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Dharma por HokutoSexy

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5. Adoro tu conspiración

 

 

 

El guerrero se acomodó entre la seda y los cojines, jugueteó con uno de los mechones de hebras platinadas de su propio cabello, luego lo dejó caer casi hebra por hebra, tenía que ser muy contrastante el hecho de que justo esas manos, largas, fuertes, casi garras, sostuviesen la espada que más muertes tuviese en su haber, la Espada del Trueno que no era cualquier maldita ganga.

 

Por supuesto tenía que parecer un demonio. Siempre lo pareció, aún antes de tener la marca.

 

—No tengo ningún secreto Kujaku, ninguno que desee compartir de cualquier manera, ¿acaso quieres que te de una confesión antes de morir…? No seas ridículo —la manera despectiva, irónica y dura de Taishaku-ten era su sello personal.

 

Kujaku no insistió, se limitó a observarle pensativo, sabía en lo que estaba pensando, sabía hacia quién volaban sus pensamientos, lo dejó estar. Se puso en pie presto para marcharse, le echó un vistazo una última vez, con una sonrisa en los labios.

 

“A la luz de los días y del tiempo, sin olvidar a todos los que cayeron, a los que mintieron, a los que ocultaron, a los que se sacrificaron… y a los que amaron, diría que él fue el más apasionado de todos…” pensó en silencio mientras marchaba, una última visita a Yasha…

 

El hombre terminó por ponerse en pie, con la copa en la mano, como un cetro, se fue de todo lugar público, pensaba con sorna que no quería desfallecer en medio del gran salón, no, eso era demasiado vulgar para alguien como él.

 

El lugar elegido: la habitación clandestina que antaño sólo Ashura-ō podía abrir, la habitación oculta en el Palacio… la que ellos dos compartieron tantas vidas de hombre atrás… él podía abrirla porque conservaba el aura del Rey de los Ashura dentro de sí mismo…

 

Todo estaba como antes, era el mausoleo de sus pensamientos más íntimos, los que nunca reveló a nadie, esa era la prisión de las emociones, una celda alejada del sol y la luna, donde no había día ni noche, ni tiempo… sólo estaban ellos como centro del Tenkai.

 

 

 

۩۞۩ * ۩۞۩

 

 

 

—¿Qué pretendes que haga con eso, Dios de la Guerra? A tu favor voy a decir que adoro tu conspiración—tiró de la correa, y habría seguido fastidiándole de no ser porque en sus ojos y en su rostro siempre serio, pulcro y socialmente correcto, las sombras se dibujaban.

 

—Que me ayudes a revertir el curso del destino y de las estrellas, eso quiero que hagas —le arrojó como balde de agua—, siempre has dicho que consigues lo que te propones— le tentó.

 

Un silencio prolongado, palúdico, la tranquilidad que precede a la tormenta, los ojos felinos del general no perdían ni un detalle de aquel hombre.

 

Para romper con el momento, se atrevió a reír. Pero esta vez el rey no cedió.

 

—Si yo te ayudase a revertir el destino, ¿me concederías lo que más deseo?

 

—Sí, lo haría… dime ¿qué es lo que más deseas?

 

Esa era su oportunidad… por supuesto que él no iba a desaprovecharla, ahora lo tenía ahí… a su disposición.

 

—Imagínate… ¿no te das una idea? —Pronunció a media voz, y al no obtener respuesta, se lo dejó más claro —Te deseo a ti… —fue tajante tocando uno de los mechones de cabello de ese manto de ónix que envolvía a Ashura-ō.

 

Algo en sus palabras, en sus actos, en su mirada e incluso en su voz, le dijo a Ashura-ō, que por primera vez Taishaku-ten estaba siendo sincero… y eso era mucho decir…


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