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El Fénix del Rey por Orseth

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            Al día siguiente Harry estaba en el consultorio de Dumbledore.

            -Podrías usar un preservativo –dijo el viejo medico al escuchar la petición de Harry.

            -No, en el momento olvido todo eso.

            -Podrías entonces darle estas pastillas.

            -No, yo estaré a cargo de eso, yo decidiré cuando quiero más hijos.

            -Bien, entonces te recomiendo este otro… -respondio sacando de su cajón una cajita de medicamentos- lamenté mucho no haber atendido el embarazo de tu concubino, era algo que esperaba con ansia, ningún otro doctor en Hogwarts ha atendido uno en muchísimos años y mucho menos un parto.

            -Y yo estaba tan preocupado por eso, lo bueno es que tuvo la ayuda necesaria en ese momento.

            -Espero que el siguiente bebé no tarde mucho, atenderé ese embarazo con mucho gusto.

            -Ya veremos.

            Cuando Harry salió quince minutos después fue a ver a Draco.

            -¿Dónde fuiste? –pregunto el rubio cuando lo vio entrar.

            -A ver a Dumbledore –respondio sonriendo mientras cargaba a Scorpius.

            -¿Para lo del control natal?

            -Aja… ¿Quién es mi pequeño campeón? –dijo alzando al pequeño.

            -¿Y qué me recetó?

            -A ti nada.

            -¿Por qué, no acordamos que me controlaría?

            -Sí, pero lo haré yo, no tú.

            -¿Y por qué? –pregunto frunciendo el ceño.

            -Porque yo decido cuando quiero más hijos.

            -Oye, eso no está bien ¿Por qué has de decidirlo tú? –pregunto molesto.

            -Porque yo soy tu marido, por eso –respondio firme volteando a verlo sintiendo que una discusión se avecinaba- y no quiero discutir, así que haznos un favor y pasa el tema.

            -Pero…

            -Draco, estoy haciendo muchas concesiones contigo, algo que no debería hacer, pero en este asunto yo soy quien manda, así que no discutas porque no pienso ceder en esto.

            Draco se quedó callado, pero no porque no tuviera nada que decir, sino porque estaba demasiado enojado para articular palabra.

            -Las concubinas adoraron a Scorpius –dijo Harry cambiando el tema.

            -¿Qué?

            -Sí,  a las chicas les encantó Scorpius.

            -¿Ya lo conocieron, cuando? –pregunto frunciendo el ceño.

            -Ayer.

            -¿Y porque no me pediste permiso para hacerlo?

            -No tengo porqué, es mi hijo… además Draco ¿Por qué aun no has ido a verlas? Creí que las querías.

            Draco se quedó callado, demasiado molesto por todo, por lo que solo resopló y se sentó en la cama cruzando los brazos.

            -Draco… -insistió acercándose un par de pasos.

            -Es que me siento una especie de traidor con ellas –exclamó finalmente- me da vergüenza verlas.

            -No tienes porqué, a fin de cuentas eres el único que pudo darme un hijo varón, era más que obvio que ibas a ser mi favorito.

            -No soy tu cachorro… -exclamó sonriendo cansinamente- pero está bien, ya me acostumbre.

            -Hago todo lo que puedo para que seas feliz –dijo sentándose junto a él.

            -Sí, lo sé… eres un bárbaro en muchas cosas, como en lo de la paternidad y eso, pero sé que haces lo posible –reconoció exhalando un suspiro.

            -Y hablando de eso Draco, no puedes volver a ir a las caballerizas sin velo, es más, ni siquiera ir ahí solo.

            -Pero tú dijiste…

            -Sé lo que dije y sabes bien que esa atribución de ir a las caballerizas así estuvo de más.

            Draco rodó los ojos y se levantó malhumorado.

            -Ya no estás restringido en el área de concubinas, puedes andar sin velo por todo el palacio, todo el mundo habla de mí porque dicen que hago lo que quieres… hago lo que puedo pero tú también debes apoyarme.

            Draco hizo una mueca mientras le daba la espalda, sabía que Harry tenía razón y por más que peleara contra el sistema y la sociedad, nunca le ganaría.

            -No te me deprimas por favor –dijo dejando a Scorpius en la cama y levantándose para abrazarlo- el palacio es prácticamente tuyo, ve a donde quieras, menos a las caballerizas.

            Draco suspiro y recargó su mejilla en el hombro de su marido.

            -Sigue pesándome el no poder hacer lo que antes hacía.

