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MEMORIES por Sakurako

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Notas del capitulo:

Hola, he vuelto...

Se siente genial regresar a casa... 

Bueno sé que tardé mucho pero aquí está por fin. La historia va lenta pero quiero que noten sus lazos de amistad, las penas y los sentimientos entre los personajes...

Disfrútenlo.

                Capítulo III

                LIES AND TRUTH

 

Perdiéndome en la noche… perdiéndome,

No puedo encontrar la verdad.

Aun cuando eres lo más importante para mí, más que nadie,

 mi fe desaparece…

¿La verdad es lo único que alivia el dolor…?

 

 

PRIMERA PARTE

 

-¿Estás bien, Hide-chan?

-…¿Hum…?- contestó torpemente, perdido en sus pensamientos.

-¿Qué te pasa Hideto?

Mizuki miró a su hijo preocupada. Hyde llevaba toda la tarde sentado en el sofá al lado de la ventana, observando melancólico un grupo de niños jugando en la calle. Se sentó a su lado.

-No es nada, mamá…- aseguró con la mirada perdida aún en la calle.

-Hide…- susurró. –Soy tu madre…- sonrió al notar la ligera sonrisilla que se le escapó a su hijo.

-Me abandonaron…- dijo luego de un segundo, al tiempo que bajaba la mirada apenado. Y eso evitó que notara el repentino nerviosismo en su madre. –Primero fue Ken,- continuó. Y su madre no notó que contenía el aliento hasta que lo liberó. -Se fue lejos y creo que me olvidó. Hace meses que no sé nada de él. Y luego Yuki, hace casi un año que se fue y ni siquiera me dijo a donde…

-¿Por qué no vas a verlo?

-¿A quién?

-A Kitamura-kun. ¡Ve a visitarlo!- lo instó. –Además, pronto comenzarás la universidad. No tendrás tiempo para nada…

Los ojos de Hyde brillaron con emoción. Hacía mucho que no lo veía, luego de irse a la universidad, lo llamaba casi todos los días, luego cada semana, luego una vez al mes y ahora… –¡¿Puedo?! ¡¿De vedad?!

-Ajá…

Se levantó enseguida del sofá. -Iré a ver a Kaori, le pediré la dirección de Ken….

-Pero,- le detuvo.  -No irás sólo. Le pediré a tu padre que te acompañe.- sentenció. La mujer le lanzó una mirada de advertencia y se levantó de su lugar para regresar a la cocina.

-Pero mamá, ya tengo diez y ocho años… no puedo ir siempre de la mano de papá…

Mizuki se detuvo, hizo una mueca de desagrado. Hyde tenía razón y necesitaba valerse por sí mismo. Pero ella no podía evitar preocuparse por él, y no le agradaba que saliera solo.

Ya había tenido muchos problemas por culpa su aspecto delicado, era por eso que ya ni siquiera ayudaba en el restaurante a su padre. Más de una vez, algún cliente insolente se había atrevido a ofrecerle dinero a Hiroki para pasar una noche con su hijo. El hombre no había tenido más remedio que echarlo a patadas de allí, literalmente.

-Bueno,- accedió no muy segura. –pero prométeme que serás responsable, Hide.- El chico aceptó enseguida. -…Mmm… por qué no te creo…?- Hide le sonrió inocente. –Y quiero que te cortes el cabello…

-Luego, mamá… lo prometo.- respondió con fastidio.

 

*******

 

Cuando Hyde fue a ver a Kaori, se sorprendió mucho de que el juez Kitamura prácticamente lo echara de ahí. Kaori le miró seria y con una mueca le indico que le esperara afuera. Así lo hizo. La chica le entregó un papel con la dirección de su hermano. Se sorprendió aún más cuando lo leyó, la dirección no era de Nagoya, sino de Osaka.

Salió temprano de casa, debía tomar el tren bala. Le tomaría mucho llegar hasta Osaka, pero no le importaba, sabía que valía la pena. Además, según el papel, Ken estaba en la misma Universidad para la que él había aplicado, no podía sentirme más entusiasmado.

 

Llegó al campus pasado el medio día, y con el pretexto de conocer las instalaciones, ya que pronto se mudaría allí, se le permitió la entrada a todo el lugar. Le preguntó al decano por las aulas donde se impartía derecho y el hombre, aunque un poco confundido, pues sabía que Hyde cursaría Arte, se ofreció a guiarlo. Hyde se negó, alegando que simplemente tenía curiosidad. El profesor le indicó el lugar y él le agradeció antes de dirigirse allí.

