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SOL DE MEDIANOCHE por crystalwall

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Notas del capitulo:

Hola, les traigo el capítulo nuevo, este capítulo está veneno y pasan muchas cosas, espero que les guste

Capítulo 36.- Lo imposible

 

Ares entraba triunfante en Giudecca, una semana se había tardado Zeus en dar la orden final con respecto al destino del Averno y fue Hermes el que le había llevado el mensaje al Olimpo para que el Dios de la Guerra baje definitivamente a sus nuevos dominios con su guardia personal y un par de pelotones de su basto ejército, miembros de la armada del Dios de la Guerra ya habían estado desde antes pero ahora bajaban más soldados para protección del flamante regente

 

La guardia que primero había llegado estaba en la obligación de cumplir una serie de disposiciones bastante particulares entre las que se incluía que Cerbero debía ser encadenado en el Tártaro, que los espectros, los cuales en ese momento se encontraban en el Averno, se presentaren frente a él y le juren lealtad en Guidecca, que los niños, los hijos de Hades, no salieran del castillo y permanecieran al cuidado de Hécate como lo habían estado hasta ahora, que las criaturas del Averno sean encerradas en sus respectivas prisiones y que cuando todo eso estuviera cumplido, él bajaría como el nuevo regente oficial para cumplir con el sagrado encargo del Dios de los cielos, el cual permanecía en el Santuario, las cosas allí se habían complicado de la peor manera y nada se había resuelto aún, solo tenían las noticias de que Hades había sido encerrado en una urna y que ahora existían problemas con Poseidón que algo estaba reclamando sobre un ataque fantasma al templo marino y la desaparición de su consorte y sus hijos, pero de eso aún no se sabía nada

 

Mediante un portal Ares llegó al Averno, los polvorientos caminos estaban desiertos, Hermes iba a su lado para guiar su camino, ese había sido el encargo de Zeus que seguía en el Santuario tratando de contener todo y de calmar los ánimos, al parecer Atena estaba muy consternada y esa era la razón principal por la que la ausencia de Zeus se había extendido por una semana mas o menos, pero bueno… al fin había llegado su disposición, ahora Ares sería el nuevo regente, él ya había bajado antes para recuperar la legendaria daga, pero en esa ocasión se encontró con aquellos molestos jueces que habían tratado de impedir su paso, aparentemente los dioses y jueces y demás personal de confianza de Hades pensaban que las cosas funcionarían como funcionaron antes, cuando en la guerra santa Atena había confinado a Hades en una urna pero no hubo mayor cambio en el Inframundo, Perséfone se había hecho cargo y todo se mantuvo relativamente igual, pero no… ahora ya no… ahora él entraba por la puerta grande como el regente que siempre debía haber sido, la sonrisa de su rostro era en verdad amplia, eso le pareció a Hermes de muy mal gusto pero prudentemente no dijo nada, simplemente lo guió por el camino hasta que Guidecca se hizo visible, y allí, frente al castillo, los espectros de Hades que habían sobrevivido la batalla estaban de pie, listos para recibir a su nuevo señor, Ares se iba a deshacer de ellos a la primera oportunidad que tuviera, no era conveniente mantenerlos cerca… no… claro que no, él no podía rodearse del personal fiel a Hades, no… ellos serían los primeros en abandonar Guidecca

 

Al entrar, el castillo estaba en movimiento, las  muchachas de servicio estaban afanadas arreglándolo todo, el Dios de la Guerra había dado órdenes expresas de cómo lo quería todo y con complacencia miraba como sus órdenes estaban siendo cumplidas, Hermes no se quedó, dijo que su padre le había hecho otras encomiendas y sin más detenimiento abandonó el Averno, así que una vez solo, el Dios de la guerra fue de habitación en habitación por la planta baja, él sabía que habían muchos pasajes secretos en ese castillo y lo primero que quería hacer era explorarlos todos, quería hallar el casco de invisibilidad de Hades, según sus reportes no lo había llevado al Santuario y sería bueno poder encontrarlo, el Dios de la Guerra tenía pensados muchos usos para aquel poderoso artefacto

 

