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¿ AMOR U ODIO ? por angeloDivoglio

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Notas del capitulo:

lamento haber tardado tanto en actualizar aqui, ya que normalmente siempre esto en wattpad, pero bueno... si inicie algo aqui lo mejor es terminarlo.

 

-¿cómo me has llamado Camus?

Cuestiono Surt sacando su erección del cuerpo del francés, quien solo le miro con asteo, respirando profundo sin darle ninguna respuesta.

-¿Cómo demonios me llamaste maldita sea?

Repitió el peli rojo alzando la voz, recibiendo ahora una fría mirada de parte de Camus, y una ligera burla también, sin embargo ni una sola palabra.

-mira Camus, no sé qué te estas creyendo, pero las cosas no son así, en el santuario hay un pobre idiota que puedes pisotear a tu antojo, y estará a tus pies rogándote por afecto como un perro, pero aquí no, no se te olvide dónde y con quien estas.

Esta vez la burla de Camus antes tales palabras fue mayor, haciendo enfurecer al asgardiano, quien aún encima del francés, le tomo por las muñecas con una mano, y de la barbilla con otra obligándole a verlo a la cara.

-yo no soy como milo Camus, aquí tu solo eres mi mero entretenimiento y seamos realista yo el tuyo, así que no arruines esto, solo se mi juguete y todo estará bien.

Los ojos del francés demostraron molestia, era claro que en cualquier momento golpearía a Surt, más se detuvo, sonriéndole aun con la burla entre labios.

-si vuelves a llamarlo idiota, te matare Surt, te juro que te matare.

Terminando estas palabras se acercó con un poco de dificultad al pelirrojo tomándolo de la barbilla, mirando fijamente sus ojos, robándole un beso apasionado, haciendo que este se levantara confundido de la cama

- el vale más de lo que tú puedes valer, pero en algo tienes razón yo soy tu juguete y tú el mío, disfrutémoslo sin más y eso de que no te pareces a milo, es el punto de esto, por eso te elegí a ti.

Surt no dijo más, solo tomo su ropa y se marchó del lugar, dejando a Camus solo en la cama.

- Milo.

pronunció aquel nombre en un susurro, llevando su mano ante su entrepierna, comenzando a masajear su sexo, al tiempo que los recuerdos del escorpión volvían a su mente, su aroma, el brillo de sus ojos resplandecientes en aquel atardecer en la colina donde se le entregó por primera vez, pero sobre todo, recordó su voz, al decirle te amo siempre justo antes de que el terminara, como si el escorpión supiera todos sus gesto y estuviera más preocupado por su placer, que por el de el mismo.

Sin más termino en su mano, mirando esta y su semen mientras intentaba recuperar el aliento.

- milo.

Repitió ese nombre nuevamente, mas ni sus palabras, ni acciones demostraron algún sentimiento, sus ojos no emitían ningún brillo ya, así que sin más limpio su mano, dispuesto a dormir.

Sin darse cuenta durante el sueño abrazaba a su almohada en la soledad de su cama, la abrazaba con fuerza, como si inconscientemente quisiera que esta fuera algo o alguien más.

- Camus, te amo, por eso hoy juro que mi cuerpo y mi alma te pertenecerán solamente a ti, porque mi amor a ti es más grande que mi lealtad a mi diosa, yo te pertenezco, en esta vida y en la otra, mataría por ti Camus, o morirá por ti.

Por un momento se vio a si mismo tumbado en la yerba, estaba desnudo y el escorpión entre sus piernas, era de noche y sólo la Luna alumbraba el lugar.

Tenía 15 años y en entre el sonido de los árboles y el frio del viento, y sobre todo después de aquel juramento, se entregó por primera vez al Escorpión, gimiendo en su oído con dolor y placer, dándose cuenta que entraba a un juego del cual no tenía conocimiento.

Los años fueron pasando, y lo veía en aquel sueño.

Pero mientras las imágenes pasaban, veía al Escorpión, a su Escorpión.

Le veía feliz por estar a su lado, comparándolo con un perro al ver a su dueño.

