Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

El Fénix del Rey por Orseth

[Reviews - 288]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Hola!! aqui de nuevo, espero lo disfruten, besos!!

__________________________________________________________________

 

 

            -¿Por qué papá ya casi no juega con nosotras? –preguntó Kala a Minerva mientras tomaban té en casa de Pansy.

            -Tú papi está muy ocupado, pero aunque no venga él siempre piensa en ustedes.

            -Pero lo extraño.

            -Cuándo venga se lo dices para que ya no tarde tanto de regresar.

            -Sí.

            La niña regreso a sus juegos con sus hermanas mientras las mujeres se miraban entre sí.

            -El rey está destrozado desde que Draco se fue –dijo Luna- parece que se olvido de nosotras.

            -No seas injusta Luna –respondio Minerva- sabes que no es así.

            -Pues eso parece –intervino Pansy- lamento todo lo que está ocurriendo pero aun tiene tres hijas y parece que se olvido de ellas.

            -Cuándo viene sus ojos ya no brillan como antes –dijo Luna exhalando un suspiro- en verdad amaba a Draco… parece un hombre roto por dentro.

            -¿Dónde estará? –Dijo Pansy pensativa- a pesar de que nuestro esposo está totalmente perdido de amor por él, sé que Draco no quiso nunca lastimarnos ni hacernos sentir mal.

            -Sí… nadie maneja el corazón del rey.

            -Niñas, basta de tristezas, ustedes siempre ocuparan un lugar importante en el corazón de su esposo, no se desanimen –dijo Minerva.

            -Minerva… sabes que no es lo mismo –respondió Luna- él nos quiere, pero no está enamorado.

            -Hace tiempo lo acepté –dijo Pansy con una sonrisa triste mientras miraba su anillo de bodas- que su corazón no es mío… que nunca lo fue y nunca lo será.

            Las dos mujeres la vieron enjugarse una lágrima.

            -Y lo que es peor… -continuó sorbiendo la nariz- Draco es muy bueno, hasta nos enseño a leer y de verdad estoy preocupada por él… ¿Cómo estará de salud?... el embarazo de un doncel no es cualquier cosa, su parto será muy difícil y no habrá nadie que lo ayude, al menos nadie desinteresado, pues en cuanto sepan quién es, intentaran sacar provecho de un modo o de otro… o podría ser vendido en el mercado negro…

            -Ya Pansy, no digas eso –exclamo Luna horrorizada- él estará bien, es muy listo, sino mira como escapó de aquí.

            -Exacto –intervino Minerva- ánimo niñas, todo mejorará.

            -¿Pero cuándo?

            -No lo sé, solo tengamos fe.

            Pero quien no tenía fe y solo desesperación, era Harry quien miraba hacia la ventana sin escuchar a su primer ministro Severus Snape.

            -Majestad ¿me escuchó? Debemos revisar los planes de infraestructura de los nuevos hospitales.

            -Cuándo llegue el parto ¿Quién lo ayudará? –Dijo desplomado en la silla detrás del escritorio- es tan obstinado que seguro querrá tenerlo sin ayuda… pero Dumbledore dice que eso es muy peligroso.

            -Majestad…

            -Podrían morir… él y mi hijo… y todo por mi culpa.

            Severus Snape exhalo un suave suspiro viendo que nada de lo que dijera podrían atraer la atención del rey.

            -La búsqueda continúa.

            -Pero es como buscar una aguja en un pajar, él sabe como pasar desapercibido…es muy listo.