Ares sabía de buena fuente que Hefestos a través de los años le había encargado a Hades el cuidado de varias armas mágicas y legendarias, esas también quería encontrarlas, porque solo había encontrado una lanza y un arco con un carcaj lleno de flechas que aún no había tenido la oportunidad de probar, pero esto no debería ser todo lo que había, muchas más armas debían estar escondidas en su nuevo vasto imperio, siempre sería útil poseerlas, derrocar a Zeus no sería fácil y necesitaban toda la ayuda posible, además al Dios de la guerra le parecía justicia poética el matar a Hefestos con una de sus míticas creaciones, este pensamiento le llevó una sonrisa al rostro, librarse de una vez por todas de su eterno rival y traerse a Afrodita al Averno, eso sería fantástico aunque… la Diosa de la belleza no bajaría nunca a vivir en el Averno, pero bueno… por lo menos él podría subir a visitarla a placer sin que el entrometido de Hefestos le estorbe

- Mi señor… algo en lo que le pueda servir? – un hombre de cabellos largos en tono lavanda claro se había acercado con paso firme hasta él, cuando llegó hizo una venia a manera de saludo demostrando su respeto

- Quién eres tú?

- Lune de Balrog, soy el guardián de la primera prisión mi señor

- Quién te dijo que yo estaba aquí? – preguntó Ares mirando sospechosamente al intruso

- Nos llegaron noticias del Santuario, supongo que a usted también, las cosas se complicaron allá de la peor manera y al parecer mi Señor Hades ha sido encerrado en una urna, las fuerzas que habían ido con él al Santuario han sido neutralizadas, los tres jueces ya volvieron y nos comunicaron a todos nosotros que usted va a estar a cargo del Inframundo por disposición del Gran Dios Zeus, por eso ha recaído en mi el honor de darle la bienvenida a estos, sus nuevos dominios – el tono de Lune demostraba respeto pero el sexto sentido de Ares le estaba disparando señales, no pensó que los espectros se hubieran rendido ante él tan fácilmente, no… algo estaba pasando…

- Dónde están los miembros de mi guardia?

- Afuera mi señor, los vi cuando yo entraba al castillo – Lune hizo una leve reverencia cuando dijo esto, Ares levantó la mirada y efectivamente por los ventanales vio a su guardia en las inmediaciones del castillo, los espectros también estaban afuera, tal y como los había visto antes

- Bien… en dónde están mis sobrinos?, dónde están los pequeños?

- En el jardín lateral del castillo, la Diosa Hécate está con ellos, gusta verlos?

- Si… aunque yo ordené que no salieran del castillo, qué hacen afuera? – Ares frunció el ceño cuando preguntó esto, Lune ensombreció su expresión cuando respondió:

- Los pequeños no quieren estar dentro del castillo, han perdido a sus padres y… Adrián en especial, está muy consternado, él vio a su Alteza Seiya apuñalarse a si mismo, vio el cuerpo de su pequeño hermano yacer en el suelo sin vida, vio a mi señor Hades estallar en cólera y desaparecer cuando fue al Olimpo, fue Adrián al que mi señora Pandora encontró acurrucado junto al cuerpo de Seiya, se había quedado dormido luego de tratar de despertarlo por horas, el pequeño príncipe estaba cubierto de sangre cuando lo hallamos, y ahora se niega a hablar, la princesa Talia no lo vio porque ella estaba encerrada en la habitación, ella lloró por horas golpeando la puerta tratando de salir

- Y por qué estaban ellos solos?, por qué nadie estaba con ellos? – preguntó Ares caminando junto a Lune hacia la salida lateral del castillo

- Porque tenemos prohibida la entrada al ala este del castillo en la noche, nadie debe perturbar el sueño de los pequeños, nunca nos imaginamos que algo así pasaría… a nadie se le ocurrió buscar a los pequeños, todos pensamos que ellos estaban con Seiya pero… al inicio nadie sabía lo que había pasado con su alteza, por eso nadie fue a buscarlos, fue Pandora la que subió… fue ella la que los encontró y enseguida los sacó del piso y los llevó con Hécate

- Ohhh… entiendo, vamos a verlos…

 

Ares siguió a Lune por los pasillos de la planta baja de Guidecca y salió a un pequeño patio interno que no había visto antes, y allí efectivamente estaba la Diosa Hécate con un bebé en brazos, un pequeño niño de 8 años y una niña de cinco también estaban allí, se podía palpar su tristeza, todos vestían de negro esa mañana sombría, los niños al ver al Dios acercarse, se escondieron tras la hermosa hechicera que levantó el rostro y sonrió al ver a Ares, esto era por demás extraño porque Hécate no tenía tratos amistosos con nadie a excepción de Hades, pero el Dios de la guerra no se inmutó sino que siguió caminando hacia ellos, pero se detuvo cuando un trueno los ensordeció a todos, un rayo iluminó el cielo y cuando Ares levantó la mirada frunció el ceño al ver a un dragón negro sobrevolando Guidecca

