La Navidad…
…una época que se lleva una vez al año como una oportunidad de compartir, reflexionar y reunirnos con personas a las que queremos.
Las historias de navidad son el plan perfecto para una noche de familia. Todos reunidos para compartir un rato de fantasía y este sin duda es uno de los motivos que hace tan especial la navidad.
Narra ¿…?
-MISAKI –grito el albino -¿Cuando, terminaras con eso?
-Está listo –respondió –Oh, cierto. Acá, está próximo trabajo de Higurashi-sensei ¿Podrías revisarlo?
-Entiendo. Le daré una mirada –le dijo –Toma, revise 3 de tus trabajos
-¿Qué? ¿Ya? –se sorprendió porque el mayor ya tenía bastante con su trabajo y pudo revisarlo, ese mismo día
¨ ¿De dónde saca tiempo, para eso?¨ pensó el castaño, ya que el tenia mucho con su actual trabajo
-Misaki –lo llamo
El albino aprovecho que estaba sumergido en sus pensamientos y lo beso.
-¿Q-QUE ESTAS HACIENDO? –grito
Inmediatamente Takatsuki, You y Kusama voltearon a verlo.
-¿Qué paso? –pregunto el rubio
Estaban tan concentrados en sus trabajos que afortunadamente no pudieron ver nada.
-N-nada –movió sus manos en negación –Absolutamente nada
El menor sentía su cara caliente y sus mejillas aun más.
-¿A dónde vas? –le pregunto su jefe, sin dejar de sonreír
Misaki le lanzo una mirada de odio.
-Por un café –se fue
¨Es un idiota. ¿En qué demonios estaba pensando?¨ pensaba Misaki hasta que choco con alguien
-Lo siento, no me fije por donde iba –se disculpaba mientras hacia una reverencia
-Descuida –susurro el hombre, antes de irse
Paso tan rápido que ni siquiera pudo verlo bien, sin más siguió con su camino.
Pasaron las horas, el cielo se oscurecía y las estrellas se hacían presentes. Solo unos pocos seguían trabajando en las oficinas de Marukawa.
-Misaki –lo llamo, mientras veía a su castaño guardar sus cosas para irse
Eran los únicos que seguían en Esmeralda.
-¿Que quieres? –contesto de mala gana
Todavía seguía molesto por lo de esa tarde. El albino se acerco silenciosamente y lo acorralo contra el escritorio.
-Misaki –susurro en su oreja
Esa acción hizo que el cuerpo del menor se erizara. Sin pensarlo dos veces, él más alto le dio vuelta y lo tomo de la cintura.
-Suél-tame… –es lo único que pudo decir, al sentirlo tan cerca
-¿Sabes que mi cumpleaños, es una semana? –no fue una pregunta sino una afirmación
El joven de ojos esmeralda se sentía muy nervioso.
-Como regalo, quiero que lo pasemos juntos - le dijo
Tanto que su corazón no dejaba de latir.
-Te-engo mucho trabajo por terminar –mascullo
Era mentira, no tenía tanto trabajo como decía. El mayor lo sabía y por eso le molestaba su rechazo.
-¿Por qué no lo admites? –le pregunto, mientras lo atraía aun mas a su cuerpo
-¿Ad-mitir que?–sus mejillas empezaron a tomar un color rojo
Con una de sus manos, levanto el mentón del mas bajo –Admite que me amas
-¿QUE? –volvió a gritar aun mas sonrojado
-Ríndete –mascullo
La sensación que sentía el menor era inexplicable. Era algo que lo desbordaba por completo y lo volvía loco. Solo él lo lograba hacerlo sentir así.
No soporto mas esa cercanía asique con un ágil movimiento pudo zafarse.
-Espera, te llevo –le dijo
-NO –grito y se salió corriendo para que el albino no pudiera atraparlo y obligarlo a ir con él en su auto
Tomo el último tren y se fue rumbo a su departamento. Una vez afuera del metro, camino rápido hasta llegar al edificio en donde vivía.
Entro, subió por el ascensor y miro a ambos lados para saber si el albino estaba ahí. Por fortuna el hombre de cabellos plateados no estaba, asique Misaki pudo entrar a su departamento y dormir tranquilamente.
Al día siguiente.
