Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

MI QUERIDO HOBBIT por Dan2102

[Reviews - 4]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

En el capítulo anterior:

 

-  Esperen, yo… Creo puedo ayudar, si me ayudan a subir por este árbol, puedo tratar de ver hacia donde debemos ir y si falta mucho para salir de aquí. Ya comienzo a sentirme con fuerzas de nuevo –Decía mientras daba un brinco y los enanos le sonreían para tirar sus sacos y espadas al suelo.

-  ¡Eso sería genial Monsieur Bilbo! –Le vitoreo Bofur, que levantándole rápidamente, le subía al árbol sin ver como el rey trataba de ignorarles asintiendo tal vez por obligación.

 

Capitulo III

 

 

 

BILBO

 

 

 

 

 

   Después de haber divisado el camino a la gran montaña y haber tenido que luchar para salvar a la compañía de aquella manada de enormes arañas que les habían sorprendido en medio de lo que parecía ser uno de sus nidos en el bosque negro, simplemente no podía creerlo, no habían tenido un pequeño espacio para recuperar el aliento, cuando habían sido apresados por aquellos elfos, quiénes ignorando cualquiera de sus palabras, les llevaban a lo que sabían muy bien era el reino de uno de los principales enemigos del Rey enano.

 

 

 

-  ¿Dónde está Bilbo? –Pronunciaba en idioma enano Thorin, quién preocupado no podía divisar la mata de cabello que siempre le seguía a todas partes.

 

 

 

  En aquella larga caminata, los elfos prácticamente habían tenido que arrastrarles, pues estos totalmente obstinados, no habían querido moverse por voluntad propia hasta que el mediano apareciera. No podían divisar si alguno de los elfos le llevaba cargado o apresado, sabían muy bien que era pequeño y tal vez se habían compadecido del hobbit. No lo sabían pero confiaban en que estuviera bien.

 

  Por un prado desconocido, habían sido conducidos a la fortaleza del Rey elfo, quién desde lo alto, veía con sorna como eran llevados a los calabozos, mientras su hijo: el príncipe Legolas, comandaba el grupo que había dado con la compañía de Thorin Escudo de Roble, en la espesura del bosque negro, parte de su territorio y reino.

 

 

 

-  Los años han causado sus estragos pero sigue tan obstinado como siempre –Mirando con sorna al jefe enano, mientras era llevado a empujones escaleras abajo hacia las mazmorras.

 

 

 

  Aquel lugar era muy distinto a las hermosas columnas y habitaciones de Rivendell, la codicia y la soberbia plagaban aquel sitio. Todo se encontraba a media luz y eran las viejas raíces de los árboles las que servían de muralla y pilares, soportando toda la inmensa construcción élfica.

 

  Algunos minerales servían de lámparas naturales al contacto con la luz y las sombras, inundaban cada pasillo hasta lo profundo del reino de los elfos del bosque negro.

 

 

 

-    ¡Imbéciles elfos! Si me suelto ya verán lo que les va a pasar –Decía entre dientes el menor de sus sobrinos, mirando con rabia a uno de los elfos que burlándose de éste, le sujetaba para cargarle y lanzarle en uno de los calabozos, el más lejano con respecto a su hermano- Debiluchos caras de niña… -Mencionó por lo bajo, mientras oía como se retiraban en su mayoría.

 

 

 

   En el recorrido, Thorin no había podido observar al hobbit por ningún lugar, no entendía por qué se sentía tan preocupado por él sabiendo las circunstancias en las que se encontraba toda la compañía. Si el rey elfo se enteraba de él, era capaz de manipularlo y entonces conseguir que éste creyere quién sabe cuántas patrañas sobre él y su gente. No, así no era Bilbo Bolsón. No podía estar pensando aquellas cosas de su saqueador. ¿Y si alguna araña logró hacerse del mediano?

 

   No. No quería pensar en ello. No era una opción.

 

 

 

-  Ori, todos, escuchen… ¿Cuándo fue la última vez que le vieron? –Apenas pudo articular de forma decisiva, para escucharles contar un sinfín de posibilidades e ideas, unas más ilógicas que otras.

