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It's calm on the surface por Dagi

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Notas del capitulo:

¿Quién dijo que el amor era suficiente?

Parte 2

 

¡Óyeme, Dean! vas a salir de esto… ¡mírame! Vas a salir de esto… le repetía Sam como si fuera un mantra al que debía aferrarse. Tenemos que llamar a Cas…

¡No, Sammy! ¡No!

Pero, Dean…

¡No! no lo hagas… susurró en un llanto ahogado.

El comienzo de su tratamiento no resultó ser tan malo como esperaba ni tampoco tan sencillo.

Aquí vas aprender a tratar de superar esa angustia que te agobia y no te deja salir adelante. ¿Comprende, señor Winchester?

La lluvia se convirtió en escarcha y luego en pequeños copos blancos. Una tormenta de nieve se acercaba. Rogó en voz baja poder llegar sin ningún inconveniente y giró a la derecha, tomando el camino de tierra. Los árboles y la seca vegetación le daba la bienvenida.

Un tiempo más y ya podía divisar la casa.

Sin embargo, tan sólo le bastó un instante para que su cara se transformara y su sonrisa se desvaneciera por completo. Una fuerte impresión se apoderó de Dean y de repente sintió que sus pulmones se habían cerrado. Faltándole el aire.

En la entrada se situaba un coche. Un Lincoln Continental.

No. No podía ser.

¿Castiel estaba en la casa?

Su respiración salía sibilante de sus labios. Sus manos se apretaron en el volante y su visión se veía borrosa.

Respira. 

Apagando el motor con desesperación, Dean apoyó su cabeza sobre el respaldo del asiento y desabrochó algunos botones de su camisa.

Respira. Vamos. Respira.

Maldito ataque de pánico.

Después de unos largos y condenados minutos, volvió en sí. Se encontraba más calmado y su cuerpo temblaba en pequeños espasmos que se desvanecían de a poco.

¿Esto era real? ¿No se había vuelto definitivamente loco?

Pensó que si Dios existía, el muy hijo de puta estaba regocijándose con él. Después de meses de no verse y ahora aquí, los dos en un mismo lugar.

Solos.

Quería gritar. Deseaba salir del impala y correr hacia su esposo. Luchar por su reencuentro y a la vez, deseaba huir como el cobarde que era.

Unos golpes en la ventana lo sacaron de su estupefacción.

¿Qué…?

La nieve había cubierto los vidrios con un manto blanco y el exterior se veía difuso. Pero Dean no era un tonto para no reconocer la figura que lo esperaba afuera.

Atrapando todo el valor que le quedaba, abrió la puerta y salió.

En ningún momento alzó su cabeza. El frio estaba calando por su piel descubierta y su mirada estaba puesta en el suelo y en sus botas sucias.

Una mano cálida agarró la suya, pidiéndole afrontar el presente.

—Hola, Dean.

Esa voz grave y rasposa que jamás creyó oír nuevamente hizo que elevara su cabeza y observara al hombre que estaba en frente de él.

A Cas.

***

Había pasado veinte minutos y ninguno de los dos se sentía con ánimos de una conversación. Estaban compartiendo un mismo espacio después de mucho tiempo y por el gesto en la mirada de Cas, Dean podía deducir que su esposo no estaba contento de verlo.

Bueno. No es que había planeado que ambos se encontraran en lo que una vez fue su casa de vacaciones.

Dean quería preguntarle el por qué de su visita. Pero el podía obtener la respuesta a su duda con solamente mirar las cajas en la sala de estar.

Las cajas con ropas y otros objetos que no eran de él, sino de Cas.

El hombre estaba juntando sus pertenencias para llevárselas.

Esa comprensión hizo que su corazón latiera más de prisa, intentando salir de su pecho.

Otra vez, no…

Debía tranquilizarse. No podía caer dos veces en pocas horas. Se suponía que era el comienzo de su sanación.

Dean se sobresaltó al sentir por segunda vez la mano de Castiel. Casi fantasmagórica.

—¿Estás bien?— preguntó con suavidad.

Oh, mierda. Ahora quería llorar como un niño. Las lágrimas comenzaban a remolinarse en sus ojos verdes y trató de hacerlas desaparecer con varios parpadeos. Después de toda la mierda que le había hecho pasar a Cas, después de toda la distancia y el desamor… el hombre era sincero en su preocupación.

Se sentía el peor esposo del mundo.

Dean se mordió el interior de su mejilla antes de responder con sinceridad.

—Estoy en ello— tosió de nervios.—. Y-yo voy a estarlo.

