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Historia de una vida por Samu

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Ya era sábado y me encontraba raramente bien. Aquella tarde había quedado en el centro con unos amigos a las cinco.

Al llegar al punto de encuentro vi que allí estaban Kouga, Kagome y Sango.

-¡Miroku!-me llamo Kagome sonriente.

-¡Hola!-les salude.

Sango y Kouga era también muy buenos amigos míos. Aunque siempre había notado una tensión extraña entre ambos nunca dije nada.

Al final nos fuimos al centro comercial a dar una vuelta. Subimos a la planta superior y vi un libro que estaba buscando desde hace bastante tiempo aunque no estaba muy decidido a comprarlo.

Al bajar en el ascensor enseguida me arrepentí.

-Voy a subir un momento arriba ahora bajo ¿vale?-les dije sonriente cuando salieron del ascensor.

-Esta bien. Pero no tardes mucho-me contesto Kagome a la vez que cerraba la puerta.

El ascensor fui ascendiendo lentamente hasta que se paro en una planta intermedia. Las puertas se abrieron y me quede algo sorprendido al ver quien entraba en el ascensor.

Inuyasha entro en el ascensor y pulso el botón que marcaba la siguiente planta a la que me bajaría yo.

No hablamos nada, no se acordaba de mi pues ni siquiera me dirigió la mirada.

De repente el ascensor se paro en seco. Los dos nos miramos por primera vez. La luz parpadeo y finalmente esta fui sustituida por una azul suave.

-Mierda-dijo tras unos momentos y le metió un puñetazo a la puerta y me miro de nuevo-¿Te conozco de algo? Me suena tu cara pero no se de que-

-Pues...-

Le conté todo lo que paso hace tan solo unos días.

-Vaya. Perdón de nuevo-dijo inclinándose levemente.

El tiempo paso lentamente. Encerrado en un ascensor con él. Parecía un sueño aunque no lo era.

-Que calor-dijo Inuyasha pasándose la mano por la frente. Lentamente se quito la camiseta  mostrando su pecho sudoroso.

-¡Sacadme de aquí o no podré contenerme más!-pensaba una y otra vez sin poder apartar la vista de él.

Me levanté y comencé a dar vueltas sobre mi sin mirar a Inuyasha.

-Oye, tranquilízate, nos sacaran de aquí. Me dijo con una sonrisa encantadora en la cara.

Por unos breves instantes perdí la orientación y me note desfallecer.

Al abrir los ojos me encontraba en su pecho apoyado, notaba como me daba leves golpecitos en la cara intentando despertarme.

Abrí los ojos completamente y levante la cabeza lentamente para encontrarme con los ojos ámbar de Inuyasha.

-¿Ya estas mejor?-me susurro.

-Creo que... si-dijo en un murmullo aún menor que el emitido por él.

El ascensor metió un salto. Del susto me abrace a él pero rápidamente me separe.

Me observo con unos ojos extraños. Aunque me había separado todavía estábamos cerca. El ascensor metió otro salto el cual hizo que acabara en los brazos robustos de él.

Me cogió de la barbilla y acerco un poco más su cara a la mía.

Nuestros labios apenas estaban separados. Yo esperaba que diera el primer paso para no precipitarme. Sus labios rozaron los míos con intención de besarlos pero otra sacudida del ascensor los separo, este subió hasta la siguiente planta, se abrieron las puertas y la luz entro de nuevo.

Y allí estaban, Kouga, Kagome y Sango.

Rápidamente Inuyasha y yo salimos del ascensor y lo dejamos con algo de pena.

¿Había considerado Inuyasha lo ocurrido en el ascensor igual que yo?

De repente apareció otro hombre, mas mayor y con el pelo igual de blanco que Inuyasha, pero lo tenía mas largo.

-¡Vamos Inuyasha!-le dijo sin contemplaciones.

Kagome le observo con chispas en sus ojos.

-Hola-le dijo mientras se acercaba un poco más.

-Hola-le contesto el otro sin tan siquiera mirarla.