El castaño se había quedado dormido asique rápidamente tomo una ducha, se cambio, agarro sus cosas y salió corriendo del departamento. Al salir no se encontró con el albino ya que el tenia una reunión bien temprano.
Mientras se apresuraba en llegar a tomar el último tren de las ocho, nuevamente choco con alguien; estaba a punto de caer por las escaleras pero alguien lo sujeto de la cintura.
-Deberías tener más cuidado –exclamo serio, un hombre de cabellos negros
-Discúlpeme, no me fije por donde… –el mayor lo interrumpió cuando estaba disculpándose
Suspiro -Tienes que cuidarte mas –le hablo con más suavidad
Después de ese incidente, Misaki pudo llegar a tiempo al trabajo. Pero no podía sacarse de la cabeza a ese hombre. Algo de él, lo intrigaba.
-¿Misaki-kun, te encuentras bien? –le pregunto Nowaki, antes de irse a la imprenta
En esos momentos solo estaban ellos en esmeralda ya que ni Shinobu y Miyagi habían llegado. Y Usami estaba en una reunión.
-¿Eh? Sí, estoy bien –lo miraba sin entender
-Estas un poco pálido –mascullo ante su notable confusión
Justo cuando le iba a decir algo, el castaño empezó a tambalearse. Nowaki inmediatamente lo atrajo hacia él.
-¿Te encuentras bien? –volvió a preguntar
-Solo fue un pequeño mareo –le agarro del brazo
-Necesitas ir al hospital –decía preocupado
-N-o hace falta –tenia las mejillas rojas –Puede ser a que no tuve tiempo de desayunar
-Tienes que alimentarte bien –le sugirió
-De eso me encargo yo –decía cierto albino enojado
Estaba tan molesto porque el castaño aun seguía abrazando a su Misaki. Agarro unos de los brazos de su amado y lo atrajo hacia él.
-¿Que es-tás ha-ciendo? -pregunto con nerviosismo
-Tomo lo que es mío –este último fue dirigida hacia el hombre de ojos azules
Desde hace un tiempo, Kusama pesaba que ellos tenían algo por la forma en cómo se miraban y se trataban con tanta confianza, así como el su pareja.
-Me voy a la imprenta –dijo, antes irse sin esperar respuesta alguna
-¿Qué hacías con él? –repuso serio
-Na-da… –contesto muy nervioso
Al escuchar unos pasos que se acercaban, el castaño se separo del mayor.
-Buenos días –saludo Miyagi
Tenía grandes ojeras, como todos los demás pero a diferencia de ellos, él se veía renovado y contento.
-Buenos días –contestaron para después volver al trabajo
Miyagi fue a su lugar de trabajo seguido de Takahashi y Usami. Pero antes este último le susurro algo al oído a su castaño.
¨Ni creas que escapaste¨
La mañana termino y la hora de la comida, llego.
Shinobu no vino a trabajar. Nowaki regreso pero tuvo que salir a entregar unos informes a la sección de ventas. Miyagi prefirió quedarse para continuar su trabajo. Como Usami seguía en una reunión, Misaki decidió ir a comer algo.
El castaño no tenía hambre pero lo hizo para que no le volviera pasar lo mismo de hace un rato. Termino, saco su celular para ver si tenía una llamada perdida pero se lo encontró sin batería , sin más se fue a tomar un poco aire fresco por el calor que sentía.
Al pasar por unas salas de reuniones vio a Usami con la camisa abierta y sobre el había una de las editoras de zafiro, besándose. Esto le provoco un gran dolor en su pecho y sin poder evitarlo sus lágrimas empezaron a salir descontroladamente.
Sin hacer ruido se fue corriendo a buscar sus cosas para irse.
-Takahashi, ¿Qué te sucedió? –pregunto el azabache
Pero el pequeño editor no respondía. Seguía guardando sus cosas.
-Na-da. Solo no me sien-to bien –dijo al fin antes de irse
Miyagi solo mirada preocupado.
Luego de unos minutos, el albino volvió a esmeralda.
-Misaki, ¿Dónde está? –pregunto a sus subordinados
Nowaki ya había vuelto y estaba sentado en su escritorio revisando unos manuscritos.
