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El cortesano, el noble y el príncipe. por Maby de Sagitario

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Notas del capitulo:

Una confrontación entre Hyoga y Milo.

Mansión de Hyoga.

Se jugaría esa carta por alejar a Milo de Camus, aunque fuera arriesgada.
El repiqueteo de tacones contra el suelo de mármol atrajo su atención, apartó el pequeño libro para observar con dtenimiento la figura que se detuvoa a sólo unos cuantos pasos de ahí.
La famosa madre de Camus....
Confiada apresuró sus pasos en tanto la cola del vestido color púrpura arrastraba tras suyo haciendo un frufrú tipico de estas prendas.

—Mi Lady—saludó acercándose para tomar su mano y besarla—es un honor tenerla aquí.

Ella se sintió halagada.

—dejemos las lisonjas para otro momento Su Señoría—sus ojos azules se dilataron—hay una persona que ambos detestamos.

Sabía de quién se trataba, pero antes le rendiría los honores a su invitada, por lo que ordenó que trajesen vino tinto.

—mejor anchoas y coñac—sugirió mientras se sentaba en un elegante sillón color crema.

—supongo que esa persona es el favorito del trono ¿ verdad?

—acertó, es más quiero producirle temor.

La mirada cómplice de Hyoga fue un deleite para Serafina que supo que había encontrado un aliado para hacer tambalear a Dégel y Krest se vería obligado a admitirla y callarse si no quería su ruina total. Saboreó con ganas el licor recientemente servido feliz de poder cristalizar sus planes.

—dicen que ha mostrado interés en el otro—comentó.

—¿el hermano de Milo Escorpio?

Asintió con diversión al ver el cambio de expresión en su interlocutora.

—supongo que mi ex-suegro no lo aprueba.

—lo aprueba e incluso planea un alianza.

—siempre me odió.

Hyoga no conocía a fondo a Krest D´Acuario, lo poco que sabía era por boca de Shun e Ikky que oían los comentarios de las damas y caballeros más antiguos de la corte que le guardaban mucho respeto no sólo por su alta alcurnia, carácter sino por conservar su aplomo en los momentos más difíciles y su mente era de un joven de modales discretos muy a pesar de sus 60 y algo más de años que suponían tenía pues él jamás revelaba su edad lo cual lo hacía muy intrigante.

—bien—terminó su bebida—¿cúando iniciamos el plan?

Bebiendo un sorbo de alcohol para paliar el sabor de las anchoas, la mujer decretó lo que dería su ruina más adelante.

—iniciaremos con Camus y su adorable esposo.

—no quiero destruir a Camus—dijo con firmeza.

—es el talón de Aquiles de mi ex-esposo—refutó.

Hyoga no podía dar marcha atrás, se había aliado con ella que a pesar de ser muy bella poseía un alma corrupta y fría, ni siquiera sentía amor por el hijo que llegó a tener, sólo la impulsaba la ambición desmedida. Ingenuamente guardaba esperanzas de que se portara como madre de Camus.
En vista de que no respondió, ella supuso que estaba de acuerdo así que agradeciendo por la hospitalidad se retiró de la propiedad dejando con muchas dudas a Hyoga que se debatía en hacer o no hacer aquello.

Días después.

Shun trató en vano de persuadirlo para que desistiera de ir a Casa Bluegard con el único objetivo de revelarle a Milo que había mantenido una relación con Camus. Incluso le mostró varias sátiras para que se entretuviera y olvidara la semejante locura que pensaba cometer.

—esta es una para Misty, dicen que anda echándole el ojo a Kanon—agitó el papel.

—si, pero después la leo—murmuró abrochándose el calzado.

El joven ya no sabía qué hacer, Camus no perdonaría el hecho de que osara presentarse a Milo como su amante o lo que sean que hayan sido. Según había oído de sus amigos, para el hijo del Duque de Hydor, Milo era sagrado tan sagrado como sus ancestros.

—por favor, reconsidera lo que piensas hacer.

—sabrá que no debió meterse en mi camino.

Derrotado, dejó caer ambos brazos a un lado de su cuerpo, Hyoga estaba cometiendo error tras error y si seguía así muy pronto la estima de Asmita también la perdería...
El trayecto era más o menos corto por lo que fue a pie y mandó a su cochero a dar vueltas por la ciudad para que hiciera lo que quisiera, en el camino saludó a varios que le mostraron sus respetos, por lo menos aún era importante entre la gente no así en la corte pues Kardia y Milo lo habían desplazado en atención. Se detuvo frente al gran portón coronado por el escudo de armas recientemente modificado de los D´Acuario, el centinela que vigilaba la entrada a la portentosa mansión al reconocerlo le permitió el acceso.
La ama de llaves le abrió la puerta, sorprendida de verlo ahí pues jamás se atrevió a poner un pie ahí por Dégel quién lo había declarado " persona no grata".

