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Anima vitale vinculum por Karura

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Notas del capitulo:

Hola a todos, muchas gracias, infinitas gracias por leer este fic que está comenzando a adentrarse en una aventura épica, agradezco sus comentarios y su apoyo, pero por sobre todo su infinita paciencia, aveces me tardo en actualizar y sé que no soy una perfecta fanficker, pero quiero decirles que cuando me pongo a escribir me olvido del mundo, incluso he llegado tarde al trabajo, me desvelo escribiendo y todo por que amo esta historia y quiero que vean la película hermosa que tengo en mi cabeza, quiero dedicar este capítulo a una amiga que está de cumpleaños, Monserrat: este capítulo es para ti, mil bendiciones…


Bueno, ahora sin más los dejo con este capítulo, no olviden comentar. ¡Abrazos!


 

Disclaimer: Este fanfiction está basado en los libros de Harry Potter de la autora J.K Rowling, no representa en ningún caso robos del derecho de autor ni violación del mismo, es solo un y si hubiera... En las miles de posibilidades existentes.

 

 

 

Capítulo 19: “La profecía de las cuatro puertas”

 

 

 

Un par de días fueron suficientes para que Harry sintiera la desesperación de estar lejos del ser que amaba con toda su alma, no podía quedarse en la madriguera un día más, necesitaba de su presencia, de su calor, del sonido de su voz suave e incluso echaba de menos ese tono engreído que usaba para coquetearle.

 

Hermione y los Weasleys intentaron comprender cuando les dijo que tenía que volver a Hogwarts para pasar el año nuevo con su novio y la madre de éste, al principio se les hizo muy descabellado que intentara congeniar con Narcissa Malfoy, una mujer como ella acostumbrada a grandes lujos, que siempre estaba criticando la humildad de las personas, pero Harry les explicó la situación desafortunada a la que la expuso el ministerio cuando les quitaron su fortuna como forma de condenarlos por haber estado de parte del señor oscuro, ahora los Malfoy eran sólo algunas de esas sencillas familias comunes que poblaba Inglaterra mágico.

 

Aquella noche después de empacar, Harry se quedó en vela frente a la chimenea esperando que llegara el alba para marcharse… todos dormían excepto Ginny que bajó con sigilo las escaleras y se sentó en uno de los sillones que estaba a su lado.

 

-Ginny… ¿que haces levantada a esta hora?-preguntó Harry atónito en susurros.

 

-no podía dormir… puedo… ¿acompañarte un rato?

 

-… de acuerdo, si eso te hace sentir mejor.

 

Hubo un intenso silencio mientras miraban como se quemaban los leños en la chimenea, ambos recordaron como había sido la cena de despedida esa noche, compartieron como una gran familia cantando villancicos y comiendo pastel de melaza, jugando juegos de naipes mágicos y ajedrez con los hermanos pelirrojos, a pesar de la maravillosa noche todos se habían dado cuenta que Harry estaba distraído y que ponía poca atención, evidentemente se debía a que su pensamiento estaba en alguien a muchos miles de kilómetros de allí.

 

-lo extrañas-.interrumpió Ginny, el moreno lanzó un suspiro de añoranza y asintió con una sonrisa triste.

 

-ya veo… lamento lo de la cadena, nunca quise poner tu vida en peligro Harry.

 

-fue culpa mía haber ido por ella, fue una locura… pero, supuse que tal vez… él estaría menos enfadado conmigo si la recuperaba, no te aflijas por eso, las cosas pasaron así de alguna forma extraña solo porque era el camino para el siguiente paso, hubiéramos pasado por algo similar incluso si no la hubieras lanzado, quedate tranquila ¿vale?

 

 

-pero es que… Harry… tengo que contarte algo.-soltó sincerándose con nerviosismo.

 

-algo… ¿malo?-se aventuró a preguntar.

 

-sí, me temo.

 

-acerca de que…-quiso saber Harry temeroso.

 

-sobre lo que le dije a Malfoy la noche de la fiesta.

 

-¿qué le dijiste?

 

-…

 

-Ginny, por favor dímelo, sé que aunque se lo pregunte mil veces él no me responderá para no preocuparme con sus debilidades, pero necesito saberlo, por favor.

 

-Harry, prometeme que no vas a odiarme…

 

-voy a odiarte si no me lo dices-le dijo con la mirada cargada de expectación.

 

-le dije… que él nunca iba a poder… darte la felicidad de ser padre… que frustraría tu sueño de tener una familia.

 

-¡¿qué?! Ginny eso fue jugar sucio ¿porqué le dijiste algo como eso?-se indignó el joven.

 

-estaba harta de que se jactara, no dejaba de hablar de las cosas que tú hiciste por él, de todo lo que eras para él, estaba desesperada por encontrar alguna debilidad que le afectara, algo que estancara su felicidad aunque fuera por un momento, pero el único recurso al que recurrí fue aquél, en ese momento no se me pasó por la cabeza que sonara tan cruel y que le importara tanto…

 

-Ginny…

 

-ahora mientras más pienso en las palabras que le dije más me arrepiento de haberlas dicho, ojalá pudiera tener un gira tiempo para volver atrás y decirle cualquier otra tontería que no fuera eso, siento que muero de remordimiento al pensar que debido a esto ustedes…

 

-no nos vamos a separar por eso, lamento herirte cada vez que te digo que amaré a Draco sin importar que, incluso si no puedo convertirme en padre estando a su lado, pero ya veremos como nos la arreglaremos en el futuro, quizá adoptar sea una opción y estoy seguro de que a pesar de la importancia acerca de su linaje él estará de acuerdo, no debes preocuparte por mi futuro.

 

-¿me perdonas Harry?

 

-solo si prometes pedirle como mínimo una disculpa decente-dijo el muchacho con seriedad.

 

-lo sé, pero no estoy lista para verlo a la cara.

 

-esto es grave, debo hablar con él cuanto antes y hacerle entender que aun si no puede darme hijos lo seguiré amando tanto o más que ahora.-ante lo dicho por Harry, Ginny no pudo hacer más que bajar la mirada y contemplar la fogata dejando caer silenciosas lágrimas por sus mejillas.

 

El alba había llegado y la chimenea se había apagado finalmente, tomó una manta que estaba en el brazo de uno de los sofás y con ella cubrió a Ginny que dormía con una triste expresión en su rostro.