-Tuvo que irse –contesto Miyagi
-¿A dónde? –volvió a preguntar
-No lo sé. Solo dijo que no se sentía bien –mascullo con preocupación
Suspiro –Continúen con sus trabajos
El día termino, y Misaki no volvió. Usami estaba preocupado porque él no respondía ni sus llamadas ni los mensajes de texto.
-¿Estará bien, Takahashi? –pregunto Miyagi
-Hoy, en la mañana no estaba bien –comento el joven de ojos azules
-¿Qué dijistes? –preguntaba el albino
-Cuando me lo encontré esta mañana, el se veía pálido y hasta casi se desmaya -exclamo
Usami abrió sus ojos por la sorpresa.
-Demonios –pronuncio molesto
Agarro su bolsa y salió corriendo hasta su auto. Una vez adentro, prendió el motor y se fue rumbo hacia al único lugar, donde podría estar su pequeño.
Cuando llego, inmediatamente se fue directo al departamento de su amado. Toco y toco la puerta pero nadie salía. Lo llamo otra vez y tampoco atendía.
No tuvo otra opción que irse y esperar hasta mañana para preguntarle como estaba.
La mañana llego y el hombre de ojos violetas fue ir a buscar a su castaño.
Volvió nuevamente a tocar la puerta pero nadie respondía. El seguía tocando hasta que pensó que tal vez ya se había ido a Marukawa, con esa ilusión se fue para allá.
Llego a esmeralda, y tampoco estaba ahí. Esto ya le estaba preocupando. No sabía qué hacer asique decidió quedarse a terminar su trabajo pero con la esperanza de que podía aparecer en cualquier momento.
En el aeropuerto
Un castaño regresaba a su departamento para prepararlo todo para su viaje.
Después de enterarse que su primer amor solo estaba jugando con él; llego a su departamento, dejo sus cosas a un lado del sofá y se fue a su habitación. Se tiro en la cama y sus lágrimas nuevamente volvieron a caer, hasta que se quedo dormido. Luego de unas cuantas horas, el menor se despertó a causa de unos golpeteos que provenían desde afuera.
El sabía que se trataba de Usami pero lo menos que quería era verlo. Dejo que siguiera tocando con la esperanza que se rindiera pero no fue así, siguió y siguió tocando hasta que el menor no soporto más y agarro una almohada y se lo puso sobre la cabeza, pensando que con eso dejaría de escuchar sus molestias insistencias por parte del albino.
Cerca de la media noche, el ruido ceso. Pero el castaño lloraba por el inmenso dolor que sentía. Paso la mayor parte de la noche, llorando hasta que volvió a quedar dormido.
Cuando se despertó, ya con la mente más clara decidió empezar de nuevo pero para eso tenía que olvidar por completo a Akihiko. Y la única manera era irse.
Ya en su departamento, alisto toda su ropa y demás cosas necesarias en una maleta. Lo único que faltaba era escribir su carta de renuncia. Mientras escribía la carta, no pudo evitar derramar unas cuantas lágrimas.
En Marukawa
Las horas de trabajo, llegaron a su fin.
-Usami-san, ¿Sabe algo de Misaki-kun? –pregunto Nowaki
-No –exclamo
-Takahashi jamás faltaría sin haber avisado –comento Miyagi
Mientras que el rubio sentía unos inmensos celos. Al verlo hablar así, a su pareja.
-Ese día, el estaba llorando… –decía el joven de ojos azules
-¿Qué? –pregunto el albino
-Se veía destrozado, como si hubiera visto algo desagradable –continúo, mientras lo miraba confundido
En ese momento recordó, que inesperadamente hubo una reunión de último momento. Y al terminar, una de las editoras de zafiro le dijo que necesitaba hablar con él. Pero mayor fue su sorpresa cuando la joven le abrió su camisa, lo arrojo sobre una de las sillas y ella se sentó encima del albino, besándolo.
Sin perder más tiempo, levanto su bolso que se le había caído y salió corriendo.
En otro lado
El castaño caminaba por las calles con una maleta. Había decidido pasar la noche en el hotel del aeropuerto, puesto que su vuelo salía temprano.
La mente de Misaki era un caos, un tremendo caos. Llenos de sentimientos desencontrados que lo torturaban sin cesar.
