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Bajo la Luna por MikaShier

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“Estaba tan asustada.”

 

___________________________________

 

Haru sonrió ampliamente mientras Rin observaba el barco a escala que recientemente había terminado de pintar. El brillo en sus ojos se describiría como único. El pelirrojo negó varias veces mientras suspiraba, dejando el barco en su lugar y dirigiendo la mirada al pelinegro.

 

—Estás loco, enserio. Sabes que no pueden jugar con algo como esto durante… más o menos nunca, pensándolo bien. Compremos una vitrina y pongámoslo ahí. Aunque claro, tiene que estar lejos de la vista de los demás, no vayan a creer que estás loco, o algo así como un acosador obsesionado... De verdad que los detalles asustan —Haru sonrió y le besó la mejilla.

 

—Lo hice para ellos. Será su decisión.

 

—Dado a que están dentro de mí, es mío. Todo es mío —el mayor asintió, rotando los ojos.

 

—Me alegra que te guste —Rin sonrió, a Haru le pareció tierno verle así. Le besó el cuello y respiró su aroma.

 

—Sí, me encanta.

 

Ese pelirrojo había estado muy sensible y sentimental en las últimas semanas. A veces lloraba, en ocasiones gritaba e incluso se había molestado con Haru a tal punto de no hablarle. Sus berrinches no solían durar más de dos horas, pero Rin era un terco y, una vez que la rabieta acababa, terminaba por convencer a Haru de haber sido el culpable.

 

El ojiazul le acarició el vientre, admirando lo mucho que se había expandido en las últimas semanas. Rin fue, era y sería por siempre su arcoíris, porque sabía que podría contar con él pese a cada tormenta. Que, sin importar cuanto durasen las mismas, estaría ahí.

 

Y Haru sería por siempre el resplandor de Rin, porque había sido quien iluminó su camino. Quien lo guió cuando no sabía qué hacer. Ese pelinegro siempre iba a ser la luz que le haría esforzarse. Era su soporte. Y rogaba a los dioses que algún día pudiese perdonarlo por sus acciones. Porque sentía en cada roce compartido que Haru no olvidaba ni olvidaría lo que hizo. Lo mucho que enredó la historia.

 

— ¿Sabes? En Kyoto hay una arboleda que me gustaría ver.

 

___________________________________

 

Haru sacudió la cabeza ante el recuerdo, recuperando sus sentidos. El ruido volvió a sus oídos. Había cientos de personas acomodadas en las gradas del centro acuático, entre ellas, Sakura y Gou. Haru intentó localizarlos mientras subía a la plataforma y se acomodaba los visores. Soltó el aire al darse cuenta de que el tiempo era tan corto que no alcanzaría a encontrarlos, pero le bastaba con saber que, en algún lugar bajo ese techo, ellos estarían.

 

Haru alcanzó a escuchar su nombre cuando saltó de la plataforma. Pero no era lo mismo que antes. No sentía la necesidad de ser mejor, era vacío. Cada vez que tocaba el agua, se sentía preso. Ya no era libre, como antes. Ahora no nadaba para disfrutar, él solo quería salir de ahí con rapidez.

 

Los recuerdos se acumulaban en su mente mientras, brazada tras brazada, se posicionaba en el primer lugar. Sabía que Sakura esperaba que triunfara, que le había acompañado solo para ver su victoria. Pero… Aún si ganaba, nada cambiaría. Quería borrar su absurda realidad.

 

Su mano tocaría la pared primero, sacaría la cabeza, escucharía a Sakura gritar que era el mejor -eso hacía el niño cuando competía en Kyoto, era la primera vez que Haru cedía a llevar a su hijo consigo-, saldría de la alberca, le sonreiría, recibiría la medalla, se daría una ducha y nada nuevo pasaría después. Seguiría tan solo como cuando llegó.

 

Porque nadar, sin Rin, era vacío. El peor de ellos.

