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La mirada del asesino por Jesica Black

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Capitulo IV

 

 

                Lo espero junto a la puerta y miró por la ventana durante toda la tarde a ver si el automóvil de Dégel llegaba, pero no fue así, sentía nostalgia de no poder ir a buscarlo o comunicarse con él de forma rápida, por lo que a pesar que su trabajo cuando el peliverde abandonaba la casa era como el de cualquier miembro de la servidumbre, siempre se le perdonaba de hacer los quehaceres domésticos por ser un adolescente aun, además, que su “madre” trataba de no darle demasiadas tareas con el fin que acepte de una vez el matrimonio con Valentino, lo cual se le estaba haciendo bastante difícil.

Estaba a punto de rendirse cuando escuchó el ruido del vehículo y giró, tirando de la cortina hasta tal punto que se le cayó encima, haciéndolo asustar horriblemente al aterrizar en el piso. No dudo en despejar aquellas telas que le impedían la visión y levantarse para ver como Dégel salía del auto con un enorme ramo de rosas, y dentro del mismo Kardia sonreía risueño. El pelirrojo también lo hizo, era difícil no dejarse llevar por los encantos del griego, pero ladeó su rostro varias veces para al fin salir de la mansión y acercarse un poco para escuchar el discurso.

−Gracias por traerme y por las flores –habló Dégel haciendo una pequeña reverencia−. Nadie ha sido tan atento conmigo desde que tengo memoria.

−No es nada, esperaré por ti mañana.

−¿Deseas mañana comer aquí? La servidumbre hace riquísimos platillos –invitó amablemente, Kardia hace un gesto de aprobación.

−Estaré encantado de ello, te esperaré ¿a las 12 te parece bien? –preguntó.

−A las doce será, adiós….−y con un ademan con la mano lo saludó antes de cerrar la puerta y ordenar al chofer que lo lleve a otro lugar.

 

                Dégel se queda parado allí, saludando como un idiota mientras se retira. Camus no pudo evitar acercarse y de un empujón lograr desactivar al galo de su ensoñación, lo cual logró inmediatamente.

−Parece que te fue muy bien en la cita.

−Definitivamente bien, ¿y tú? ¿Me estabas espiando? –preguntó mientras se acercaba a la casa, el ramo ya le pesaba bastante−. Ponlas en agua –le ordenó a una joven sirvienta mientras le entregaba el ramo.

−Ya te dije que mucho no me fiaba de ellos y estaba preocupado –comentó, era verdad que Camus se encontraba colérico desde que Dégel se había ido, pero no comprendía por qué−. Nunca me había pasado con tus anteriores romances.

−¿Será que éste es el indicado?

−Puede que sí o puede que no –suspiró irritado−. En fin, llamó Shion Arie…..dijo que en poco te llegará la invitación de su casamiento.

−Oh, sí, con Dokoh Libriani –se sentó en uno de los sillones amplios del salón−. ¿Y qué le dijiste?

−Que me alegro por él…..todos se van casando.

−Aun Albafica Rose no se ha casado, por lo que no seré un solterón permanente –se miró las uñas, bastante confiado.

−Pero que lo desfloraron hace tiempo puedo darlo por echo, señor Dégel –inquirió el pelirrojo, Dégel sonrió ante ese juego de palabras.

−Realmente me haces reír, Camus, aun así no tengo mucho apuro por casarme, tú sabes que esas cosas son de mi padre, tiene miedo a que hablen de mi como hablaron de él en su tiempo.

−Bueno Dégel, los cotilleos con respecto al Señor Krest nunca fueron del todo amigables, pero la mayor parte de los nobles Parisinos sabe que usted es intachable en eso.

−¿Por qué dan por hecho que soy virgen? −suspiró−. He tenido miles de oportunidades para deshacerme de la virginidad, la cual parece que para mi padre es un tesoro más preciado que para mí.

−Usted entiéndalo, un noble que adquiere primeras nupcias debe casarse virgen, sino, toda su familia será…..

−Mi padre estaba embarazado de mi cuando se casó con el otro….−bramó, parecía irritado−. No quiero ser como mi padre, pero tampoco quiero que dependa mucho de las cosas que hago.

−Aaaah, bueno, doy gracias a dios que entre la servidumbre no es necesario la virginidad para casarse o ese tipo de cosas….aun así ¿piensas que le entregaré mi cuerpo al primer idiota que cruce esa puerta? –señala la entrada, la cual inmediatamente es atravesada por quien más que DeathMask, el joven traía unos pedazos de carne que él mismo cortó para los nobles.