Era tan doloroso que, al momento de cruzar la calle no vio que un auto venia. Afortunadamente un hombre de cabellos negros y ojos igual, lo empujo provocando que ambos cayeran al piso.
-No te dije que te cuidaras –exclamo enojado
Aquel hombre no pasaba de los cincuenta. Tenía puesto un traje gris con una camisa blanca y unos zapatos negros.
-¿Eh? –aun estaba en shock por lo sucedido
Ni siquiera se percato que era el mismo hombre del metro.
Suspiro –Ven, acompáñame -lo ayudo a levantarse
Agarro la maleta del castaño y empezó a caminar seguido del menor.
Caminaron hasta llegar a un pequeño parque.
-¿Ya estas mejor? –pregunto, mientras tomaba asiento en unas de las bancas y dejaba la maleta a un lado
-S-i –respondió -¿Quién es usted?
El más bajo lo imito.
-Dime, Naoya –le dijo
Misaki, lo reconocio pero no sabía si podia confiar en el.
-Tranquilo, no te hare nada –proclamo
El castaño se ruborizo.
-¿En qué pensabas, al momento de cruzar la calle? –le pregunto
-….
No hubo respuesta.
-No te obligare a contármelo pero, ¿No crees que es mejor dejarlo salir antes de guardártelo? -continuo
-Tiene razón pero… -no pudo terminar
-Ve de a poco –le acaricio la cabeza
Suspiro –Descubrí que la persona que siempre he amado, solo jugaba conmigo –sentencio con algunas lagrimas en los ojos
Misaki no era una persona abierta. Siempre escondía sus verdaderos sentimientos pero le fue imposible con él.
-¿Es eso cierto?
-Cla-ro que si –se limpiaba las lagrimas –Lo vi besándose con alguien mas
-¿Hablaste con él?
-No –respondió –No era necesario
-Entonces, no sabes si realmente jugo contigo –aseguro
-Lo vi casi desnudo, besándose con una mujer sobre sus piernas –concluyo molesto, sin siquiera detenerse a pensar que había dicho
Cuando se dio cuenta, quiso retractarse.
-N-o es lo… -el mayor lo interrumpió
-No me molesta oír que tu pareja es un hombre –sonrió con nostalgia
-No e-s mi pa-reja –susurro
El azabache sonrió ante el nerviosismo de Misaki.
-Sabes hace mucho años mi hijo me confesó que amaba a un hombre –le dijo con un poco de dolor
El joven de ojos esmeralda abrió sus ojos por completo.
-Pero, en ese entonces, no lo tome bien –continuo
El castaño lo miraba confundido.
-Le dije muchas cosas feas –respondió con tristeza
En ese momento el clima comenzó a ponerse frio. Las pequeñas hojas regadas por el piso empezaron volar.
-¿Hablo con él, después de eso? –le pregunto con algunas lagrimas en sus bellos ojos verdes
-No –decía, mientras sacaba un pañuelo para dárselo
-Gracias –lo miro apenado -¿Por qué?
Naoya no contesto, tan solo miraba hacia adelante.
-¿Intente hablar con su hijo? –mascullo
-Imposible –sentencio
-¿Por qué? Cuando uno está enojado dice cosas que realmente no sentim… –el azabache lo interrumpió
-Nosotros nunca tuvimos una buena relación –pronuncio serio
-Pero… -volvió a interrumpirle
-Por qué no intentas hablar con tu pareja –exclamo el mayor, al no querer seguir hablando más sobre ese asunto
-Pero deber… que no es mi pa-reja –bufo molesto, sin percatarse de las intenciones del pelinegro
-Inténtalo si no puedes arrepentirte luego –lo miro con una pequeña tristeza en sus ojos
El castaño no sabía porque pero sentía mucha paz al lado de él.
En la calle
Un hombre alto de ojos lilas conducía desesperadamente hacia donde vivía. Al llegar, subió por las escaleras, sin querer perder más tiempo y fue al departamento de su amado.
Cuando llego, toco la puerta pero no hubo respuesta. El miedo lo invadió y fue hasta el encargado del edificio y le pidió la copia de la llave del departamento de su castaño. Al principio se resistió pero con solo una mirada del albino, inmediatamente se lo entrego.
