar y no pudiera. Estaba solo un poco arrepentido de lo que había hecho, pues había estado mal, pero él quería estar muerto.

 

Estuvo a punto de decirle a Haru que eso había sido todo, pero el doctor dejó de examinar su vaso y se acercó a ellos, tomando un portapapeles de la mesa. Arrastró una silla y se sentó, el pelirrojo lo imitó inmediatamente.

 

─Matsuoka Rin, veinte años de edad, embarazo de tres meses y medio ─volteó a un lado y examinó a los pelinegros con la mirada─ ¿Nueva compañía? ¿Dónde está el señor Tachibana?

 

─ ¿Qué le importa?

 

─Bien, bien. Has faltado a tres citas hasta ahora. Quisiera que tus amigos o familiares fuesen conscientes de ello. Tú necesitas venir al menos una vez a la semana para un chequeo ─giró la cabeza hacia Haruka y Sousuke─. Tachibana-kun lo traía incluso pataleando, les ruego hagan lo mismo. Pero bueno... Pasa a mi oficina, Matsuoka-kun.

 

─No. Estoy bien y quiero ir a casa.

 

─Dudo mucho que puedas ir a casa ─el hombre se levantó y acomodó la silla─. Uno de ellos puede acompañarte allá dentro.

 

─No necesito compañía alguna ─se quejó levantándose. El doctor suspiró.

 

─Yo iré con él ─exclamó Haru. Rin desvió la mirada. El pelinegro lucía pálido y tenía enrojecidos los ojos, quizá por el llanto.

 

─Bien. Anda, Matsuoka-kun, hay mucho de qué hablar.

 

_____

 

La oficina del médico era fría y a Rin le parecía siniestra. La mesa volvía a estar repleta de libros y, aunque no se veía desorganizado, el pelirrojo clavó la mirada en ellos mientras apretaba sus manos, Haru lo observó con molestia mientras el doctor rodaba los ojos.

 

─Puedes hacerlo, no me molesta. Le tomaré los datos a tu amigo ─comentó el hombre mientras se sentaba al otro lado de la mesa y se acomodaba las gafas, leyendo el historial que mantenía en manos. Rin tomó los libros y fue a acomodarlos, Haru se sentó frente al mayor─. Bien, ¿cuál es su nombre y edad? ─cuestionó.

 

─Nanase Haruka, veinte años.

 

─ ¿Relación con el paciente? ─el pelinegro suspiró observando a Rin acomodar las cosas en su lugar.

 

─Es mi pareja. Más o menos ─el doctor alzó la vista antes de volver a los papeles.

 

─Bueno, necesito que anote su dirección y número de teléfono ─pidió pasando el portapapeles y el bolígrafo a Haru, quien obedeció de inmediato─. Matsuoka-kun, ven y siéntate ─el aludido hizo lo indicado, mas se notaba el fastidio en su rostro─. Primero que nada, necesito saber que fue lo que sucedió. Una cortada paralela podría hacerte perder mucha sangre, ¿lo sabes?

 

─Fue un accidente... Estaba bañándome...

 

─Con el cabello seco ─agregó el doctor, tallándose la barbilla mientras cruzaba una pierna.

 

─Bueno, no estaba...

 

─Intentó suicidarse. Rompió el espejo del baño y se cortó.

 

─No, fue un accidente ─el doctor le tomó el brazo y levantó el parche suavemente.

 

─Un accidente no te haría una herida recta en esta parte del brazo. No es una parte expuesta. Naturalmente, el ser humano la cubre al defenderse.

 

─No cuando te cae algo encima.

 

─Entonces ambos brazos se verían afectados, pero solo tienes una línea recta de menos de tres centímetros y, según lo que revisó la enfermera, tu otro brazo no sufre daño alguno, más que algunas heridas en el dedo índice y pulgas, además de una pequeña cortada sobre el medio. Por otro lado, el corte no es lo suficiente profundo, por lo que la pérdida de sangre no fue mucha, aunque quizá el pánico hizo creer a tus amigos que fue más.

 

─Rin, deja de mentir ─el pelirrojo suspiró.

 

─Solo quería terminar con todo, ¿sí? Ustedes no saben por lo que estoy pasando. Desearía no estar vivo por más tiempo.

 

─ ¿Y qué pasaría con el bebé? ─Rin se encogió de hombros─ Está bien. Sé que no hablarás más conmigo, así que lo dejaré así. Además, Matsuoka-kun, el suicidio es algo grave.

 

─Estoy vivo.

 

─Y necesitas ayuda. Ahora bien, revisaré tu respiración. Pero primero, ponte la bata.

 

─ ¿Y cómo sabe que no perdí tanta sangre? ─el doctor quiso bufar, pero tomó el estetoscopio y  guió al menor hacia el baño.