            -Ya olvídalo –dijo acariciándole la espalda- mejor ve a visitar a las chicas.

            El rubio se separó mientras se acomodaba un mechón de pelo atrás de la oreja.

            -Sí, tarde o temprano tengo que hacerlo.

            -Exacto… anda ve –dijo besándole la frente- mientras más pronto  mejor.

            Draco asintió resignado.

            -¿Podrías cuidar a Scorpius? Quiero ir solo.

            -De acuerdo.

            Draco salió de la habitación para ir al área de concubinas y mientras más se acercaba, su nerviosismo iba en aumento, y sabía muy bien el porqué… sabía que prácticamente les había arrebatado el marido  a esas mujeres.

            Cuando llegó, aspiro profundo echando a caminar hacia el centro del área, viendo a lo lejos a Minerva sirviendo unos vasos de limonada.

            -Minerva…

            Minerva se dio la vuelta al escuchar su nombre.

            -¡Por el profeta Merlín! –Exclamo al ver al rubio a unos pasos de ella- Oh mi Dios… -dijo con las manos en la boca y los ojos comenzando a llenarse de lagrimas.

            Draco sonrió y se acerco para abrazarla.

            -No llores mujer ¿acaso estás loca? –dijo besándole la frente.

            -Oh Draco… es que me da tanta alegría verte… te extrañe tanto…

            Draco sonrió mientras la soltaba y se sentaba en la banca de piedra.

            -Y yo a ti.

            -No lo creo ¿Por qué hasta ahora vienes a vernos?

            -Yo… necesitaba algo de tiempo –respondio alzándose de hombros- ¿Dónde están las chicas?

            -Están a punto de salir, la siesta de las niñas casi termina.

            -Me da tanto gusto verte.

            -Oh mi niño, estás muy lindo… -dijo acariciándole la mejilla- y te ves diferente… la paternidad te sentó muy bien.

            -Gracias.

            -Tú hijo es hermoso.

            -Sí, lo sé… y no es porque sea mi hijo –añadió riendo.

            -También te ves diferente, hay un brillo especial en tus ojos.

            -¿De qué hablas mujer?

            -Draco, mi niño… estás enamorado ¿verdad? –exclamó sentándose junto a él.

            Draco sonrió forzado mientras suspiraba y miraba a su alrededor.

            -A mi no puedes engañarme, dicen que el amor y el dinero no se pueden esconder.

            -¿Será? –dijo mirándola de nuevo.

            -Sí… y el rey te ama, son sentimientos correspondidos mutuamente, esa es una gran bendición… quien diría que el caballero del desierto se enamoraría finalmente de  su marido.

            -Oh vamos Minerva, hablar de eso me avergüenza.

            -¿Y por qué? –Pregunto sonriendo- es una bendición que ames a tu marido, como debió ser desde un principio.

            -Bueno, pues si –respondio sonriendo algo incomodo.

            -¿Y entonces por qué esa cara?

            -Yo… bueno…

            -¿Es por ellas?

            -Tú siempre tan perceptiva…

            Minerva sonrió mientras inclinaba la cabeza y le tomaba una mano.

            -Ellas lo saben, saben que el rey te ama con una pasión y entrega que jamás tendrá con ellas.

            -Y me siento mal por ellas, se que  en verdad lo quieren… pero Minerva ¿Por qué compartir el corazón de un hombre? –dijo mirándola con duda y exigencia al mismo tiempo- ¿Por qué no puede ser solo de una persona?... yo tengo derecho a ser amado sin reservas, a que su corazón y cuerpo sean solo míos.

            Minerva lo miró y aunque aceptaba la poligamia de su cultura, podía entender el punto de Draco.

            -Eres diferente… -respondio apretándole la mano- amas con pasión y exiges lo mismo a cambio.

            -Me duele el corazón el saberlas afligidas por eso, pero lo siento, no puedo compartir lo que yo amo… en su lecho solo debo estar yo, en su corazón solo debo estar yo… ¿egoísmo? Seguramente, pero no puedo ser de otra manera, yo no puedo conformarme como ellas se conforman.

            Minerva lo vio hablar con tal pasión que no pudo menos que sorprenderse.

            -Lo amo… -dijo el rubio cubriéndole la mano con las suyas- sé que es increíble después de todo lo que pasó, pero así es… me enamoré y no soy capaz de soportar el hecho de que él este con otra persona que no sea yo.