−Señor Du Verseau, le traigo la mejor carne de aquí –comentó y miró a Camus con lascivia, cosa que este inmediatamente observó e hizo muecas de asco.

−Gracias Valentino, déjalo en la cocina y puedes retirarte……−habló el mayor, DeathMask se retiró y el galo miró a su acompañante.

−¡Eso no cuenta!

−Oh, claro que cuenta jajajaja igual, es tu futuro esposo, así que debe desflorarte él….−comienza a jugar con una argolla de su dedo.

−Aun así, ese señor, el tal Skorpius te ofreció matrimonio –cambia de tema abruptamente−. ¿Qué le dirás?

−Aun no lo sé.

−Dégel, por favor……

−Déjame ver el terreno y luego te diré.

 

 

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Mansión de la familia Gemini. Paris.

 

                Aspros golpeteaba con sus dedos uno de los brazos del sillón que estaba en el centro de su enorme mansión. No creía en patrañas como brujos o ese tipo de cosas, pero su hermano menos, Deuteros, que si creía, lo había invitado para que le lean su buena fortuna. Bufó irritado y miró al par de enamorados a un lado, esperando atentamente a que la persona entrase allí.
No pasó más de un minuto de retardo cuando uno de los sirvientes lo anunció. Los adivinos o brujos de las aldeas no solían presentarse con su nombre de pila, por lo que usaban sobrenombres.

Froideur era el nombre que usaba, lo cual significaba Frialdad en francés. Aspros lo observó, traía una túnica completamente blanca que llegaba hasta el piso, sus ojos eran violeta y estaban fijamente depositados en el escalón delante de sus pies, su cabello rojizo le llegaba hasta las rodillas probablemente y su piel era tan blanca como la nieve. Se agachó y dio un saludo como si estuviera delante de la realeza.

−Mi señor, soy Froideur, vengo de una familia muy extensa de hechiceros de magia blanca, muy pocos entienden lo que hacemos…..−susurró bajando la cabeza−. Me han contactado para que de mi parecer sobre….

−Mi herencia –interrumpió Deuteros, el joven levantó por primera vez la mirada para ver al muchacho de piel morena quien se levantó de su asiento−. Usted sabe, joven Froideur, que nuestra familia posee mucho dinero, y es necesario un heredero…..−la mirada de Deuteros decae−. Pero por más que Asmita y yo lo hemos intentado, no ha ocurrido nada.

−Deme su mano –imploró el muchacho levantándose del suelo para extender la propia mano y tomar la del otro−. Leeré la palma de su mano, si me lo permite.

−Cla….Claro –Deuteros pudo sentir un frío terrible cuando lo tocó, era algo fuera de lo normal, como si el chico viniera del polo norte.

−Hmm…..sí, veo aquí dificultades para concebir….−toca un punto en su mano.

−¡AAAGH! –saca la mano y siente como un moretón se hace en la misma, dándole un terrible espanto.

−Pronto se acercará el primogénito…..doy cinco meses más…..siempre debe dejar una flor azul encima de la mesa de noche de quien lo tendrá en su vientre, cuando la flor se marchite, será el día de la concepción.….traten de no intentarlo todos los días.

                Deuteros entonces sorprendido, afirmó con la cabeza y se retiró al asiento, pero Aspros no estaba del todo convencido de las habilidades del mocoso, por lo cual sonrió de costado y cruzó la pierna derecha arriba de la de izquierda, mirándolo fijamente, estaba a punto de dar un golpe de gracia para saber las habilidades de ese pequeño monstruo.

−Dime, Froideur…..tú eres muy bueno en esto ¿verdad?

−¿Usted quiere más certezas? –comentó y esta vez sus ojos violetas se posaron delante de él, mirándolo fríamente.

−No creo mucho en estas cosas…..pero te daré una oportunidad. Algo exacto quiero yo, algo que tú no puedes saber pero que yo sí.

−¿Una información que usted sepa y que yo por obvias razones no pueda saber? –comentó con elegancia.

−Exacto, dime algo que yo sepa y los demás no, un secreto que guarde solamente yo…..

−Hm, está bien…..−comentó y le miró fijamente, Aspros sintió que no podía pestañar dado que perdería el contacto visual−. Usted de pequeño guardaba trece monedas de oro en un cofre pequeño de madera debajo de su cama.