Subió nuevamente, abrió la puerta del departamento y entro. Dio un gran respiro al ver que todo seguía ahí. Justo cuando iba hacia la habitación se percato de un sobre que estaba en la mesa.
La agarro, saco el papel del sobre y empezó a leerlo. Mientras lo leía, sus ojos se abrieron y sus lágrimas empezaron a caer. Arrugo la carta y fue corriendo a la habitación, esperando que fuera un error. Cuando entro, lo primero que hizo fue abrir el armario.
Pero nuevamente sus lágrimas volvieron a salir aun más.
No supo durante cuánto tiempo estuvo llorando. Lo único que se le venía en la cabeza era su castaño que por un malentendido ya no lo volvería a ver. Se levanto del suelo y vio unas de sus camisas sobre la cama. Fue hasta ella, lo agarro y se dejo caer en la cama.
Inhala el dulce aroma que había sobre la camisa. Una y otra vez, mientras lo abrazaba fuertemente hasta quedarse profundamente dormido.
Luego de unas horas se despertó esperando que todo hubiera sido un sueño. Pero, no, no lo era. Su castaño no estaba y todo había sido su culpa. Se culpaba al no ver las claras intenciones de aquella mujer. Si él lo hubiera sabido, jamás hubiera aceptado pero no solamente eso, nunca debió permitir que ella lo besara.
Suspiro pesadamente y salió de la habitación para refugiarse en su departamento.
Al entrar fue directamente hacia la heladera. La abrió y saco un par de cervezas. Era su único consuelo.
Dejo unas de las latas sobre la mesa, la camisa del menor a un lado y empezó a llorar.
-Usagi-san –se escucho una voz
No lo dio importancia y siguió bebiendo.
-Usagi-san -volvió a escucharse la voz de su amado
Pero el volvió a no darle ninguna importancia porque pensó que su cabeza le estaba jugando mal.
-USAGI-SAN –ese grito hiso que diera un brinco y tirara la cerveza al piso
Al darse vuelta vio a su pequeño castaño parado al lado de él.
-Misaki –susurro débilmente
-¿Quién mas podría ser? –bufo molesto
Se levanto de golpe y fue abrazar a su amado.
-Misaki.. –Volvió a susurrar –¿Pensé que te habías ido?
El menor se separo de él.
-Misa… -el castaño lo interrumpió
-Quiero que me respondas algo –le dijo con la mirada baja
Akihiko solo lo miro.
-¿Todo este tiempo, jugaste conmigo? –le pregunto, aun sin levantar la vista del piso
El mayor tomo su cara entre sus manos –Siempre fui sincero con mis sentimientos –contesto
-Jugaste o ¿no? –exclamo
-No –respondió –Te amo y lo seguiré haciendo por el resto de mi vida
El castaño se sonrojo.
-Y esa… -el peliplateado no dejo que terminara
-Luego que la reunión acabara, ella quiso hablar conmigo, pero me tomo por sorpresa y me beso –le explico –Pero le deje claro que ya tenía alguien que gustaba
La cara de Misaki, volvió a enrojecerse aun más.
-Tu te-nias la ca-misa abierta –continúo el más bajo
Usami no lo entendió hasta que recordó a esa mujer abriéndole la camisa.
-Me tomo por sorpresa –le dijo, mientras se acercaba hasta su pequeño para acunarlo en abrazo
-Usagi-san.. –pronuncio nervioso
-Te amo, Misaki –susurro, antes de besarlo
En un principio se resistió pero después fue cediendo al sentir esos labios sobre los suyos. Pero se tuvieron que separar al falta de oxigeno.
-Usagi-san… -susurro el menor
-¿Qué sucede? –le dijo, mientras repartía unos cuantos besos sobre su cara
-Te a-mo, U-sagi-san –exclamo con un notable sonrojo en las mejillas
-Yo también, te amo –sonrió
Nuevamente volvieron a unir sus labios.
Cuatro días después…
Misaki, estaba sentado en unas de las bancas de un parque. Estaba en estado de shock, sosteniendo un papel entre sus manos. De pronto unas pocas lágrimas empezaron a salir. Jamás pensó que eso le estaría pasando a él. El miedo lo invadió al saber que tal vez, solo tal vez la felicidad que sentía en estos días podría terminar.