—Su Señoría... los señores...

—¡ buen día! busco a Su Alteza Milo—dijo mirando el interior de la casa—dígale que el Conde de Helias viene de visita y si es que puede recibirme.

Por arte de magia, Milo apareció detrás de la mujer quién se apartó para que el joven soberano de Antares entrara en el campo de visión de Hyoga quién reprimió un bufido de molestia al verlo con una sonrisa que embellecía sus facciones.

—Alteza—dijo la mujer—aquí el Conde de Helias viene de visita.

Para Milo era un halago que una persona tan " influyente y famoso en la corte" viniera a visitarlo, lo consideró un privilegio.

—es un placer, Su Señoría—lo hizo pasar ignorando las verdaderas intenciones de este—Magnolia, hazlo pasar a la otra sala y bríndale lo que desea. Yo ya voy en un momento.

Tanta generosidad lo abrumó, por un momento pensó que le daría diabetes.
No había nadie más que Milo y los empleados de la casa, los tres señores de la casa se hallaban en sus cuestiones personales o de viaje como Krest que iba cada tres días donde vivían la otra rama de su familia. Yato como acompañante personal de Milo velaba por la seguridad y bienestar de su joven señor y entre sus funciones estaban el cerciorarse de que nadie con malas intenciones tratase de hacerle mal al mismo, por lo que al ver a Hyoga tuvo un mal presentimiento acerca de este, prefirió quedarse cerca de aquel lugar por cualquier cosa.

—disculpe si demoré—la alta figura de Milo se irguió frente suyo completamente cambiado de ropa—últimamente recibo muchas visitas y al estar fuera de Antares se me es más cómodo vestir sin muchas capas encima .

Los ojos de Hyoga recorrieron con envidia la vestimenta de Milo quién para ese momento se había puesto una límpida camisa blanca en cuyos puños estaban imperceptiblemente tejidos unos escorpiones azules, un pañuelo tejido en la más fina de las telas, chaleco negro en cuya delantera superior descansaba el famoso escudo de armas de la familia Escorpio y pantalones de vestir del mismo color del chaleco, entre informal y formal ese era el estilo de Milo fuera de sus deberes. Algo que le llamó la atención a Hyoga fue el no verle en su dedo el anillo de bodas.

—no importa—dijo soltando una taza de té que había pedido—comprendo pues usted es una persona con responsabilidades.

—con Camus dividimos nuestros deberes, ese fue el acuerdo cuando nos casamos—dijo ocasionando que Hyoga tuviera una punzada de celos—es mi igual.

Hyoga forzó una sonrisa mientras evitaba no romper la vajilla, percibía tanto amor en esas palabras que quiso borrarle esa sonrisa del rostro.

—dicen que se casaron por amor ¿ verdad?

Milo asintió.
—pero jamás le comentó su pasado—dijo con inquina.

El semblante de Milo mutó un poco, no entendía aquellas palabras que sonaron como venenosas, supuso que había oído mal.

—¿perdón?

—al igual que muchos de aquí, Camus tiene un pasado—sus orbes se cirnieron frías, Milo se puso alerta.

No se alteraría, si eso era el objetivo de Hyoga no le daría el gusto. Su educación no le permitía rebajarse con nadie, así que optó dejarlo hablar y despúes emitía su opinión.

—para nadie es un secreto que mantenía una relación con

Camus... de hecho aún sigo viéndome con él...

Silencio.

—no entiendo que vio él en ti, si no eres más que un príncipe que causa diabetes y sin mínimo conocimiento de la vida de esta corte—se puso de pie para seguir—dentro de poco tiempo se cansarán de linsojearte y alabarte por que no te das cuenta que frente a tus narices Camus se ve conmigo.

Milo trataba de mantener su autocontrol, si fuera Kardia ya se hubiese enzarzado en una gran discusión.

—yo pensé que era civilizado—estás palabras ofendieron al rubio que lo miró con rabia—pero a decir verdad ahora me da lástima su comportamiento.

¿ Por qué le decía aquello....?