 

 

 

  Uno a uno los integrantes de la compañía, habían sido apresados en los viejos calabozos élficos que desde lo profundo, recogían el eco de voces y pisadas fuertes, que desde lo alto, llegaba hasta ellos como un murmullo.

 

 

 

-  Debo confiar en él, en nuestro Bilbo –Observando cómo los elfos se retiraban para dar paso a su príncipe, quién le miraba con interés poco disimulado- ¿Qué nos miras elfo? Métete en tus propios asuntos –Observando como este miraba a cada uno de los calabozos con poco disimulado interés- Pareces joven, tu estúpido padre jamás te contó sobre los enanos supongo, sobre Erebor y su rey… –Mirándole altanero mientras éste sonreía y se acercaba tan solo un poco más a su celda.

 

- Te admiro Thorin Escudo de Roble –Le decía serio para retirarse rumbo a los aposentos de su padre.

 

 

 

   Solo eso dijo y se había retirado igual de rápido. La compañía había callado ante aquellas palabras y no entendía de qué se trataba aquello, lo mejor era esperar; no lo admitirían pero necesitaban salir de aquel bosque o se volverían locos y justo en ese momento, había aparecido el rubio con toda su comitiva. No era lo que esperaban, pero ya se les ocurriría un plan de escape.

 

   Con el pasar de las horas y sin una gota de agua, comenzaron a sentir como sus fuerzas mermaban. Por la conversación de algunos guardias que les custodiaban, pudieron enterarse que ahora era de noche; en el bosque habían perdido todo sentido del horario y despojados de todo cuanto cargaban, incluidos los alimentos, tendrían más de un día sin probar bocado.

 

   No supieron cuánto tiempo había pasado, pero en un abrir y cerrar de ojos, se habían llevado arrastrado a su rey. No habían podido evitarlo encerrados cada uno en distintos calabozos, solo dos elfos les vigilaban con eminente curiosidad.

 

 

 

-  ¿Por qué gritas? Ya no te escuchan. No sirve de nada que grites enano –Le decía una elfa de cabellos largos y mirada curiosa, que se acercaba a la reja de su celda para ofrecerle un poco de agua.

 

- Yo… No importa. Cuando salgamos de aquí ese rey estúpido sabrá quienes somos –Le decía con un puchero, viendo como esta tomaba del vaso que le ofrecía en muestra de confianza-, ¿Por qué lo haces? Darme de beber.

 

-  No soy quién para negaros eso, además hace mucho que no lo haces –Mirando fijamente a sus ojos para retirarse y tomar de nuevo su puesto de vigilancia.

 

 

 

   No supo cómo ni por qué, pero desde ese momento no podría sacarse de la mente aquella mirada.

 

   Al mismo tiempo, escudo de roble era llevado escaleras arriba y por entre largos pasillos ante el Rey Elfo, quién imponente y vestido con una larga túnica plena de hilos de oro y diamantes, le esperaba sentado en su trono, seguro de sí mismo y de todo su poder, recordando cómo otrora el enano había hecho una fama terrible de su persona, llamándole traidor y cobarde; como si el reino de los enanos dependiera de él o le perteneciera. Él no les había abandonado a su suerte, ellos tenían su propio destino y él no tenía nada que ver con ello.

 

 

 

- Veo que los años no han pasado en vano para ti, Thorin Escudo de Roble –Observando sus arrugas y el sin fin de cicatrices en su pecho y brazos.

 

-  Suele pasar a quiénes luchamos por lo que tenemos, es distinto con quiénes roban lo que otros si han trabajado –Comentó con sorna para ver como el rubio le miraba con odio mal disimulado- Sigues teniendo cara de niña inocente, pero es casi siempre el rostro de los traidores.

 

- Modera tu lengua o te será cortada –Decía entre dientes mientras observaba las piedras preciosas incrustadas en sus anillos- Las malas lenguas dicen que planeas recuperar tu montaña de azufre y fuego, ¿es eso cierto? Sin salir de aquí no podrás llegar ni siquiera para ver al dragón –Decía con burla para levantarse y caminar cerca de él.

