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Damn Luck por Laurette Dominyque

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Notas del capitulo:

Algunas reglas del burdel:

* Está permitido pasar una noce entera con cualquiera de los chicos pero dependiendo del "producto" es el precio. Generalmente varia debido a la edad o si est@ es virgen.

Si el cliente llega a quedarse dormido se le traslada a un cuarto especial para su descanso. 

* Se utilizan drogas en el lugar para controlar a los clientes que estén alterando el orden del lugar con violencia hacia el moviliario del establecimiento o a la mercancía que ofrece (los empleados).

En cada habitación hay una ración de esta droga y un mini bar, cuando el cliente se vuelve insoportable se le administra una dósis de esta droga en la bebida, así se controla el amibiente y se evita cualquier accidente dentro del lugar. 

* Queda totalmente prohibido no satisfacer al cliente pues la imágen del burdel es lo más importante y gracias a esto es que se mantiene la clientela, por eso es vital el obedecer esta regla.

Seducir es un arte, cualquiera que lo entienda lo puede usar a voluntad.

Aprendiste a mirar de una manera tan provocativa a tus clientes y hacerlos hundir en un mar de sensaciones tan placenteras, todo sin siquiera tocarlos. No era necesario, tus ojos despiertan un sentimiento que ni siquiera tú sabes explicar pero lo sabes usar. Aprendiste que eso puede ser un arma para esos días en los que no estabas de humor y, ni siquiera Haru-chan podía hacerte cambiar de opinión pues él era el culpable de tu  desánimo y hasta depresión. Y es que cada vez que ese chico pelirrojo lo visitaba tu ser estallaba en celos vergonzosos que sólo se quedaban en silencios vacíos. ¿Quién podría escucharte? Lloraste tan quedo cuando los viste más cerca de lo usual, más cerca de lo que dos amigos deben de estar.

 Haru era cautivado por la mirada del pelirrojo y tú aguantabas el dolor cayendo en los brazos de cualquier extraño que pudiera pagar tu tiempo. Uno de esos extraños era Yamazaki-san.

Su cara estaba tan roja que creíste que explotaría…

–         N- no! ¡No, no, no, no, no, no! Yo… yo no pue-e-do…. Somos hombres y… y… no.

Qué imprudente eres. Sabías claramente que ese chico de ojos hermosos te diría que no a tu proposición. …l era como los demás; normal. Un chico que vuelve del trabajo a buena hora, sale con sus amigos y disfruta de la música como cualquier otro. Tal vez tenga novia pero por razones que no pudiste imaginar estaba en esa habitación contigo, mirándote sin saber qué hacer.

–         ¡N-no pu- puedo! – gritó con todo su ser. Casi para ser escuchado por todos los demás clientes del lugar.

–         ¿Por qué no puede, Yamazaki-sama? El hecho de que yo le pueda dar placer… ¿No le gusta?... No, no es eso ¿Verdad? Es que soy hombre.

–         E-exacto, es que no puedo hacer algo como eso, no puedo. Lo siento. Yo… sólo necesito conversar con alguien – Pensaste que era ridículo lo que te decía y tal vez él pensó que al ya estar pagada la noche era lo mejor que podían hacer para matar el tiempo pues no había devoluciones.

El chico de ojos verde azulado entró en pánico, comenzó a decir muchas cosas que él ni siquiera entendió y peor aún se estaba mareando. Creíste por un instante que caería al suelo como res y sorprendentemente se mantuvo un poco más. Sin embargo, después de unos minutos de balbucear lo que posiblemente era una explicación te dijo con mucha calma “El piso se mueve” y calló sobre sus rodillas contemplando el suelo, pero más que eso, trataba de encontrar fuerzas para mantener los ojos abiertos. Al cabo de unos segundos su cuerpo perdió la fuerza con la que se sostenía y fue a dar directo al suelo. No te sorprendiste pues no era el primero que le ocurría eso a mitad de la noche. Caminaste lentamente hacia el cuerpo que yacía en el suelo, te agachaste y sutilmente pusiste su cabeza en tu regazo, tocaste su rostro con gentileza. El pobre chico estaba fuera de combate.

