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El Fénix del Rey por Orseth

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Notas del capitulo:

 

 

 

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            Draco quedo sorprendido de que Harry lo aceptara así, sin más ni más; y para su sorpresa el moreno apago la luz y se acostó quedando frente a frente, solamente iluminados con la poca luz que alcanzaba a entrar de las farolas del jardín.

            -Lamento haberte hecho sentir así, me he ocupado en convivir contigo pero no en conocerte realmente… dime ¿te gustaría platicar?

            -¿Y cómo de qué?

            -No se… -respondio encogiéndose de hombros- ¿Cómo fue tu niñez?

            -Oh muy feliz –respondio sonriendo- mi papá solo tuvo una esposa y fui hijo único.

            -¿Solo una esposa? –Repitió sorprendido- ¿y por qué?

            -Estaba muy enamorado de ella y ella de él, sabía que si tomaba una concubina, ella se sentiría muy triste, así que no hubo más mujeres, él decía que una mujer le bastaba para ser feliz.

            -¡Vaya!... mi padre tuvo más concubinas, pero mi madre era la favorita.

            -Lo noté.

            -¿Y qué paso cuando descubrieron que eras un doncel?

            -Toda mi vida quise ser un caballero del desierto, así que desde muy pequeño mi padre me llevaba a los cuarteles, después yo visitaba a los soldados, les ayudaba con sus caballos y cosas así, me hice amigo de muchos de ellos, mi sueño era ser capitán… pero un día, como a los quince años creo, sentí comezón en las mejillas, eso fue en la noche, pero al otro día note unas pequeñas marcas, casi imperceptibles, parecían rasguños o algo así, así que le dije a mi mamá y cuando ella me examino comenzó a llorar de repente… la verdad yo me asuste, y más cuando llamo a mi padre y le mostro… el puso una cara que nunca olvidare, como si yo hubiese cometido algo terrible.

            -¿Y entonces?

            -Hablaron aparte, cuando terminaron mi madre salió y regreso con una crema para la cara… era maquillaje, con eso quedaron ocultas, pero con el tiempo fueron marcándose más hasta quedar lo que ves ahora.

            -Pero son hermosas… -dijo Harry acariciándole una mejilla- parece que te las pintaron con un pincel de cerdas finas.

            -¿Y eso de que me sirve?... cuando me explicaron que significaban esas marcas sentí que mi vida se derrumbaba, que mis sueños de toda la vida se iban por el retrete.

            -Pero no fue así, llegaste a ser capitán ¿Cómo fue eso?

            -Mi papá hablo conmigo,  me dijo que era mi elección, que podía ocultar esas marcas y cumplir mi sueño o podía enseñarlas y él se encargaría de buscarme un buen marido, casi me muero al oír lo último.

            -Lo imagino –respondio sonriendo.

            -Me apoyaron cuando decidí ocultarlas, no iba a dejar morir mis sueños y llegue a ser capitán de tropa… ¿y tú?

            -¿Yo qué?

            -¿Cómo fue tu niñez?... imagino que llena de lujos.

            -Imaginas bien, pero no todo fue miel sobre hojuelas, mi papá era muy estricto con mi educación, siempre estuve vigilado, con decirte que yo también era virgen cuando me case con Bellatrix.

            -Se supone que eso marca el libro sagrado ¿no?

            -Sí ¿pero quién lo cumple?

            -¿Las mujeres y los donceles, por ejemplo?

            -Pues sí, ya lo sé pero yo escuchaba las historias de mis amigos y me daba mucha envidia.

            -La veracidad de las historias de los chicos es de un cinco por ciento, deberías saberlo.

            -Ahora lo sé, pero de adolescente hay mucha presión ¿me dirás que a ti no te presionaban?

            -Pues sí, tienes razón… todos quieren que te acuestes con cuanta mujer puedas.

            -Hablando de eso ¿Cómo es que te mantuviste virgen dentro del ejercito?

            -Para ocultar quien era obviamente, además ¿con quién podría relacionarme si no me gustan las mujeres?... estar con otro hombre es un delito.

            -¿Solo por eso, porque es un delito?

            -Claro que no, era para evitar cualquier riesgo y evitar que pasara lo que acabo pasando –dijo con desaliento.