Él no estaba, y ninguno de los alumnos de ese curso lo conocían. Suspiró, ¿acaso Kaori le había jugado una broma?

Caminaba por los jardines rumbo al gimnasio cuando sintió una mano en su hombro. 

-¿Te perdiste, lindura…?

Hyde se volvió furioso, pensaba arrancarle la lengua a quién quiera que se hubiera atrevido a llamarlo así. Pero cuando levantó el brazo empuñado, un chico alto y fuerte lo detuvo en el aire.

-¡KEN!- gritó sorprendido.

-Hola, enano…

Tal vez era porque hacía un año que no lo veía. O porque ya no lo veía con los mismos ojos. O tal vez porque ya no era un niño… No estaba seguro de qué era pero ahora Ken se veía diferente; se veía más adulto, más maduro, más guapo…

No pudo evitar sentirse nervioso frente a él. El recuerdo de aquella noche debajo de ese árbol, de aquel beso, de la despedida esa mañana en la estación… todo se acumuló en su mente de repente, ocasionando que su corazón se acelerara.

A Ken tampoco se le había pasado cuan cambiado estaba Hyde. Ahora con el cabello más largo con los rasgos más definidos pero el mismo aspecto frágil y andrógino… se veía mucho más lindo de lo que recordaba.

-Imbécil, te dije que dejaras de llamarme así…- respondió apenado. Quería abrazarlo, tal vez besarlo, pero, ¿y si se enojaba? A lo mejor las cosas habían cambiado en todo ese tiempo.

-¿Qué haces aquí?- le preguntó su amigo, muy sonriente. Había extrañado tanto esa sonrisa burlona… –Te vi desde allá,- le dijo señalando uno de los salones justo al otro lado. –parecías algo perdido…

-¿Me reconociste desde allá?- le preguntó fingiendo incredulidad, algo burlón. –No tienes tan buena vista, Kitamura…

-Bueno, es que a ti te reconocería donde fuera…- Hyde se sonrojó. –Viniste a buscarme, ¿no? ¿Cómo sabías que estoy aquí?

-No seas vanidoso, lo que pasa es que en un par de meses comenzaré a estudiar en esta misma Universidad y vine a conocerla, eso es todo.

-Sí, claro…- le miraba divertido y con sospecha. –Vamos, yo seré tu guía.- Le tiró del brazo y juntos comenzaron a caminar. –Oye, perdóname que no te haya hablado en todo este tiempo, pero…

-Descuida… Y, ¿qué pasó en Nagoya?

-Lo dejé.- Hyde se detuvo y lo miró serio y extrañado. –No me mires así, enano. ¿Sabes? Kaori va a casarse con un abogado muy respetable… mi padre ya no me necesita…- dijo lo último en un tono lastimero.

-¿A qué te refieres?

-¿Sigues tocando la guitarra?

-Sí- Ken había ignorado la pregunta a propósito, y Hyde se dio cuenta de eso.

-Por cierto, Kaori tiene algunas cosas mías, ¿Podrías pedírselas por mí? Ella sabe de qué se trata…

-Lo siento, a tu padre no le hizo mucha gracia verme cuando fui a pedirle la dirección a Kaori, él realmente estaba enojado…

-¿Así que fuiste a casa a pedirle a mi hermana mi dirección? Aunque no viniste a buscarme, ¿cierto?- discurrió el moreno con cierto aire de sabia sospecha.

-Bueno, tal vez… pero es tu culpa, no sabía nada de ti…- le reclamó sonrojado.

-Jajajaja, No sabes cuánto te extrañaba, enano…- se lanzó a reír. Hyde sonrió, él también había extrañado mucho a su amigo, esa sonrisa burlona, esa voz chillona, esa risa melodiosa y esa desfachatez…

-¿Y qué haces aquí?

-Vine aquí a estudiar Arquitectura. ¿Qué puedo hacer, enano? Es mi pasión…

-¿Dejaste derecho?

-Vamos, quiero mostrarte algo…- Otra vez ignoró la pregunta. Hyde no insistió y ambos echaron a correr.