–         Tranquilo, Yamazaki-sama. Ya todo está bien – Soltaste una pequeña risita mientras acariciabas lentamente sus cabellos. Tomando mechones entre tus dedos y jugueteando. El color de su pelo iba realmente bien con su tez de piel. Era guapo.

Su rostro te parecía hasta cierto punto tierno al dormir, con las pequeñas arrugas que se formaban bajo los ojos, seguramente por las noches de trabajo extra, le daban un toque de madurez y no lo hacía ver mal, al contrario. Pensaste que ese chico podría ser mayor que tú unos cuanto años, 5 a lo mucho. Cuando pasas mucho tiempo viendo gente nueva casi a diario te preguntas ¿Qué clase de persona son? ¿Por qué están en un lugar con servicios como ese? ¿Acaso su vida es muy estresante? ¿En qué trabajaran, serán felices?…. De pronto una pregunta mucho más importante te abrumó ¡¿Cómo diablos voy a llevar a este hombre a la cama?!

            En serio necesitabas una grúa en tu habitación, y es que si no se quedaban dormidos en la cama después de que cierto tipo de fármaco que era aplicado en la bebida de algunas personas insoportables hacía efecto, se quedaban tumbados en el suelo. Cuando esto sucedía era necesario esperar a que los guardias (contratados recientemente para proteger el personal después de ciertos incidentes) para que lo llevaran a una habitación aparte. Sin embargo ese día no querías que nadie tocara a ese chico que dormía tan profundo y no entendías el porqué.

–         Si Nanase-san se da cuenta de esto nos va a culpar a nosotros ¿Lo entiendes? – dijo uno de los hombres del servicio.

–         Lo sé Miyamura-san, yo hablaré con Haruka-san mañana.

–         Está bien. Hasta mañana, Makoto.

–         Descansa.

            A duras penas habías conseguido cargar al chico sin despertarlo y con todo el cuidado del mundo lo depositaste en la cama. Parecía tranquilo, cuando había entrado por la puerta de tu habitación parecía alterado aún sin saber que no eras una chica. Tal vez tiene problemas pensaste, pero ahora su rostro estaba más relajado y parecía un poco feliz, un poco sonrojado.

***

            Sousuke había despertado en la mañana a tu lado, confundido y enfermo. No entendía bien qué hacía un chico de cabello castaño claro a su lado, de hecho no sabía dónde estaba. Tampoco recordaba mucho de lo sucedido y si te despertaba tal vez sería extraño. Eran dos hombres durmiendo en la misma cama.

            Abriste los ojos justo cuando el de pelo moreno se dedicaba a salir de entre las cobijas con extremo cuidado.

–         Buenos días, Yamazaki-sama.

–         ¡AAAAAHHHHH! – Sousuke había caído al suelo abruptamente– ¡Me espantaste!

–         ¡¿Amo, está usted bien?! ¿Se ha lastimado algo? – Eso te había asustado mucho, los clientes eran lo más importante para ustedes y si uno se llegaba a quejar significaba un gran castigo. Saltaste inmediatamente de la cama hasta donde él se encontraba. Estabas realmente muy alterado y se notaba en tu voz, estabas saliéndote de tu papel y eso era muy peligroso.

–         ¡Lo estoy! … ¿Qué? ¿Amo? ¡¿Dónde estoy y quién eres tú?! – El parecía no recordar nada y esa era buena señal. Recordando tu situación lograste mantenerte.

–         ¿Acaso me ha olvidado Yamazaki-sama? Después de todo lo sucedido anoche… Me hace sentir demasiado triste – Tu tono de voz era un poco burlón.

–         ¿De qué hablas? – Su rostro tomó un aspecto de terror y se sonrojó.

–         Pues… ¡Fue realmente salvaje! Es usted todo un tigre en la cama, mi querido goshunji-sama~*

Tus palabras tuvieron el efecto deseado: Yamazaki se había colorado de la cara como tomate. No dudaría de tus palabras.

