Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

MEMORIES por Sakurako

[Reviews - 64]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Hola! aún me recuerdan? sí, sigo viva...

lo siento, sé que he tardado mucho y me disculpo, pero espero aún sigan aquí. 

Aún tengo mucha tarea de la escuela y qué decir del trabajo, pero, intentaré no tardar tanto... 

Bueno espero les guste este larguiiiisiiimo capítulo. 

Disfrútenlo.

                Capítulo VI

                LINK

 

Sin siquiera darme cuenta, yo siempre buscaba tu sonrisa,

Nada ha cambiado desde entonces, aunque ahora ya puedo correr.

Tal vez ahora estemos lejos y no podamos vernos, pero nuestros corazones

Están unidos. Aún si fuese nuestro triste destino ese lazo nunca se romperá…

 

 

PRIMERA PARTE

 

El mundo bostezó… y para cuando las personas se dieron cuenta ya habían pasado seis años…

 

En alguna parte de Tokio, en uno de los edificios más alejados del centro, se encontraba un chico, bueno, ya no tan chico… un hombre de hecho, que a pesar de los años no perdía esa mirada inocente, ese semblante taciturno y su cuerpo… siempre tan delgado…

Dentro del edificio, en el cuarto piso, en el departamento 317 se escuchó el timbre sonar.

Yukihiro se volvió hacia la puerta pero no se movió, miró su reloj de pulsera y notó que faltaban cinco minutos para la media noche. A pesar de ser tan tarde, él seguía en el estudio, leyendo una de sus novelas favoritas. La habría leído, ¿cuántas?, ¿siete, ocho veces ya? No estaba seguro. Aunque de lo que sí estaba seguro era que esta no sería la última vez tampoco.

El timbre sonó de nuevo.

Con fastidio chasqueó los dientes, puso el libro aun lado y sobre este sus lentes de lectura, se levantó del sofá y de mala gana se dirigió a la puerta principal. Necesitaba saber a quién demonios se le ocurría molestar a esa hora.

-¿Qué haces aquí?- preguntó entres sorprendido y molesto al reconocer el rostro del otro lado. -¿Sabes qué hora es?- El tono de voz en Yukihiro era frío e impersonal, algo que solía poner nerviosas a las personas a su alrededor.

-¿No me digas que estabas durmiendo? – ah… pero no a él…

-J…- susurró con cansancio.

Jun Onose, mejor conocido por sus amigos como J, era un hombre dos años mayor que Yukihiro, y su mejor amigo en este momento. Un chico alto, de sonrisa cautivadora y unos ojos tan profundos que en más de una vez Yukihiro se había perdido en ellos.

Jun era un chico encantador, y el abogado que desde hace cuatro años se hacía cargo de la herencia de Awaji.

Ah…. Y su amante ocasional desde el año pasado….

-Entonces… ¿qué dices?- se acercó peligrosamente al rubio. Yukihiro no estaba seguro de qué fue lo que le ocasionó el escalofrío, si fue su mirada penetrante, su sonrisa adusta o esa voz áspera… lo que fuera lo hizo retroceder y colocar ambas manos frente a él.

-Lárgate. Si sólo viniste a eso, yo… no estoy de humor…

-De acuerdo,- rio con gracia. –En realidad vine a traerte esto…- le tendió unos papeles al momento que pasaba a su lado. Yukihiro los tomó y ambos se encaminaron hacía la estancia.

-¿Eso significa que está todo listo? ¿Podemos comenzar con la construcción?- dijo mientras leía los papeles.

-Sí. Mañana mismo lanzaré la convocatoria para las constructoras. Tú decidirás cuál diseño te convence más, y espero que en este mismo mes comience la construcción….

-De acuerdo, te lo encargo mucho…

-Supongo que renunciarás pronto, ¿no?- Yukihiro se sorprendió con la pregunta y negó algo inseguro. –La universidad. No entiendo qué haces en esa escuela.- dijo -Con tanto dinero podrías tener una vida, si no llena de lujos, si lo suficientemente holgada sin tener que trabajar…

-Me gusta mi trabajo, gracias.

-¿Puedo preguntar algo?

-Acabas de hacerlo…- J rio divertido y Yukihiro reprimió el deseo de hacer lo mismo. –Claro, adelante.

-¿Por qué Kansai?- Al rubio le incomodó la pregunta, y J se dio cuenta de eso. –Lo siento, es sólo que, eres profesor una de las universidades más prestigiosa de Tokio…

-¿Y?

-Y simplemente me preguntaba si todo esto no sería porque… - dudó, pero continuó. –Porque, según escuché, Kawamura se mudó allí…

Yukihiro se sorprendió. Hacía mucho que no tenía noticias de Ryuichi, otro de sus amantes ocasionales, y el único por el que J había sentido verdaderos celos, bueno además de Ken.

-¿Estás celoso?- le mostró una sonrisa de autosuficiencia tal, que por un segundo J tuvo deseos de borrársela a base de besos, pero no lo hizo.

-Claro que no.- pero pensó en cobrársela. –Sé que él no significó tanto para ti, bueno, comparado con Kitamura… Oh! No será eso? Digo, Kansai está muy cerca de Osaka y Kitamura reside allí, ¿no?

-¿De qué demonios estás hablando?- la sonrisa se esfumó. -¿Cómo…?-

-Sigo en contacto con Die, él me contó…. ¿Te molesta?

-No, claro que no.- En realidad sí le molestaba, Ken Kitamura era SU asunto personal. Además, él también se lo había preguntado, ¿Por qué Kansai? Aunque sabía que la respuesta no era Ryuichi, ni mucho menos Ken. “Porque no lo era, ¿cierto?...” Sí, se había enterado que, después de la boda, Ken se mudó a Osaka, pero, claro que no era por él.

“¿Seguro que no?” le preguntó una vocecilla desde el interior.

-Además, no sé de qué hablas. Kansai, es un lugar tan bueno como cualquier otro- dijo finalmente, algo avergonzado. La reacción cautivó a J y le sonrió dulcemente. -Y Ahora, será mejor que te vayas y me dejes descansar, tengo clase a primera hora... Además, tú tienes mucho trabajo todavía…

-No te preocupes, jefe. Todo estará listo, confía en mí.- tenía tantas ganas de robare un beso.

Cuando J se retiró, Yukihiro fue directo a su habitación. Una vez recostado en su cama, en la oscuridad protectora de la noche, su mente comenzó a divagar… “Kansai estaba tan cerca de Osaka…”  

Ken… Hacía más de cinco años que no sabía nada de él y sin embargo aún lo recordaba… recordaba todo de él…

Lo extrañaba tanto…

 

*******

 

Seis años antes…

::::::::::::::::::

-¿Vendrás este fin de semana?