 

Cogió sus maletas, tomó los polvos flu y los lanzó a las brazas diciendo: “A Hogwarts”

 

 

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Draco por su parte, había pasado la navidad con su madre y sus amigos en una discreta velada que organizaron en el casi vacío salón del gran comedor, también fueron invitados la directora y algunos profesores que estaban enterados de la situación como Trewlaney y Flitwick.

 

Durante la cena, abundaron las charlas acerca de lo inesperado que había sido descubrir que Harry Potter y Draco Malfoy resultaran ser los elegidos para ser los próximos magos arcanos que marcarían una verdadera revolución a la era mágica que estaban viviendo, los muchachos no dudaron en dar su testimonio a favor de sus amigos e incluso declararon que estaban muy orgullosos de su alianza con los Gryffindor.

 

Narcissa aquella noche se dio cuenta de algo que los demás no notaron, que si bien Draco sonreía y hablaba animadamente, sus ojos lucían apagados… contó mentalmente la cantidad de suspiros que daba mientras hablaban del joven que venció, trató de usar legeremancia en su mente para ver que pasaba por ella, pero había un muro poderoso bloqueándolo, nunca había sentido nada igual antes, era como si la magia de su hijo estuviera finamente pulida… lo que la sorprendió más fue ver la cantidad de hechizos que podía hacer sin usar varita, lo hacía mentalmente y sin cansarse siquiera.

 

 

Esa noche después de la cena abrieron sus regalos, no eran los más caros, ni los más finos, pero el detalle significativo fue lo que consideraron más especial.

 

La Madre y su hijo se excusaron durante el festejo para dar un paseo… los demás asintieron y continuaron su charla.

 

Ambos habían llegado caminando hasta uno de los balcones exteriores que daba vista a los nevados montes y bosques.

 

-¿qué sabes sobre papá?

 

-está en Azkaban incomunicado, al parecer los aurores y el ministerio temen de que tu padre sea liberado por los mortífagos para unirse al “nuevo líder”

 

-¿crees que quiera unirse a ellos?

 

-no sé que pueda estar pasando por la cabeza de tu padre en estos momentos, aunque no me sorprendería que quisiera.

 

-¿se lo vas a decir? ¿acerca de mi relación con Harry y mi destino?

 

-hijo, la verdad no me gustaría que él lo supiese, está demasiado arraigado a las costumbres de sus antepasados, sería incapaz de comprender por qué la magia suprema te ha escogido.

 

-madre, estas dispuesta a apoyarme sabiendo que padre se enfadará contigo también, esto me preocupa.

 

-tú solo sé feliz, me importa un carajo lo que piense tu padre… él siempre hizo lo que quiso con la familia y nos llevó por senderos que nos hundieron cada vez más, no estoy dispuesta a soportar más humillación y terror… eres mi niño y voy a estar de tu lado aunque me cueste el divorcio ¿me oíste?

 

-madre, ¿qué estas diciendo? La palabra divorcio jamás se ha escuchado en la familia Malfoy antes.

 

-no, pero esta podría ser la primera.

 

-¿ya no lo amas?

 

-tal vez solo estoy algo decepcionada, supongo que mi amor de madre está superando al que siento por tu padre.-sonrió ella acariciándole los cabellos a Draco, que podía sentir todos sus sentimientos fluyendo a través de su mano, él la tomó entre las suyas y la miró a los ojos.

 

-quiero mostrarte algo, es un don que adquirí después de completar el ritual con Harry.

 

-¿un don?

 

-sí, dejame enseñártelo.

 

-está bien.

 

La magia de Draco fluyó por su mano conectándose a la suya, sentimientos de gratitud y cariño le embargaron de pronto, haciéndola emocionarse hasta las lágrimas, el cuerpo de su hijo brillaba con una luz etérea, cegadora, cálida como el sol de verano, podía sentir su amor, su seguridad, su preocupación por ella.

 

-tengo el don de la empatía, puedo sentir la verdad en los sentimientos de la gente cuando los toco y hago fluir mi magia a través de ellos.

 

-¿él, tu novio también tiene habilidades?

 

-sí, pero creo que no se ha percatado aun, hace poco me salvó en una fracción de segundo de ser hechizado por la varita de Roy Savage, él simplemente me tocó y ambos pudimos movernos mientras todo avanzaba lentamente, los chicos solo vieron unas estelas luminosas y ya estábamos fuera del alcance del ataque.

 

-¿saltar espacios temporales sin hacer hechizos, ni usar varita? esto va más allá de la magia común.-dijo ella de pronto borrando su sonrisa.

 

-entiendo tu preocupación, nuestras habilidades recién están apareciendo y se pulirán con el tiempo para ser usadas en el momento oportuno, sólo lo sabremos cuando oigamos nuestra profecías.

 

-¿cuando deben ir a por ellas?

 

-después de año nuevo, según lo que dijo la directora iremos vía red flu hasta la oficina de misterios y entraremos a la sala de profecías con hechizos de protección élficos y rúnicos.

 

-ten mucho cuidado, no dejen que nadie oiga su profecía.

 

-descuida madre, todo saldrá bien.

 

-hijo puedo sentir tu inquietud también, incluso sin que uses tus habilidades.

 

-había olvidado la excelente legeremante que eres.

 

-sin duda tuviste a quien salir-rió jactándose, él se rió también.

 

-admito que estoy nervioso, no quiero que sean malas noticias… no quiero otra guerra.

 

-si los centauros han vaticinado buenas nuevas hay que creerles, ellos rara vez se equivocan cielo.

 

-con todo mi ser deseo que tengas razón madre.

 

 

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Al día siguiente Draco repartió su tiempo entre su madre y amigos, con su madre recorrió el castillo escuchando sus historias de adolescente y de como conoció a su padre incluso antes de que los comprometieran sus familias, le contó anécdotas y encontrones con los Gryffindors, su amistad con Severus Snape y las veces que tenían que cuidarle las espaldas de James Potter, sin duda fueron historias muy divertidas de escuchar.

 

Con sus amigos disfrutó de gratos momentos paseando por los alrededores, les mostró el árbol sagrado, los llevó hacia el lugar en el que montó por primera vez un hipogrifo, les mostró los todavía erguidos muñecos que hicieron él y Harry emulando a cada uno, por la tarde les enseñó a asar malvaviscos a la manera Malfoy y bebieron chocolate caliente junto a su madre en la sala común de Slytherin, sinceramente agradecía de que McLaggen y Savage se hubieran ido a sus respectivos hogares para dejar de acosarlos y permitirles disfrutar de días tan tranquilos, pero aún así sentía que algo le hacía falta…

 

Aquella noche recibió una carta vía lechuza de parte de su amado en la que decía que llegaría al alba muy temprano, con ansias de comérselo a besos y que lo extrañaba mucho, ansioso y nervioso Narcissa lo veía pasearse fuera de su habitación sin poder conciliar el sueño.

