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Viviendo con el Instinto por Kikyo_Takarai

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Notas del capitulo:

Will y Hannibal viven algunas experiencias con sus cachorros, y como pareja. (Ver notas al final)

Will asumía que tener crías era algo que despertaba tu instinto paternal rápidamente y te permitía hacerte cargo de ellas en segundos, acostumbrándote a atenderlas de forma mágica. Bueno había estado equivocado, pero era muy necio y muy orgulloso para admitirlo.

Tal vez no era tanto por él, que seguía siendo un Omega novato, tenía más que ver con el hecho de que en lugar de uno o dos cachorros tenía tres, y eso era realmente complicado. Lloraban, claro. Sí tenían hambre, si tenían frío, si su pañal se ensuciaba, lloraban, era su única forma de comunicación. Si uno lloraba despertaba a sus hermanos, y lloraban todos juntos. Sólo tenía dos manos, pero al momento de cambiar un pañal o amamantar la verdad es que le faltaban 4 más.

Había pasado apenas un mes desde que sus hijos nacieran y si bien estaba orgulloso del peso que habían ganado, especialmente su pequeña Abigail, estaba agotado. Will sabía que si Hannibal o Mischa estaban en casa se ofrecerían a ayudarle, pero rara vez aceptaría esa ayuda, después de todo sus hijos eran su obligación. Hannibal, claro, insistía en recordarle que también eran sus crías, pero Will se negaba a pedirle levantarse 3 o cuatro veces cada noche cuando el llanto inundaba la casa, él tenía que ir a trabajar después de todo.

El tiempo libre que tenía lo pasaba limpiando la casa, preparando la cena, revisando la correspondencia. En ese mes no había salido más que para ir al pediatra y para visitar a Alana y Margot. Y se había sentido tan horriblemente culpable por hacerlo, dejando a Hannibal con los niños, que apenas hora y media después ya estaba en casa. No podía evitarlo.

Así que no dormía mucho, no comía mucho y peor aún apenas cuidaba de sí mismo. No podía darse duchas de más de 3 minutos porque de inmediato alguien lloraba, como si no poder oler a su papi despertara algún miedo extraño en sus cachorros y el Omega estaba rápidamente de vuelta, cerca de ellos hasta que se tranquilizaban. ¿Sería malo? Alana le aseguraba que por tratarse de crías prematuras se sentirían especialmente vulnerables unos meses más, y que una vez que ganaran peso se tranquilizarían y dormirían más, dándole la oportunidad de descansar. Bueno no podía llegar lo suficientemente rápido.

Alexander eructó quedamente en su hombro mientras Will terminaba su comida nocturna, no despertarían hasta dentro de unas horas, les cambiaría y dormirían hasta la mañana, o eso esperaba. ¿Qué maldita suerte le había mandado tantos cachorros de una sola vez? Suspiró cuando el bebé estuvo finalmente en su cunita y les dio un vistazo rápido a sus hermanos antes de volver a su habitación. Hannibal estaba ya en piyama, leyendo sobre la cama cuándo Will entró, dejo su libro de lado y abrió los brazos, listo para recibir a su esposo que se acurrucó contra su pecho, suspirando.

—Sabes que puedes pedirme ayuda, Will… Tu intención de agotarte haciéndolo todo tu mismo me preocupa.

—No quiero molestarte, ya haces tanto por nosotros. —Susurró besándole la mejilla y cerrando los ojos. Sintió a Hannibal frotar cariñosamente su espalda y levantó el rostro para unir sus labios en un beso que subió de temperatura rápidamente. — Hanni…

—Shh. —Will asintió suavemente y Hannibal rodó rápidamente para recostarlo sobre la cama, bajando sus labios por su cuello. El Omega jadeo suavemente cuando sintió sus largos dedos jugando con el elástico de su pantalón y se relajó, enredando sus dedos en el cabello de su Alfa, siguiendo la ruta de sus besos por su pecho. Hannibal intentó quitarle la camiseta de dormir y Will se removió incómodo debajo.

— ¿Cariño?

—No… no lo hagas, luce horrible… —Susurró sin mirarlo. ¿Qué no podían hacerlo con ropa encima?