 

___________________________________

 

Haruka y Sakura viajaron a Iwatobi antes de regresar de sus vacaciones, el menor habló alegremente durante todo el camino, acerca de lo bueno que su padre era nadando y lo bonita que era la medalla del primer lugar. Sin embargo, solo Haru sabía por qué no se irían a su hogar todavía. Había cosas que debían hacer. Porque existía una única persona que no iba a Kyoto a celebrar sus victorias, como los demás dentro de su círculo de amigos.

 

Sousuke abrió la puerta y recibió el abrazo de Sakura, alzándolo con una sonrisa en el rostro mientras intercambiaba un escueto saludo con el pelinegro, expresando también la sorpresa de verlos ahí. Makoto bajó las escaleras ante el alboroto, deteniéndose en la base de las mismas. Sus ojos esmeraldas clavados en aquellos orbes azules que evitó por años, un nudo formándose en su garganta mientras las palabras huían de su mente.

 

— ¿Quieres ir por una soda? —invitó Sousuke. El niño aceptó de inmediato, sacándose la medalla del bolsillo mientras comenzaba la historia de victoria de su padre. El mayor le dedicó una mirada significativa a su pareja antes de abandonar la casa. Haru suspiró.

 

— ¿Podemos hablar, Makoto?

 

La cocina de Makoto era pequeña, haciendo juego con la casa que la pareja había comprado con sus ahorros y préstamos bancarios. El castaño se sentó frente al ojiazul mientras mantenía la mirada lejos de la contraria. Carraspeó suavemente antes de alzar la vista, con la determinación brillándole en los ojos.

 

—Lo lamento, Haru —murmuró mientras meneaba el jugo hecho en casa que contenía en su vaso. Sus manos temblaban, así que soltó la cuchara y pegó los puños a la mesa. Las lágrimas desbordaron por sus ojos cerrados con fuerza—. Fui muy egoísta al pensar que... Al hacer todo lo que hice aquella vez... Pensé que lo amaba pero...

 

—Te dijimos que estabas confundido y no escuchaste —afirmó Haruka, acercando el vaso a sus labios—. Makoto, te conozco mejor que nadie, debías oír lo que decía, pero eso ya no importa —el castaño negó.

 

—Importa, porque fue por ello que te perdí. Preferí el amor que Rin despertaba en mi al verle tan débil, no me di cuenta de que solo... Yo no sé cómo expresarlo...

 

Las palabras se ahogaban en su garganta. No se arrepentía del todo, pues aún sentía que el amor que había tenido por Rin era real, aunque, si el negarlo le ayudaba, entonces lo haría. Hacía cinco años, había dado la oportunidad a Sousuke y, unos meses después, se habían mudado juntos.

 

Yamazaki era fiel, firme y decidido. Era lo que le hacía falta. Era lo que siempre había ansiado y necesitado.

 

—Makoto, no vine aquí para discutir eso. Solo quiero recuperar a mi mejor amigo, ¿entiendes? Sé que no irías a visitarme por voluntad propia, Sousuke me ha dicho en cada visita que siempre te encuentras algo para hacer.

 

—Por eso no has avisado que venías —concluyó el ojioliva. Haru asintió.

 

— ¿Has visto que tan grande está Sakura? Ayer cumplió cinco años.

 

Cinco años... Y él aún no se recuperaba del todo. Makoto tenía la leve sospecha de que no quería avanzar. Estaba estancado. Y Haru lo sabía, todos eran conscientes. Pero también sabían que solo él mismo podía sacarse del lugar donde se había hundido. Sonrió sinceramente.

 

—Entonces...

 

—Le celebraremos el sábado, en Kyoto. Tú y Sousuke están invitados. Y en verdad quiero que vayas —Makoto sonrió nuevamente.

 

—Ahí estaré. Pero... tengo la sensación de que no volviste a Iwatobi solo para decirme que vaya a la fiesta —Haru asintió antes de darle un trago al jugo.

 

—Mis padres quieren conocerlo... Están aquí y han dicho que, si no voy por voluntad propia, ellos van a dar con mi dirección. Les creo.

 

—Saben... ¿Saben lo de Rin?

 

—No —Haru apretó los puños, Makoto suspiró con cansancio—. No tienen porqué.