            -Yo te quiero ¿sabes? –dijo Harry acercándose más- y no quiero que seas infeliz aquí, quiero un hijo tuyo, eso es más que cierto… pero no quiero que lo veas como un sacrificio, sé que es muy difícil pero quiero que también lo desees.

            -Eso es difícil, no te voy a mentir.

            -Pero vamos por buen camino ¿no? –Dijo sonriéndole- te gusto lo que te hice antier, también te corriste.

            -Ese no es el punto.

            -Me encanta como te sonrojas cuando hablo de eso… a pesar de ser un soldado, no sabes nada de sexo.

            -Oí muchas cosas de sexo, Potter –exclamó indignado- viví en cuarteles, no se te olvide.

            -Una cosa es hablar de sexo y otra practicarlo, pero está bien, no diré nada para que no te molestes.

            -Eso espero… oye, pero te estás desvelando ¿no que te vas temprano?

            -Igual me desvelaría haciéndote el amor, así que no importa, platicar contigo también me gusta mucho.

            Draco permaneció callado unos instantes, dudoso en preguntar lo que deseaba saber, hasta que decidió aprovechar el momento de intimidad.

            -Oye…

            -¿Sí?

            -¿Estás enamorado de tus mujeres?

            Harry se quedo callado, esa era una muy buena pregunta, difícil pero fácil de contestar.

            -Las amo, si…

            -Ya veo.

            -Pero no como a ti.

            -Eso también me cuesta creerlo todavía.

            -Lo sé, pero ellas son las madres de mis hijas y las quiero mucho, las amo como mi familia que son… pero contigo… por Dios Draco, contigo es tan distinto que no sé cómo explicarlo.

            -Inténtalo –dijo intentando suprimir una pequeña sonrisa y un revoloteo de mariposas en el estomago.

            -Eres… como una tormenta de arena, que pasa arrasando todo…

            -Las tormentas de arena son peligrosas –dijo frunciendo el ceño.

            -Exacto, tú eres así, has puesto mi vida de cabeza.

            -No es verdad.

            -Sí lo es, me has hecho comprender que soy bisexual y te lo dije la otra vez, me gustas porque eres hombre, no porque seas doncel… pero lo que siento por ti es totalmente distinto a que he sentido antes por alguien… no eres una fábrica de bebés ni una persona hecha para el sexo solamente, si te hice sentir así, te pido disculpas.

            -Bien… -respondio sonriendo sin poder evitarlo- lo pensare.

            -¿Crees que algún día puedas sentir lo mismo?

            -No lo sé, no me gusta que me preguntes esas cosas… siento que me presionas, pero al menos ya no me pareces tan idiota.

            Harry no pudo evitar reír por la franqueza de Draco, quien bostezó haciendo que Harry le acomodara un mechón de cabello tras la oreja.

            -Ya es hora de dormir.

            -Estoy de acuerdo.

            -Pero antes quisiera un beso… ¿se puede?

            Draco se mordió indeciso el labio, hubiera sido un mentiroso si negaba que deseaba hacerlo, que deseaba probar de nuevo los labios del rey… pero aun no se decidía, por lo que Harry fue quien lo hizo y se inclino sobre sus labios.

            El rubio cerró los ojos y abrió la boca, aceptando el beso y correspondiéndolo también.

            -Qué rico… -dijo Harry cuando se separó- ahora que descanses.

            -Buenas noches.

            -Buenas noches.

 

 

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            Después de una semana agotadora de viaje, Harry regreso a la ciudad central de Hogwarts, y lo primero que hizo fue ir al área de concubinas, específicamente a la casa de Draco; entro a la habitación y lo encontró dormido, deseo despertarlo con un beso pero eran las cinco de la mañana, así que solo abrió el cajón de su cómoda y metió ahí un estuche de cuero que pensaba regalarle cuando despertara, ya estaba por cerrar el cajón cuando algo llamo su atención, metió la mano y sacó un pequeño frasco sin etiqueta, intrigado lo destapo y olfateo el contenido, y sin más lo volvió a cerrar y se lo echo en el bolsillo; después de eso se fue a sus propias habitaciones para descansar un rato antes de iniciar su día.

            Siendo ya las ocho de la mañana, fue a ver a Dumbledore a la parte del palacio que conformaba una pequeña clínica.

            -Buenos días Madam Pomfrey  ¿está Dumbledore?