−¿Eh? –Deuteros estaba terriblemente sorprendido por ese detalle tan estúpido, miró a su hermano que parecía impactado y supo que era real−. ¿Tú hacías eso?

−Trece es un número de mala suerte, pero para usted, era la bendición, así su padre obtenía riquezas, haciendo un ritual escondiendo trece monedas de oro bajo su cama, los negocios y la fortuna incrementaba cada día……−se acercó dando un paso−. Pero usted sabe que toda fortuna tiene un costo, a su padre fue la vida y a usted el amor…..el amor no llegará a su puerta jamás….

−…..lárgate de aquí.

−¿Duele la verdad?

−¡FUERA! ¡SAQUEN A ESTA PUTA MAL PARIDA DE AQUÍ! –la mirada del joven no se apartó por más que los guardias lo tomaron del brazo para sacarlo, solamente se reía de él y se su mala suerte.

 

                Tal vez, su sed de riquezas le había costado su amor. Tiró su cabello hacia atrás y miró a su hermano que espantado lo observaba. Luego a Asmita quien parecía apacible. Se levantó del sillón y tirando los florales que se encontraban allí se retiró, sin antes mirar a uno de los guardias y preguntarle:

−¿Cómo se llama ese crio? –cuestionó, el guardia levantó los hombros.

−Su nombre real es “Montier, Jean” pero le llaman Froideur.

 

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                Luego de la conversación con Dégel, y tal vez para huir de DeathMask quien lo acosaba continuamente, Camus salió de la mansión directo a una hermosa florería que se encontraba en el Bulevar principal. Sus ojos paseaban sin tabú por todas las vidrieras, principalmente por aquellas que no había notado anteriormente tenía ropa nueva. La florería Rose era la más importante de todo el central park de Paris. Casi estaba en una ensoñación cuando sus ojos se cruzan con los de Albafica Rose, hijo del dueño Lugonis Rose. No atendía por obvias razones, el solamente miraba las flores en su máximo esplendor y a veces las acariciaba.

–Buen día, Albafica.

–Buen día, joven Camus –comentó el bello muchacho mientras tomaba en sus brazos una flor roja con espinas.

–¿No te duele?

–¿Por qué debería?

–Tiene espinas –indicó como si fuera lo más obvio del mundo, Albafica sonríe ampliamente y asintió.

–Mi familia está acostumbrada a eso, casi tenemos todas las manos endurecidas, nosotros cortamos personalmente cada flor para la florería…..–acomodó su cabello–. Esta rosa tiene el mismo tono de tu cabello.

–Es verdad…..–miró la flor con muchísima nostalgia.

–¿Sucede algo, Camus?

–Sí, digo No……–suspiró y giró su cabeza hacia otro lado–. Mejor me voy, salí de la casa para no ver a DeathMask.

–¿El carnicero? –Preguntó con una sonrisa–. Está allí –con su dedo mostró a un muchacho que venía casi corriendo desde la esquina anterior. Los ojos de Camus se abrieron.

–Debo irme –dijo al joven Rose y se disponía a salir corriendo, pero ni bien dio algunos pasos ya DeathMask se encontraba a su lado.

–Hola Camus.

–Hola Valentino –murmuró con sarcasmo y continuó su caminata.

–Parece como si nunca quisieras verme, y yo que me muero por ti, hermoso pelirrojo –le tomó del brazo, pero Camus disimuladamente se desprende.

–¿No tienes nada mejor que hacer que acosarme? Como, no sé, estar con tu amiguito.

–¿Afrodita? ¿Estás celoso de él? Bueno, todos le tienen envidia pero tú no deberías, tienes tan buen cuerpo, lindos ojos….

–Ya cierra la boca –susurró avergonzado–. ¿Por qué me sigues?

–Quiero hablar sobre la boda, yo estaba pensando…

–No, no por favor Valentino, no más hablar de la boda –se distanció un poco y lo miró de frente cruzando los brazos–. Mi mamá insiste en ello pero realmente no tengo ningún placer de casarme.

–¿No te resulto sexy? Mira los hermosos brazos que tengo –hizo un gesto para que se pudieran ver los músculos de su brazo, Camus negaba con la cabeza.

–No me refiero a eso, Valentino….

–Dime Death.

–¡Como sea! El punto es…..–suspira pesadamente–. No quiero casarme ¡tengo diecisiete años!

–Ya estas viejo para varios….