 

Llegaron al último edificio. Caminaron por el pasillo más largo y entraron al último salón. Y ahí, sentados y fumando, estaban un par de chicos, que más que estudiantes, parecían un par de Yakuzas.

-Te presento a mi banda…- le dijo Ken, mostrándole una sonrisa de oreja a oreja. Hyde entró un poco aturdido e intimidado. –Chicos,- se dirigió a los tipo que estaban adentro. –Vengan, quiero presentarles a alguien.

-Él es Hyde. Hyde, la banda…

-Así que tú eres el famoso, “Haido”…- se escuchó la extraña voz de un chico que no parecía japonés y que su acento lo confirmaba. Un chico alto y robusto, con un corte de cabello estilo militar que llamó mucho la atención de Hyde. -¿sabías que Kitamura no deja de hablar de lo habilidoso que eres con la guitarra? También nos contó que eres pintor y que se te da muy bien la cantada…

-Aunque, olvidó mencionar lo lindo que eres…- Hyde desvió la mirada en busca de esa voz ronca que lo había incomodado. Le pertenecía al otro chico, al de mirada profunda, casi tan oscura como su cabello; ambos contrastaban con su piel blanca y a la vez, hacían juego con su vestimenta. Hyde ya estaba acostumbrado a este tipo de halagos,  aunque no por eso dejaban de molestarle. –Por cierto, puedes llamarme Sakura… y ese idiota de allá,- apuntó al bajista. –Es Ein…

-Mucho gusto…

-Y dime, Hyde, ¿Qué haces por aquí? ¿De dónde conoces a este vago?- Esta vez Sakura apuntó a Ken.

-Bueno… Ken y yo estuvimos en el mismo instituto, él es mi senpai….

-¿Te quedarás mucho tiempo por aquí? Me encantaría invitarte a salir…

-Ya déjelo respirar, Sakurazawa…- intervino Ken, algo fastidiado. Él los miraba desde la batería donde se había sentado.

-La última pregunta, lo prometo…- Sakura sonrió socarronamente. -¿Tienes novia… o novio…? Yo bien…

-Sí, si tiene…

El que respondió nuevamente fue Ken. Hyde lo miró asombrado, con los ojos abiertos. Ken lo dijo en un tono de molestia, ¿celos, tal vez…?

-Hyde está conmigo… ¿De acuerdo, Sakurazawa? Ni se te ocurra intentar algo con él.

-Lo siento, hermano, no fue mi intensión.-parecía apenado. -Sí que tienes buenos gustos…- dijo falsamente avergonzado. Aunque  lanzándole miradas al pequeño acompañante de su amigo. –Lástima… de verdad eres de mi tipo…- le susurró al castaño, guiñándole un ojo de manera coqueta.

 

Pasaron la tarde bromeando, Hyde les mostraba sus habilidades con la guitarra. Las que no habían incrementado mucho ya que no había con quien practicar. Luego de un rato de discutir, Ken convenció a Hyde de que se uniera a la banda.

La tarde avanzó rápido, para cuando se dio cuenta, era hora de regresar. Se despidió de todos y le divirtió mucho la escena que había hecho Sakura. Pues le aseguraba al chico que, en definitiva soñaría con él esa noche…

Ken, fastidiado, jaló a Hyde para que salieran de allí, apresurándolo.

-Vamos, enano, o te dejará el tren…

Ken lo acompañó hasta la estación, hablaron muy poco en el trayecto, Hyde intentaba encontrar el momento adecuado para preguntar qué había pasado en ese lugar. Por qué su amigo había dicho lo que dijo.

-Oye, Hyde…- pero el moreno se le adelantó. –Perdona lo que dije… ya sabes, lo de que tú y yo…

-No te preocupes.

-Pero es que conozco a Sakura y no me gustaría que te utilizara, que se aprovechara de ti, ya sabes, él es esa clase de sujetos…

-Ken….-le interrumpió –la verdad, me sorprendiste, porque… de hecho, yo pensé que… que… tú y yo…

-¿Te gustaría salir conmigo?- le preguntó repentinamente.

-¿Qué?

-Bueno, luego de lo que pasó aquel día… yo creí que tú querrías salir conmigo… si no te lo había dicho es porque…

-¿Aún lo recuerdas?

-¿Cómo crees que voy a olvidarlo? Siempre recuerdo esa noche, en especial el beso. Siempre recuerdo la sensación de tus labios…- dijo emocionado.