¨Todo estará bien, Misaki ¨
Se escucho una cálida y pacifica voz. Inmediatamente el menor se volteo pero no había nadie. Miro a ambos lados pero nada. Aquellas simples palabras fueron suficientes para que el miedo se fuera. Se limpio sus lágrimas y fue creyendo en esas cálidas palabras.
Mientras iba a su departamento recordó algo que ese momento no entendió pero ahora sí.
-Naoya-san –lo llamo
El azabache no respondió.
-Yo… ha-blare con el –pronuncio nervioso
Misaki sentía que si no hacía caso a sus palabras se arrepentiría por el resto de su vida.
-Me alegra escuchar eso –susurro, mientras sonreía
El castaño se levanto de la banca y antes de irse le dijo.
-¿Por qué no intenta hablar con su hijo? Nunca es tarde para pedir perdón
Naoya sonrió.
-Cuídalos –susurro con una lagrima en la mejilla, antes de que Misaki desapareciera a lo lejos
Abrió los ojos por completo y se tapo la boca.
Corrió lo más rápido que pudo hasta su departamento. Una vez ahí, dejo las bolsas a un costado, la cual compro de paso y fue directo a la cocina. Saco unas cuantas cosas y empezó a cocinar.
En Marukawa
-Nosotros, nos vamos –decía Shinobu, mientras salía junto a su pareja
-Buen trabajo –mascullo el albino
El joven de ojos azules había pedido permiso para retirarse temprano al igual que Misaki. Asique el único que quedaba era Akihiko.
Termino de guardar sus cosas, salió de la oficina y fue hacia su auto rumbo a ver a su pareja. Cuando llego, dejo el auto en la cochera del edificio y subió por el ascensor.
Al salir, toco la puerta de su castaño pero no hubo respuesta. Se asusto.
¨No otra vez…¨ pensó
Entro a su departamento, con el único propósito de dejar sus cosas y salir a buscar a su pequeño. Al entrar se sorprendió al ver una pequeña luz que a lo lejos. Lo siguió hasta la sala y vio la mesa servida y en el medio un enorme pastel con unas cuantas velas prendidas encima junto a una tarjeta.
¨Pide un deseo y sopla las velas¨
Sonrió al terminar de leer la tarjeta.
-¿Que deseaste? -exclamo el castaño, mientras prendía las luces
-Secreto –declaro
Akihiko se dio la vuelta y tomo con ambas manos la cara de su amado.
-Gracias, Misaki –le agradeció para después besarlo con pasión
Fue un beso apasionado, largo y sobre todo de amor. Estuvieron así hasta que la falta de aire se hiso presente.
-U-sagi-san –decía nervioso, mientras se separaba de su pareja -La co-mida se va en-friar
-Quiero hacerte el amor –sentencio
Esas palabras provocaron un gran enrojecimiento en las mejillas del castaño.
-P-ero… -miro hacia la mesa
-Primero comamos –recito
El albino tomo la mano de su amante y se lo llevo hacia mesa. Tomaron asiento y cuando estaban a punto de comer enarco una de sus cejas.
-¿Curry?
Misaki lo miro apenado.
-S-i no quie-res no lo comas –bufo molesto
Usami no pudo evitar sonreír.
Todo siguió tranquilo, terminaron de comer el curry, y ahora solo les quedaba el postre. Usami partió el pastel en partes iguales. Uno le dio a su pareja y otro para él. Continuaron así hasta que las manecillas del reloj se detuvieron un minuto antes de las doce de la noche.
-Fe-liz cum-pleaños, Usagi-san –pronuncio muy sonrojado, mientras le daba una pequeña cajita de color azul y con un lazo rojo
El más alto lo recibió y le agradeció.
Abrió la cajita… y de pronto empezaron a escuchar los fuegos artificiales, dando inicio el comienzo de la navidad.
-¿Es cierto, Misaki? –le pregunto, mientras miraba el contenido de la caja
El castaño no respondió, solo asintió.
-Gracias, Misaki –mascullo el albino, mientras repartía varios besos en la cara del menor –Feliz navidad, amor
-Fe-liz Navi-dad –susurro muy sonrojado
Usami volvió a devorarle apasionadamente los labios de su amado.