-Lo siento, Yuki, tengo mucho trabajo y… y no creo poder escaparme…

-Está bien, no te preocupes.- a pesar de la distorsión que generaba la bocina telefónica, Ken pudo notar la tristeza de su novio.

-Por cierto, felicidades.- le dijo para animarlo. -Die me contó que te graduarás con honores.- Ken escuchó una ligera risilla nerviosa y él mismo no pudo evitar reír también. –No podía esperar menos de ti…

-Gracias…

-¿Tu padre vendrá a la graduación?

-Claro que no. Además de ti, no tengo a nadie, Ken…

Ken no supo qué decirle, aunque en el fondo se sentía feliz de ser todo para Yukihiro, a la vez le incomodaba.

-De verdad siento no poder acompañarte, Yuki…

-No te preocupes, Ken. Tienes que trabajar duro, ¿de acuerdo?

-Entendido. Tengo que colgar, te llamo luego, ¿sí?

-De acuerdo.

-Nos vemos pronto, no sabes lo ansioso que estoy…

-Puedo imaginarlo…- dijo intentando imitar la picardía de su novio, y falló, lo que hizo reír al moreno. 

La llamada se cortó.

 

Desde que Hyde se fue, Yukihiro se sentía muy sólo. Ken había sido aceptado en la constructora donde presentó su servicio y se había mudado a Tokio, él se quedó en Osaka para terminar sus estudios, habían acordado que una vez se graduara se reuniría con Ken, vivirían juntos y todo sería perfecto…

Qué tontería, ¿no? nunca nada era perfecto.

 

*******

 

La graduación pasó y justo ahora Yukihiro viajaba rumbo a Tokio. Por fin se encontraría con Ken después de meses de no verse.

Se sentía emocionado. La noche anterior habían hablado por teléfono y Ken había prometido pasar por él a la estación. Además, había pedido el día libre en el trabajo y se quedaría todo el día con él.

-¡YUKI!- escuchó la voz inconfundible de Ken, justo del otro lado del andén. Yukihiro se volvió y al mirarlo, su rostro se iluminó. Casi corrió hacia él, el tramo le parecía tan largo. Cuando estuvo frente a Ken reprimió el impulso de lanzarse en sus brazos y besarlo.

-Tardaste mucho, Awaji…- le dijo y le abrazó fuertemente.

Yuki pensó que le besaría pero no, Ken también se contuvo. Lo que no hico cuando llegaron al departamento.

En el momento justo en que cruzaron la puerta, Ken lo sujetó fuerte y lo besó casi salvajemente.

-Ken…- susurró. Y Ken no le respondió, lo tumbó en el piso del recibidor y lo aprisionó fuerte, inmovilizándolo, sellando sus labios con los propios y sujetando sus muñecas con una mano y con la otra le recorría el cuerpo. –Ken… déjame tocarte… quiero tocarte…

Así lo hizo, al soltarlo el rubio le abrazó fuertemente. Luego compartieron un beso largo y profundo y por un segundo se miraron, fue extraño pero cuando sus miradas se conectaron fue como si algo se encendiera en su interior.

Se desvistieron mutuamente con una urgencia increíble, actuando por instinto. Ninguno se detuvo a reconocer el cuerpo del otro. Ken se sentía a punto de explotar y Yukihiro necesitaba sentirlo ya o se volvería loco. Ken no se detuvo a saborear el cuello o pecho de su amante, no hubo preparación, sólo una penetración ávida, puramente instintiva. Yukihiro gimió fuerte al sentirlo, aunque su mente no alcanzó a registrar si el gemido había sido provocado por el dolor o por el placer. No tuvo tiempo de averiguarlo tampoco, para cuando se dio cuenta ambos se habían corrido.

Cuando terminaron, Ken se acomodó aún lado, jadeante, boca arriba. Yukihiro se incorporó un poco para poder descansar en el pecho del moreno. Ken le abrazó de forma protectora. Ninguno dijo nada por un rato. Se quedaron así, quietos, en silencio, disfrutando la cercanía.

-Ken…- le llamó el rubio en un susurro casi imperceptible luego de un largo rato.

-…Hum…-

-Aún no sé cuál será mi habitación...- Ken rió ligeramente. Yuki no podía verlo, pero intuía la sonrisa lujuriosa que se había dibujado en su rostro.

-Descuida, ya te la muestro...- dijo en tono inocentón mal fingido. Yukihiro sabía perfectamente cuáles eran las intenciones del moreno, y estaba dispuesto a dejarse llevar.

El resto de la noche la dedicaron a entregarse mutuamente. A amarse sin prisas. Habían hecho el amor en cada una de las habitaciones, en cada rincón del departamento.

 

“Aún ahora, seis años después recostado en su cama a media noche; Yukihiro recordaba perfectamente esa tarde, aún podía sentir las caricias de Ken sobre su cuerpo, podía escuchar los quejidos llenos de placer cerca de sus oídos. Le era imposible olvidar ese día y como habían hecho el amor en cada una de las habitaciones de ese departamento…”

 

Durante un tiempo todo fue genial, hasta esa tarde….

 

…Ding, don…

Sonó el timbre. Yukihiro, que seguía desempleado, aunque poco le importaba realmente; dejó las verduras que picaba y bajó la llama del fogón para atender la puerta. Salió de la cocina sonriente, tal vez era Ken que venía temprano a casa…

-¿Tú quién eres?- preguntó la mujer del otro lado de la puerta.

-…..- Yukihiro se le quedó mirando un largo rato sin entender de qué se trataba todo eso, ¿acaso no había sido ella la que llamó en primer lugar?

-..hummm… creo que me equivoqué de dirección…- dijo mirando alternativamente el papel que llevaba en la mano y el número grabado en la puerta.

-Disculpa… ¿a quién buscas?

-A Ken-chan, a Kitamura, a Ken.- el tono de voz de la chica era realmente agradable a los oídos del rubio.

-Él no se encuentra en este momento, pero si quieres puedes pasar y esperarlo.

Yukihiro se hizo a un lado para que la chica pasara pero ella dudó un momento, luego se giró para mirar al fondo del pasillo, fue entonces que Yukihiro se dio cuenta de que la chica estaba en cinta, por un segundo se le revolvió el estómago.

-Bueno, si no te importa…- al adentrarse, la chica inspiró profundamente. -¿Qué es ese olor?