            -Buen día majestad, no está, fue a extraerle un poco de sangre a su concubino –dijo su enfermera desde lo alto de una escalera en donde estaban docenas de frascos con medicamentos- pero ahora mismo voy a atenderlo.

            -No hay necesidad de que baje, solo dígale que no me informo que el doncel necesitaba algún tipo de medicamento, aquí se lo dejo para que me diga para que es, debo irme, tengo una reunión.

            -En cuanto llegue le daré su mensaje, majestad.

            -Gracias.

            Harry estuvo en una reunión toda la mañana con sus ministros para hablar de los resultados de su viaje y algunos asuntos más hasta que finalmente lo dejaron libre hasta medio día.

            -Hola Dumbledore –saludo cuando llego a su oficina encontrando al viejo medico ahí- lamento la espera, ya sabe como son esas cosas.

            -Sí, lo sé –respondio serio el hombre mientras Harry se sentaba.

            -¿Qué sucede?

            Dumbledore sacó el frasco que Harry había llevado.

            -Sucede esto.

 

 

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            Draco estaba revisando las oraciones escritas por Pansy, en la mesa de piedra bajo la sombra de la palmera.

            -Ya termine lo mío –dijo Luna poniendo su cuaderno cerca.

            -Niñas, son muy listas –exclamó Minerva sonriendo mientras le daba un juguete a Baasima.

            -Sí, aprenden muy rápido –concordó Draco.

            -¡Oh, ya llegó el rey! –dijo Minerva sonriendo viendo a Harry entrar, pero la sonrisa fue borrándosele cuando le vio la expresión y a los dos soldados que iban detrás de él; Draco sintió que su corazón dio una voltereta y de repente se sintió muy contento, así que se levantó y se dio vuelta.

            Pero lo único que alcanzó a ver fue a Harry sacando la fusta y estampándosela en la cara haciéndolo caer al suelo ante el espanto de las mujeres y las niñas.

            -¡Dios mío! –exclamó Minerva abrazando a las niñas que habían quedado impactadas al ver a Draco en el suelo tocándose la cara.

            -¡Así que ese era tu maldito juego! –Gritó Harry- ¡con razón accedías, sabias que no iba a suceder nada!

            -¿¡De qué diablos hablas, maldito estúpido!? –respondio Draco poniéndose de pie.

            -Pero ahora mismo me vas a decir de donde sacaste esto –exclamó mostrándole el frasco- ¡¿De dónde lo sacaste?!

            Draco vio el frasco sin entender absolutamente nada.

            -¿Qué es eso?

            -Hazte el idiota, imbécil… como si no supieras… y yo de idiota cayendo en tu jueguito.

            -¡Dime de una maldita vez de que hablas!

            -Sabes perfectamente que esto es un medicamento anticonceptivo -Las mujeres hicieron una exclamación de sorpresa al oír a Harry- y es tuyo.

            -¿Qué?... ¿estás demente?

            -Pero esto no se queda así –dijo Harry tomándolo del brazo.

            -¡Suéltame, eso no es mío!

            -No vas a volver a burlarte de mí –continuo Harry llevándolo a trompicones hasta la casa- debí enseñarte tu lugar desde el principio.

            -¡Vete al infierno, maldito bastardo, ya te dije que eso no es mío!

            Entraron a la casa seguido de los dos soldados, uno de los cuales era Ron.

            -Sí lo que quieres es que te trate así, así lo voy a hacer, debí hacer caso cuando me decían que me manipulabas.

            -¡Pero eso no es mío! ¿¡Cuando vas a escuchar?!

            Harry les hizo una señal a sus hombres, los cuales tomaron a Draco de los brazos y lo tendieron sobre la mesa, con el pecho pegado a la madera mientras ellos lo sujetaban del otro extremo, de nada sirvió la resistencia que puso.

            -¡Suéltenme! ¿¡Qué vas a hacer?!

            Esta vez Harry ya no contesto, lo que hizo fue alzar su fusta y azotarla en su trasero haciéndolo gemir de dolor.

            -¡Ay, maldito!

            Lo azotó una y otra vez, cubriendo sus piernas y pantorrillas también mientras el doncel forcejeaba en la mesa.

            -¡Bastardo, hijo de puta!... ¡ay!... ¡no!... ¡déjame!...

            Las chicas habían metido a sus hijas a sus casas pues las pequeñas habían comenzado a llorar al oír los gritos de Draco, gritos que a pesar de todo, se alcanzaban escuchar por toda el área de las concubinas.