            Harry se levantó y camino hasta la ventana de su oficina para mirar al exterior, podía verse la calle y viendo el ir y venir de la gente recordó aquella vez en que salió con él al mercado, sus regateos y ocurrencias; recordó cuando le regaló a Hedwig, cómo lo había sorprendido y lo mucho que le había gustado aquel caballo, caballo que solo él montaba cuando de plano ya no aguantaba la angustia y culpa que le aplastaban el alma… ir solo en el desierto… eso a medias pues siempre había soldados cuidándolo a distancia, hacía que todo su pesar se disipara un poco, pero no podía evitar lamentar haberlo tratado así, estarse perdiendo un embarazo tan deseado, pensar que tal vez a esa altura ya hubiese logrado que Draco se enamorara de él… pero todo eso solo estaba en el aire pues nada de eso existía, solo existía un vacio y un peligro de muerte para el doncel gracias a él; abrió su cajón y sacó una daga con mango de marfil tallado en forma de caballo, con un diminuto rubí incrustado en un ojo… “una daga tuerta” había dicho Draco de su compra.

            Suspiro hondo mientras tragaba el nudo que se le había atorado en la garganta y una lágrima escurría por su mejilla.

            -Draco… Draco… ¿Dónde estás?

           

________________________________________________________________

 

 

            Draco iba montado en su camello, comiendo para variar dulce de dátiles muy quitado de la pena, había urgencia en el viaje pero preocuparse no era la solución, así que reacomodo el turbante y el velo mientras escupía un huesillo.

            -Otto ¿Qué sucede contigo? –dijo a su camello dándole una palmada en el cuello cuando éste resopló- ¿tienes sed?... pero tomaste agua ayer cuando nos detuvimos a reabastecernos, tu joroba está llena, no seas gruñón.

            El animal se bamboleaba suavemente al frente de los otros cuatro camellos mientras resoplaba de nuevo en respuesta a la caricia recibida.

            -Diablos, detente que quiero orinar de nuevo –mascullo haciendo un movimiento con los pies y las riendas para detener al camello y bajar a orinar.

            Cuándo lo hizo, subió de nuevo y continúo su camino.

 

 

____________________________________________________________________

 

 

            -El imbécil de mi marido ya casi ni viene a verme –dijo Bella al doctor mientras estaba acostada tomando un jugo.

            -Eso es bueno para nuestros planes, así no querrá tocarte el vientre como dices que lo hacía con tu hija.

            -Nah… de todos modos cuando viene, le habla como tonto a este estúpido cojín, de mí ni se acuerda… creo que solo viene por este supuesto hijo.

            Bellatrix sintió como el amor hacia su marido fue transformándose poco a poco en odio y resentimiento al ver como se había enamorado del ex caballero del desierto, algo que ella nunca había podido lograr a pesar de ser más atrevida con él en la cama y de intentar ser complaciente en todo.

            -Es horrible fingir un embarazo, ya tengo casi siete meses y me acaloro horrible con este cojín especial que me diste.

            -Entonces te hubieras embarazado de verdad y listo, nos hubiéramos ahorrado todo este embrollo.

            Ella a le lanzo una mirada asesina y luego siguió tomando su jugo.

            -Ya lo pensé, tu sierva Millicent nos ayudara con lo del parto –dijo él- será más convincente que alguien me asista, sería muy sospechoso que solo yo te ayude.

            -Sí, ya lo había pensado ¿y que pasara con ella después?

            -Nos desharemos de ella por supuesto, ese tipo de testigos no deben existir.

            -Bien.

 

________________________________________________________________

 

 

            Draco bajo de su camello sintiéndose sofocado, miró el área de caravanas y maldijo el todavía tener que registrarse y reabastecerse; tenía los pies y piernas hinchadas y le dolía la espalda, solo deseaba recostarse en una cama y levantar las piernas.

            -¿Cuándo parte? –dijo el hombre a cargo del área de caravanas.

            -Mañana, solo voy a reabastecerme y descansar un poco.

            -De acuerdo, es un galeón por favor.

            Después de pagar pudo encargarse de sus camellos pero estaba tan cansado que mejor le pago a un hombre para que se encargara de ellos, mientras tanto él fue a una posada para poder dormir.

            Después de bañarse cayó rendido y no despertó hasta el día siguiente, aunque realmente deseara seguir acostado, pero haciendo un gran esfuerzo se puso en marcha de nuevo.