 

- Mis objetivos no te interesan, cuando pudiste ayudar y darle un poco de gloria a tu gente, no lo hiciste. Vives para tu codicia e inmunda fortaleza, deja de cuidar de tu rostro y lucha como un verdadero líder –Sintiendo como este le golpeaba fuertemente, haciendo que se tambaleara y cayera de rodillas por la debilidad.

 

- Sigues teniendo una lengua privilegiada y venenosa. Llévenlo a su celda, cuando hayan pasado unos días más sin comida ni agua, tráiganlo ante mí –Sentándose de nuevo en su trono, mientras su hijo se acercaba haciendo una reverencia al enano antes de entrar- ¿Qué ha sido todo eso? ¡No vuelvas a reverenciarlo en mi presencia!

 

Nostar, ¿es necesario todo esto? –Mirándole triste y recordando la época en que su padre, era otra persona: feliz, noble y humilde… así quería y se empeñaba en recordarle.

 

-  No cuestiones mis órdenes, Legolas. Eres muy joven aun para entenderlo; apártate de esos enanos y continúa con tu entrenamiento. Ahora, retírate –Mirándole son severidad para darle la espalda y observar el bosque desde su ventana.

 

 

 

   No debía sorprenderle, tratar de hablar con su padre era ya casi imposible, todo había cambiado desde la muerte de su madre. El mundo que había conocido se había disipado y el reino parecía sumido en penumbras y oscuridad; era eso a lo que estaban acostumbrados todos. No podía entender como después de tantos años, aun no parecía darse cuenta de ello, de que todo el esplendor y la luz de su mundo se agotaban, parecían extinguirse conforme pasaban las décadas y los siglos.

 

   Para la edad de los elfos, era aún muy joven. La mayoría de las veces, su inmensa curiosidad le llevaba a situaciones con las que no debería haberse topado y ésta era una de ellas. Su encuentro con los enanos había sido pura casualidad. De no haberse topado con ellos, en aquel bosque habrían perecido pese a su fiera lucha contra las arañas. Habían aniquilado a todas ellas en sus propios nidos.

 

 

 

-  Thorin escudo de roble… Así le llaman desde aquella feroz batalla –Sonreía para ir rumbo a los calabozos, no sin antes esconderse debajo de una túnica que le haría escabullirse sin mayores problemas, ocultando en un bolso algunos potajes y vegetales tomados de la despensa real.

 

 

 

   Luego de despistar a sus propios hombres, se acercó con interés a los calabozos en donde con poca luz, voces jamás escuchadas por él parecían estar entonando un viejo cántico, un cántico en lenguaje enano. La armonía que sucedía a la entrada de cada una de las voces, se hacía más densa y rica en acordes cada vez más luminosos. Una voz conducía a las demás con temperamento férreo, una voz profunda y de timbre semejante al de una flauta, hermosa y a la vez muy triste.

 

 

 

- Son muy profundas –Escuchando como sus registros eran mucho más graves que las voces de los elfos cantantes que conocía.

 

   Desde cada una de las celdas, podía escuchar como las voces iban entrelazándose en un dialogo que crecía y descendía en intensidad conforme pasaban los segundos, era un canto muy triste que se apagó justo cuando la luz de su antorcha le delató en medio de las escaleras.

 

 

 

- ¿Qué haces aquí elfo? –Le habló con odio mal disimulado uno de los enanos más jóvenes, pues éste les había interrumpido en su afán de volver loco de ira al rey elfo.

 

 

 

   Más impulsado por su curiosidad que por aquel comentario lleno de sorna y rabia, se acercó a la celda de esté, vislumbrando como sus ojos le miraban llenos de ira tratando de disimular el sonido de su estómago, crujiendo tras el olor de los alimentos que escondidos, apenas y pasaban desapercibidos por estos.