Automáticamente sintió la persistente mirada de Castiel y no tuvo más remedio que confrontarla. ¿A esto se resumía su historia?  ¿Miradas anhelantes? ¿Azul y verde buscándose por siempre?

—Espero que no te moleste que haya venido... necesitaba obtener algunas cosas...

Dean escuchó aquella oración y las palabras que no expresaba los labios de Castiel: No sabía que también estarías aquí.

Se levantó incomodo de su asiento y se aproximó a los grandes ventanales. La tormenta había iniciado y no parecía cesar pronto.

Tal vez Castiel esperaba una respuesta, pero Dean cambio de tema. Siendo lo mas esquivo posible. No estaba preparado para afrontar esta situación… todavía no.

—Prepararé comida. No creo que hoy puedas irte con este temporal, Cas.

***

Buenos días, Dean.

Buenos días, nene.

Dean abrió sus ojos y se quejó por el dolor repentino en su cuello. Tenía un mal sabor de boca y aun mantenía la ropa puesta.

¿Dónde estaba? Echo una rápida mirada a su alrededor. El cuarto de invitados.

La neblina del sueño se esfumaba de a poco, haciendo que recordara los sucesos de ayer.

Su ataque de pánico. Cas. La cena en silencio. Le había insistido al hombre que durmiera en la recamara principal. La que una vez fue de ambos.

Encendió su celular y se fijó la hora. 

8:15 am.

Carajo, maldijo cuando se acordó de Sam. Su hermano menor estaría echando humo por no recibir noticias de él.

Mientras marcaba el número y agradecía por la buena señal, también se preparaba para el sermón. 

—¿Dean? ¡Dean! Estaba preocupado por ti, maldito idiota.— dijo entre enojado y aliviado.

—Hey, Sammy. Todavía no te vas a librar de mí— agregó divertido. Aun sabiendo que su respuesta no era una de las mejores.

¿En serio? Dios... — Sam expulsó un suspiró y continuó con otro asunto.— vi las noticias. Aunque sea una nevada débil, la zona está cerrada por precaución.

Su buen humor desapareció al ser consciente de la información del grandulón. ¿Cómo no podía haber advertido ese problema?

—¡Maldita sea!

—¿Qué sucede, Dean?

—Ca-Cas esta aquí.

¡¿Qué?! Espera… explícate.

—Yo… llegué y su auto estaba estacionado en la entrada.— su voz fue disminuyendo—. él sólo vino a buscar sus cosas.— No a mí. Pensó.

La línea quedo en silencio hasta que Sam contestó en un susurro.

Lo siento, Dean.

—Si… está bien, lo que sea…

La charla siguió y Dean le prometió a su hermanito que estaría bien, aunque Sam no terminaba por creerle. Aunque el mismo tampoco lo creía.

Se aseo y bajó directo a la cocina. El aroma a café recién hecho lo sacó de sus reflexiones, además de la obvia presencia de Cas.

—Uhm- hey…

—Dean.

Si. Un torpe saludo y una rígida respuesta.

Dean llenó su taza y esperó que la tercera guerra mundial estallara en frente de él, pero no fue el caso. Castiel terminó de desayunar y antes de cruzar la puerta, miro sobre su hombro. Evitando el contacto visual.

—Iré a ventilar los cobertores. No creo que salgamos de este lugar por las próximas horas.

—Sí, claro…

Ambos hombres estaban jugando a tratarse como a dos extraños.

¿Quién dijo que el amor era suficiente?

***

Más tarde, Dean recibió otra llamada de Sam que contestó con rapidez. No quería sonar agobiado, pero no podía disimularlo más.

La situación no era fácil. Castiel no se lo hacía fácil.

Es una oportunidad para que hablen de una vez por todas.

Sammy, creo que no es una buena idea.

Mira, Dean. Sé que esto es complicado… pero tienes que intentarlo, hombre.

Y así fue. En la hora de la cena, Dean rompió el hielo y comenzó con una charla trivial. Superficial.

Cas recibió las señales y su semblante serio se suavizó en el transcurso de la noche.

¿Cuándo había sido la última vez que se situaban así? Relajados, pasando un buen momento, olvidándose de sus penas y no retrocediendo más pasos. Ya no lo recordaban.

Antes de irse a dormir, Dean no espero obtener una recompensa por sus esfuerzos.

Buenas noches, Dean.

Ese simple gesto fue como un bálsamo reconfortante que aliviaba sus emociones. Provocándole una agradable sensación.

Notas finales:

Gracias por leer!


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