–         Tú… ¡No puede ser!

Su grito había sido tal que Haruka había entrado a la habitación inmediatamente. Eso no era bueno para ti y tratando de permanecer relajado mantuviste la compostura.

–         ¿Está todo bien? – Sousuke tardó en captar que se dirigía hacia él. Realmente estaba asustado por tus palabras. Había palidecido y estaba temblando. Enserio había creído que era capaz de acostarse con otro hombre estando borracho.

Pareció no importarte la presencia de Haru-chan, mirando hacia la ventana, pasaste tus dedos por tu cabello, revolviéndolo un poco dijiste:

–         Claro que todo está bien Haru, es sólo que el joven no recuerda lo que sucedió anoche, eso es todo. No es necesario que intervengas – Haru-chan te creía pues decía que ya tenías experiencia y que cada error sería pagado seriamente. Claro que sus castigos eran extremos, indudablemente.

–         Está bien. Los dejo un rato más. Con permiso.

Tras cerrar la puerta Sousuke te volteó a ver con desesperación ¿Acaso le daba vergüenza decirle a alguien más que había tenido relaciones sexuales con un hombre?

–         ¿Qué ocurre Yamazaki-sama? ¿Se siente bien? – Te acercaste con demasiada calma al chico de cabello oscuro y tomando su rostro entre tus manos lo besaste. No se resistió tanto. Al principio del beso parecía que una parte de él se negaba a ser besado pero fue perdiendo fuerza.

Tu lengua acariciaba lentamente sus labios. La pasión subía a cada segundo y el calor de su cuerpo te embriagaba. Sus manos tocaron tu cintura y espalda, como si grabara centímetro a centímetro tu cuerpo. Su tacto era cálido y apasionado que te debilitaba las piernas por lo que recargaste tu cuerpo sobre sus piernas de manera que estabas montándolo. Su beso te era delicioso, soberbio. Tus labios chupaban su lengua y el sonido de aquella acción era exquisito.

Ese momento no duró mucho pues Sousuke te empujó repentinamente, tal vez recordó que el beso era con otro hombre y sintió que estaba haciendo mal.

–         ¿Qué ocurre? – dijiste jadeando y sonrojado.

–         No vuelvas a hacer eso… fue asqueroso.

–         No tiene que sentir vergüenza alguna, como le dije ayer, es sólo cuestión de dar placer, no importa el hecho de ser hombres. Le pido que no se deje llevar por las normas que le han enseñado ya que como pudo experimentar anoche el dejarse llevar no es tan malo.

–         Es fácil decirlo… es decir, no podría – Sousuke parecía más calmado como si estuviera aceptando la mentira que le habías dicho. –Ya es hora de que me vaya a casa.

Se levantó del suelo empujándote un poco lejos de él. Buscó sus pertenecías y se dirigió a la puerta pero antes de llegar a siquiera abrirla se dio la vuelta abruptamente.

–         Esto es nuevo para mí pero ¿Cómo salgo de aquí?

–         Oh, es cierto goshunji-sama. ¿Quiere que le muestre la salida?

–         Ah, no es necesario puedo encontrarla yo mismo si me indicas cómo, gracias – dijo con más calma.

Después de oír las instrucciones salió de la habitación como bala. Tú seguías sentado en el suelo mirando la puerta, esperando a que Haru entrara para hablar sobre tu castigo por ofrecerle a ese sujeto más de lo que habían pagado sus amigos. Cuando lo hizo lo afrontaste con total serenidad y cuando este hubo dictado el castigo un sentimiento surgió dentro de ti; no te arrepentías de haber dormido con Yamazaki Sousuke y ese sentimiento creció cuando regreso a tu cuarto 40 minutos después de haberse marchado pues se había perdido.

Notas finales:

Haru no es el dueño del lugar, es más bien el administrador de este. Lamento que no quede muy claro. Él parece el dueño porque práticamente lleva acabo casi todas las correctas funciones del negocio. 

¡Gracias por leer!


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