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El Fénix del Rey por Orseth

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Notas del capitulo:

Hola de nuevo, aqui estoy nuevamente esperando que esto sea de su agrado y muchas gracias por sus comentarios, besos!!

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            -No se me ocurre otro plan –dijo Bellatrix desanimada mientras el doctor Pettigrew tomaba un jugo en el sofá- el muy imbécil se dejo atrapar.

            Ella estaba tumbada en el sofá de enfrente, con el rostro descubierto por ser el hombre su doctor, ante él si estaba permitido mostrarse por cuestiones prácticas de salud.

            -He hablado con Greyback, por ahora no debes hacer nada, nosotros nos encargaremos del siguiente paso.

            -¿Y cuál es?

            -Lo mejor es que no lo sepas, no tiene caso, lo que debes hacer ahora es traer a tu lecho a tu esposo, cuántas más veces mejor, hay que ir preparando el terreno.

            -Bien.

            -Bueno, ya me voy, ya pase mucho tiempo aquí.

           

 

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            -¿Y bien, ya pensaste en algo? –preguntó Pettigrew a Greyback hablando en la habitación del doctor, en donde el capitán traidor del palacio había entrado a escondidas.

            -Es complicado, debo matar a los reyes sin que parezca un asesinato para no alertar al príncipe.

            -Sí, he pensado en eso y de verdad no sé como lo lograrás ¿tienes más gente?

            -Sí, un par de soldados en los cuales puedo confiar, ellos harán cualquier cosa que les ordene y ya tengo pensado en algunos aliados más.

            -Pues no debes tardar demasiado, el doncel aun no madura internamente pero no debemos confiarnos.

            -Sí, lo sé, lo sé… -respondio pensativo- aunque para todo hay solución.

            Pettigrew vio un brillo en los ojos del soldado y una sonrisa siniestra y comprendió que ya algo tomaba forma en la mente de aquel hombre.

            -Después de todo, los accidentes ocurren en cualquier lugar y en cualquier momento ¿no?

 

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            Un mes después, el rey James y su esposa Lily visitaban un templo que estaba en construcción en la ciudad, un templo con nuevas modificaciones para cuando el hijo varón del príncipe naciera y fuera presentado a Dios y al profeta Merlín.

            -¡Es hermoso! –Dijo Lily viendo el interior- James, será un lugar digno para presentar a nuestro nieto; ahora entiendo porque ya no quisiste que se hiciera en el palacio.

            -Sí –respondio satisfecho- siempre lo hemos hecho en el palacio con las niñas, pero con mi nieto deberá ser algo distinto.

 

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            Cuando Harry recibió la noticia, montó su caballo y cabalgo al centro de la ciudad lo más rápido que pudo deseando que todo fuese un error, pero cuando llegó al lugar pudo ver con sus propios ojos que lo que le habían dicho era cierto.

            -No… -musito bajando del caballo, viendo ante sí la construcción derrumbada.

            -¡Majestad, estamos haciendo todo lo posible! –dijo un hombre viéndolo acercarse.

            -No puede ser… no puede ser…

            -No sé cómo pudo ocurrir algo así... –exclamo otro hombre.

            -¡Sáquenlos de ahí, malditos idiotas no se queden viendo! –gritó corriendo al templo derrumbado siendo detenido por un par de soldados.

            -¡Majestad, no puede acercarse, puede provocar otro derrumbe!

            -¡Suéltenme, tengo que sacarlos de ahí!

            -¡Estamos en eso, déjenos ocuparnos de la situación!

            -¡Sáquenlos de ahí, sáquenlos de ahí! –gritó desesperado viendo los escombros ante sí.

            Ron llegó a tiempo para controlar a su amigo mientras soldados y trabajadores se afanaban por sacar a la gente que estaba bajo todos esos escombros, específicamente a los reyes de Hogwarts que estaban de visita en el templo a medio construir.

            Pasaron dos días antes de que pudieran llegar a los cuerpos de rey James y la reina Lily, días en lo que Harry ayudo quitando piedras y escombros.

            -No… -gimió cuando tuvo ante sí, los cuerpos de sus padres cubiertos con unas sabanas- no…

            Ron vio a su amigo de rodillas en el suelo viendo a sus padres muertos y sintió gran dolor al ver a Harry llorar a gritos con la gente de la ciudad viendo consternada como su príncipe lamentaba la muerte de los reyes de Hogwarts.