Habían llegado a la parada, estaba completamente vacía. Siguieron caminando hasta llegar a los bancos, ambos en silencio, para poder seguir hablando más tranquilamente una vez sentados.

-También yo.- confesó Hyde muy apenado.

-Entonces… ¿es un sí?- preguntó el moreno, acercándose cada vez más, con una sonrisa de satisfacción en el rostro y un brillo especial en la mirada. Hyde sintió como sus mejillas se sonrojaban pero no le importó. No apartó la mirada en ningún momento.

El pelilargo asintió ligeramente antes de acortar él mismo la distancia que los separaba y juntar sus labios por fin. Sonrió al sentirlo.

Ken lo abrazó fuertemente apegándolo contra su cuerpo. Hyde se dejaba llevar, enterró sus manos en la abundante cabellera de su amigo.

“Sus labios…” Ken sabía besar… era muy bueno en esto…. ¿Cuánto habría practicado? Más importante, ¿Con quién?  Repentinamente sintió celos de todas las personas que habían estado cerca del moreno.

-Por cierto, había olvidado decirte… Me gustas… me gustas mucho…- le susurró Ken.

 

********************************************************************************

 

Los dos meses pasaron volando. Hacía una semana que Hyde se había mudado a Osaka, viviría en el campus. Hyde tuvo suerte, había conseguido una beca. Tendría que compartir el dormitorio con algún compañero, pero eso era lo de menos.  

Esta tarde, Hide regresaba a casa por sus últimas pertenencias. Y de paso, se quedaría a cenar con sus padres; pues su madre le había llamado al menos cuatro veces al dormitorio para decirle cuánto le extrañaba…

 

-¡¿Pero qué es eso?!

-¿Qué cosa?

-Hide, te pedí que fueras con el peluquero….

-Hyde, mamá. Soy Hyde.

-¿Pero qué clase de nombre es ese? Tu nombre es Hideto.

-Mamá, los roqueros llevan el cabello largo, tienen tatuajes y nombres raros.

-Qué roquero ni qué nada. Tú te llamas Hideto, te cortas ese greñero y el día que me llegues con un tatuaje, te arrancó la piel a jirones, ¿me escuchaste?

-Sí, mamá.- respondió divertido.

-“Si mamá, si mamá”.- repitió resignada. –siempre lo mismo, “si mamá”, y de todas maneras no me haces caso.- rezongó.

-Déjalo mujer. Además, el nombre me gusta mucho, “Hyde”. Como aquel personaje de la literatura inglesa, creo...- intentó defenderlo el hombre, desde la mesa, donde estaba sentando intentando leer su periódico.

-Pero qué… tú siempre defendiéndole, que si pintaba las paredes, “déjalo que un día será un gran pintor”, que si me arrancaba todas las flores de mi jardín, “déjalo que un día será un gran floricultor”… ah, nunca puedo con ustedes dos.- renegaba mientras caminaba de aquí para allá.

-¿Mamá?- se aventuró a llamarle.

-Mmm…- contestó la mujer desde el jardín donde tendía la ropa que acababa de lavar.

-Invité a Ken a cenar, ¿está bien?

-¿A Kitamura…?

-¿Eso es un sí?

No contestó.

Hiroki Takarai rio divertido por las actitudes de su esposa. No importaban los años, siempre trataría a Hyde como a un niño pequeño.

-¿Están saliendo?- Hiroki susurró la pregunta desde la puerta de la cocina.

-¡¿Qué?!- la pregunta de su padre lo tomó desprevenido. –No, yo…

-Está bien, no me molestaría. Pero quiero saber, ¿sí? No me gustaría que, que hicieran… cosas, a escondidas…

-¡Papá…!- se sonrojó.

-Yo sólo digo….- respondió divertido a la vez que regresaba a su lugar en la mesa a buscar su periódico.

Su padre lo sabía, incluso si no se lo había dicho directamente, él sabía que había una relación.

 

*******

 

-¿Y qué tal la escuela, Ken?- preguntó Mizuki en un tono forzado. Todos lo notaron. No era un secreto que a la señora no le agradaba mucho la actitud tan “fresca” del chico.

-Pues, bien.- Contestó Kitamura, mirando de reojo a Hyde. –La escuela está bien…

Hyde reía divertidísimo.

-Ken está en una banda de rock y me han pedido que me una a ellos…- soltó Hyde de repente.

