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El último partido por Fullbuster

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Madara había sacado al porche a Minato una vez arregló la madera de la entrada. Por primera vez desde que conoció a aquel hombre, pudo ver una sonrisa. Era extraño ver a ese hombre sonreír pero a la vez, era una sonrisa sugerente, atractiva y muy pegadiza. Ver esa sonrisa transmitió en un instante, una paz y una tranquilidad al corazón de Madara que él jamás había experimentado. Nunca había conocido a alguien como ese hombre misterioso, de triste mirada pero alegre sonrisa que inundaba de felicidad a todo el que la veía.


Sin duda alguna, se había quedado absorto mirando a ese hombre, hasta que la sonrisa se le intensificó al llegar a sus oídos el ruido del coche de Gaara que traía a su hijo. Al no tener la casa adaptada para él, sólo pudo llevar su silla hasta el borde antes de la escalera, sin posibilidad de bajarla. Para Madara, aquella casa sólo le resultaba un gran inconveniente a ese hombre, estaba encerrado en su propio domicilio hasta que su hijo pudiera estar con él y sacarle de allí. Quizá sólo necesitaba despejarse un poco, salir y volver al mundo para mejorar ese agrio carácter que se le estaba poniendo.


- Naruto – gritó Minato al verle bajar del coche. Su hijo sonrió.


- Lamento haberte preocupado, papá. Ya estoy en casa.


- Ven aquí – le dijo abrazándole en cuanto Naruto subió los pocos peldaños hasta el porche – bienvenido a casa.


- Estoy bien, papá – le recalcó – sólo ha sido una tormenta y el refugio estaba en perfectas condiciones.


- Vale.


- ¿Te importa si te cuento mañana? Mañana por la tarde tengo un partido importante y me gustaría descansar.


- Ve a tu cuarto y descansa. Dale un beso antes a Kaito, ha estado muy nervioso desde que te fuiste.


- Claro – susurró Naruto con una gran sonrisa.


Madara observó en silencio cómo Naruto entraba hacia la casa. Se le notaba agotado pero aun así, saludó algo sorprendido de que un policía estuviera en la casa y todavía más sorprendido cuando al pisar, pareció no tropezar con la madera rota. No pudo evitar mirarla ya arreglada para luego, lanzar sus ojos hacia Madara. Hasta para él era obvio que Madara había tenido que ser quien la había arreglado, porque su padre no podía moverse solo de esa silla de ruedas. Necesitaba ayuda prácticamente para todo.


- Hemos dejado la moto en el taller de Lee, aunque dudo que Naruto vaya a arreglarla – sonrió Gaara observando la sonrisa de Minato.


- Yo también lo dudo. No tiene dinero para comprar las piezas que necesita.


- Lee ha dicho que haría lo que pudiese, pero necesita piezas nuevas y eso no puedo facilitárselo, son muy caras. Nunca he visto una moto con tanta cinta aislante como la de Naruto – se reía Gaara haciendo reír aún más a Minato.


- Lo sé. No te preocupes. Bastante hacéis ya por ese trasto viejo – sonrió Minato – no me extraña que lo deje tirado a la mínima.


Los dos se despidieron enseguida y Minato regresó a seguir tomándose el último café de la tarde con Madara. Por un segundo, al Uchiha le pasó por la cabeza si alguna vez ese hombre había ido a algún partido de su hijo, seguramente no. Esa silla de ruedas y el mal acceso y salida de la casa debía impedirle muchas cosas. Prefirió no preguntar ni hacer mención por si aquello le afectaba más de la cuenta. Al fin y al cabo, parecía muy unido a su hijo.


A la mañana siguiente, el gran partido que decidiría si ese equipo de segunda pasaría a primera división o debería permanecer un año más en segunda, estaba a punto de comenzar. Todos los jugadores llegaban al desolado campo de la isla Rebun, apenas cuatro matojos de hierba indicaban que ése era el campo donde jugarían.


Deidara fue uno de los primeros en llegar, pero no imaginó en absoluto, que alguien ya estaba esperándole. No pudo evitar sobresaltarse al sentir cómo una mano agarraba su muñeca empujándole hacia la parte trasera del pequeño edificio que servía como vestuario. Sólo se calmó ligeramente, al ver que se trataba de Itachi, pero el sobresalto no pasó desapercibido para el moreno que se extrañó al verle tan afectado.


- Lamento si te he asustado, no era mi intención – comentó Itachi.


- No pasa nada, aunque te agradecería que no volvieras a cogerme de esa manera. ¿Necesitabas algo antes del partido? Porque voy a llegar tarde.


- Quería saber qué ha ocurrido con Kabuto.


- ¿A qué viene eso? – preguntó preocupado Deidara.


- Es que es extraño. Parecíais muy enamorados y… ahora te veo aquí sólo cuando acabaste la universidad y te marchaste con él. Ni siquiera llevas anillo de matrimonio y eso es raro sabiendo la prisa que tenía Kabuto.