Lo veía hacer mil cosas por él, milo se rompería una pierna de ser necesario con tal de sacarle una sola sonrisa, haría en verdad cualquier cosa...

Camino por un cuarto oscuro, siendo iluminado únicamente por recuadros que mostraban a su escorpión, los miro un instante acercándose a uno en especial, milo estaba a su lado, eran aun niños, aspirantes a caballero, durmiendo en el piso frio, en aquel recuerdo, veía a milo, quitándose aquella tela que le servía de camisa, dándosela a él para que pudiera conseguir calor al dormir, abrazándole toda la noche.

Se acercó a aquel recuerdo, intentando tocarlo, más por un momento como vidrios cayendo, todo desapareció... solo estaba el, en un cuarto frio y oscuro, sintiendo como poco a poco el frio se hacía cada vez mayor, congelando todo a su paso, convirtiéndose en un iglú, estaba solo, ya no veía a milo por ningún lado, solo había frio, hielo y nada más.

Contemplaba su soledad, sin mostrar sentimiento ante ella, nada le importaba, no intentaba tan siquiera hacer algo por salir de ahí, solo estaba de pie, esperando que el hielo congelara su cuerpo, acabando con su vida.

Despertó después de eso, el sonido de la puerta más bien fue lo que le despertó, viendo nuevamente al pelirrojo, mas esta vez, viendo como este tenía unas cuantas sogas y una fusta.

- sabes Camus, de niños solíamos jugar y ahora de grandes me he dado cuenta que el juego no ha terminado, mas ha cambiado un poco, pero, no dejare que solo tú te diviertas, piensa en milo o en quien quieras no me importa, mas harás lo que yo diga.

El mencionado no dijo nada, menos cuando vio como Surt, se acercaba a su lado, pidiéndole sus muñecas, las cuales se las dio sin rechistar, sintiendo como las amarraban con fuerza contra la cama, y el pelirrojo, aprovechando de su cuerpo desnudo le tomo sin más.

Nunca lo vio a la cara, evito el contacto con sus ojos a toda costa, y esta vez tampoco pensó en el escorpión, solo se quedó ahí, dejando que jugaran con su cuerpo, que ahora fuese el pelirrojo quien se divirtiera hasta cansarse.

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Almorzaba con una pequeña sonrisa lo que Aioria le había llevado, hasta su templo.

Sintiéndose extraño al verle, aunque aún más extraño al ver los ojos de Aioros sobre él, podría haber jurado que, aunque la armadura del león la llevara su hermano menor, su actitud en ese momento le hiso recordar a un león a punto de querer matarlo.

No dijo ni hiso nada, solo se despidió de su amigo, mirando sus labios al pronunciar que ese día no podría estar con él, más que regresaría pronto, y saldrían a donde él quiera.

Suspiro con fuerza, comiendo el ultimo bocado de lo que había sido su platillo favorito años atrás, el que Aiora sabía que le encantaba, e irónicamente, aquel que Camus más odiaba, por su sabor.

Suspiro con fuerza, intentando borrar el recuerdo momentáneo de Camus, comenzando a lavar su plato, deseando que se fuera con el agua, deseando borrarlo por fin de su vida.

- buenas tardes, señor milo, perdone mi intromisión, pero el señor kanon me ha pedido que le de esto.

Escucho la voz de kiki a sus espalda, volteándolo a ver notando que tenía un poco de chocolate en la mejilla.

- hola, ¿tu maestro no se enojaba porque te agarráramos de mensajero?

Contesto con una sonrisa, tomando una nota de las pequeñas manos de kiki.

- si pero, por favor no le diga, el señor kanon me ha dado algunos dulces y quise hacerle el favor.

Milo sonrió sin más, agradeciendo el gesto, pensando que pasaría si mu supiera que kanon le había dado golosinas a su discípulo solo para que le hiciera un favor.

Sin tomarle más importancia al tema, abrió aquella nota, leyéndola con atención.

hace muchos años, existió un dragón, uno tan malvado que pensó que podía usar a los demás a su antojo, pensaba que podría dominar el mundo y tener a todos a sus pies, mas estaba en lo incorrecto, el solo sabía lastimar y dañar a los demás, no importaba su gran inteligencia, nunca sería dueño de nada, no sería más que una simple sombra, aun así, lucho por ser más que eso, pero, termino siendo encerrado y olvidado en una cueva oscura, alejado del mundo.