 

Más tarde cobijado en los brazos de su madre como cuando era pequeño, pudo dormir unas cuantas horas, pero se separó de sus brazos antes del amanecer, se puso su capa y decidió esperar a su novio en las afueras de la oficina de McGanogall… no supo nunca que su madre se hacía la dormida y lo había seguido hasta allí con el máximo sigilo que le fue posible.

 

El corazón de Draco dio un vuelco cuando después de estar casi una hora esperando en aquél lugar vio la puerta abrirse, su corazón volvió a cobrar vida revoloteando dentro de su pecho como una sneetch alocada al ver que era su León… su Harry.

 

Ambos se miraron con emoción y corrieron a abrazarse con fuerza, casi por instinto buscaron sus labios besándose con ansias como si lo necesitaran para sobrevivir.

 

-te eché tanto de menos-soltó Draco cuando pudo separarse al fin de sus labios.

 

-también yo, fue desesperante.

 

-y solo pasaron un par de días… no me imagino como sería tenerte lejos por más tiempo-musitó el rubio rodeando su cuello con sus brazos.

 

-pero ya estamos juntos de nuevo, me tienes aquí contigo y más feliz que nunca porque ellos saben lo que significas para mi y te aceptan ¿lo escuchaste? Te aceptan amor-dijo alegre y emocionado Harry, mientras el joven rubio girando entre sus brazos se aferraba más a él disfrutando de esa explosión de felicidad.

 

Oculta entre unas columnas Narcissa era testigo de la felicidad verdadera de su hijo, se sentía tan feliz por él que no pudo evitar sonreír comprensiva y soltar un suspiro de satisfacción, lentamente se alejó de aquél hermoso escenario para dejarlos disfrutar de su mutuo amor.

 

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La noche de año nuevo Harry lo pasó con los Slytherins y con algunos de sus profesores dentro del castillo, incluso estaban Hagrid, las Hadas y Firenze disfrutando del banquete, era cierto que echaba de menos a sus amigos y le hubiera gustado mucho que estuvieran allí, pero estar con Draco lo compensaba.

 

Como había prometido, el primer abrazo se lo dio a su Dragón y el siguiente a su “suegra”: al comienzo de esa semana tuvo miedo de no llevarse bien con aquella mujer, pero notó que a pesar de que le trataba con formalidad y lo miraba con altivez, no se sentía como si le repudiara, era como si estuviera realmente interesada en conocerle, no pasaron muchos días antes de que pudiera hablar con ella con la confianza que un yerno podría tener.

 

Los siguientes en dar la bienvenida al año venidero entre abrazos y apretones de manos fueron Blaise, Theo y Pancy, que después elevaron sus copas de champaña entonando un:

 

 

“brindemos por nuestros dignos líderes, escogidos por la suprema magia, por un futuro próspero libre de guerras, por el Dragón y el León”

 

 

“por el Dragón y el León”-repitieron esta vez todos los presentes elevando también las suyas, sorprendiendo a Draco y a Harry que se miraban algo cohibidos sin saber muy bien que hacer.

 

Durante la noche, Harry estuvo tentado de sacar a colación el asunto sobre su discusión con Ginny, pero Draco se estaban divirtiendo tanto que no quería entorpecer el ambiente, mejor se lo diría otro día, eso pensaba mientras miraba sus ojos plata que se volvían tornasol cuando los colores de los fuegos artificiales estallaban en el cielo. Sin duda, fue una noche maravillosa bajo los cielos de Hogwarts.

 

 

Al día siguiente, Draco había estado discutiendo con su madre acerca de su seguridad al volver al departamento donde la habían atacado, Harry escuchó la conversación y aunque consideró una falta de respeto meterse en donde no lo llamaban tuvo que aclararse la voz e interrumpir.

 

-disculpe, sé que no es muy educado de mi parte opinar sobre este asunto, pero creo que Draco tiene razón, no debería volver allí, es muy peligroso.

 

-¿lo ves madre? Hasta Harry opina que deberías buscar otro lugar.-farfulló Draco perdiendo la paciencia.

 

-y dime ¿donde más voy a ir?

 

-con tía Andrómeda.-dijo Draco como si fuera lo más obvio.

 

-de ninguna manera, ella me odia...no iré allí ¿has entendido?

 

-ya sé de donde saque lo terco, ¡por Salazar!.

 

-¿que has dicho muchacho insolente?

-no voy a dar mi brazo a torcer, me niego a que vuelvas a ese lugar-discutió el joven de cabello rubio cruzándose de brazos con mirada desafiante a su madre que se erguía de la misma forma y Harry solo podía verlos como si se tratara de un partido de pin pon.

 

 

-bueno yo… conozco otro lugar, pero hay que hacerle algunas modificaciones a los hechizos de protección que son muchos…

 

-¿de qué lugar hablas León?

 

-pues, Grinmauld Place.

 

-¿te lo ha heredado Sirius? Así como también al elfo ¿verdad?-preguntó Narcissa con nostalgia.

 

-sí, mire está algo deteriorada, pero no es algo que un poco de magia no pueda arreglar… permanecerá protegida en ese lugar, si gusta Kreacher puede quedarse con usted, estoy seguro de que le encantaría servirla.

 

-sé que tus intenciones son buenas, pero ese lugar tiene demasiados recuerdos que no sé si estoy preparada a enfrentar.

 

-cuando esté lista para dar vuelta a la siguiente página avíseme ¿de acuerdo? Mientras tanto considérelo, Draco y yo estamos muy preocupados por lo que pueda pasarle.

 

-eres sin duda un buen chico, esta bien lo consideraré y cuando esté lista te lo haré saber, gracias por todo.

 

-todo esto lo hago por amor a su hijo, sé lo importante que es usted para él… no sabe cuanto odio verlo sufrir.

 

-León ya para… me estas avergonzando-decía Draco sonrojado rehuyendo la mirada cristalina de emociones.

 

-a propósito ¿tiene fotografías de cuando Draco era bebé? Me muero por saber como era-cambió el tema Harry ganándose una mirada enternecida de Narcissa y una desencajada de Draco.

 

-por supuesto, tiene albums enteros de cuando era pequeño, era un bebé tan hermoso.

 

-¡madre, no te atrevas a mostrárselo!-amenazó malhumorado con las mejillas rojas de vergüenza.