-Somen y algunas verduras….- aún no terminaba de hablar cuando la chica ya estaba dentro de la cocina.

-¿Necesitas ayuda?

-Disculpa, pero… ¿quién eres tú?

-Ah! Lo siento, mi nombre es Kaori, soy la hermana de Ken. ¿Y tú eres?- el rubio se tensó. Aunque no estaba seguro por qué.

-Awaji, Yukihiro Awaji- hizo una ligera reverencia, y cuando ella rió estruendosamente, una risa que parecía propia de los Kitamura, se sintió como el chiquillo de trece años, frágil y tímido.

-¿Y desde hace cuánto que tú y mi hermanito están viviendo juntos?- al escuchar la pregunta se le subieron los colores a Yuki.  

-Yo, no, él y yo…  comparto el piso con Ken… sólo eso….

-Oh!

Pero antes de que pudiera agregar nada, un “ya llegué” se escuchó desde la puerta y ambos salieron a recibirlo.

-¡KEN-CHAN!- gritó Kaori  en cuanto lo vio, y habría corrido y saltado hacía él de no ser porque su abultado vientre se lo impedía.

-¿Kao-chan? ¿Qué haces aquí?- sonó realmente sorprendido. Se acercó a ella y la abrazó y le besó las mejillas, besos sonoros que hicieron reír al rubio. –Mírate, te vez hermosa.

-Sí bueno, no me siento muy hermosa. Estoy gorda e hinchada y siempre tengo hambre o ganas de hacer pis…

-¡Oye!

-Bueno, bueno…- rio divertida por la cara de asco que el moreno había puesto. A lo lejos, del otro lado del umbral en la cocina, Yukihiro reía también, tímido como siempre. –Bueno, hermanito, ¿Y tú por qué no habías dicho lo lindo que es tu novio?

A lo lejos se escuchó como un chico rubio y delgaducho se atragantaba con su propia saliva de la impresión. Ken rio enternecido y caminó hacia él.

-¿Ya lo conociste? ¿Verdad que es todo ternura?- Aunque hablaba con su hermana, la mirada la dirigía hacía el rubio. Se inclinó frente a Yukihiro para intentar mirarlo a los ojos pero este la rehuía hábilmente.

-Bueno, debo admitir que siempre tuviste buen gusto, hermanito…

Los tres se sentaron a la mesa y cenaron todos juntos. Hablaron mucho, hacía tanto tiempo que Ken y Kaori no se veían, tenía mucho de qué hablar, hablaron de sus padres, del compromiso. Rieron mucho cuando Kaori le contó a Ken cómo reaccionó su padre al contarle que estaba embarazada y que se casarían tres meses antes de que diera a luz. Casi le había dado un infarto al Sr. Kitamura. Incluso hablaron de Hyde. Pero al ambiente no se tensó, por el contrario, se llenó de melancolía. Los tres le extrañaban mucho, después de todo.

-¿Entonces, vendrás?

-No lo sé, Kao, pero te prometo que voy a pensarlo…

-Tienes que llevar a Yuki contigo…- le sonrió al chico. –Además, si no me das un sí, papá vendrá personalmente y…

-¿Papá?

-Bueno, ya sabes, como yo lo avergonzaré delante de todos sus invitados, entonces quiere demostrar que, al menos, somos una “familia unida…”

-De acuerdo, iré… iremos, ¿verdad?- corrigió y le preguntó al rubio.

-No lo sé, Ken…

-¿Cómo que no lo sabes? Tienes que estar en el día más importante de tu cuñadita, ¿eh? Porque, mírame, ¿a poco no soy la cuñada más linda que jamás hayas tenido?- Yukihiro se sonrojó.

-Oye, que eres la única cuñada que ha tenido…. ¿verdad?- le preguntó y Yuihiro asintió para su alivio.

-Bueno, vamos…- accedió al fin el rubio.

 

*******

 

El día de la boda llegó.

Todo perfecto, un sueño; los invitados, personas muy importantes, se la estaban pasando de maravilla. La novia lucía hermosa, y el novio estaba radiante de felicidad.

El que lucía realmente fuera de lugar y se notaba bastante incómodo, era Yukihiro.

Y es que no era para menos, cuando Ken se lo presentó a su familia, no lo presentó como su pareja, si no como un “muy querido amigo”. Eso le dolió al rubio. Lo entendía, pero igual dolió. Durante la semana anterior, Ken había estado nervioso, miedoso de que su padre se enterara de que él se había enamorado de un hombre, aunque por otra parte, quería ser valiente, como no lo había sido nunca y enfrentarse a él; no lo hizo. Ken seguía siendo el mismo cobarde de siempre, eso le recriminó su hermana.

Y su padre no era tonto, sabía que había algo más, podía notarlo, olerlo a kilómetros de distancia, pero no dijo nada. Molesto, salió de la habitación, ignorando por completo a Yukihiro.

Así que allí estaba el rubio, en un rincón del salón, observando a Ken ir de un invitado a otro, con esa sonrisa forzada y esa mirada llena de fastidio. Sonrió ligeramente… así era Ken y ese lado amargado le gustaba tanto…

-Awaji, ¿cierto?- Se acercó el Sr. Kitamura, con el rostro completamente impasible, y la mirada tan fría que le heló los huesos.

-S-sí… yo…

-Escucha, en realidad no me importa quién eres, lo que importa es que te quiero muy lejos de la vida de mi hijo…- Yukihiro lo miraba descreído. –No soy ningún tonto y sé perfectamente la clase de… “relación” que ustedes mantienen…

-Ken y Yo…- por un segundo pensó en mentir, pero, ¿para qué? –Nos queremos…

-“Se quieren…”- repitió en un tono tan hiriente que el rubio tembló. –Conozco a mi hijo,  y puedo decirte que más temprano que tarde encontrará una chica que le llenará el ojo y… bueno, supongo que entiendes tu posición, ¿cierto?

Ken había notado la charla entre su padre y Yukihiro, y le había preocupado la inusual sonrisa en el rostro de su padre y el gesto de horror en el rubio.

Durante toda la velada, Ken le había preguntado a Yukihiro de qué habló con su padre, qué le había dicho para ponerlo así, pues el rubio lucía preocupado o asustado. Obviamente Awaji se negó a decirle algo.

Pero las palabras permanecían en la mente del rubio, grabadas con esa voz fría e hiriente que el padre de Ken había utilizado en todo momento, hasta en las palabras no dichas.

Como una profecía que meses después comenzó a velarse….

