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Pequeño contratiempo por Shinjimasu

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 Sus palabras aún las tengo grabadas en la mente. Las imágenes muy claras. Todo era real.

No fui a la escuela al día siguiente por obvias razones y me quedé a dormir en el hospital a pesar de los comentarios del padre de Ritsu quien me decía que debía descansar y que él se encargaría de que su hijo estuviera bien, pero yo no podía dejarlo, no podía separarme de él, además de que mi hijo también estaba ahí.

En cuanto nació el bebé lo llevaron a una zona especial donde podría estabilizarse, sin embargo algo me decía que eso no era todo.

Ese mismo día fui a esa zona para verlo por mi propia cuenta. Estaba dentro de una incubadora con muchos tubos a su alrededor. En verdad se veía demasiado pequeño y quería creer que era debido a que estaba muy lejos del cristal desde donde yo lo veía, pero aún así no tenía un buen presentimiento sobre todo lo que sucedía y dos días después pude confirmarlo.

El bebé falleció en la madrugada, cuando yo dormía.

Al amanecer fue el padre de Ritsu quien me lo informó, pero realmente no supe que hacer ni cómo reaccionar. Había sido tan poco tiempo que parecía que ni siquiera hubiera estado aquí.

Parecerá cruel, pero la verdad es que no sentí más que un malestar muy incómodo y solo eso. No lloré, no tenía por qué hacerlo, tampoco maldije nada y a nadie, solo me quedé en silencio, pensando si era un monstruo por ser el único al que parecía no importarle; pero era imposible que no me importara, se trataba de mí hijo después de todo, es solo que, al parecer, muy en mi interior sabía que algo así sucedería.

La madre de Ritsu pareció haber sufrido mucho cuando eso pasó y mientras su marido hablaba conmigo, ella se acercó en silencio hacia mí y me abrazó como lo haría cualquier madre, dejando correr lagrimas por sus ojos y con un pañuelo de seda en su mano derecha. Parecía como si todo el odio que me tenía hubiera desaparecido de la nada, o incluso como si nunca lo hubiera tenido. Un susurrante “Lo lamento” cruzó por mi oído. No sabía por qué se disculpaba, pero fuera por lo que fuera, de mi parte, no había nada que perdonar.

Sin embargo quien ahora me preocupaba mucho era Ritsu.

Pasó el tiempo. El reloj marcó las dos de la tarde y la lluvia aún no había cesado.

Sus padres salieron de la habitación donde él estaba y fue mi turno de entrar. La luz estaba apagada y se sentía algo de frío pero no quise tocar el interruptor y solo avancé hacia él, sentado sobre su cama mirando hacia sus sabanas.

No sabía que decirle. Me acerqué y me senté a su lado. Tomé sus manos, estaban frías –Ritsu…-

Él solo parpadeó, no hizo más.

-Oye, Ritsu…- volví a llamarlo mientras acariciaba su mejilla –Estás muy frío-

Me miró, pero no me dijo nada y realmente yo tampoco tenía nada que decirle.

-¿Quieres algo?- pregunté ingenuamente, porque él no respondió –Bien, entonces me quedaré contigo un rato…-

-Quiero estar solo- me dijo serio en un tono que jamás había escuchado.

Sentí algo en ese momento e irremediablemente entendí que no quisiera saber nada en ese momento, pero yo quería estar con él, quería creer que me necesitaba a su lado. No diré que no me sorprendió su reacción: creí que estaría llorando desconsolado, que al verme no podría contenerse todo lo que había ocultado con sus padres y que yo tardaría un par de horas en consolarlo; que lo tendría en mis brazos hasta que sintiera que se me entumieron y que solo podría soltarlo cuando él cayera dormido por el cansancio.

Pero nada de eso sucedió.

Al día siguiente lo dieron de alta y regresamos a casa, pero fue un retorno completamente diferente al que había pensado y lo que más me preocupaba era su actitud. Pasaba horas en su habitación y de ahí solo se movía  a la que iba a ser del bebé. No salía de la casa. Casi no comía y yo temía que fuera a regresar al hospital por anemia o que cayera enfermo: si perdiera a Ritsu no podría manejarlo.

Salí de vacaciones unos días después y pude quedarme en casa para tratar de apoyar emocionalmente a Ritsu, pero todo era inútil. Él no quería que lo ayudara. A duras penas hablaba con alguien y yo no era la excepción. Más de una vez traté de platicar con él sobre todo lo que había sucedido pero parecía que en verdad quería guardar silencio por siempre.

Su dolor era tal que trataba de evitar el tema por completo y el tiempo que siguió después de eso fue peor de lo que esperaba.

