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BENEFICIOS MUTUOS por Thera Zinaide

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Notas del capitulo:

Estoy muy feliz de haber visto tan buen recibimiento y leer sus comentarios, gracias a todos los que dejaron su Review ^^

Gracias a ustedes me motivé a subir la continuación tan rápido, así que síganme demostrando su apoyo y verán actualizaciones seguidas ;)

Sin más, a leer se ha dicho!

 

 

Thera Zinaide.

 


Capítulo 2: ¿Quieres cenar conmigo?


 


 


Sasuke llamó a la puerta delantera, esperó con impaciencia y se enderezó cuando un hombre mayor abrió y le sonrió.


 


—Sasuke —saludó Minato Namikaze, cediéndole el paso—. Llegas en punto, como siempre.


 


—Minato. Gracias por recibirme — Sasuke entró en la casa y miró a su alrededor. Había pasado mucho tiempo desde la última vez que estuvo allí, pero el lugar no había cambiado nada.


 


La entrada era ancha y recibía la luz del exterior a través de un ventanal que iluminaba toda la estancia. Las paredes del vestíbulo que conducía a la parte trasera de la casa estaban cubiertas de fotos familiares enmarcadas, de niños sonrientes y padres orgullosos. La sala de estar en la que entraron tampoco había cambiado. Las paredes seguían siendo de un amarillo suave y cálido, los muebles eran grandes y cómodos y la chimenea de piedra estaba decorada con una urna de cobre llena de flores frescas. Minato se sentó en el sofá y agarró la cafetera que había en una bandeja, sobre una ancha y rayada mesa de pino.


 


Mientras Minato servía un café que Sasuke no deseaba tomar, éste recorrió la habitación y se detuvo ante el mirador curvado. El cristal ofrecía una amplia panorámica de la pradera de césped bien cortado, rodeada por viejos robles. Sin embargo, Sasuke apenas se fijó. Su mente se centraba en la tarea que lo esperaba: convencer a Minato para que le vendiera el terreno que necesitaba.


 


—¿Qué trae a Sasuke Uchiha a mi casa a primera hora de la mañana?


 


Sasuke se volvió hacia su vecino. Minato medía un metro ochenta y tres, tenía un  abundante cabello rubio salpicado de canas, la piel un tanto arrugada y levemente bronceada. Sus ojos eran unas agudas esferas azules.


 


Sasuke aceptó la taza de café que Minato le ofrecía y tomó un sorbo por cortesía. Se sentó en un sillón frente a él y sujetó la taza con ambas manos.


 


—Quería hablarte de esa parcela de ocho hectáreas que tienes en el prado norte, Minato.


 


—Ah —el hombre esbozó una sonrisa comprensiva y se recostó en el sofá.


 


No era bueno dejar que el adversario supiera cuánto se deseaba algo, pero Minato Namikaze no era ningún tonto. La familia Uchiha había hecho ofertas por ese trozo de tierra varias veces en las últimas dos décadas. Minato siempre las había rechazado de plano. Sabía lo importante que era el tema para Sasuke y no tenía sentido simular lo contrario.


 


—Siempre he querido esa tierra, Minato, y estoy dispuesto a hacerte una oferta muy ventajosa.


 


Minato movió la cabeza, tomó un sorbo de café y dejó escapar un suspiro. — Sasuke…


 


—Escúchame antes — Sasuke se inclinó hacia delante, dejó la taza de café en la mesa y apoyó los codos en los muslos—. No utilizas ese terreno. No le sacas ningún partido.


 


Minato sonrió y negó con la cabeza. Era testarudo y Sasuke lo sabía. Controló la impaciencia que lo embargaba y dio un tono cordial a su voz.


 


—Piénsalo, Minato. Estoy dispuesto a hacerte una oferta sustanciosa por la propiedad.


 


—¿Por qué es tan importante para ti?


 


«Ahora empieza el juego», pensó Sasuke, deseando que fuera más sencillo. Minato sabía muy bien que Sasuke quería que el rancho Uchiha recuperase su extensión original, pero iba a obligarlo a dar razones.


 


—Es la última parcela que falta para completar la propiedad original de la familia Uchiha —dijo Sasuke, seco—. Como sabes muy bien.


