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Colors through the dark por Tony Trinket

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Notas del capitulo:

¡Lamento la tardanza!

Capítulo I

El sonido de murmullos bajos fue lo que lo recibió al despertar por tercera vez. Un nudo se instauró en su garganta apenas se supo consciente: en su sueño estaba viendo colores y formas.

Probablemente jamás volvería a hacerlo en la vida real.

--Avisa al doctor que Mello ya despertó. --dijo una voz femenina. Pudo oír unos pasos alejándose. El tacto de una mano contra su mejilla lo sobresaltó.

-- ¿Q-Qué? --tenía una vaga idea de con quien estaba, pero eso no lo ponía menos nervioso.

--Mello, tranquilízate. Soy yo, Halle --tal y como Mihael suponía--. Estás en la base de la SPK.

Eso no lo tranquilizaba nada, ni un poco. Joder, no veía nada, y para colmo se encontraba en “territorio enemigo”. Apartó de un manotazo la mano de la rubia, que había comenzado a acariciar su mejilla como si tuviese derecho a eso. Cerró los ojos fuertemente, tratando de mentalizarse en volver a ver. Un gran peso se instauró en su pecho cuando notó que no había mucha diferencia en tener los ojos abiertos o cerrados. Gruñó y sintió ganas de llorar nuevamente, pero no lo haría. No enfrente de alguien, ya no era un niño.

-- ¡Déjame! ¡No quiero que me toques!

--Mello, por favor-

-- ¡No! ¡¿Qué carajos pasó?! ¡Yo estaba en esa iglesia abandonada y de pronto todo explotó! ¿Qué pasó con Takada?

Le molestaba no entender qué pasaba. Y Halle con su intento de calmarlo solo lograba ponerlo peor. Estaba tan ocupado gritando que no escuchó cuando alguien ingresó al cuarto. Una voz se oyó de pronto.

--Mello, mantén la calma --no necesitó gritar para ser escuchado por el rubio, a pesar de su propio ruido. Ni mucho menos necesitó identificarse, porque esa voz Mihael la reconocería en cualquier parte--. Escúchame, Mello, solo lo explicaré una vez. Durante la explosión de la camioneta al parecer golpeaste tu cabeza, lo que ocasionó que la zona occipital de tu cerebro se viera afectada, no sabemos si es reversible o no, por lo que consultamos un medido de confianza. Takada ha muerto, presumiblemente de un ataque al corazón, aunque esto es solo una suposición mía, puesto que el cadáver de ella está completamente calcinado, por lo cual solo pudimos identificarlo. No se ha anunciado tu estado de vitalidad, ya que te sacamos antes de que la policía llegara, así que es posible que Kira considere que has muerto de igual manera que Takada.

El rubio escuchó con atención, ya que si Nate decía que solo lo diría una vez era cierto. Sin embargo una mueca se formó en su rostro al notar el tono monótono con el que hablaba, ni siquiera le había preguntado cómo se sentía, ¿quién carajos se creía?

Nate continuó, en su opinión, parloteando; contando detalles casi nada importantes acerca de la situación actual. Su voz era fría e imperturbable, como si diese un reporte del clima. Sintió sus cejas fruncirse.

-- ¡Cállate! ¡Solo cállate! --gritó repentinamente. No podía ver, pero se imaginaba la expresión en el rostro de Nate, molesto por ser interrumpido.

Hubo un silencio que le siguió eso, no demasiado largo, no más de un minuto.

--Halle, por favor, ¿me harías el favor de salir un momento? Infórmale a Gevanni que yo le avisaré cuando dejar entrar al médico.

Halle pareció dudar en ello, porque Mello escuchó que tardó diez segundos en comenzar a moverse fuera de la habitación, murmurando un escueto:

--Claro, Near.

El silencio llenó el lugar en el que se encontraba. El rubio se sintió súbitamente molesto por esto, ya que conocía a Nate y sabía que este no era un chico de muchas palabras. Si él mismo, Mello, no hablaba, estaba seguro de que el otro tampoco lo haría.

