Han pasado tres días desde que esa noticia llegó a cambiar mi vida.
Mis padres, al encontrar una solución para deshacerse de mí, me obligaron a vivir en casa de Onodera –o al menos yo también estuve de acuerdo, era preferible a tratar con ellos y su molesta actitud-
Esta más que claro que no soy bienvenido aquí. Tengo una habitación que en realidad era un cuarto de servicio ubicado del otro lado de la casa, y de esa manera salir a la calle es hacer todo un recorrido; las comidas las tomo con la familia, pero mi lugar en la mesa está ubicado del lado opuesto, impidiéndome estar cerca de alguien y por si eso fuera poco, hay una enorme lista de reglas que debo seguir pegada en la pared de mi habitación… parece que estoy en una prisión y por si eso fuera poco no he podido hablar con Ritsu en todo este tiempo.
No es como que yo quiera hablar con él después de haberme estado engañando todo ese tiempo con su verdadero apellido, pero eso a comparación del dilema que tenemos ahora parece un simple pleito de niños; aun así no hemos podido hablar de lo sucedido… aunque sinceramente no me importa.
Su padre fue más comprensivo de lo que creí –a pesar de todas las restricciones— no permitió que dejáramos de asistir a la escuela. Claramente me dijo “Debes ser mejor que esto”.
No supe como interpretar aquello, pero de cualquier manera solo me decía cosas que yo ya sabía y sobre todo, la idea de que todo era culpa mía seguía sobre mí.
Ese día lo pasé sin salir, tirado sobre la cama que me habían proporcionado. No hice más nada, ni siquiera me dediqué a pensar las cosas, hasta que la necesidad de orinar me hizo salir de la habitación. Abrí la puerta y para mi sorpresa, alguien me esperaba.
-Se-Senpai…- me llamó con voz temblorosa
Yo no le respondí, no sabía que decir.
-Y-Yo… yo solo…-
-¿Sorata?- dije al bajar mis ojos un poco y ver entre sus brazos a un pequeño gato
-¿Ah? ¡Oh sí! ¡Es tu gato!- dijo mientras me lo entregaba –Vi cuando… cuando tu madre lo sacaba. Supuse que tu no sabías y por eso lo recogí-
-¿Cómo viste eso?- pregunté
Él se sonrojó –Te fui a buscar- me dijo con pena –Quería…-
-¡Ritsu!- gritó su madre quien hasta ese momento había pasado desapercibida por nosotros
Después de eso la señora se acercó hasta donde estábamos y le dijo a su hijo que no quería que se relacionara conmigo, mucho menos si estábamos solos. A mí no me dijo palabra, solo actuó como si yo no estuviera ahí y se fue junto con él. Por lo mismo pasó por alto a Sorata y para que no fuera a verlo lo metí a mi habitación y cerré la puerta.
Para mí su argumento era completamente inválido, pero decidí no pelear por eso, al menos no hasta acoplarme a ese lugar.
Al día siguiente fuimos a la escuela.
Por orden de su madre hizo colocar una especie de vidrio polarizado justo a la mitad del asiento del auto para que no pudiéramos vernos y también ordenó al sujeto que conduce que nos mantenga alejados hasta que cada uno haya entrado a la escuela y por si eso fuera demasiado, los profesores también estaban sobre nosotros… más sobre mí.
No importaba a donde fuera, siempre había alguien que me observaba y cuidaba que no fuera a buscar a Ritsu. Todo era muy incómodo. Ni siquiera podía estar en la biblioteca porque ya estaba el mismo sujeto esperándonos a la salida.
Sin duda tenía mucho que soportar de ahora en adelante.