            Y finalmente y contra sus planes de tiempo, llego a Hufflepuff mes y medio después.

            -Al fin… -pensó aliviado al ver la ciudad a un par de kilómetros.

            Cuando llego, se registro en el área de caravanas eligiendo el punto alejado y vacío del enorme descampado, solo había por el momento una caravana y cada quien es sus asuntos; levanto su tienda, atendió a sus camellos y se metió a dormir un rato.

            Pero con siete meses y medio de embarazo eso de dormir era un decir pues el peso del  bebé le impedía respirar bien y los calambres en las piernas lo tenían asolado.

            -Eres muy travieso… -pensó mientras se sobaba la enorme panza con el bebé moviéndose- oye, eso duele… -musito después de recibir una patada.

            Estaba tan cansado que decidió buscar a Blaise hasta el otro día.

 

_________________________________________________________________

 

 

            Estaba tan nervioso que ni siquiera sintió hambre, pero sabía que mientras menos tiempo perdiera sería mejor, así que salió del campamento y se dirigió al cuartel del ejército; busco con la mirada algún local de comida que estuviera cerca y se metió a esperar ahí… también a comer pues su estomago gruñía en protesta.

            Se quitó el velo para no llamar la atención pero eligió un lugar discreto y donde pudiera ver el cuartel; paso un buen rato en donde se la paso tomando té después de comer, y entonces lo vio, vio a su amigo salir del cuartel y echarse a caminar.

            Pago rápidamente y salió de ahí para seguirlo de cerca, lo vio caminar hasta el mercado y comprar algunas cosas personales y caminar de regreso al cuartel, entonces se acercó a un niño y nuevamente hizo un trato con él.

            Blaise iba caminando de regreso cuando un niño de unos diez años se le acercó diciéndole:

            -Señor ¿podría usted ayudarme?

            -Claro ¿Qué necesitas?

            -Mi padre está peleando con mi tío, estaban gritándose dentro de la tienda y después ya no se escuchó nada, mi mamá dice que los deje, que son hermanos y seguro ya llegaron a un arreglo, pero no me gusta el silencio; pero mi mamá no me deja entrar a ver qué sucede.

            -¿No hay nadie más ahí que tu madre y tú?

            -Así es, viajamos solos los tres, estamos en el área de caravanas… por favor, vaya a echar un vistazo, seguro ella me castigara pero es que tengo un mal presentimiento.

            Blaise miró a su alrededor algo contrariado por tener que ir hasta el área de caravanas, pero era su deber ayudar a la gente, por lo que resignado siguió al chiquillo.

            -Ahí, esa es la tienda –dijo señalando la tienda de Draco- como ve no hay nadie más.

            -¿Y tu madre?

            -Esta allá –respondio el niño señalando a una mujer de otra caravana- pero siento que algo malo ocurrió dentro.           

            -De acuerdo, espera aquí –dijo el caballero del desierto llegando hasta la cortina cerrada  de la tienda.

            El chiquillo asintió, pero cuando Blaise levanto la cortina, echo a correr muy feliz con un galeón en el bolsillo.

            El soldado entro a la tienda viendo a una persona sentada en el suelo dándole la espalda.

            -¿Señor, está usted bien?

            -He estado mejor, pero podría mejorar si tú me escuchas –respondio levantándose.

            -Esa voz… -pensó Blaise incrédulo.

            Draco se levanto y se puso de frente, aun con el velo puesto.

            -Antes que nada, quiero que te tranquilices.

            -¡¿Draco?! –exclamó viéndolo quitarse el velo comprobando así lo que en un principio creyó un error.

            -Sí Blaise, yo… y por favor, solo escúchame.

            Blaise miró atónito a aquel hombre panzón que decía ser Draco, pero lo descabellado del asunto le hizo parpadear varias veces intentando reconocer en aquel hombre obeso al antiguo caballero del desierto.