 

*******

 

Luego de un tiempo, Yukihiro consiguió un puesto como maestro suplente en una de las escuelas privadas de la zona. No era gran cosa pero estaba bien. Ken había conseguido su primer proyecto. Estaría a cargo de la construcción de un centro comunitario, su diseño había sido el elegido de entre diez arquitectos.

El trabajo los estaba alejando un poco. Cada vez se veían menos, pasaban menos tiempo juntos. Habían noches en que Ken llegaba tan cansado y con tanto trabajo que ya ni siquiera entraba a la habitación, donde normalmente Yukihiro dormía profundamente, si no que se dirigía directamente a su pequeño estudio donde seguía trabajando, para luego dormir en el pequeño sofá dispuesto allí.

Luego, la noche que le anunciaron que su proyecto era el ganador, sus compañeros de trabajo le invitaron una copa… copa que terminó con cinco botellas vacías en la mesa.

Esa noche, por mala suerte, también estaba un grupo de chicas festejando quién sabe qué y entre ese grupo se encontraba Midori Haruno, quien al darse cuenta de la presencia de Ken no dudó en acercarse.

No le fue difícil engatusar a un Ken completamente borracho y convencerlo de ir a la cama con ella…

A la mañana siguiente Ken se despertó completamente desorientado, en una habitación que no era la suya, en una cama que tampoco era suya y al lado de una persona que definitivamente no era Yukihiro.

Se levantó enseguida, casi como si una descarga eléctrica le hubiera pinchado la espalda. El movimiento brusco despertó a Midori, quien sonrió satisfecha al ver su rostro confundido y lleno de culpa.

-Buenos días, Ken…

-¿Qué demonios pasó?

-¡Pero qué carácter!- dijo con guasa. -Con lo bien que la pasamos anoche y, ¿dices que no lo recuerdas…?

-¡NO!- gritó. -¡Esto no debió pasar, ¿de acuerdo? Esto… esto fue un error!

Un error que le costaría muy, muy caro.

-Vamos, no seas tan…- intentó acercarse pero Ken se alejó enseguida. Eso la molestó. –No sé por qué te pones así, anoche tu dijiste que me querías, que me habías extrañado mucho y…

-¡Estaba borracho! ¡No importa lo que dije o hice, estaba borracho…!

Ken comenzó a vestirse con prisa, no agregó nada más y tampoco esperó a que ella le respondiera. Necesitaba salir de allí, no había ido a dormir a su departamento anoche y Yukihiro debía estar preocupado por él…. Yukihiro…. ¿Qué le diría?

Para cuando llegó a su departamento Yukihiro ya se había ido a trabajar. No estaba seguro de cómo sentirse con eso en realidad.

Cuando Yukihiro regresó, no dijo nada, no reclamó, no preguntó, simplemente no dijo nada. Sin embargo, Ken necesitaba decirlo, sacárselo, así que esa noche, ya en la cama, intentó hablar.

-Yuki, lamento mucho lo de anoche…

-Está bien, Ken. No tienes nada qué explicarme.- Yukihiro se dio vuelta en su lugar y se tapó con la frazada.

-No,- le rogó, se tendió a su lado y le abrazó fuerte. -Sí tengo qué, porque yo…

-Buenas noches, Ken…- no le dejó terminar. Se encogió en su lugar y el moreno no insistió tampoco.

Ken se sintió culpable. Estaba seguro de que Yukihiro sabía lo que había pasado, o al menos lo intuía. Porque así era el rubio; demasiado sensible con esas cosas.

Decidió olvidar el asunto, haría de cuenta que nada pasó y todo sería perfecto de nuevo. Pero nada fue igual, algo se había roto en la relación y no sabía cómo repararlo.

Y para colmo, poco más de dos meses después, una tarde de otoño, Midori apareció en la puerta de su oficina.

-¿Qué haces aquí?

-Buenos días para ti también, Ken…- saludó un tanto dolida.

-Te dije que no quería volver a verte…- Ken respondió ignorándola por completo. Midori lanzó un suspiro lleno de resignación.

-Ken, tenemos qué hablar.- sentenció con voz grave.

-Escucha tú y yo no tenemos nada de qué hablar…

-¡Estoy embarazada!

Silencio.

Ken palideció. ¿Había escuchado bien? no, esto tenía que ser una broma de Midori, sí eso era. Porque no podía ser, ellos…

-¿No vas a decirme nada?

Ken se dejó caer pesadamente en su silla. ¿Qué demonios se suponía que debía decirle?

-Mi padre lo sabe y… habló con tu padre…

“Su padre… ¿acaso estaba loca?”

Aún no daban las doce del mediodía cuando su padre, el Juez Kitamura y el Sr. Haruno, padre de Midori, aparecieron también en su oficina, pues debían arreglar los detalles de la boda. Porque debía haber boda, ninguna de las familias permitiría un escándalo de esta magnitud.

-Lo siento, pero no puedo casarme contigo Midori… estoy enamorado de… de otra persona.

-Eso debiste haber pensado antes de engendrar ese niño.- respondió su padre.

-La boda deberá efectuarse el próximo mes a más tardar. No puedo permitir que mis amistades se den cuenta de que…- miró a su hija con reproche. –del mal paso que dieron.

-¡Alto! ¡Esperen!- les detuvo Ken. –Ustedes están decidiendo todo esto sin tomar en cuenta nuestra opinión. Hablan como si nosotros no estuviéramos aquí y… ¡Ya soy un hombre y….!

-¡Pues comportante como tal!- se escuchó la voz fuerte del Juez Kitamura.

-Ken,- ahora fue la voz suave de chica veinteañera completamente angustiada. –yo te quiero y sé que puedo hacerte feliz…

-No, Midori, no puedes… yo… perdóname pero no estoy listo para ser padre y…

-¿Y qué pretendes? ¿Qué aborte?- le preguntó el padre de la chica.

Ken sintió un vuelco en el estómago y una punzada en el corazón ante la sola idea.

-¿Es eso lo que quieres?- le apuró la chica.

-No… yo… claro que no.

-Piénsalo, Ken. Nuestro hijo tiene derecho a nacer dentro de una familia. Merece que su padre esté con él. Te daré el tiempo que necesites…

-El embarazo no podrá interrumpirse luego de tres meses, así que…- continuó el Sr. Haruno.

-No. Por favor, mi hijo tiene que nacer, pero…- suspiró con cansancio. –De acuerdo, tú ganas- Miró a Midori. Y así de fácil, cedió. –Nos casaremos. Sólo necesito arreglar unas cosas.

Midori y el juez Kitamura sonrieron imperceptiblemente, una sonrisa satisfecha y llena de triunfo. 