            La sierva lo miró y luego con su otra mano libre le acomodo el mechón de cabello rubio que había escapado de detrás de su oreja.

            -Has aceptado regresar sabiendo lo que conlleva ser un concubino… -dijo mirando el cabello rubio volar con la suave brisa vespertina- con tu hijo y tu camino labrado por tus propias manos… libre como siempre lo fuiste, y sin embargo estás aquí, bajo el yugo  y mandato de tu marido, sometido a él por el libro sagrado y las leyes… ¿Cómo no darse cuenta del tamaño del amor que le tienes?

            Draco inclino la cabeza sintiendo que se le formaba un nudo en la garganta.

            -Tú sacrificio es enorme –continuo la vieja sierva- eres un doncel, pero eras un doncel libre y has renunciado a eso solo por estar cerca del hombre que amas… hijo mío, tú más que nadie merece el corazón del rey.

            Draco no dijo nada mientras lagrimas cristalinas caían por sus mejillas.

            -No llores… dime ¿Por qué lloras?

            -Es que… yo… yo pensé que tú me juzgarías por… haberles arrebatado el corazón de Harry a… a las chicas… -respondio hipando.

            -Cariño, tú no les quitaste el corazón del rey, porque simplemente nunca lo tuvieron… al menos no como lo tienes tú.

            Draco sintió como si una losa le fuera retirada de la espalda, Minerva era como una madre y ni siquiera se había dado cuenta de que su aprobación fuese tan importante para él.

            -No sufras por desear para ti solo el corazón de tu marido –continuo ella limpiándole las lagrimas- mejor sé feliz, ama sin culpa, tú no tienes la culpa de nada.

            Sonriendo la abrazó para después tranquilizarse poco a poco hasta dejar de llorar.

            -Me gustaría verlas por separado, hablar con tranquilidad –dijo intentando calmarse mientras se secaba las mejillas.

            -Entonces ve.

            Asintiendo en silencio, se levantó y se dirigió a la casa más cercana que era la de Pansy, quien estaba recogiéndose el cabello cuando escucho toquidos en su puerta.

            -Pasa –dijo pensando que era Minerva.

            -Espero no interrumpir.

            -Draco… -exclamó sorprendida cuando lo vio abrir la puerta y entrar.

            Draco sonrió sin decir nada, solo se le acercó y la abrazó.

            -Draco, que sorpresa, nunca imaginé que serías tú –dijo cuando se separaron.

            -Sí, lo imagino –respondio sonriendo mientras se dirigían a la sala en donde se sentaron.

            -El rey trajo a tu hijo, muchas bendiciones para él –dijo ella sonriendo.

            Draco la miró y a pesar de que Pansy sonreía, él pudo notar que sus palabras eran vacías… no porque no deseara bendiciones para el niño, sino porque podía percibir cierta tristeza en ella.

            El doncel guardó silencio y bajó la cabeza quedándose sin palabras, entonces ella puso su mano encima de la de él diciendo:

            -No mentiré Draco… mi resentimiento se ha ido acumulando y la amargura hace que mi corazón sufra cada día.

            El rubio alzo la mirada y pudo ver los ojos verdes de la chica que lo miraban con pesar.

            -Lo siento… nunca quise herirte.

            -Lo sé –respondio exhalando un suspiro y poniéndose de pie- eso es lo peor, que tú no eres culpable.

            -Yo quisiera verte feliz… y no solo a ti, sino a Luna también –dijo levantándose también para estar a su altura.

            Pansy levantó el rostro para verlo y vio que el dolor por ellas estaba reflejado en sus ojos.

            -¿Por qué regresaste a esta jaula Draco?... ¿no que amabas volar en libertad?

            Esta vez Draco se quedó callado desviando la mirada y posándola en la ventana.

            -Dime una cosa… -dijo ella tomándole la barbilla para que la mirara a los ojos- ¿Lo amas?

            -Mejor te lo pregunto yo… ¿Tú lo amas?

            -Por supuesto –respondio con una débil sonrisa mientras se sentaba en el sillón, como si hubiese estado cargando el mundo- pero yo deseo mas… yo deseo que me mire cómo te mira a ti ¿es eso mucho pedir?

            Draco no respondió, solo se sentó junto a ella quedando hombro con hombro quedándose en silencio por unos minutos.

            -Estamos jodidos ¿sabes?... ambos –exclamó Draco al fin, mirando al frente- ni tú ni yo podemos tener lo que queremos, ambos estamos sometidos por una leyes de mierda.