 

─Estás lucido. Anda y cámbiate.

 

─Si solo revisará mi respiración, no es necesario...

 

─Rin, limítate a obedecer.

 

El pelirrojo se encerró en el baño y procedió a cambiarse mientras el doctor terminaba de tomar los datos de Haru, a quien decidió tomar la presión, pues estaba bastante pálido y a quien comentó algunos asuntos. Rin salió con la ropa doblada en manos y, junto al pelinegro, siguieron al doctor a la salita continua. Rin se sentó sobre la camilla y se bajó la bata hasta la cintura.

 

─ ¿Qué tiene que ver mi deseo de morir con mi respiración? ─cuestionó, sintiendo el frío estetoscopio sobre la piel de su espalda.

 

─Esto es aparte. Dado que eres un chico y tu cuerpo ha conseguido mantener un útero sano y glándulas mamarias...

 

─No le creas, Haru, no tengo esas cosas ─el pelinegro apretó los puños, ¿por qué Rin se comportaba así?

 

─Tu cuerpo es desconocido ─continuó el médico, colgándose el estetoscopio en el cuello─. Pensé que, de alguna u otra forma, el crecimiento de tus glándulas mamarias podrían tener un efecto en tu respiración.

 

─Pues no lo hay, estoy bien.

 

─Solo verifico, Matsuoka-kun. Dime, ¿cómo te has sentido últimamente?

 

─Como una mierda andante.

 

-Rin, deja las estupideces.

 

─Igual que siempre. Fatiga, mareo, vómito... Mucha hambre. A veces estoy feliz, siempre estoy triste. A veces vomito corazones, otras vomito mierda... Lo normal en los últimos tres meses ─el doctor asintió. Empujándolo suavemente sobre la camilla. Rin se acomodó.

 

─Bien, te pondré el suero ─dijo tomando los instrumentos necesarios y colgando la bolsa de suero a un lado del pelirrojo.

 

─Entonces... ¿está bien? ─preguntó Haru. El doctor lo observó un segundo y asintió.

 

─Físicamente. Ahora, voy a ponerte una crema, así que sentirás frío ─comentó el hombre antes de verter el líquido sobre el vientre de Rin, quien lo observó con extrañeza.

 

─ ¿Me lo va a quitar?

 

─No. Estás en la treceava semana de embarazo, cumpliendo el primer trimestre ─musitó encendiendo una pantalla y acercando una máquina. El pelirrojo arrugó más el ceño y observó el aparato que su médico ponía un aparato sobre su estómago─. Te hago un ultrasonido. Revisaré la salud de tu bebé.

 

─No autoricé un...

 

─No necesitas autorizar nada, estás fuera de juicio... Oh, aquí está ─una imagen gris apareció en la pantalla. Rin volteó el rostro.

 

─No quiero verlo.

 

─ ¿Quieres sostenerlo? ─preguntó a Haru, quien asintió y se apuró a tomar el aparato─ El feto aún está en formación, es este de aquí ─comentó señalando un punto en la pantalla─. Sus ojos van colocándose donde deben estar, así como sus orejas y sus genitales ya están formados. En unas semanas podrás saber si es niño o niña, Matsuoka-kun ─añadió con una pequeña sonrisa, pero Rin se había tapado la cara─. Procederé a un doppler, ¿de acuerdo?

 

─No ─el pelirrojo no sabía que significaba aquello, pero definitivamente no quería algo así.

 

─La pregunta es al señor Nanase-san.

 

─ ¿Por qué el "san" y yo "kun"? ─murmuró en voz baja. El mayor suspiró.

 

─Él parece ser más maduro. Tú eres un crío.

 

─ ¿Qué es un doppler? ─preguntó Haru, interrumpiendo la próxima pelea.

 

─Oh. Como verá, un doppler es una ecografía que amplifica los sonidos del vientre, así hace posible que el latido del corazón del bebé se escuche. Esto se puede realizar entre la décima y doceava semana de embarazo ya que el latido del feto será más fuerte y rápido. También podremos detectar algún problema cardiaco que pueda tener su hijo. Y dado a que Matsuoka-kun está en el inicio de la treceava semana, es conveniente hacerla. Es el padre, ¿no?

 

─Sí... Haga esa ecografía.

 

─ ¡No! No quiero escucharlo.

 

─Rin, acéptalo de una vez ─bramó Haru, haciendo que las quejas del menor parasen. El doctor se acomodó las gafas y se dedicó a preparar la maquinaria─. Esta es tu realidad y no vas a cambiarla. No voy a permitírtelo. Entiende.

 

─Te odio.

