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Bajo la Luna por MikaShier

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Notas del capitulo:

¡Hola! Favor de leer las notas finales :3

Makoto observó la ciudad desde su ventana. Por más que había tratado, no había logrado quitar aquella expresión melancólica de su rostro. Y es que todo en su mente era un caos. Ya ni siquiera recordaba desde cuando su mundo se había puesto de cabeza, cuando se había rendido ante sí mismo. Cuando había comenzado a amar a Rin.


Solo recordaba que antes ya le había gustado, en la secundaria, cuando su ausencia dolió más de lo que veía que dolía a los demás. Aunque pronto se dio cuenta de que Haru se sentía peor que él. Cuando el pelinegro rebeló sus sentimientos, Makoto no había dicho nada más que ya lo sabía. Porque se había dado cuenta y aún así lo había ignorado. Ocultó sus sentimientos, porque no estaba tan enamorado como Haru. Y lo superó, e incluso se fijó en otras personas.


Hasta que Rin desenterró el instinto protector hacia él con su debilidad.


Makoto cometía y cometería muchísimos errores. Yamazaki Sousuke era una clara prueba de ello. Aunque lo intentara, no podía amarlo. No entendía el por qué, solo lo sabía, pues, en ese momento, el único que le aceleraba el corazón y calentaba su sangre era Rin.


Y se sentía patético por ello.


No supo si Sousuke lo había consolado o se había consolado a sí mismo aquella noche en que sus cuerpos se volvieron uno. Y no le interesaba en lo más mínimo. No cuando era tan infeliz. No cuando no le amaba lo suficiente como para pensar en él un día entero. Con un suspiro, cerró la cortina. La alarma de su celular lo separó de la ventana. Nueve de la mañana, lunes.


Estaba harto, demasiado cansado de la misma mierda.


Se puso el reloj y un suéter ligero para después calzarse los zapatos, tomar las llaves y salir del departamento. Según sabía, gracias a Haru, Sousuke estaría buscando trabajo hasta entrada la tarde. Se arregló el cabello en uno de los vitrales de alguna tienda de paso y continuó su caminata, con el corazón atacando su pecho fuertemente. Se sentía mal por lo que haría, pero no podía seguir reprimiéndose. Él también merecía ser feliz. La vida no giraba torno a Haru. Media hora después, llegó.


Sus nudillos golpearon la puerta con firmeza. Dio un paso atrás y se peinó el cabello, respirando con profundidad. Se escuchó una voz y luego la puerta fue abierta. Rin tenía el cabello despeinado y la camisa mojada. Su cabello, que estaba más largo, se encontraba atado en una coleta.


─ ¡Atrápalo! ─Makoto no lo entendió hasta que observó a un gatito caminar por el barandal tranquilamente. Se apuró y, aunque éste le lanzó una mordida, lo atrapó─ Vale, gracias. Y... ¿Qué haces aquí? ¿No tienes clases en la universidad? ─el castaño sonrió.


─Hola, ¿cómo estás? ─Rin asintió, tomando al gato y dejando pasar a Makoto.


─Hola, bien, ¿tú? Entonces, ¿te has saltado las clases? ─el pelirrojo se sentó en el sofá, el mayor lo siguió.


Estaba harto de anteponer siempre a Haru. De renunciar a todo por protegerlo, procurarlo. Estaba arriesgando su propia felicidad, no estaba viendo por sí mismo. Quería ser un buen amigo, pero no podía hacer mucho si Haru no intentaba imitarlo. Un buen amigo lo entendería... ¿cierto?


─No tengo clase hasta las dos de la tarde. Exenté los exámenes de hoy, respecto a las demás clases... Y vine a hablar contigo ─Rin soltó al gato y talló su camisa con una toalla húmeda. Quizá era eso lo que hacía antes de que Makoto llegara.


─El gato tiró una lata de caballa abierta sobre mí y Sakura, por si te lo preguntas. Pero bueno, ¿de qué quieres hablar? ─Quizá eso no era precisamente necesario.