 

Durante los siguientes días, Ken había intentado hablar con Yukihiro, ¿pero cómo se termina una relación con la persona que amas por culpa de una completa estupidez de una sola noche?

Jamás lo hizo.

Ken, como buen cobarde, días antes de la boda, simplemente sacó sus cosas del departamento y no volvió más.

Así de simple, sin decir absolutamente nada…

::::::::::::::::::::::::::

 

********************************************************************************

 

Mientras tanto, del otro lado del mundo, en uno de los Hall más importantes de París, se llevaba a cabo una exposición de arte.

 

-Es hermoso, ¿no crees?- comentó uno de los espectadores, impresionado por la belleza del cuadro. O quizás hipnotizado por los ojos penetrantes del ángel plasmado en la pintura.

-Sí, aunque de un modo muy extraño.- respondió su acompañante. -¿Quién es el artista?

-¿Cómo? ¿No lo conoces?- casi se burló su amigo.

-No. ¿Debería?

-Bueno, es el artista del momento, hace un par de años ganó un premio en Italia y el año pasado develaron su mural en la “place du tertre” y desde entonces pinta allí todas las tardes… además, conociéndote, juraría que ese chico es de tu tipo. Ah! Mira, allí está…

El hombre se volvió ligeramente, con su típica sonrisa de autosuficiencia, con total actitud de superioridad, esa que hacía que todos cayeran rendidos a sus pies.

-Tienes razón, es hermoso, ¿cómo no lo conocía?…- susurró con la mirada fija en el pequeño cuerpo frente a él, seducido por la extravagante belleza del pintor. -Tienes que preséntamelo, Yasu.- prácticamente le ordenó.

-¿Qué? Estás loco, Camui…

-Lo conoces, ¿no es cierto?

-Bueno, sí. Arly me lo presentó, pero…

-Pero nada, tengo que conocerlo.

 

Del otro lado del salón se acumulaban los periodistas en torno al protagonista de la noche. Hyde, el creador de tan asombrosas obras de arte era atacado con flashazos y preguntas. Y aunque se sentía un poco aturdido, le gustaba la atención que estaba recibiendo.

Un triunfo rotundo en Francia.

Y su dicha habría sido completa de no ser porque sus padres estaban justo del otro lado del mundo. Había hablado con Hiroki tres meses atrás y estaba emocionado, quería estar presente en el momento más importante de su hijo, compartir su dicha, pero dos semanas antes, le había devuelto la llamada, su madre estaba enferma y les era imposible viajar. Su único consuelo era tener a la persona que amaba a su lado, compartiendo con él este triunfo.

Y estaba pensando en cómo salir de allí y escaparse con su novio y tal vez ir a otro lugar más íntimo cuando un chico se acercó a él.

-Todas tus obras son hermosas, Hyde-san…- comentó el chico un poco inseguro. Hyde no era muy alto y a pesar de poseer un cuerpo tan menudo y un rostro tan delicado, realmente tenía una presencia imponente, la que intimidaba a las personas.

-Gracias…- respondió cortés, pero distante a la vez.

-No me recuerdas, ¿cierto?

-Lo siento.- sonrió a modo de disculpa, completamente apenado.

-Hayashi Yasunori.

-Ah… sí, sí ya recuerdo. El amigo de Arimatsu, ¿cierto?

Hayashi Yasunori, mejor conocido como Yasu, era un chico de veinticuatro años, alto y delgado, de mirada apesadumbrada pero, si lo observabas lo suficiente, podías apreciar un destello travieso reluciendo en el fondo. Era el joven amante de Arimatsu, un amigo de su pareja y que le había presentado en una fiesta a la que le acompañó.

-Sí, el mismo…

Seguían hablando cuando Hyde sintió la mirada penetrante de alguien a sus espaldas, se volvió ligeramente y allí estaba, un chico rubio, alto y fornido, con una sonrisa burlona, mostrando sus dientes perfectos y brillantes, le miraba con esos ojos de un azul artificial que le hicieron desconfiar de él. Un tipo sobrio envuelto en un costoso traje de marca.

-Yasu, ¿no vas a presentarme a tu amigo?- preguntó ansioso.

-¡Gackt! Claro, Hyde-san, él es un amigo, Gackt Camui. Gackt, él es el autor de las obras de arte que tanto te impresionaron…

-Mucho gusto.- Gackt le tendió la mano y Hyde la estrechó, y se sintió un poco incómodo, el tipo al sujetarla le acarició el dorso con el pulgar y, además, parecía negarse a soltarle. -¿Así que tú eres el artista?- Hyde asintió. -Tus obras son hermosas.

-Gracias.- retiró sutilmente la mano.

-Aunque no tanto como tú…

-Gracias…- Hyde se sintió aún más incómodo. El otro hombre lo miraba insistente, una mirada penetrante, sentía que le descubría el alma.

-Escucha, Yasu y yo pensamos ir a un bar, ¿te gustaría venir con nosotros?

-No, gracias. Tal vez en otra ocasión.

-Vamos, nos divertiremos mucho, te lo prometo…

-Lo siento, pero ya tengo un compromiso…

Y justo en ese momento, a lo lejos, un chico no tan alto y más bien delgado le llamó. Un hombre que era el contraste exacto del que le coqueteaba justo ahora. Un hombre con facciones de niño y que su vestimenta colorida no hacía más que resaltarlas.

-¿Nos vamos, Doiha?- gesticuló, más que pronunciar las palabras.

-Sí, ya voy.- le respondió con una gran sonrisa y con los ojos iluminados, ojos de enamorado. Luego se volvió a los otros chicos y se despidió. –Bueno, un gusto conocerte, Camui-san. Yasu, saluda a Arimatsu de mi parte, ¿sí?

-Claro…- respondió Yasu.

Gackt se quedó mirándolo partir. Una sonrisa maliciosa se dibujó en sus labios, y un destello furioso se reflejó en su mirada.

Decidido: Ese chiquillo tenía que ser suyo…

 

*******

 

-¿Y esos quiénes eran?

-Tet-chan, ¿estás celoso?

-Tal vez…- se acercó de manera juguetona, jaló de él y le besó ligeramente en los labios. –Y es que, ¿cómo no estarlo? Mírate, eres hermoso, talentoso, exitoso y…

-Y todo lo que termina en “oso”, ¿no?- lanzó una risilla agradable.