–¡Claro que no! –Bramó molesto, casi con un bufido de frustración–. Aún no he terminado la escuela y ya quieren que forme una familia, yo no quiero ni deseo ser sirviente toda mi vida.

–¿Y qué piensas hacer? ¿Casarte con Dégel?

–¡Claro que no! Dégel es como mi hermano –comentó esto y sin medir palabra DeathMask lo envolvió en sus brazos por la cintura y lo acercó a él–. ¿Q-qué haces?

–¿No te gustaría ser el esposo del gran empresario de la carne?

–No eres empresario de la carne, eres un triste cortador de carne –puso ambas manos en el pecho del muchacho para apartarse pero el agarre era poderoso.

–Dame un besito, quedarás prendado de mí.

–¡No!

–Uno pequeñito –lo acercaba más a la fuerza.

–¡CLARO QUE NO!

 

                DeathMask hizo caso omiso y lo acercó tanto que sentía la respiración del otro en sus labios. Probablemente el de sangre italiana no se dio cuenta cuando una mirada lo ubicó y de un zarpazo le dio un golpe certero en la cara, haciendo que se desprendiera de Camus completamente y cayera en el piso polvoriento. La mirada del galo estaba más que nada impactada y sus ojos rubí se habían abierto a más no poder, todo trascurría en cámara lenta. Cuando su “prometido” impactó contra el suelo, se dio la vuelta para ver quien le había apaleado y nuevamente la sorpresa lo gobernó al encontrar a Milo Skorpius frente a él. Estaba vestido como cualquier otra persona del lugar. Una playera color gris con unos cordones colgando de la pequeña abertura vertical del cuello, unos pantalones adheridos al cuerpo y unas sandalias de cuero. Los ojos turquesa que decoraban su rostro estaban fijos en su “victima” y la sonrisa en su rostro brillaba de excelencia.

Una vez que DeathMask se encontraba en el suelo, Milo se colocó mejor frente a él y crujió sus dedos contra la palma de la mano. Parecía o mejor dicho se veía victorioso ante este acto, como si lo hubiera planeado desde hace tiempo.

–Ojo por ojo, diente por diente, bastardo –explicó el rubio, DeathMask se levantó y acomodó su ropa polvorienta.

–¿Quién diablos te crees?

–Alguien mejor que tú, patán –bramó con enfado y se dispuso a lanzar otro ataque que el italiano esquivó casi de pura suerte.

–Olé….

–Idiota….–susurró.

 

                Camus no podía creer lo que presenciaban sus ojos. Milo estaba golpeando sin asco a DeathMask y este no se quedaba atrás, lanzándole uno o dos golpes a cada seis del griego. A simple vista y según la altura y cuerpo, era grato pensar que el heleno ganaría y por ventaja, se le veía mejor preparado, con un cuerpo marcado con esa playera que le mostraba la anatomía, además que no dejaba avanzar al otro en sus golpes.
El galo dio unos pasos hacia atrás hasta que la pelea hubo acabado con ninguno como vencedor, dado que DeathMask escapó antes que pudiera darle el golpe de gracia. Cuando Milo se dio la vuelta, el pelirrojo pudo notar un fuerte moretón en el ojo.

Se sintió terriblemente responsable, aunque aún no comprendía el actuar del griego, por lo que lo llevó a la mansión de la familia Du Verseau, entrando por detrás en la puerta del servicio. Sentó al chico en una de las sillas frente a la mesada y buscó algo frío en la heladera para que se lo ponga en el ojo. Lo único que encontró fue la carne que anteriormente le había entregado el carnicero durante la tarde.

–Toma –susurró dándole la carne congelada, Milo miró primero el alimento y luego a Camus.

–Debes estar bromeando ¿No? Me acabo de pelear con el de la carnicería y me das carne.

–Es una ironía, ¿verdad? –Sonrió, Milo también lo hizo y colocó el filete en su ojo–. Ahora puedo saber ¿por qué andas por la calle peleándote con la gente? –cuestionó y volvió a la nevera para buscar agua, Milo aprovechó tener una vista panorámica del cuerpo de Camus, esas piernas semi desnudas por los pantalones cortos que llevaba, esa camiseta color beige  que adornaban su cuerpo y cubrían su cintura y caderas con la fina tela, por último y sin menospreciar, el hermoso y lacio cabello rojo que se deslizaba por su trasero.

–Ese tipo me golpeó primero el otro día, tenía que vengarme, lo encontré y pensé “esta es mi oportunidad”.

