Aun me parece que fue ayer cuando estaba siendo cuestionado en la oficina del director en la escuela, pero la verdad es que han pasado poco más de 7 meses desde ese día.
Nunca hubiera pensado que me sentiría tan bien con todo lo que ha estado sucediendo. Si bien nunca en mi vida me hubiera imaginado ser padre a los 18 ahora que lo estoy viviendo puedo decir que no me es tan malo, he incluso creo que mi actitud ha ido cambiando conforme los cambios de humor de Ritsu.
Desde que sus padres –o mejor dicho solo su padre- aprobaron el hecho de que pudiera estar a su lado casi no me he separado más que para asistir a la escuela mientras él toma clases particulares en su casa con una maestra que al parecer es amiga de su madre y cuando regreso pocas veces resisto la ansiedad de besarlo. Mi vida se ve envuelta a su alrededor y eso me molesta mucho, no puedo hacer más que pensar en si esta bien, si se siente mal, si está pensando en que yo me preocupo por él o no… realmente no sé si pienso esas cosas porque está en cinta y –según yo- se encuentra sensible o son meras paranoias mías. Pero de cualquier manera me molesta demasiado y saco mi frustración contra él, obligándolo a poner la expresión que yo deseo ver en su rostro ya que ahora solo podía conformarme con eso.
Desde hacía unos meses comenzó a tener algunos dolores en su espalda y algo de insomnio –por lo mismo del embarazo- y me die cuenta de que mi periodo de espera para tener relaciones había comenzado: ya no era prudente hacerlo por lo avanzado de su condición y también para no causarle malestar, así que solo me limitaba a besarlo lo suficiente como para quedar más o menos satisfecho pero no excederme como para excitarme.
También ha estado muy sensible en los últimos días. Algunas veces rompe en llanto por cualquier cosa y otras veces saca ese lado molesto que casi nunca veo en su rostro… pero lo disfruto en verdad, cada parte.
Ese día llegué de la escuela y no lo encontré en la entrada para darme la bienvenida como suele hacer. Pensé que estaría dormido así que fui hacia su habitación –puesto que la mía sigue estando del otro lado del mundo- pero conforme más me acercaba más lo escuchaba hablar…
Me detuve antes de entrar y puse atención: estaba leyendo un cuento. Era una buena historia pero no algo que él acostumbrara leer y menos en voz alta como lo estaba haciendo. Terminó por vencérmela curiosidad y entré, observándolo sentado sobre su cama con el libro apoyado en sus piernas por enfrente de su vientre.
-¿Qué haces?- pregunté ya que él no se había fijado en mi presencia
-Senpai- me llamó sorprendido –N-Nada, solo leía. Lo lamento, perdí la noción del tiempo… bienvenido a casa-
Me quedé pensando un momento -¿Acaso le estabas leyendo?-
-¿Ah? Yo… yo solo…- me dijo con pena
Sonreí y me acerqué a él –Eso es muy adorable-
Él agachó su cabeza en un sonrojo
-Bien…- le dije mientras me acomodaba a su lado y cerraba mis ojos –Me quedaré con ustedes un rato-
No vi la expresión de Ritsu, pero puedo asegurar que sonrió. Continuó leyendo por algunos minutos; yo ya había leído el libro pero me limité a escucharlo como si fuera la primera vez que lo hacía. Pasó algo de tiempo hasta que se detuvo. Creí que iría al baño o que tenía hambre, pero no dijo nada, lo que me hizo abrir mis ojos y ponerle atención.
-¿Ritsu?-
-Senpai- me llamó mientras tomaba mi mano y la colocaba sobre su vientre –Siente… aquí-
Me confundí en un principio, pero cuando estaba por preguntarle lo que hacía pude sentir un ligero roce por debajo de mi mano. Quedé impresionado. Abrí más mis dedos para abarcar más espacio y lo sentí de nuevo: sí, era un movimiento que venía desde dentro de su cuerpo; nunca antes había sentido algo similar.
Me dejé llevar por la nueva sensación y coloqué mi otra mano del lado contrario, tratando de captar cada uno de los pequeños movimientos, permitiéndome quedarme así por un rato ante la mirada cálida de Ritsu. Sentí de pronto un pequeño eco y me acerqué hasta apoyar mi mejilla sobre su hinchado vientre, escuchando.
-Se-Senpai…-
-Shh…-
Entonces escuché un golpe quedo que me hizo sentir una sensación extraña y por demás reconfortante y después nada más. Sonreí y apoyé mi frente contra su abdomen por unos segundos, subí hasta su rostro y le di un beso –Continúa con el cuento-
Ritsu sonrió y siguió leyendo mientras yo me recostaba sobre sus piernas.
En esos momentos, yo me sentía… muy bien, demasiado bien. Era como si después de mucho tiempo hubiera recuperado el calor de una familia y eso me hacía estar tranquilo. Sin duda algo que me reconfortó demasiado.
Sin embargo las cosas no siempre van a estar así de tranquilas.