—No digas tonterías, Will. —Susurró Hannibal divertido, quitándole finalmente la camiseta, pero preocupado cuándo Will intentó darse la vuelta. — ¿Qué te sucede?

—No… no quiero que me mires… —Susurró tras unos segundos, evadiendo su mirada. Hannibal lo examinó confundido por su actitud. ¿De qué hablaba? Will lucía tan hermoso como siempre. Bueno, eso era mentira, embarazado lucía como la gloria, pero aquella era una situación temporal que disfrutó tanto como pudo… Recorrió su rostro sonrojado y su cuello, ahora manchado por las marcas de los besos que había dejado ahí segundos antes. Bajó por su marca hasta la clavícula y su boca se unió rápidamente, besándole los hombros y pasando su lengua de forma tortuosa por un pezoncito hinchado. Will gimió, mirándole con reproche.

—Hanni… no.

—No ¿Qué? Creí que te gustaba. — Bromeó el mayor, haciendo lo mismo con el otro, presionándolo suavemente entre sus labios y disfrutando del gemido involuntario que Will dejó escapar. Fue hasta que llegó lo bastante abajo que entendió lo que debía incomodarle. Su piel pálida estaba cortada violentamente por una serie de estrías rosáceas que atravesaban su vientre. La sonrisa de Will desapareció de inmediato cuando entendió que miraba. — Will, sabes que no es importante.

—Soy horrible… —Susurró tratando de escapar, pero el Alfa no lo permitió empujándolo contra la cama y mirándole a los ojos, Will lucían tan cansado, con el cabello revuelto y una sombra gris bajo los ojos, sobrepasado con el esfuerzo y sin embargo luchando por no pedir ayuda. Una parte de Hannibal quería demandarle qué pensará en mí mismo, pero una mucho más primitiva hinchaba su pecho con orgullo.

—Eres hermoso, incluso más que antes. —Susurró, besándolo en cuanto abrió los labios para discutir. No rompió ese intercambio abrasador hasta que lo hubo desnudado por completo, empujando sus piernas para reposarlas a ambos lados de su cadera.

—Hannibal… por favor… —Susurró jadeante, buscando sentirlo de dentro de forma casi obscena, el Alfa sonrió, enterrándose suavemente, Will se mordió el labio hasta sentirlo completamente, disfrutando de su forma y del calor que despedía contra su cuerpo húmedo, pulsando a su alrededor. Mierda ¿cuántos meses llevaban necesitando eso? Demasiados, que su Alfa le hiciera el amor justo así, con estocadas firmes que lo taladraban contra la cama, era toda la recompensa que quería luego de un largo día.

No fue un encuentro audaz, pero si apasionado, desbordante de besos y de susurros que se perdían entre los gemidos de placer que Will no podía contener, derramándose entre ellos, llevando a su esposo al borde, haciéndolo llegar, vaciándose en su interior. Se acurrucaron entre jadeos, disfrutando de la atmosfera de relajación que flotaba en la habitación.

—Ah… Hanni…si…si me das así…te… tendremos más cachorritos pronto.

—Eso no me disgustaría nada. —Susurró el Alfa, disfrutando de la sensación de salir de su cuerpo y ver las expresiones que su semilla caliente arrancaba desbordarlo. — ¿Quieres darte un baño?

—Pero los niños, Hanni… —Susurró vagamente. No podría oírlos llorar en el baño, menos en la idea de Hannibal de recostarse en el agua caliente durante horas.

—Estarán bien, llevaremos el monitor. Ven.

Will no discutió, realmente le atraía descansar en una tina llena de agua caliente con alguna sal dulce que la tiñera de morado. Los niños no despertaron mientras la tina se llenaba ni mientras Hannibal instalaba un par de toallas y el monitor de bebé en la barra de mármol que acompañaba los lavabos gemelos, el suyo impecablemente ordenado y el de Will lleno de cremas, cepillos y las ligas que usaba para atarse el cabello ahora que era demasiado largo. Se hizo una coletita mientras Hannibal entraba en la tina. Cuándo alzó la vista y se miró en el espejo suspiró resignado. Lucía terrible, con los ojos cansados, el cabello revuelto y el cuerpo aún inflamado, había recuperado relativamente su forma, después de todo Will era muy joven, pero necesitaría mucho ejercicio para hacer desaparecer esa pancita frente a él, si es que algún día lo lograba.