            -Pero tienes al rey ¿Qué más quieres? –respondio sin aire agresivo, más bien como deseando saber.

            -Regresé por mi voluntad, eso es un hecho… ¿pero crees que me hace feliz saber que no puedo hacer lo que yo quiera?

            -Claro que puedes Draco –dijo rodando los ojos- todas lo vimos, hasta saliste a pasear cuando se supone que ni debías por tu intento de escape.

            -Pansy… -respondio volteando a verla- soy un doncel, si… pero también soy un hombre, un hombre que tiene que pedirle permiso a otro para hacer determinadas cosas, estoy sometido a un marido…

            -¿Y eso es malo? –pregunto molesta de ver que la inconformidad de Draco se reducía solo a eso.

            -¡Para mí sí! –respondio ofendido de ver que Pansy minimizaba de cierto modo su sentir- Pansy, yo era libre, podía hacer lo que quisiera, podía ir y venir a donde se me diera la gana, tenía soldados subordinados a mí, me obedecían, me admiraban… y ahora debo obedecer así tenga que morderme una maldita bola…mira, no quiero hacerme ver como un mártir, porque no lo soy, sabía todo eso cuando decidí regresar, pero lo que quiero que veas es que no todo es un lecho de rosas para mí… tu y yo prácticamente somos iguales, los dos no podemos elegir, la sociedad nos tiene con un pie en el cuello… la única diferencia es que tú tienes vagina y yo un pene –concluyó recargándose de nuevo en el sofá- pero ustedes siguen creyendo que puedo hacer lo que quiera.

            Pansy guardo silencio por unos instantes y luego giró el rostro para mirarlo, Draco seguía mirando al frente con el ceño fruncido.

            -Lo siento, es que estoy molesta contigo.

            -¿Y acaso yo tengo la culpa?

            -No y eso lo hace peor, hace que también me moleste conmigo misma.

            Draco volteó  a verla y después de unos segundos le sonrió a la chica.

            -Lo lamento Pansy, lamento toda esta situación, siento que tú y Luna sufran así, no era mi intención.

            -Lo sé Draco –respondió sonriendo cansinamente mientras ponía su mano encima de la suya- pero ahora más que nunca entiendo tu punto, no me gusta del todo mi cultura como creí… pero no me has contestado ¿lo amas?

            Draco miró la blanca mano sobre la suya y acariciando con sus dedos la punta de los dedos de Pansy, sin mirarla musitó:

            -Sí.

            Pansy asintió en silencio y su mirada se fijo al frente.

            -Y él te ama a ti –dijo al cabo de unos instantes.

            Draco abrió la boca, sin embargo se quedó sin saber que decir… ¿disculparse por no querer ser amado medias?... ¿disculparse por enamorarse de su marido?... ¿pedir perdón por exigir entrega total?

            -No puedo ser de otra manera –exclamó por fin, siguiendo con la mirada al frente- y tratar de serlo sería intentar engañarme  mí mismo… -Pansy lo miró y él giró el rostro para verla también mientras decía: -sí, me enamoré del rey y él se enamoró de mí y tu dolor será algo que llevaré en mi corazón por siempre… pero esto es algo que esta fuera de mi control y suficiente tengo con la vida que me tocó como para traicionar mis propios principios fingiendo que estoy conforme con compartir el corazón de un hombre.

            Pansy miró el rostro de Draco, la firmeza en sus palabras y el pesar sincero por ellas… y entonces sonrió cansinamente mientras le tocaba la mejilla diciendo:

            -Creo que ahora empiezo a entenderte mejor… anda ve, regresa a las habitaciones reales, yo platicare con Luna.

            Draco quedó desconcertado por aquellas palabras, por lo que por un momento no supo que decir.

            -Anda Draco, entiéndenos, necesitamos tiempo y lo que menos queremos es ver al objeto del amor y los deseos del rey paseándose entre nosotras.

            Draco no respondio, el pesar volvió a aguijonearle la conciencia con las palabras de Pansy, sin embargo ella se levanto sonriendo.

            -Pero tienes razón, no hay nada malo en desear ser amado… en todo caso yo deseo lo mismo.

            No había palabras que responder, todos deseaban lo mismo pero no todos podían obtenerlo, así que sin más se levantó dándole un beso en la frente y salió de ahí.