Tomó las muñecas de Rin y lo atrajo hacia sí, ignorando la resistencia que este ponía. Pegó sus labios a los contrarios, sosteniendo al pelirrojo por la nuca, callando sus protestas. Quería dejarle en claro que lo amaba. Y no dejaría de hacerlo. Quería que supiese que si Haru llegaba a abandonarlo, él estaría ahí. Pero no lo diría, solo esperaría a que Rin lo entendiera por medio de acciones.


─Solo pensé que también tengo derecho a ser feliz ─musitó el castaño, antes de que el pelirrojo comenzase a refunfuñar. Los ojos rubíes del menor se clavaron en los verdes del mayor, sin mirarlos en realidad, sin palabras. El nudo en su garganta impidió decir lo que sentía. Porque estaba mal, porque amaba a Haru.


"Nosotros también lo merecemos. Ser felices. Ya sufrimos bastante"


El rostro de Makoto volvía a acercarse, ahora con lentitud. Rin se acercó también. Felicidad. Makoto siempre había sido bueno. Makoto era paz. Amistad. Makoto entendía. Escuchaba y aconsejaba. Sin prejuicios, sin peleas. Makoto lo cuidaría, lo apoyaría. Sin desesperación, sin miedo... sin pasión.


Un recuerdo invadió su cabeza mientras sentía el aliento de Makoto chocar contra su rostro. Cerró los ojos con fuerza.


»Me preocupa la manera en la que interpretas lo que sucede, Rin. Estás buscando una vía de escape y la solución no es esa. No has venido al psiquiatra a contarme lo que te pasa para después marcharte sin intentar resolverlo. Ya te lo he dicho, pero te lo repetiré cuantas veces sea necesario. No busques una salida. Busca lo que realmente quieres y la manera en la que puedes conseguirlo. La opción fácil no siempre será la mejor. «


¿Por qué pensar que Makoto podría salvarlo? ¿Por qué pensar que necesitaba salvación? Si quería calma, si necesitaba cariño, si quería amistad, apoyo, consejos y todo lo demás... Solo bastaba con mirar un par de ojos azules que se desvivía por él cada día. Solo debía mirar a Haru. Aunque fuese difícil.


"Makoto siempre va a estar con nosotros"


"Esta no es la solución, así que cállate"


Empujó al mayor y se levantó. La felicidad era una mentira. Y, si existía, solo estaría a lado de Haruka. No de Makoto. Ese castaño debía entender algo que él ya había entendido, con ayuda de Haru. Amar no significaba conseguir tu propio bienestar. Era conseguir el bienestar de esa otra persona. Rin no iba a enseñarle lo que era el amor, no iba a corresponder, jamás.


─Ha... Has dicho que se llama Sakura, ¿no? ─cuestionó. El pelirrojo asintió, recargándose en la pared y clavando los ojos en el gato, que arañaba una de las maletas vacías de Sousuke.


─Nanase Sakura.


─Me ha quedado claro, Rin ─sonrió con falsedad. El aludido asintió nuevamente.


─Y no vuelvas a besarme.


─Sí, entiendo... No sabía que habías vuelto con Haru, creí que quizá tendría una oportunidad.


El pelirrojo suspiró. No habían regresado, porque era incapaz de decirle sus sentimientos cuando sabía lo mal que había hecho que el otro la pasase. Rin estaba siendo la señal que desviaba el camino de Haru -que originalmente conducía al triunfo- hacia un lugar desconocido, quizá la perdición. Estaba juntando toda su fuerza, juntando voluntad. Entonces haría una rica cena, prepararía una linda velada. Le diría que quería una última oportunidad. Todo saldría bien.


Y volvería a amarlo en palabra y acto.


Oh, era tan buen plan. Se sonrojó ante la mera idea de volver a estar con él. De sentir sus brazos y escuchar sus palabras. De oírle reír de nuevo. De volver a ser una pareja.


Makoto podía darse cuenta de que Rin aún no se recuperaba y quizá no estaba cerca de hacerlo cuando el pelirrojo se retraía. Le preocupaba, pero confiaba en que todo estaría bien. Porque al menos ya no se echaba a llorar desesperadamente.