 

-Oh pero si es tan graciosa, esa fotografía de cuando mudaste tu primer diente.

 

-¡Señora Malfoy tiene que mostrarme esa!

 

-y lo haré querido, será la próxima vez que nos veamos, lo prometo… y debes saber que un Malfoy nunca rompe sus promesas.

-que conmovedora escena la de ambos confabulando en mi contra, deberían dejar un recuerdo para la posteridad.-dijo Draco con sarcasmo.

 

-oh Dragón no te enfades, a cambio prometo mostrarte la única de cuando yo era un bebé.

 

-de acuerdo, trato hecho.-aceptó a regañadientes mientras veía la sonrisa divertida en el rostro de su progenitora y recibía un beso cariñoso en su frente de parte de su guapo novio.

 

-hablando de fotografías ¿porqué no nos tomamos una con tu madre?

 

-suena genial, ¿Blaise podrías hacernos una foto?

 

-claro, después tomémonos una con los chicos.

 

-seguro.-contestaron entusiasmados mientras sonreían para la cámara junto a Narcissa.

 

 

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Habían pasado ya dos días desde que inició el año, la madre de Draco había insistido en quedarse hasta ver que su hijo regresara a Hogwarts completamente sano del ministerio y Minerva se lo permitió con gusto.

 

Los demás alumnos del colegio habían vuelto de las fiestas de fin de año, así como también sus amigos que los saludaron y le dieron los buenos deseos nada más bajarse del tren.

 

Hermione y Ron habían esquivado a los reporteros de la estación nueve y tres cuartos con un hechizo de ocultamiento temporal que fue revelado por uno de los fotógrafos cuando el tren ya se estaba marchando, escapar de allí y no morir en el intento fue una locura según Ron.

 

Neville y Theo se habían abrazado con fuerza al encontrarse en la estación de Hogwarts, Blaise no dudó en recibir de la misma manera a Luna que le correspondió gustosa cobijándose entre sus brazos, también ellos se habían extrañado mucho durante esa semana.

 

 

Después de un merecido desayuno grupal y de la entrega de regalos atrasados, charlaron sobre como habían pasado las fiestas recordando gratos momentos con sus familias y después en el centro de reuniones instalado en la sala de menesteres lejos de cualquier otro alumno que pudiera escucharlos trataron el tema de la visita de Draco y Harry al ministerio para conocer su profecía, Hermione y los demás coincidían en que debía ser vía red flu, no podía ser de otra manera con las sospechas de algo siniestro esperando que bajaran la guardia y menos con los reporteros molestos de Rita Skeeter espiando cada esquina…

 

 

La directora les informó que había pedido un permiso especial para Draco en la corte, con tal de que pudiera salir del perímetro establecido en su condena restrictiva en Hogwarts, eso si tendría que ir a donde fuera con un par de aurores lo cual hacía que las expectativas de visitar otro lugar que no fuera el ministerio fueran mínimas, una verdadera frustración para el par de muchachos que en realidad pretendía hacer algunas compras en el callejón Diagon, como por ejemplo túnicas para la nueva temporada, útiles escolares, amuletos protectores y nuevas varitas.

 

 

-Hechizos de protección listos.-dijo el profesor Flitwick haciendo un movimiento con su varita sobre Harry y Draco.

 

-Hechizos rúnicos de protección listos.-mencionó otro profesor ejecutando la misma acción.

 

-hechizos élficos listos.-agregó Kreacher haciendo fluir su magia ancestral con sus manos.

 

-que la magia suprema les muestre el camino hacia el entendimiento y abra sus mentes al conocer la profecía.

 

-gracias profesor Firenze.-dijeron los muchachos a la vez, tomándose fuertemente de la mano.

 

Todos sus amigos estaban allí junto a la madre de Draco que los miraba preocupada.

 

-todo estará bien mamá, tranquila.-calmó Draco.

 

-cuidense.-les dijo ella casi en un susurro.

 

-los estaremos esperando aquí mismo chicos.-dijo Hermione con un nudo en la garganta ante el temor de que algo malo pudiera pasarles, sin esperar más corrió hacia ellos y los abrazo, los demás se unieron al abrazo en poco tiempo, las emociones llegaron a su núcleo por medio del don de Draco, así ambos pudieron sentir el genuino cariño de todos.

 

-ya es hora muchachos.-dijo el centauro.

 

-volveremos con buenas nuevas…-aseguró Harry con valor y aplomo.

 

- “al ministerio”-dijeron ambos soltando los polvos en la chimenea… y desaparecieron.

 

 

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Cuando salieron de la chimenea se dieron cuenta que estaban en las afueras del ministerio y unos aurores los estaban esperando para cumplir su cometido de custodiarlos.

 

 

Se llamaban Max Brionell y Horey Watson, hombre y mujer respectivamente, tenían un gesto de rigurosidad en sus rostros mientras inspeccionaban cualquier cosa que les pareciera sospechosa, hablaban poco, sólo lo debido.

 

Harry y Draco no se separaron ni un instante, ni se avergonzaron cuando avanzaron hacia la entrada cogidos de la mano ante las miradas curiosas de los empleados con las que se topaban de vez en cuando, caminaron con la frente en alto, lo más dignamente posible.

 

 

Harry recordó con cierto pesar cada una de sus escapadas y confrontaciones en aquél lugar, ya no se veía tan lúgubre como cuando estaba siendo gobernado por Lord Voldemort, de cierta forma se veía más ameno que antes.

 

Subieron al ascensor pasando por cada parada en los pisos, viendo como entraban y salían magos y brujas de diferentes departamentos que cuchicheaban entre ellos y los miraban asombrados como si fueran de otro mundo, así en esa incomodidad llegaron al noveno piso, al departamento de misterios.

 

 

-Jóvenes Potter, Malfoy he sido notificado que tienen profecías aguardando en este salón-dijo el guardián del lugar, mi tarea era llevarlos hasta allí, pero por petición exclusiva me han pedido que solo ustedes deben ingresar y buscarlas por ustedes mismos.

 

-pero… como sabremos donde estarán, deben haber cientas…

 

-no es como usted cree joven Potter, muy pocas se salvaron en comparación a las miles que habían, si bien reconstruimos el lugar luego del incidente de años atrás, no se pudo restablecer las profecías rotas.

 

-comprendo…-dijo Harry taciturno, Draco permanecía en silencio asimilando la información, él no había estado presente en aquella batalla.