Sus padres intentaron llevarlo con algunos psicólogos para que pudiera tratar lo que había sucedido pero ninguno pudo hacer algo con él: simplemente no quería hablar, ni con ellos ni conmigo. Estaba en tal grado que decidieron llevarlo al extranjero para que tuviera un cambio y olvidara todo (obviamente yo me opuse rotundamente a eso, pero sus padres terminaron convenciéndome de que era lo mejor, a tal grado que incluso yo también lo creí) pero fue en vano.

Él estuvo fuera por casi un año.

En todo ese tiempo regresé a casa de mis padres puesto que ya no tenía nada que hacer en la casa de Onodera. Ellos finalmente se separaron y yo adopté el apellido de mi madre, pero a pesar de que ella quería regresar al lugar donde nació yo no podía irme… tenía que esperar a Ritsu.

Sobre eso fueron varios meses en discusión con ella.

La única información que tenía de él era la que obtenía de su padre –ocasionalmente de su madre- y solo eso. Mis días eran iguales a los que tenía antes de conocerlo, con la diferencia de que todos sabían lo que había sucedido y sentía sus miradas sobre mí todo el día, todos los días, lo cual comenzaba a tornarse insoportable.

Y justo cuando estaba por perder la cabeza, me enteré por unos chicos que conversaban cerca de mi salón que Ritsu había regresado y estaba en su casa. No esperé a que terminaran las clases y salí rumbo a su casa en cuanto pude escapar de la escuela. No me sorprendió el hecho de que nadie me avisara.

Como era de esperarse sus padres no estaban, pero cuando toqué los empleados me dijeron que él no quería ver a nadie, a nadie en lo absoluto.

No me molesté en insistir y solo me escabullí por su ventana. Estaba mal si creía que me quedaría sin hacer nada.

Él se asustó al verme –por obvias razones- pero me reconoció de inmediato –Senpai…-

-Ritsu- lo llamé antes de abrazarlo

-¿Qué haces aquí?-

No mentiré, esperaba otra respuesta -¿Bromeas?- pregunté  -¿Tienes idea de cuánto tiempo pasó…?-

-11 meses y 7 días- respondió casi de inmediato

Un recuerdo vino a mi mente en ese momento…

-Cinco semanas- me respondió

-¿Qué dices?-

-Llevamos cinco semanas… un mes y una semana- me dijo con una ligera sonrisa

-¿En verdad llevas la cuenta?-

Sonreí ante eso y solo lo apreté más –Eres un idiota- pero contrario a lo que yo esperaba él no hizo nada, ni siquiera reaccionó.

Eso me dolió.

Tomé su rostro y lo giré hacia el mío para besarlo, sin duda no podría resistirse a eso y se avergonzaría como siempre lo había hecho… pero no hubo nada. Sus labios estaban cerrados en un momento y cuando sintió que quería besarlo con mi lengua comenzó a abrirlos “Lo tengo” pensé, pero él tampoco hizo nada, nada en lo absoluto.

Eso dolió aún más.

Me separé de él y miré su rostro, notando que estaba exactamente igual. ¿Acaso en verdad no sentía nada? ¿Él había hecho eso solo porque yo lo esperaba? Yo… ¿No le provocaba nada? Después de tanto tiempo ¿Aún no lograba superar lo que había pasado? O es que ¿Había encontrado a alguien más mientras estuvo fuera? ¡No! Me estaba sugestionando demasiado.

Una luz se había perdido en sus ojos, una que yo había notado más opaca después de que regresó del hospital, pero una que nunca creía que podría desaparecer de esa manera.

Todo ese tiempo yo había estado pensando en qué tan bien se sentía, si ya estaba mejor… si él también pensaba en mí. Pero me daba cuenta de que no era así.

-No quería creerlo…- le dije separándome de él –Pero en verdad me doy cuenta de que… no me quieres aquí-

Esperaba escuchar una respuesta de su parte, pero no pasó. Fue entonces cuando sentí que algo se clavaba en mi pecho y comenzaba a quemar dentro de mí. Era un dolor terrible…

-Senpai…-

Ritsu era el único que me mantenía firme, el único que hacía que no me desmoronara ante los demás, era por lo que yo luchaba…

-Senpai…-

Esperé el tiempo necesario, confiando en que estuviera bien y esperando una llamada, solo una llamada o algo que me indicara que estuviera bien, que comenzaba a sentirse mejor…

-¡Senpai…!-

Reaccioné cuando pude escucharlo.

-Senpai, estás…- me dijo, pero antes de que pudiera terminar llevé mi mano hacia mi rostro, limpiando una lágrima que bajaba por mi mejilla: estaba llorando y no me había dado cuenta. Reaccioné de inmediato y limpié mis ojos.

-Lo lamento… me iré ahora-

Sin duda alguna estaba actuando como un idiota ¿En verdad había llorado? ¿Yo? No, no podía hacerlo, no ahora, no aquí.


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