 

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            -¡Es terrible, es terrible! –dijo Pansy en casa de Luna cuando se enteraron de la desgracia.

            -El príncipe está destruido –dijo Minerva- nunca lo había visto así.

            -Y no es para menos… Oh por el profeta Merlín ¿Cómo pudo ocurrir una desgracia así?

            -¿Qué podemos hacer para consolarlo? –exclamó Pansy consternada.

            -Yo creo que nuestra compresión y el amor de las niñas podrán ayudarlo un poco.

            -¿Cuándo serán los funerales Minerva?

            -Mañana.

            -¿Draco va a asistir?

            -Debe hacerlo, es su concubino, debe asistir.

            -Ojala y ahora no se le ocurra hacer alguna estupidez, eso si no se lo perdonaría –añadió Pansy.             

            -Iré a llevarle ropa de luto–dijo Minerva.

            Draco vio llegar a la vieja sierva y se preguntó que querría ahora, pues desde su discusión, solo hablaban lo necesario.

            -¿Y eso? –pregunto cuando vio túnicas negras y sin ningún adorno en las manos de Minerva.

            -Ropa de luto, mañana asistirán a un funeral.

            -¿De quién?

            -De tus  suegros.

            -¿Qué? –Preguntó sorprendido- ¿hablas en serio?

            -¿Por qué habría de bromear con algo así? –Dijo ella entrando a la habitación para dejar la ropa en la cama- los reyes murieron en un derrumbe hace unos días.

            -No puede ser –exclamó levantándose- ¿Los reyes de Hogwarts están muertos?

            -Así es y el príncipe necesita el apoyo de su familia, así que por favor te ruego que te comportes mañana.

            Y sin más, salió de ahí dejándolo parado a media habitación.

            -¿Su familia?... -pensó mientras miraba a lo lejos la ropa en la cama- ¿Yo soy su familia?

            Al día siguiente los funerales se llevaron a cabo como correspondía al linaje de la familia Potter, con los pocos gobernantes de las ciudades aledañas que alcanzaron  a llegar, dándole el pésame al príncipe, que permanecía de pie a un lado de los ataúdes de sus padres, con su esposa a un lado y las concubinas y concubino atrás, a un par de metros de ellos.

            Draco vio a toda la gente pasar a despedirse de los reyes y a dar el pésame a Harry, quien resistió todo estoicamente, después el palacio se cerró y el entierro de James y Lily fue solamente para la familia real, por lo que Draco estuvo presente todo el tiempo; cuando todo acabo, él y las mujeres fueron de nuevo conducidas a sus recintos.

            -¡Yo debería quedarme con  el príncipe, soy la princesa! –exclamó Bellatrix molesta.

            -Sí él la necesita, enviará por usted –dijo un guardia.

            Los días pasaron y el reino recupero su rutina, pero aunque todo estaba en relativa calma, la coronación del príncipe se estaba preparando.

 

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            Y el gran día llego un mes después, solo pasando el tiempo reglamentario de luto, pues los ministros de Hogwarts querían mostrar a los demás que el país aun tenía autoridad y que el fallecimiento de sus reyes no significaba en lo absoluto desorganización ni anarquía.

            La noche anterior, Harry fue a visitar a Draco, quien se encontraba acostado ya a pesar de ser apenas la siete de la tarde.

            Draco escucho a alguien entrar y se sentó recargándose en la cabecera esperando ver a Minerva entrar a su cuarto, pero quien entro fue el príncipe, poniéndolo alerta.

            -Tranquilo, no vengo por sexo –dijo al verlo encender la lamparita del buró.

            -¿Y entonces? –preguntó viéndolo sentarse al otro lado de la cama.

            -Vengo a ver cómo estás.

            -¿Yo?

            -¿Hay alguien más aquí? –pregunto sonriendo cansinamente.

            Draco estaba confundido, pues quien se suponía que debía estar mal era justamente él por haber perdido a sus padres trágicamente hacía tan solo un mes.

            -Bueno no, pero yo estoy bien.

            -No es verdad, estás deprimido y eso me preocupa.

            Draco cada vez entendía menos ¿desde cuándo el estado de sus sentimientos le interesaba al príncipe?