-¿Eres familia del chico que esta con Miroku?-

-Si te refieres al del ascensor, si, soy su hermano-

Kagome no sabía que decirle ya-¿Cómo... te llamas?-

-Sesshomaru, ¿y tu?-le pregunto mostrando ahora cierto interés.

-Kagome, encantada-dijo con una sonrisa en su cara.

-Lo siento pero me tengo que ir. Espero... que nos volvamos a ver-

-Esperemos-dijo Kagome viendo como se marchaba con su hermano pequeño, Inuyasha.

Inuyasha y yo nos miramos por última vez y él se fue tras Sesshomaru.

 

Cuando salimos del centro comercial Kagome comenzó a avasallarme con preguntas.

-Vaya, parece que no lo pasasteis mal ahí dentro ¿no?-

-No paso nada-dije simplemente omitiéndolo todo-¿Y tu? Parece que te callo bien el tío ese ¿no?-

-Ya... bueno-

-¿En verdad es el hermano de Inuyasha?-

-Parece que si. Un poco frío pero con una temporada junto a mi y todo se solucionaría-

-Vaya, parece que te pego fuerte-

-Pues si.... espero volver a encontrármelo-dijo con una sonrisa en sus labios.

 
 

Ya se acercaban las vacaciones de verano, muy temidas por mi pues normalmente no las pasaba especialmente bien pero esperaba que aquella vez cambiara pues desde que encontré un amuleto que yacía en uno de mis muchos cajones parecía que mi suerte había cambiado.

Era el último día de clase y todos estábamos muy nerviosos.

Tras tres horas de clase interminables llego el recreo. Nos sentamos como siempre en un escalón que había a la sombra de otro pabellón.

De repente un chico que pasaba por allí llamo mi atención.  

-Oye, ¿Quién es ese?-le pregunte a Kagome, quien estaba ensimismada en sus pensamientos.

-¿Ese? Es el hermano de Sakura-me dijo sin apartar la vista del suelo.

-¿Sakura?-pensé. Era con una de las pocas chicas con la que simplemente no me llevaba.

-¿Y como se llama?-

-Trunks-

Ensimismado en mis pensamientos esperé a que tocara la sirena. Una vez esta hubo sonado todos entramos en la clase como corderos que van al matadero esperando lo peor.

Por suerte observe que a mi no me quedo ninguna. Cuando sonó la campana todos salimos rápidamente. Fui a la entrada con la esperanza de verle por última vez hasta el año que viene, si se quedaba allí.

Allí estaba, apoyado contra el cristal de la ventana del autobús con la mirada perdida.

Con un suspiro me despedí de mis compañeros y salí del instituto. Mientras lo hacía acaricie el amuleto que llevaba pidiendo que volviera verle en el verano, pero eso sí, en unas condiciones más favorables que en las que me encontraba ahora, en las que pudiera sonreír sin falsedad engañada.

 

Al llegar a mi casa me cambie de ropa y comí. Aquella tarde iría al gimnasio, había decido tomarme en serio aquello, además, así podría ver a Gaara aunque él ni siquiera se percatara de mi existencia. 

 

Llego la tarde y me preparé para ir. Me puse unos pantalones cortos y mi típica camiseta de manga corta color negro.

Al llegar me dirigí a los vestuarios, deje todo allí y salí, me senté en mi bicicleta y comencé a pedalear junto con los demás que se encontraban en las bicicletas.

Aparté la mirada un momento para verle pero en seguida la devolví a su lugar correspondiente pues en ese preciso instante él miraba hacía donde yo me encontraba.

Al fin comenzó a sonar la música y comenzó la clase.

Al terminarla todos nos dirigimos como siempre a los vestuarios para cambiarnos e irnos.

Observe que no hubiera nadie y me cambie la camiseta pues la otra estaba muy sudada. Cogí mi bolsa y mientras salía me secaba la cara con la toalla, pero se me calló. Me agache a cogerla y en ese momento note como algo rozaba mi culo, pero no de forma accidental sino de forma consciente, enseguida me levante y observe quien había sido pero solo observe la silueta de Gaara entrando en los vestuarios.


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