 


Minato sonrió de nuevo. Sasuke pensó que parecía un duende benévolo. Por desgracia, no parecía un duende dispuesto a vender.


 


—Hablemos de negocios. No necesitas la tierra y yo la quiero. Es sencillo. ¿Qué me dices?


 


— Sasuke — Minato hizo una pausa para tomar otro sorbo de café—. No me gusta vender terreno. Lo que es mío, es mío. Lo sabes. Tú sientes lo mismo al respecto.


 


—Sí, y esa parcela es mía, Minato. O tendría que serlo. Empezó siendo tierra de los Uchiha. Debería volver a ser de nosotros.


 


—Pero no lo es.


 


Sasuke sintió una intensa frustración.


 


—No necesito tu dinero — Minato se inclinó hacia delante, dejó la taza en la mesa y empezó a pasear por la habitación—. Lo sabes y, aun así, vienes a convencerme con el argumento de que sacaré algún beneficio.


 


—Obtener beneficio no es un pecado, Minato —contraatacó Sasuke.


 


— El dinero no es lo único en lo que piensa un hombre —. Minato se detuvo ante la chimenea, apoyó un brazo en la repisa y miró a Sasuke.


 


Sasuke no estaba acostumbrado a estar a la defensiva en una negociación. Tener que alzar la vista para mirar a Minato, desde el mullido sillón, hizo que se sintiera en desventaja, así que se puso de pie. Metió las manos en los bolsillos de los vaqueros y contempló a Minato, preguntándose qué intenciones tenía.


 


—He oído un «pero» implícito en tu frase —dijo Sasuke—. ¿Por qué no me dices qué es lo que tienes en mente? Así descubriremos si es posible llegar a un acuerdo.


 


—¡Ay, la impaciencia! Deberías aprender a disfrutar más de la vida, Sasuke. No es bueno centrarlo todo en los negocios.


 


—A mí se me da bien de esa manera.


 


Sasuke no estaba interesado en escuchar consejos. Ni en que nadie le hablara de «disfrutar» de la vida. Sólo quería ese último pedazo de tierra.


 


—Hubo un tiempo en que no pensabas así —musitó Minato. Sus ojos se ablandaron comprensivamente y su sonrisa se borró.


 


Sasuke se tensó. Lo peor de vivir en un sitio pequeño era que todo el mundo se enteraba de los asuntos personales de uno. Sabía que Minato intentaba ser amable, así que controló el nudo de ira que atenazaba su estómago. La gente creía conocerlo y ser capaz de entender lo que sentía y pensaba. Pero la gente se equivocaba.


 


Le interesaba tan poco la comprensión como los consejos. No necesitaba la compasión de nadie. Su vida era como él deseaba que fuera. Sólo le faltaba esa maldita parcela.


 


—Mira, Minato. No he venido aquí a hablar de mi vida. He venido a hacer un trato. Si no te importa…


 


—Eres un hombre de ideas fijas, Sasuke — Minato chasqueó la lengua con desaprobación—. Aunque lo admiro, también es algo que dificulta la vida.


 


—Deja que sea yo quien me preocupe por mi vida, ¿de acuerdo? —el cosquilleo de impaciencia que había sentido antes empezaba a burbujear y hervir en su estómago—. ¿Qué me dices, Minato? ¿Va a ser posible que lleguemos a un acuerdo?


 


Minato cruzó los brazos sobre el pecho y ladeó la cabeza, estudiando a Sasuke como si buscara algo concreto. Tardó unos minutos en contestar.


 


—Podríamos llegar a un acuerdo. Pero los términos que tengo en mente son distintos de los que esperabas.


 


—¿A qué te refieres?


 


—Es sencillo — Minato se encogió de hombros—. Tú quieres la tierra y yo quiero algo a cambio. Y no es tu dinero.


 


—¿Qué es?


 


El hombre asintió, volvió al sofá y se puso cómodo. Luego alzó la vista hacia Sasuke.


 


—Conoces a mi Naruto.


 


—Sí… —corroboró Sasuke con suspicacia.


 


—Quiero verlo feliz —dijo Minato.


 


—No lo dudo — Sasuke se preguntó qué diablos tenía que ver Naruto con todo este asunto.