- Ya no salgo con él – dijo Deidara – Rompimos poco después de finalizar la carrera.


- No puede ser – dijo extrañado Itachi – él siempre me decía cuánto te quería.


- Deja de decir eso – le gritó Deidara - ¿Crees que porque diga muchas veces que ama a alguien tiene que ser cierto?


- ¿Qué ocurrió, Dei? – preguntó suponiendo ahora que Deidara le estaba ocultando un dolor demasiado grande.


- ¿Qué ocurrió? Que tu amigo del alma me utilizó, sólo quería algún revolcón antes de terminar la universidad, de emprender su vida empresarial. Fui un idiota creyendo que alguien con riqueza se fijaría en un huérfano como yo – susurró Deidara sonriendo con incredulidad – pero no volverá a pasar, no volveré a enamorarme de nadie que esté por encima de mis posibilidades. ¿Puedo irme ya? Ya tienes la información que querías.


- Dei… - le agarró nuevamente del brazo antes de que se marchase – no lo sabía, creí que te quería de verdad, no pensé que te haría daño.


- ¿Daño? – preguntó Deidara – no tienes ni idea de lo que llegó a hacer. No hay distancia suficiente para alejarme de él.


- Dei, tu corazón sanará, ya lo verás. Encontrarás a alguien que te haga sentir lo que nunca has sentido por Kabuto.


- No, Itachi – sonrió Deidara – mi corazón está roto, hecho pedazos, no queda nada dentro de mí, sólo cicatrices, dolor e inutilidad.


Itachi ni siquiera consiguió entender todo a lo que Deidara se refería con aquellas duras palabras, pero no pudo retenerle más, dejó que se marchase. Kabuto había sido su mejor amigo en la universidad, sólo una vez le tuvo envidia y celos, aquel día en que contento le dijo que había iniciado una relación, claro… que no imaginó que sería con el chico al que él amó durante tres años en completo silencio. Se maldijo por no haber tenido el valor de contarle todo a Deidara, pero tampoco quiso malmeter contra su amigo.


Aquella fue la única vez que amenazó a su amigo con destruir su vida si le hacía daño a Deidara y ahora… se daba cuenta de que Kabuto no le había hecho el más mínimo caso. Algo le había hecho a ese chico y conociendo el pasado que tenía de don Juan, seguramente le engañó con alguien más rico, con alguien más importante que un simple huérfano.


En cuanto Deidara se marchó, Itachi cerró los dedos formando un puño y golpeó la pared con fuerza, obteniendo como resultado el sangrado inmediato de sus dañados nudillos. No podía negar que estaba enfadado. Le habían llegado rumores sobre Kabuto y muchas noches pensó en contárselo a Deidara pero… nunca lo hizo confiando en que su amigo le decía la verdad, ahora se daba cuenta de que no era cierto, le mintió, le hizo daño a la persona a la que más amaba y él era tan culpable como su amigo, por haberse callado aquellos rumores, por haber sido cómplice de las mentiras de su amigo en lugar de ir a contárselo a Deidara. Ambos eran sus amigos y había traicionado precisamente al que amaba.


- ¿Quieres romperte la mano o qué? – preguntó su hermano tras él, algo que sorprendió a Itachi.


- ¿Qué haces aquí? Creía que te habían echado como entrenador.


- Y así es. Sólo he venido a ver el partido. No hay mucho más que hacer en este pueblo. Aunque veo que tú tienes cosas más interesantes que hacer. ¿Kabuto no era tu amigo en la universidad? – sonrió Sasuke.


- Sí – dijo Itachi frustrado – amaba a ese chico – dijo señalando a Deidara – pero Kabuto se me adelantó. Supongo que era lógico teniendo en cuenta que tras tres años, seguía sin confesarme. Aun así, no creí que sólo quisiera jugar con Deidara y luego tirarle a la basura.


- Sólo conocí una vez a Kabuto y fue bastante… insultante hasta conmigo. Ya me daba mala espina de por sí. Ni siquiera sé cómo eras su amigo.


- Porque nuestros padres eran amigos y lo conozco desde niño.


- Y a Dei le amabas. ¿Por qué no te pusiste de su parte?


- Porque no quería hacer daño a la relación de nuestros padres y se supone que él era mi amigo de la infancia, no podía traicionarle. Ahora me doy cuenta de que debí proteger a Dei y no a Kabuto. Un error mío que pagaré caro.


Sasuke tocó el hombro de su hermano y se marchó de allí directo hacia las gradas. No quería perderse aquel partido por nada del mundo, principalmente porque no tenían entrenador. Eso iba a ser gracioso. Se sentó en las gradas y esperó a que los jugadores salieran al campo, claro que el árbitro lo primero que hizo fue ir a hablar seriamente con el equipo de Naruto y es que… no podían jugar sin entrenador.