- Esos monstruos deben estar encerrados, di la orden para ello – reclamó el flamante regente pero la poderosa hechicera solo sonrió y cargó al bebé de mejor manera, Ares iba a decir algo más pero no pudo hacerlo porque como Kamikaze, del cielo cayó un caballero de negra armadura, si Ares no hubiera estado seguro de que Hades estaba encerrado en una urna, hubiera pensado que era él, pero no… este guerrero no era tan alto como el Dios del Averno, su armadura era muy parecida pero en esencia más sencilla, el casco no era tan elaborado como el de Hades, pero este casco le cubría la cara totalmente, y esta armadura no tenía alas, la de Hades si, pero el color, el diseño, las marcas en el pecho representaban al Averno, era un guerrero de Hades y de eso no cabía duda, pero no era ninguno de los jueces tampoco porque en sus manos sostenía una lanza, pero ésta no era una lanza ordinaria, se notaba la marca de Hefestos en ella, era una de las armas mitológicas que siempre se rumoró estaban en el Averno, bueno… los rumores habían sido ciertos…

- Solo el verdadero regente del Averno puede disponer, encerrar o liberar a las criaturas que aquí habitan, tú no eres nadie para dar una orden en este reino – el guerrero habló y tomó posición defensiva delante de la Diosa y de los tres pequeños niños

- Quién eres tú?

- Digamos que el representante del Regente… y eso es el resto de la caballería… - el guerrero señaló la colina y con horror Ares vio llegar una legión de dragones negros que se acercaban a velocidad vertiginosa, junto a los dragones volaban unas criaturas horrendas que tenían la cabeza y el torso de una mujer, el cuerpo de un águila y la cola de un león, arpías… arpías venían hacia su pelotón que al darse cuenta de que estaban bajo ataque intentaron defenderse pero eso era complicado porque por tierra se acercaban quimeras comandadas por los 3 jueces del Inframundo seguidos de varios pelotones de los ejércitos de armaduras negras de Hades, los espectros también entraron en combate demostrando todo su poder, supuestamente su cosmo debía haber estado suprimido, pero esa no era la realidad, sus amarras cayeron al suelo dejándolos ver en todo su esplendor, los espectros estaban más fuertes que nunca y hacían gala de sus habilidades de manera espectacular, y cerrando la comitiva, estaban dos figuras aladas que estaban a cargo del ataque, dos caballeros que portaban regias armaduras, la una era dorada y la otra era negra, ambos sobrevolaban todo y se podía sentir sus cosmos fuertes y poderosos, de luz y oscuridad, ambos se movían como un solo hombre, su coordinación era digna de envidia

 

El Dios de la guerra estaba lívido del coraje, esto si se lo esperó pero no a tan grande escala, y se volteó para ir hasta sus hombres que estaban empezando a reaccionar a la batalla, su intención era la de comandar sus ejércitos y defenderse de este ataque pero el guerrero de la negra armadura le saltó al paso impidiéndole seguir

- Quítate de mi camino quien quiera que seas, no tengo tiempo para niñerías

- Lo siento… pero no podrás pasar… - el guerrero lanzó su lanza la que casi atraviesa a Ares por entero, si no hubiera sido un Dios y sus reflejos no fueran lo que son, la lanza mágica de Hefestos lo habría empalado al suelo, el guerrero abrió la mano y la lanza volvió a ella, Ares frunció el ceño al preguntar?

- Quién demonios eres tu?

- Ya te lo dije, soy el representante del Regente pero… puedes llamarme príncipe

- Príncipe… no me hagas reír

- Ohhhh no Ares, el que ríe al último, ríe mejor…

 

Ares materializó su espada en la mano y arremetió contra el muchacho que tenía una concentración única, no le quitaba los ojos de encima a Ares e imitaba sus movimientos a la perfección, por eso podía bloquear todos sus ataques, esto se le hizo familiar al Dios de la guerra que sonrió con malicia al decir:

- Ya sé quién eres tu… el sirviente… siempre nos preguntamos lo que pasó contigo, me resulta gracioso que te hayas escondido todo este tiempo de nosotros solo para venir a morir por mis manos

