Domingo 26 de Mayo, 1889. 11:30 pm.
Aunque no recordaba nada, sabía que estaba en peligro. Iba corriendo por las calles de Londres, de aquella figura espantosa que me seguía. No sabía si era producto de mi imaginación o tal vez una bestia nocturna, pero no había nadie por ahí quien me ayudara debido a la fuerte lluvia y a la obscuridad de la noche.
Pronto tropecé y caí al piso torciendome una pierna, de verdad dolía mucho y no podía pararme. Estaba asustada, suplicando en mi mente que alguien me salvara. Tenía miedo de gritar por ayuda, pensando en que aquel monstruoso ser me iba a encontrar; asi que permanecí callada esperando a que alguien acudiera a mi auxilio.
Pasaron unas horas, pasaba uno que otro carruaje, pero nadie se atrevía a ayudarme hasta que...
Cierto hombre de cabello negro pasó a mi lado y me miró, dudoso de sus actos me tomó en sus brazos y habló.
-Mmh... Parece que te has perdido señorita ¿Que debería hacer?- se quedó pensando por un rato -Tal vez debería llevarla a la mansión- suspiró -No queda de otra, no la puedo dejar aqui. Usted se ve... Muy apetitosa- sonrió como si lo que dijera no se pudiera malinterpretar.
Yo lo miré con miedo, pensando en que podría hacerme algo malo; pero solo continuó su camino conmigo en mis brazos. No me atreví a hablar. Ni siquiera sabía quien era él, pero no me quedaba de otra que confiar, era mi único respaldo en un momento así.
-Cuando lleguemos, usted solo sígame el juego. El joven amo debe estar dormido.- Me guiñó el ojo y yo suspiré aferrándome a él debido al fuerte frío que hacía aquella noche. -Estará segura si se queda conmigo- y finalizó nuestro dialogo.
___________________________________________________________________________________________________________
Llegamos a una gran mansión. Ese hombre abrió la puerta y se adentró conmigo al gran salón principal. Subió las y me llevó hasta una habitación con una cama gigante (al menos para mí sola), donde me acostó y me acobijó.
-Mi lady, aun no duerma. Debo asegurarme que esté sana y muy bien alimentada-
Se fue de la habitación, dejandome descansar tranquilamente. Ignoré lo que me dijo sobre "no dormir" y me quedé profundamente.
Pasaron solo unos minutos para que el volviera y calmadamente me despertara con una sonrisa en su rostro, yo tambien le sonreí y me senté en la cama para recibir la deliciosa comida que me había preparado y llevado a la habitación, no sin antes dejarlo que la presentara.
-Gracias- dije comenzando a comer.
-Me doy cuenta señorita. De que a pesar de haberla encontrado en ese lugar, usted es muy educada. No debo ser entrometido, pero me gustaría saber de donde viene-
-No tengo idea- respondí mientras seguía comiendo con la delicadeza de una dama
-¿Su nombre?-
-Tampoco- suspiré y lo miré a la cara -Ni siquiera se quien soy, ni a donde ir. De donde provengo o porqué terminé acá. Es... raro-
-Pues a mi no me parece tan raro. Mucha gente después de haber pasado un momento difícil tiene una corta pérdida de memoria. Le aseguro joven dama, que pronto la recuperará; todo a su tiempo.
-Parece ser muy sabio señor...?-
-Solo digame Sebastian-
Nuestra conversación solo quedó hasta ahí. Después de que yo terminé de comer, él retiró la bandeja y me dijo que durmiera. Se fue apagando las velas dejandome sola nuevamente, en la tranquila habitación de aquella mansión.