-Sí, aunque lo dudes… Pero ya en serio, siento miedo, Hyde.- le dijo ahora más serio, Hyde le miró descreído. ¿Miedo a qué? –Sufrí tanto cuando te fuiste, creí que te había perdido. ¿Sabes? Ya me había dado por vencido…

-Y yo creí que te habías casado…

-Fuimos un par de tontos, ¿no?

-Aquel día, cuando te encontré en ese centro comercial, yo… creí que estaba soñando…

-¿Aún lo recuerdas?

-Claro…

 

*******

 

Cuatro años antes…

::::::::::::::::

 

-Pero Hideto, ¿estás seguro?

-Que sí, Masahiro-san, ya te dije, quiero volver a Japón, necesito ver a mis padres, los extraño mucho.

-Pero puedes ir luego de la exhibición. Esta exposición es muy importante, es tu boleto al triunfo.

Hyde se quedó pensándolo un poco, había luchado tanto para llegar hasta aquí, pero eran sus padres y quería verlos. Extrañaba su casa, su familia a sus amigos… hacía dos años que no sabía de ellos más que por las llamadas esporádicas que les hacía.  

-Tus cuadros comienzan a cotizarse bien aquí en Inglaterra. Si te vas, echarás todo a perder…

-Sí, sí, ya sé…

-Te prometo que luego de esto, iremos a Japón, trabajaremos allá y…

-No. Recuerda que me prometiste que iríamos a Francia…

-Y yo siempre cumplo lo que prometo… ¿Cómo va el trabajo en el museo?- cambió de tema.

-Bien. Me gusta mucho restaurar los cuadros, las esculturas, es muy emocionante.- dijo con una gran sonrisa.

-Sólo tú te emocionas tanto con un trabajo tan aburrido…

Siguieron riendo.

La exposición fue todo un éxito. Para ser un novato, Hyde había vendido muchos cuadros, había sido elogiado por los críticos y varios periódicos le dedicaron páginas enteras. Y como lo había prometido, esa misma noche le dio la noticia que dentro de tres semanas viajarían a Francia, comenzarían a trabajar allí. Hyde se lanzó a sus brazos emocionado. Luego, cuando Masahiro se fue y él se quedó solo sintió un ligero miedo… nervios… sus sueños se estaban cumpliendo, bueno, parte de sus sueños.

Tenía que hablar con su padre…

-¿Hola?

-¿Papá…?

-Hide-chan, ¿qué pasa? No te  escuchas muy bien…

-No, no, estoy bien es sólo que… los extraño tanto…

-Bueno, pero, ya nos veremos pronto. ¿Cómo te fue en la exposición? Vi los recortes de periódico, tu madre los consiguió, pero están en inglés y no entendimos nada…

-Fue todo un éxito. Masahiro-san y yo viajamos la próxima semana a Francia. Comenzaré a trabajar allí… Masahiro está seguro que puedo triunfar y ¿sabes?, me prometió una exhibición en el “Piaf salle”

-Eso es genial…- Hyde rió ligeramente y respondió con un ajá. –Hide-chan, tú sabes que yo estoy muy orgulloso de ti, ¿cierto? No necesitas demostrarme nada, ¿lo sabes, cierto?

-Claro que sí, papá. Pero es algo con lo que soñé desde niño… por ti y por mí…

-Entonces, aclarado el asunto, el día de tu exposición, yo no sé cómo hago, pero quiero estar allí, ¿puedo?

-Por supuesto, yo sería muy feliz, además quiero verte, a ti y a mamá, los extraño mucho…- se escuchó la risilla alegre de su padre. No podía verlo, pero estaba seguro que Hyde había hecho un puchero típico de un niño de cinco años. De esos típicos de Hyde…

-Bueno, y mejor te paso a tu madre o va a matarme si se entera que hablé contigo y ella no…

-Bueno, pásamela…

Y siguió hablando por horas con sus padres.

Un semana después estaban, Masahiro y Hyde, encaramados en un avión rumbo a Francia, con los nervios y la emoción mezclados.

Al igual que en Inglaterra, Hyde comenzó a trabajar para un museo restaurando obras mientras trabajaba en sus cuadros para la exposición. Tenía algunas pinturas, pero quería algo fresco, algo nuevo; tal vez un par de paisajes de París. Y así comenzó a salir todas las tardes en busca de inspiración o de una vista digna de ser inmortalizada, después de todo estaba en la ciudad del romanticismo, pero hasta ahora, nada.

Una tarde, sin embargo, cansado de vagar por las calles, decidió ir a un lugar más público y menos romántico. Había llegado a un centro comercial, uno de los más grandes y prestigiosos de todo Francia.

Y mientras caminaba distraído de tienda en tienda, le llamó la atención una en particular. Sin saber muy bien por qué, se dirigió hasta allí, comenzó a ojear la ropa, una que otra chaqueta y entonces llegó hasta donde estaban los accesorios. Se probó un par de lentes y unas cuantas bufandas, estaba colocándolas de regreso en su lugar dispuesto a marcharse, cuando una suave voz, una voz que jamás creyó volver a escuchar, le detuvo.

-La roja, definitivamente el rojo es tu color, Hyde…

-¿Tetsu?- dijo en casi en un susurro. ¿Estaba soñando?

Habría corrido, se habría lanzado a sus brazos, le habría abrazado fuertemente y besado hasta… No. Detuvo el curso de sus pensamientos. Por un segundo recordó otra vocecilla, una más suave, dócil y grácil, una voz de niña, esa, la de la esposa de Tetsuya.

-Tetsuya, ¿qué haces aquí?

-¡Caray, Hyde, sabía que eras tú!- Hyde retrocedió al darse cuenta de que Tetsuya avanzaba con la intención de abrazarle. -Dirijo este lugar…-respondió al fin.

-¿Trabajas aquí?

-Bueno, sí…- mientras hablaban, Hyde jugaba con una bufanda en sus manos, removía los lentes e intentaba distraerse con los sombreros. Tetsuya también se sentía nervioso, pero se daba valor, si se habían encontrado aquí, esto debía ser el destino, ¿no? -¿Y tú que haces aquí?

-Yo… vine a ver… los…- miro a todos lados buscando una excusa, y la encontró en sus manos. –las bufandas… sí, eso, vine a buscar bufandas…

-¿En verano?

-Sí, ¿qué tiene de raro?- la visión fue encantadora, un Hyde completamente nervioso. Quería lanzarse y besarlo pero, no estaba seguro de que Hyde siguiera libre, así que…

-No, nada. Ten…- tomó una de las bufandas rojas en exhibición y se la colocó alrededor del cuello. –Como dije, el rojo es tu color…

-Ah… gracias, ¿cuánto…?