 

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Sakura observó a Makoto con algo de hostilidad. Ese castaño le despertaba un sentimiento que, aún si conocía, no sabía con exactitud que era. Haru le besó la frente y murmuró algunas cosas antes de dejar a su hijo en casa de la pareja y dirigirse a donde antes había vivido.

 

El pelirrojo se sentó en el sofá, con Sousuke, y miró el televisor en silencio mientras columpiaba los pies. Makoto los imitó después, trayendo consigo una bolsa de dulces.

 

— ¿Quieres? —ofreció. El niño se lo quedó viendo por algunos segundos y negó.

 

—No me gusta el dulce —escupió. Sousuke golpeó su cabeza suavemente.

 

—Si te gustan.

 

—Ya no, tío. Dejaron de gustarme hace un rato —Makoto asintió.

 

—Está bien, no voy a insistir —Sousuke observó a su pareja con pena, luego dirigió la mirada al arrepentido pelirrojo, que jugaba con sus manos mientras veía de reojo al castaño que se llevaba una paleta a la boca.

 

— ¿A dónde fue papá? —cuestionó minutos después, metiendo la mano a la bolsa de dulces y sacando un caramelo. Makoto sonrió discretamente.

 

—Con sus papás.

 

— ¿Abuelos? —Sakura se levantó de un salto— ¿¡Por qué no me llevó!? Yo quiero…

 

—Porque son abuelos malvados —explicó Sousuke con desinterés. Makoto lo regañó con la mirada.

 

—Haru va a hablar con ellos antes de presentártelos, ¿bien? Hace mucho tiempo que no los ve, por eso quiso ir solo —El pelirrojo infló los mofletes.

 

—Idiota.

 

— ¡Hey, Nanase! No puedes insultar a Makoto así.

 

Sakura apretó los labios y se sentó en el piso, observando la tele con molestia. Ese tal Makoto no era nadie para decir algo sobre su padre y los padres del mismo. Nunca lo había visto y no podía simplemente fingir ser amigo de Haru. Además, había algo en él que le ponía los pelos de punta. A veces, su papá se ponía a hablar sobre auras e idioteces parecidas. Estaba seguro de que el que le pertenecía al gigantesco castaño era malvada. Su interior lo decía.

 

Haru volvió unas horas después, con expresión agotada. Recibió el llanto del pelirrojo, quien le reclamaba el haberlo dejado con “Sousuke y un extraño”. Diciendo que él quería conocer a sus abuelos y era injusto que se hubiese ido solo.

 

Ver las lágrimas en su hijo lo hizo recordar a Rin. En verdad eran parecidos. Cargó a su hijo y, tras despedirse y disculparse con la pareja dueña de la casa, se dirigieron al último tren.

 

Las palabras de sus padres resonaron en su cabeza durante todo el camino, atormentándolo mientras observaba dormir a Sakura en su regazo.

 

“Sabíamos que ibas a sentar cabeza. Ojalá nos los presentes un día.”

 

Cuando bajaron del tren, Haru estaba agotado. Escuchaba las ruedas de la maleta de Sakura contra el asfalto mientras caminaban hacia el estacionamiento donde, días atrás, habían dejado parqueado su automóvil.

 

Sakura tarareaba mientras Haru abrochaba el cinturón del asiento para menores. Le besó la mejilla, provocando que el pequeño callase y frunciera el ceño, limpiando el lugar en donde había sido besado con la mano. El pelinegro encendió el coche y arrancó.

 

En el camino, pasaron por el Moss Garden, un jardín de árboles Sakura en el templo Saihō-ji que Rin había visto en internet. Por eso habían visitado Kyoto con el permiso del doctor, y, gracias a la insistencia de Rin, habían comenzado el trámite por una departamento, donde Haru llevaba viviendo los últimos cinco años.