Con el corazón hecho pedazos, Makoto abandonó el departamento de Haru, dejando a Rin solo. Sin haberse siquiera despedido. No sabía por qué llegó a pensar que el pelirrojo podría escogerlo a él. Ni por qué había ido solo a eso. Había miles de cosas que podía haber preguntado, miles de cosas que pudo decir para apoyar al menor.


Pero no iba a rendirse. Rin podía amarlo a él también.


_______________


Rin observó la puerta con decisión. Tenía demasiada hambre y Makoto se había marchado antes de que él pudiese pedirle que fuese al supermercado. Quedarse sin comer no era una opción, pues Sakura estaba también hambrienta -o hambriento-, así que... Se puso los zapatos y se asomó fuera, ajustándose la gorra y cubriendo sus ojos. No había nadie.


Dio un paso fuera y tuvo que ajustar la vista. Hacía mucho que no veía directamente el sol. Siempre había estado tras los filtros que impedían la entrada completa de los rayos solares. Agradeció que Sousuke fuese un terco y le hubiese comprado una bata simplona y color zafiro, porque los pantalones lo lastimaban y no quería parecer una mujer en todo nombre con un estampado de flores. Una chaqueta ligera de tela suave rodeaba sus brazos. Su corazón latía con prisa y miedo mientras se alejaba de la puerta de Haru. Bien, esa era una prueba. Debía superarla. Tenía que ser fuerte.


Por su mente jamás cruzó la idea de que bajar escaleras sería tan difícil. Puso una mano sobre su vientre, sosteniéndolo -tenía la extraña sensación de que podría caérsele en algún momento-, mientras se aferraba con fuerza al barandal y bajaba un escalón. No veía sus malditos pies ¡Moriría!


Cinco minutos, tres escalones después, una mano rodeó su brazo. Una sonrisa amable apareció en el campo de vista de Rin. Su propietaria: una niña de alrededor de diez años.


─ ¿Le ayudo? Es peligroso bajar sola ─murmuró, no era una pregunta. La firmeza con la que aquella desconocida lo sostenía le hizo saber que preguntar solo era una forma amable de decirle que le ayudaría sí o sí. El pelirrojo dejó que la chica lo tomara de la mano y le ayudara a bajar. En cierta forma, se sentía más seguro así─ ¿Cuántos meses tiene?


─Ci... cinco, creo ─No, un segundo, ¿cómo sabía que estaba embarazado y no que era un vejete barrigón?


─ ¿Cree? ─la risita que soltó calmó un poco el corazón de Rin, quien sonrió─ ¿Está enferma? El invierno trajo muchos resfriados, quizá por eso su voz está ronca, suena como un niño ─mencionó. La sonrisa calmada del mayor se transformó en una nerviosa─ ¿Ya fue a un doctor? En un embarazo, las enfermedades no son buenas. Mamá siempre lo dice.


─ ¿Cuántos hermanos tienes? ─la niña sonrió ampliamente.


─Dos y uno en camino. Mamá ama a los niños e incluso está buscando adoptar. Pero no ha encontrado una oportunidad, ya que, como también está embarazada, dice que los padres prefieren darle sus bebés a mujeres que no puedan tenerlos. Causa empatía ─Rin asintió, faltaba la mitad de los escalones─. Tu estómago está muy grande, ¿estás segura de que solo tienes cinco meses?


─Sí... cinco y medio.


─ Nunca te había visto por aquí, ¿no sales? ¿Tu novio no te deja? Mamá dice que si tu novio no te deja hacer lo que quieres, no vale la pena.


─ ¿Cuántos años tienes?


─Trece. Sé que parezco menor, me lo han dicho, pero es porque no me callo y soy bajita, aunque... Las personas que más hablan somos las más felices, ¿no? ─Rin no quiso negar, pero no estaba de acuerdo. Él había sido así, y se había atormentado cada día con su deseo de mejorar. Su ambición. Las personas que más hablaban... no todas eran las más felices.


─Supongo que tienes un poco de razón ─la niña asintió.