 

Los aurores se quedaron en las afueras observando el lugar sin atreverse a decir nada, aunque la curiosidad por saber el porque tenían profecías, les carcomía… sabían por boca de sus compañeros, del ministro, de la corte y de la prensa quienes eran y lo que habían hecho, pero cuando los vieron de la mano se sintieron sorprendentemente descolocados.

 

 

Harry y Draco entraron a aquel lugar oscuro con luz azul pálido, todo estaba oscuro excepto por los débiles brillos de las esferas que quedaban y el tenue resplandor que se veía a la vuelta de una esquina y que crecía más y más a medida que avanzaban…

 

 

-¡Harry mira!-señaló Draco al dar la vuelta al final del pasillo.

 

-el resplandor de esa es demasiado fuerte-dijo el moreno trémulo observando la blancura que irradiaba, rápidamente intercambió una mirada con su novio y decididos se encaminaron a ver si aquella era la profecía de alguno de los dos.

 

-que extraño, tu nombre y el mio están en ella y el nombre de la profesora Trewlaney…-musitó extrañado Draco que no era un ignorante respecto a ciertas áreas de la magia.

 

-¿es solo una profecía para ambos?-le preguntó Harry como sacando conclusiones.

 

-bueno, eso tiene sentido, ya que la magia nos reconoce como un solo ser después de nuestro despertar.

 

-tienes razón.

 

-¿la tocamos a la vez?

 

-a la cuenta de tres… 1...2… 3…-cuando ellos tocaron la esfera una imagen se vislumbró dentro, un escudo de armas de una familia, un Dragón y un León, alados y una voz que decía:

 

 

Dos serpientes luminosas serán enviadas al mundo,

por la sagrada magia sempiterna a buscar a sus elegidos,

una escogerá una cuna de madera cuando el séptimo mes acabe,

la otra, una de oro al iniciar el sexto mes.

 

 

Un enemigo será enviado por las sombras,

vestido de negro y con el rostro mutilado,

hechizado por la voz de las sombras

intentará impedir su propio destino,

pero los elegidos están protegidos

por un magia que desconoce y esa será su perdición.

 

 

Los elegidos se encontrarán el uno con el otro,

pero no se reconocerán,

y seguirán rechazándose

hasta el día en que aquél sirviente oscuro

haya dejado de existir.

 

 

 

Cuando las sombras hayan abandonado el cuerpo de su portador,

se alojarán en el ser de otro dispuesto a tomar su lugar,

pero para ese entonces las serpientes luminosas

ya habrán despertado del letargo,

y brillarán como nunca

uniéndose en un ciclo infinito

inquebrantable.

 

 

cuatro son las puertas de la arcana magia,

cuatro los espíritus legendarios que las cuidan,

cuatro los lugares donde se encuentran ocultos,

en el que la magia llega y no llega.

 

La primera puerta se abrirá,

cuando los últimos días del onceavo mes

lleguen a su fin.

 

La segunda puerta se abrirá

en la mitad del segundo mes,

muchos cambios vendrán

y también desesperanza, pero lo valdrá.

 

La tercera puerta será encontrada

en el quinto mes,

mas no se abrirá hasta que la semilla sagrada sea plantada

en cielos de tierra y suelos de aire,

nuevos aliados vendrán mientras que otros se irán.

 

La cuarta puerta se abrirá

en el séptimo mes,

las fuerzas del bien y del mal fluctuarán en contra y a favor,

los elegidos vencerán, pero a un alto costo.

 

Con todos los espíritus reunidos y en equilibrio

los escogidos crearán con su poder

el puente que traerá las buenas nuevas,

el nuevo céfiro vendrá cubierto de sangre

y soplará desde el Este, sobre una laguna de oro,

en el décimo mes,

cuando el primer rayo del alba

toque la faz de este mundo.”

 

 

Harry y Draco se miraron sin entender nada de lo que habían oído, la profecía estaba en estrofas, era una realmente grande y estaba llena de analogías, algunas carecían de sentido.

 

-¿tenemos que llevarnos la esfera?

 

-no creo que nos dejen sacarla de aquí… vamos a hacer una cosa, vamos a aprendérnosla de memoria, tu la primera parte y yo la segunda y después solicitaremos que destruyan la esfera, creo que estamos en el derecho de pedir eso, aunque no estoy seguro-ofreció Draco.

 

-soy pésimo memorizando… ¿porque simplemente no la escribimos en una hoja de papel?

 

-León ¿y te has puesto a pensar en que diablos pasaría si la perdemos o cae en las manos equivocadas?-le preguntó exasperado.

 

-Dragón cálmate, esta bien, veamos… escuchémosla una vez más ¿si?-pidió Harry acariciándole las mejillas intentando apaciguarlo.

 

-vale-le contestó abrazándolo y respirando profundamente contra su cuello.

 

El par de jóvenes había terminado oyendo la profecía casi una veintena de veces, de tanto escucharla se la habían terminado aprendiendo e incluso ya estaban sacando algunas conjeturas.

 

-la primera parte es como… si estuviera hablando de nosotros.

 

-¿también lo notaste? Según las fechas indicadas estamos actualmente en el verso que habla sobre la primera puerta y dice que ya está abierta ¿a que se referirá?

 

-habla de cuatro puertas, cuatro espíritus guardianes, pero… de qué…

 

-el espíritu guardián del bosque… el árbol sagrado.

 

-eso es…

 

Los ojos de ambos brillaban en el entendimiento y de pronto la realidad les cayó encima como un balde de agua fría.

 

-no me digas que… debemos ir en busca de los demás… y en los plazos que señala la profecía.

 

-no se trata de que tengamos que ir a buscarlos… simplemente de un modo u otro ocurrirá, pero nuestros enemigos trataran de impedírnoslo ¿comprendes la gravedad de la situación?

 

-Dragón, tenemos que confiar en la magia suprema y en nuestras habilidades, no temas.

 

-me encantaría que aplicaras para ti el mismo consejo, también estas muerto de miedo… vámonos ya, busquemos al guardián de las profecías.-le dijo muy serio… Harry se mordió el labio tratando de sacar paciencia para con ese lado tan cortante que él a veces tenía.

 

-¿Ya han terminado de escucharla?-preguntó el hombre mayor.

 

-sí, pero queríamos pedirle un favor, siendo que la profecía es… nuestra ¿cabe la posibilidad de que nos de el derecho de destruirla?-quiso saber el joven rubio.

 

-¿por qué quieren destruir su esfera? Nadie vendrá a verla, si la toca otro mago que no sean ustedes caerían en la locura, las barreras mágicas incluso detectan la poción multijugos o encantamientos de cambio de apariencia.