-Nada. Es un regalo…

-Gracias.

-Sabes, cuando te pregunté qué hacías aquí, yo me refería a París.

-Estoy trabajando en una exposición… Masahiro y yo pronto viajaremos a Italia… también estoy trabajando en un mural…

-Oh!- no supo qué más decir. En su mente resonaba ese nombre “Masahiro” ¿Quién demonios era ese? ¿Su novio? Era obvio, habían pasado más de dos años y un hombre como Hyde, era imposible que estuviera solo. –Eso es genial…

-Y… ¿Cómo está tu esposa?

-¿Mi esposa?- Hyde asintió. -¿no te enteraste? No estoy casado.

-¿Qué?

-Cancelamos todo. No podía hacerle eso a ella, no se lo merecía…- Hyde se quedó en silencio. Procesando lo que acababa de escuchar. -¿Qué te parece si cenamos juntos? Así platicamos más tranquilamente y te cuento todo…

-Claro… nos vemos… en una hora?- preguntó observando su reloj de pulsera.

-De acuerdo.- Accedió Tetsu.

Hyde lo vio alejarse y luego llegar al lado de una chica vestida con un traje muy elegante, no parecía ser japonesa. Tetsuya se acercó y le entregó unos papeles y le dijo algo al oído. La chica asintió, tomó los papeles y desapareció por una pequeña oficina.

 

*******

 

Cuando se disponía a salir del local, a lo lejos, justo al lado de las escaleras eléctricas, observó a Hyde hablando con un hombre, un japonés de mediana edad, robusto y con un aire bastante despreocupado. No pudo evitar quedárseles mirando, Hyde reía divertido por algo y el otro hombre se le acercaba mucho para hablarle al oído. Hyde sintió la mirada insistente de Tetsuya y dirigió su vista hacía la tienda, al ver al castaño allí, de pie, algo abstraído, le dedicó un gesto con el mentón, se volvió y algo le dijo a su amigo, “¿o era su novio?”, Masahiro miró a Tetsuya, le saludó con un movimiento de cabeza y se retiró. Sólo entonces el castaño se acercó.

-¿Te hice esperar mucho?

-No, claro que no. ¿Vamos?- dijo, y Tetsu asintió. Ambos comenzaron a caminar rumbo al exterior del centro comercial.

Afuera, el aire fresco, agradable les recibió como un abrazo suave. Las luces parisinas se extendían como un manto de estrellas sobre la ciudad. Caminaron un rato antes de llegar a un restaurante no muy concurrido y bastante modesto.

-Buenas noches.- saludó Tetsuya a la chica de la caja.

-Buenas noches, Sr. Ogawa.- le devolvió el saludo y luego dirigió su mirada hacia Hyde. -¡Pero qué linda es su novia, Sr. Ogawa!

Hyde hizo un gesto de fastidio; a pesar de llevar el cabello corto, apenas debajo de la barbilla, seguían confundiéndole con una chica. Tetsuya rio ante el mohín de Hyde y el gesto de desconcierto de la chica.

-No es mi novia, es un amigo. Hyde, te presento a Monique.

-Mucho gusto.- saludó con su voz ronca. La chica no pudo reprimir un estremecimiento, al escucharlo toda la ilusión de chica se disipaba. La cajera, que a la vez era la recepcionista, se quedó mirándolo un largo rato, parecía hipnotizada por la sonrisa traviesa del pintor.

-¿Monique?- le llamó, pero ella parecía perdida en algún lugar en los ojos de Hyde. -¡¿Monique?!

-¿Qué? Sí, lo siento… pasen…

-La mesa de la terraza.

-Sí, sí, pasen, en un momento los atenderán.

Hyde le sonrió coqueto y luego se dirigió junto con Tetsuya hasta el fondo del local.

-Este lugar es bastante pintoresco…- alegó al momento en que se sentaba a la mesa.

-Lo es. Y bastante acogedor. Me gusta mucho este lugar.

-¡Wow! Y la vista es espectacular…- se volvió para mirar hacía el horizonte.

En ese momento otra chica se acercó para entregar la carta. Hyde y Tetsu se tomaron su tiempo para ordenar, comieron entre risas y pláticas. Y muy avanzada la noche, mientras compartían una taza de té, Hyde miró su reloj de pulsera. Tetsuya creyó notar un deje de ansiedad en la mirada del menor.

-¿Ya debes volver?

-¿Qué? No, lo siento es sólo que Masahiro debe estar buscándome…- Tetsu no pudo evitar sentir un pinchazo de celos.

-¿Hace mucho que están juntos?- le extrañó mucho la pregunta.

-Pues… sí. Cerca de tres años.

Tetsuya sintió que su corazón se estrellaba contra el piso.

-Y supongo que no le agrada que estés fuera a tan altas horas de la noche, ¿cierto? Y menos con otro hombre…

-¿Qué? No… él es un poco sobreprotector, ¿sabes?- no había entendido para nada lo que Tetsuya quería decir.

-Me imagino… ¿Y cómo se conocieron?

-Él asistió a una exposición en Londres, en un pequeño parque, le fascinaron mis pinturas y desde entontes estamos juntos en esto.- Tetsu le escuchaba sin entender lo que le decía. –Si no fuera por él yo aún sería un pintor desconocido, le debo mucho…

A Tetsuya le parecía que Hyde hablaba con una ternura increíble de ese hombre, solo logró que sus celos se incrementaran.

-¿Y él siempre te acompaña a todos lados?

-Pues… sí. Es lo que hacen los managers, ¿no?

-¡¿Manager?!- Preguntó sorprendido, se había incluso enderezado en su lugar por la impresión, sintiéndose un completo tonto. Hyde asintió divertido. -¿Entonces él está aquí para promover tus pinturas? ¿Sólo eso?

-Sí. ¿Qué creías?

-Es que… es que, yo pensé… yo pensé que tú y él… tú sabes…- Hyde estalló en carcajadas. Tetsuya se sonrojó, completamente avergonzado.

-¿Bromeas? Masahiro es como cien años mayor que yo. Pero no le digas que te dije eso o me matará, ¿de acuerdo?

-¿Y hay alguien en tu vida, Hyde?- decidió preguntar al fin, ahora más tranquilo, aunque aún con el rubor en sus mejillas.

-No, realmente…- El corazón de Hyde comenzó a latir con nerviosismo. -¿Y tú Tetsu? ¿Estás saliendo con alguien?

-No, pero si hay alguien a quien quiero en mi vida…

-Ah…- respondió decepcionado.