─ ¿A dónde vas? ─Rin sonrió amablemente, terminando de bajar las escaleras. Quizá la sombra de la solapa de su gorra impedía que la chica supiera que era... un chico. Quizá solo creía que era una chica con rasgos masculinos.


─Al súper mercado. Me he quedado sin comida y muero de hambre ─contestó comenzando a caminar─. Gracias por ayudarme.


─ ¡¿Puedo acompañarte?! ─cuestionó con una sonrisa─ ¡No tengo nada que hacer, porque me retrasé en la escuela y cerraron las puertas! Mamá dijo que viera si algún vecino necesitaba ayuda, aunque creo que la estresaba un poco, así que... ¿Te acompaño?


Rin asintió, incómodo. No quería que esa niña se diese cuenta de que en realidad sus proporciones no eran porque era una mujer robusta, si no que era un hombre. Uno bien preñado. Pero no tenía corazón para decirle que no a quien ofrecía su ayuda sin siquiera conocerle.


Se regañó a sí mismo y siguió caminando, temeroso de ser visto, mientras la niña seguía charlando. El mercado jamás se le había hecho tan lejos como en ese momento, en que sentía las miradas sobre él, ojos prejuiciosos que le seguían y le criticaban. Tal era su tensión, que la menor se dio cuenta. Lo tomó de la mano y sonrió.


─Nadie la está viendo, la calle está vacía ─comentó. Rin se sintió estúpido. Alzó la mirada, dándose cuenta de que aquello era verdad. Quizá era por el sol o porque era un día laboral─. Por cierto, ¿cómo te llamas? Yo soy Kuremi. Vivo en el 3-F.


─Rin... 2-C ─La niña asintió.


─ ¿Qué compraremos?


─Hice una lista ─sacó una servilleta de su suéter y la desdobló─. Huevo, leche, pasta, crema, fresas, caballa, chocolate amargo, un pastel, carne, verduras, mucha carne, picante, curry en polvo y mucha soda. Haru no tiene soda. Ah, comida de gato y arena. Subrayé carne tres veces.


─ ¡Vale! ─entraron a la tienda en cuanto llegaron.


Kuremi tomó un carrito y siguió a Rin por todo el lugar, agregando cosas que quizá no estaban en la lista, mas el pelirrojo decía que Sakura las quería. A la hora de pagar, el mayor sacó su billetera, tomando el dinero que había ganado con su trabajo temporal y pagando el alimento. La niña le ayudó a cargar las cosas, musitando que era una suerte que estuviese ahí, porque de lo contrario, Rin podría haber muerto.


La chica hablaba y hablaba sin parar, haciendo que Rin se preguntase cómo la garganta no le dolía. En el trayecto a casa, el pelirrojo se dio cuenta que su existencia le importaba a muy pocas personas. Nadie estaba viendo su físico. Nadie estaba juzgándolo abiertamente. Un escalofrío lo recorrió.


Se había equivocado. Su vida solo le pertenecía a él y todas las demás personas del mundo carecían de papeles en ella, salvo sus amigos y familiares. Si no le conocían, no podían criticarlo. Sonrió débilmente y miró adelante. Estaban por llegar cuando un grito llamó su atención. Las bolsas le fueron arrebatadas y recibió una mirada acusadora.


─ ¿Qué te ocurre, Rin? Salir solo...


─No había comida, Sou ─se quejó el pelirrojo, Kuremi observó al aludido con odio.


─No le hables así, grandote.


─ ¿Eh? ─Sousuke bajó la mirada, fulminando a la menor con ella─ ¿Quieres repetirlo, chiquilla?


─Kuremi vive en el piso de arriba y cuando me vio a punto de morir en las escaleras, decidió acompañarme.


─No estabas a punto de morir. Solo bajabas demasiado lento. Mamá tampoco ve sus pies, pero siempre quiere salir. Tiene menos miedo que usted, así que ella tarda menos ─Rin se acomodó el gorro.


─Tu madre debe ser experta.