            -Pues vete despreocupando porque estoy bien –respondio acostándose de nuevo y dándole la espalda- buenas noches.

            Harry se quedó ahí por unos segundos, viéndolo quedarse quieto y finalmente se levantó.

            -Buenas noches.

            Al día siguiente, muy de mañana, Harry fue a visitar a Luna pues fue avisado que se había enfermado del estomago, y salió después de diez minutos pues ese día era su coronación.

            -¡Majestad, buenos días! –Saludó Minerva entrando al área de concubinas mientras él iba saliendo- pensé que estaría alistándose.

            -Sí, pero vine  ver a Luna.

            -Sí, comió algo anoche que le cayó muy mal, ya está mucho mejor.

            -Si no puede asistir a la coronación, no hay problema, déjala descansar.

            -Eso haré pero dudo mucho que ella quiera perdérsela, saldrá de aquí aunque sea a rastras –dijo riendo.

            -Hablando de eso… sé que Draco ya no sale a convivir con ellas desde hace mucho.

            -Sí –respondio tornándose seria- ellas lo han invitado pero no sé porqué no quiere.

            -Porque está deprimido y eso no me gusta.

            -¿Pero y usted majestad?

            -¿Yo qué?

            -¿Cómo esta, como se siente?

            -Bien, Minerva…

            -¿Sí?

            -Anímalo a salir, sé que ya no eres tan amigable con él desde su última hazaña.

            Minerva se sorprendió de oír eso.

            -Tal parece que el príncipe sabe muchas cosas.

            -Sí, sé muchas cosas –respondio sonriendo- entiéndelo Minerva, se siente perdido y solo… no me gusta verlo así.

            -Sí, sé que ya no he sido tan amigable como antes, es solo que… ¡me enfada que sea tan testarudo!

            Harry sonrió al oírla, pues eso era una de las cosas que hacían al doncel tan especial.

            -No termina de acostumbrarse, sé comprensiva con él ¿quieres?

            -Por supuesto majestad, eso haré… una vez Pansy dijo que el doncel era como un pajarito silvestre ¿sabe?

            -¿Ah sí?

            -Sí, que de repente fue enjaulado.

            -Interesante analogía –dijo Harry.

            Un pájaro silvestre… no, más bien un fénix… un fénix hermoso y raro, tan raro que al encontrar uno, no puede dejársele ir.

            -Dime Minerva… -continuó Harry pensativo- Si encontraras un hermoso fénix que ama la libertad, pero que  solo existe uno… ¿lo dejarías ir?

            -No.

            -Mentirosa –dijo sonriendo débilmente viéndola a los  ojos- tú si abrirías su jaula.

            -Bueno majestad, pero yo no tengo un reino que depende de ese fénix.

 

 

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            La coronación era al medio día y el palacio era una locura, con gobernantes de todas las ciudades de Hogwarts, con los reyes vecinos con los cuales mantenían alianzas, entre ellos Tom Riddle, que miraba satisfecho como su hija sería coronada.

            Cuando el momento llegó, las concubinas y el doncel, las niñas y sobre todo la princesa Bellatrix, estuvieron listos; todo se llevó a cabo  con riguroso protocolo y puntualidad y Harry Potter dejo de ser príncipe para convertirse en el rey de Hogwarts, con la princesa Bellatrix a su lado convirtiéndose en su reina.

            Las celebraciones fueron escuetas debido al ambiente de luto que aun había en el palacio, así que al cabo de un par de días, todo festejo terminó; los gobernantes regresaron a sus ciudades y Tom Riddle hablo con su hija en privado antes de irse a su país.

            -Todo marcha bien después de tu error con el doncel.

            -Yo hice lo posible padre.

            -Cállate, después de todo Fenrir ha sido un aliado muy valioso… sacar del juego a los reyes de esa manera fue magistral.

            -Ahora me toca a mí de nuevo –dijo Bellatrix- debo atraer a mi esposo al lecho.

            -Exacto, después deja a Pettigrew encargarse de lo demás.

            -Lo haré padre, lo haré, de todos modos él sigue sin visitar al doncel.

            -Eso es una ventaja para nosotros, así que aprovéchala.

            -Ten por seguro que lo haré.