Terminaron de comer el pastel y el albino fue a lavar los platos sucios. Y Misaki fue a buscar unas cosas y a dejar su bolso en la habitación. Al entrar vio una pequeña cajita roja sobre la mesita de luz. Cuando quiso tomarla, Akihiko lo abrazo.
-Ese es tuyo –mascullo
-¿Eh? –lo miro confundido
-Es tu regalo –declaro –Ábrelo
El castaño algo nervioso, obedeció. Y sus ojos se abrieron al ver el contenido.
Usami tomo la cajita azul y le dijo.
-¿Aceptarías ser mi esposo? –le pregunto, mientras dejaba a la vista un pequeño anillo de plata
Las lágrimas del castaño comenzaron a caer.
Cerro sus ojos y movió su cabeza en aprobación –S-i
Inmediatamente el albino le dio un corto beso y le puso el anillo.
Una vez, puesto lo cargo y lo tiro sobre la cama. Para luego empezar a devorar sus carnosos labios.
Akihiko lo besándolo con mucha pasión y sus manos acariciaba su delgada espalda. Cuando le iba a quitar la camisa de su prometido, un sonido se presento.
Ring… ring
Usami agarro el bolso del menor y apago el celular. Cuando iba a volverlo a guardar vio algo que lo sorprendió.
-¿Porque tienes esto? –le pregunto, mientras le mostraba el pañuelo
-¿Ah? Se me olvi-do devolvérselo –contesto inocentemente
-¿Cómo lo conseguiste? –volvió a preguntarle un poco exaltado
Misaki no entendió porque el albino estaba así.
-Me lo dio un hombre que conocí en el parque –respondió
-¿Cuál era su nombre? –nuevamente pregunto
-Naoya –exclamo nervioso
-Y su apellido –continuo un poco tenso
-No me lo dijo –sentencio
Usagi se levanto de la cama y fue hacia su armario. Saco un libro y volvió con el castaño.
-¿Como era él? -decía, mientras tomaba asiento en la cama
-Era alto, tenía el pelo negro y creo que tendría alrededor de cincuenta –declaro
-Mira esto –le dio una foto que estaba en el libro
La recibió y vio aquel hombre que lo salvo.
-¿Porque tienes una foto de el? –pregunto confundido
Esas palabras hicieron que los ojos de Usami volvieran abrirse.
-El era mi padre –susurro
-¿Qué? Entonces tu eres el hijo de Naoya-san –el castaño estaba sorprendido por aquella revelación
Akihiko no dijo nada.
-No era mi padre biológico –declaro con dolor
-Tienes que ir hablar con él –se levanto de golpe de la cama
-No –exclamo
-Usagi-san, el está arrepentido –hablo con tristeza
-Misaki eso es imposible –lo tomo de las manos
-¿Por qué? El está sufriendo –continuo soltando unas lágrimas
El albino le beso en la frente.
-El murió en un accidente de tráfico hace tres años –exclamo
-No, no es cierto… -comenzó a temblar –Yo hable con él hace unos días
-Misaki… -el castaño lo interrumpió
-NO –grito –Yo lo vi… el me salvo
-¿Te salvo? –le pregunto
Asintió –Ese día… cuando me iba ir, yo no fije al momento de cruzar la calle..
El más alto estaba sorprendido al escuchar eso.
-Y… si no fuese por el yo estaría muerto o en algún lado del extranjero –continuo
Usami lo abrazo fuerte.
Narración Normal
En una cabaña se encontraba un castaño sentado en un gran sillón junto a dos pequeños frente a una chimenea. Una niña de cabellos castaño claro largo y ojos avellanas. El otro, un niño de cabellos negros y ojos verdes claros. La pequeña estaba sentada en las piernas del mayor y su hermano al lado de ellos.
-¿Qué les pareció? –pregunto el castaño
-Me gusto mucho –decía la pequeña con algunas estrellitas en sus ojos
-…. Fue algo raro –contesto el niño
-¿No te gusto?
-No es eso -el pelinegro, era reservado y de pocas palabras a diferencia de su hermana
-Entiendo –le dijo, mientras le daba un cálido abrazo –Bueno, es hora de dormir
Se levanto del sillón y se llevo a los niños a sus habitaciones. Primero dejo a Sakura en su cuarto y luego al pequeño.