Pd: la continuación está en el pétalo de una rosa.

leyó aquella nota algunas veces más, sin comprender que era lo que kanon quería, más aun así, le seguiría el juego, así que sin más comenzó a caminar al único lugar con rosas que podía imaginar que estaría la continuación de aquello.

- da un paso más y posiblemente mueras, aunque ¿no será eso lo que buscas?

Aquella voz era la de afrodita, quien se le acercaba advirtiéndole que estaba a punto de entrar junto con todas sus rosas envenenadas.

- perdona, pero ¿kanon no ha dejado una nota aquí?

-¿nota?

El peli celeste negó, sin comprender a que se refería.

-¿por qué dejaría algo aquí?, sabe que este lugar es nocivo para cualquiera.

Milo guardo silencio, pensando en algún otro lugar con rosas, abriendo sus ojos fuertemente, al recordar otro lugar, corriendo con un poco de emoción hacia aquel lugar, apenas despidiéndose del sueco.

- por fin llegue.

Se dijo con éxito, al llegar casi a las afueras del santuario, donde ningún caballero novato o aspirante a caballero tendría que ir, sin embargo el ya no era un niño y podría caminar ahí sin problema, ya no tenía que esconderse, al igual que cuando era un niño e iba con Camus a explorar ahí.

una sonrisa se apodero de sus labios, al saber que ni el paso de los años, ni el clima había terminado con aquel rosal, con rosas tan hermosas, que no pudo evitar cortar una años atrás y llevarla a lado de quien creía que la necesitaba para alegrarse.

Se acercó al rosal de rosas tan blancas como la nieve, notando que una de sus rosas no encajaba ahí, una rosa roja, con una nota amarrada al tallo, descansaba por encima.

Lograste llegar hasta aquí, así que he aquí la continuación.

"Sin embargo un día en su cautiverio, el dragón vio a un ángel, era hermoso, lo más hermoso que vio en su vida, este ángel, con su dulce voz, se le acercó aunque no tenía por qué hacerlo, el bien sabía que no tenía que estar cerca de esa cueva oscura y peligrosa donde el descansaba, aun así, le sonrió al dragón sin miedo alguno, mostrando un poco de tristeza en su mirada por la desdicha del dragón."

esta vez una sonrisa no apareció en sus labios, esta vez aquella nota, le hacía sentir algo diferente, aquello parecía mas haya que un simple juego, sin saber el motivo, recordó como cuando era un niño, veía como todos aquellos que conocían la verdad de kanon, que sabían de su existencia, lo trataban como si estuviera maldito, como si simplemente con el hecho de acercarse a él, alguna extraña enfermedad les podría contagiar, como también recordaba cómo era que kanon no sabía que lo observaba aun así, ahí estaba sintiendo tristeza al ver como lo trataban.

 la próxima nota, esta ahí, donde solía gritar.

Termino de leer, y sus pies comenzaron a avanzar por inercia, corriendo con fuerza, llegando en poco tiempo cerca del gran acantilado de cabo sounion, sintiéndose nervioso, esta vez, recordando ahora como escondido en un pilar, miraba a kanon gritar y llorar su desesperación en aquel lugar, lo recordaba muy bien, porque siempre quiso ir a su lado, consolarlo, mas nunca se atrevió a hacerlo, pues kanon siendo su mayor, podría molestarse con él.

Busco la siguiente nota con desesperación, encontrándola en el pilar, donde siempre solía esconderse.

Y por primera vez en su vida, el dragón supo que era sentir que al menos alguien sintiera tristeza por su él, saber que aun que fueran algunos segundos, alguien le miró más allá del odio y el temor, y entonces, se enamoró.

-  el final esta, donde los traidores descansan.

sin cuidado alguno, bajo el acantilado, la marea comenzaba a subir pero mole importo, nado hasta quedar frente a frente con aquella prisión que por un largo tiempo había sido la celda de kanon, encontrando la nota un poco mojada, en uno de los barrotes dela prisión.

