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La mirada del asesino por Jesica Black

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Capitulo III

 

Paris, Miércoles 12 de Febrero. 21:30 pm.

 

                Habían pasado sólo una semana desde la fiesta que dio Aspros en su mansión, por lo que Dégel aún se encontraba pensando mientras escribía una carta a su padre, el cual se encontraba de viaje en esos momentos. ¿Cómo empezar a narrarle un texto a Krest du Verseau cuando siquiera tenía certezas de lo ocurrido con aquel extraño caballero? No podía contarle nada sobre aquel joven que lo cortejo en la fiesta porque, a pesar de hablar durante un largo tiempo, no pudo sacar a trasluz nada en lo absoluto.

Entonces comenzó como siempre se comienza una carta dirigida a alguien: “querido…”. La relación de Dégel con su padre se había afianzado muchísimo en los últimos años, el peliverde siempre se notó descarrilado a la hora de mantener una charla con el noble a quien también llamaba padre. Krest era bastante particular. Llevaba su cabello corto, cubriendo parcialmente el ojo derecho algo dañado por una pelea, era bajito y delgado, nadie creería la edad que tenía por su fisonomía, además de ser un ilustre estudioso. Su padre había mantenido intachable el nombre de la familia a pesar de algunos rumores sobre su vida privada. Se decía, cuando Dégel aun era un niño, que Krest solía salir en busca de hombres o mujeres con los cuales tener sexo casual, lo que irritaba a el padre de este; y también se cuasi confirmaba que Dégel era fruto de una aventura sexual que el mayor había tenido cuando muy joven, pero su abuelo había curado esos  dichos con un matrimonio por conveniencia que terminó en la nada, puesto que el noble más joven llevaba el apellido solamente de su padre.

Volviendo a la carta, Du Verseau padre era por demás muy estricto a las relaciones de su hijo, había tenido extremo cuidado en elegir las amistades del mismo, así como las relaciones amorosas que este tuvo de joven, prohibiéndole tener relaciones sexuales con su pareja antes del matrimonio, cosa que fue obedecido a rajatabla y no por nada Dégel aun mantenía su virginidad intacta.
Entonces comenzó, la pluma se movió sola y sus ojos cubiertos por unas lentes con borde de oro no dejaban de mirar el papel y su caligrafía perfecta.

                Querido Padre:

Te mando esta carta para informarte sobre el acontecimiento de los últimos días. Conocí un hombre en la fiesta de Aspros ¿recuerdas? La que te dije que iría una vez que accedí a tu  capricho de poder formar una familia a mi edad de veintitrés años.
Este hombre es por demás extraño, se apellida Skorpius, tiene una apariencia bastante alineada y elegante, pero muchas veces su lenguaje desfasa y termina escupiendo su esencia.
Llama mucho la atención, papá, y si yo te presentase a doscientos caballeros diferentes, entre ellos él, creo que hasta tú lo verías resaltar entre los demás consortes. Es sin duda, el único que llamó mi atención de todos los que se encontraban allí, sometiéndose a los caprichos mundanos de la excelencia aristocrática.

 

                También, padre, le pedí que no apresure los tiempos, puesto que tú mismo me has pedido incontables veces que no caiga víctima de mis impulsos, sino que trate de preservarme frío e inmaculado. Lo haré. Pero permíteme decirte, señor, que estoy ligeramente conmovido ante esta especie de “cita” que tendremos, cosa que no me pasó con mis anteriores prometidos.
Querido padre, sé que deseas lo mejor para mí y yo también deseo lo mejor para mí, trataré de hacerle créditos a tu nombre y no me dejaré llevar.

 

                Saludo con amor desde el fondo de mi corazón.

Dégel du Verseau.

 

 

                Doblo el blanco papel y lo deposito en el sobre que iría directo a las manos de su padre en Alemania, donde se encontraba realizando un proyecto. Le pidió a una de las criadas que lo llevara al servicio postal y luego cerró la puerta. Se quitó absolutamente toda la ropa y se colocó frente al espejo mirando ese tatuaje en su piel, el tatuaje de su familia. Du Verseau significaba “De Acuario” en francés, por lo cual su familia denotaba era por demás astrológica. Se creía que desde la era más antigua, el signo de acuario y sobre todo, la constelación propia iluminarían a la familia. Todos, absolutamente todos los miembros de esa casa y familia, eran de Acuario, ya sea los que tuvieran el apellido como así los empleados. Pasó su mano por el tatuaje en su omoplato, como pudo, dado que la posición era incomoda. Se colocó sus ropas para dormir y abrió la cama. Aún era temprano pero debía descansar.