            Harry estaba furioso, sintiéndose herido y burlado, ridiculizado por haber expuesto sus sentimientos y darse cuenta de que solo estaban viéndole la cara de tonto, así que su brazo cansado se detuvo solo para cambiar la fusta a la otra mano y seguir con el castigo merecido.

            Por más que lo intentara, Draco ya no pudo seguir conteniendo las lagrimas, pues el dolor era tal que simplemente dejo de gritar y solo pegó la frente a la mesa sollozando y gimiendo y estremeciéndose mientras recibía los duros azotes.

            -Harry… -dijo Ron dándose cuenta él mismo que el castigo ya era suficiente, pero Harry estaba como fuera de sí y ni siquiera lo escuchó- Harry… ¡Harry, basta!         

            Harry se detuvo con la respiración entrecortada y la frente sudorosa por el esfuerzo mientras Ron soltaba a Draco, siendo imitado por su compañero; Draco se quedó quieto, con los brazos extendidos, temblando de dolor, el moreno tiro la fusta al suelo y salió de ahí seguido de los soldados.

            Todas lloraban en el área de concubinas por lo que había pasado… menos una, una que en lugar de llorar, reía viendo todo detrás de las cortinas de su ventana.

 

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            Minerva entro a la casa de Draco y lo encontró sentado en el suelo, con el cuerpo sacudiéndose por el llanto.

            -¡Draco, por Dios! ¿Cómo pudiste hacer algo así? –pregunto hincándose junto a él, intentando consolarlo, pero sin saber cómo.

            -¡Eso no era mío! –Grito de nuevo, exasperado porque nadie se había tomado la molestia de escucharle- ¡no era mío, con un demonio, no lo era!...

            -Draco…

            -Yo acepto la responsabilidad de mis acciones… -dijo mirándola con ojos enrojecidos- y esa medicina no era mía…

            -Yo te creo, querido –respondio creyendo en esos ojos grises anegados de lágrimas- yo te creo… ahora ven, vamos al baño para que el agua fría refresque tu piel.

            -No… -dijo sorbiendo la nariz e inclinando la cabeza- solo déjame solo.

            -Pero Draco…

            -Déjame Minerva… so-solo déjame solo… por favor…

            La vieja sierva comprendió el deseo del doncel de estar solo, así que resignada se levanto y salió de ahí.

            -Nunca más, Potter… -musitó hipando- nunca más…

           

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            -¿De verdad crees que no era suya, Minerva? –Pregunto Pansy- es muy sabido que él no quiere hijos.

            -Estoy segura querida… su boca hablaba con la verdad y sus ojos reflejaban sinceridad y dolor… Por el profeta Merlín ¿Cómo puedo suceder todo esto? No entiendo nada.

            -Y no creo que nadie nos lo explique –dijo Luna- pero Draco fue castigado duramente de nuevo.

            -Creo que mas –añadió Minerva- el rey estaba furioso, fuera de sí.

            -Nunca lo había visto así –convino Pansy- pobre Draco.

            Draco estaba en el baño, sumergido en agua fría para contener un poco el dolor quemante de los azotes en sus piernas y glúteos, pero las lágrimas no dejaban de salir, pero como buen soldado no iba a dejarse derrotar, de eso estaba seguro y su mente ya trabaja en ello.

            Esa tarde Minerva entro con la cena y lo encontró en la cama, sentado viendo la ventana.

            -Hola querido… -saludo ella sentándose a su lado- ¿Cómo te sientes?

            -Mucho mejor –respondio sonriéndole débilmente- no te preocupes, estaré bien.

            -Mi niño, debes aclarar esto con el rey.

            -Sí, tienes razón… tal vez mañana.

            -Sí esa medicina no era tuya, hay que aclarar como dedujo que lo era.

            -Sí, eso hare.

            Minerva se tranquilizó al verlo tan calmado, tal vez el chico se sintiera mejor de verdad.

            -Animo querido, todo estará bien –dijo abrazándolo.

            El correspondió el abrazo con una sonrisa y después la beso en la mejilla diciendo:

            -Gracias por todo.

            -No hay de que cariño, te traje la cena, come algo, te hará sentir bien.

            -Gracias.