–Ya veo, es venganza de machos –sirvió un poco de agua y guardó la jarra cerrando la nevera y entregándole el vaso a Milo–. Toma.

–Gracias –murmuró y bebió del agua fría, era realmente delicioso y refrescante.

–Entonces no tenía nada que ver que DeathMask me estuviera acosando sexualmente.

–Bueno, un poco de cada cosa –comentó–. Si no te gusta ¿por qué no cancelas el matrimonio?

–Mi madre, bueno, a la que yo llamo madre me lo encajó, tú sabes, cuando se ponen cínicas.

–Oh, sí, sí….–bebió un poco más de agua.

–Es difícil decirle que no……

–¿Y existe una forma de romper ese lazo matrimonial? –Preguntó Milo, Camus le mira arqueando la ceja–. Digo, por tu conveniencia.

–Bueno, existe una forma aunque no es apropiada, sería embarazarme de otro dado que tenga la posibilidad.

–Uh, en eso puedo ayudarte –comentó con una sonrisa socarrona.

–En tus sueños.

–¿Cómo lo sabes? (*) –preguntó, Camus abre la boca e inmediatamente se ríe ante la respuesta de su compañero.

–Eres un idiota…..–suspiró  y cruzó las piernas–. Aun así, si en algún momento en tu cabeza mientras mirabas a DeathMask tenías ganas de ayudarme, creo que te juzgué mal.

–Todos me juzgan mal, supongo que es por mi actitud rebelde.

–Uy si, eres un rebelde obedeciendo a Kardia cada instante –comentó y pasó su mano por sus propias piernas.

–Bueno, yo sé cosas que tú no sabes…..–nuevamente tomó el vaso y bebió del agua, Camus pudo notar entonces unas marcas en los dedos, como aquel que se pincha con una rosa pero no lo suficiente para sangrar.

–¿Cosas? ¿Cómo cuáles?

–Son secreto…..

–Hmmmm………eso me hace sentir más intrigado…..

 

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                Kardia miró el reloj de pulsera que tenía, no podía con él y decidió irse de allí lo más rápido que pudiera. Estar en Francia le daba ciertas libertades que en Londres no tenía, no por nada todos habían visto su cara en la fiesta de Hakurei de Altar, donde mató a su preciada hija.
Agradeció que su ingenio lo haya llevado a Paris, a leer el artículo de la fiesta y a tomarse el primer barco  y cruzar el terreno marítimo para estar allí. No se percató que alguien lo seguía muy de cerca, tan cerca que hasta sintió una fragancia verdaderamente extraña. No era ácida, sino muy dulce, demasiado dulce diría.
Giró la cabeza y a pesar que los ojos veían montones de aldeanos cruzándose y caminando, los ojos del peliazul dieron directamente con otro joven que hacía tiempo lo seguía.

–¿Quién diablos eres? –murmuró acercándose a una columna de un local, el muchacho al verse completamente descubierto no le quedó otra que mostrarse.

–Tu peor pesadilla.

–Oh, entonces debes ser mi abuela en ropa de baño –bromeó con astucia. El muchacho se descubrió dejando ver un pelo muy claro, ojos cristal y una mirada elegante vestido de ropa muy cara, “noble” pensó.

–Soy Unity Montreal…..–comentó acercándose al hombre delante suyo, Kardia le miró–. Haré lo que sea necesario para que Dégel no termine casándose contigo.

–¿Disculpa? –cuestionó, no estaba dispuesto a que un cualquiera viniera a destruir su plan.

–No sé quién eres ni me importa, pero Dégel es mío.

–No veo una sortija en su dedo que constate eso, perdedor –bramó Kardia y su mirada cambió a una de completa furia–. Yo me casaré con Dégel, y tú, te quedarás observando como la vida se te va de las manos.

–Eso lo veremos –gruñó Unity, provocándolo.

–Quiero verte intentándolo mocoso, mientras tú vas, yo voy y vengo cincuenta veces –y sin decir más se retiró, dejando a Unity con la sangre en el ojo.

 

Continuará.

Notas finales:

 

(*) Cuando Camus dice “En tus sueños” y Milo responde “¿cómo lo sabes?” significa que en los sueños de Milo, este le hace el amor a Camus o intentan procrearse, por eso se ríen del comentario.

Luego de saber que Itia de The Lost canvas es libra, Aeneas sigue siendo mi idea de escorpión de la época de Krest jajajaja hasta que Shiori me diga lo contrario.


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