 

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            Esa noche, después de cenar, Draco se acostó sin que Harry llegara pues éste estaba muy ocupado y éste llego a las habitaciones reales después de media noche, pero no se acostó, lo que hizo fue salir al fresco de la noche a despejar su mente de tantas ocupaciones.

            Draco despertó y se levantó al ver que la cama continuaba vacía, se asomó por el enorme ventanal viendo al rey de pie frente a la piscina; entonces se levantó y poniéndose su bata de dormir salió al jardín; llego junto a Harry, quien al percibir su presencia se volvió, pero se sorprendió cuando Draco en lugar de decir algo, simplemente lo abrazo en silencio.

            -¿Pasa algo? –pregunto extrañado rodeándole la cintura.

            Draco recargó su mejilla en su hombro cerrando los ojos mientras aspiraba profundamente el aroma de la loción de Harry, mezclado con olor a tabaco… disfrutando el olor masculino y el cuerpo firme que tenía entre sus brazos.

            -Draco… -insistió Harry preocupándose mientras fruncía el ceño.

            -Solo cállate.

            Durante años observó en silencio a sus compañeros, hombres fuertes y varoniles pasearse frente a él, deseando en lo intimo de su corazón ser abrazado por uno de ellos, cualquiera de ellos, sentir su cuerpo y amar sin restricción alguna sabiendo de antemano que eso era imposible…  y ahora que por fin tenía eso entre sus manos no iba a sentirse mal por eso… ¿Qué las concubinas del rey sufrían por ello? Era una pena y lo lamentaba, pero él también tenía todo el derecho a ser amado con entrega total, así que era hora de desechar sus culpas y amar como siempre lo deseó, porque tal y como había dicho la vieja sierva, su sacrificio había sido enorme, lo menos que merecía era el corazón completo del rey.

            -Draco…

            -Shhh… solo bésame…

            Harry no dijo mas, acercó sus labios a los de su concubino y lo besó tiernamente, beso que fue intensificándose cada vez más, dándose cuenta de que Draco parecía un poco distinto pero sin saber en qué, sin embargo estaba encantado con la iniciativa del rubio, más cuando fue empujado poco a poco hasta una tumbona y hacerlo caer de espaldas, entonces el doncel se le monto a horcajadas mirándolo con intensidad, con picardía en su rostro y una sensualidad innata… y el rey lo dejó tomar por completo el control, viendo con agrado como Draco se inclinaba y le besaba el cuello, luego la barbilla y de nuevo sus labios mientras sus manos acariciaban su pecho.

            Después se enderezó y con una sonrisa traviesa comenzó a desatarle la túnica y la faja de los pantalones bombachos, para finalmente descubrirle el pene… sonrió viendo como el miembro de su marido ya estaba algo erecto, así que se levantó y se hincó en el suelo viendo como Harry lo miraba entre expectante y extrañado.

            Harry lo miró tomarle el pene por segunda vez en su relación, lo vio mirarlo con detenimiento… y para su sorpresa lo vio acercarse y colocarlo junto a sus labios y después meterlo en su boca sin necesidad de pedírselo como la primera vez.

            -¡Diablos!... –mascullo sintiendo la calidez de la boca de su concubino.

            Draco no había planeado hacerlo esa noche, sin embargo había decidido amar sin culpas, amar sin reservas, por lo que también decidió  disfrutar de su sexualidad.

            -Joder… oh mierda… -jadeo Harry sintiendo las mamadas de Draco.

            El rubio se sabía inexperto, pero sonrió viendo a Harry cerrar los ojos y retorcerse en la tumbona con las chupadas que le estaba haciendo.

            -Si… oh Draco… -masculló Harry mientras veía a Draco sonreírle mientras lo masturbaba con una mano.

            -¿Te gusta? –preguntó cínico mientras le friccionaba el pene.

            -Sí, me gusta, mi hermoso fénix…

            Draco se levantó pero no para ir a la cama, más bien para bajarse y quitarse los pantalones de su pijama con todo y ropa interior quedando semi desnudo frente a Harry, tomó su pene y comenzó a masturbarse, luego se le montó a horcajadas sintiendo el miembro caliente de su marido entre sus nalgas.

            -Draco, si haces eso me voy  correr ya… -dijo Harry cerrando los ojos y frunciendo el ceño.

            Una risa alegre como cascabel broto de la garganta de Draco haciendo a Harry mirarlo fascinado, viendo como el rubio movía su trasero provocadoramente sobre su pene mientras se inclinaba un poco sobre él.