 


—Quiero verlo casado. Asentado. Con una familia.


 


Sasuke se puso rígido y sintió un escalofrío. Todos sus sentidos se pusieron en alerta. Oyó el tictac del reloj en la repisa de la chimenea y a una mosca chocar contra la ventana. Inspiró profundamente y saboreó el aroma de la salsa de tomate que hervía en la cocina. Estaba tenso y tenía los nervios a flor de piel.


 


Inspiró de nuevo, movió la cabeza y miró a Minato fijamente, incapaz de creer lo que acababa de oír. El peso de lo que Minato parecía estar sugiriendo cayó sobre él como una tonelada de ladrillos. Pero el hombre lo miraba con determinación, esperando a que absorbiera sus palabras. Sasuke no podía creer que Minato hablara en serio.


 


Se había enfrentado a negociaciones difíciles y siempre había ganado. Ésa no sería diferente.


 


—No veo qué tiene que ver el matrimonio de Naruto conmigo, ni con esta conversación.


 


—¿No lo ves? — Minato sonrió—. Tú estás solo, Sasuke. Naruto está solo.


 


Sasuke pensó que el asunto iba muy mal. ¿Naruto casado con él? Impensable.


 


Miró a Minato a los ojos y vio que era totalmente sincero, por increíble que pareciera. Sasuke apretó los dientes e inspiró un par de veces para calmarse. No funcionó.


 


—Seré claro —dijo Minato apoyando un brazo en el respaldo del sofá, como si estuviera perfectamente cómodo consigo mismo y con su entorno—. Te ofrezco un trato, Sasuke. Cásate con mi Naruto. Hazlo feliz. Dale un bebé o dos. A cambio te daré la parcela.


 


«¿Un bebé o dos?».


 


La furia se desbocó como un volcán y Sasuke vio rojo. Sus pulmones no recibían bastante aire. Tenía el cerebro nublado por la ira y le resultaba imposible pensar. Se dijo que era mejor así. Si consideraba las palabras de Minato seriamente, sólo Dios sabía lo que podía llegar a decir.


 


No recordaba haber estado nunca tan enfadado. Nadie lo manipulaba, él era el manipulador. Él era el tiburón a la hora de negociar. Nadie lo sorprendía y nunca se sentía perdido. Y, maldijo para sí, nunca se quedaba sin habla.


 


Al mirar a Minato comprobó que estaba disfrutando viéndolo confundido y eso lo enfureció aún más.


 


—Olvídalo —siseó Sasuke. Incapaz de quedarse quieto, fue hacia el mirador y contempló el paisaje un par de segundos antes de volverse hacia el hombre que seguía tranquilamente sentado—. ¿Qué diablos te pasa, Minato? ¿Estás loco? La gente no comercia con sus hijas o donceles hoy en día. No estamos en la Edad Media, ¿sabes?


 


El hombre se levantó, miró a Sasuke con los ojos entrecerrados y agitó el índice en el aire.


 


—La ganancia no sería para mí, sino para ti —apuntó Minato—. ¿Crees que aceptaría a cualquier hombre para mi Naruto? ¿Crees que lo valoro tan poco para hacer esto sin pensarlo? ¿Sin reflexión?


 


—Creo que estás loco.


 


—Si tanto quieres la tierra, ya sabes cómo conseguirla — Minato soltó una risa seca.


 


—Increíble —la proposición era una locura. Siempre le había caído bien Minato Namikaze; nunca habría pensado que le faltara un tornillo.


 


—¿Por qué te parece tan poco razonable? —preguntó Minato, rodeando el sofá para situarse junto a Sasuke ante la ventana—. ¿Es una locura que un padre busque la felicidad de sus hijos? ¿O la felicidad del hijo de un hombre que fue su amigo? Eres un buen hombre, Sasuke, pero llevas mucho tiempo solo. Has perdido demasiado.


 


— Minato… —sonó como una advertencia.


 


—De acuerdo —alzó las manos—. No hablaremos del pasado, sino del futuro —se giró hacia la ventana y su vista se perdió en el horizonte—. Mi Naruto necesita algo más que sus adorados caballos. Tú necesitas algo más que tu rancho. ¿Es tan aventurado pensar que podrían construir algo juntos?