 

El edificio no era muy grande ni muy elegante. Era bastante simple, pero también acogedor. Sakura bajó del coche casi de inmediato, apurando a su padre con las maletas. Picó varias veces el botón que llamaba al elevador, que tardó un minuto en llegar. Haru moría de sueño mientras observaba a su hijo brincar dentro del transportador, ansioso por llegar a casa. Las puertas se abrieron en el quinto piso y el pelirrojo echó a correr por el corto pasillo donde solo se encontraban dos puertas, deteniéndose frente a una. Haru buscó las llaves y abrió el departamento. Las luces estaban apagadas, pero el ventanal dejaba entrar la luz mañanera suficiente.  Dejaron las maletas en la entrada, Haru siguió a su hijo hacia la sala.

 

—Sakura, espera —masculló Haru, intentando tomar a su hijo por la sudadera, pero éste ya había saltado sobre el respaldo del sillón—. Oye, haz caso y no te avientes —el niño enseñó la lengua y se dejó caer sobre el asiento. Un quejido se escuchó.

 

—Niji, despierta. Hemos llegado.

 

El pequeño pelinegro, aún adormilado, chistó en voz alta y empujó a Sakura, haciéndolo caer al piso mientras volvía a acomodarse en el sofá. Haru suspiró, revolviéndole el cabello y dedicándole una sonrisa.

 

— ¿Cómo estás? ¿Ya comiste? —el niño negó, bostezó ampliamente y se sentó al tiempo en que se tallaba la cara.

 

—Todavía no… ¿Cómo les fue? —sonrió. Haru se encogió de hombros. Sakura le tomó las manos y gritó.

 

— ¡Ganamos! ¡Papá tiene una linda medalla de oro! Primer lugar, ¿cierto? —Haru asintió con una pequeña sonrisa, que borró de inmediato, desviando la mirada.

 

—Rin, levántate ya.

 

—Pero… —Niji detuvo la mano de su padre, que viajaba hacia el pelirrojo que yacía dormido a su lado— Él se acaba de dormir…

 

— ¿Y eso por qué?

 

—Sí, ¿por qué? —corroboró Sakura, cruzándose de brazos al igual que su padre. Niji bajó la mirada y sonrió.

 

—Porque… ¿tiene sueño? —Haru bufó, negando con la cabeza y tomó el brazo de Rin, alzándolo hasta que éste, adormilado, abrió los ojos. Niji desvió la mirada hacia Sakura, quien no pudo sostenerla y terminó bajándola al piso— Papá, deja que duerma, por favor.

 

—Sí, no tiene nada de malo, todos dormimos —concluyó Sakura, poniendo la mano sobre la de su padre, que apresaba el brazo de Rin. El mayor observó la mirada desorientada del pelirrojo, quien luchaba para mantenerse despierto, y suspiró, asintiendo.

 

—Vale, pero voy a llevarlo al cuarto.

 

— ¡Te ayudamos! —Saltó Sakura. Niji asintió, levantándose también.

 

—No. Sakura, desempaca tus cosas. Y tú ayúdale, Niji.

 

Los gemelos asintieron en sincronía y desaparecieron en dirección a la entrada, para tomar la maleta de Sakura y después dirigirse a su habitación. Haru cargó a Rin, quien se quejó quedamente, dejándose hacer. Lo depositó en la cama que compartían y suspiró suavemente mientras le acariciaba la mejilla.

 

Los ojos carmines de su amado volvieron a cerrarse. Haru le besó la frente, dejando sus labios pegados a ésta más tiempo de lo normal. Rin no hacía nada. Y eso le molestaba en demasía.

 

—Oye, ¿puedes apartarte? Estás siendo brusco —Haru obedeció de inmediato. Sonrió ante el ceño fruncido de Rin.

 

— ¿No estabas dormido?

 

—Olía demasiado a caballa, creí que era una pesadilla —el pelinegro asintió, inclinándose para besar sus labios.

 

— ¿Cómo te sientes?

 

—Bien, ¿qué más? Haru, no te preocupes por mí, hazlo por Niji, yo estoy bien —el aludido negó.

 

— ¿Por qué no lo entiendes, Rin? A Niji no le pasa nada… Está muchísimo más sano de lo que crees.