Al notar su rostro lleno de decepción, Tetsu quiso sonreír ante la seguridad de que Hyde también sentía algo por él. Así que se movió de su asiento, que estaba frente al del pintor, hacía al que estaba a su lado derecho, para quedar justo a su lado.

-Es alguien muy especial, ¿sabes? De una belleza extravagante, y es la razón por la que terminé aquí…- esperó un momento, dándole tiempo al pintor de agregar algo.

-¿Entonces viniste aquí por esa persona?

-Algo así…

-¿Es por esa persona que dejaste todo? Tu familia, tus amigos. Antes dijiste que habías venido a buscar a alguien… ¿Es ella?

-S-sí…- dudó al contestar.

-Entonces la encontraste…

-Sí.- ambos se quedaron en silencio por un rato. Hyde concentró su mirada en la taza de café que tenía en frente. Parecía triste, ahora Tetsu estaba seguro de que Hyde también sentía cosas por él. -¿No vas a preguntar de quién se trata?

-No, si realmente la quieres, ¿qué importa lo que yo piense?

-Bueno, mucho, porque tú eres el primer afectado…

-¿Yo?

-Sí. ¿No lo entiendes? Eres tú Hyde. A la única persona que he querido en mi vida desde el primer momento en que te conocí, fuiste tú Hyde…

-Tetsu…- susurró. Y como en cámara lenta observó el rostro sonriente y sonrojado acercársele, no pudo evitar notar los hoyuelos que se le formaban al sonreír, era adorable. Le pareció eterno el milisegundo que tardó en alcanzar sus labios. Y cuando por fin lo hizo, el roce fue suave, pausado, delicioso. Solamente se habían besado una vez, un beso corto y tierno, y aun así, Hyde recordaba perfectamente su sabor.

El beso duró mucho, apenas se separaban lo suficiente para tomar algo de aire y no ahogarse y volvían a unir sus labios. Estos se ajustaban de tal manera que parecía que llevaban años besándose. Tetsuya aferraba las mejillas de Hyde, acunándolas para profundizar cada vez más el beso, embelesado en la sensación, pues los labios de Hyde eran carnosos y su lengua era suave y húmeda, simplemente deliciosa.

No fue sino hasta que la chica, Monique, carraspeó para llamar su atención, llevaba la cuenta, pues hacía media hora que debía haber cerrado.

Se separaron lentamente y cuando la miraron ella se sonrojó. Debió haber estado decepcionada, de seguro ella había llevado la cuenta con la intensión de coquetear con Hyde y tal vez conseguir darle su número.

Tetsuya le sonrió a la chica, una sonrisa presuntuosa, y pagó la cuenta dejándole una muy generosa propina. Él y Hyde salieron del local y vagaron por un rato entre las calles casi desiertas de un París inerme. El paisaje romántico que tanto había buscado Hyde, lo encontró en los ojos de Tetsuya cuando le miraba con tanta devoción.

-Pasa, Tetsu… Tal vez esté hecho todo un desastre, no he tenido tiempo de….- no pudo terminar la frase. En el momento justo en que cruzaron el recibidor de su departamento, Tetsuya lo arrinconó y le robó un beso demandante. –Ven…- le susurró cuando se separaron, y le llevó de la mano a su habitación.

Al cerrar la puerta de la habitación y sin encender la luz, Hyde se acercó a la cama y se detuvo frente a ella. Sin volverse, comenzó a desnudarse. Tetsuya lo observaba fascinado… se relamía los labios repentinamente secos y sentía su corazón acelerado y algo ardía en su bajo vientre… se acercó lentamente, y con cierto miedo delineó el tatuaje de alas en su espalda, el menor se estremeció al sentir la suave caricia, el castaño se abrazó al menudo cuerpo del pintor. Hyde cerró los ojos al sentir esos brazos rodearle.

-Eres hermoso…- le susurró Tetsuya mientras le giraba en sus brazos para tenerle de frente y lo observaba más intensamente… La mirada oscura y profunda, llena de deseo en el castaño puso nervioso al pintor, quien se sonrojó violentamente.

-Deja de mírame así… me pones nervioso…- le dijo y al momento se fundieron en un apasionado beso; y mientras se besaban Hyde comenzaba a quitarle la ropa…

Ya recostados en la cama, Tetsuya comenzó a recorrer el cuerpo delicado de Hyde con manos y besos… y de vez en vez sus bocas se encontraban con cierta desesperación… se abrazaron hasta que ambos cuerpos se confundían y nadie sabría de quién era una pierna o de quién el brazo…

Las caricias de Tetsuya eran tiernas y suaves… la posesión fue dulce y delicada… las embestidas eran caricias internas que le llevaban cada vez más cerca de la locura… Hyde gemía sin control… era exactamente como había soñado que sería estar con él… con Tetsu…

Todo fue demasiado rápido para su gusto, en algún momento cerca del clímax sus miradas se encontraron y entonces, Hyde tuvo que cerrar los ojos con fuerza y arquear la espada cuando sintió que se venía entre sus vientres… y Tetsu, un segundo después se corría dentro del pintor…

Tesuya se acomodó a su lado y le abrazó fuertemente, Hyde, con la respiración aún agitada, le sonrió dulcemente y cerró los ojos para dormir devolviéndole el abrazo.

-Tienes que contarme de dónde salió ese tatuaje, ¿eh?- Hyde rio ligeramente al escucharlo y asintió sin abrir los ojos.

Esa noche, Tetsuya, se dio cuenta de cuán perdidamente enamorado seguía de Hyde, que el tiempo que pasaron separados sólo sirvió para fortalecer ese sentimiento. Pasó la noche en vela mirándolo dormir, grabándose las líneas de sus delicadas facciones… cuando por fin logró dormir, se pasó soñando con el hombre a su lado…

 

::::::::::::::::::::::::::

 

Y desde entonces no habían vuelto a separarse. Aunque habían tenido tiempos difíciles, después de todo Hyde comenzaba a ser una figura pública y Tetsuya era una persona de negocios y por lo mismo muy ocupada. Pero supieron salir adelante a pesar de las complicaciones.

Y hacía más de un año que decidieron vivir juntos. Hyde le había contado a sus padres acerca de su relación con Tetsuya. En cuanto a Tetsu, bueno, con las únicas personas que mantenía contacto era con sus hermanas, pero había decidido no contarles nada, prefería esperar hasta que volvieran a Japón y entonces se los presentaría. 

Notas finales:

Lo sé, son como dos capítulos en uno, pero quería compensarlos... 

Diganme qué les pareció el capitulo. Les gustó?

 

Continuará....


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).