 


—¿Quieres que tu hijo doncel se case con un hombre que no la ama? — Sasuke lo miró fijamente.


 


—El amor puede surgir y crecer.


 


—No para mí, te lo aseguro.


 


—Como dicen algunas personas, nunca digas «nunca jamás», Sasuke — Minato lo miró de reojo—. La vida es larga y no está hecha para vivirla a solas.


 


La vida no siempre era larga y Sasuke había descubierto que era mejor vivirla solo. Solamente tenía que preocuparse de sus propios intereses, vivía como quería y no se excusaba ni pedía disculpas por ello. No tenía ninguna intención de cambiar su vida.


 


La irritación se exacerbó en su interior. Quería esa tierra. Para él se había convertido en una especie de Santo Grial. El último trozo de terreno que completaría las extensas propiedades de la familia Uchiha. Casi había paladeado la satisfacción de acabar con la tarea que se había propuesto. De repente, parecía que saboreaba el fracaso y eso lo quemó por dentro.


 


—Gracias, Minato. Pero no estoy interesado —dijo. Quería la tierra, pero no estaba dispuesto a volver a casarse. Lo había intentado una vez. E incluso antes del desastroso final, no había funcionado ni para él ni para su esposa. Simplemente, no estaba hecho para el matrimonio.


 


—Piénsalo —insistió Minato, señalando la ventana.


 


Sasuke miró y vio a Naruto y a su madre en el prado. Kushina se alejó y dejó a su hijo solo, rodeado de pequeños y fuertes caballos.


 


El sol caía sobre Naruto como un haz de luz. Su cabello rubio y rebelde revoloteaba con el viento; cuando echó la cabeza hacia atrás y se rió, resultó tan intrigante que Sasuke tuvo que apretar los dientes.


 


—Mi Naruto es un doncel extraordinario. Sería una gran elección.


 


Sasuke desvió la mirada del doncel, sacudió la cabeza y miró al hombre mayor que tenía al lado.


 


—Puedes olvidar esa idea tuya, Minato. ¿Por qué no piensas de forma realista y buscas un precio para ese terreno que nos satisfaga a los dos?


 


La situación se le había ido de las manos y Sasuke se sentía como si un muro se cerrara a su alrededor. Era obvio que Minato estaba loco, aunque no lo pareciera. Nadie ofrecería a su hijo doncel como parte de un trueque en estos tiempos.


 


—¿Qué diablos crees que diría Naruto si oyera tu proposición? —preguntó Sasuke, jugando su última carta.


 


— Él no tiene porqué enterarse — Minato sonrió y encogió los hombros.


 


— Vives peligrosamente, Minato.


 


—Sé lo que les conviene a mis hijos —rezongó él—. Y lo que te conviene a ti. Es el mejor trato que harás en tu vida, Sasuke. Así que eres tú quien debe pensarlo seriamente antes de decidir.


 


—La decisión está tomada —le aseguró Sasuke—. No me casaré con Naruto ni con ningún otro doncel o mujer. Pero si cambias de opinión y quieres hablar de negocios en serio, llámame.


 


Sasuke tenía que salir de allí. La sangre le bullía en la venas y tenía la sensación de que le ardía la piel. Maldijo al hombre por soltarle algo así de sopetón. Cruzó la habitación con unas zancadas y abrió la puerta justo cuando Kushina entraba. Ella dio un respingo.


 


— Sasuke.


 


— Kushina —la saludó con la cabeza, lanzó una última mirada incrédula a Minato y salió, cerrando la puerta a su espalda.


 


De inmediato, sintió que podía respirar de nuevo. El aire fresco traía el aroma de los caballos y del lejano mar. Casi sin pensarlo, Sasuke volvió la cabeza hacia el prado en el que Naruto jugaba con sus caballos.


 


Incluso en la distancia, sintió una atracción que hacía tiempo no sentía. La última vez que había visto a Naruto había sido en el funeral de su esposa y de su hijo. Ese día había estado demasiado ausente para fijarse y desde entonces se había concentrado únicamente en el rancho.


 


En vez de encaminarse hacia su coche, se sorprendió yendo hacia el prado cercado.