 

Aquellas palabras lastimaron al pelinegro, mas no lo demostró. Se limitó a esperar que el médico terminara de preparar la segunda máquina y ayudó a que Rin, quien intentaba huir, se quedase quieto. Sus ojos no volvieron a toparse con el contrario. No quería mirarlo por el resto de la noche.

 

─Ya está ─el doctor subió el volumen de la maquina y, por un momento, la habitación fue invadida por el silencio. Después, un sonido rápido se hizo presente. Haru aflojó el agarre ejercido en brazos de Rin, quien se llevó las manos a las orejas con rapidez─. Por lo que escucho, está sano.

 

Ese era su hijo. Vivo y saludable, dentro del vientre de la persona a quien más amaba en el universo. Sus ojos lo traicionaron y las lágrimas no tardaron en deslizarse por sus mejillas. Era él o ella. Un bebé fruto del amor que sus padres un día habían tenido, de una relación de la cual solo quedaban cenizas. Un amor que había pasado de ser mutuo a unilateral. Porque era tan fácil odiar como lo era amar.

 

En algún punto del momento, el doctor apagó la máquina, dejando en la pantalla únicamente la imagen del bebé. El llanto de Haru había aumentado y se descubrió apretando la mano de Rin, quien ahora miraba el piso con expresión perdida.

 

La furia lo invadió.

 

Tomó el rostro de Rin y, pese a sus quejas, lo obligó a observar la pantalla. Los ojos del menor brillaron y no tardó en ponerse a llorar, empujando a Haruka y tapándose con ambas manos. El mayor se preguntaba cómo Rin podía odiar algo tan perfecto, cómo podía siquiera pensar que un hijo arruinaba la vida.

 

El pelirrojo se preguntaba con qué cara podía ver o escuchar al bebé dentro de sí cuando había intentado asesinarlo tres veces, ¿cómo podía dar la cara? No era digno. Era un monstruo.

 

El doctor regresó y quitó el suero a Rin. Intercambiaron algunas palabras y después ofreció un pañuelo a Haru, quien lo aceptó sin más. Rin salió del cuarto, acompañado del pelinegro y seguido por el doctor, para dirigirse hacia la sala de espera, donde sus amigos, asustados y preocupados. Rin los calmó y se disculpó por el alboroto antes de suspirar.

 

─Iré por mi ropa ─el doctor, tras él, alzó ambas manos.

 

─Oh, no es necesario.

 

─Lo es, me voy a casa.

 

─No, no puedes hacer eso. Un intento de suicidio es algo grave. Te quedarás aquí el resto de la noche y mañana por la mañana te trasladaremos al psiquiátrico.

 

─ ¿Qué? ¡No estoy loco ni nada parecido! ─siseó─ Haru, díselo. Me iré a casa.

 

─Lo siento, Rin. Él ya habló conmigo de esto y lo mejor es que te quedes.

 

─ ¿Cómo puedes...? Debí quedarme con Makoto, él no...

 

─ ¡Ya basta, Rin! ─musitó ahora Sousuke─ Si no fuese necesario que te quedases, no te dejaríamos aquí. Pero solo estás preocupando a todos y te perjudicas a ti mismo. No puedes seguir así.

 

─Bueno, te llevaré a tu habitación, Matsuoka-kun, el horario de visitas terminó a eso de las ocho.

 

Rin se sentía traicionado mientras la enfermera tomaba su mano y lo guiaba tras el doctor. El rubí en sus ojos brillo con furia mientras observaba a Haru tallarse el puente de la nariz, a su hermana desviar la mirada, a Nagisa abrazando a Rei y a Sousuke mirarlo con irritación. Apretó los labios y llamó a Haru antes de desaparecer por el pasillo.

 

─Solo quiero que sepas que el único que quiere a este monstruo eres tú.

 

Notas finales:

 

Tengo que decirlo, pobre Rin, el futuro que le depara no es el mejor u.ú ¡El siguiente capítulo contiene solo Haru!

 

¡Hola! Soy yo, Mika para los clientes comunes y Mika-san para los inexpertos, Mikaela-sama para Kiwi. Quería pedir disculpas por el atraso, lo que sucede es que tuve un pequeño problema (¡Solucionado!) Con cómo robar un Uke, pero ya reanudaré con estos capítulos. También quiero avisar a aquellos quienes me ayudaron, que el problema del plagio de Cómo Robar un Uke fue resuelto (aunque la excusa que dio esa ladrona fue patética, vaga y meramente irracional y encima, después de borrar  historia de su perfil, borró los mensajes de mí acusándola de dicho robo), así que ahora que estoy en paz, regreso tranquilamente a las publicaciones de mis fic. No pensé que fuese necesario decir que estaba prohibida la distribución parcial o total de esto bla bla bla. Pero bueno, tendré que ponerlo T.T En fin…

 

¡Nos vemos, muchas gracias a quienes brindaron su ayuda!

 


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