 

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Jueves 13 de febrero, 7:25 am.

 

                Odiaba levantarse temprano pero era su deber ir a la panadería a comprar el pan de la familia. Tomó entonces la canasta y caminó por las calles saludando a algunos vecinos que lo conocía desde pequeño. Caminó bastante hasta llegar a la panadería y así comprar lo que necesitaba para luego retirarse. Tomó solamente un trozó de uno de los que había allí y comió, no había desayuno nada. Tan ensimismado estaba que no se dio cuenta cuando un joven se colocó frente suyo y chocó contra él adrede.
Camus inmediatamente quiso disculparse pero al ver la socarrona mirada del rubio y su sonrisa llena de cinismo, no dijo absolutamente nada.

 

−¿No vas a pedirme disculpas, cariño? –comentó con viveza, Milo estaba allí parado con una sonrisa de victoria en sus labios, era más que obvio que al verlo se puso en medio a propósito, pero Camus no tenía con que replicarle, dado que si hubiera prestado atención no le hubiese golpeado.

−Te lo mereces por estar de idiota en medio de la avenida –comentó y se acomodó el cabello−. Ahora discúlpame, tengo que trabajar ¿sabes lo que es trabajar? Se le dice a lo que haces para obtener dinero sin que te lo de tu hermanito.

−Ja, ja, eres tan gracioso –susurró cruzando los brazos y miró la canasta−. Dame uno.

−Compra los tuyos –giró su cuerpo para alejarlo de la canasta.

−Sabes, para ser tan bonito no eres nada amable –masculló algo enfadado, Camus se sonrojó levemente ¿ese tipo pensaba que él era bonito?

−Tú tampoco eres amable, vienes solamente a molestarme y creerte mejor que yo, sólo porque eres de una familia rica que puede conseguir todo lo que quiere.

−Sí, la verdad sí, soy mejor que tú.

−¿Estás escuchándome? –preguntó realmente indignado, el tipo actuaba como un adolescente−. Ya no eres un niño, debes tener tus años.

−Creo que no….−le arrebata un pan de la canasta y lo muerde.

−¡OYE! Eso no es tuyo, ¡dámelo!

−Ya está en mi boca…..−comentó y comenzó a masticar, era por demás obvio que lo provocaba de una forma vil, pero Camus no tenía un pelo de tonto y levantando su pie, le dio un pisotón terrible, lo que provocó que escupiera el pan encima del pelirrojo.

−Aaaagh…..qué asco, tendré que bañarme….−susurró para sí mismo mientras la migajas de pan se esparcían por su cabello, rostro y ropa.

−Cof, cof…..−comenzó a toser el muchacho−. Oye, eso no es nada amigable, pelirrojo –le tomó del cabello tironeándolo.

−¡DEJAME, BASTARDO!

 

No muy lejos de allí se encontraba un joven de cabello grisáceo. Su mirada apuñaló al rubio cuando observó la escena y sin decir nada interrumpió su charla con su amigo y fue directamente hacia donde estaban los dos jóvenes peleando. Valentino “DeathMask” Cancro arremetió como león a su presa y golpeó el rostro del rubio justo en su mejilla, llevándose a Camus al suelo también, dado que no lo había soltado a pesar del ataque. Valentino no dudó ni un segundo y tomó el brazo del pelirrojo para levantarlo, casi de forma violenta y continuar golpeando al bastardo, pero Camus lo detuvo.

−¡No, ya basta DeathMask! –gritó el más joven, Cancro se detuvo completamente, aun con la mirada repleta de ira.

−No entiendo cómo puedes decirme eso cuando este sujeto te estaba tirando del cabello –criticó, un cuarto chico se acercó también, era rubio con un hermoso cuerpo y mirada perfecta, era llamado Afrodita por su belleza similar a la de una mujer, pero su nombre seguía siendo un secreto.

−¿Por qué saliste tan de repente, Death? –comenzó y miró al atlético rubio levantarse mientras se enderezaba la quijada.

−Este idiota estaba golpeando a mi esposo….

−No soy tu esposo –criticó Camus−. Soy tu prometido a fuerza….

−Es casi lo mismo, bombón –se acercó a él intentando abrazarlo por la cintura, pero Camus puso la mano frente a él para evitar tener contacto fuera de lo común.

−¿Qué? ¿Esta cosa es tu novio? –el que habló esta vez fue Milo, quien no salía de su asombro.

−¿A quién llamas cosa, ricachoncito? –gruñó Cancro mientras se disponía a atacarlo nuevamente, pero Afrodita lo detuvo esta vez.