--Eres un desgraciado, ¿sabías? --la voz de Mello cortó el silencio al igual que una daga corta un pedazo de tela.

--Eso es discutible --fue lo que respondió el albino, y aunque el rubio no podía verlo, se lo imaginaba; sentado, una pierna arriba y otra abajo, mirando hacia un costado y retorciendo su cabello. Sintió hasta ganas de reír de angustia, pero decidió solo dejar escapar un resoplido que podría tomarse como gruñido--. Aunque solo es discutible si me revelas la razón por la cual  crees que soy un desgraciado.

Mihael bufó, ese imbécil jamás había aprendido a recibir un insulto. Se supone que sería una virtud, sin embargo. Claro, para el que es insultado, no para quien insultaba, en ese caso él; la manera de ser de Near simplemente lo volvía loco.

--Tú… Tú simplemente actúas como si… --las palabras se amontonaron en su garganta, queriendo ser gritadas por Mello y oídas por Near, pero al ser tantas se estancaron las unas con las otras, asfixiándose entre ellas y callándose súbitamente--. Eres un… ¡Agh! ¡Olvídalo!

No podía ser débil, no podía dejar que Near lo viese así. De seguro daba hasta pena: ciego, herido, con los ojos acuosos y tratando de no explotar allí mismo. Por un momento incluso agradeció el primer hecho, al menos así no podía ver el rostro de Nate, quien probablemente lo estaba viendo con esa mirada vacía, leyendo su mente a través de sus actos.

--Fuiste un estúpido --fue lo que dijo el chico de cabello rizado. El rubio frunció el ceño: ¡¿por qué mierda lo insultaba?!--. Lo que hiciste fue arriesgado e imprudente, que estés vivo es hasta extraño. Podrías haber muerto --ante el peso de la razón cayendo sobre él, Mello encogió los hombros. Sabía a qué se refería Near, Nate estaba al tanto del porqué de sus acciones, el porqué el secuestro de Takada. Odiaba ese hecho del de cabello blanco, y es que siempre podía ver a través de él, la más mínima mentira, la más extraña acción. Hubiese sido tonto creer que Nate no notaría nada, pero al menos esperaba que tuviese escrúpulos y se quedara en silencio, para que el secreto fuese guardado de a dos--. Gracias, Mello. --escuchó entonces. La voz de Near no se había alterado en lo más mínimo, y cualquiera que lo escuchase pensaría que lo que decía no era sincero; pero Mihael lo conocía, y la palabra “gracias” no era habitual en el diccionario del albino.

-- ¿Qué? --no se lo creía.

Un suspiro escapó de labios del de ojos grises, una nota de impaciencia manchó su pulcra y lisa voz, creando ondas expansivas que agitaron su paz con fastidio.

--Te lo agradezco, Mello. Salvaste mi vida, ahora estaría muerto de no ser por ti. Y por Matt, claro. Me gustaría poder agradecerle.

Matt. Como un súbito golpe, el nombre golpeó en su mente; su rostro, su cabello rojo, sus pecas, su insoportable aroma a tabaco, su risa, su “ey, Mels, te traje chocolate”. Su mejor y único amigo. Había muerto. Por su imprudencia.

Por su culpa.

Por su egoísmo.

Por Mello.

No se detuvo a sí mismo de dejar las gotas caer. No iba a llorar frente a Near por sus propias cosas, pero esto era diferente, se trataba de Matt, Mail.

--Oh Dios… Matt… --susurró, enterrando la cabeza entre las palmas de sus manos--. Él está… Él… --no, no, no-- ¡Está muerto! --gritó, ahogándose en la última silaba y rompiendo en llanto como si de un niño se tratara.

No supo cuanto tiempo estuvo haciendo eso, no podía ver, el tiempo tampoco le importaba.

No supo cuando fue que sintió el pequeño toque de una mano en su hombro, ni en qué momento acabó abrazando a Near, quien pese a su habitual actitud reticente al afecto, lo sostuvo entre sus brazos mientras Mihael lloraba sus penas.