 

-pero…

 

-queremos destruir la esfera ¿es eso posible?-intentó Draco esta vez con más convicción.

 

-no hay ley alguna que restrinja eso, son libres de hacer lo que quieran, pero tengan en cuenta que si bien destruyen la esfera, sus mentes podrían ser incluso más vulnerables, cualquier mago podría ver su profecía en un pensadero.-dijo el hombre sabio.

 

-nos haremos un obliviate entonces, para olvidarla.-refutó Draco algo nervioso.

 

-su profecía debe ser muy importante como para querer borrar toda evidencia de ella, pero eso es algo que a mi no me incumbe.-se dio vuelta el hombre para irse por donde había ido.

 

-espere…-Draco no aguanto más y le tocó el hombro notando nada más que su sorpresa, no había intenciones escondidas, no había mentiras, el hombre estaba sólo curioso… eso fue lo que detectó.

 

-¿sucede algo Señor Malfoy?

 

-¿dónde rompemos la esfera?

 

-sólo tírela al suelo, cuando la profecía se haya dicho llámeme para que tire los restos de cristal a la basura…

 

Ambos chicos asintieron, volvieron a encerrarse en el salón de profecías y así lo hicieron, rato más tarde ambos bajaban nueve pisos en el ascensor en compañía de los serios aurores que parecían un par de estatuas.

 

Harry sostenía la mano de su chico que tenía el ceño fruncido, acarició con su dedo la palma de su mano arrancándole una pequeña sonrisa que más parecía una mueca nerviosa, era tan cosquilloso.

 

-quiero besarte…

 

-¿aquí? ¿con estos dos?-le preguntó divertido Draco en un susurro.

 

-no sé, no creo que les importe de todas formas.-cuchicheó en su oído, la sonrisa de Draco se hizo más grande.

 

-¿y si cuando nos besamos se sube el ministro?-dijo Draco provocando un arranque de risa que Harry supo contener a tiempo.

 

-Dragón, por favor.-pidió Harry tentado de reírse nuevamente ante las ocurrencias de su novio.

 

-¿te imaginas la cara que pondría nada más entrar?-le dijo, de pronto detrás suyo ambos notaron como la aurora Horey hacía lo imposible por no soltar las carcajadas y su compañero de labores tuvo que carraspear para volver a ponerla en su lugar.

 

Harry encontró esta la oportunidad perfecta para convencer a los aurores de que les permitiera ir a la tienda de Madam Malkin a comprar túnicas nuevas y a obtener sus varitas.

-Disculpen, pero tenemos que pedirles un favor, la madre de Draco ha estado internada en San Mungo y no ha podido comprarle su nuevo uniforme, yo tampoco he podido obtener el mio, además unos alumnos nos acosaron por nuestra condición y… nos rompieron las varitas, la directora las envió con el señor Olivanders para que nos las reconstruyera, así que me preguntaba si… nos permitiría ir con ustedes claro, a aquellas tiendas en el callejón Diagon.

 

-eso va a ser imposible-cortó de una sola vez el frío tipo, Draco bajó la mirada apretando los puños en frustración.

 

-auror Brionell, son solo unos jóvenes.

 

-Watson, nos han dado estrictas ordenes que debemos cumplir… si desobedecemos la situación será peor para el chico.

 

-lo sé, pero según las ordenes que nos dieron y la carta anexa con el permiso especial que se pidió a la corte, en ninguna parte señala que el joven Malfoy sólo debe ir al ministerio, dice que debemos escoltarlo en todo momento hasta que cumpla con sus asuntos.

 

-Watson… asuma usted la responsabilidad si algo malo ocurre ¿de acuerdo?

 

-¡sí señor!-dijo la mujer dedicándoles una sonrisa victoriosa al par de muchachos que sonreía de oreja a oreja.

 

-ah, Harry casi lo olvido… tendremos otro problema… Skeeter…-dijo paseándose de un lado a otro intentando idear una forma de esquivarlos.

 

-bueno yo…-Harry estuvo a punto de sacar su capa de invisibilidad, pero la aurora Horey habló antes de que pudiera hacerlo.

 

-yo puedo conjurar un Fidelius para ocultarlos temporalmente, solamente el auror Brionell y yo sabríamos su ubicación.

 

-esa es una idea brillante-dijo Draco mirando con determinación a su novio y a la aurora.-sólo hay algo que no me queda claro ¿por qué está haciendo esto?-le preguntó el rubio, ella solo sonrió y palmeó su hombro muy despacio.

 

-sé lo que es tener que dar un EXTASIS sin tu varita, creeme no querrás saberlo-le dijo ella, a través de su contacto pudo saber que sus palabras eran ciertas… era alguien en la que podía confiar.

 

Harry, Draco y los dos aurores entraron vía red flu rumbo al callejón Diagon, una vez allí Watson hizo el conjuro Fidelius en ambos y caminó la larga calle con ellos hacia la nueva tienda de varitas Olivanders, una vez dentro deshizo el conjuro y fueron visibles a los ojos de todos nuevamente… era una suerte de que la tienda del hombre se encontrara vacía.

 

 

-Hola Señor Olivanders.-saludó Harry.

 

-oh!! pero si son ustedes! Han venido por sus varitas…

 

-sí, ¿ya las tiene listas?-preguntó el Dragón observando cada rincón.

 

-la verdad es que no.

 

-¡¿como que no?!-dijeron los tres al unísono.

 

-¿quién es la señorita?-preguntó el viejecillo.

 

-ella es la auror, Horey Watson viene conmigo.

 

Olivander miró a la mujer unos momentos, luego miró a los muchachos como si no supiera que decir.

 

-Señorita Watson ¿sería posible tener un momento a solas para hablar con estos muchachos?-pidió el anciano de ojos pálidos.

 

-puede confiar en nosotros, no nos escaparemos ni nada-le aseguró Harry a la bruja.

 

-de acuerdo, me quedaré aquí.-dijo ella mirándolos con extrañeza ¿que se traerían entre manos?.

 

Olivander, Harry y Draco subieron a un segundo piso por unas escaleras de madera y llegaron a una pequeña sala donde el mayor trabajaba.

 

-¿que pasó con nuestras varitas?-preguntó el rubio expectante.

 

-son inservibles… están reparadas, sí… pero ya no les servirán, porque el flujo de magia en ustedes ha cambiado.

 

-entonces denos otras varitas-pidió Harry, el hombre movió negativamente la cabeza con una sonrisa conciliadora y suspiró.