−Vamos Death, no quiero seguir pasando vergüenza aquí contigo, lo lamento mucho señor –se disculpó el joven con Milo y le entregó una flor blanca, para luego llevarse a DeathMask con él.

−¿Viste lo que hiciste? –cuestionó Camus con bronca, Milo se desencajó.

−¿Yo hice? Perdón, fuiste tú quien me dio ese pisotón.

−¡PORQUE TOMASTE MI PAN!

−¡PORQUE TU NO ME DISTE!

−¡PORQUE NI SIQUIERA ES MIO! –nuevamente estaban discutiendo como niños, Camus entonces colocó la cesta en el piso, sus dos manos en las caderas y se acercó desafiante a Milo−. Escúchame bien, ricachón. No porque seas rico puedes tener todo lo que quieras, ¿quieres saber que no tendrás? –Milo le miró espantado−. A mí en tu cama.

−…….Ja, como si quisiera eso…..−gruñó por lo bajo, Camus sonrió de costado y se separó, tomó su cesta y se retiró de allí casi a los zancasos.

 

                No paso los dos metros que ya estaba girando hacia atrás para ver si lo seguía, pero no, Milo se había ido a la dirección contraria y eso hasta cierto punto lo había desilusionado.  Cuando vio a DeathMask defendiéndolo de los agarres de Milo, por un momento soñó que se pudieran a pelear por él, eso le hubiera hecho sentir mejor consigo mismo.
Llegó entonces a la mansión du Verseau donde ya se encontraba Dégel levantado y cambiado, no quería decirle que se había encontrado con el hermano del “futuro prometido” del peliverde, pero las ansias de saber que pensaba el muchacho sobre ello le hizo abrir la boca.

−Dégel, ¿a que no adivinas con quien me crucé? –preguntó mientras dejaba el pan en la mesa, Dégel se sentó en una de las sillas y sonríe.

−No sé, pero dado a tu mirada, debió haber pasado algo bueno……−Dégel cruzó sus piernas y le invitó a sentarse junto a él.

−No podría decir “bueno” pero algo pasó…..

−¿Y bien?

−Me encontré con Milo, parece que viven por aquí o están alojándose cerca…..a menos que haya venido principalmente para empujarme….

−Jajajajaja creo que le gustas y siendo rico, puede darse ese lujo –Camus inmediatamente bufó molesto.

−No dirías eso si supieras lo que pasó –comentó y cruzó las piernas−. Me tomó del pelo y lo tironeó, sino fuera por Valentino, seguramente estaríamos en una lucha ahora mismo y hubiera regresado con un ojo morado.

−No creo que te hubiera golpeado, Camus, creo exageras.

−¡Te digo la verdad! Me tiró del cabello, ten cuidado con ese tal Skorpius hoy, ¿saldrás con él, no?

−Sí a la tarde iremos a pasear por la ciudad –Dégel no estaba muy seguro pero le atraía bastante aquel hombre−. No te preocupes por mí, se manejar a los hombres como Kardia.

 

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                Kardia continuaba escribiendo en aquel pedazo de papel, llevaba al menos veinte minutos cambiado con la ropa con la cual asistiría a la cita que tenía con Dégel durante la tarde, pero probablemente sea su descabellado plan o cualquier otra cosa, lo había desconcentrado. La puerta se abrió y apareció Milo por ella, con su ropa poco elegante de haber estado en la calle, tenía un golpe certero en la mejilla derecha, la cual mantenía cubierta con un trapo húmedo.
El mayor no se había inmutado de ello hasta que su hermano carraspeó y tuvo que mirarlo.

−¡Uuuuy! –comentó haciendo un poco de espamento, Milo gruñó por ello−. ¿Qué sucedió? ¿Te pasó un tren por encima?

−¡Claro que no! Tuve una discusión con alguien, nada grave.

−No puedes mentirle a tu hermano mayor, Milo, ¡habla! –cruzó los brazos y dejó lo que estaba haciendo para escuchar.

−¡Bien, bien! Me encontré con Camus en la calle.

−¿El acompañante de Dégel?

−¿Conoces otro Camus? –preguntó arqueando la ceja−. Bueno, intenté jugarle una pequeña bromita y le tomé uno de sus panes, me lo comí y él se enfadó.

−¿Qué?¿Y te dejo la cara así? –preguntó al borde de la risa.

−¡CLARO QUE NO! Déjame terminar…..ejm….bueno como te decía, él se enojó y me pisoteó el pie, yo le tiré el cabello y de pronto −continuó−. Vino un loco desencajado y me golpeó en la cara.