—Will, ven aquí.

—Luzco horrible… —Susurró mirándose con aire calculador. — Creo que debería cortarme el cabello.

—A mí me gusta, mucho en realidad. — Dijo Hannibal, ofreciéndole una mano que el Omega finalmente tomó para entrar a la tina junto a él. Tina, más bien parecía un jacuzzi, ambos entraban perfectamente en ella. Aquél enorme baño era un refugio perfecto contra un día ajetreado. Se sentó y disfrutó del agua caliente sobre su piel mientras Hannibal lo limpiaba cariñosamente con una esponjita.

—Entonces me lo dejaré. —Respondió finalmente, Hannibal sonrió, pero no dijo nada, ocupado como estaba. — ¿Crees que pueda volver a lucir bien?

—Luces precioso Will, como un ángel.

—¿En serio? — Dijo levantando una ceja. Hannibal lo miró curioso. — No puedo creer que seas tan cursi, Hannibal.

—Soy Europeo, Will. — Dijo cómo si aquello fuera explicación suficiente, Will soltó una carcajada. — Hay un pintor Ucraniano, Wilhelm Kotarbinski, que pintaba toda clase de escenas. Cuando era niño mis padres me mostraban las más amigables, damas egipcias rodeadas de esclavos y garzas, mujeres hermosas sentadas en jardines con flores más altas que ellas. Incluso el serafín en el que pensé cuándo te vi por primera vez.

—Su nombre no suena Renacentista. —Opino Will, sonrojado por la confesión, buscando cambiar el tema. Hannibal le beso la mejilla.

—Eres un chico listo. No lo es, sería por ahí de 1900. Aún hoy son imágenes muy evocadoras para mi Will, con esos hermosos rostros que miran más allá del espectador, más allá de la realidad, cómo si supieran algo que yo no. Cuándo crecí descubrí el resto, escenas tórridas con caballeros ahogados, fantasmas que escapan de su tumba, ángeles llevándose almas al paraíso.

— ¿Dónde está ese querubín?

—En una catedral en Kiev. —Explicó, enredando sus dedos en los rizos sueltos que caían frente a su rostro. —La catedral de San Vladimir…

—Parece un lugar muy específico para buscar inspiración para casarte. — Bromeo Will, Hannibal apenas se limitó a sonreír.

—Di muchas vueltas en mi juventud cuándo mis padres no estuvieron ahí para detenerme. Claro que jamás pensé encontrarte.

—Y pensar que ahora no vas a poder librarte de mí. —Esta vez fue Will quién le beso la mejilla.

—Te digo lo mismo. Te amo.

—Te amo, Hanni…

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—Supongo que ambos saben que quiero irme para las vacaciones de verano. —Mencionó Mischa mientras tomaban el té luego de la cena. Will la miró curioso, claro que estaba terminando julio, pero con tantos niños pequeños en sus manos Will apenas podía pensar en que día de la semana era.

—Mischa. ¿Irás a la Isla?

—Sí.

— ¿Tu sola? —Inquirió Will preocupado. Mischa se sonrojo y entonces entendió todo. Se mordió el labio para no burlarse de su cuñada, concentrándose en el pequeño Viktor que comía de su pecho en ese momento.

—Bu… Bueno pensaba invitar a Bev…

— ¿Lo dices en serio?

—Bueno, sé que a ti no te molesta Hanni y… no creo que a mi tío le importe…

—Supongo que mientras tengan cuidado no puedo decir que no. ¿Cuándo te irás?

—En una semana, más o menos. ¿Will, vas a estar bien?

—Claro que sí, Mischa, sólo son bebés. —Dijo sonriéndole, Viktor presionó suavemente y Will soltó algo muy parecido a un gemido. — Creo… que terminaré esto arriba, disculpen.

—Will, a mí no me importa. —Dijo Mischa de inmediato, pero Will negó con la cabeza.

—Está bien, además creo que tu hermano va a darte la charla sobre no hacer locuras con tu novia en un viaje internacional.