-¿Y la escuela? ¿Y tus clases de arte? No vas a dejarlo todo, ¿verdad?- intervino su madre.

-No pienso dejar de estudiar Arte. Pero también quisiera darle una oportunidad a la música…

-Eso es genial, Hide-kun.- le dijo su padre. –Pero no descuides tus clases… recuerda que la industria de la música no es muy segura y un título siempre te ayudará a abrir puestas…- le advirtió cariñosamente. –Lo mismo va para ti, Ken…

-Sí, señor. Gracias por el concejo.- Contestó el Moreno.

-Pues a mí me parece una pérdida de tiempo…- recriminó la mujer.

-¿Irás a casa, Ken?- le preguntó Hiroki.

-No lo creo… mi padre no está muy feliz conmigo, que digamos…- confesó Ken algo avergonzado. –Creo que volveré a Osaka en el último tren…

-Bueno, pues el cuarto de huéspedes está disponible, si no te importa dormir con un montón de cuchitriles...

-No, quiero decir. Sí, por mi está bien… muchas gracias.

-Aunque si prefieres un motel…- atacó Mizuki.

Hyde sonrió resignado, su madre nunca se daba por vencida.

 

-Mamá, dónde están los dibujos que…

-Están en el estudio. Tu padre los guarda como si fueran un tesoro. Deben estar en alguno de los cajones del escritorio.

Mientras Hyde buscaba sus primeros dibujos para un proyecto de arte, Mizuki acomodaba a su huésped. Hyde podía escuchar a su madre murmurando sobre un montón de cosas, y bien podía imaginarse a Ken con una sonrisa falsa e intentando ignorarla… rió ligeramente. Querría ver su rostro en ese momento.

Justo al fondo del cajón, encontró un sobre amarillo atado. Hyde lo tomó, lo miró un rato algo curioso, luego lo puso en su lugar, pero justo en ese momento la foto de un bebe se asomó.

Eso lo extrañó aún más. Era él, pero no recordaba haber visto antes esa fotografía, y había visto todas sus fotografías de bebe, su madre siempre las mostraba a sus invitados a la primera oportunidad.

Hyde volvió a tomar el sobre, y lo miró otro rato, luego decidió ponerlo junto con las cosas que se llevaría. Tenía curiosidad y quería saber qué contenía, pero tal vez luego, con más tiempo.

 

-Tu mamá nunca me había dado tanto miedo como hoy…

-No seas exagerado. Además es tu culpa, ¿Cuántas novias te conoció mi madre? ¿seis, siete... dieciocho…?- le miró acusadoramente.

Justo ahora estaban sentados en el piso, al borde del ventanal, con los pies colgando hacía el jardín. Pasaba de la media noche y observaban la luna. El viento fresco se sentía realmente delicioso…

-No fueron tantas, enano.- le abrazó de la cintura y lo atrajo para besarlo.

-No. Pueden vernos…- se separó rápidamente, mirando a todos lados para asegurarse de que seguían solos.

-¿Y qué importa? De todos modos, ellos ya lo saben…

-¿Qué?

-Bueno, la sra. Mizuki me lo dejó muy en claro…

-¿Ella sabe que tú y yo…?- Preguntó sorprendido o asustado o preocupado, no estaba seguro. Ken simplemente asintió con la misma simpleza y despreocupación de siempre. -¿Tú le dijiste?- Ken negó. -¿Qué te dijo?

-Eso, que si me aprovecho de ti, me cocinará vivo… más o menos…

Hyde sintió el pánico recorrerlo por un segundo; luego recordó el rostro sereno de su padre, la plática aquella noche cuando le confesó que había besado a Ken por primera vez, el comentario ocurrente de esa tarde… Sonrió más tranquilamente, por supuesto que su madre lo sabía.

Hideto se levantó y tomó de la mano a Ken para, juntos, comenzar a caminar hacia sus habitaciones. Estaban en el mismo pasillo, una frente a otra.

Justo antes de entrar a su habitación, Hyde jaló a Ken, miró a ambos lados del pasillo, y al notar que no había nadie, le besó en los labios, un beso juguetón.

-Y si fueron tantas…- Susurró travieso antes de cerrar la puerta. 

 

Notas finales:

Estuvo cortito este capítulo, pero es que voy lenta. Aun así espero les haya gustado. 

Continuará...


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