 

—No quiero discutir ahora, acabas de llegar, ¿no? Niji y yo los esperamos casi toda la noche, ¿eh? ¿Por qué no me avisaste que irías a Iwatobi? Estaba preocupado. Además, fue el cumpleaños de…

 

—Rin, si no quieres discutir, entonces no empieces. Tú insististe en que fuera a la competencia, no me reclames por ello ahora, ¿bien?

 

—No estoy diciéndote algo sobre la competencia, solo digo que, si ibas a ir Iwatobi, pudiste habernos llamado, para no estar esperándolos como estúpidos —La furia llenó la mirada de Haruka, Rin retrocedió instintivamente.

 

—Voy a preparar el almuerzo, sal cuando tengas hambre —masculló dirigiéndose a la puerta. Rin tomó una almohada y se la lanzó.

 

—No lo hagas parecer como si el malo fuese yo —Haru tomó la almohada del piso y colocó sobre la cómoda.

 

—Hablamos en la noche.

 

Niji se dejó caer sobre su cama, soltando el aire mientras Sakura abría y volcaba la maleta. El pelinegro lo observaba de reojo, maravillándose con la sonrisa fácil de su hermano. Desvió la mirada al techo y observó el abanico de colores y las estrellas fluorescentes que Rin había pegado hacía tiempo, cuando los niños decidieron que la oscuridad era aterradora.

 

— ¿Papá y tú se la pasaron bien? —cuestionó. El pelirrojo asintió, sacando un videojuego sin abrir.

 

—Fue genial. Tokio es muy bonito. Hay muchos carros y edificios y luces de todos los colores… Ojalá hubieras ido, Niji —sonrió—. Tía Gou me compró este y te mandó a ti esto —sacó una caja envuelta con papel celeste. El pelinegro sonrió, tomándola— ¿Cómo te la pasaste con papi? Se veía muy cansado.

 

— ¡Fue asombroso! Me llevó a un jardín de árboles rosas y a un acuario muy bonito. Jugamos en el parque central y luego vimos un maratón de caricaturas —decía emocionado. Sakura observó el brillo en los enormes ojos carmín de su hermano y compartió la sonrisa.

 

— ¿De verdad? Pero… —la sonrisa se borró. Sakura observó su videojuego, apretándolo— Él nunca sale conmigo…

 

—Además, como llegamos tarde al acuario no terminamos de verlo y dijo que volveríamos a ir un día de estos y pasarnos todo el día ahí. Comer helado y ver el show de peces.

 

— ¿Un show de peces? —Sakura dejó el videojuego en el piso y se subió a la cama del pelinegro, quien asentía enérgicamente— ¿Crees que yo pueda ir también? ¿Puedes decirle que me lleve también a mí?

 

—Díselo tú, seguro va a decir que sí —respondió Niji. Sakura se dejó caer sobre su estómago y sonrió.

 

—Un show de peces…

 

—Papi dice que es el mejor de Kyoto.

 

— ¡Ojalá pueda verlo yo también! —el pelirrojo se estiró sobre su hermano, sacándole un gemido de dolor. La mente del mayor se encendió de inmediato— Niji, no podemos dejar que papá duerma con papi en la noche —el pelinegro lo observó atentamente.

 

— ¿Por?

 

—Va a pegarle.

 

Haru los llamó minutos después de que los niños terminaran de guardar las cosas. Ambos se dirigieron corriendo hacia la barra y se sentaron frente a la misma, observando a su padre moverse de un lado a otro mientras servía el almuerzo. Rin apareció instantes después, con el cabello mojado y una toalla sobre su cabeza. Vestía únicamente un pantalón de pijama. Sacó vasos del gabinete y una caja de jugo del refrigerador.

 

— ¿Vas a comer? —cuestionó el mayor. El menor se encogió de hombros, vertiendo el jugo en los vasos. Haru lo tomó del brazo y lo jaló hacia sí, susurrándole en el oído— Rin, estoy hablándote. No debes darles ese ejemplo a los niños.

 

—Sí, voy a comer. ¿Me sueltas? Casi tiro el jugo —Haru suspiró, asintiendo y dedicándose a colocar los platos restantes mientras Rin se sentaba— ¿Cómo la pasaste en el viaje, Sakura? —el aludido sonrió de inmediato.