            -Pequeño travieso… -Draco seguía sonriendo y para sorpresa del moreno, coloco su pene sobre su entrada- oye… -dijo extrañado- no estás preparado.

            -No importa –respondio levantando un poco el culo para acomodarse mejor el pene de su marido y cuando lo tuvo listo comenzó a bajar poco a poco.

            Harry lo vio hacer gestos mientras la cabeza de su pene se abría paso en el ano de su doncel.

            -Ay joder… -mascullo Draco sintiendo la enormidad de Harry entrar poco a poco.

            Aunque le encantaba la estreches de su doncel, Harry vio preocupado como Draco hacia muecas de dolor.

            -Oye… si quieres te dilato un poco…

            Draco negó con la cabeza, pero después de un rato se levantó sin aguantar más; sin embargo Harry no pudo decir nada al verlo entrar a la habitación y salir con un pequeño tubo de lubricante en la mano.

            -Ahora sí, guarda silencio y no digas nada –exclamó mientras le friccionaba el pene con la cristalina mezcla, después volvió a montársele encima y a colocarse el pene en su culo.

            Aun dolía pero el lubricante quitó gran parte de la molestia, así que con gesto decidido bajo poco a poco hasta penetrarse por completo.

            Harry exhalo un suspiro mientras cerraba los ojos, sintiendo como su pene era apretado por el cuerpo caliente de su doncel.

            Draco lo vio apretar los puños y mover un poco su pelvis, deseando fricción… deseando moverse, así que puso sus manos en su pecho y comenzó a mover su cadera, torpe al inicio, sin saber cómo hacerlo, sintiendo el pene de Harry moverse en su interior; pero dejo la vergüenza de su ignorancia a un lado y comenzó a experimentar  y a aprender al mismo tiempo y al cabo de un rato ya estaba moviéndose sobre Harry, con sus manos recargadas en sus hombros y las manos del moreno en su cintura mientras él subía y bajaba, sintiendo dolor y placer al mismo tiempo, sintiendo como el enorme miembro de su marido entraba y salía de su cuerpo provocándole sensaciones que deseaba prolongar por más y más tiempo.

            Harry jadeaba mientras lo sujetaba de la cintura, dejándolo llevar el control por completo, disfrutando tener el cuerpo de su concubino encima de él, penetrándose a sí mismo, y después de un rato así ya no quiso prolongar más su orgasmo, por lo que acariciándole las piernas dijo:

            -Draco… quiero correrme… ¿quieres cambiar de posición?... ¿quieres seguir?... ¿Qué es lo que quieres, mi querido fénix?

            Draco sonrió feliz encima de su marido, mientras negaba con la cabeza sintiendo que también estaba a punto de correrse, así que después de unas penetraciones mas, apretó las nalgas y jadeo con fuerza sintiendo el orgasmo explotar en su interior, lo que hizo a Harry dejar de controlarse y hacer lo mismo, luego se desplomó sobre su pecho todo desmadejado y con la respiración entrecortada, aun con el pene dentro.

            El rey lo abrazó y lo estrechó con fuerza quedándose así unos minutos, en silencio… luego Draco se enderezó y siguió sentado sobre Harry.

            -Eres tan hermoso… -dijo el rey mirándolo embebido, sintiéndose aun en el interior de ese cuerpo.

            -Lo sé –respondio riendo.

            Harry sonrió y acaricio sus piernas mientras Draco aspiraba profundo la brisa nocturna para después moverse y quitársele de encima.

            -Ven aquí –dijo Harry extendiéndole los brazos, sintiendo el fresco de la noche en su pene cuando salió del cuerpo de Draco.

            Draco se acomodo la bata de dormir y se recostó junto a él para ser abrazado al momento.

            -Estoy sorprendido… gratamente sorprendido… -dijo mientras le acariciaba el cabello y veía el cielo tachonado de estrellas- pensé que el sexo en parte te era desagradable.

            -Eso era al inicio, ya voy agarrándole el gusto.

            -Pero te noto distinto… ¿Qué sucedió?

            -Nada realmente… solo que si voy a estar contigo por decisión propia, debo dejar las culpas a un lado y amarte con total libertad y al cien por ciento.

            Harry se sorprendió por tal declaración y aunque no dijo nada, entendió el punto de Draco, así que solo le besó la frente y lo abrazó con más fuerza, y al cabo de un rato así dijo:

            -El frío arrecia, entremos.

 

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Notas finales:

¡¡Hasta la proxima!!


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