- No… yo no moriré aquí y ahora, este no es el día en el que muero – dijo Zack sin perder de vista a Ares que hizo un lance complicado con la espada, el muchacho lo esquivó en el último segundo en el que saltó y cayó detrás del Dios y lanzó su lanza nuevamente, Ares la esquivó y se desapareció para aparecerse tras de Zack y cerrar sus manos en su cuello, pero al hacerlo, las cerró en el aire, Ares había intentado atrapar a una ilusión que hábilmente había creado el joven príncipe del Averno

- Veo que no te has olvidado de los viejos trucos

- Tengo unos nuevos – respondió el muchacho atacando directamente al Dios de la guerra con la lanza en las manos, los sonidos de ambas armas chocando en el aire llenaba el ambiente, pero no podía opacar los sonidos de la cruenta batalla que se estaba librando al otro lado del castillo

- No me digas… vamos a ver de qué estás hecho – Ares empuñó su espada de mejor manera y enfrentó a Zack que le daba pelea con todo, las indicaciones de Hypnos y los entrenamientos que tuvo con los muchachos del Santuario venían a su mente, y el Dios de la guerra arqueó una ceja cuando su oponente hizo un giro bastante complicado y lo desarmó, pero el gusto no le duró mucho a Zack, porque no pudo sostener la espada de Ares, ya que se calentó a tal nivel que ni la sagrada armadura del averno pudo prevenir que su mano se quemara como si la hubiera sumergido en ácido

- Eso es trampa – dijo el muchacho saltando una vez más lejos del alcance de Ares que tomó su espada y sonrió

- Esta… es el arma de un Dios – el Dios de la guerra levantó la espada pero una flecha negra se clavó en su brazo, Ares gritó de dolor y de indignación porque se vio obligado a soltar su espada, levantó la mirada y entrecerró los ojos al ver al guerrero alado que portaba la armadura negra, ahora que estaba un poco más cerca se podía apreciar que era muy parecida a la de su oponente y estaba sobrevolando la batalla, aquel guerrero alado tenía un arco en sus manos y tenía una nueva flecha tensa en él

- Esa… también lo es… - Zack sonrió y tan rápido como pudo corrió hacia Ares y tomó con fuerza su mano, el Dios se sacudió y lanzó al muchacho que se estrelló contra uno de los árboles del jardín

 

El Dios de la guerra se sacó sin miramientos la flecha y vio con indignación como su túnica se manchaba de sangre, ninguna arma fabricada por los humanos podría haberlo herido de esa manera, esa sin duda era un arma dada por Hefestos, maldito Hefestos...  Zack se estaba incorporando lentamente porque se había golpeado la cabeza cuando sintió como una bota le aplastaba el casco contra el suelo

- No sabes el gusto que me dará aplastar tu cabeza hasta hacerla pulpa – dijo el Dios de la guerra con una sonrisa confiada

- No lo dudo, por qué no lo intentas… vamos… te reto… - respondió el muchacho con un suspiro y aflojó el cuerpo, Ares sonrió y en verdad que lo intentó pero no lo pudo hacer

- Pero qué…?

- Cansado tal vez?

- No, pero me niego a seguir perdiendo el tiempo contigo - los sonidos de la batalla en las cercanías eran aterradores, el sonido de armas chocar era opacado por gritos de dolor, lamentos y explosiones, por lo que Ares decidió que su atención estaría mejor utilizada en el campo principal de batalla, así que concentró su poder pero nada pasó, su intención era volar en pedazos al guerrero que le estaba dando guerra pero no lo conseguía, su enfrentamiento de cuerpo a cuerpo era bastante parejo pero eso no era lo que el Dios de la guerra buscaba, su cosmo… algo estaba fallando con su cosmo…

- Indefenso??? – preguntó el guerrero en tono de burla, se había levantado y había vuelto a tomar su lanza

- A qué te refieres?