Milo a pesar de ser tan dulce, amable e inteligente, no era idiota como creía Hyoga pues apenas lo vió en la fiesta que ofreció Saga Geminae notó la insistente mirada hacia Camus y la actitud hostil indirecta hacia su persona. Imaginó que era el cansancio por eso no le comentó a Camus nada fuera de lo común cuando esté le preguntó si había notado algo raro hacia su persona.
Después vino la fiesta de Regulus, las fachas en la que Hyoga llegó, el semblante avergonzado de Camus y las insistentes miradas hacia él, todo eso se dió cuenta mientras fingía que no lo hacía; luego cuando días atrás recibó un panfleto de parte de Misty que Yato quitó de sus manos y en que alcanzó a ver el nombre de su esposo y del Conde de Helias varias veces. El Príncipe de Antares no era tonto ni soso como Hyoga creía....
Milo negó apenado al ver la verdadera cara de Hyoga, le producía pena y lástima, ni siquiera rabia porque ante sus ojos era un desesperado que buscaba destruir una sólida relación de pareja. La compasión de Milo ofendió de sobremanera al rubio que quiso seguir zahiriéndolo para que reaccionara de la misma forma.

—no dirás nada más que esas estúpidas palabritas bonitas—sus ojos centellaban de odio.

—simplemente le pido que se retire—se puso a su altura—Camus en cualquier momento puede regresar.

Le restó importancia alzando los hombros.

—¿a quién le creerá Camus?—lo desafió.

—por favor Su Señoría, le pido que se retire.

Siguió lanzando su veneno.

—él me ama a mi, vine primero que tú y en menos de lo que canta un gallo regresará a mi.

Seguía hablando, Milo se había quedado mudo y estático no por lo que le decía sino por que el mismísimo Camus estaba en el umbral de la puerta con expresión molesta, fue cuestión de minutos para que todo se volviera oscuro para Hyoga quién lamentaría el resto de los días haberle hecho aquello a Camus.

—repite lo que acabas de decir a Milo—su voz rompió como un látigo en el aire—respetas a mi consorte y a mi casa....

—él ya se iba—dijo Milo cauteloso.

—¡ qué esperas...! te dije que no quería verte cerca de Milo, ni que le envenenaras la mente con cosas pasadas...—caminó dando grandes zancadas mientras jalaba su brazo despectivamente—vete de aquí y no quiero verte nunca más...

—necesito aclarar...

—¡ No Camus!—Milo intercedió antes de que este " sacara a patadas" a Hyoga o a rastras como al parecer pasaría—deja que se vaya.

Despeinado y abochornado, Hyoga abandonó Casa Bluegard en tanto Camus se disculpaba con Milo por lo acontecido prometiendo que le diría todo en uno de esos días.
                 ********************
En algún lugar de los barrios de ciudad de Indrapahts.
Taberna.

—sabes que Afrodita D´Pisces tiene la lengua más larga que cualquiera de las chismosas del mercado, si nos descubre....

Bufó.

—Albafika es discreto, sus intereses no peligran—refutó lavando un destartalado vaso de aluminio para servir cerveza a un borracho que se caía de la barra—sé que su linaje es más viejo que el mío.

El hombre curvó los labios ante aquello hizo un gesto dando a entender que quería probar el líquido dorado que sin demoras fue servido. Deuteros prefería ron a cerveza, le producía náuseas.

—prefieron ron—se sirvió—los de sangre azul tenemos gustos extraños ¿ no lo cree?

—tan raros que los suyos Majestad—se dirigió a su antiguo tratamiento que causó un revuelto de emociones en el ahora pelinegro—que prefiere una bebida de piratas.

Él se alzó de hombros obviando que su interlocutor actuaba como alguien desinhibido muy distinto al que se presentaba rara vez en la corte a pesar de estar retirado. Si supieran quién era.... nadie lo creería.
Pero él lo había ayudado cuando descubrió que vivía y le había hecho jurar que callara pues no deseaba por el momento causar revuelo en su esposo y súbditos.

—brindemos por los intereses.

—en especial por los nuestros—aclaró—los míos son mi familia y mi prestigio y los suyos con su Majestad Asmita.

Asmita cúanto tiempo que no lo veía.

—¡ basta de sentimentalismos!—se levantó dispuesto a irse—tengo un viaje que hacer y ya no soy Conde para andar por aquí.

Lo despidió mientras retomaba sus labores, esperaba pronto poder revelar su identidad y regresar a su vida aunque no sabía si Asmita lo aceptaría....

 

 

 

 

Notas finales:

Saludos :)


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