−¿Un loco desencajado?

−¡Sí! Según escuché, es el prometido de Camus, pero a este no le agrada mucho la idea.

−¿Lo escuchaste o te lo inventaste para no sentirte tan desdichado al masturbarte pensando en él? –Milo aprovechó que la frase de su hermano era larga y le dio un golpe en la cabeza−. ¡AAAGH!

−Ya deja de decir tonterías, no es así…..no me toco pensando en él….además –se sentó y quitó el trapo de su cara para dejar descansar aquella zona−. El chico es terrible.

−Me sorprende que siendo mi hermano seas tan estúpido –se levanta−. Pero es obvio, siempre fuiste criado como un príncipe, mientras que yo soporté los insultos y golpes de papá…..pero bueno, ahora me iré a mi cita.

−¿Dónde lo llevarás?

−A la villa “que-te-importa” –se acomodó la ropa−. Deséame suerte, quiero casarme con ese niño mimado.

−Sí, sí, pero si tú te casas con el grande yo me tendré que tragar al chiquito.

−Oh, vamos, como si fuera para ti un castigo –comentó y le acarició duramente la cabeza−. Tiene diecisiete años, un buen cuerpo ¿qué más quieres? Yo lo atacaría, pero bueno, allá tú, yo me voy.

−Espera –lo detiene con la mano−. Tráeme algo.

−Sí, sí, pareces de cuatro años, adiós.

−Adiós.

 

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Paris, centro. 13:00 pm.

 

                Caminó hacia el centro, a pocos metros de la torre Eiffel y aguardó allí, estaba entusiasmado por ello pero no lo suficiente como para sentir mariposas en el estómago. Había algo que no le agradaba de ese joven, algo tenía en la mirada, pero no era aquello lo que más le corrompía. Había tenido varios sueños esa noche, entre ellos, uno donde el muchacho en cuestión se encontraba dentro de una habitación completamente blanca, vestido con una túnica del mismo color y los cabellos enredados y disparejos.
Abrió la puerta y entró, detrás de él solamente podía verse oscuridad y la única luz venía de aquella farola blanca en el cuarto que iluminaba todo. Cerró la puerta tras de si y se acercó a ese muchacho que notoriamente era Kardia Skorpius. Quiso preguntarle que hacía allí, ¿por qué se metía en sus sueños y en su cabeza? Pero no dijo nada, se acercó y apoyó su mano sobre la espalda. Lo que vio lo dejó sin aliento.

A pesar que en el sueño, Kardia parecía adulto, cuando se dio la vuelta solamente era un niño asustado, con sus ojos repletos de lágrimas y temblando en sus manos llenas de sangre. No dejaba de sollozar y pedir que por favor lo saquen de allí, que él no era malo, pero Dégel le explicaba que no podía. “Sólo tú puedes ver lo que hay en mi” susurró con una voz ronca el pequeño antes que Dégel se despertara sudado.

–Disculpa por llegar tarde –nuevamente la voz de su pesadilla apareció y giró la cabeza para ver al hombre de cabellos azulados con un enorme ramo de flores–. Tuve que comprarlas, aunque nada se compara contigo.

–¡Oh, gracias! –Se levantó de la banca donde se encontraba y tomó el enorme ramo–. Tendremos un problema, le dije a mi chofer que se retire y….bueno no sé si pueda cargar este ramo hasta el restaurante.

–No te preocupes por eso, yo lo cargaré por ti –murmuró y tomó la mano de Dégel para besarla suavemente–. ¿Dónde deseas ir?

–Pues, hay un restaurante bastante popular por aquí, queda solamente a dos calles.

–Entonces vamos directamente –comentó Kardia y puso su mano en su propia cintura para que Dégel pasara su brazo en medio y pudieran ir así todo el camino. El peliverde entendió la idea y lo hizo mientras caminaba.

–¿Te quedarás mucho en Paris?

–Toda la vida si es posible….–masculló, en realidad sabía que no podía volver a Londres, no por nada era cuasi un fugitivo.

–¿Te gusta lo que ves? –preguntó mirando el paisaje, Kardia no se concentraba en ello sino en la hermosa figura de su compañero.

–Me encanta –el galo comprendió la indirecta y se sonrojó levemente ante el comentario.

–¿Puedo hacerte una pregunta?

–Las que quieras.

–¿Por qué yo? –“buen interrogante”, pensó Kardia, y le miró directo a los ojos profundos que tenía el muchacho.