- No notaste el hermoso brazalete que tienes puesto?, si pensé que sería complicado ponértelo pero… resultó, y el esfuerzo valió la pena, aunque me di cuenta que eres un Dios muy poco observador – el guerrero movió la lanza poniéndose nuevamente en posición ofensiva, Ares miró su mano izquierda y notó un brazalete dorado en su muñeca, este brazalete emitía un hermoso brillo, el Dios intentó quitárselo y no pudo, el guerrero sonrió y dijo en un tono bastante divertido: - Solo el que forjó el brazalete puede quitarlo de tu mano, lo siento… estás indefenso…

- Soy un Dios, nunca estaré indefenso…

 

Ares arremetió con su espada pero el guerrero le estaba dando pelea, su habilidad con la lanza era de envidia y la batalla cuerpo a cuerpo continuó por varios minutos, ambos hombres jadeaban pero su determinación y ferocidad iba en aumento, hasta que Ares se quedó quieto de pronto y miró a la máscara del guerrero que lo imitó sin dejar su pose defensiva, todo estaba en silencio, mucho silencio, hacía algunos minutos se podía escuchar gritos de pelea y batalla, pero ahora… ya no…  

- Qué es lo que estás haciendo? – preguntó el Dios de la guerra regresando su mirada hacia el castillo en donde pudo ver que humo lo llenaba todo, los dragones seguían sobrevolando el castillo pero ahora las quimeras los estaban rodeando a ellos en el pequeño patio trasero, en uno de los extremos de este jardín Hécate estaba con los niños, pero el mayor de ellos estaba acariciando a Cerbero que también estaba allí, supuestamente ese perro debía haber estado encerrado en el tártaro pero no… las cosas no se habían dado como esperaba, nada tenía sentido y el Dios de la guerra solo pudo pensar que había llegado a una trampa, esto no era lo que Zeus le dijo que encontraría

- Ahora te das cuenta?, tardaste demasiado… pero bueno… ese era el objetivo… - el guerrero sonrió complacido bajo su máscara, al tiempo que los tres jueces del Inframundo se aparecieron a su lado, fue Radamantys el que habló y dijo:

- Todo está listo su alteza

- Perfecto…

 

Ares levantó la mirada y con horror vio como dos arpías despedazaban en pleno vuelo a uno de los miembros de sus ejércitos, lo habían emboscado… pero cómo?, quién???

- Quién demonios eres? – preguntó Ares soltando su espada, en este punto no podía hacer nada más, era obvio que estaba en minoría numérica e indefenso, odiaba admitirlo pero… con su cosmo atado no podía hacer nada más

- Ya te lo dije… solo soy el representante del Regente… él es el real Regente… - el guerrero alzó la mirada y sonrió, sobre ellos sobrevolaba un inmenso dragón negro del que aquel guerrero alado saltó y aterrizó justo delante de ellos, Ares arqueó una ceja, ahora que estaba a pocos metros de distancia pudo darse cuenta de que esa armadura… era exactamente igual a la armadura de Hades aunque su casco también le cubría la totalidad de la cara, pero no… no podía ser Hades, este guerrero alado también era menos alto que el poderoso Dios de los muertos pero su cosmo era en verdad agresivo y amenazante, poderoso… muy muy poderoso, qué diablos estaba pasando???

- El pelotón está neutralizado, todos los soldados han sido capturados o han muerto, la guardia personal ha sido eliminada y vaya… Ares ha sido desarmado, buen trabajo hijo… - el recién llegado guerrero alado palmoteó la espalda del primer guerrero a tiempo que el otro guerrero alado, el que tenía la armadura dorada descendió a su lado, su casco no cubría su rostro así que Ares pudo ver claramente a Aioros de Sagitario, caballero dorado de la Diosa Atena el que estaba apoyando al Averno y sonreía complacido al ver el resultado de la emboscada

- Quién eres?, esta es la última vez que lo pregunto, quién demonios son todos ustedes??? – el Dios de la guerra podría estar en desventaja pero no por eso había perdido su condición y actitud de Dios, y cómo hizo Atena para enviar a uno de sus caballeros?, por qué lo hizo si Hades subió a matarla???, nada de esto tenía sentido a sus ojos

- El poder del Averno no puede ser tomado sin pelear, subestimaste a Hades y ese fue tu error, porque no te diste cuenta los alcances que tendría para proteger a su familia – el caballero alado de negra armadura hablaba y tendió la mano hacia Hécate, la que sonrió y abrió un portal por el que el caballero Shyru de Dragón apareció y tenía de la mano a un niño pequeño el que había estado bajo su cuidado, pero al ver al caballero alado, corrió hacia él y tomó su mano, en ese momento un trueno ensordecedor estalló en el cielo y un portal se formó, Ares vio como los dragones negros empezaron a salir hacia la luz atravesando el portal, las quimeras también, los ejércitos del Averno estaban en camino a alguna parte aparentemente, eso hizo latir el corazón del Dios de la guerra al preguntar:

- Su familia?, eso no es posible…

- Piensa en el lugar en el que estás Ares… piensa de quién son estos dominios… no lo adivinas?, tal vez una pequeña prueba? – la figura alada levantó su mano libre y un remolino de niebla negra los envolvió a todo ellos, unas gruesas cadenas salieron desde la tierra y ataron completamente al Dios de la guerra que forcejeaba indignado, pero más indignado se puso cuando el guerrero alado caminó hasta él y levantó el visor de su casco dejando ver su rostro

- No… no puede ser… yo te vi morir…

- Lo sé…

 

***

Apolo estaba algo inquieto, no había noticias del Santuario y eso no era normal, Ares había bajado al Inframundo esa mañana pero tampoco había noticias del templo marino, y eso tampoco era normal, cinco días habían pasado desde que el Reino de Poseidón fue destruido y Shun asesinado, Julián debería saberlo a estas alturas pero nadie sabía nada de ello en el Olimpo, esas noticias no habían llegado y eso tenía preocupado al Dios del Sol, que caminaba de un lado a otro en su templo, su hermana, la Diosa de la Luna, lo miraba con el ceño fruncido, era cierto que las cosas no se definían aún pero… en apariencia todo estaba por buen camino, o por lo menos eso era lo que Artemisa quería convencer a Apolo porque la diosa de la Luna había intentado hablar con Hera pero no había podido, eso en cambio le tenía preocupada a ella

- Sabes… para que estés tranquilo deberíamos darnos una vuelta por la tierra – propuso la hermosa diosa poniéndose de pie

- No lo sé… Zeus prohibió nuestra intervención, solo algunos dioses fueron llamados y eso me intriga, no me agrada el no ser parte de los nuevos tratados y como están las cosas no quiero provocar la ira de nuestro padre, no quiero dar un paso en falso ahora que estamos tan cerca de lograr nuestros propósitos, no me agrada depender de Ares, necesito noticias suyas y no las tenemos

- No somos los únicos, Hefestos, Deméter, Afrodita, Ares y Dionisio tampoco han sido llamados, no te preocupes hermano, cuando sea tiempo nos llamarán a la tierra y por Ares tampoco te preocupes, él nos avisará con tiempo cuando vaya a subir con los ejércitos del Averno, la caída de nuestro padre será como se la ha planeado, mañana todo esto será solo un mal recuerdo, el momento que hemos esperado al fin ha llegado, solo necesitamos tener un poco más de paciencia – dijo Artemisa y sonrió para tratar de darle ánimos a su hermano, pero ella tenía las mismas dudas y reservas que Apolo, y en eso estaban cuando una explosión en las afueras de su templo lo sacudió entero, el rugido inconfundible de un dragón llenó la estancia, el sol se ocultó y los truenos opacaron los bramidos de las bestias aladas de las que se podían ver las siluetas sobrevolando el firmamento

- Ares lo apresuró todo y no nos lo comunicó? – preguntó el Dios del sol sin entender lo que estaba sucediendo

- No creo que sea Ares… - Artemisa sintió claramente el cosmo arrollador y completamente agresivo del Inframundo, no era claro cómo o quién, pero el sentimiento era inconfundible, el cosmo de oscuridad empezaba a llenar sus sentidos, pero eso no era todo, se podía sentir también otra fuerza que avanzaba con el mismo poder, Poseidón… él estaba afuera…

 

Apolo llamó a su legendaria armadura, convocó mediante su cosmo a sus ejércitos  y junto con su hermana salió de su templo para contemplar como afuera, el Olimpo estaba en llamas, se podía ver cientos de dragones azules que surcaban el cielo, sus bramidos era opacados por los truenos que resonaban, rayos iluminaban el cielo que estaba convulsionando y amenazaba tormenta, por el campo florido avanzaban varios pelotones que vestían armaduras azules y eran comandados por los Generales Marinos de Poseidón y los Dioses guerreros de Asgard, al final de la caballería armada se podía ver la carroza en la que el mismísimo Dios de los mares avanzaba, junto con la carroza negra del Averno, en la que se podía ver a alguien que portaba una de las sagradas armaduras, un sapuri del Inframundo, Apolo por un momento pensó que se trataba de Hades pero no… él no podía ser, él estaba encerrado en una urna, o no?, aunque su silueta era inconfundible

 