            Cuando ella se fue, él se levanto con dificultad pues el dolor estaba muy presente, salió a la sala y comió algo de lo que ella había llevado, después apago la luz y regreso a su habitación,  en donde con las cortinas corridas y la luz de la lámpara solamente, saco el uniforme de soldado que tenía guardado y se vistió con él, después se sentó en la cama dispuesto a esperar, con el llavero en la mano que le había robado a Minerva en el abrazo,  y con  todas las joyas que Harry le había regalado en un paquete entre su túnica.

            Cerca ya de la una de la mañana, cuando era seguro que todas dormían, Draco salió sigilosamente de su casa y apago las luces del jardín, luego camino haciendo acopio de toda su fuerza para mover su adolorido cuerpo, pero ahora no a la salida como la vez anterior, sino al área de cocina, donde estaba la puerta de los víveres.

            Encontrando todo vacio, fue directamente a la puerta por donde llevaban los víveres a la cocina, metió las llaves una a una hasta encontrar la correcta y cuando lo hizo, echó un vistazo antes de salir por ahí y cerrar de nuevo.

            El paseo que había tenido antes por el palacio le sirvió para ubicarse, y con el rostro cubierto comenzó a caminar con paso firme y controlado a la vez para no cometer algún error.

            Pronto llego a un área despejada, con uno que otro siervo despiertos todavía; camino entre ellos con naturalidad hasta llegar a las caballerizas, ahí encontró a algunos soldados, pero su intención no era tomar ningún caballo, sino tomar otra salida, con la singular coincidencia de que entre esos soldados estaba Ron… sintió el odio renacer en él, pero no estaba dispuesto a cometer otro error, por lo que camino pasando a su lado, pero esta vez bajando la vista como si acomodara su cincho, y en tan solo unos pasos alcanzó la calle.

            Deseo echarse a correr pero simplemente se alejó paso a paso hasta perder de vista el palacio; cuando estuvo lo suficientemente alejado, se recargo en la pared para poder respirar tranquilo.

            -Lo logré… lo logré… -pensó aun sin creerlo- soy libre otra vez.

            Había una parte de la ciudad que era una especie de descampado, pero no estaba vacío, era un espacio exclusivo para las caravanas que llegaban, ninguna podía quedarse más de una semana, así que tenían tiempo suficiente para descansar y reunir provisiones, por eso era muy común que los comerciantes fueran despertados a deshoras para alguna compra.

            Así que Draco busco a algún vendedor de camellos,  que le vendió dos camellos a las dos de la mañana, luego compro todo lo necesario para viajar usando el oro y joyas que Harry le había regalado; lo único que le faltaba era el maquillaje pero ya se ocuparía de eso después, así que siendo casi las seis de la mañana, un hombre vestido de negro salió de la ciudad de Hogwarts con rumbo indefinido en ese inmenso desierto que se abría ante él.

 

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            Eran casi las ocho de la mañana cuando Dumbledore toco la puerta de la habitación de Harry.

            -¿Qué pasa ahora? –pregunto el moreno malhumorado, pues no había podido dormir hasta la madrugada y solo un par de horas; su habitación estaba hecha un desastre, con jarrones rotos y el espejo del  gran tocador estrellado- hable rápido que no estoy de humor.

            -Harry… -dijo el viejo medico entrando y cerrando la puerta tras él, con un papel en la mano- ayer cuando Madam Pomfrey me dio el frasco que le llevaste, yo acababa de tomarle una muestra de sangre a tu concubino...

            -¿Y? –exclamó con un gruñido y cruzándose de brazos- ya sé que no va  a haber nada.

            -Es que es eso justo de lo que vengo a hablarte –continuo el médico enseñándole la hoja- aun así hice el test de embarazo… y salió positivo.

            -¿Qué? –dijo frunciendo el ceño.

            -Sí él hubiese estado tomando la medicina, no habría salido positivo de ninguna manera… Harry, el doncel esta preñado.

            Harry descruzo los brazos mirándolo fijamente.

            -No puede ser verdad…

            -Pues si lo es, analice la muestra dos veces y en las dos salió el mismo resultado, felicidades muchacho, el príncipe de Hogwarts viene en camino –concluyo sonriendo.

            -Mierda, no… -musito caminando hacia la puerta para salir corriendo de sus habitaciones.

 

 

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Notas finales:

Es todo por hoy, hasta la proxima!!


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