--Todo estará bien --y sonaba extraño en voz de Nate, Mello deseó más que nunca poder ver su expresión. Sin embargo, no necesitaba dudar en la veracidad de sus palabras; Near jamás le mentía.

 

Se encontraba en una habitación, más específicamente sobre una cama. Mullida y  caliente por su propio cuerpo, al haber estado acostado ahí por más de diez horas; se estaba a gusto, la habitación era cómoda y no tenía necesidad de moverse, había chocolates en la mesa contigua y además ningún sonido ni nadie lo perturbaba.

Lo odiaba.

Lo trataban como a un maldito enfermo. No salía de esa habitación, solo se levantaba de la cama para ir al baño, y cuando hacía eso alguien tenía que ayudarlo a levantarse y llegar a él. Era malditamente humillante. Se sentía un inútil.

No sabía nada del caso más de lo que Near le informaba cada día que iba a verlo (y estaba seguro de que éste no le contaba todo). Habían pasado solo tres días, pero ya se sentía una eternidad.

Aun ningún médico había ido a verlo, Halle le había dicho (el día que le había llevado más chocolates) que era por mera seguridad. Eso, el rubio, podía comprenderlo: no se debía mostrar el rostro si no era necesario, además de que Mihael ya estaba marcado en rojo, Kiyomi Takada y Soichiro Yagami lo habían visto, probablemente también su nombre. No importaba si estaban muertos, siempre podrían habérselo dicho a alguien más.

Igual no es como que necesitara que un medico lo viera: ¿Qué le diría más allá de lo obvio? Estaba ciego, con un carajo, y aunque Nate decía que podría ser reversible, Mello no estaba tan seguro. No veía absolutamente nada, todo estaba negro.

Gruñó por incontable vez en el día, se sentía tan aislado del mundo e inservible. Sin su visión ya no podía hacer nada, no podía esperar seguir con esa competencia, ese juego entre Near y él, no podía tratar de vencerlo. Había perdido, la prueba estaba en que su rival ahora mismo lo tenía encerrado en una habitación mientras él mismo se encargaba de los problemas.

--Esto es una puta mierda --se tiró devuelta en la cama, frotándose la cara. Se le hacía extraño no sentir los mechones de su flequillo rozando sus dedos, pero ya comenzaba a acostumbrarse al cabello corto –joder, rapado- que tenía.

--Eso supongo, sí --la voz vino de su izquierda, monótona, casi rozando lo aburrido. Un extraño tono para hacer uso de la ironía, pero así era Nate, no es como que nada en él fuese común.

-- ¿Hace cuanto estás ahí? --preguntó luego de reponerse de su susto ante la repentina presencia del albino-- ¿Te dedicas a escuchar mis conversaciones ahora?

Una media sonrisa se formó en los labios de Near mientras retorcía un mechón de su cabello, aunque Mihael obviamente no pudo verlo.

--No sabía que hablar solo se catalogaba como “conversación”… --el rubio frunció el ceño, un débil sonrojo cruzando su rostro al haber sido atrapado de esa manera por Near. Sin embargo, antes de que siquiera pudiese inventar una excusa para salir de la situación, el mismísimo Nate habló--. Y no llegué hace mucho, de todos modos. Acabo de entrar, para ser más exactos.

--Pues eres más silencioso que un puto ninja.

--No lo creo, me parece que no me escuchaste por estar tan ensimismado en tu charla.

Ese toque de ironía y burla en vez de molestar a Mello hizo que una pequeña sonrisa se abriera paso en su boca. Si pudiese ver a Nate, lo miraría y le dirigiría un blanqueamiento de ojos. Pero se conformó con hacerlo mirando a la nada y resoplar.

-- ¿A qué se debe tu visita, si es que puedo saber? --preguntó con falsa amabilidad.