 

— ¡Fue genial! Tía Gou me llevó a muchos sitios mientras la competencia empezaba y me compró un obsequio.

 

— ¿Sí? —Haru se sentó a lado de Rin y lo observó— ¿Qué te dio?

 

—Un videojuego, pero no me acuerdo de su nombre. Además, papá me regaló un equipo de natación y prometió que me inscribiría en el club de aquí en cuanto abrieran las inscripciones.

 

—Ah, suena bien —Rin sonrió levemente, observando la emoción brillar en los ojos azules de su hijo— ¿Y te gustó la competencia?

 

— ¡Sí! Aunque… Papi… Niji dijo que lo llevaste a un acuario antier y que ibas a llevarlo otra vez…

 

—Sí, como visitamos el templo no alcanzamos a ver todas las alas de ahí. Además de que nos perdimos del show.

 

— ¡Sí! Dicen que hay delfines y peces de muchos colores —contó Niji, observando a Haru—. A ti te gustan los delfines, ¿no?

 

—Me preguntaba si… —Sakura apretó el cubierto con fuerza y encaró al pelirrojo, que lo observaba también— ¿Puedes llevarme a mi también? —El aire huyó de los pulmones de Rin mientras que Haru despegaba la vista de Niji y la dirigía hacia su pareja, esperando su respuesta, molestándose por la mirada de incredulidad que éste mantenía.

 

— ¿Qué dices? ¿Quieres ir? ¿Conmigo? —Sakura bajó la mirada a su plato, Niji esperó la respuesta del mayor.

 

—Si no quieres…

 

— ¿Bromeas? ¡Claro que puedes ir! Es más, si no están cansados, podemos ir hoy mismo y…

 

—Rin, no te precipites. Hoy no abren. Además, Sakura y Niji iban a ir por la tarde a ver una película con tu mamá —cortó Haru. El pelirrojo chistó.

 

—Ah, pues vamos mañana.

 

— ¿De verdad puedo ir contigo?

 

—Obviamente, Sakura —ambos pelirrojos se sonrieron. Haru clavó los ojos en su plato y sonrió también.

 

El día pasó rápidamente gracias a Sakura, Niji y Rin, quienes decidieron armar una casa de sábanas en la sala mientras Haru descansaba en  el cuarto. Estaban a mitad del juego cuando la señora Matsuoka llegó y se llevó a los niños a pasear, no sin antes saludar a Rin y despertar a Haru, quien los despidió en la puerta.

 

El silencio invadió el departamento casi de inmediato, cuando las voces de sus hijos se perdieron por el pasillo. Haru observó a Rin, él entendió. Tenían una charla pendiente. Porque casi nunca tenían ratos a solas gracias a los gemelos, quienes se infiltraban en su cuarto por la noche con la excusa de no querer dormir con el otro.

 

—Rin… No puedes actuar así en frente de los niños. Eres un adulto.

 

—Lo sé. Es solo que a veces no puedo evitarlo…

 

— ¿Nunca te has preguntado por qué Sakura prefiere no ir contigo a ningún sitio? —cuestionó. Rin se sentó en el descansabrazos del sofá y miró el piso.

 

—Me odia por todo lo que le hice antes de que naciera, ya te lo he dicho.

 

—No, Rin. Tú nunca le haces caso. Te la pasas el día entero pegado a Niji y dejas a Sakura en un segundo plano. Él siente que no lo quieres, por eso siempre quiere irse conmigo en los viajes.

 

—Tú no has dejado que yo esté con él. Cuando sales, se lo dejas a Gou. Y eso tendría sentido si yo no estuviera aquí, pero estoy.

 

—Si se lo dejo a ella es porque tú no puedes apartar la atención de Niji ni por un solo momento, lo cual estaría bien si abrieras los ojos y de dieras cuenta de que tienes dos hijos, no solo él.

 

—Niji necesita toda mi atención.

 

—Sakura también.

 

—Él está bien, Niji no —Haru golpeó la pared con el puño, Rin apretó los ojos.

 

— ¡Niji está bien!