-¿Misaki y Akihiko son tu y papa? -no solo era inteligente sino muy directo con lo quería saber
El más alto estaba sorprendido por la pregunta del pequeño.
Le dio un beso en la frente y sonrió.
-Alguien se me adelanto –decía un hombre de cabellos negros, parado en la puerta
-El que tardo mucho en lavar unos simples platos, fuiste tú –exclamo
-¿Simples platos? –rodo los ojos, al recodar la cantidad de servicios que tuvo que lavar -Buenas noches, Nao –se acerco y le dio un beso
-Buenas noches, papi –contesto con las mejillas coloradas
EL azabache agarro la mano de su esposo y salieron de la habitación.
-¿Por qué le contaste esa historia a los niños? - pregunto
-No lo sé –respondió
Takano no dijo nada. Solo recordaba lo que le conto Ritsu aquella vez.
-Gracias –susurro
-¿Por qué? –le pregunto el castaño, confundido
Masamune lo tomo de la cintura para encerrarlo en un cálido abrazo.
-Por darme estos maravillosos hijos –exclamo
-Fue gracias a Naoya –susurro
-Tienes razón –lo beso
Onodera se sonrojo
-Después de siete años de casados, aun te sonrojas –decía –Pero eso es lo que me gusta de ti
Termino de decir eso y volvió a besarlo.
Se besaban con fervor, pasión, como si fuera primera vez que esos labios se tocaban. El azabache lo llevo sin separarse de esa boca que lo enloquecía hasta su habitación. Cayeron sobre la cama, el sobre Ritsu, sin dejar de besarlo. Cuando la falta de aire se hiso presente, tuvieron que separarse, ni aun así impidió que Masamune siguiera besando el esbelto cuello del castaño, dejándole unas cuantas marcas que mañana se notarían.
Takano le quito la camisa, dejando a la vista su hermoso pecho. Dio unos cuantos besos sobre esa piel tan blanca y luego ataco uno de sus pezones. Lamio y mordió suavemente causándole unos pequeños gemidos por parte del menor. Con su otra mano empezó acariciar y estirar a su otro pezón. Aumentando mas gemidos del castaño.
Cuando los pezones de Onodera se endurecieron, el mayor se detuvo y le saco el cinturón lanzándolo hacia cualquier parte del cuarto junto con el pantalón. Dejándolo solo con un ceñido y corto bóxer con rayas blancas. A la vista del mayor, el castaño se veía sexy.
El azabache se quito su camisa, dejando al más bajo embelesado. Masamune lo noto y sonrió.
Poso sus labios sobre el fino bóxer, provocando que el menor diera un brinco. Eso lo animo y le saco la última prenda que llevaba. Empezó a masturbarle con su mano haciendo que Ritsu diera unos cuantos gemidos ahogados.
En el momento que vio salir unas cuantas gotitas, se lo metió en la boca. Dio unas cuantas lamidas y besos sobre su miembro hasta que el joven de ojos esmeraldas se vino. Lo tomo todo sin importarle las quejas de su amado.
Miro el delgado cuerpo de acompañante y sintió unas enormes ganas de poseerlo.
-Ritsu –susurro con deseo
El menor lo entendió, cerro sus ojos y asintió.
Masamune lo beso. Después abrió el cierre de su pantalón y se acomodo entre las piernas de su castaño. Bajo un poco su pantalón junto a su bóxer y lo metió lentamente para que el más bajo se acostumbrara a la intromisión.
-AHHH –grito el castaño, mientras soltaba unas cuantas lagrimas
-Ritsu –volvió a susurrar
El menor movió su cadera, dándole a entender que prosiguiera.
Takano empezó a embestirlo. Al principio lento pero luego comenzó a embestir más rápido al sentir como el más bajo lo succionaba. Los gemidos de Onodera se hicieron presente por toda la habitación.
Se dieron unos cuantos besos, mientras el mayor seguía embistiéndolo rápidamente y con más fuerza al compás de sus respiraciones. Dio unas cuantas embestidas antes de que el castaño se corriera entre sus estómagos y azabache dentro.
-Feliz Navidad, Ritsu– exclamo encima del pequeño, mientras le dio un beso sobre sus labios
-Feliz navidad, Takano-san –le dijo con algunos mechones sobre la frente
Fin...