Basto eso para que cayera profundamente, enamorado de aquellos ojos, jurándose que protegería a capa y espada de cualquiera que quisiera dañar a aquel ángel, y aunque las cosas no salieron como lo esperaba, aunque el odio y el deseo de venganza se apodero del dragón, cuando logró escapar, nunca dejo de pensar en su ángel, no hubo noche en que no lo soñara, deseando que llegara el día, en que por fin podría protegerlo del demonio, que siempre estuvo atrás de él.

-  ¿qué opinas de la historia?

Kanon apareció a un costado el, estaba tan preocupado que el agua pudiera arruinar la nota, o llevársela que no presto atención en su presencia.

-  ¿qué es todo esto kanon?

Le pregunto, viendo como el mayor le estiraba la mano, invitándole a salir del agua.

- es una confección milo.

El escorpión le miraba confundido, sin saber que decir, solo enfocándose en el ruido del mar chocando contra las piedras y el hermoso color naranja que provoca el sol anunciando que volverá mañana.

-recuerdo que - continuo kanon- antes de que fuera encerrado en este maldito lugar, me dijeron que fuese a vigilar aquella área fuera a los límites del santuario, así que fui y te encontrar a ti, estabas torpemente intentando arrancar una rosa con tus manos, pinchándote con las espinas, más aun así, no te importo y lo lograste, sentí curiosidad, así que en vez de reprenderte solo te seguí, viendo que colocabas con mucho cuidado aquella rosa en mi cama junto con una nota que decía con tu

Letra infantil, pero llena de tantos sentimientos que no podría nombrarlos ahora, que no estuviera triste, que si quería pensar cosas lindas, solo viera la rosa.

Milo se sonrojo al momento, desviando la mirada, no esperaba que kanon supiera que había sido él.

- mire esa rosa por días, la cuide como nunca había cuidado nada en mi vida, sin embargo, por culpa de haber sido encerrado en este lugar, la rosa murió, y pensé que mis esperanzas de volver a verte se habían ido también, mas no fue así, al igual que cuando te escondías tras el pilar, mientras yo me desahogaba al gritando al viento, tú estabas aquí conmigo, trayéndome comida y dejándola a mi lado cuando pensabas que estaba dormido, tu siempre estuviste aquí.

Un largo silencio se apodero del ambiente, aquello le resultaba totalmente extraño, fuera de sus límites, donde no sabía que hacer o no, así que simplemente desvió la mirada, guardando silencio.

- me gustas milo.

Aquellas palabras detuvieron su corazón un segundo haciéndole verlo ahora a la cara.

- me gustas desde que eras un niño, por horrible que eso suene, me enamore de ti, hace muchos años atrás y puedo jurarte que nada me hiso más feliz, que saber que tu lograste verme como un caballero, no como un enemigo, tú fuiste mi ángel, el único que me enseño que no solo hay sufrimiento en el infierno, tú y solo tú.

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Aiora estaba sentando en la rama de un árbol, viendo el atardecer, mientras comía una manzana, suspiraba profundo y en sus labios una sonrisa se dibujaba, toco con la yema de sus dedos su labio inferior, recordando el beso que él y milo se habían dado el día anterior.

- cuánto tiempo vas a seguir holgazaneando, es hora de regresar.

Le decía Aioros, cruzado de brazos, viendo como su hermano menor bajaba de la rama, comenzado a caminar en silencio.

- ¿qué era lo que estabas haciendo ayer con milo en tu habitación?

Le cuestiono con seriedad, haciendo al menor detenerse, para verlo a la cara, aun así no recibió respuesta de su parte.

- el no podrá olvidar a Camus tan fácilmente, - continuo el hermano mayor- Camus fue su primer y más grande amor, no te metas en un laberinto que tal vez no tenga salida, pues aquí no podrás construirte alas y volar, si entras a ese laberinto, solo sufrirás.

Las palabras del mayor, denotaban su preocupación, más aun así, después de soltar un fuerte suspiro, Aiora le contesto.