 

— ¡No es así! ¡Él me necesita! ¡Por mi culpa está así! ¡Me necesita!

 

— ¡Sakura también te necesita, joder! —Se acercó al pelirrojo con pasos rápidos  pesados hasta pegar las narices. Le golpeó la sien con un dedo— ¿Por qué no puedes entenderlo?

 

—Niji me necesita. Está como está por mi culpa —el pelinegro se restregó la cara con la mano, suspirando.

 

—Rin, él ya no está enfermo, entiéndelo.

 

—Nació anémico por mi culpa —Haru tomó las mejillas de Rin y lo obligó a mirarle.

 

—Tú querías ayudarte, Rin. Buscaste un trabajo sin saber las consecuencias, pero está bien, porque lo hiciste por tus hijos. Es cierto que fue a causa de ello que Niji naciera así, como consecuencia del plomo que inhalaste. Pero ahora está bien, ¿por qué no puede entrarte a la cabeza? Sakura también te necesita. Él cree que tú lo odias.

 

—No lo odio.

 

—Él lo cree así… Escucha… ¿Por qué no sales mañana solamente con Sakura? Yo me quedaré aquí con Niji, ¿te parece? —Rin alzó la mirada y observó a Haru. Asintió.

 

—Vale… ¿A dónde lo llevo?

 

—Muere por verte nadar, ha escuchado mucho sobre ti en…

 

—No voy a volver a nadar, te lo he dicho muchas veces. No hay tiempo. Ahora estoy de vacaciones, pero debo trabajar y…

 

—Bien, hablamos de eso después. Ahora… ¿Te diste cuenta de que estamos solos en este instante? —el pelirrojo sonrió, asintiendo al tiempo en que pasaba los brazos alrededor del cuello de su pareja.

 

— ¿Sabes que Niji cree que me golpeas? Y quizá Sakura también, ¿eh?

 

—Cuando crezca entenderá que no es así —se burló Haru. Rin chistó.

 

Sus labios se juntaron en un beso ansiado y desesperado. Haru lo tomó de la cintura y lo pegó a sí, sonriendo entre besos. Empujó a Rin hasta caer sobre él en el sofá, sacándole un quejido que acalló con su boca.

 

— ¿Por qué no te pones la camisa cuando estamos en casa? —preguntó Haru, besando la barbilla de Rin mientras paseaba las manos por los costados de su abdomen— ¿Quieres provocarme?

 

—Claro que no, idiota —se quejó Rin, jalándole el cabello para juntar sus labios con los contrarios. Haru le jaló el pantalón, abriendo sus piernas y acomodándose entre ellas—. Vas a destruir la casita que armé con los niños —enredó las piernas en la cadera de Haru y lo atrajo hacia sí. El pelinegro rió, mordiendo el lóbulo de su oreja.

 

— ¿Te preocupa tanto ensuciar un par de sábanas?

 

Notas finales:

ACLARACIONES:

 

1. Rin no está muerto. Lo que pasó se explicará en los próximos capítulos.

2. Todo se va a explicar(?

3. Las frases abiertas que se encuentran en el texto pueden ser respecto a más de un personaje.

4. Rin dejó la natación y eso es lo que Haru no soporta.

5. Feliz janukab25;

6. El jardín de Kyoto que mencioné es súper hermoso*-* es... De ensueño, Rin moriría ahíb25; morir bien, eh?

7. La frase de al inicio se va a acoplar c:

 

Nota de autor:

 

¿Ya pasaron mil años?

 

Jelou, yo escribiendo de nuevo! Digamos que tuve mi inspiración y ya hasta tengo ideas nuevas para fics. Gracias por la espera, porque aquellos que no se marcharon al ver la supuesta muerte de Rin son los lectores que valen la pena, por ustedes amo escribir y cosas asi de cursis. Y quiero que sepan que esto NO lo hice para quedar bien, Rin no revivió por los reclamos agresivos de algunas fans, yo tenía planeado un último golpe de drama antes del gran final. So...  Perdón xD pero sho no escribo 28 caps para nada a menos de que haya secuela y NO HABRÁ una segunda parte n.n

 

Chaitob25;


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