De cualquier manera el Dios del sol alzó sus manos al cielo y llamó con su poder a sus dragones rojos, sus dragones de fuego, y una encarnizada batalla empezó entre las mágicas criaturas, los ejércitos de Apolo también salieron detrás de su templo para dar encuentro a las fuerzas del templo marino que avanzaban peligrosamente, Artemisa había llamado a sus sacerdotisas las que con su magia lograron levantar un campo de energía que rodeaba el templo principal de Apolo, y allí los dos hermanos vieron impotentes como los generales marinos iban ganando terreno poco a poco, los ejércitos de Apolo eran numerosos y superaban a los ejércitos del mar, pero esto se igualó cuando a la batalla llegaron los ejércitos de Hades

 

Cientos y cientos de hombres que portaban armaduras negras llegaron al Olimpo montados en sendos dragones negros y grises, los espectros y jueces los comandaban, pero eso no era todo, los caballeros de Atena también llegaron, la Diosa de la tierra llegó en una carroza blanca y se quedó en la última hilera junto con Poseidón y con el guerrero del Averno, Apolo se negaba a creer que aquel fuera Hades en persona, no… esto no podía estar pasando…

 

La lucha era encarnizada, los generales marinos y los caballeros de Atena se movían como un solo puño, no era secreto para nadie que a través de los años, los dos reinos habían trabajado juntos en innumerables ocasiones y por eso su coordinación en batalla fue espectacular, los ejércitos del Averno estaban haciendo su parte, ellos estaban conteniendo y reduciendo el perímetro, Apolo pudo ver que el que comandaba los ejércitos del Averno era un caballero que portaba una armadura negra que tenía alas, era una armadura exactamente igual a la que poseía Hades, este caballero lo controlaba todo desde el aire porque estaba montando un dragón negro que iba arrasando todo a su paso

 

Los ejércitos de Apolo estaban cayendo, pero su barrera de energía aún no había sido penetrada, y justamente Apolo estaba pensando esto cuando una explosión movió el suelo bajo su pies, los dioses del sol y de la luna no se habían dado cuenta pero el flanco derecho del templo había sido despejado y allí se encontraba una figura que vestía una capa azul cuya capucha le cubría el rostro, estaba rodeado de algunos espectros del Averno y tenía dos quimeras a cada lado suyo, aparentemente estaba recitando un cántico o algo, porque se podía ver como la energía que emanaba se iba acumulando a su alrededor, su cosmo brillaba de una manera hermosa pero peligrosa, porque cuando separó sus manos, una nueva explosión envolvió el templo entero resquebrajando su barrera de energía

- Quién diablos es? – preguntó Artemisa, la hermosa diosa se tuvo que sostener de su hermano para no caer al suelo, ella estaba usando todo su poder para sostener la barrera de energía pero no lo podría seguir haciendo, estaba débil y la mayoría de sus sacerdotisas ya habían caído

- No lo sé… pero es poderoso… muy poderoso…

- Es alguien del Averno?, Hécate? – preguntó Artemisa al ver a las quimeras que lo rodeaban, si alguien intentaba acercarse ellas lo defendían eficientemente, sin contar con el dragón negro que los sobrevolaba

- No lo sé… no lo creo, ella no es tan poderosa, nadie podría romper tu barrera de fuerza – dijo Apolo mirando como el guerrero de armadura alada, saltaba del dragón y caía junto a la figura encapuchada, le tendía la mano y al hacerlo, ambos encendieron su cosmo al mismo tiempo, el suelo volvió a temblar cuando una nueva explosión arremetió con todo y esta vez el escudo de energía que envolvía el templo de Apolo se hizo añicos

 

Apolo salió despedido por la fuerza del impacto, al igual que su hermana la que aterrizó pesadamente en el suelo, y por la puerta principal entraron los dos guerreros que habían destruido las defensas del templo del Dios del sol, el cual se incorporó lentamente y preguntó:

- Quienes son ustedes?, qué hacen aquí?, cómo lograron destruir nuestras defensas? – el guerrero que portaba la armadura negra, estiró la mano y una corriente eléctrica sumamente poderosa envolvió al Dios que se retorció en el aire y luego cayó nuevamente al suelo, Apolo pensó que estaba ciego porque al abrir los ojos no pudo ver nada pero no… no era eso, su enemigo lo había cegado al tiempo que una parálisis horrible lo invadió, el Dios del sol tuvo que hacer uso de todo su poder para combatir este estupor, y lo logró parcialmente porque antes de que se pudiera incorporar, sintió como algo frío y metálico se cerraba en su muñeca, al abrir los ojos, vio a aquel guerrero alado acunclillarse junto a su hermana y colocarle un brazalete como el que él tenía puesto ahora, al intentar sacárselo no pudo hacerlo, el guerrero tras su casco dijo:

- No te servirá de nada intentarlo, solo aquel que forjó el brazalete lo puede retirar

- Y quién forjó el brazalete?