 

-no puedo hacer eso, ¿no lo entiendes muchacho? Ninguna de las varitas que estén aquí o que haya creado antes resistirá su poder…

 

-ninguna…-decía Draco con impotencia mirando la enorme cantidad de varitas a su alrededor.

 

-¿que vamos a hacer? No podemos estar todo el tiempo ejecutando hechizos sin varita y menos durante el EXTASIS.-decía Harry con frustración.

 

-mucho me temo que ya no podrán rendir los EXTASIS, muchachos su futuro no está escrito para ser un simple auror, ni medimago, ni pocionista, ni jugador de Queedish, ni ninguna de las profesiones conocidas, la Directora McGanogall me lo ha explicado todo… que ustedes son magos arcanos.

 

-así que ya lo sabe.

 

-si, es por eso que decidí investigar más sobre el tema para poder hacer algo que se ajuste a sus requerimientos… fue bastante difícil conseguir registros en los libros de historia de la magia, después de todo se asume que los magos arcanos son una leyenda, dejaron de existir hace casi mil años-decía el anciano buscando algo por la habitación provocando que ambos chicos se miraran con estupefacción entre si, al asimilar la nueva información.

 

-¡ah, lo encontré! creo que esto les servirá más que unas simples varitas.-dijo el anciano sacando de una larga caja de roble un par de bastones, ambos finamente pulidos con una enorme joya en el mango y detalles en plata y oro.

 

-son… ¡báculos!.-dijeron los chicos asombrados, Draco se acercó como si el objeto le llamara a tocarlo, pero Olivanders lo detuvo.

 

-aún no muchacho, dada tu naturaleza debo encontrar los materiales que faltan o el báculo mágico no será capaz de canalizar bien el torrente de tu magia.

 

-¿cuando estarán listos?-preguntó Harry.

 

-no me tomará mucho, creo que a fines de enero.-los magos arcanos inconscientemente recordaron que según la profecía la segunda puerta se abriría en febrero, aún tenían tiempo.

 

-Señor Olivander no le diga nada a nadie sobre esto.

 

-ya los apoyé antes escondiéndole información al señor tenebroso ¿por qué me retractaría ahora?

 

-Gracias.

 

-de nada muchacho, joven Malfoy me da mucho gusto que haya cambiado el rumbo de su vida, siga a su corazón de ahora en adelante.

 

-eso haré, gracias por todo su apoyo.-le dijo el rubio estrechando su mano haciéndole sentir su real gratitud.

 

 

Ambos chicos bajaron la escalera con una sonrisa en sus rostros y se despidieron del artesano, Watson llena de curiosidad volvió a conjurar el hechizo de ocultamiento.

 

-no sé lo que haya ocurrido mientras hablaban, pero se les ve muy felices.

 

-eso es porque obtendremos nuestras varitas en casi dos meses más.

-pero es mucho tiempo.

 

-sí, pero al menos las obtendremos, no me importará esperar un poco más, estoy ansioso por probarla.

 

-yo también-contestó Harry entusiasmado.

 

-¿nos vamos ya?-preguntó la bruja algo preocupada.

 

-nos falta pasar por la tienda de Madam Malkin.-recordó Harry.

 

-por supuesto, las túnicas, dense prisa con eso antes que mi compañero se harte de esperar, los espero afuera.-dijo ella desencantando al par de jóvenes.

 

La bruja estilista que estaba de espaldas terminando de surcir unas prensas en un maniquí, se dio la vuelta al escuchar personas entrando a la tienda, la impresión hizo que se le cayeran los hilos.

 

-Señor Potter, Señor Malfoy… que sorpresa ¿que se les ofrece?-les preguntó mirando con verdadera particularidad sus manos entrelazadas.

 

-necesitamos túnicas y uniformes para la próxima temporada, una para él y la otra para mí.

 

-bien, súbanse a los estrados para tomarles las medidas.

 

Ambos chicos se subieron y al instante fueron medidos por cintas métricas que actuaban por su propia cuenta, mientras una pluma vuela pluma tomaba los apuntes de sus medidas con exactitud en un pergamino.

 

-vaya señor Potter reconozco que se ve mejor sin sus anteojos, ¿usa lentillas muggles ahora?

 

-no, yo… seguí un tratamiento con pociones para sanarme de la miopía y funcionó.-mintió el joven que venció, sintiéndose algo incómodo ante el halago y más por la cara sulfurada de Draco que parecía tener un arranque de celos repentino.

 

-pues se ve realmente guapo.-dijo la bruja mirando con curiosidad al rubio que rodaba los ojos con exasperación.

 

-recuerdo la última vez que los vi en esta tienda juntos, tuvieron que separarlos para que dejaran de golpearse.

 

Ese comentario hizo entrar en razón a Draco que miró a Harry con ternura.

 

-¿te acuerdas? ¿porqué fue que terminamos peleando? No lo recuerdo…-musitó Draco pensativo.

 

-yo tampoco… ¿realmente importa acordarse?-le contestó Harry sonriente.

 

-no creo que valga la pena.-susurró el dragón con un sonrojo en sus mejillas, ambos sonrieron sin dejar de mirarse, acción que fue notado por la dueña de la tienda… estaba realmente impresionada, jamás pensó ser testigo en directo de lo que todos comentaban hace días, para ser franca dudaba que lo que hubiera leído de Skeeter fuera cierto, pero ahora le daba la razón.

 

-bien, ya hemos terminado ¿se les ofrece ver algo más?

 

-si, vamos a echar un vistazo.-dijo Harry.

 

-desde luego-dijo la anciana mirando cuan diferentes lucían… había algo en ellos… algo.

 

Harry se dirigió a la sección de sueters, quería comprarle algo de ropa a Draco, pero no sabía qué le quedaría, lo contempló de pronto asomándose a la sección de niños y bebés, había unas prendas muy hermosas para recién nacidos colgando en unos anaqueles en las paredes, vio que sacaba uno de los pequeños trajecitos, acariciando los pliegues con cariño… presentía que su chico debía tener las palabras crueles de Ginny danzando en su mente en ese preciso momento… se veía de pronto tan desalentado.

 

El joven de cabellos platinados no pudo evitar imaginarse como sería ser un mago fértil, como sería darle un hijo a Harry, como sería tener entre sus brazos a alguien tan pequeño vestido con ese precioso traje de suave tela de algodón… la melancolía lo embargó de pronto, sus ojos comenzaron a picar y tuvo que cerrarlos para que las lágrimas no aparecieran.