—No tengo idea de que hablas... —Dijo Hannibal, siguiéndolo con la mirada, Will le regalo una sonrisa y un beso en la frente antes de subir al cuarto de los niños y sentarse en el cómodo sillón que había junto a la ventana.  Viktor hizo un ruidito molesto y Will le beso la cabecita como una disculpa, pero el niño rápidamente se acomodó de nuevo para comer.

Sabía que Mischa no tenía problema, menos aún su Alfa, pero Will decididamente no se sentía cómodo cuando aquella acción, que debía ser dulce y maternal, le provocaba cierto placer físico. Alana le había comentado que aquello también era normal, que mucha gente lo experimentaba y que no lo convertía en un incestuoso enfermo…pero Will era un Omega de un pueblo pequeño y aquello no terminaba de convencerlo. Seguramente sería fácil de ignorar con un bebé, pero cuando tienes que alimentar a tres… se vuelve un poco difícil, imposible.

—Will ¿Todo bien? Llevas aquí un rato. —Dijo Hannibal abriendo la puerta lentamente. Will asintió y el Alfa se sentó a su lado en el brazo del sillón.

—Cuando Abbie termine la pondré a dormir. ¿Te alcanzo en la cama?

— ¿Te molesta que este aquí?

—No quise decir eso…pero no es que esté haciendo algo muy interesante, Hanni. —Susurró avergonzado, a no ser claro que su conflicto le resultara excitante, conociendo a los Alfa seguramente sí, pero no pensaba averiguarlo, Hannibal tenía una expresión ceñuda.

—No deberías sentirte avergonzado si el amamantar te causa excitación sexual, Will. Es algo común, te aseguro que no siento ningún tipo de aversión por ti.

— ¡Hannibal!

— ¿No es eso lo que te molesta?

—No… bueno sí, pero no es para que lo digas así, auch… —Para un bebé tan pequeño Abbie sí que podía hacerle daño, incluso sin dientes.

—Will, me sentiría muy ofendido si no te sintieras lo bastante cómodo para compartir conmigo un acto tan natural. Esa no sería una conducta saludable.

—Por dios, Hannibal… —Abbie se separó finalmente y Hannibal la tomó entre sus brazos para sacarle el aire mientras Will se vestía correctamente. Miró a su esposo, que claramente veía a través de él y decidió dejar de preocuparse. Abigail parecía muy interesada en la ligera barba que crecía en la barbilla de su papá, tocándola con su manita estirada mientras Hannibal la ponía de vuelta en su cunita. Will se aseguró de que estuviera bien antes de volver juntos a su habitación.

—No quiero que te tomes esto a mal, Will. ¿Estás seguro de que podrás tú sólo con los niños?

—Estaré bien, además no tenemos opción, Hanni, no podemos evitar que Mischa se vaya a hacer su vida sólo porque se nos ocurrió tener trillizos. — Escuchó una risa seca de Hannibal, le había dado la espalda para cambiarle finalmente a ropa de dormir. Will se mordió el labio saboreando su cuerpo el tiempo que estuvo expuesto frente a él y se recostó rápidamente a su lado, ronroneando suavemente contra su cuello.

—Podríamos pedirle a tu padre que se quede unos días, o invitar a una de tus primas.

—Ni loco, mi padre está ocupado y mis primas se la pasaran buscando la forma de sacar marido de su trabajo de niñeras. No ser responsable de perjudicar a algún pobre hombre que termine fijándose en ellas.

Está vez la risa de Hannibal fue mucho más musical.

—Ah Will, quería avisarte, el próximo viernes pienso organizar una cena especial.

— ¿Especial? —Cuestionó curioso. — ¿Tenemos invitados?

—Un invitado, estoy seguro que debes conocer al Dr. Frederick Chilton.

—Sólo de nombre, pero su reputación le precede. —Dijo Will, Matt trabajaba para Chilton y de su boca lo conocía como un completo imbécil, prepotente y pretencioso. — No sabía que eran amigos

—No lo somos.

Will miró fijamente a su esposo, no necesitaba del vínculo para saber lo que tramaba.

— ¿Qué te ha hecho para que quieras humillarlo?

—Me desagrada su existencia, es vulgar.