            -¡Oh vamos, quita esa cara de estúpido, soy yo! ¿Que no me reconoces?

            Blaise puso su mano en la empuñadura de su espada mientras decía:

            -¡Sí, ya vi que eres tú!  ¡¿Qué diablos haces aquí?! ¡Todo el mundo te está buscando!

            -Quiero hablar contigo.

            -Pues yo no tengo nada de qué hablar contigo, toma tus cosas, nos vamos al cuartel para dar aviso al rey de que su doncel se dignó  aparecer.

            -En serio Blaise ¿de verdad crees que para eso te hice venir?

            -No me hables y colócate el velo, no tienes permitido quitártelo frente  alguien que no es tu esposo.

            -¡Oh vamos, deja esa mierda, soy Draco! ¿¡Acaso no me reconoces?!

            -¿Qué quieres decir? ¡Claro que te reconozco, por eso debo llevarte al cuartel!

            -Hablo de quien soy en realidad y de lo que no me diste oportunidad de decirte aquel día en que me entregaste al rey James.

            -No entiendo que dices, yo solo recuerdo la burla de la cual nos hiciste objeto –respondio con dureza.

            -¿Eso es todo lo que te pica?... ¿la burla de la cual fueron objeto? –repitió haciendo comillas con los dedos- ¿Y yo, Blaise?... ¿no te has preguntado nunca lo difícil que fue para mí tener que ocultar esto por años? –Dijo señalando su rostro- ¿vivir con el miedo de que sucediera justo lo que paso?

            -Te burlaste del ejercito… ¡de mí!... ¿sabes tú las burlas que nos hacían las otras tropas? Decían que iban a traer a sus esposas para que nos dirigieran.

            -¡Pero soy un hombre y quería ser soldado, eso es todo!     

            -¡Pero no eres un hombre, eres un doncel!

            -¡Pero tengo pene como tú y dos bolas como tú! ... ¿¡solo porque tengo esto?! –Dijo señalando de nuevo su cara- ¡Solo son marcas de nacimiento, Blaise! ¡Cuando no sabías que las tenía, yo era tu mejor amigo! ¿¡Qué cambio eso?!

            -¿Y aun lo preguntas?

            -Te consta que soy mejor soldado que muchos, ser doncel no me hace menos que tú… por favor amigo, abre los ojos y recuerda quien soy.

            -¿Amigo? –Repitió con ironía- ¿a tu mejor amigo le ocultaste quien eras en realidad?... no ocultabas cualquier cosa Draco ¡ocultabas que eras un doncel!

            -Solo tenía miedo… -respondio llanamente- miedo de que me rechazaras como amigo, como soldado… como hombre…

            Blaise se quedó callado mientras Draco se sentaba de nuevo en la alfombra.

            -Siempre quise ser soldado, tú sabes esa historia, te la conté mil veces… ¿sabes el impacto que tuvo en mi vida el ver aparecer estas marcas en mi cara de un día a otro?... sentí que mi vida había terminado, que mis sueños se esfumaban… pero mis padres me apoyaron, me enliste en el ejercito, te conocí en la academia y desde entonces te convertiste en mi mejor amigo, nos apoyamos en todo, nos cubríamos la espalda y salvamos nuestras vidas mutuamente varias veces… ¿recuerdas cuando nos hicimos esto? –Dijo señalando el tatuaje de su antebrazo- hicimos un pacto de amistad… un pacto que yo pensé que duraría toda la vida.

            -Pero me engañaste… -dijo ya sin ese tono violento.

            -Ya te lo dije, tenía miedo de ver aquella mirada que me diste cuando descubriste lo que soy… de que me rechazaras como me rechazaste… te engañe, si… pero no tenía opción.

            Blaise no dijo nada, solo miro a ambos lados, como buscando que decir, o como buscando de nuevo esa furia para seguir discutiendo, pero simplemente no la encontró.

            -Me sentí burlado… -dijo después de unos momentos- sentí que nuestra amistad fue un pasatiempo para ti, que lo que vivimos fue una mentira.