─Usted lo será también ─Sousuke observó a la niña, quien sonreía tiernamente─. Será una mamá increíble. Estoy segura de que Sakura la amará. Lo trata tan bien y aún no nace... ¡Será muy amorosa cuando sea más grande!


El corazón de Rin dio un vuelco, llenándose de culpabilidad. Ahora lo trataba bien, pero Sakura... no le extrañaría si lo odiara en un futuro. Subieron los escalones y la niña se despidió. Rin entró al departamento y, junto a Sousuke, acomodó todas las cosas. Tomó una fresa y la hundió en un bol que había llenado de crema. Suspiró.


─Makoto vino a verme ─comentó. Sousuke detuvo lo que hacía y lo observó por un momento. No debía sentirse enojado. Rin no era la víctima de todo, pero tampoco el victimario. El chico masticó la fresa y tragó.


─ ¿Quería ver si estabas bien?


"No, quería besarme", pensó. Sin embargo, analizándolo un poco más, no era buena idea decirlo, así que asintió. Quizá jamás debió sacar el tema.


─Algo parecido ─contestó─. Sou, cámbiale la arena al gato, que no puedo agacharme ─el pelinegro asintió, observando a Rin comerse una fresa.


─ ¿Tu madre te avisó por qué no vino el fin de semana? ─cuestionó. El pelirrojo asintió, embarrando su dedo en crema y acercándoselo al gato, quien yacía acostado en una de las sillas.


─Había librado su agenda, pero hubo un problema con algo y tuvo que quedarse a resolverlo. Vendrá a acompañarme a la ecografía de Sakura, el miércoles y se irá el viernes... ¿Encontraste trabajo? ─el pelinegro se sirvió un vaso de jugo.


─Almacenista en la librería de la calle principal. Ya lo había dicho, acerté... ¿Haru te dejó dinero? ─Rin negó.


─Tenía algo de dinero en mi cartera. Tuve un trabajo temporal hace meses y pues... No se lo di a Haru porque es realmente poco y, siendo sinceros, no lo aceptaría.


─Vale... Prepara algo para comer, ¿quieres? ─las cejas de Rin se elevaron mientras observaba al más alto con fastidio.


─ ¿Por qué haría de comer?


─Porque si no lo haré yo y sabes que solo me sale bien el arroz.


─Pues haz arroz.


─Si haces curry.


La idea le agradó al pelirrojo, quien asintió y comenzó a sacar las cosas del refrigerador mientras Sousuke intentaba llevar al gato a su cuarto para encerrarlo. La preparación del curry se facilitó gracias al polvo de saborizante que el menor había comprado, para hacer las cosas rápido. Se sentaron en el sofá de la sala y esperaron pacientemente.


___________


Haru odiaba el olor a medicamento que la clínica del doctor de Rin emanaba. La pulcritud de las paredes blancas y los asientos negros que contrastaban con ellas lo sacaría de quicio en cualquier momento. Había salido temprano del trabajo gracias a una llamada que el hombre al que esperaba había realizado.


Cuando la enfermera tras la recepción le llamó, el pelinegro se calmó un poco. Estaba con los nervios a flor de piel, pues... ¿Por qué mierda le llamaban? A él, no a Rin. A él, sin Rin. Entró a la oficina del médico y se sentó frente al escritorio, respondiendo al saludo del mayor.


La charla que llevaron a cabo no alivió el nerviosismo de Haru, si no que lo alteró. No había sido nada malo, suponía, pero no podía quitarse la presión del pecho, hasta que llegó a casa y escuchó los gritos de Rin y Sousuke, hasta que entendió que solo importaba el presente.


─ ¡Imbécil! ─decía Rin. El gato gruñó también. Sousuke tenía el ceño fruncido y lo observaba con irritación cuando reparó en la presencia de Haru─ Sousuke quemó tu cocina ─delató. El ojiazul se mostró sorprendido unos segundos, antes de caminar hacia aquella parte de la casa, sin decir nada.


─Solo ha sido la mitad de un gabinete y ha sido culpa de Rin. Él no atendió al curry, por eso se desbordó e hizo que la arrocera hiciera corto.