–No lo sé…..–respondió y era verdad, desde que lo vio, Kardia quedó prendado a él, aun sabiendo que probablemente sea una víctima de su mente.

–¿Cómo un hombre de treinta y tres años no está casado y busca consorte en otro país? –cuestionó Dégel y tenía todas las de llevarse las dudas del griego.

–Mi padre…..bueno tú sabes que mi padre ha fallecido hace unos años, él deseaba que me casara y hasta un momento me buscó una prometida –comunicó el muchacho mientras continuaba caminando–. Pero nunca me vio casado….entonces juré sobre su féretro, que si me casaba con alguien tenía que ser una persona que me cautivara a simple vista.

–Pero, eso no es un poco ¿adolescente? –arqueó la ceja, Kardia sonrió.

–Sí, es algo adolescente, pero…..bueno….–llegaron al restaurante y Skorpius abrió la puerta para dejar pasar al galo, este agradeció y se sentó en una mesa apartada para ellos.

–Cuéntame de ti…..–murmuró mientras se acomodaba la ropa y se disponía a leer el menú.

–Bueno no hay mucho que decir, ya sabes, vengo de Londres.

–Pero tu acento es más parecido al griego.

–Porque soy griego, bueno, al menos nací allí –se descubrió, creyó por un instante que el joven Du Verseau podía ser peligroso, pero luego le miró bien y rechazó esa idea.

–Oh, yo nací aquí, mi padre es Krest Du Verseau…..ahora está en Alemania, cerrando un negocio.

–¿Eres hijo único, verdad?

–Verdad, mis padres sólo me concibieron a mi…. –se sintió incomodo ante esa pregunta, Kardia había dado en el clavo y lo sabía–. Igual mi padre casi nunca está en casa, quiso buscarme consorte por sí mismo y me prohibía mantener relaciones sexuales antes del matrimonio.

–¿Le hiciste caso?

–Claro que sí, tú no sabes lo que es mi padre enojado. ¿Y tú?

–¿Si soy virgen? –preguntó con una sonrisa irónica, Dégel también se echó a reír ante ese comentario.

–No, no…..

–Bueno, si quieres saberlo, jamás he mantenido relaciones sexuales con otro hombre…..–tomó el menú y lo abrió–. Supongo será una nueva experiencia.

–Aun no te he dicho “si” a la propuesta de matrimonio –provocó, Kardia amaba eso.

–Puedo hacer que me digas si….

–Pruébalo.

–¿Quieres filete para cenar?

–Si.

–¿Lo ves? –inquirió riendo, Dégel comprendió y también se echó a reír.

–¡No, idiota! Me refería decirte sí al casamiento.

–Oh, deberías ser más específico al hablar –le tomó de la mano y le miró a los ojos–. Sólo puedo decirte que nunca vi unos ojos violáceos más hermosos.

–No existe mucha gente con este color de ojos.

–Lo sé…..–le besa nuevamente la mano y vuelve a mirar el menú, Dégel no puede evitar sonrojarse ante estas acciones tan caballerosas.

–¿Te gusta leer algo? –preguntó, Kardia levantó la vista sin comprender–. Libros, digo, libros….

–Oh, libros –susurró–. Bueno, sí, me gusta.

–Tengo una biblioteca en mi cuarto, tal vez podríamos compartir algunos libros.

–Tal vez….–masculló y volvió a lo suyo, el más joven se sentía completamente satisfecho con esa acción.

 

                La cena había trascurrido con muchas bromas, comentarios y sonrisas. Kardia era realmente la persona que había estado esperando durante muchos años y para el griego, Dégel era una exquisita pieza la cual quería poseer, pero debía ser cauteloso, no debía dejarse llevar por los sentimientos como la otra vez, tenía que ser ingenioso.
No muy lejos de allí, unos ojos color hielo los miraba, no se la haría tan fácil a ese griego llevarse a SU Dégel, no por nada era la persona a la que más amaba en todo el mundo.

 

Continuará.

Notas finales:

Bueno gente a partir de acá comenzarán las cosas a ponerse caldeadas. Veremos a más personajes irrumpir en la relación y también mucho dramatismo, violencia y muertes. También he leído que extrañan a Jean, bueno tendrá un papel muuuuuy menor en este fic, ya lo verán en el siguiente capítulo. A decir verdad no quería ponerlo, pero me gana, a veces es necesario un personajes anexo para aquellos que no tienen pareja, pero tranquilas, no será ni una puta ni un violado, es simplemente un muchacho que nos hará reír un poco.

¡Saludos a todos! Gracias por los comentarios. Los iré respondiendo a medida me vaya enterando.


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