—Y ¿Por eso vas a enseñarle quien es el Alfa más Alfa? — Dijo en tono burlón, dándose la vuelta para dormir.

—Algo así, te amo. —Susurró Hannibal abrazándolo por la espalda, Will sonrió.

—Te amo, Hanni.

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Hannibal realmente se había lucido con la cena, costillar de cordero e hierbas finas, vino blanco, incluso un postre de pasta entretejida que formaba una bonita corona entre una jalea, hecha a mano, de higos y frutos rojos. La mesa estaba preciosamente decorada, había sacado la mejor vajilla, los cubiertos de plata, no los que les dieron en su boda sino los de sus padres, y había preparado una botella de vino que costo más de 400 dólares. Will no pudo estar enojado mucho tiempo ante este gasto tan abrupto pues era una botella del año en que nació, al final ese bonito gesto terminó por aplacarlo.

La casa estaba en perfecto orden, los juguetes de los niños limitados al piso superior y cada superficie pulida y limpia. Incluso había ido de compras para asegurarse de que Will usará la ropa perfecta, camisa negra, una corbata rojo sangre, una chaqueta a cuadros y un par de pantalones ajustados que lo hacían sentir incómodo por la forma que delineaban su trasero, Hannibal no pudo resistir darle una buena manoseada antes de que su invitado llegara. Aquello iba a salirse de control. Se había afeitado, perfumado, estaba precioso. El traje mucho más sobrio de Hannibal le dejó claro que el objetivo era presumirlo.

Mientras se peinaba los rizos salvajes en el baño junto a la puerta sonó el timbre, Hannibal estaba ocupado sacando la cena del horno así que Will se apresuró a abrir la puerta. Chilton lo miró atontado un segundo mientras Will le sonreía.

—Buenas noches, usted debe ser el Dr. Chilton. — Aquello pareció sacarlo de su trance. Will abrió más la puerta y el hombre pasó, titubeando antes de responder.

—Sí, ese soy yo…el Dr.Chilton… usted debe ser…

—Will, mucho gusto en conocerlo. —Will le ofreció la mano, Chilton la apretó antes de darle la vuelta y ofrecerle un beso en el dorso. Will se removió cuándo el hombre pareció olvidar que tenía que soltarlo.

—Frederick. —Saludó Hannibal, el hombre al fin atinó a dejar ir de la mano de Will que, luego de saludar a su invitado, encontró un brazo de Hannibal listo para rodearlo posesivamente por la cintura. — Will, este es el Dr. Frederick Chilton. Nos alegra que pudieras acompañarnos a cenar.

—No me lo habría perdido con nada. — Dijo el aludido pasados unos segundos. Lo guiaron por la elegante sala de estar, el salón de música y la biblioteca hasta el comedor, Will le ofreció una copa de vino mientras Hannibal se excusaba para ir por la cena.

—¿Cómo se conocieron? No creo que Hannibal sea de los que frecuenta agencias de Omegas y mucho menos por internet.

—No. —Will sonrió divertido. Definitivamente Hannibal no era de los que usaban “Tinder” — “Yo tomaba terapia con una colega suya, la Doctora Alana Bloom, y nos conocimos un día cuando salía de su despacho.

—Ah, claro la Dra. Bloom, alguna vez leí sus notas para un paciente que compartimos, me fueron algo útiles. ¿Puedo preguntar qué tipo de problemas le aquejaban, Will? —Chilton aceptó la copa que Will le ofrecía.

—Fue un caso de estrés Post-Traumático, me siento mucho mejor ahora. —Dijo sin darle importancia, se sentaron a la mesa y Chilton iba a preguntar algo cuándo Hannibal entró con la cena. Se sentó luego en la punta de la mesa y Will le sirvió vino también.

—Gracias, Will.

—No es nada. Y Dr.Chilton ¿Está casado?

—No, no todos tenemos la suerte de encontrar a alguien tan hermoso como usted Will.

—Se lo agradezco, estoy seguro que en algún lado hay alguien para usted. —Lo dudaba mucho, Hannibal también por la forma en que sonreía casi con cinismo.

—Es una casa hermosa Hannibal.