─ ¡Es tu culpa! ¿Por qué pones la arrocera cerca de la estufa? ¡Es sentido común!


─ ¿Por qué dejaste el curry sin revisar?


─Que fastidio ─masculló Haru, observando su gabinete. No estaba tan quemado, solo una gran mancha negra la cubría. El interior estaba intacto.


─De todas formas, la cena está lista ─comentó Rin, sacando algunos platos.


─Sousuke, ve a ponerle comida al gato ─el aludido lo observó por unos segundos, sin expresión, antes de asentir y marcharse. Estúpida pareja de enamorados─ ¿Qué comiste el día de hoy, Rin? ─el pelirrojo giró la cabeza.


─Fresas y crema. Y una estúpida lata de caballa.


─ ¿Solo eso? Deberías comer más ─los ojos del menor se clavaron en Haru.


─Pues si querías que comiera, hubieras comprado comida. Como Sou ya no está aquí, él no puede ir al mercado. He tenido que ir yo y me he encontrado con una niñita muy linda, que me ayudó a bajar las escaleras. Casi muero en esas cosas, ni siquiera podía ver mis pies.


─ ¿No? ─el tono empleado por el pelinegro provocó que Rin le diera un golpe.


─No te burles.


─Tenemos que hablar, ¿sabes?


─Siempre hemos tenido que hablar ─contestó. Haru suspiró suavemente y asintió, comenzando a servir el curry en los platos con arroz que Rin había estado preparando.


─Lo sé. Pero esto es más importante que todas las demás veces. Así que quédate despierto hasta tarde.


─ ¿Eh? Necesitamos dormir ─Haru sonrió levemente, Rin casi pensó que había sido producto de su imaginación. Dejó los platos a un lado y se acercó al pelirrojo, abrazándolo.


─No has dicho eso las últimas veces ─comentó. Las mejillas del contrario adquirieron un suave sonrojo mientras, abochornado, le empujaba.


─Cállate, imbécil.


_____________


La noche cayó sobre Tokio como un manto oscuro y frío. Si bien era primavera, el viento soplaba fresco y se colaba por las rendijas de las ventanas entreabiertas. Haru estaba sentado en la orilla de la cama, con Rin acostado a su lado. Ninguno estaba dormido, porque debían hablar. Solo que Haru no sabía por dónde empezar.


Era igual que siempre. Miles de palabras se agolpaban en su mente, pero ninguna era capaz de salir por su boca. Tantas cosas por decir y tan pocas formas de hacerlo. Todo debía tener un orden, debía organizarse para no enredar a Rin con sus palabras, para dejarle todo claro.


Una idea cruzó por su mente.


No lo diría, iba a insinuarlo y entonces Rin, como era muy inteligente, lo entendería, se guiaría y diría él mismo lo que Haru no podía expresar. Así que tomo la mano del pelirrojo y lo ayudó a levantarse, para guiarlo a la última puerta del pasillo. El menor sabía lo que ahí había, o debía de haber. Ese cuarto era el almacén de Haru, donde guardaba cajas y lienzos entre otras cosas, aunque era seguro que esa habitación había sido planeada para una oficina en casa por los diseñadores del edificio.


Sin embargo, cuando Haru abrió la puerta, el cuarto estaba vacío, salvo algunas latas de pintura de colores pasteles. Los ojos de Rin solo exploraron el lugar, sin inmutarse. Haru suspiró nervioso y se removió el cabello.


─ ¿Qué vas a hacer aquí? ─cuestionó, aunque su corazón ya latía conmovido.


─Es el cuarto para Sakura.


Aún si ya lo había supuesto, escucharlo de la boca de su amado le causaba una impresión diferente. Sus ojos ya picaban. Porque Haru había sido bueno cuando él había sido malo. Sí, quizá nadie estaba en sus zapatos, pero Rin sabía que su sentido de la humanidad se había desviado. Demonios, había creído que la muerte era mejor que tener un hijo.


─Tú vas a... ─Las palabras se ahogaron en su garganta, pero Haru lo conocía. Entrelazó sus dedos con los contrarios.