 

-es un traje muy bonito-dijo Harry abrazándolo por la espalda de forma cariñosa, arrancándole un jadeo de sorpresa.

 

-¿verdad que si?


-le quedaría perfecto, los broches dorados harían juego con su cabello rubio.

 

-¿cómo estás tan seguro de que sacaría mi cabello? ¿y si sacara el tuyo?-preguntó siguiéndole la corriente.

 

-no, nacería con tu hermoso cabello y tendría mis ojos, sería un bebé muy apuesto.

 

-que padre tan vanidoso.-rió en un susurro Draco recuperando el animo perdido.

 

-amor, no te deprimas por las palabras de Ginny.

 

-pero Harry, yo no soy un mago fértil, no podré darte hijos…

 

-lo sé y no me importa, te quiero en mi vida sin importar qué, pero me pregunto si acaso no estaré forzándote a renunciar a tener hijos propios… si ese es el caso, en el futuro podemos buscara a alguien para que tenga a tus bebés y los querré como si fueran míos, no habrá problema.

 

-no quiero darle mis genes a nadie más que no seas tu… consideraría mil veces adoptar que hacer algo tal.

 

-no nos preocupemos por eso ahora, tenemos todo el tiempo por delante.

 

-¿seguro que no te sentirás frustrado?

 

-te lo aseguro Dragón ¿y tú?

 

-no me frustraré si eres realmente feliz, si puedo llenarte plenamente.

-y lo haces, tú me llenas, me haces sentir vivo, te amo tanto.-le dijo en susurros besando la sien de su frente.

 

-también, yo.

 

Draco sobrecogido por la emoción del momento se giró hacia él abrazándolo con fuerza, como si nada más importara y se permitió llorar en silencio con la cara enterrada en su pecho, sintiéndose cobijado y amado. ¿qué importaba que la anciana Malkin estuviera viéndolos como una chismosa? Necesitaba de ese contacto, ahora más que nunca.

 

Ambos permanecieron abrazados hasta que escucharon la puerta de la tienda abriéndose, era la Auror Watson.

 

-¿terminaron ya de comprar lo que necesitaban? Tenemos que volver.-advirtió seria.

 

-ya terminamos, Auror Watson.-le dijo Harry, luego sostuvo el pequeño trajecito y miró a Draco.

 

-¿quieres que lo llevemos?

 

Draco lo miró con una expresión invaluable entre el desconcierto y la felicidad, después sonrió y lanzó un suspiro asintiendo.

 

Ambos se dirigieron a pagar a la caja y Madam Malkin miró al par de jóvenes con curiosidad… ¿ropa de bebé?

 

Harry y Draco se sonrojaron ante la mirada extraña que les dedicó la bruja estilista.

 

-es para mi ahijado Teddy.-aclaró Harry nervioso.

 

-oh ya veo.-dijo ella envolviendo la prenda en un paquete y después de recibir la paga por las túnicas y el pequeño traje, se lo entregó.

 

-gracias por su compra, que tengan un buen día muchachos.

 

-gracias, usted también Madam Malkin.-se despidió Harry.

 

La mujer auror hizo el hechizo de ocultamiento y los llevó hasta las chimeneas de red flu donde un muy mal humorado Max Brionell los esperaba.

 

-andando, es hora de regresar, no tenemos todo el día.-ordenó, Draco lo miró con mala cara y Harry se contuvo de hablar.

 

-”a Hogwarts”-dijeron los cuatro y desaparecieron usando los polvos flu en la chimenea de aquél lugar.

 

 

Hermione, Pansy y la Señora Malfoy se paseaban por el despacho sin tener aún noticias sobre ellos, hace casi dos horas que se habían marchado y todavía no aparecían… la ansiedad de saber de ellos las estaba poniendo de los nervios, los demás en tanto con la mirada preocupada y seria continuaban sentados a la espera de que llegaran. De pronto se escuchó una pequeña explosión en la chimenea.

 

-¡miren, ya están aquí!-dijo Pansy, llamando la atención de todos.

 

Harry y Draco habían aparecido en el despacho con los otros dos aurores que sacaron unas bitácoras de sus bolsillos y comenzaron a escribir en ellas.

 

-hemos cumplido con nuestra misión satisfactoriamente Directora McGanogall, ellos ya han visitado el salón de profecías y resuelto sus asuntos, la corte será notificada en un momento de que el Joven Malfoy ha regresado a Hogwarts con el Joven Potter, nuestra tarea aquí ha terminado.-Habló Max.

 

-Gracias por haberlos escoltado y protegido-agradeció Minerva.

 

-no hay de qué.-dijo Horey.

 

-sólo cumplimos con nuestro trabajo-dijo sobriamente Brionell.

 

-adiós muchachos, fue un placer conocerles y ayudarlos con sus asuntos, espero que nos volvamos a encontrar en circunstancias menos… formales.

 

-lo tendremos presente-dijo Harry.

 

-fue grato contar con su ayuda Auror Watson, muchas gracias-le dijo Draco con cortesía ofreciéndole la mano y ella la tomó con una sonrisa esperanzadora.

-cuidense, hasta pronto.-se despidió la mujer y ellos asintieron.

 

Así el par de aurores desapareció vía red flu rumbo a la corte y en menos de un segundo todos se habían abalanzado contra ellos para llenarlos de abrazos, preguntas y regaños de preocupación.

 

-¿por qué demoraron tanto? ¡Nos tenían preocupados chicos!-regañó Hermione.

 

-fuimos a comprar túnicas, las necesitaremos y de la talla correcta.-defendió Harry.

 

-todo salió bien ¿no despertaron sospechas?-preguntó Blaise.

 

-bueno, en el ministerio todos estaban cuchicheando y hablando a nuestras espaldas, pero nadie fue capaz de enfrentarse o decirnos lo que pensaba a la cara, posiblemente fueron avisados por los del departamento de seguridad ciudadana para evitar que se causara algún alboroto en el edificio.-habló Draco pensativo.

 

-hijo… ¿que decía la profecía? ¿trajiste la esfera?-todos automáticamente pusieron atención a la pregunta formulada por Narcissa, que era la más esperada.

 

 

-no, Harry y yo decidimos romper la esfera y aprendernos la profecía.

 

-¡¿QUÉ?!-exclamaron con asombro.

 

 

 

 

Continuará...

 

 

Notas finales:

¿que les ha parecido el capítulo? espero que les haya gustado, especialmente la escena en la tienda de Madam Markin, un beso grande y hasta el próximo capítulo que estará lleno de lemon.


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