 

 

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            Esa misma noche, cuando Harry se despidió de Bellatrix en las habitaciones de la nueva reina, ella dijo:

            -Querido ¿Por qué no mudarme a tus aposentos?... esta es el área de las concubinas, yo soy la reina de Hogwarts ahora, sería un gran honor poder velar tus sueños cada noche.

            -Querida Bella –respondio él tomándole una mano- tal vez después, ahora no sería buen momento.

            -¿Por qué no?... ¿dudas que te ame como la amada reina Lily amaba al rey?

            -No es eso, solo dame tiempo.

            -De acuerdo, no insistiré, tú eres mi rey y sabes lo que haces –respondio tocándole la mejilla- pero esta noche querido, es mi deseo que vengas a mi lecho… ¡hace tanto que no soy amada por ti!

            -Bella…

            -Hazme el amor Harry… -dijo mirándolo a los ojos sorprendiéndolo por la forma de hablar- te amo y necesito que mi esposo me haga sentir amada…

            Bellatrix se levantó mientras soltaba el nudo de su bata de seda ante los ojos de su marido; ella solo era un par de años mayor que él y fue dada en matrimonio por su padre Tom Riddle; cuando él la vio, no pudo negar su belleza… sus largos rizos negros y su expresión vivaz hacían de ella su favorita en cuestión de físico, pues Bella sabia sacar partido a su belleza, además de que era un tanto más atrevida en la cama que sus concubinas; solo deseaba descansar esa noche, pero la sensualidad de su esposa era tan envolvente que termino abrazándola para caer juntos en la cama.

 

 

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            Los días siguientes estuvo hundido en trabajo, poniéndose al corriente con lo que su padre había dejado pendiente que hasta Dumbledore se lo hizo notar.

            -Harry, querido muchacho… estás presionándote demasiado.

            -No es verdad, hay tanto que hacer –respondio en el despacho de su padre, que aun teniendo el suyo propio, por protocolo ya era de él.

            -Ve a descansar un poco, ni siquiera has ido  ver a tu esposa y concubinas, tus hijas te han de extrañar mucho.

            -Sí, eso es verdad –dijo recordando a las pequeñas niñas- tal vez pase mas al rato.

            Dumbledore le palmeo la espalda y salió de ahí; Harry se quedó mirando la puerta por donde había salido el viejo medico y de pronto recordó que  aun no revisaba el cuarto de sus padres, tal vez hubiese ahí algún documento por revisar.

            Se levantó y salió de ahí para dirigirse a las habitaciones de los difuntos reyes; llegó y abrió la puerta, se metió y se recargó en ella viendo ante sí una enorme habitación iluminada por el sol que entraba por los enormes ventanales.

            Tragó saliva para deshacer el nudo que de repente se le había formado, exhalo un suspiro y comenzó a buscar. Encontró varios asuntos pendientes, los metió en una carpeta y salió de ahí, pero de repente tuvo la urgente necesidad de ir al área de concubinas, por lo que dejó la carpeta en su despacho y salió de ahí.

            Tardo solo unos minutos en atravesar el palacio y llegar a ese lugar, entró encontrando solamente a Luna tomando el fresco bajo la sombra de las palmeras.

            -¡Buen día! –Saludó ella contenta de verlo- estoy haciendo unos collares para las niñas, es su hora de la siesta… ¿Qué tal el día de mi señor?

            Harry sonrió con lo que más bien parecía una mueca, no respondio, solo miró a su alrededor haciendo que Luna lo mirara extrañada, entonces el rey se sentó en el pasto a los pies de su concubina recargando la cabeza en sus piernas y sin hacer ruido comenzó a llorar.

            Ella no dijo nada, solo soltó su hilo de cuentas y comenzó a acariciar la negra cabellera de su esposo mientras eran observados por un asombrado Draco desde la ventana.

 

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            Draco miró como el nuevo rey de Hogwarts por fin sucumbía ante el peso del dolor y solo pudo retirarse de la ventana sintiéndose más deprimido… ¿en verdad estaba haciendo mal en negarse a tener un hijo?... ¿de verdad estaba siendo muy egoísta al desear de nuevo ser libre?

            -Pero no fue mi elección… -musitó acurrucándose en sofá.

            Esa noche Minerva le llevó la cena encontrando la comida de la tarde intacta en la mesa; extrañada fue a la habitación de Draco encontrándolo acostado.