─No voy a quitártelo. Quiero que vivas conmigo. Que te quedes aquí... Si tú quieres...


La mano de Haru era cálida. Todo él despertaba una sensación de bienestar en Rin. Le hacía sentir seguro y, aunque antes había estado ciego, también le hacía sentir amado. Sus ojos rubí brillaban con las lágrimas que los inundaban. Apretó la mano de Haru. Sí, quería.


─Pero... Tus padres... Haru, yo no quiero que tus padres vayan a volver, lo siento... Solo no sé si soportaría que tu padre... Porque Sakura está en mi vientre... ─El pelinegro negó rápidamente.


─Ellos solo me dieron dinero. Ni siquiera saben dónde estoy viviendo. No volveré a dejar que te trate así otra vez. Ese día no actué y me siento terrible por ello. Me arrepiento cada vez que te veo, porque te hice daño y esa nunca ha sido mi intención... Rin, tú y Sakura estarán a salvo. No permitiré que algo les suceda.


Asintió. Si Haru creía que las cosas serían así, confiaría en él. Porque eran muy pocas las veces en las que se equivocaba respecto a el mismo pelirrojo. Vivir con Haru... Llamar a la casa del pelinegro como su casa... No tenía precio. Era como un sueño hecho realidad. Una familia, a lado de la única persona a quien amaba en el mundo. Bueno, de una manera romántica.


─También... Me he estado informando sobre... ─se sonrojó, volvió la vista a la pared mientras Rin se giraba para observarle─ Legal... Es decir... Eh... Tú... Ca... ─Suspiró. Bien, lo haría de la forma romántica, tradicional, cliché. Se obligaría a decirlo de una sola vez, sin tartamudeos, porque eso era lo que quería. Lo que siempre había querido desde el día en que se dio cuenta de que amaba al pelirrojo más que a nadie. Pegó una rodilla al piso y sacó una caja de terciopelo rojo. El corazón de Rin se había detenido para latir más apresurado mientras el pelinegro abría aquél objeto─ Cásate conmigo, Rin... Es decir... ¿Te casarías conmigo?


"Solo lo hace por Sakura"


No era así. Y Rin era consciente. Que esa jodida voz en su cabeza se callara de una vez por todas, porque el pelirrojo sabía con todo su ser que Haru lo amaba. Estaba seguro de ello, ahora, lúcido. Porque, de no ser así, ¿por qué se esforzaba tanto?


─Sé... Sé que este anillo no es la gran cosa y te mereces mucho más... Pero... ─Rin sonrió de lado, como si las lágrimas no estuviesen cayendo por sus mejillas, y tomó el pequeño aro para ponérselo en el dedo. Haru sonrió─ ¿Es un sí?


─Solo un idiota le diría que no a Nanase Haruka, ¿verdad?


─Sí, pero como tú eres un idiota, tenía mis dudas ─Rin sonrió y tomó a Haru por la camisa, obligándolo a levantarse. Pegó sus labios a los contrarios─. Te amo, Rin ─murmuró entre besos.


─También te amo ─contestó.


Sí, la felicidad existía. Y él era feliz. Al menos lo era en ese momento.


______________________


Sousuke sonrió a la oscuridad. Bien era sabido que esos edificios departamentales eran de paredes delgadas. Y la habitación que utilizaba era justo la que estaba al lado de la que pronto se convertiría la habitación de Sakura. A quien posiblemente Rin obligaría a llamarle tío. Y bueno, no le molestaba tener un sobrino. Rin era parte de su familia y el que su vida comenzase a iluminarse de nuevo suponía un gran alivio.


No podía imaginarse cómo se sentiría la madre de Rin y su hermana, porque ellas eran su familia de sangre. Ellas tenían un lazo más definido, al igual que Haru, solo que diferente. Recuperar a Rin siempre sería el mayor de los logros. Y se lo agradecería de por vida a ese chico agua. Le debía mucho y estaba seguro de que, esta vez, si podían llamarse amigos. Sí, tenían una amistad en donde se apoyaban, porque en el fondo se entendían. Aceptarlo no estaba de más.