Observó cómo el equipo de Naruto discutía con el árbitro y luego, cómo hablaban entre ellos buscando una solución. Sasuke observó la escena, estaba claro que necesitaban a alguien para hacerlo pasar por su entrenador o los descalificarían y eso… significaba la derrota inmediata y su continuación en segunda división. Hidan buscó con la mirada a Fugaku, quien no había aparecido y eso lo sabía muy bien Sasuke. Sabía que se había quedado en cama descansando tras las náuseas que le invadían tras la quimioterapia. Estaba atento a ese chico, cuando alguien le tocó el hombro, descubriendo al girarse que era Naruto.


- Ya lo sé, no tenéis entrenador, pero sinceramente… no os hago falta yo si es a lo que vienes. Cualquier persona de las que han venido a veros os sirve.


- No quiero a cualquiera de aquí, te quiero a ti como nuestro entrenador. Eres el que más sabes de estrategias, eras un gran jugador de lacrosse y sabes nuestros fallos.


- ¿Y de qué os sirve saber vuestros fallos si no hacéis caso a mis instrucciones? – preguntó Sasuke.


- Te haré caso a todo lo que digas.


- Es posible que tú sí por el incidente del refugio y el haber solucionado las cosas, pero los demás siguen igual.


- Harán caso, te lo prometo.


- No puedes asegurarme algo así.


- Soy el capitán del equipo y si digo que se te hace caso, es que se te hará caso y punto. Tendrán que obedecer a su capitán. Por favor, Sasuke… me lo prometiste, me diste tu palabra de que nos ayudarías si convencía al equipo y eso voy a hacer. Dame dos minutos para aclararles la decisión y te prometo que todo estará bien.


- Tienes un minuto – le aclaró Sasuke mirando al árbitro ya cansado de la espera – no creo que ese aguante más.


- Me da tiempo – dijo mientras salía corriendo hacia el campo.


Sasuke resopló al ver cómo Naruto pedía reunión de equipo ante el asombro de un molesto árbitro que sólo quería empezar de una maldita vez. Con una sonrisa de incredulidad, Sasuke se levantó del asiento y bajó al campo escuchando cómo Naruto le decía al árbitro que tenían un entrenador y le señalaba. El árbitro miró a Sasuke sin creerse que era el entrenador pero Sasuke… ya estaba curado de espanto, muchos le creían demasiado joven para estar en ese puesto.


- ¿A qué esperáis para jugar? ¿A que crezca la hierba o qué? – gritó Sasuke con tono autoritario e impaciente.


El árbitro, al ver aquel grito, prefirió no meterse con el entrenador sabiendo que perdería contra alguien así. Aquello sacó una sonrisa de Naruto. Sasuke era el primer entrenador que conseguía que ni el árbitro le quisiera dirigir la palabra por miedo a que dijera algo en su contra.


Naruto obligó a todo el equipo a reunirse junto a Sasuke, quien sacó una de las libretas para apuntar algunas jugadas que creía funcionarían bastante bien teniendo en cuenta los fallos personales de cada uno de sus jugadores. Hidan seguía sin estar muy convencido de que él fuera su entrenador, sin embargo, Deidara parecía encantado al igual que Naruto. El resto de los presentes, simplemente trataban de confiar en la decisión de su capitán, que por algo le habían elegido a él para ese puesto.


La sorpresa llegó cuando Sasuke puso a Naruto a jugar de defensa cambiando su puesto por el de Suigetsu, que siempre había sido defensa. Naruto, asombrado de aquello, quiso quejarse, pero por el trato que había hecho con Sasuke, prefirió callarse y esperar al finalizar el partido. Para asombro de todos, ganaron, pero Naruto bastante cabreado por el cambio de posición, no pudo evitar ir a hablar con Sasuke en privado.


- Ey – se quejó Naruto llamando la atención de Sasuke.


- Déjame adivinar. Vas a cuestionar mi decisión.


- Siempre he sido ofensivo, soy el máximo goleador. ¿Por qué me quitas de mi posición?


- En el último partido, al final lanzabas sólo con la mano izquierda.


- ¿Y qué?


- No acertabas ni una bola y es porque eres diestro. Estuve pensando mucho tiempo el motivo por el que podrías lanzar con la izquierda sabiendo que fallabas y en el refugio estuve observándote. ¿Cuándo te lesionaste la muñeca derecha?


Naruto se sobresaltó.


- No voy a ponerte a jugar de ofensivo hasta que se te cure esa lesión. Ve al médico hoy mismo, ponte hielo en la muñeca, véndala y ya hablamos de cómo va. Quiero echarle un vistazo yo también. Quizá sólo sea un leve esguince. Quiero que sepas… que no te he quitado el puesto, es sólo una decisión temporal. Volverás cuando te recuperes – sonrió Sasuke tranquilizándole.


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