            -No fue así, entiéndeme.

            -Sí, pero entiéndeme tú también… es como si todo lo que dijiste y vivimos, fuera solo un espejismo… mi mejor amigo me mintió, mi mejor amigo… no confió en mí.

            Cuando dijo eso ambos se quedaron callados y Draco vio entonces la herida en el corazón de Blaise.

            -Ya veo… -dijo inclinando la cabeza.

            Pero también Blaise pudo ver los motivos de Draco… y alzo su manga y miro su tatuaje… “amigos para siempre” habían dicho aquella vez.

            -Yo… -dijo entonces alzando un poco la cabeza- lamento lo que estás pasando.

            Draco alzo la cabeza sintiendo como si una losa fuera retirada de repente de su espalda.

            -Blaise…

            -En aquel momento hice lo que tenía que hacer… lamento todo este embrollo.

            -¿Eso significa que volvemos a ser amigos? –pregunto sonriente.

            Blaise lo miró también y de pronto sonrió al ver al rubio mirarlo como un cachorro.

            -Yo… bueno, supongo que sí.

            -Oh Blaise, te daría un abrazo pero me pesa el culo y no me puedo levantar.

            Blaise rio de nuevo, pero esa simple afirmación le hizo volver a la realidad.

            -Oye, escapaste del rey… y estando así.

            -Blaise, no sabes lo horrible que fue estar en ese lugar –dijo sintiendo un gran alivio por poder hablar con alguien de su confianza de nuevo- ¡me hicieron un examen de virginidad! ¿¡Puedes creerlo?!

            Blaise hizo un gesto deseando que Draco no hablara de esas cosas.

            -Por Merlín Draco, no me cuentes esas cosas, siento que estoy hablando con mi hermana de sus asuntos femeninos.

            -Vete a la mierda Blaise, no es lo mismo –dijo haciendo gestos y estirando la espalda- soy un hombre ¿puedes imaginar que un desconocido te hurgue ahí para saber si has tenido sexo?... imagina que te lo hagan a ti.

            -No quiero imaginarlo, gracias –respondio sintiendo un escalofrío- ¿pero por eso escapaste? No creo que sea un justificante.

            -No, no fue por eso… yo… -dijo sin saber bien cómo explicar la extraña relación que tenía con Harry- tuve que someterme al príncipe, ahora rey por supuesto… fue muy difícil, me trataban como mujer ¿puedes creer que querían que tomara clases de bordado?

            Blaise permaneció serio por unos segundos, pero luego una carcajada lo hizo sacudirse hasta caer de costado al suelo.

            -No es gracioso.

            -¡Sí lo es!

            -También me hicieron usar el velo frente a extraños.

            -Bueno Draco, eso es normal –respondio el soldado dejando de reír poco a poco- ya estás casado, solo puedes quitártelo en frente de tu marido y tu familia.

            -¡Pero soy hombre!

            -De acuerdo, pero también eres un doncel y esas reglas se aplican a ti, además a mi no me gustaría que mi esposa anduviera exhibiéndose sin velo como una mujer soltera.

            Fue ahí que Draco comprendió que su resistencia a muchas cosas era un esfuerzo inútil, que había tantas cosas que eran prácticamente imposibles de cambiar, pues eran parte de la mentalidad de las personas.

            -¿Y por eso escapaste, porque te querían poner a bordar? –dijo acostándose y recargando la cabeza en su mano.

            -No… de hecho después comenzamos a practicar esgrima entre nosotros.

            -¡Vaya, esa sí que es buena!

            -Sí… pero todo cambio cuando pensó que yo tomaba una medicina anticonceptiva que encontró en mi casa.

            -¿Tomabas eso?

            -¿Acaso no escuchas, tarado? ¡Dije que pensó que yo la tomaba!

            -Ah… entonces no lo hacías.

            -Por supuesto que no ¿de dónde la iba yo a sacar? Ese lugar es como una prisión.