--Venía a buscar algo --murmuró, sin esconder ni revelar el hecho que ambos sabían: esa era la habitación de Nate. Mihael había podido saberlo la primera noche que pasó ahí (sabía que era de noche por el sonido del exterior y la caída de la temperatura) por el aroma que desprendían las sabanas. Si había algo que podía reconocer era la esencia de Nate, su olor a menta. Keehl siempre había pensado que el aroma de River era frío, esa era la sensación que le daba; frío como su actitud, frío como su voz, frío como sus emociones. Frío como lo que aparentaba ser. Porque cuando hundía su nariz en el cuello del albino (cuando lo hacía antes de que todo esto ocurriese) podía hallar otro tipo de fragancia, ese bálsamo de vainilla. Dulce--. Y a decirte algo, también.

Lo escuchó moverse por la habitación. Seguramente para tomar lo que venía a buscar; se preguntó si era un juguete o tal vez algunas cartas. Luego, se quedó quieto, para segundos después sentarse en la cama donde Mello se encontraba, esto notado por el peso extra en donde estaba apoyado el chico con ceguera.

--Supongo que ya encontraste lo que querías…

--Supones bien --Mihael se contuvo de suspirar con cansancio.

-- ¿Qué querías decirme?

No se esperaba el silencio que continuó a esa pregunta. Y no porque el albino fuese muy charlatán, todo lo contrario. Era el hecho de estar acostumbrado a que cuando a Nate se le hacía una pregunta directa, éste respondía rápidamente.

--Me temo, Mello, que tengo probabilidades de morir pronto.

Y así sin más, lo dijo.

Mello casi fue capaz de escuchar el ultimo grano de arena cayendo en el reloj de Near.

-- ¿Qué?

Decir que la impotencia comenzó a tomar completo control sobre él, es quedarse corto. La desesperación corrió por su cuerpo como el más rápido y letal de los venenos, un pitido resonó en sus oídos, incapacitándolo de aterrizar nuevamente en la realidad.

--Yo… --murmuró Near. Como pocas veces en su vida, no estaba seguro de qué decir. Suspiró--. He arreglado para encontrarme con Light Yagami dentro de tres días. Si todo va de acuerdo al plan, es posible que atrapemos a Kira, ya tenemos muchas pruebas en su contra, la gran parte gracias a ti. Sin embargo, aun queda un treinta por ciento de posibilidades de que esto falle. Y de ser así, quería que lo supieses.

-- ¡No! --gritó desde lo profundo de su alma-- ¡No puedes!-

--Mello, esto ya ha sido arreglado con antelación. Incluso desde antes del secuestro de Takada.

-- ¡No puedes hacerme esto! ¡Casi muero por ti! --no prestaba atención a lo que el peliblanco decía, no quería escuchar. Solo necesitaba oír algo que lo tranquilizara, que le dijese no se pondría en peligro-- ¡Matt murió por ti! ¡Eres un desagradecido! ¡Debes seguir con vida!

Las lágrimas bajaban nuevamente, como si hubiesen girado la llave del grifo de sus ojos. Ya había llorado dos veces frente a Near en lo que había de semana, ¿Cómo es que podía ser tan débil?

Y otra vez ahí estaban el cuerpo de Nate, sus manos alrededor de su cuerpo. Reconfortándolo.

--Mihael --dijo severo y a la vez conciliador--. No hay nada que hacer ya. Sé lo que hiciste por mí, sé que casi mueres por salvarme. ¿No crees que sea justo que esté dispuesto a hacerlo por ti ahora? --el rubio, con su rostro hundido en el hombro del de cabello blanco solo puso negar con la cabeza rápidamente, aun ahogado en su propio llanto.

--Nate… --murmuró, lo único que pudo salir de su boca entre los hipidos incontrolables--. No lo hagas, por favor…

--Lo lamento. --no había mucho más que decir, pensó el de ojos grises, solo lamentarse. Lamentar no poder tener alternativas, pero continuar afrontándolas. Es lo que habían hecho toda la vida, después de todo.

Y aprovechar los pocos momentos de felicidad que podían tener, recordarlos para siempre.