 

 

 

-  Yo quería… -Viendo como este alzaba una ceja para observarle directamente a los ojos- No es nuestra costumbre atender así a los viajeros. Por favor acepten estos alimentos, en mi nombre y, también en el de mi padre –Acercando la bolsa con comida a las celdas y observando cómo estos le miraban inquisitivos y sorprendidos ante su gesto- no siempre fue así –retirándose rápidamente del lugar, evitando la mirada penetrante del rey enano, quién alargando los alimentos, hacía que ninguno de sus hombres tomaran bocado.

 

 

 

   Con el paso de las horas, los alimentos ya se hallaban fríos pero el olor de los potajes aun rellenaba el ambiente en cada una de las celdas. Sus estómagos les delataban y sin importar que pudiera decir su rey, uno de ellos se aventuró a probar uno de los líquidos que hace horas le traía loco, con el olor exquisito que despedía; podía fielmente adivinar las especias que aliñaban y condimentaban aquella masa de sabores diversos ¡tenía hambre!

 

 

 

-  ¿Por qué no lo pruebas? –Le decía una elfa que sin saber de dónde salió, se acercaba a las rejas para sonreírle con burla y desconcierto.

 

-  Trata de envenenarnos. Es un elfo y no podemos confiar en ustedes –Le miraba serio el enano, que trataba en vano de ignorar el olor de los alimentos.

 

- Bueno, entonces lo haré yo –Sujetando en un rápido movimiento el recipiente, para apenas probar un poco de cada uno de los manjares élficos- pues al parecer les han traído lo mejor de la despensa, es una pena que no tengan permiso de comerlos –decía aprensiva mientras observaba como todos con excepción del rey, sujetaban los alimentos con curiosidad- Coman antes de que al rey se le ocurra hacer un cambio de guardia. Quién les haya traído esto, sabía lo que hacía.

 

 

 

   A una señal casi imperceptible, todos se alimentaron como pudieron de los guisos y el pan élfico que les había sido entregado. La inquietante elfa, recogió pronto las vasijas vacías para retirarse escaleras arriba. Con la luz casi imperceptible de las pocas antorchas que dejaron encendidas, apenas y podían descifrar la magnitud de aquella fortaleza. Las horas pasaron y el cansancio hizo mella en cada uno de ellos.

 

 

 

- No dejen de estar atentos, no hay momento para descansar –Apenas articulaba su rey, mientras sentía como casi de forma imperceptible, su reja se abría poco a poco para ser cerrada de igual forma- ¿Qué demonios?

 

- Soy yo, Thorin –Sintiendo como era tomado de las manos para vislumbrar en un abrir y cerrar de ojos, la silueta de su saqueador, allí frente a él con el cabello más enmarañado que nunca y ofreciéndole alimentos y agua fresca.

 

-  ¡Bilbo! ¿Qué es esto? ¿De dónde saliste? Tu… ¿Cómo?...

 

- Luego te explicaré. Debes estar algo mareado –Apenas mencionó acariciando sorpresivamente su mejilla mientras le sonreía para entregarle algunas frutas- Ninguno de ustedes se dio cuenta de que me había escondido para ayudarles, ¿estás bien? –Susurró intentando no despertar sospechas entre el par de guardias que fastidiados, habían sido designados para custodiarles.

 

- Bilbo, tu, estás bien –Le sonreía sinceramente el rey, para abrazarle y escuchar apenas lo que decía, viendo un ligero sonrojo en el hobbit que no dejaba de susurrarle cosas en un ligero pero perceptible movimiento de labios.

 

- Entonces luego de que pueda hacerlo, vendré por ustedes. Por ahora coman algo. No serán capaces de hacerles daño, no son trasgos –Dijo para levantarse y retirarse, no sin antes ser halado por el rey, que acercando su frente a la suya y sintiendo su propio aliento sobre sus labios, temblaba al tacto con el mediano.

 

- Gracias. Cuídate, por favor -Susurro para ambos, sintiendo como el mediano salía de allí rapidamente, no sin antes ofrecer alimentos a cada uno de los miembros de su compañía.

Notas finales:

*Nostar* = Padre en lenguaje élfico.

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).