            -No tengo hambre, gracias –dijo él al percibir que la puerta se abría, pero ella no se retiró; lo que hizo fue entrar y caminar hasta la cama, sentándose en la orilla, del lado donde Draco estaba volteado.

            -Pero no comiste en la tarde, no debes malpasarte.

            -Ya te dije que no tengo hambre –respondio mientras sorbía la nariz.

            A pesar de tener las cortinas corridas y solo la lámpara del buro encendida, ella pudo ver que él lloraba, por lo que comenzó a acariciar su cabeza y a acomodarle el cabello.

            -¿Por qué tan triste, querido?

            -No estoy triste.

            -Vamos Draco, estás llorando… eso es estar triste.

            -No lo estoy, déjame solo ¿quieres? –respondió dándose la vuelta.

            -Eres tan testarudo –dijo levantándose y caminando al otro lado de la cama para tenerlo otra vez de frente.

            -Déjame en paz –musitó quebrándosele la voz con nuevos sollozos.

            -No, no lo haré, recuerda que ahora soy tu madre adoptiva… si me separé tanto tiempo, me disculpo, no debí hacerlo…

            -Esta bien, por mi puedes separarte lo-lo que quieras…

            Minerva negó con la cabeza mientras volvía a peinarle el cabello, observando sus enormes ojos grises enrojecidos por el llanto.       

            -Eres muy hermoso… por eso le gustas tanto…

            Draco cerró los ojos intentando contener un hipido.

            -¿Qué te duele tanto, querido?

            Eso ni siquiera Draco lo sabía a ciencia cierta, lo único cierto era que estaba tan confundido y solo, que lo único que le daba alivio era dormir.

            -Yo… yo no per-pertenezco a este lugar…

            -¿Y por qué no?

            -No sé… solo siento que… que to-todos están esperando algo que yo… yo no puedo darles…

            -¿Un bebé?

            Draco asintió sin decir nada por un momento, después siguió hablando entre sollozos.

            -Yo… en-entiendo ¿sabes?... no soy tan ciego pa-para no darme cuenta de lo i-importante que es… más ahora que… que los reyes están muertos…

            -¿Y entonces, mi niño?... ¿Por qué te cuesta tanto ceder?

            -Es que… todo es tan… atemorizante… este mundo no es mío…

            -Podría serlo si tu quisieras.

            -Pero no quiero… quiero irme de aquí pero…

            -¿Pero?

            -Pero él… él necesita que yo… ¿Por qué soy lo que soy? –pregunto de repente llorando mas fuerte girándose otra vez para que no lo viera llorar así.

            -Hey… Shhh… -musitó acostándose junto a él abrazándolo por detrás.    

            -¡Yo no… yo no elegí ser esto!... ¡Quiero volver a ser un hombre!

            -Eres un hombre, tú más que nadie ha defendido eso.

            -Pero ya no me siento así… todos dicen que no… nadie me trata como uno…

            -Claro que sí.

            -No es verdad… ya ni siquiera puedo mostrar mi cara…

            -Es un gran peso, si… pero vale la pena querido, darás esperanza a todo un país.

            -Eso lo sé –dijo sorprendiendo a Minerva- ya lo entendí…

            -¿Y entonces?

            -Es solo que no lo acepto… quiero mi vida de antes… no quiero someterme a nadie…

            -Draco, apenas estás viviendo tu luto por la pérdida de tu vida anterior y está bien, si debes llorar, llora… pero tampoco puedes quedarte así, derrotado para siempre, debes levantar la cabeza.

            -No… no quiero… -respondio sorbiendo la nariz- esto es demasiado para mí…

            -Pero no estás solo ¿es que no lo ves?... tu esposo esta para sostenerte, para caminar contigo…

            -No es cierto…

            -El esta tan preocupado por ti, no lo notas porque estás encerrado en ti mismo…  él sabe que estás muy triste, pero no viene a consolarte porque sabe que lo vas a rechazar.

            -No lo necesito…

            -Mi niño tan burro… -dijo ella poniendo su mentón en su hombro- hasta un caballero del desierto necesita ser cuidado y protegido de vez en cuando.

        

     Al oír eso, algo se rompió en su corazón de tal modo, que se giró y se aferró a ella llorando convulsivamente; Minerva lo sostuvo fuerte hasta que se calmó y se recostó quedándose dormido con ella a su lado.

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Notas finales:

hasta la proxima!!


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