- No lo adivinas?, vaya… no pensé que fuera tan fácil llegar hasta ti Apolo, aunque no debería sorprenderme, tu exagerada autoconfianza siempre fue tu más grande debilidad – la figura encapuchada fue la que habló al avanzar lentamente por el salón, Apolo abrió mucho los ojos al reconocer aquella voz pero… no… eso no era posible

- Muéstrate!!!!, quién eres? – Apolo metió la mano entre sus ropas y empuñó la daga que en este punto sería su última oportunidad, no le quitaba los ojos al encapuchado que se acercaba lentamente, pero lo que se vino no lo esperó porque el poderoso Dios del sol sintió que se ahogaba, no era como si el aire le faltara, era como si sus pulmones se hubieran llenado de agua y no pudiera respirar, esa sensación era desesperante y aterradora, el encapuchado se agachó y sin mayores miramientos tomó su mano y le quitó la daga, la miró y sonrió, luego le dio la daga al guerrero de la negra armadura alada y movió ligeramente su mano, Apolo sintió la gloria cuando pudo respirar nuevamente, y tosía al escuchar:

- Quién soy?, bueno… soy al que cruelmente asesinaste, soy el padre de los niños que mataste, soy tu víctima y tu verdugo, soy la justicia, soy el dragón dormido que despertaste con violencia, soy yo simplemente… aunque eso no es bueno para ti… - la figura encapuchada bajó su capucha dejando ver su rostro, Apolo no lo podía creer, ante él estaba en toda su gloria, el consorte de Poseidón, el regente de los mares, estaba usando una capa que le cubría casi todo el cuerpo, pero al quitársela se pudo apreciar su silueta entera, estaba usando una regia túnica bellamente decorada y se podía ver su abultado vientre producto de su embarazo, en sus brazos tenía brazaletes en forma de serpientes que le daban un aire bastante intimidante y en su mano lucía la sortija regente del Templo marino, Apolo no lo podía creer, el antiguo caballero de Andrómeda se veía completa y absolutamente hermoso, aunque poderoso y amenazante

- Shun…

- Así es… y no vine solo – el joven de ojos verdes señaló al guerrero de la armadura alada, el que se quitó el casco y miró con una sonrisa al Dios del sol que no podía creer lo que veía, el antiguo caballero Seiya de Pegaso estaba de pie luciendo imponente su sagrada armadura del Averno, la cual era una réplica casi exacta a la que usualmente portaba Hades, el regente del Inframundo se veía fuerte y poderoso, en especial por el cosmo que emanaba, ese cosmo paralizaba los huesos, era cosmo de oscuridad que se estaba filtrando en el aire y les estaba dificultando la respiración, pero eso no fue lo que impactó a Apolo, fue el hecho de que el caballero Seiya de Pegaso hizo levitar la daga y la incineró con la mirada, solo cenizas quedaron de ella, Artemisa no lo podía creer

- Sabes… hay que saber escoger a los amigos, pero se debe tener mucho más cuidado en escoger a los enemigos, y déjame decirte Apolo que escogiste a los peores – dijo Seiya en un tono muy tranquilo

- Si hablas de tu consorte…

- No… no estoy hablando de Hades o de Poseidón en realidad, aunque no harías bien en desmerecerlos, pero ahora estaba hablando de tu padre y de Hera – el castaño dijo eso y se hizo a un lado para hacer espacio al Dios de los cielos que entraba al destrozado templo junto con su esposa, la mirada de furia en los ojos de Zeus era aterradora, y más que él, fue la mirada dura de Hera lo que hizo que Artemisa bajara la cabeza y Apolo se pusiera incómodo, todo se acababa de ir al diablo, en especial porque con ellos entró Ares que tenía cadenas en las manos y estaba usando un brazalete como los que ellos también estaban usando, al final de la comitiva venían Hades, Poseidón y Atena…

 

Había acabado, su plan había acabado y de la peor manera…

 

Notas finales:

Chan chan chan.... y ahora????

No se pueden perder el capítulo del lunes, lo explica todo, el plan de Hades y todo lo que pasó hoy, muchas gracias por leer y nos vemos el lunes en el capítulo nuevo, saludos, bye


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