Se cubrió con la sábana y cerró los ojos, intentando ignorar las cursilerías que alcanzaba a escuchar. Rendido ante la impertinencia de aquella pareja idiota, sacó su reproductor de música y calló al mundo entero con melodías que no recordaba que había introducido. Pero claro, Rin siempre tomaba sus cosas.


Su sonrisa se borró lentamente mientras sus pensamientos envolvían su cabeza. Estaba feliz por esos dos. Aún con el odio principal que había sentido por Haru, las cosas eran diferentes en aquél momento. Ese hidrofílico era bueno para Rin. Eran tal para cual, idiota si no lo entendían. Pero...


En ese instante, sus sentimientos estaban confusos.


Se sentía pésimo, porque la felicidad de Rin debido a la propuesta de matrimonio no era lo único que estaba aliviándolo. Había algo más, algo que estaba despertando el lado rencoroso de su persona.


El matrimonio de aquél par frenaría a Makoto, por completo.


Y quizá lo derrumbaría un buen rato. Sousuke quería ver eso. Y era precisamente por ese pensamiento que se encontraba atormentado. Quería aprovechar la brecha de debilidad que se abriría en Makoto, debido al desamor, para enamorarlo.


El egoísmo era uno de los sentimientos más caóticos de la humanidad. No quería cegarse por él.


 

Notas finales:

:3 Hola :3


Como se habrán dado cuenta gracias a la increíble percepción que los seres superiores nos dieron a los simples mortales, éste capítulo es el doble de largo de lo norma.


Sorpresa, sorpresa~


A partir de éste momento, los capítulos tendrán éste largo, pues me niego a que supere cierta cantidad de capítulos y bla, bla, bla. En otras noticias...


Elijan. SouMako o ReiGisa. NO voy a poner a las dos parejas porque, aún si me gustan, no voy a emparejarlos a todos. La vida no es tan feliz c: La vida no es tan buena. Lo dejo a su sabia elección. Si no escogen o se crea un empate, lo sorteo y ya está n.n 


Además...


En el capítulo anterior contesté a un review de un guest en las notas, porque pues... A un guest no puedo contestarle en el mismo review en FF. YO JAMÁS dije que su comentario fuese malo o tonto. Los fundamentos están bien, la opinión de cada uno debe respetarse. Tampoco dije que me retiraría por siempre. Si no que me iría a pensar sobre lo ocurrido hasta que en mi estúpida mente shippeadora de ukes sensibles entendiera que Rin no debe actuar con una mujer, y entonces volvería a atacar. Así que pido una grandísima disculpa a la chica que dejó el review y a todos los demás por los malentendidos, de verdad. Lo siento, lo siento, lo siento.


Ahora bien, he decidido contestar otro review, este es para todos, porque la duda puede estar y lo entiendo. Bajo la Luna está fundamentada. A Rin pudieron sacarlo del psiquiátrico porque, según tengo entendido gracias a un caso cercano, no pueden mantenerlo dentro en contra de su voluntad, solo por un tiempo determinado. Después, puede salir con la condición de que un tercero asuma la responsabilidad de su cuidado al cien por ciento. No sé como sea los demás países, pero bueno, tampoco sé como investigar sobre ello. Y mi beautiful betareader que es una persona bien vieja y experimentada, me ayuda diciendome si las emociones que escribo están correctas en el aspecto de reacción ante las situaciones vividas, algo así:3 La información sobre el embarazo también es corroborada, me informo de ello cada que escribo un cap. 


Igual, es de humanos equivocarse. La vida no es tan buena como para hacerme perfecta :v


Por último... En abril del 2015 (si no es ese año, es entonces el 2013) se legalizó el matrimonio entre personas del mismo sexo en Shibuya, Tokio. Leí un artículo y me enojó bastante por los comentarios de gente inepta que decían que era una decepción y que ojalá esa clase de aberración no se extendiera por el mundo. O sea, khé? Pero bueeeeno. 


Chaito <3


 


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