 


Naruto observó el avance de Sasuke y ordenó a sus hormonas que se echaran a dormir. Pero no escucharon. Empezaron a bailar, excitando cada una de sus terminaciones nerviosas.


 


—Ay, Shadow —susurró, acariciando el cuello aterciopelado de la yegua—. Soy un idiota.


 


—Buenos días, Naruto.


 


Él se cuadró y se volvió hacia Sasuke. Con una sola mirada a sus ojos oscuros, Naruto supo que nunca podría «cuadrarse» lo bastante. Se preguntó por qué ese hombre lo encendía por dentro, como un puñado de fuegos artificiales en una fiesta de Año Nuevo. Su corazón anhelaba a Sasuke Uchiha y a nadie más.


 


—Hola, Sasuke —dijo, felicitándose por el tono sereno de su voz—. Has salido temprano esta mañana.


 


—Sí — su expresión se torció e hizo un esfuerzo obvio por controlarla—. He tenido una reunión con tu padre.


 


—¿Sobre qué?


 


—Sobre nada —dijo rápidamente.


 


Tan rápido que Naruto supo que ocurría algo. Y conociendo a su padre, podía ser cualquier cosa.


 


Pero era obvio que Sasuke no iba a hablar del tema, así que decidió reservar su curiosidad para después. Se lo sacaría a su padre. Sasuke se acercó, apoyó los antebrazos en el travesaño superior de la valla y entrecerró los ojos. La dirección del viento cambió de pronto y el doncel recibió una ráfaga de aire impregnado con su aroma. Olor a hombre y a jabón. Naruto notó que le costaba seguir respirando.


 


—Parece que hay un nuevo miembro en tu yeguada —dijo él, señalando al potrillo.


 


—Llegó anoche — Naruto sonrió y miró al potrillo mamando—. Bueno, de madrugada. Estuve levantado hasta las cuatro de la mañana, por eso hoy parezco un familiar de Frankenstein.


 


Se llamó idiota en cuanto acabó de hablar. No lo veía desde el funeral de su familia y sólo se le ocurría hablar sobre su horrible aspecto. Fabuloso.


 


—Yo te veo muy bien —dijo él, casi como si le molestara admitirlo.


 


—Sí. Seguro — Naruto rió, acarició a Shadow una última vez y trepó sobre la valla.


 


Supo de inmediato que debería haber caminado hacia la puerta. Estaba demasiado cansado para que fuera una maniobra grácil y fluida.


 


La punta de su bota se enganchó en el travesaño inferior. Tuvo un segundo para pensar.


 


«Perfecto. Estoy a punto de caer y enterrar mi cabeza en el barro, delante de Sasuke. ¿Podría ser peor?».


 


La mano de Sasuke aferró su brazo y lo sujetó hasta que recuperó el equilibrio.


 


—Gracias… —sacudió la cabeza para apartarse el cabello del rostro y miró sus ojos negro azabache. Se le secó la boca.


 


El calor de la mirada de Sasuke lo desconcertó. Era como someterse a un lanzallamas. Con la sangre bullendo en las venas, la respiración agitada y el estómago hecho un nudo, se limitó a mirarlo. Sentir su mano en la piel incrementaba aún más el calor que sentía.


 


—Ven a cenar conmigo —dijo Sasuke.


 


Justo en ese momento el tiempo se detuvo, esa propuesta debió haberla soñado. Lo que realmente pasó es que se pegó tan fuerte en la cabeza con la caída, que estaba teniendo una alucinación.


 


Sasuke se le quedó mirando fijamente esperando una respuesta y en ese mismo instante supo que todo era real. Naruto se preguntaba cómo iba a justificar haberse quedado paralizado como una estatua, con los ojos bien abiertos. Esperaba, por todos los cielos y los infiernos, que si esto era un sueño... no lo despertaran jamás.


 


 

Notas finales:

Y con esta actualización, terminamos por hoy señoras y señores.

Como mencioné en una de mis respuestas a sus Review, esta historia tiene finalmente 12 capítulos, ya está terminada!

Así que, sigan mandando sus mensajitos. Podría ser que siga tan alegre como ahora y les dé una actualización diaria (o lo más rápido que me sea posible) :)

Los quiero un montón.

 

TZ.


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