El rubio tanteó con las manos el brazo del albino, subió en caricias temblorosas por su hombro y rozó su cuello. La mandíbula, de rasgos finos, fue su guía a partir de ahí. Sus labios fáciles de localizar con los suyos propios.

El beso fue suave en un principio, la boca de Mihael moviéndose lentamente por miedo a arruinar el momento. Sin embargo, los recuerdos de besos pasados (en Wammy’s, en sus pequeños encuentros durante el caso) pronto golpearon ambas mentes, nublándolas y dejándolos actuar por puro instinto.

Las manos de Mello bajaron hacia los hombros de el chico blanco nuevamente, apretándolos como si esperase que no se fuese jamás. Las manos de Nate, suaves como siempre, tomaron la cara de Keehl para profundizar el beso y guiarlo en el mismo.

--Más te vale volver, imbécil… --susurró en uno de los momento en que habían parado para tomar aire. Sus ojos azules brillaban por las lágrimas en ellos. Con pena Nate pensó que ahora solo servirían para lucir bonitos y nada más. Su boca descendió sobre la del rubio otra vez.

--Haré lo posible.

 

Decir que se encontraba aterrado no era nada. Sus manos transpiraban y se sentía al borde del colapso. Pero no, no podía permitirse caer en la inconsciencia, ¿Quién sabe qué podría pasar en el tiempo en que no estuviese alerta? Quizás Nate podría morir y él no se enteraría. No es que ahora pudiese saber con exactitud si seguía vivo o no, tampoco es como que el que él estuviese despierto mantendría con vida al albino.

Sin embargo se negaba a sí mismo a descansar hasta no tener al de cabello blanco junto a él nuevamente.

“No te atrevas a dejarme” “Quiero que vuelvas en una sola pieza” “Te amo, Nate”

Retazos de lo que había pasado hacía tan solo unos días volvieron a su mente. Las suaves manos de Near guiándolo en todo momento del acto, sus labios contra los suyos, su boca en su cuerpo –en todas partes-, la sensación de su cabello contra su estomago cuando…

Se sonrojó, pudo sentir su cara completamente caliente ante el recuerdo del momento en que como antaño se había unido a Near físicamente.

Solo quería tenerlo de vuelta junto a él. Que esa puta pesadilla acabara de una maldita vez.

 

--Mihael… --un golpe en su hombro--. Mihael, despierta.

¡Me quedé dormido! ¡Maldición!

-- ¡Near! --extendió los brazos, no muy seguro de que parte del cuerpo del albino atraparía, pero guiándose por el sonido de su voz para saber hacia dónde dirigirse.

Resultó ser su costado. Lo supo porque los brazos de Nathan quedaron justo sobre sus hombros, el derecho más apoyado en él que el izquierdo.

--Light Yagami, Kira, ha muerto. Mikami Teru, su ayudante ha sido encarcelado, al igual que el Segundo Kira, Amane Misa. Aun no hemos comunicado a la familia Yagami acerca de la verdadera identidad de su hijo mayor, por el momen-

Pero las palabras, cualquiera que fuese, no llegaron a salir. Los labios de Mihael impactando contra los del cabello blanco silenciaron cualquier, en opinión de Mello, tontería que tuviese para decir.

--Solo déjame saber que estás vivo… --susurró contra su oído antes de volver a besarlo.

Solo necesitaba asegurarse de que el albino aun respiraba, quitándole el aliento, arrebatándoselo para recordar que él también tenía el suyo. Besarlo hasta el agotamiento, reanimar su cuerpo (¿o que él lo reanime a él?).

Morir por un momento, juntos.

Ya luego tendrían tiempo para revivir y afrontar la vida que les había quedado.

Ahora simplemente yacerían juntos, compartiendo latidos de corazones.

Cada uno de ellos devolviendo un grano de arena al reloj.

Notas finales:

¡Gracias a todos por comentar! Me alegra de que esta historia les esté gustando y que les agrade el hecho de los roles un poco invertidos.

¡Espero que este capítulos les guste! :D


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