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El cortesano, el noble y el príncipe. por Maby de Sagitario

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Notas del capitulo:

La presentación de Milo ante todos.

Días después, asistía a una fiesta en la mansión de los hermanos Geminae, ofrecida en honor al hermano menor del Canciller, Kanon, recientemente nombrado "Capitán de los ejércitos del Rey", al mismo tiempo la reunión serviría para la Familia Condal de Acuario una plataforma en la que presentarían ante toda la corte a su nuevo integrante. Todos los invitados aguardaban expectantes el tan ansiado momento de las presentaciones para ver a las dos únicas personas que robaban la atención y los murmullos generales. La mayoría ansiaba la ruina del Conde de Helias esa misma noche.


—dicen que el señor Helias teme ser desplazado por el joven esposo de Camus Acuario con el cual tenía una relación—comentaba una joven de cabellos morados con vestidos de seda borgoña con plumas de avestruz en su suelta caballera.


—uffff, ese es un ordinario, Saori—replicó otra jovencita de cabellos negros y vestido color plata en el cual tenía cosido pequeñas piedras de diferentes colores.


vno olvides que se casó con la viuda más rica de este reino, le compró el título y ahora es amante del Canciller—intervino Afrodita uniéndose a los comentarios maliciosos en contra del joven—ese rubiete me tiene harto.


—siento lástima por él.


—pues no lo sientas mi querida Saori—dijo Afrodita.


De pronto todos se silenciaron, un hombre corpulento con voz fuerte y clara fue anunciando uno a uno a las personalidades que llegaban a la sala. Inesperadamente una bomba cayó en medio del joven cuando el hombre anunció los primeros nombres.


—¡Sus Altezas Serenísimas, los Príncipes de Antares!


Entonces lo vio.... Parado a lado, su rostro era una exquisitez, tan hermoso como único, dedujo que rondaba por los 18 o 19 años pues desprendía un aura juvenil que atrapó a todos los presentes; sus pupilas, dos joyas de color turquesas y su cabellos índigo en ondas que caían sobre su pecho cubierto por lujosas ropas bordadas con el escudo de armas del principado que consistía en un escorpión rodeado por lanzas. Camus parecía muy orgulloso del joven quien caminaba a su derecha. Las palabras de admiración volaban por todo el salón.


—¡ ese escudo es de la familia Escorpio!


—¡ es una pródiga y bella criatura!


—¡ un ángel caído del cielo!


Incluso hasta Saga se vio atraído por el Príncipe de Antares quien no quitó sus ojos de encima de él. Entonces cayó en cuenta cómo habían sido nombrados Camus y Milo "Príncipes de Antares" en vez de "Sus Señorías" como denominaban a los condes.


                                                                                           * ****** *******


Los exquisitos postres preparados con chocolate negro y blanco, manjar y frutas sabían a cartón, ni siquiera la mesa de bajativos que contenía té, agua, jugo de frutas, vino entre otras bebidas apaciguaban el terrible desazón que experimentó al conocer a Milo, el esposo de su adorado Camus; frente a él parloteaba animadamente Seiya quien contaba la ridícula situación en que fue encontrado su amigo Jabu con una doncella de Saori días atrás. A él no le interesaba la tonta historia, lo que le importaba aquellos momentos era Camus, el cual desde que inicio la fiesta no se despegaba de su consorte, estaba absorto mirándolo con devoción y amor.


—¡aquí estás!—dijo una voz muy conocida—te estaba buscando para presentarte a...


—¡no me siento bien, Shura!—dijo evitando el encuentro con el odiado príncipe aunque su corazón pedía a gritos ver a Camus—yo considero que debo irme.


—de ninguna manera me vas a dejar con la mano estirada, muchachito—dijo para que solo él oyera mientras apretaba su brazo—¿quieres quedar en ridículo?


—y que parte no entiendes de que no deseo conocer a "su príncipe"—respondió con cierta inquina en la voz.


—Camus te está mirando.


—está bien—dijo poniéndose de pie completamente desganado mientras seguía a Shura.


Se detuvieron frente a una gran mesa primorosamente servida, los anfitriones, Aioros, el joven de la casa Aria llamado Mu, Camus y Milo conversando animadamente con Kanon. Su sonrisa era cálida y sincera y el tono de su voz era exquisito, varonil y moderado en su lenguaje, era evidente que era un hombre muy educado porque el gemelo menor asentía maravillado a cada palabra del joven de ojos turquesas. El Señor de la casa Capricornio, presentó a los dos hombres quienes se saludaron conforme a las costumbres de la nobleza, Camus en ningún momento le dedicó una mirada.


—¡ con su permiso, me retiro señores!—dijo una vez finalizada las presentaciones.


—¡ oh! Yo pensaba que iba a quedarse más tiempo, Su Señoría—protestó Milo ocasionando que lo mirara desdeñoso por el tono sincero que usó para referirse a su prematuro abandono de la fiesta.


—¡ disculpe, Alteza! Pero no me he sentido bien esta noche—lanzó la indirecta al de ojos zafiros.


—¡ no se disculpe, Su Señoría!—dijo indiferente Camus, el rubio lo miró dolido no creyendo que era ese hombre con el que tantas veces durmió en su cama—nos hubiera encantado que nos honrara con su presencia algunas horas más.


—¡ buenas noches, señores! ¡Altezas! —hizo una pequeña reverencia para irse y descargar su ira en su habitación.


—¡ lo odio! ¡ lo odio! ¡ te odio, estúpido príncipe de Antares!


 


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