            -¿Y de donde salió entonces?

            -Ni idea, pero creo que ya descubrí de donde vino, pero ya llegare a ese asunto; así que déjame contarte que el rey y yo comenzamos a llevarnos mejor, de hecho me regalo un caballo hermoso Blaise, no te imaginas la estampa de ese animal, lo corrí solo una vez y creo que te harías en los pantalones si lo vieras…

            -¿Y entonces?

            El rostro de Draco se ensombreció de tal modo que Blaise entrecerró los ojos al verlo.

            -Cuándo el rey descubrió la medicina, ni siquiera me pregunto, solo…

            -¿Solo? –instó Blaise.

            -Me sujetaron dos soldados y me dio la tunda de mi vida… creí que me moría de dolor, así que esa misma noche escape; tuve hasta fiebre pero no me importo, solo seguí adelante hasta que estuve fuera de su alcance.

            -¿Quieres decir…? –Dijo Blaise sentándose con rostro serio- ¿Qué te pegó estando ya preñado?

            -Sí, pero ninguno lo sabía.

            -Maldito hijo de puta –mascullo el soldado haciendo sonreír discretamente a Draco- ¡ah maldito bastardo de mierda!

            -Y no era la primera vez, había intentado escapar antes pero fui descubierto y me dio con la fusta.

            Blaise se levanto indignado mientras negaba con la cabeza y caminaba de un lado a otro con las manos en la cintura.

            -Bastardo malnacido…

            -Cuándo me di cuenta de que ya venía un bebé en camino, ya era libre.

            -¿Y qué piensas hacer?

            -Eso es  lo de menos ahora, vine a buscarte porque me entere de algo muy grave para el reino.

            Blaise se sentó de nuevo a su lado para escuchar el relato de Draco.

            -¡Por el profeta! –Exclamó atónito cuando Draco terminó- ¡Eso es traición!

            -Sí… mira, detesto al rey pero mi país está en peligro, si así hay leyes barbáricas ¿te imaginas lo que será si el rey Riddle gobierna Hogwarts?... él es un dictador, un tirano de verdad, no podemos permitir que venga a reinar.

            -No, no podemos.

            -Y como no sé quien está de su lado en el palacio, no podía arriesgarme a que cualquier persona le diga esto al rey, debía ser alguien en quien yo confío plenamente y que sé que no traicionaría nunca al rey.

            Blaise asintió en silencio, luego lo miró y dijo:

            -¿Cuántos meses tienes?

            -¿Eso que tiene que ver?

            -Contesta.

            -Cómo siete y medio creo.

            -¿Crees?

            -Sí, no estoy seguro pero creo que eso es ¿Por qué?

            -¿Qué piensas hacer?

            -Bueno, cuando tú te vayas a la capital a decirle esto al rey, yo me iré por mi rumbo.

            -Estás cagado de la cabeza si piensas que te dejare irte por ahí así nomás.

            -¿Vas a entregarme? –pregunto serio.

            -No, pero no puedo dejar que te pierdas en el desierto así como estás, por Dios se consciente Draco, puedes morir no solo tú sino también tu hijo, ya sabía yo que tenías mierda en la cabeza pero no pensé que tanta.

            -Pero es que…

            -Pero nada, tú no te pierdes de mi vista.

            -Pero Blaise… -dijo dramáticamente acostándose bocarriba- me encerraran de nuevo, odio a ese idiota, estúpido animal del rey.

            -De acuerdo, ya hablaremos de eso, por lo pronto no  puedo hacer esto yo solo, hablare con Goyle y Crabbe.

            -¡No!

            -Tranquilo muchacho, déjalo en mis manos –respondio sonriente mientras se ponía de pie- ¿ya comiste?

            -Sí, cuando te estaba vigilando.

            -De acuerdo ¿no necesitas nada?

            -De hecho sí, quiero dulce de dátiles.

 

 

___________________________________________________________________


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).