- él es muy importante para mi hermano, en verdad lo amo, lo he hecho desde que soy un niño, milo estuvo para mí cuando todos me trataban como una basura por ser el hermano de un traidor, solo él estuvo conmigo, él no se merecía lo que Camus le hiso, el merece estar con alguien que verdaderamente lo ame, y yo lo amo, haría cualquier cosa por el

.

- y si él no llega a amarte - le interrumpió el mayor deseoso de escuchar aquella respuesta -

Mas este solamente se encogió de brazos, bajando la mirada y negando con la cabeza, retomando su paso, para marcharse del lugar.

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Se miraba en el espejo, con la poca luz que ese infierno helado brindaba antes del atardecer.

Observaba su cuerpo desnudo lleno de golpes y unas cuantas marcas de las sogas,

Surt se había divertido todo el día y ahora dormía en su propia habitación muy lejos de él.

Más aun así, por un momento en su rostro inexpresivo una pequeña sonrisa apareció.

- el hielo terminara congelando todo, todo lo vivo terminara de perecer, todo morirá, todo...

La puerta de su habitación sonó, aun así no reparo en vestirse, cuando simplemente invito a aquella persona a pasar.

- ¿para qué me has llamado? es incómodo venir a un lugar donde claro esta no quieren a los caballeros de atena.

Camus, desvió la mirada del espejo, viendo a su visitante.

- deathmask.

Menciono su nombre, sin importarle como el caballero de la cuarta casa, miraba los golpes que descansaban en su cuerpo, más aun así guardo silencio, uno que lentamente se volvió incomodo, más aun así, Camus sonrió ligeramente, comenzando a vestirse.

- hace muchos años, en Perugia en torno a 1260, existían lo que hoy llamamos "los flagelantes" ellos eran un movimiento religioso basado en el sufrimiento como medio para la salvación del alma, Se creía que al recrear en ellos mismos la Pasión de Cristo conseguirían salvarse de la Muerte Negra, ya que esto fue a raíz de la peste negra, Por ello soportaban torturas y flagelaciones durante 33 días en memoria de los 33 años que vivió Cristo, los flagelantes aconsejaban autoinflingirse crueles penitencias. El sufrimiento y el odio al cuerpo eran la única vía para la salvación del alma.

El italiano aun guardaba silencio cruzado de brazos, negando ligeramente con la cabeza, desviando un poco la mirada...

- no estoy haciendo preguntas Camus, ni tampoco vine por una clase de historia, aun que si me gustaría decirte, que nosotros no somos ni católicos, ni cristianos, servimos a una diosa griega, no sé si te habían avisado.

Le contesto con gracia, cuando termino de vestirse.

- no creo que lo entiendas, aun así, solo te llame, porque quería saber si ¿si podrás ayudarme con aquello que te pedí?

Death no dijo nada de momento, solo suspiro con fuerza, sentándose en la cama del francés, pensando su respuesta.

- lo hare, mas no será por ti, prometí ayudar alguien y eso es todo.

No hubo más palabras después de eso, únicamente Camus asintió con la cabeza, viendo como Death se levantaba dispuesto a marcharse.

- sé que no me importa, mas no quiero quedarme con la duda... ¿por qué?

Cuestión, regresando la mirada al su compañero, viendo como este se sentaba alado de una ventana, viendo la nieve caer.

- supongo que puedo decírtelo, tal vez tú seas el único que puede entenderlo, y la respuesta es  porque no merezco estar bien, he hecho cosas terribles, soy una persona terrible.... hay cosas que tengo que remendar.

- creo entenderte.- contesto sacando un cigarrillo, prendiéndolo rápidamente- te entiendo tal vez muy bien, aunque tal vez, tu método es muy extraño.

Camus no digo nada, estirando su mano indicándole al italiano que le diera de su cigarrillo, lo cual hiso acercándose al menor, viéndolo fumar por primera vez en su vida.

- es aún más complejo de lo que parece, mucho más complejo, es por eso que necesito aquel favor de tu parte, en verdad, necesito tu ayuda.


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