—Gracias, era de mis padres, pero cambiamos algunos muebles cuando…

La charla divagó a lo largo de la cena, Will no sentía ganas de charlar con un hombre como Chilton, que calculaba lo que diría esperando impresionar, no tenía ganas de algo tan falso si bien Hannibal parecía disfrutar de su superioridad. Hannibal era y tenía todo lo que ese hombre quería, pero sin esfuerzo alguno. Era lo bastante cruel para invitarlo a su casa y presumir a Will como un perro de exhibición, y si bien eso podría haberlo irritado lo que realmente le molestaba era conocer está parte de su esposo que era clasista y hostil. Los tres se distrajeron un segundo cuándo escucharon llanto. Will se puso de pie de inmediato.

—Discúlpenme.

Abigail necesitaba un cambio de pañal, Will se apresuró a sacarla de la habitación y cambiarla en su baño, para no despertar a sus hermanos, y luego la arrulló suavemente, pero la niña se negó a dormirse, aferrándose a su pecho, Will suspiró y decidió que los acompañaría un rato, probablemente eso haría a Hannibal feliz, si bien hubiera preferido mantenerla lejos del circo que era su cena de esa noche.

—Lo siento, creo que tenemos un polizonte. —Dijo sonriendo cuándo regresó a la mesa. — Pero no quiero que despierte a sus hermanos…

—No tenía idea de que este era tu segundo matrimonio, Hannibal.

—No lo es, tuvimos trillizos hace unos meses, ¿no es así, Will?

—Sí. —Hannibal parecía complacido, le enviaba tanta calma por la marca que incluso Abigail parecía relajarse. — Sí, tenemos tres pequeños.

—Eso… es impresionante, deben estar muy orgullosos.

—Lo estamos. —Aseguró Hannibal de inmediato, si sintió la ligera molestia en su pareja no lo hizo evidente hasta que un par de horas después Will levantaba la mesa con el ceño fruncido y lo abrazó por la espalda. —Estás molesto.

—Nos usaste para humillar a Chilton… No somos trofeos Hannibal.

—No lo son, son lo más valioso que tengo en la vida.

—No creas que eso va a funcionar. —Dijo Will rodando los ojos.

—Vamos, déjame compensarte…

— ¿Qué? No, oh no, no vas a usar el sexo para calmarme de nuevo…Hanni. —Hannibal no escuchaba, se había arrodillado para quitarle el cinturón y deslizar su pantalón con todo y la ropa interior hasta el suelo, Will tragó saliva, súbitamente excitado por su Alfa a sus pies y su esposo aprovechó la pequeña erección que nacía para llevárselo enteró a la boca.

Will dejó salir un chillido ahogado, y Hannibal disfruto de la caricia de sus rizos en la nariz antes de abrir los ojos, su Omega con el rostro ardiendo y los nudillos blancos, aferrándose a la mesa mientras lo devoraba una y otra vez. Lo dejó salir con un suave “pop” y le dio la vuelta antes de que pudiera reclamarle, abriendo sus piernas y separando sus nalgas para devorar su entrada, lubricada y ardiente.

Will sintió su mano masturbándole al ritmo con el que su lengua lo follaba, aferrándose al mantel y a la mesa, gimiendo e incapaz de abrir los ojos, se vendría, sin duda alguna, era demasiado bueno.

—Ha…Hannibal, por favor…

No recibió respuesta, sólo una mordida gentil en una mejilla antes de que su lengua volviera a enterrarse en él y sus piernas cedieran suavemente. Hannibal lo sostuvo firmemente contra la mesa hasta el orgasmo, que dejó ir con una serie de gritos ahogados y espasmos decadentes, desbordando la mano de su esposo que parecía tan complacido que Will quiso golpearlo.

—No… No me puedo mover, Hanni.

—Te llevaré arriba, Will. —Ofreció cariñosamente, después de todo ya había terminado de probar todo lo que había querido.

Notas finales:

Este es un capítulo un poco de relleno y un poco para el fluff, lo que viene es algo de drama, así que consideren esto la calma antes de la tormenta.

Gracias como siempre por leer, y disculpen que no siempre el tiempo de responder sus comentarios de forma individual, significan mucho para mí y siempre los tomo en consideración!


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